Toma de imagenes a policías

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INFORME SOBRE TOMA DE IMAGENES A LOS
INTEGRANTES DE LAS FUERZAS Y CUERPOS DE
SEGURIDAD EN EL CURSO DE SUS ACTUACIONES
PROFESIONALES
SUMARIO:
A. INTRODUCCIÓN
B. REGULACIÓN LEGAL
C. COMENTARIOS.
a) Fotografías captadas por medios de comunicación
b) Fotografías captadas por particulares.
D. JURISPRUDENCIA
E. CONCLUSIONES
A. INTRODUCCIÓN
La toma de imágenes a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, bien mediante
fotografías o grabaciones videográficas, no está exenta de polémica. Se trata de conjugar dos
derechos fundamentales: el derecho al honor, intimidad y la propia imagen y el derecho a la
información. El enfoque de este modesto informe no tiene otra finalidad que tratar de ofrecer
mayor seguridad jurídica a los funcionarios de Policía, en los casos que intervengan los
instrumentos mediante los cuales sean filmadas o tomadas fotografías de sus actuaciones
profesionales.
Ni que decir tiene que, en principio, cualquier actuación policial debe venir presidida por la
legalidad y además ajustarse a los principios de oportunidad y proporcionalidad, sin olvidar la
prudencia que debe regir a la hora de intervenir los instrumentos con que hayan filmado dichas
actuaciones. Sin más preámbulos veamos las premisas legales, la jurisprudencia y doctrina que
rige sobre ésta delicada materia.
Toma de imágenes a policías
B. REGULACIÓN LEGAL
El artículo 18. 1 de la Constitución dispone: <<Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad
personal y familiar y a la propia imagen>>. Por otra parte, el artículo 20.1 del mismo texto
constitucional establece: << Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir
libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro
medio de reproducción>>. Este mismo artículo, en sus apartados cuatro y cinco establece unos
límites y mecanismos en defensa de los derechos reconocidos en este Título y, en especial por lo
que respecta el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen.
De esta suerte se promulgó la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de Protección Civil del
Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen.
De conformidad con el artículo 7 de esta Ley: <<Constituye una intromisión ilegítima en el
derecho a la propia imagen.
Cinco. La captación, reproducción o publicación por fotografía, filme o cualquier otro
procedimiento, de la imagen de una persona en lugares o momentos de su vida privada o fuera
de ellos, salvo los casos previstos en el artículo octavo dos de esta Ley>>
Artículo 8:
1.- <<No se reputarán, con carácter general, intromisiones ilegítimas las actuaciones
autorizadas o acordadas por la Autoridad competente de acuerdo con la Ley, ni cuando
predomine un interés histórico, científico o cultural relevante>>.
2. -En particular, el derecho a la propia imagen no impedirá:
a) Su captación, reproducción o publicación por cualquier medio cuando se trate de
personas que ejerzan un cargo público o una profesión de notoriedad o proyección
pública y la imagen se capte durante un acto público o en lugares abiertos al público.
b) La utilización de la caricatura de dichas personas, de acuerdo con el uso social.
c) La información gráfica sobre un suceso o acaecimiento público cuando la imagen de
una persona determinada aparezca como meramente accesoria.
Las excepciones contempladas en los párrafos a) y b) no serán de aplicación respecto de
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las autoridades o personas que desempeñen funciones que por su naturaleza necesiten el
anonimato de la persona que las ejerza>>.
Evidentemente este último apartado es el que, junto a lo dispuesto en el artículo 19 apartado 1,
párrafo segundo, de la Ley Orgánica 1/1992 de Protección de la Seguridad Ciudadana, autoriza a
los funcionarios de policía a intervenir los instrumentos o efectos de filmación; pues, dispone:
<<Asimismo, podrán ocupar preventivamente los efectos o instrumentos susceptibles de ser
utilizados para acciones ilegales, dándoles el destino que legalmente proceda>> .
Por otra parte, el derecho a la libertad de comunicación, como hemos visto en el artículo 20 de la
C.E. está fuera de toda duda. Así el artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos
establece: << Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión>> que comprende << la
libertad de recibir o comunicar informaciones e ideas>. Pero en dicho CEDH también recoge
que se pueden establecer restricciones por ejemplo en casos de:<<Seguridad nacional,, la
integridad territorial o la seguridad pública, la defensa del orden y la prevención del delito, la
protección de la salud o de la moral, la reputación o de los derechos ajenos>>.
C. COMENTARIOS.
Partiendo de las citadas premisas, aunque en principio la toma de fotografías de funcionarios de
policía en el ejercicio de sus funciones puede ser legal, ya que el derecho a la intimidad y a la
propia imagen del policía, como servidor público, cede ante el derecho a la información, existen
no obstante las siguientes limitaciones:
- En caso de que se ponga en peligro su seguridad.
- Cuando resulte afectado el derecho a la intimidad, la propia imagen y el honor del
agente de policía.
Para analizar estas limitaciones se hace necesario partir de las diferentes situaciones que se
pueden dar en este tipo de intervenciones:
a) Fotografías captadas por medios de comunicación
Debido al derecho a la información veraz y a la condición de los policías como funcionarios
públicos en el ejercicio de sus funciones, en principio, los miembros de las medios de
comunicación pueden tomar imágenes, siempre que se cumplan los requisitos siguientes:
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- La imagen sea captada en un lugar público, con ocasión de un acto público y en el
ejercicio de las funciones propias del cargo.
- Que la imagen contenga relación con la información veraz ofrecida por el medio de
comunicación.
- Que no se vulnere el derecho al honor o a la propia imagen del funcionario de
policía.
b) Fotografías captadas por particulares.
En estos casos habría que diferenciar los supuestos en que existan pruebas o indicios de que las
imágenes captadas pueden ser utilizadas para la comisión de actos delictivos o pueden
poner en peligro la seguridad de los funcionarios policiales o de sus instalaciones, de
aquellos otros en que no existan tales indicios:
- En el primer caso, como hemos visto, al amparo de lo dispuesto en el artículo 19.1,
párrafo segundo de la Ley O. 1/1992, se podrá intervenir preventivamente la cámara o
instrumentos que han captado las imágenes. Dicha intervención se materializará
levantando la correspondiente acta, compareciendo y dando cuenta al Juzgado puniendo a
su disposición los efectos intervenidos, si que el funcionario esté autorizado para eliminar o
borrar las fotografías tomadas por el particular.
- En el segundo, cuando no existan tales pruebas o indicios, pero no obstante el funcionario
de policía actuante, considere que no existe justificación para la toma de esas imágenes, se
recogerá la filiación completa de la persona y se le advertirá de que si las imágenes
tomadas llegan a vulnerar los derechos arriba expuestos de los funcionarios policiales,
como publicar dichas fotografías en internet con ánimo de mancillar o denigrar, se pondrá
en conocimiento del Juzgado correspondiente.
D. JURISPRUDENCIA
Veamos el tratamiento judicial que se les viene dando a las actuaciones policiales cuando entran
en conflicto los citados derechos.
No existe una clara y determinante jurisprudencia en esta materia. Sí diversas sentencias del
Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional, que junto con la doctrina, nos pueden alumbrar
las pautas a seguir en este tipo de actuaciones.
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En este sentido, la Audiencia Provincial de Burgos, Sección Primera, al resolver el Recurso de
Apelación número 69/2006, concluye que: "no existe el derecho por parte de terceros a captar
mediante cualquier sistema técnico de reproducción de imágenes de personas si no media
expreso consentimiento" Este criterio, como más adelante podremos observar, ha sufrido
importantes matizaciones por los órganos judiciales superiores.
Así la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Barcelona dictó sentencia de fecha 31 de
octubre de 2007, luego confirmada por el Tribunal Supremo en sentencia de 15 de octubre de
2008, en la que condenaba a un miembro del Cuerpo Nacional de Policía por un delito de
coacciones previsto en el artículo 172.1 del Código Penal, a una pena de multa de 12 meses,
con una cuota de diaria de tres euros y una indemnización de 200 euros por daños ..., al
incautar el carrete fotográfico que contenía el trabajo de un periodista gráfico de El País y
velar su contenido, ya que supuso la pérdida injustificada del material obtenido mediante una
actividad laboral.
El extracto de los hechos y fundamentos de derecho de la mencionada resolución judicial son
los siguientes:
Primero.- Se condena al recurrente como autor de un delito de coacciones del artículo 172.1 del
C.P., al quedar probado que el periodista gráfico ofendido, al ver un dispositivo policial y la
presencia de ambulancias, se acercó a fin de realizar su labor profesional. Su presencia fue
advertida por el jefe del dispositivo policial, que solicitó su identificación verbalmente, y
continuando tomando fotografías, momento en que el policía, identificado con su carné
profesional le dijo que no realizara más fotografías, conminándole a que le entregara la cámara, "
al creer que había puesto en riesgo su seguridad al hacerles fotografías y, una vez en su
poder, y en contra de la voluntad del periodista, arrancó el carrete velando las fotografía
anteriormente obtenidas". La cámara fotográfica fue devuelta al periodista y el carrete
incorporado al atestado policial y puesto a disposición judicial.
Segundo.- Los hechos fueron calificados como un delito de coacciones, definido en el
artículo 172.1 del Código Penal (RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) a cuyo tenor comete este
delito:<<El que sin estar legítimamente autorizado impidiere a otro con violencia hacer lo que
la ley no prohíbe, o le compeliere a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto...>> El Alto
Tribunal, en su motivación, cita por todas la STS 626/2007, de 5 de julio (RJ 2007,5320) Dice
que el delito de coacciones protege los ataques a libertad de actuación personal que no estén
previstos en otros tipos del Código. . Así tras coger la caracterización del delito de coacciones,
declara que el tipo reúne los requisitos que la jurisprudencia viene exigiendo, admitiendo la
comprensión de la violencia, la intimidación personal e incluso la violencia a través de las cosas,
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siempre que de alguna forma afecte a la libertad de obrar o a la capacidad de actuar del sujeto
pasivo impidiéndole hacer lo que la ley no prohíbe o compeliéndole a hacer lo que no quiere.
El tipo subjetivo debe abarcar no sólo el empleo de la fuerza o violencia que doblegue la
voluntad ajena, sino que es preciso también que ésta sea la intención del sujeto activo, dirigida a
restringir de algún modo la libertad ajena para someterla a los deseos o criterios propios. El
Tribunal sigue diciendo, de acuerdo con nuestra jurisprudencia, el delito de coacciones aparece
caracterizado por:
a) Una conducta violenta de contenido material, como vis física, o intimidación, como vis
compulsiva, ejercida sobre el sujeto pasivo, ya sea de modo directo o de modo indirecto.
b) La finalidad perseguida, como resultado de la acción, es la de impedir lo que la ley no
prohíbe o efectuar lo que no se quiere, sea justo o injusto.
c) Intensidad suficiente de la acción como para originar el resultado que se busca, pues de
carecer de tal intensidad, se podría dar lugar a la falta.
d) La intención dolosa, consistente en el deseo de restringir la libertad ajena, lógica
consecuencia del significado que tienen los verbos impedir o compeler.
e) Que el acto sea ilícito –sin estar legítimamente autorizado–, que será examinado desde la
normativa exigida en la actividad que la regula.
El Tribunal declara legítima tanto la actuación policial como la del periodista. Los primeros,
creyeron que el periodista obtenía fotos del dispositivo policial y de los funcionarios
policiales, por lo que requirieron su identificación y le pidieron, argumentando motivos de
seguridad, que no obtuviera su imagen. “Al creer que había puesto en riesgo su seguridad”
le solicitaron les entregara la máquina. Hasta ese momento de la relación fáctica, puede ser
acorde al ordenamiento. Al creer en peligro la seguridad personal y la del dispositivo adopta
una medida y lo hace incoando un atestado que, en definitiva, supone que el conflicto existente,
entre libertad y seguridad, será resuelto por la autoridad judicial, al que se remite el atestado
policial con el material intervenido.
Según dicho órgano judicial, el hecho con trascendencia penal acaece con posterioridad,
cuando el agente policial vela el carrete fotográfico con el trabajo del informador
anteriormente realizado. El agente policial, manifiesta en una declaración corroborada por otros
funcionarios policiales, que no llegó a velar el carrete, sino que lo recogió y lo adjuntó al
atestado policial que se levantó al efecto. El periodista, por el contrario, manifiesta que advirtió
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al funcionario sobre la posibilidad de que el material fotográfico se velara al manipular la
máquina y extraer el carrete sin que previamente se rebobinara. El Tribunal cree más esta última
versión, en esa la medida, se razona que la pericial del gabinete de policía científica afirmó que
se encontraban velados las primeras 17 fotografías en tanto las restantes permanecían en el
interior del carrete, lo que corrobora la versión del ofendido por el delito. Desde esa convicción,
la subsunción es correcta, pues se declara probado un acto de fuerza dirigido a obligar a otro
hacer lo que no quiere, la pérdida del material obtenido en una actividad laboral sin justificación.
El dolo del delito como elemento subjetivo puede ser inferido de los hechos extremos de los que
resulte, de forma racional, su concurrencia. En este sentido, la apertura de una máquina sin
observar las precauciones normales, como rebobinar el carrete, de lo que fue advertido por el
perjudicado. Esa conducta supone la realización del acto coactivo, impidiendo la realización de
la actividad laboral mediante un acto de fuerza dirigido a la finalidad perseguida.
Tercero.- Esta sentencia ha merecido el análisis comentario, entre otros, de algún Magistrado del
Gabinete Técnico del Tribunal Supremo (D. Eduardo de Urbano Castrillo), llegando a las
siguientes observaciones:
La sentencia plantea, con toda crudeza, un concreto conflicto entre la libertad de información y
otros derechos, en particular, la seguridad general y la obediencia a las decisiones de la autoridad
en cuanto estas cuestiones pueden justificar la cobertura legal de las acciones limitativas de tal
derecho por parte de la autoridad o sus agentes.
La resolución sobre el apuntado conflicto ha de partir, necesariamente, de la importancia que las
libertades comunicativas tienen en el Estado de Derecho, en cuanto son decisivas para medir el
grado de democracia de un régimen político.
Estos derechos, auténticos goznes de la vida social, contribuyen a conformar la opinión pública,
proporcionar conocimiento sobre distintos temas y realidades y fiscalizan, permanentemente, la
actuación de los poderes públicos.
De ahí, pues, el reconocimiento de que deben gozar y la consideración restrictiva de sus límites,
ya que se trata de derechos de libertad con fuerza vinculante directa y amparo constitucional
máximo.
Su ejercicio no necesita de desarrollo legislativo ni de autorización o permiso –salvo en materia
de concesión de derechos empresariales– y su protección se dará si cumplen unos requisitos
mínimos, que pueden sintetizarse, en cuanto al derecho de expresión, en su exteriorización no
insultante o vejatoria para nadie, y en cuanto al derecho de información, en el «canon de
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corrección informativa», el cual incluye la veracidad y el interés de la información, ya sea escrita
o gráfica.
Sólo decaen cuando se estima exceden los límites en su relación con otros derechos,
señaladamente el honor, la intimidad, los secretos o la seguridad del Estado, pues no son
derechos absolutos.
En el caso examinado, y tal como se dice en el último párrafo de la sentencia: «Si el inicial
conflicto entre las razones de libertad y seguridad, que se concreta en la petición y entrega de la
cámara, se soluciona mediante la confección del atestado policial y su remisión al juez para
dirimir el conflicto, lo que podría amparar la conducta del funcionario policial, en los términos
que se declaran probados, la destrucción posterior del material fotográfico obtenido no aparece
justificado en modo alguno, por lo que la conducta rellena los elementos del tipo de las
coacciones.»
Así el ejercicio de la libertad de información, como cualquier otro derecho, no es ilimitado,
pero que el control o la actuación de cualesquiera autoridad sobre ellos debe realizarse
conforme a derecho, esto es, de forma proporcionada y debidamente justificada, porque los
excesos, como sucedió en el presente caso, puede llegar a original responsabilidades de
orden penal.
E. CONCLUSIONES
Tanto la legislación, como la jurisprudencia y doctrina del Tribunal Supremo, como hemos
podido observar, reconocen la legitimación de las actuaciones de los agentes de policía para
intervenir los instrumentos que filman sus actuaciones, en aquellos casos que consideren
que puedan atentar contra la seguridad de los mismos o de sus instalaciones.
El límite, como en otros muchos casos, vienen por la presunta extralimitación. Es por ello que,
como decimos en la introducción de este informe, la medida debe ser ponderada,
proporcional y motivada.
Luego en el caso de intervenir cualquier tipo de instrumento de filmación, justificadamente
se debe poner a disposición judicial, sin ningún tipo de manipulación. Este es el sentido de la
sentencia referenciada en la que no se reprocha la intervención o retirada del carrete fotográfico,
sino su manipulación y perdida de material que nada tenía que ver con la actuación policial.
La resolución judicial comentada, modestamente, creemos que hace una interpretación laxa en
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este asunto, según se infiere de referencia de la STS. 626/2007, cuando dice: "que con el delito
de coacciones se protegen la libertad de actuación personal interpretación que no estén
previstos en otros tipos del Código".
Finalmente es oportuno recordar que cuando las actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad se desenvuelven dentro del cono de la legalidad, en cualquier caso, gozan de la
eximente del artículo 20.7 Código Penal. Pero cuando dichas actuaciones son consideradas por
los juzgados y tribunales fuera de ese contexto legal, aquella situación de privilegio no sólo pasa
a constituir un delito sino que, además, puede ser considerada como una agravante del artículo
22.7 del mismo texto punitivo.
Este es nuestro parecer sobre este asunto que, como es de rigor, se somete a cualquier otro de
mejor criterio.
Madrid, a 18 de septiembre de 2011.
Fdo.: José SOTO FERNÁNDEZ
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