UNA NUEVA BIOGRAFÍA DE JOSEPH SCHUMPETER Guillermo S. Edelberg DBA Profesor Emérito [email protected] www.guillermoedelberg.com.ar En una de las primeras reuniones o clases a las que concurrí en los comienzos de mis estudios de doctorado en la Harvard Business School el profesor a cargo hizo una pregunta: “¿cuáles son los factores de la producción?” Varios de mis nuevos compañeros levantaron la mano. Uno de ellos contestó al mejor estilo de los economistas clásicos: “capital, tierra y trabajo (land, labor, and capital)”. “No,” dijo el profesor. “Falta algo. Los factores de la producción son capital, tierra, trabajo y management”. Aclaró por qué lo decía y mencionó la contribución al respecto del profesor Joseph Schumpeter. El recuerdo me vino a la memoria con motivo de la publicación de una biografía titulada Prophet of Innovation: Joseph Schumpeter and Creative Destruction, escrita por Thomas K. McCraw, profesor emérito de dicha escuela, reseñada por G. Emmons (Up from the Ashes. HBS Bulletin. Boston: junio de 2007). ¿Quién fue Joseph Schumpeter? Joseph Alois Schumpeter nació en Austria en 1883. Fue un profesor “estrella” del departamento de Economía de la Universidad de Harvard, donde se desempeñó (ya lo había hecho antes durante períodos breves) desde 1932, luego de abandonar Alemania por razones políticas, hasta su muerte en 1950. Fue una especie de profeta de la economía y uno de los economistas más destacados de su época ―transcurrida a lo largo de dos Guerras Mundiales y una Gran Depresión― lo cual no es poco decir si se considera que fue contemporáneo de John Maynard Keynes (1883-1946). John Kenneth Galbraith (1908-2006), quien fuera su colega en Harvard, lo describió como “el conservador más sofisticado del siglo XX”. La contribución más importante de Schumpeter al estudio del comportamiento económico fue humanizarlo. En parte a causa de su vida turbulenta, arribó a la conclusión que la certeza matemática no siempre podía prevalecer cuando implicaba, en las palabras de McCraw “un comportamiento humano indeterminado”. El tiempo le jugó a favor. Quizás más que en el caso de otros economistas, las escuelas y los hombres de negocios utilizan al día de hoy el lenguaje, los conceptos y la arquitectura intelectual de Schumpeter para definir y comprender lo que hacen. Más aún, McCraw argumenta, Schumpeter “fue para el capitalismo lo que Freud para la mente: alguien cuyas ideas han llegado ser tan ubicuas y tan profundamente establecidas que no podemos separar sus pensamientos fundacionales de los nuestros” (G. Emmons, art. cit.). Schumpeter, para quien el aparente tumulto de los mercados era algo así como la “música” del capitalismo, señaló que la innovación es tanto el motor del capitalismo como del progreso 2 económico en general. Los empresarios, a su vez, son los agentes de la innovación. Su obra más recordada es Capitalism, Socialism and Democracy (1942) donde acuñó el concepto de “destrucción creativa” (creative destruction) referido al proceso por medio del cual productos y medios de producción nuevos hacen obsoletos los existentes. Destacó el papel de la creatividad y la innovación tecnológica. “Todo lo que ha sido construido va a ser destruido por un producto mejor o un método mejor o una organización mejor o una estrategia mejor. Todo aquel que no lo comprenda va a sentir resquebrajarse el suelo bajo sus pies”. La afirmación no debe confundir: la profundidad de su pensamiento veía tanto los beneficios como los abusos y las desigualdades que resultaban del capitalismo. Schumpeter señaló que lo más importante de un sistema de mercado capitalista es que recompensa el cambio al beneficiar por medio de monopolios de corto plazo a quienes crean productos y procesos nuevos. Las ganancias que los empresarios consiguen de esta manera les permiten: 1) financiar actividades creativas para responder a las oportunidades que perciben; 2) superar tanto la naturaleza conservadora de quienes deben cooperar en el lanzamiento de productos nuevos como la oposición de aquellos cuyos mercados pueden sufrir a causa de estos productos; y 3) ampliar sus canales de distribución para que un gran número de clientes conozcan rápidamente los productos nuevos. Las ganancias a través de monopolios constituyen, para Adam Smith, una señal de ineficiencia económica; para Schumpeter, la evidencia de una actividad empresaria valiosa en una economía sana y dinámica (L.I. Nakamura. Economics and the New Economy. The Invisible Hand Meets Creative Destruction. Business Review. Federal Reserve Bank of Philadelphia. Filadelfia: julio-agosto de 2000). Schumpeter tuvo una vida, especialmente la transcurrida en Europa desde la declinación del Imperio Austro-Húngaro hasta el surgimiento del nazismo, que algunos caracterizan como “colorida”. Huérfano de padre desde su niñez, su madre tuvo gran influencia en su desarrollo. Hablaba seis idiomas. Antes de dedicarse a la economía estudió derecho en la universidad de Viena. Fue profesor a una edad temprana y se batió en duelo con un bibliotecario. Asumió el cargo de secretario de estado de finanzas en la nueva república austriaca. Más tarde se hizo cargo de la presidencia de un banco austriaco que la gran inflación de la década de los 20 llevó a la quiebra. La caída de la bolsa de valores de Viena y el haberse comprometido como garante de un amigo inversor lo convirtieron en una persona endeudada (a su llegada a Harvard pagó algunas deudas mediante el dictado de conferencias). El profesor McCraw señala en su libro que Schumpeter disfrutaba mencionar que en su juventud “aspiraba a convertirse en el más grande de los economistas, jinetes y amantes del mundo”. Luego le gustaba agregar que “las cosas no le habían salido tan bien con los caballos”. Se vanagloriaba de sus éxitos con el sexo opuesto ante sus colegas de Harvard. “Aunque amó y apreció las mujeres de su vida, quizás nunca entendió en forma completa la importancia de la devoción que sintieron por él, ni la suerte que tuvo en el amor pese a las tragedias que sobrellevó” (G. Emmons, art. cit.). 1 2 (En este aspecto tuvo más suerte que el patotero sentimental del tango quien se lamenta que en mi vida tuve muchas, muchas minas /pero nunca una mujer...) 1 Patotero: integrante de una patota ―grupo de personas que suele darse a provocaciones, desmanes y abusos en lugares públicos (Diccionario del Habla de los Argentinos). 2 Patotero sentimental. Tango, 1922. Música: M. Jovés. Letra: M. Romero.