OBSERVANCIA TERAPEUTICA. ¿SABER O CUMPLIR? Hasta el siglo XX, el que un paciente no siguiera las indicaciones médicas podía significar la posibilidad de seguir viviendo e incluso mejorar. Como ejemplo, recordemos los baños de agua hirviendo para el “tratamiento” del cólera, o las “medicaciones” basándose en venenos o sustancias tóxicas, más peligrosas que la enfermedad misma. La importancia del tema fue suscitada por el propio Hipócrates, al constatar que los pacientes mentían, a menudo, acerca de la medicación que le había sido prescrita, pero, en realidad, se trataba de un tema prácticamente olvidado en el ámbito médico hasta la época en que fue posible el tratamiento farmacológico de la tuberculosis. A pesar de constituir un problema importante, la adherencia a los tratamientos no se empezó a tratar como tema científico hasta el último cuarto del siglo XX. Actualmente existen numerosas publicaciones dedicadas a esta problemática Sin embargo, apenas se le dedica una hora lectiva a esta cuestión en toda la carrera de medicina. El 50% de los pacientes con enfermedades crónicas presentan problemas de cumplimiento terapéutico. Estas tasas son muy superiores en lo referente al seguimiento de las recomendaciones médicas sobre hábitos de salud. No es de extrañar que el cumplimiento terapéutico haya sido clasificado como el talón de Aquiles de la medicina contemporánea. El incumplimiento, además, es insoslayable de la relación médico-paciente y revela aspectos sutiles en cuanto a la forma en que el médico se relaciona con las personas que trata, sobre su propio patrón de conducta ante el paciente y sobre los sistemas de creencias, de motivación y actitudes ante la enfermedad, tanto de los médicos como de los enfermos. DEFINICIÓN DE OBSERVANCIA: “Nivel en que la conducta del paciente coincide con el conjunto de medidas indicadas por el médico, tanto desde el punto de vista de hábitos o estilo de vida recomendados, como del propio tratamiento farmacológico prescrito”. Como ya decíamos la importancia del NO CUMPLIMIENTO es quizás el problema más importante al que nos enfrentamos en la práctica clínica, porque como decía Blacwell, uno de los más estudiosos de esta cuestión, “se emplean mucho tiempo, esfuerzo y dinero en estudiar los efectos de los medicamentos, pero se ha prestado muy poca atención al hecho de sí el enfermo se los toma o no”. La magnitud del incumplimiento es tal que habitualmente se sigue la regla de los tercios: un tercio se toma la medicación tal como se le ha prescrito, un tercio se lo toma algunas veces y otro tercio casi nunca. En un estudio de niños con faringoamigdalitis estreptocócica, en la que los padres les debían administrar penicilina durante diez días, el 83% de ellos refirieron haber dado a sus hijos todas las dosis; sin embargo, mediante el recuento de comprimidos y el análisis de muestras de orina se comprobó que el 55% de los padres había interrumpido el tratamiento antibiótico al tercer día, el 70% al sexto día y el 85% al cabo del noveno día. Las consecuencias del incumplimiento según Blackwell serían: - - Limitación de las intervenciones sanitarias. Impide conocer la eficacia de la terapia farmacológica ya que - produce un sesgo de los ensayos clínicos. - - Relación coste-efectividad inadecuada; es decir, los recursos utilizados consiguen resultados pobres ya que el incumplimiento impide que se alcance la meta terapéutica. Se incrementa el gasto sanitario al adquirirse medicamentos que luego no se toman. Se incrementa la morbimortalidad por enfermedad, o al menos, impide que ésta descienda. FORMAS DE NO CUMPLIMIENTO: En la práctica se considera actualmente que un paciente cumple con un tratamiento determinado si éste toma entre el 80 y el 110% de la medicación prescrita. Se habla de CUMPLIMIENTO cuando se siguen correctamente las indicaciones terapéuticas, y de NO CUMPLIMIENTO cuando no se siguen, sea por abuso (hipercumplimentación) o por omisión (hipocumplimentación). No resulta sencillo clasificar respecto a su cumplimiento a aquellos enfermos que toman la medicación por exceso o por defecto debido a errores en la compresión de las órdenes médicas, esta circunstancia es responsable del 25% del incumplimiento del anciano. Respecto a la voluntad, el no cumplimiento se puede dividir en dos: INTENCIONAL e INVOLUNTARIO. El intencional (algunos autores se refieren a él como INCUMPLIMIENTO RAZONADO) es el más frecuente, con un 75% del incumplimiento global. Los motivos que parecen inducirlo son, por orden de frecuencia: 1) Creer que la medicación es excesiva. 2) Presencia de reacciones adversas a fármacos. 3) ausencia de evidencia de mejora subjetiva. 4) Sentimiento de curación y, por tanto, de que el tratamiento es superfluo y 5) Asumir que la medicación que se recibe es innecesaria. Otra clasificación distingue los siguientes tipos de incumplimiento: a) Por omisión (olvido); b) De propósito (tomar la medicación por razones equivocadas); c) en la dosificación; d) Por confusión de horario y e) Por uso de medicamentos no prescritos (toma de medicación prescrita por un profesional diferente del habitual o tomado sin ninguna indicación “motu propio”. METODOS DE MEDIDA DEL CUMPLIMIENTO. Existen métodos DIRECTOS: Consisten en determinar en alguno de los fluidos orgánicos del enfermo (sangre, orina, etc) el medicamento o alguno de sus metabolitos. Son objetivos, específicos e identifican muy bien a los no cumplidores, pero son caros, complejos y quedan fuera de la práctica médica habitual. Los INDIRECTOS, por el contrario, son más factibles y utilizados: JUICIO CLÍNICO DEL MEDICO; ASISTENCIA A CITAS PROGRAMADAS; LOGROS DEL TRATAMIENTO O VALORACIÓN DE LA EFICACIA TERAPÉUTICA ALCANZADA; VALORACIÓN DE LOS EFECTOS SECUNDARIOS; RECUENTO DE COMPRIMIDOS; MONITORES ELECTRÓNICOS DE DISPENSACION DE MEDICAMENTOS (el envase de comprimidos va provisto de in sistema de registro informatizado que controla automáticamente la fecha y hora en que se abre el envase. Se utiliza en proyectos de investigación); METODOS DE CUMPLIMIENTO AUTOCOMUNICADO POR LOS PACIENTES. Con todos estos métodos se ha podido averiguar y definir algunos comportamientos curiosos, como las llamadas VACACIONES FARMACOLÓGICAS (periodos en los que el paciente no toma la medicación por decisión propia y que tienen una duración variable entre 40 y 100 horas de promedio, además estas vacaciones disminuyen si se aumenta la frecuencia de las revisiones médicas, las vacaciones se inician y cesan de forma brusca con el consiguiente perjuicio sobre la salud del paciente) y la CUMPLIMENTACIÓN DE BATA BLANCA (el paciente toma la medicación de forma correcta sólo los días anteriores y posteriores a la revisión por el profesional sanitario). ¿CÓMO PODEMOS MEJORAR LA OBSERVANCIA? Existen estrategias de actuación tanto a nivel del paciente con medidas educativas que, en una primera etapa, consistirán en captar su interés por la enfermedad y la forma de abordarla. El objetivo es formar y motivar, a base de un lenguaje “adaptado” a la realidad socio-cultural del paciente, de tal forma que la información que se le transmite sea: verdadera, clara, completa y comprensible. El uso de material escrito como complemento a los mensajes verbales es muy conveniente. En referencia al profesional sanitario el tratamiento debe ser personalizado, evitando la masificación y los tiempos de espera prolongados, para profundizar y mejorar la ya citada relación médicopaciente. Carece de eficacia intentar modificar todos los hábitos al mismo tiempo y debe de diseñarse conjuntamente con el paciente el plan educativo y los objetivos que nos queremos marcar, siendo éstos concretos, limitados en el tiempo, cuantificados y cuantificables. Por último son importantes las “visitas de seguimiento” con el fin de evaluar los progresos obtenidos y si es preciso buscar el apoyo de familiares o amigos del paciente, que muchas veces son responsables del mantenimiento y supervisión de la observancia. La cita de PLATÓN, en su libro Las Leyes, que viene a continuación podría resumir este artículo: “El médico de esclavos nunca da a su paciente información alguna sobre su enfermedad... dicta órdenes basadas en su experiencia con un aire de conocimiento infalible, en la manera brusca de un dictador... El médico libre, que generalmente asiste a hombres libres, trata sus enfermedades discutiendo primero minuciosamente con el paciente y sus amigos su dolencia. De esta forma aprende algo del que sufre y simultáneamente lo instruye. El médico no da sus medicinas hasta que ha persuadido al paciente: el médico persigue la completa restauración de la salud persuadiendo al paciente para que cumpla con la terapia”. Ireno Fernández Martínez. Médico colaborador de la Cátedra de Riesgo Cardiovascular de la UCAM.