Capítulo 1. La economía

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La economía
Contenido
1.1.
1.2.
1.3.
1.4.
1.5.
1.6.
La escasez y la elección
El análisis económico
El intercambio
El papel del dinero
El Flujo Circular de la Renta
La Frontera de Posibilidades de Producción y la eficiencia
Algunas preguntas iniciales
➢
➢
➢
➢
➢
➢
➢
➢
¿Qué es la Economía?
¿Qué es un bien económico? ¿Todos los bienes lo son?
¿Cuáles son los problemas económicos básicos?
¿Quiénes y cómo toman las decisiones en Economía?
¿Hablar de Economía es hablar de dinero?
¿Existen límites a la hora de producir bienes económicos?
¿Siempre se utilizarán en la producción todos los recursos disponibles?
¿Piensan los economistas de una manera especial?
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Principios de Economía
INTRODUCCIÓN
En este libro se intentará dar una visión general de cómo la ciencia económica pretende
explicar la actividad económica. Parece obligado, por lo tanto, comenzar con una reflexión de qué es la ciencia económica y cuáles son sus planteamientos generales. Veremos que la escasez identifica un problema como económico porque obliga a elegir
entre distintas alternativas. La Economía se configura así como la ciencia de la elección
y ésta como un proceso de decisión en el que se intentan evaluar permanentemente las
ventajas y los inconvenientes de cada una de las posibilidades que nos aparecen cada
minuto.
Conviene introducir desde el primer momento un esquema básico de cómo funciona
la actividad económica que permita posteriormente ir enriqueciendo el sencillo diagrama
inicial. En este sentido, el flujo circular de la renta nos permitirá comprender cuál es el
movimiento fundamental en el ciclo de la producción y el consumo de bienes y servicios.
Insistiremos en la idea de la escasez, de los límites de las elecciones y el margen en el que
éstas se mueven. Lo que obligará también a resaltar que toda elección supone una renuncia
a otras posibilidades, introduciendo el importante concepto del coste de oportunidad.
Otro objetivo de este capítulo es comenzar a familiarizar al lector con la jerga y el esquema de razonamiento que utilizan los economistas. La Economía, frecuentemente, explica
fenómenos cotidianos de sobra conocidos por cualquier ciudadano. Pero al explicarlos utiliza
un lenguaje que, en algún caso, puede parecer que complica más que favorece la comprensión
de lo que se pretende analizar. Por ello, es fundamental, desde el primer momento, conocer
y entender esa perspectiva peculiar de los economistas.
Aunque el análisis es muy elemental, el contenido de este capítulo puede aplicarse con
generalidad y su conocimiento es básico e imprescindible para cualquier avance posterior.
1.1. La escasez y la elección
1.1.1. La satisfacción de las necesidades
El hombre siente necesidades de muy diversa naturaleza. Desde las materiales como alimentarse o vestirse, hasta las inmateriales como la relacionadas con el ocio o la cultura.
Todas ellas, por ser propias o sentidas por el hombre, podrán calificarse como necesidades
humanas.
Las personas, o la sociedad como conjunto organizado de personas, realizan diferentes actividades que les permiten disponer de los medios o instrumentos adecuados para
satisfacer las referidas necesidades. Así, encontramos la posibilidad de acceder a alimentos,
vestidos, transportes, conciertos musicales… Todos ellos tienen la consideración de bienes,
si bien será más propio diferenciar entre bienes (los materiales) y servicios (los inmateriales).
Denominamos bienes a todos aquellos medios o instrumentos, materiales o inmateriales, que permiten satisfacer una necesidad humana. Los de carácter inmaterial reciben habitualmente el nombre de servicios.
A la acción de adquirir los bienes y disponer de ellos la denominaremos consumo, que
es el camino para satisfacer nuestras necesidades. Si los bienes fueran ilimitados todas las
necesidades humanas se podrían satisfacer sin ningún problema. Sin embargo, mientras
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que las necesidades humanas son ilimitadas —al fin y al cabo los deseos de los hombres
son infinitos— los bienes que nos permiten satisfacerlas son escasos. Empezando por el
tiempo de que disponemos para ello.
Decimos que dos bienes son sustitutivos entre sí si pueden satisfacer, más o menos
satisfactoriamente, la misma necesidad. Llamamos bienes complementarios a los que
se utilizan conjuntamente para satisfacer la misma necesidad.
Naturalmente, la relación entre bienes y necesidades no está siempre definida de forma
clara. Muchos bienes pueden satisfacer alternativamente distintas necesidades y muchas
necesidades pueden ser cubiertas por distintos bienes alternativamente. Casi todas son satisfechas por bienes que se utilizan simultánea y conjuntamente. Así, quien necesita desplazarse de un lugar a otro lejano, puede elegir entre un automóvil, el autobús, el tren, el
avión…
Y si elijo el automóvil, el consumo de éste implica necesariamente que debe consumir simultáneamente la gasolina que utiliza como combustible y el desgaste de sus neumáticos.
Afirmar o reconocer que los bienes con los que se satisfacen las necesidades humanas
son limitados es lo mismo que considerar que los recursos o factores son escasos, ya que
la mayor parte de los bienes son consecuencia de un proceso de producción, es decir:
r %FVOBUSBOTGPSNBDJÓOEFVOPTCJFOFTFOPUSPTQPSFKFNQMPMBIBSJOBFOQBO
r %
FVOBDPNCJOBDJÓOEFCJFOFTQBSBBMDBO[BSFMRVFTFEFTFBMFDIFIFMBEPTZB[ÙDBS
para conseguir un batido).
r 0EFVODPOKVOUPEFBDDJPOFTQBSBRVFVOCJFORVFOPOFDFTJUBEFOJOHVOBUSBOTformación o combinación con otros, pueda ser apto para el consumo directo que se
desea (el acercamiento, desde un lugar más o menos lejano en el que se encuentre
el bien que permite satisfacer una necesidad, hasta donde se desea satisfacerla; que
un pescado llegue desde alta mar hasta la mesa en que se vaya a consumir).
Producción es la serie de acciones necesarias para que, a partir de un conjunto de
recursos básicos, un bien pueda ser objeto de consumo y, por tanto, apto para satisfacer necesidades.
Englobamos, pues, en el concepto de producción no sólo la obtención de bienes físicos,
sino también otras actividades necesarias para que los bienes lleguen al consumidor final,
como el almacenaje, la distribución, etc.
A los bienes que sirven para producir otros bienes o servicios se les denomina recursos
o factores productivos y considerarlos como limitados nos lleva a situarnos en los dos núcleos centrales de la problemática económica: la escasez y la elección.
1.1.2. La definición de Economía
La Economía es el estudio del modo en que los hombres y la sociedad eligen y deciden
cómo utilizar los recursos que son escasos y que normalmente se podrán utilizar para
producir bienes distintos con los que satisfacer, mediante su consumo, necesidades
alternativas.
Como estudio de la actividad desarrollada por los hombres para satisfacer sus necesidades formará parte de las llamadas ciencias sociales, que son las que estudian el comportamiento de los seres humanos.
La Economía no se circunscribe a una determinada parcela de la actividad humana.
Por el contrario, la estudiará en su totalidad pero desde una perspectiva concreta: desde la
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problemática de la escasez. Es ésta una cuestión fundamental ya que de acuerdo con ello
una misma actividad humana podrá ser calificada, según las circunstancias, de económica
o de no económica.
Veamos un ejemplo que lo clarifique. Para respirar se necesitará el bien aire. Pero éste
lo podremos encontrar en situaciones muy dispares. De un lado, en su forma más habitual,
como un bien libre, es decir, muy abundante o ilimitado sin que se pueda adscribir su propiedad a nadie. O, por el contrario, como un bien económico cuando se encuentre, por
ejemplo, embotellado para practicar el submarinismo: es decir, limitado o escaso y propiedad de alguien1. En este ejemplo, la actividad fisiológica humana de respirar sólo será de
naturaleza económica en la segunda circunstancia, cuando se satisfaga mediante un bien
económico. Y no lo será o dejará de serlo, cuando el bien con el que se consiga satisfacerlo no sea escaso.
La escasez de recursos frente a necesidades ilimitadas obliga a elegir entre las opciones
posibles. Precisamente porque los recursos son escasos y susceptibles de usos alternativos
debemos tener en cuenta otro concepto de gran importancia: los costes de oportunidad.
Coste de oportunidad es la cantidad de un bien a la que es preciso renunciar para
poder obtener algo más de otro bien.
Cuando hablamos de «cuánto ha costado algo», en el lenguaje cotidiano y en la contabilidad de las empresas, frecuentemente nos referimos al pago monetario directo que ha
implicado su obtención. Sin embargo, somos conscientes de que en muchas de nuestras
elecciones cotidianas el coste más importante puede ser la renuncia que esa opción conlleva de otras posibilidades: quien con el premio de la lotería opta por un viaje de turismo
renuncia, por ejemplo, a comprarse un automóvil; quien decide trabajar más horas está
renunciando a más tiempo de ocio; quien dedica su tiempo libre a las tareas domésticas
no lo hace a la lectura o a acudir a un espectáculo; la empresa que destina sus factores
productivos a fabricar el bien A podía haberlos dedicado al bien B...
Visto que hay que elegir entre las distintas opciones posibles para satisfacer las necesidades de muchas personas, los problemas económicos básicos podrían resumirse en tres
preguntas:
1. ¿Qué se va a producir y en qué cantidad?
2. ¿Cómo se van a producir esos bienes?, o lo que es lo mismo, ¿qué técnicas se
emplearán? ¿Cómo y cuánto pesarán en dicha producción los recursos aplicados?
3. ¿Para quién se producen esos bienes?, es decir, ¿cómo se distribuirá lo que se
obtenga?
La formulación de estas preguntas nos indica que la Economía está interesada en problemas vinculados a las decisiones sobre lo que deba producirse, las técnicas y métodos
de producción, los procesos de crecimiento de las sociedades y el reparto de los frutos del
crecimiento entre quienes contribuyeron al mismo.
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Cualquier bien libre puede pasar a ser escaso si lo calificamos y acotamos. Por ejemplo, el aire limpio e
incontaminado puede pasar a ser considerado un bien económico. La práctica totalidad de los bienes denominados
libres muestran en nuestros días manifestaciones de escasez. Cuando así se produce, los bienes libres se transforman en económicos. Otro buen ejemplo es la progresiva limitación del agua del mar, antes considerada como un
bien libre.
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1.2. El análisis económico
1.2.1. Los comportamientos racionales
La Economía, al igual que el resto de las ciencias sociales, utiliza como instrumento de
análisis la observación de los datos que se dan en la realidad y, a partir de éstos, elaborará
teorías que permitan explicar el comportamiento humano en materia económica, así como
predecir cómo será éste en el futuro. Una teoría científica es una estructura lógica que
permite, a partir de unos supuestos, extraer determinadas conclusiones.
Por ejemplo, si se observa que todas las personas que consumen un determinado bien
incrementan su consumo a medida que el precio de ese bien baja, se podrá predecir que el
señor A, consumidor de ese bien, aumentará su consumo en el referido bien a medida que
el precio de éste baje. Sin embargo, si el supuesto de partida fuera erróneo el resultado final
—el pronóstico sobre el comportamiento del señor A— también lo sería. En este sentido,
consideremos ahora que nuestra observación no había sido correcta y que no son todas las
personas las que aumentan su consumo al bajar el precio del bien, sino sólo unas pocas,
permaneciendo el consumo de las restantes invariable ante la bajada del precio. Si la realidad
es ésa, nuestro anterior pronóstico sobre el comportamiento del señor A con respecto al
consumo del bien referido carece de valor y el posible acierto se deberá a otras cuestiones
distintas, como por ejemplo el azar, pero no a la validez de la teoría enunciada.
Por otro lado, dado que las teorías económicas tratan de analizar y predecir el comportamiento de las personas y que en ese comportamiento influyen numerosos elementos
o variables, los economistas recurren frecuentemente a modelos para analizar la realidad
y elaborar sus teorías. Un modelo es, pues, una simplificación y abstracción de la realidad en la que, de un lado, se han seleccionado aquellos elementos o relaciones que
se considera que influyen significativamente en la cuestión que se desea analizar y, de
otro, se han excluido aquellos que se estiman poco relevantes.
Para comprobar si la selección efectuada ha sido correcta se deberán contrastar las
predicciones establecidas por el modelo con lo que ocurre realmente en la realidad. Si las
variables importantes que influyen en la demanda del ejemplo anterior no han sido consideradas, el comportamiento de los sujetos con respecto a dicha demanda no será acorde
con lo que pronosticará el modelo y, por lo tanto, éste no será válido, es decir, no valdrá
ni para explicar la realidad, ni para predecir lo que ocurrirá en el futuro.
Todos los modelos que intentan describir la realidad parten de unos supuestos previos
que condicionan el análisis y limitan su validez. Una primera exigencia de cualquier modelo es hacer explícitas de forma clara cuáles son esas posiciones previas: en caso contrario, el lector puede ser engañado pensando que una determinada afirmación es válida con
carácter universal cuando quizás sólo lo es bajo supuestos muy concretos. O puede tomar
como presunción científica lo que tan sólo es una opinión o juicio de valor del autor.
Al aislar los aspectos que se consideran fundamentales, se presuponen dados otros aspectos cuya consideración haría que el análisis resultara extremadamente complejo. Por ello,
implícita o explícitamente se utiliza la cláusula caeteris paribus. Los efectos descritos en un
modelo sólo son válidos si «las demás circunstancias no varían», que es precisamente el significado de la citada expresión latina. Si esas circunstancias pasan a ser diferentes, deberemos
modificar algún aspecto del modelo.
Los economistas estudian el comportamiento de los agentes económicos como si respondieran a unos determinados supuestos, independientemente de que así lo hagan o no,
todos y cada uno de los sujetos. Para ello, se parte de un comportamiento racional de unos
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sujetos que, suponemos, quieren hacer máximo su bienestar y que toman sus decisiones en
términos «marginales». ¿Qué queremos decir con esto? Sabemos que al final de cada día
tomamos miles de decisiones ligadas a miles de actos, unas veces conscientes, otras por
costumbre o inercia. Esos miles de actos, esas decisiones, no implican la totalidad de nuestra vida, de nuestro trabajo, de nuestro consumo… Simplemente decidimos si andamos un
poco más o si tomamos el coche o un medio de transporte público, si compramos tal prenda
de ropa o tal otra, si comemos carne o pescado, si queremos más o menos cantidad de tal
bien o servicio.
Al tomar esas decisiones, implícita o explícitamente, todo sujeto hace una evaluación
de los costes y los beneficios que se derivan de cada decisión para estimar si le compensa
o no: compara cuánto va a aumentar su bienestar y cuánto le va a costar.
Llamamos respectivamente beneficio marginal y coste marginal a lo que aumentan
los beneficios y los costes por el hecho de tomar la decisión que se analiza. Si el beneficio o ingreso marginal es inferior al coste marginal (es decir, si van aumentar más los
costes que los beneficios) es obvio que, si el sujeto actúa racionalmente, la opción no compensa. Si son varias las opciones con un saldo marginal positivo, deberé comparar entre
ellas para ver cuál me aporta más aumento de beneficios y menos aumento de costes, es
decir, más beneficio neto.
Por esta causa, utilizaremos a menudo comparaciones en términos marginales y
hablaremos del ingreso marginal, el coste marginal, la utilidad (satisfacción) marginal…
siempre con el mismo significado: cuánto varía «en el margen» la cantidad o magnitud
de la que estamos hablando.
1.2.2. Las teorías económicas
El economista supone, pues, que cada sujeto se comporta de forma racional. Implícita o
explícitamente toda persona valora los costes y los beneficios que se derivan de las distintas alternativas y sólo si los segundos superan a los primeros, si los «pros» son mayores
que los «contras», estará dispuesto a tomar una decisión positiva. Si varias posibilidades
ofrecen resultados positivos se elegirá la que proporcione un valor neto más alto. Normalmente, tendremos en cuenta tan sólo costes y beneficios económicos, cuantificables en
dinero, en la idea de que el bienestar material, convencionalmente denominado bienestar
económico es una parte importante del bienestar total. Por ello, es frecuente que se acuse
a los economistas de basar su ciencia en un homo oeconomicus egoísta y frío.
En esa misma línea, para los economistas es fundamental la consideración de los incentivos y desincentivos, es decir, qué factores estimulan que las decisiones de los sujetos
vayan en una dirección o en otra. Si del análisis de una situación o de unas medidas se
desprende que los desincentivos son mayores que los incentivos para realizar una determinada acción, cabe prever que el comportamiento predominante sea que dicha
acción no llega a realizarse.
En todo caso, el análisis de la reacción probable de un sujeto A ante un hecho determinado no significa que una teoría económica asegure cuál es la reacción de cada sujeto
aisladamente considerado. Se intenta describir el que se supone que será el comportamiento medio de los agentes considerados, que quizás no coincida exactamente con ninguno de
ellos. Aún más, sabemos que buena parte de los sujetos se desviarán probablemente de ese
comportamiento medio.
En las teorías económicas se confía en que la descripción de los comportamientos sea
razonablemente coincidente con los valores medios, de forma que los pronósticos referi-
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dos a las reacciones colectivas (más que a las individuales) no difieran en exceso de la
realidad. Esto ha sido especialmente analizado por la llamada ley de los grandes números.
En este sentido, cuando aumentamos el número de observaciones, atendiendo a dicha
ley de los grandes números, es posible suponer que el comportamiento de un colectivo
se acercará al medio estimado, aunque haya desviaciones individuales.
El análisis económico se centra en elegir, describir y relacionar las variables económicas, entendiendo por tales toda circunstancia que influye en las decisiones relacionadas con los problemas económicos fundamentales. Evidentemente, las variables
económicas son infinitas, desde la inflación o el desempleo a las ventas de una empresa,
el coste de un factor, el conjunto de precios, etc. Cuando cuantificamos esas variables tenemos un dato económico.
Es importante la distinción entre dos tipos de variables:
r V
ariables stock o fondo: Están referidas a un momento concreto en el tiempo, como
una fotografía instantánea de cuál es la situación en el día de referencia. Así, la población de un país a 1 de enero de 2007, las deudas de una empresa en el día de
cierre del ejercicio económico, etc.
r V
ariables flujo: Sólo tienen sentido si son referidas a un período temporal, a lo que
ha ocurrido a lo largo de un cierto período de tiempo que es necesario especificar.
Un ejemplo sería el salario. No tiene sentido decir que se ganan 2.000 euros sin
hacer referencia al tiempo en que son ganados (¿por día, mes, año?).
Las relaciones que existen entre las variables que intervienen en un modelo constituyen
el instrumento explicativo por excelencia a la hora de analizar los fenómenos. La idea de
que una variable depende de otra u otras es una de las nociones básicas sobre las que se
asienta el conocimiento científico en general y el económico en particular.
Para poder comparar variables de distintos momentos del tiempo (llamadas variables nominales) utilizamos las denominadas variables reales: éstas se miden en unidades monetarias constantes, es decir, todas las cantidades monetarias son traducidas a dinero de un año determinado.
Se descuenta así el efecto que sobre la capacidad adquisitiva tienen los precios. Por ejemplo, el
salario de una persona ha aumentado del año 2000 al 2005 de 1.000 E a 1.100 E (valores nominales), pero su capacidad adquisitiva (lo que puede comprar con dicho salario) ha disminuido,
pasando de 1.000 E a 990 E (valores reales).
Otro instrumento habitual de comparación son las variaciones porcentuales. Se utilizan para tener en cuenta las diferencias entre unidades de medida. Por ejemplo, si el precio
del cine subió desde 2006 a 2007 de 2 a 3 euros, y el del pan de 35 a 70 céntimos, podríamos decir que el cine subió en términos absolutos más que el pan en este período. Sin
embargo, ambas magnitudes no son comparables al partir de cifras iniciales muy dispares.
En términos proporcionales el primero subió un 50% y el segundo un 100%2.
Por otra parte, puede ser útil explicar la distinción entre economía positiva y economía
normativa.
La economía positiva pretende describir la realidad, hace referencia a lo que es, a
un hecho que se ha producido y que es posible demostrar que existe como tal. Por ejemplo,
el Impuesto sobre la Renta en el país H aumentó entre el año 2003 y 2005 en un 2%.
La economía normativa, pretende ofrecer posibles cambios a esa realidad, hace referencia al mundo del deber ser y, por lo tanto, está más fácilmente relacionada con las
2
En el primer caso, 3 – 2 / 2 = 1 / 2 = 0,5. En términos porcentuales, 0,5 × 100 / 100 = 50%. En el segundo
caso, 70 – 35 / 35 = 35/35 = 1 (100%).
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creencias personales y los juicios de valor, con un mayor componente subjetivo. Por ejemplo, el Impuesto sobre la Renta del país H debe disminuir para el próximo año.
Ambos supuestos difieren en la forma en la que se podrán comprobar o refutar. Una
afirmación positiva es susceptible de ser contrastada con datos que demuestren que los
inicialmente observados por el economista eran erróneos. Una afirmación basada en preferencias individuales se sitúa frecuentemente en un nivel diferente al de la contrastación
empírica.
Sería lógico pronosticar que las discrepancias económicas se producirán habitualmente en el campo de lo normativo, mientras que lo positivo será aceptado más fácilmente por
la generalidad; o, al menos, será posible la discusión objetiva sobre los datos disponibles.
Sin embargo, la distinción no es siempre fácil. Porque en las ciencias sociales el enfoque
positivo aséptico es prácticamente imposible: resulta inevitable que la posición del observador se refleje en el análisis; desde la misma elección del tema objeto de estudio ya hay
una elección de preferencia respecto a otros posibles problemas. Después se subrayarán
unos aspectos más que otros, se darán por buenos resultados que coincidan con la propia
opinión y se buscarán excepciones y justificaciones para los que difieran. La selección de
variables es difícil que no se vea influida por las intenciones del investigador para reforzar
una determinada hipótesis.
Por otra parte, todo análisis positivo tendrá seguramente implícito un objetivo normativo. Si un autor pretende demostrar que una reducción de la presión impositiva lleva a que
crezca la actividad económica y la propia recaudación impositiva, ¿no está preconizando
esa reducción? ¿Y no es probable que la defendiera antes de iniciar la investigación?
Y un análisis normativo puede realizarse desde una posición aséptica (dentro de esa
inevitable presencia valorativa avisada). Un economista puede analizar qué medidas pueden
tomarse para reducir el desempleo, en el caso de que el objetivo deseado fuera tal. Y realizar el análisis con el máximo de objetividad de que sea capaz, enumerando las alternativas disponibles y describiendo los efectos que previsiblemente se derivarían de cada una
de ellas sin tomar partido por ninguna de ellas. Aunque es probable que de ese análisis se
desprenda la preferencia por alguna de ellas, el estudio puede haberse realizado con menor
carga valorativa que un estudio positivo como el descrito anteriormente.
En suma que, aunque la distinción es muy importante, a veces resultará difícil trazar
una frontera nítida entre los dos enfoques. Porque cuando se analiza la actividad económica y se observan fallos en la misma, la tentación lógica es buscar a continuación soluciones para tales fallos. Aún más, cabe pensar que es precisamente eso lo que la sociedad
demanda de los economistas. ¿Podría imaginarse que los doctores en Medicina se limitaran
a estudiar y describir las enfermedades, sus síntomas y su evolución? La sociedad les exige que hagan cuanto esté en sus manos por curar a los enfermos, por erradicar esas enfermedades y aliviar el dolor. Cuando la actividad económica aparece enferma, ¿no será
misión de los economistas proponer los remedios adecuados para sanarla?
Un texto con las características de éste ha de procurar adoptar, a pesar de los pesares,
un enfoque objetivo y lo más aséptico posible, de modo que sea el lector el que extraiga
sus propias consecuencias. Intentaremos ofrecer un abanico de instrumentos con los que
poder analizar la realidad económica. En coherencia con lo señalado, a pesar de nuestros
deseos de objetividad, somos plenamente conscientes de que nuestros juicios de valor tenderán a aparecer inevitablemente en algunos de los temas tratados.
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1.3. El intercambio
1.3.1. División del trabajo y especialización
La actividad económica de nuestras actuales sociedades no puede entenderse sin una referencia inicial a la división del trabajo y a la especialización de los individuos. Ya en la
unidad familiar se produce espontáneamente una atribución de tareas por la cual cada uno
de los integrantes asume, de mejor o peor grado, unas responsabilidades concretas. Y en
seguida los sujetos entienden que resulta lógico especializarse en aquello en lo que uno
puede ser más eficaz, de forma que se obtenga el máximo (en cantidad y en calidad)
del producto que luego, pueda intercambiarse por los bienes y servicios que otros han
conseguido al especializarse a su vez en la actividad más apropiada.
Gracias a ese esquema de funcionamiento las sociedades han podido ir aumentando
significativamente la producción de bienes y servicios. Si cada individuo tuviera que procurarse los bienes que necesita, es evidente que su capacidad de consumo se vería muy
limitada. La especialización permite conseguir niveles superiores de habilidad en aquello
en lo que cada cual concentra su actividad y la división del trabajo permite, además de
potenciar esa especialización, una organización de la producción más eficaz, aprovechando al máximo el tiempo, los espacios, las herramientas3…
Pero la posibilidad del intercambio es imprescindible para que pueda funcionar ese
esquema de división del trabajo y de especialización. Sólo se aceptarán éstas si existe garantía de que cada sujeto podrá obtener aquello que necesita, a cambio de lo producido por
uno mismo.
La teoría de la ventaja comparativa explica por qué cada sujeto está interesado en
especializarse en la producción de los bienes que puede producir con un coste más
bajo en términos relativos. Es decir, preferirá centrarse en los bienes en cuya producción
es relativamente más eficiente (o menos ineficiente), y los cambiará por los bienes que
produciría con un coste relativamente elevado, en los cuales es comparativamente menos
eficiente que los demás.
Imaginemos dos personas, Ignacio y Pedro, que necesitan proveerse de alimentación
y vestido para sí y para sus familias. Supongamos que Pedro es más eficiente y puede obtener ambos tipos de bienes con un coste menor (diríamos que Pedro tiene ventaja absoluta en la producción de ambos bienes).
Supongamos que Pedro puede obtener una unidad de paño con 70 horas de trabajo y una
unidad de alimentos en 50 horas de trabajo. Ignacio, para una unidad de paño necesita 100
horas de trabajo y 130 horas de trabajo para obtener una unidad de alimentos. Si calculamos
los costes relativos de la producción de los dos bienes en ambos casos obtenemos que:
El coste relativo de una unidad de paño para Pedro es 70/50 en términos de producción de alimentos.
El coste relativo de una unidad de paño para Ignacio es de 100/130.
El coste relativo de una unidad de alimentos para Pedro es 50/70 en términos de
paño.
Y para Ignacio es de 130/100.
3
En la época actual, los desarrollos tecnológicos (la cibernética o la robótica) han implicado una cierta redefinición de la división del trabajo. En algunos casos, un solo operario puede ocuparse de la producción total de un
bien relativamente complejo, gracias a la ayuda de la tecnología.
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A la vista de estos resultados podemos observar que el paño en términos de alimentos
es más barato para Ignacio que para Pedro (100/130 < 70/50), y que los alimentos en términos de paño son más baratos para Pedro que para Ignacio (50/70 < 130/100).
De acuerdo con el principio de la ventaja comparativa, Pedro se especializará en la
producción de alimentos e Ignacio en la producción de paño. Cada uno venderá al otro el
bien en el que tiene ventaja comparativa y podrá obtener a cambio el otro bien que no
produce, pero que sí consume, a una relación de intercambio más ventajosa que si lo produjera también él mismo.
Así, Pedro intercambiará cada unidad de alimentos por 1,3 (130/100) unidades de paño
de Ignacio, en lugar de la relación de autosuficiencia que apenas supera 0,7 (50/70). Ignacio se especializará en la producción de paño e intercambiará cada unidad del mismo por
1,4 (70/50) unidades de alimentos de Pedro, en lugar de su relación de 0,77 (100/130).
Si en cada familia la cantidad de horas de trabajo disponibles al mes es de 2.000 unidades, podemos representar sus respectivas posibilidades máximas de producción y consumo conforme a la Tabla 1.1.
Vemos así que, cuando cada familia se ha especializado en la producción del
bien en la que tiene ventaja comparativa, el intercambio permite el acceso a mejores combinaciones de bienes. Así, Pedro podría llegar a consumir hasta 52 unidades
de paño, cuando por producción propia nunca habría podido superar los 28,57. Es decir, las posibilidades de consumo después del intercambio y de la especialización son
mayores que las posibilidades de producción (y de consumo) en régimen de autosuficiencia.
El intercambio beneficia a todos, ya que la especialización les permite acceder a mayores cantidades de bienes, es decir, mejora sus posibilidades de consumo. Naturalmente,
la realidad es más compleja porque, para empezar, las necesidades y los bienes son más
numerosos. Pero, precisamente por ello, resulta todavía más evidente la necesidad de la
especialización y del intercambio porque nadie sería capaz de producir todos los bienes y
servicios a los que querría y podría tener acceso.
Ese intercambio está tan en la raíz de la actividad económica que para muchos autores
es la base explicativa de la misma. Puede imaginarse como un trueque, es decir, un intercambio directo de bienes por bienes: si yo tengo ovejas, debo ir al mercado y entregar la
leche, los quesos, la carne a quienes deseen adquirirlos y ofrezcan a cambio los bienes que
han producido, que no tengo y necesito. Es evidente que ese esquema dificultaría enormemente el intercambio porque deberían coincidir exactamente mis bienes y mis necesidades
con las necesidades y los bienes de otro sujeto. O conseguir cada bien requeriría una cadena agotadora de transacciones y negociaciones.
Tabla 1.1. Posibilidades máximas de consumo
Consumo máximo de
Paño
Pedro
Ignacio
2.000/70 = 28,57
2.000/100 = 20
2.000/50 = 40
2.000/130 =15,38
40 × (130/100) = 52
20
40
20 × (70/50) = 28
Autosuficiencia
Alimentos
Especialización
e intercambio
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Paño
Alimentos
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1.4. El papel del dinero
Por ello, ya en las economías más primitivas surge la necesidad de que haya algún bien
que cumpla la doble misión de ser aceptado como medio general de pago y de servir
de unidad de cuenta. Ese bien recibe el nombre genérico de dinero y puede consistir en
unas conchas, en oro o en simples papeles a los que se otorga tal valor. Lo importante
es que yo pueda vender los productos de mis ovejas a cualquier sujeto que quiera comprarlos y recibir a cambio dinero con el que tengo la seguridad de poder comprar a
cualesquiera otros sujetos los bienes que yo necesito. Los acuerdos ganan en facilidad
si todos los vendedores pueden fijar el precio en una unidad de referencia conocida
universalmente y todos los compradores reconocen lo que pueden adquirir con nuestros
recursos.
El dinero es un activo que se utiliza en las transacciones como medio de pago de
aceptación inmediata.
Los activos son las diferentes formas alternativas en que se puede materializar la riqueza. Tradicionalmente se clasifican en:
r activos líquidos, el dinero,
r activos reales, inmuebles, obras de arte, máquinas... y
r a ctivos financieros, valores que representan un derecho contractual a recibir pagos
en el futuro, a participar en la gestión de la empresa...
Un activo financiero es, por tanto, un documento que reconoce una deuda a favor de
su tenedor o poseedor ya que éste ha puesto sus fondos (ahorros) a disposición de los
prestatarios.
La liquidez de un activo se mide por la facilidad y certeza de poder realizar (convertir
en dinero) dicho activo a corto plazo sin sufrir pérdidas, por lo que el dinero es el activo
líquido por excelencia.
El dinero, desde esta perspectiva, participa de la nota común a otros activos financieros
al conferir, a quien lo posee, poder sobre los recursos; pero a diferencia del resto, se utiliza en las transacciones como medio de intercambio de aceptación inmediata. Desde esta
perspectiva, el dinero es utilizado por el consumidor para comprar y por el productor para
obtener algo a cambio de lo que produce y vende.
El dinero, desempeña así diversas funciones que podrían resumirse en las siguientes:
1. El dinero como medio de cambio
La utilización de una mercancía aceptada con carácter general, tanto para la venta de
la propia producción, como para la adquisición de la producción ajena, comportó la
superación de la economía de trueque y, por lo tanto, de una forma ineficaz de comerciar, ya que el requisito de que existiera una mutua coincidencia de necesidades entorpecía los intercambios. De este modo, el dinero contribuyó a multiplicar los intercambios y propició una mayor especialización de la economía, favoreciendo tanto la
producción, como el consumo.
2. El dinero como unidad de cuenta
El dinero actúa como unidad de medida para determinar los precios relativos de los
diferentes bienes con efectos no liberatorios, sino contables, de forma que todas las
mercancías tengan una misma unidad de referencia. En determinados casos puede
suceder que la unidad monetaria no coincida con la unidad de cuenta de un país. Por
ejemplo, en el ámbito internacional puede utilizarse el dólar o el euro como referencia,
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Principios de Economía
sea o no la moneda del país. Desde esta perspectiva, el dinero actúa también como
patrón de pagos diferidos al permitir que los pagos que han de realizarse en el futuro se especifiquen en dinero.
3. El dinero como depósito de valor
El dinero no sólo permite agilizar los intercambios, sino también distanciar en el
tiempo el momento de compra del momento de venta. Desde esta perspectiva, el dinero retiene en el tiempo el poder de compra. El dinero es un depósito de valor: es
decir, un activo, una forma en la cual las familias y las empresas pueden mantener su
patrimonio. Esta función no es exclusiva del dinero puesto que en momentos de inflación (elevación generalizada y persistente de los precios) el poder futuro de compra puede garantizarse mejor que con dinero, con otro tipo de activos (reales, por
ejemplo). Sin embargo, ninguno de los restantes activos (ya sean reales o financieros) posee la liquidez, es decir, la facilidad de usarlo para comprar directamente,
que caracteriza al dinero. El dinero es, como ya se indicó, el activo líquido por
excelencia, aunque pueden utilizarse otros activos como depósito de valor.
En sentido estricto, sólo la utilización del dinero como medio de pago generalmente
aceptado le confiere a éste su identidad como tal. La función de unidad de cuenta es habitual pero no definitoria y servir de depósito de valor es una función que el dinero comparte con otros muchos activos.
El dinero no siempre ha tenido la forma actual. Así, mientras que en las sociedades
más primitivas el dinero era, por ejemplo, un cereal, en una cárcel los cigarrillos pueden
actuar como medio de pago. En cualquier caso, la nota común a todos estos elementos es
su general aceptación como medio de pago y la posibilidad de fragmentar en unidades
más pequeñas dicho elemento, sin que pierda su poder liberatorio. Esto hizo que los metales preciosos, en especial el oro y la plata, desempeñaran pronto el papel de dinero en
muchas sociedades por su facilidad para ser divididos en fracciones más pequeñas, por su
fácil manejo y por su elevado valor en relación con su peso.
El inconveniente de evaluar en cada transacción la cantidad y calidad del metal
empleado pronto fue superado con la acuñación de monedas a partir de estos metales
(oro, plata y más tarde el cobre) y permitió después llevar a cabo lo que se ha venido
en denominar «un fraude económicamente racional», es decir, la alteración de la ley de
las monedas al producirlas con bajo contenido metálico y otorgarles un valor muy superior.
Los orígenes del dinero papel se sitúan en la actividad de los orfebres durante la Edad
Media. Estos artesanos que disponían de cajas de seguridad en las que guardaban sus existencias de metales preciosos, pronto ofrecieron sus servicios como custodios de los mismos
y de objetos de valor al público en general. Este servicio se basaba en la confianza en virtud de la cual el orfebre extendía un documento por el que se obligaba a reintegrar al depositante sus pertenencias cuando éste lo requiriera. Esta práctica permitió a los orfebres
obtener una nueva utilidad: prestaban parte de las reservas ajenas de metales preciosos a
quienes las necesitaban, basándose en el hecho de que los depositantes (propietarios de las
reservas) rara vez acudían a pedir su reintegro total de forma masiva.
Pero esta actuación de los orfebres se vio acompañada de una nueva práctica cada vez
más frecuente: cuando el titular de un depósito realizaba una compra, ni siquiera retiraba
sus posesiones de metales preciosos, sino que entregaba al vendedor un recibo de los bienes depositados por el importe debido. Y era este nuevo portador quien lo entregaba al
cobro ante el orfebre. Incluso, podía depositar directamente el recibo en otro orfebre de su
confianza. Las compraventas fueron saldándose no con la entrega de metales, sino median-
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La economía
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te el intercambio de papeles que certificaban la deuda de un orfebre; papeles, por otra
parte, plenamente convertibles en oro y en plata.
Esta facilidad para transferir papel dio lugar a la generalización de una nueva forma
de intercambios consistente en emitir dinero papel teóricamente convertible en oro, es
decir, en un precursor, como se verá a continuación, del actual dinero papel, dinero signo
o dinero fiduciario.
La evolución histórica del dinero nos permite comprobar que existen diferentes clases
de dinero:
a) El dinero mercancía: La mercancía empleada como dinero tiene un papel dual:
como tal mercancía (cacao, grano, ganado, metales preciosos) y como medio de
pago generalmente aceptado (dinero) para lo cual dicha mercancía ha de cumplir
características como ser duradera, de oferta limitada, fácilmente transportable y
divisible, homogénea y de alto valor con relación a su peso.
b) El dinero signo: El dinero signo es aquel medio de pago que tiene mayor valor
como dinero que en cualquiera de sus otros usos. El dinero papel es dinero signo
y las actuales monedas también, ya que el valor de los metales que incorporan y
su coste de producción son sensiblemente menores que el valor que se les otorga
como dinero. Lo que hace que el dinero signo se acepte como tal es que esté controlado el derecho a producirlo (emisión) y que su valor esté refrendado por quien
lo emite. Se trata pues, de un dinero basado en la confianza (dinero fiduciario).
A veces la creencia en el poder liberatorio del dinero va acompañada de una declaración oficial de su validez como medio de cambio y como forma legal de
cancelar las deudas. En este caso, el dinero es, además, dinero legal.
c) Dinero pagaré: La mayor parte del dinero empleado en las economías modernas
es dinero pagaré, es decir, un medio de cambio materializado en la deuda de una
empresa o de una persona, como por ejemplo los depósitos bancarios, ya que éstos son deudas del banco que se compromete a entregar al depositante dinero en
efectivo siempre que lo solicite. El dinero pagaré es la deuda del banco, la anotación contable en sus libros o en su ordenador por la que reconoce su deuda a favor
del depositante. En este sentido, conviene recordar que los talones no son dinero,
sino formas o instrumentos para movilizar el dinero bancario. Las tarjetas de crédito son, además de medios para trasladar el dinero de los depósitos bancarios,
instrumentos para la concesión de crédito y, en la medida en que actúan en este
sentido, permiten crear dinero según veremos.
d) Otras clasificaciones del dinero: Es tradicional que junto a las anteriores clases
de dinero se hable de dinero legal y de dinero bancario. Esta distinción alude al
proceso de creación del dinero que veremos más adelante, refiriéndose la legalidad
al dinero signo cuya emisión en forma de moneda metálica y de billetes está monopolizada por una institución (en general, por los Bancos Centrales de los distintos países). El dinero bancario es aquél creado como consecuencia del papel de
intermediación de los bancos y que adopta la forma de activos financieros indirectos aceptados generalmente como medios de pago.
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Principios de Economía
1.5. El flujo circular de la renta
1.5.1. Los agentes económicos
El esquema descrito de funcionamiento de la actividad económica nos apunta ya la presencia de dos sujetos o agentes económicos básicos: los productores de los bienes y los
consumidores de los mismos. Y también que los individuos fácilmente cumplen sucesivamente los dos papeles, puesto que las economías domésticas, además de consumir bienes,
son también las propietarias de los factores de producción; por ejemplo, del trabajo. Por
eso en una economía muy sencilla las transacciones se producen entre unas y otras economías domésticas.
Pero según la actividad económica se va haciendo más compleja y la especialización
más fuerte, la división del trabajo supera las estrictas fronteras de lo próximo y se hace
incluso internacional. La producción se torna más y más compleja, la organización de los
factores productivos pasa a exigir una estructura estable y con vida propia que recibe el
nombre de empresa. Las economías domésticas mantienen su papel de consumidores y
detentan, como se ha dicho, la propiedad última de los factores productivos.
Para producir bienes y servicios las empresas necesitan utilizar mano de obra, materias
primas, maquinaria, terrenos, etc. A estos elementos productivos se les denomina factores de
producción o «inputs». Tradicionalmente se han considerado tres factores productivos por
excelencia: la tierra, el trabajo y el capital.
r -Btierra, denominación clásica que engloba el conjunto de bienes naturales. Así, podría
incluirse en este grupo desde la tierra propiamente dicha dedicada al cultivo, hasta un
manantial, una mina o incluso un solar urbanizado. La retribución asociada a su uso
recibió el nombre originario de renta (rentas de la tierra).
r &Mtrabajo, que se refiere a la utilización de las capacidades humanas aplicadas al
proceso productivo. El peón albañil, el ingeniero, el maestro y el jugador de fútbol
prestan su «fuerza de trabajo», su tiempo y su habilidad específica a cambio de una
retribución. Ésta, el precio del trabajo, reciben los nombres genéricos de sueldos y
salarios.
r &Mcapital, que incluye todo el conjunto de bienes producidos por el hombre que se
utilizan como instrumentos para producir otros bienes y servicios. Las máquinas, las
herramientas, las infraestructuras necesarias para la producción, incluso los recursos
financieros (el dinero) serían ejemplos de este grupo. Las denominaciones genéricas
de las retribuciones del capital son intereses y beneficios.
Con el desarrollo tecnológico el capital ha ido ganando una creciente importancia
mientras que la tierra ha ido perdiendo protagonismo. De ahí, que tienda a incluirse esta
última también en el concepto genérico de capital y que habitualmente se simplifique, de
forma que se consideran tan sólo dos grandes factores: el trabajo y el capital.
En la actividad económica básica tenemos dos agentes, las economías domésticas
y las empresas, y dos factores productivos, trabajo y capital.
Junto a aquellos dos agentes básicos, economías domésticas y empresas, aparece en
seguida un tercer agente que ha ido cobrando una importancia muy relevante en las economías modernas: el Estado. Detrás de esa palabra los economistas engloban a todo el
conjunto de agentes que tienen encomendada la administración de los intereses colectivos
a través de tres grandes funciones básicas:
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La economía
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r &TUBCMFDFSFMNBSDPOPSNBUJWPMBTSFHMBTCÃTJDBTEFGVODJPOBNJFOUPEFMBBDUJWJEBE
económica.
r %FUSBFS SFDVSTPT EF MPT QSPDFTPT EF QSPEVDDJÓO Z DPOTVNP RVF QSPUBHPOJ[BO MBT
economías domésticas y las empresas, a través de tributos (fundamentalmente los
impuestos) que exige coactivamente del Sector Privado.
r *OZFDUBSSFDVSTPTFOQSJODJQJPMPTNJTNPTRVFBOUFTEFUSBKPQFSPTJORVFOFDFTBSJBmente tengan que ser equivalentes, a través de la prestación directa de bienes y servicios (desde la Defensa y la Seguridad a la Educación y la Sanidad o la construcción
de vías de comunicación) o de transferencias monetarias a las empresas y a las economías domésticas.
El papel del Estado ha ido variando a lo largo del tiempo y difiere sustancialmente de
un país a otro, y ello condicionará su importancia y su estructura. Los economistas utilizan
con frecuencia el Estado indistintamente con otras denominaciones como el Gobierno, la
Administración o el Sector Público, aunque, en paridad, cada una de esas palabras encierre
realidades notoriamente distintas.
El dato que nos interesa es si está o no presente el criterio de autoridad para tomar
las decisiones relevantes desde la perspectiva económica. Cuando los intercambios entre
economías domésticas y entre éstas y las empresas se realizan libremente, los productores
y los consumidores acuerdan precios y cantidades en el sistema que denominamos de
mercado. Este sistema es precisamente el que intentará explicarse a lo largo de los próximos temas y se basa en considerar que las respuestas a las preguntas económicas básicas
(qué, cómo y para quién producir) resultarán del juego contrapuesto de los intereses de
unos y otros. Los compradores querrán siempre conseguir el máximo posible de bienes al
menor precio posible; los vendedores intentarán conseguir el máximo precio para obtener
el mayor rendimiento de su producción.
El sistema de mercado es, por lo tanto, una primera forma de decisión que, como veremos, tiene importantes virtudes (entre otras, el automatismo de su funcionamiento),
aunque también puede implicar resultados socialmente indeseables o necesitar largos plazos de tiempo para garantizar un resultado eficiente. Por ello, surge la posibilidad de que
sea la autoridad la que tome aquellas grandes decisiones de qué, cómo y para quién producir: se pretende así garantizar que los resultados coincidan con los intereses colectivos
y que la acción pública evite la larga espera hasta el equilibrio óptimo que garantizaría el
mercado. En el caso de una intervención pública masiva estaríamos ante un sistema de
dirección central. Naturalmente, aquí el automatismo ha sido sustituido por la decisión
de unos agentes que, al margen de los intereses particulares que puedan interferir en sus
criterios de decisión, se enfrentarán a la difícil tarea de acertar en el amplio número de
decisiones que día a día se producen en un proceso complejo de intercambios.
Durante décadas el criterio de distinción básico entre los sistemas económicos no ha
sido el descrito, sino el de la propiedad de los medios de producción distintos de la fuerza
de trabajo. Si se reconoce el derecho a la propiedad privada de la tierra y el capital y, por
lo tanto, a la apropiación por parte de los correspondientes propietarios de los frutos de la
actividad productiva en la que esos medios participen, estaríamos ante un sistema capitalista. Si, por el contrario, la propiedad de los citados medios de producción es colectiva y
no individual, estaríamos ante un sistema socialista. El hecho de que las experiencias
históricas de este segundo modelo hayan plasmado esta propiedad colectiva en términos
de propiedad estatal ha llevado a confundir ambos términos y a que se identificara con
frecuencia socialismo con estatalización. Sin embargo, la propiedad colectiva podría revestir formas muy diversas como cooperativas, sociedades autogestionadas, etc.
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El enfrentamiento entre estos modelos, entre el Este y el Oeste (tomando el centro de
Europa como referencia divisoria), entre el Primer y el Segundo Mundo (atendiendo al
nivel de desarrollo), ha caracterizado buena parte del siglo xx. No obstante, las distinciones anteriores han perdido buena parte de su relevancia en la actualidad.
En primer lugar, porque el Estado interviene de una u otra forma en todas las economías del mercado. Piénsese que, por ejemplo, en los países de la Unión Europea el peso
del Sector Público en la economía se sitúa en torno a una cantidad equivalente al 45 por
100 de la producción total de la economía. Aunque se reconozca la propiedad privada,
aunque el mercado sea el mecanismo básico de decisión económica, es evidente que no
estamos ante un sistema económico nítido de los que se han definido más arriba.
En segundo lugar, porque las economías de Dirección Central han mostrado su dificultad para contestar con razonable agilidad y acierto las cuestiones económicas que plantean las economías contemporáneas y se han derrumbado de forma generalizada. No entraremos aquí a valorar los logros que hayan podido alcanzar en aspectos sociales o de otro
tipo. Lo cierto es que la caída de los regímenes comunistas del Este europeo han colocado
al mercado en la actualidad como el reconocido menos malo de los sistemas conocidos.
Pero simultáneamente a la dialéctica entre el Este y el Oeste venía emergiendo otra entre
el Norte y el Sur, entre países ricos y países pobres, entre el mundo desarrollado y el mundo
subdesarrollado o, como más suavemente se ha llamado después, «en vías de desarrollo».
Surgió así el concepto del Tercer Mundo con unas diferencias en nivel de vida respecto al
mundo desarrollado que, lejos de disminuir, presentan en algunos casos un agravamiento creciente. Es preciso reconocer que los planteamientos fundamentales de este texto toman como
referencia la situación de países desarrollados o, al menos, en auténticas vías de desarrollo. Al
final, no obstante, nos detendremos a reflejar brevemente los problemas del subdesarrollo.
1.5.2. El funcionamiento elemental del flujo circular de la renta
Veamos, en primer lugar, un esquema de funcionamiento económico elemental. Recojamos
las actividades básicas de producción y consumo, realizadas por los agentes básicos: economías domésticas y empresas. El Estado queda, por ahora, fuera de nuestro primer modelo.
El flujo circular de la renta es ese modelo económico simplificado en el que se describe
el funcionamiento básico de la actividad económica. Se trata de una economía monetaria en
la que, por lo tanto, los intercambios de bienes y factores se realizan mediante contraprestaciones dinerarias. Las economías domésticas son las propietarias de los factores de producción
básicos y las empresas son las que producen los bienes a partir de los factores productivos.
De acuerdo con este planteamiento, y como se puede observar en el Gráfico 1.1, en
esta economía se producirán las siguientes relaciones:
N Mercado de factores productivos
r &OQSJNFSMVHBSMBTFNQSFTBTBDVEJSÃOBMNFSDBEPEFMPTGBDUPSFTQSPEVDUJWPTQBSB
contratar aquellos que necesiten para producir los bienes que desean. Para conseguirlos estarán dispuestas a pagar a los propietarios de los factores con dinero, ya
que nos encontramos en una economía monetaria.
r 1PSPUSPMBEPMBTFDPOPNÎBTEPNÊTUJDBTUBNCJÊOBDVEJSÃOBFTFNFSDBEPEFGBDUPSFT
con el deseo de vender o alquilar los factores productivos de los que son propietarios
y obtener de este modo unidades monetarias con las que comprar bienes que precisan para satisfacer sus necesidades económicas.
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La economía
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Gráfico 1.1. El flujo circular de la renta. Las economías domésticas y las empresas se relacionan:
– En el mercado de bienes, donde hay una doble circulación: la real (aquí representada en el
sentido inverso a las agujas del reloj) y la dineraria (sentido de las agujas del reloj).
– En el mercado de factores, donde también hay una doble circulación: real y dineraria.
Según el momento en que midamos los valores de los flujos tenemos diversas magnitudes (valor añadido, renta, gasto, producto) que son, en lo fundamental, distintos aspectos del mismo fenómeno.
r &
O FTUF NFSDBEP EF GBDUPSFT TF QSPEVDJSÃ QPS MP UBOUP VO JOUFSDBNCJP EF UJFSSB
trabajo y capital por dinero. Las retribuciones obtenidas constituyen la renta de las
economías domésticas. La incorporación de aquellos factores productivos a la elaboración de bienes y servicios supone el valor añadido que cada uno de ellos aporta
a lo largo del proceso hasta conseguirse el producto final.
N Mercado de bienes y servicios
r P
or lo que se refiere a las empresas, éstas habrán transformado los factores productivos que adquirieron en bienes, y tratarán ahora de venderlos —cambiarlos por
unidades monetarias— ofreciendo su producción.
r L
as economías domésticas, por su parte, también acudirán a ese mercado para adquirir los bienes con los que poder satisfacer sus necesidades económicas. Para llevar a cabo esa adquisición deberán pagar a las empresas con dinero, gastando así la
renta que obtuvieron en el mercado de factores productivos.
r A
su vez, este pago de las economías domésticas a las empresas permitirá a éstas
obtener rentas, las cuales serán destinadas, como antes se veía, a la compra de los
factores productivos que necesitan para producir los bienes.
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Principios de Economía
De este modo, como se puede observar en la figura, se producirán dos flujos circulares,
permanentes y de sentido contrario entre los dos agentes económicos: uno, en forma de
dinero, conformado por la renta en su doble dimensión de obtención y disposición o gasto de ésta y, otro, en forma de factores productivos o de bienes: valor añadido y producción.
Evidentemente, aunque hablemos ahora de un mercado de bienes y un mercado de
factores, en la realidad nos encontramos con un sinfín de mercados parciales en cada uno
de los cuales se fijan los precios y las cantidades para los diversos bienes, servicios o factores. Veremos que la interrelación entre todos esos mercados es muy fuerte, por lo que
puede tener sentido hablar de un solo mercado global.
Debe destacarse que, si no existieran más complicaciones, el flujo circular de la renta
implicaría un equilibrio permanente de la economía puesto que todo lo que ingresan los
distintos sujetos lo revierten inmediatamente a ese flujo. Valor añadido, producto, renta y
gasto serían magnitudes idénticas pues sólo diferirían en el momento del proceso en que
son contabilizadas.
Sin embargo, según vayamos complicando ese flujo e incorporando a otros agentes
económicos como el Estado, ya mencionado, o el sector exterior (las relaciones con otras
economías), así como el ahorro y la inversión, el funcionamiento de la economía aparecerá como algo más complejo. Sin que ello signifique que este primer esquema pierda un
ápice de su validez.
1.6. La Frontera de Posibilidades de Producción
y la eficiencia
Como se ha indicado en las páginas precedentes, en Economía los recursos son siempre
escasos y esto significa que las sociedades, a la hora de producir bienes con los que satisfacer las necesidades económicas, sólo podrán hacerlo de forma limitada. Consideremos
un ejemplo de una economía muy simplificada en la que todos sus recursos productivos se
destinan únicamente a la producción de dos tipos de bienes: alimentos o vestidos. Es decir,
elevemos al conjunto de la economía las posibilidades que veíamos más arriba para cada
individuo.
Algunas de las combinaciones posibles, siempre que se utilicen todos los recursos
disponibles, se recogen en la Tabla 1.2. En ella se plantean cinco opciones alternativas,
deliberadamente simétricas. En los dos casos extremos, opciones A y E, se opta por la
Tabla 1.2. Posibilidades máximas de producción
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Opciones
Alimentos (Toneladas)
Vestidos (Toneladas)
A
10
0
B
9
4
C
7
7
D
4
9
E
0
10
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La economía
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producción en exclusiva de uno de los dos bienes, mientras que en las otras tres la producción es una combinación de cantidades de ambos bienes.
En el Gráfico 1.2 se representa la producción posible de esa economía, utilizando para
ello dos ejes de coordenadas: en el horizontal representamos las unidades posibles de producción de alimentos y en el vertical las unidades posibles de prendas de vestir. La unión
de todas las opciones posibles será una curva, a la que se denominará Frontera de Posibilidades de Producción (FPP), que nos indica cuál es el límite —la frontera— hasta
el que puede llegar la producción en esa economía. Ese límite de producción viene marcado básicamente por los recursos de que dispone y por el nivel tecnológico alcanzado
que, cuanto más elevado sea, más permitirá la utilización eficiente de aquéllos.
La Frontera de Posibilidades de Producción delimita el conjunto de opciones de
producción posibles en una economía en una situación determinada, en función de los
recursos y de la tecnología disponibles.
1.6.1. Eficiencia, ineficiencia y situaciones inalcanzables
Como existen recursos limitados, tenemos que conseguir utilizarlos de la mejor forma
posible para poder satisfacer el máximo de necesidades. Cuando conseguimos ese resultado decimos que somos eficientes. La eficiencia es un término consustancial en el análisis
económico y supone que somos capaces de obtener el máximo de objetivos con el mínimo coste, o, de otra forma conseguir, o el máximo de objetivos a partir de un coste dado,
o bien un objetivo prefijado con el mínimo coste posible.
Conviene no confundir eficiencia y eficacia. La eficacia implica que nos marcamos un
objetivo y lo conseguimos. Un ejemplo típico es el de «matar moscas a cañonazos». Es un
método eficaz (si lo hemos conseguido), pero no eficiente porque hay métodos alternativos
con costes muy inferiores.
La eficiencia exige tomar en consideración los costes de oportunidad. Si podíamos
haber conseguido los mismos objetivos con menos costes, la opción elegida no es eficiente porque ha implicado mayores costes de oportunidad, mayor renuncia a otros bienes y
servicios de la que habría sido necesaria.
La FPP se convierte así en la representación del coste de oportunidad y en la frontera eficiente de la sociedad correspondiente. En efecto, el coste de oportunidad viene dado
por lo que supone pasar de una combinación a otra en la curva de la Frontera de Posibilidades
de Producción. Así, en el ejemplo, para producir 4 unidades de alimentos hay que renunciar
a 1 unidad de prendas de vestir, gráficamente pasar del punto A al B. Todos los puntos de la
curva AE del Gráfico 1.2 son situaciones eficientes ya que para producir más prendas de
vestir es necesario renunciar a una parte de la producción de alimentos, y viceversa.
Aunque en muchos casos la FPP podrá dibujarse como una recta (porque podríamos
siempre sustituir la producción de un bien por una cantidad fija de otro), al hablar de la sociedad en su conjunto es más normal utilizar la forma indicada. Ésta representa que cuanto
más nos acercamos a los extremos más difícil es sustituir un bien por otro porque perdemos
la ventaja que supone la especialización. En otras palabras, el coste de oportunidad tenderá
a ser creciente según nos acerquemos a los extremos de las elecciones posibles.
Un ejemplo agrícola será especialmente gráfico: existirán unas tierras más adecuadas para
un tipo de cultivos y otras para otros. Obtendremos el máximo de producción si dedicamos
cada una a aquel producto que es más idóneo. Pero si pretendemos producir el mismo tipo
de bien en todos los terrenos es evidente que la productividad de los que incorporemos será
relativamente menor y cada vez compensará menos sustituir una producción por otra.
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Principios de Economía
Gráfico 1.2. Frontera de posibilidades de producción. De acuerdo con las condiciones de la
tabla 1.2., si se utilizan todos los recursos disponibles la sociedad puede elegir cualquiera de las
combinaciones representadas en la línea AE, de forma que un aumento en la producción de
alimentos sólo puede conseguirse reduciendo la de vestidos, y viceversa.
Las situaciones por debajo de la curva AE serán situaciones de ineficiencia. Coherentemente con el concepto de eficiencia, serán situaciones ineficientes todas aquellas en
las que sea posible incrementar el nivel de producción de un bien sin tener que reducir la producción del otro. Si el nivel de producción de la economía se encuentra en 4
prendas de vestir y 4 alimentos (punto H del Gráfico 1.2), será posible incrementar la produc-
ción de unas u otros sin necesidad de reducir la del otro bien: sin renunciar a la producción de 4 prendas de vestir podemos incrementar la producción de alimentos hasta 9
o aumentar la de prendas de vestir sin perder producción de alimentos (puntos B y D del
Gráfico).
Como es obvio, los puntos situados más allá de la FPP (por ejemplo, el I del Gráfico)
son, por definición inalcanzables para esa economía en las circunstancias presentes. Necesitaremos que aumenten nuestros recursos o la forma en que los utilizamos (la tecnología) para que la curva pueda desplazarse hacia la derecha (por ejemplo, la curva PQ
del Gráfico 1.2), representando que en tal caso podemos alcanzar producciones más ambiciosas.
Atendiendo a ello, se identifica el crecimiento o decrecimiento económico como un
aumento o disminución del número de bienes que una economía puede producir, de
forma que un desplazamiento a la derecha de la FPP supondrá un crecimiento en el nivel
máximo posible de producción. En efecto, todos los niveles de producción representados
en la superficie AEPQ por encima de la curva AE serán ahora posibles, mientras que antes
eran inalcanzables.
En general, los aumentos descritos permitirán que aumente tanto la producción de unos
bienes como de otros. Sin embargo, cuando afecten a algunos de forma específica, la curva se desplazará especialmente hacia ese tipo de bienes: así, la incorporación de telares
más eficientes permitirá aumentar la producción de las prendas de vestir sin que experimente variación el máximo posible de producción de alimentos.
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RESUMEN
1. Los seres humanos buscan satisfacer sus necesidades a través del consumo de
bienes y servicios. Mientras las necesidades son ilimitadas, los bienes disponibles
para satisfacerlas son escasos. De hecho, sólo consideramos que son bienes económicos aquéllos que son limitados.
2. La economía estudia cómo los hombres eligen y deciden cómo satisfacer sus necesidades con recursos escasos que pueden utilizarse para producir distintos bienes
y satisfacer diferentes necesidades. La elección implica siempre unos costes de
oportunidad y preguntas como ¿qué bienes y en qué cantidad hay que producir?,
¿cómo se van a producir?, ¿para quién se van a producir?
3. La economía parte del comportamiento racional de sujetos que intentan hacer
máximo su bienestar económico y presupone que ese comportamiento es un buen
índice del comportamiento medio de los seres humanos. Suponemos que toda
decisión humana es el resultado de una previa valoración de los costes y los beneficios de las distintas alternativas, aunque no tengan por qué ser exclusivamente materiales y que esas decisiones se toman «en el margen».
4. En la economía, como en todas las ciencias sociales, es posible un enfoque positivo, que tan sólo pretende describir la realidad, o un enfoque normativo, que incluye algún tipo de manifestación respecto al deber ser, a cómo actuar sobre la
realidad para transformarla. En la práctica, la distinción no siempre es clara porque
en todo analista de los fenómenos sociales están presentes sus propias convicciones y resulta complicado hacer abstracción total de las mismas en sus análisis.
5. La actividad económica viene marcada por la división del trabajo y la especialización en la producción de aquellos bienes o servicios para los cuales cada uno
tiene una cierta ventaja comparativa. Así surge el comercio y, según se desarrolla
éste, la utilización del dinero para facilitar los intercambios.
6. El dinero cumple funciones de unidad de cuenta, de medio general de pago y de
forma de mantener riqueza. Puede revestir formas muy diversas.
7. En la actualidad cuatro son los sujetos o agentes económicos fundamentales: las
economías domésticas, las empresas, el Estado y el Sector Exterior. Y tres los
factores productivos básicos: tierra, trabajo y capital. El flujo circular de la renta
es un diagrama que permite describir elementalmente la actividad económica a
través de sus agentes básicos en los mercados de bienes y en los mercados de
factores. A la corriente de factores que permiten la producción de bienes para el
consumo le corresponde una corriente en dinero en dirección opuesta. Valor añadido, producción, renta y gasto aparecen así como perspectivas diferentes de un
mismo fenómeno.
8. En función de los recursos disponibles y del desarrollo tecnológico una sociedad
tendrá un límite de opciones de producción alcanzables que representa su Frontera de Posibilidades de Producción (FPP). La FPP permite visualizar el coste de
oportunidad porque, alcanzada una asignación eficiente, cualquier deseo de incrementar la producción de un bien obliga a renunciar a parte de la producción de
otros.
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22
Principios de Economía
CONCEPTOS BÁSICOS
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
Bienes
Bienes complementarios
Bienes sustitutivos
Caeteris paribus
Capital
Consumo
Coste de oportunidad
Desincentivos
Dinero
Economía normativa
Economía positiva
Economías domésticas
Eficiencia
Empresas
Factor productivo
Flujo Circular de la Renta
Frontera de Posibilidades de Producción
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N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
N
Incentivos
Marginal
Mercado de bienes
Mercado de factores
Mercado
Producción
Renta
Salario
Servicios
Tierra
Trabajo
Variables fondo
Variables flujo
Variables nominales
Variables reales
Ventaja comparativa
5/6/08 08:27:29
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