LA FILOSOFÍA GRIEGA (Introducción) Hegel Lecciones sobre la Historia de la Filosofía Tomos I y II 2 LA FILOSOFÍA ORIENTAL Lo primero es la llamada filosofía oriental, la cual, sin embargo, no forma parte del cuerpo ni cae dentro de los dominios de nuestra exposición. Es una etapa previa o provisional, de la que hablamos solamente para dar cuenta de por qué no nos ocupamos más ampliamente de ella y de cuál es la relación que guarda con el pensamiento, con la verdadera filosofía. en el cristiano, se revelan inmediatamente como plasmaciones personales, las cuales requieren una interpretación propia como figuras mitológicas o cristianas y deben ser traducidas primero a filosofemas. Las religiones orientales, por el contrario, nos recuerdan mucho más directamente las representaciones filosóficas; en efecto, como en el Oriente no se manifiesta el momento de la subjetividad, las nociones religiosas no aparecen individualizadas, sino que presentan, preponderantemente, el carácter de nociones generales, lo que les da, La expresión de "filosofía oriental" se aplica, principalmente, al período en que esta gran concepción general del Oriente influye sobre por consiguiente, la apariencia de representaciones y pensamientos filosóficos. los países de Occidente, países de moderación y de medida, en los que predomina el espíritu de la subjetividad. Sobre todo en los primeros siglos del cristianismo —una época importante— penetraron estas grandes concepciones orientales en el Occidente y llegaron hasta Italia; y con la filosofía gnóstica, empezaron a desequilibrar el espíritu occidental, hasta que, con la Iglesia, éste recobró la primacía, trazando con toda firmeza los rumbos de lo divino. Es cierto que también las religiones orientales tienen figuras de carácter individual, como Brahma, Vishnú y Siva; pero, como no existe aquí la libertad, la individualidad carece de firmeza, es puramente superficial: a tal punto, que cuando se cree que se tiene delante a figuras humanas, éstas se esfuman de nuevo y cobran desmesuradas proporciones. Así como entre los griegos se habla de Urano, de Cronos —es decir, del Tiempo, pero ya individualizado—, entre los persas Lo que nosotros llamamos filosofía oriental es, sobre todo, el conjunto de representaciones religiosas y la concepción del mundo de los orientales, que fácilmente se confunde con la filosofía. La razón principal de por qué es tan fácil confundir con una filosofía religiosa esta concepción religiosa del Oriente, es lo que nos proponemos exponer existe una deidad llamada Zervana Acarena, pero es el Tiempo ilimitado. Y Ormuz y Ahrimán son modalidades y nociones completamente generales; aparecen bajo la forma de principios generales que, de este modo, parecen presentar cierta afinidad con la filosofía y revestir incluso la forma de filosofemas. aquí. El contenido de las religiones orientales, Dios, el Ser en y para sí, lo No concedemos, sin más, el carácter de una filosofía a la religión romana, a la religión griega ni a la religión cristiana; no se prestan, en verdad, para ello, ya que los dioses griegos y romanos, lo mismo que Cristo y el Dios de los judíos, gracias al principio de libertad de la individualidad, tal como se manifiesta en el elemento griego y, más aún, eterno, es concebido más bien con el carácter de lo universal; pues bien, lo mismo ocurre con la actitud de los individuos ante ello. En las religiones orientales, la actitud fundamental consiste en que sólo la sustancia una sea, como tal, lo verdadero, sin que el individuo tenga ni pueda adquirir de suyo ningún valor, en cuanto que se mantiene frente 3 al Ser en y para sí; por el contrario, sólo puede adquirir un valor de determinaciones, una lógica al modo de la vieja lógica wolffiana. verdadero mediante la identificación con esta sustancia, en la que deja Ocurre como en su culto, que es un sumirse en la oración y una de existir como sujeto y desaparece en lo inconsciente. cantidad interminable de ceremonias y ritos religiosos; y, de otra parte, Es lo contrario de lo que ocurre en la religión griega y en la cristiana, donde el sujeto tiene la conciencia de ser libre y debe mantenerse así; claro está que, en tanto el individuo se establece de este modo para sí, es mucho más difícil que el pensamiento se libere de esta individualidad y se constituya para sí. El punto de vista, en sí superior, de la libertad griega del individuo, esta vida más gozosa y fina, entorpece el trabajo del pensamiento, que consiste en hacer valer la universalidad. En el Oriente, por el contrario, lo sustancial es ya por sí mismo lo fundamental en la religión, lo esencial (lo que lleva directamente aparejada la privación de derechos y la inconciencia de los individuos); y esta sustancia es, evidentemente, una idea filosófica. También nos encontramos en la religión oriental con la negación de lo finito, pero de tal modo que el individuo sólo en esta unidad con lo sustancial cobra conciencia de su libertad. En tanto que, en el espíritu oriental, la reflexión, la conciencia, llega a través del pensamiento a la diferenciación y a la determinación de principios, tenemos que estas categorías, estas nociones determinadas no aparecen unificadas con lo sustancial. O bien existe la destrucción de todo lo particular, algo desmesurado, la sublimidad oriental, o bien, en la medida en que se reconoce también lo establecido como determinado para sí, se lo reconoce como algo seco, intelectivo, carente de espíritu, como algo que no puede asimilarse el concepto especulativo. Este algo finito sólo puede llegar a ser lo verdadero si se sume en la sustancia; separado de ella, sigue siendo menesteroso. De aquí que, en los orientales, no encontremos más que un entendimiento seco, una simple enumeración la sublimidad de lo desmesurado, en que se hunde y se esfuma todo. Aquí, habremos de referirnos, concretamente, a dos pueblos orientales: el pueblo chino y el pueblo indio. INTRODUCCIÓN A LA- FILOSOFÍA GRIEGA El nombre de Grecia tiene para el europeo culto, sobre todo para el alemán, una resonancia familiar. Los europeos han recibido su religión, las concepciones del más allá, de lo remoto, no de Grecia, sino de más lejos, del Oriente y, concretamente, de Siria. Pero las concepciones del más acá, de lo presente, la ciencia y el arte, lo que satisface, dignifica y adorna nuestra vida espiritual, tuvo como punto de partida a Grecia, bien directamente, bien indirectamente, a través de los romanos. Pero lo que nos familiariza con los griegos es la conciencia de que supieron hacer de su mundo una verdadera patria; el espíritu común hacia la patria en que se vive es lo que nos hace sentirnos unidos a ellos. Así como en la vida corriente ocurre que nos sintamos a gusto entre las gentes y las familias que viven contentas y satisfechas en su casa, sin querer salir de ella y buscar nuevos horizontes, así nos sentimos a gusto con los griegos. Es cierto que tomaron los rudimentos sustanciales de su religión, de su cultura, de su convivencia social, en mayor o menor medida, del Asia, de Siria y de Egipto; pero supieron Este último camino, el de Roma, fue la primera forma en que esta cultura llegó a nosotros, por parte también de la Iglesia, en otro tiempo universal, cuyo origen debe buscarse en la misma Roma y que todavía hoy conserva la lengua de los romanos. Las fuentes de la enseñanza eran el Evangelio latino y los Padres de la Iglesia. También nuestro anular de tal modo lo que había de extraño en estos orígenes, lo transformaron, elaboraron e invirtieron, haciendo de ello algo distinto a lo que era, de tal modo, que lo que nosotros, al igual que ellos mismos, apreciamos, reconocemos y amamos en eso es, esencialmente, lo suyo propio. Derecho se jacta de haber recibido su orientación más perfecta del derecho romano. La densidad germánica necesitó pasar, para disciplinarse, por la dura escuela de la Iglesia y el derecho romanos; sólo de este modo se ablandó el carácter europeo y se capacitó para la libertad. Por eso, en la historia de la vida griega, por mucho que en ella nos remontemos y debamos remontarnos, podríamos perfectamente prescindir de esta marcha hacia atrás para descubrir dentro de su propio mundo y modo de ser y de vivir los comienzos, los gérmenes y la trayectoria de la ciencia y el arte hasta llegar a su florecimiento, lo Por consiguiente, después que la humanidad europea se instaló dentro de sí como en su propia casa, mirando a su presente, abandonó lo histórico, lo recibido de fuera. A partir de entonces, el hombre empezó a encontrarse en su propia patria; y, para poder disfrutar de ella, volvió los ojos a los griegos. Dejemos a la Iglesia y a la jurisprudencia su latín y su romanismo. Nuestra ciencia superior, libre y filosófica, como nuestro arte libre y bello, y el gusto y el amor por una y mismo que las fuentes de su decadencia, sin salir para nada de su órbita propia. En efecto, su desarrollo espiritual sólo utiliza lo recibido, lo extraño, a manera de materia y de impulso; los griegos jamás pierden la conciencia de actuar, en ello, como hombres libres. La forma que saben imprimir al fundamento ajeno es ese peculiar aliento espiritual que da el espíritu de la libertad y la belleza, el cual, si bien de una parte puede ser tomado como forma, de otra parte es, de hecho, lo sustancial supremo. por otro, sabemos que tienen sus raíces en la vida griega y que derivan de ella su espíritu. Y si nos fuese lícito sentir alguna nostalgia, sería la de haber vivido en aquella tierra y en aquel tiempo. Pero los griegos no sólo supieron crearse, así, lo sustancial de su cultura y acomodarse a gusto en su existencia, sino que supieron, 5 además, honrar su renacimiento espiritual, que fue su verdadero carácter de la libre y bella historicidad, según la cual lo que los griegos nacimiento. Relegaron al fondo, como por ingratitud, el origen extranjero son existe también en ellos como Mnemosine, reside también el germen de su cultura propia, lo sepultaron tal vez entre las sombras de los de la libertad pensante y, con ello, la necesidad de que naciera en el misterios que mantenían en secreto ante ellos mismos. No sólo seno de este pueblo la filosofía. Así como los griegos viven a gusto en supieron ser ellos mismos, usar y disfrutar lo que hicieron por sí mismos su mundo, la filosofía es, precisamente, esto mismo, pues no consiste de lo recibido de otros, sino que hicieron de esta intimidad de toda su sino en que el hombre viva a gusto en su espíritu, se sienta en él como existencia la base y el origen de lo que llegaron a ser, y lo hicieron así en la intimidad. Y, del mismo modo que nosotros-nos encontramos, en de un modo consciente, con gratitud y alegría y no sólo para llegar a ser general, a gusto entre los griegos, tenemos necesariamente que eso y para usar y disfrutar de este modo de ser. Pues su espíritu, como sentirnos a gusto, especialmente, en su filosofía, pero no como entre nacido de un renacimiento espiritual, consiste precisamente en ser lo ellos, pues la filosofía se siente precisamente en ella misma como en su que son, lo suyo, y en vivir dentro de ello como dentro de sí. Conciben casa, y de lo que aquí se trata es del pensamiento, de lo que tenemos su propia existencia como algo aparte, como un objeto que se engendra de más propio, de más nuestro y libre de toda particularidad. La como un ser para si y que adquiere en ello su bondad y su razón de ser; trayectoria y el despliegue del pensamiento se manifiestan en los y, de este modo, se hacen una historia de todo lo que han sido y han griegos partiendo de sus elementos protoriginarios; y, para comprender poseído. su filosofía, podemos permanecer dentro de ellos mismos, sin Los griegos no se representan a su modo solamente el nacimiento necesidad de buscar ninguna otra clase de motivos externos. del mundo, es decir, de los dioses y de los hombres, de la tierra, del Pero es necesario que nos detengamos a puntualizar su carácter y cielo, de los vientos, de las montañas y los ríos, sino el de todos y cada su punto de vista. Los griegos parten de una premisa histórica, por la uno de los aspectos de su propia existencia, cómo adquirieron el fuego misma razón por la que han brotado de sí mismos; y esta premisa y los sacrificios que ello les costó, la siembra, la agricultura, el olivo, él histórica, concebida a través del pensamiento, es la de la sustancialidad caballo, el matrimonio, la propiedad, las leyes, las artes, el culto oriental de la unidad natural del espíritu y la naturaleza. Lo que ocurre religioso, las ciencias, las ciudades, los linajes de los príncipes, etc.; de es que el brotar de sí mismo es el extremo opuesto de la subjetividad todo ello se representan imaginativamente el origen en graciosas abstracta, cuando ésta es todavía una fórmula vacua o, mejor dicho, historias, de cómo se convirtió históricamente en obra y mérito suyo, convertida en vacua; es el formalismo puro, el principio abstracto del según este aspecto externo. mundo moderno. Los griegos ocupan el bello punto intermedio entre En esta misma intimidad existente y, más precisamente, en el espíritu de la intimjdad, en este espíritu de una vida representada cabe, con arreglo a su existencia física, civil, jurídica, moral y política, en este ambas posiciones extremas, que es el centro de la belleza por ser, al mismo tiempo, algo natural y algo espiritual, pero de tal modo que la espiritualidad es y sigue siendo, en él, el sujeto dominante, 6 determinante. El espíritu, sumido en la naturaleza, forma una unidad como el momento de la naturaleza no es aún ajeno a ello, la moralidad sustancial es del Estado lleva todavía consigo cierto carácter natural; los Estados son subjetiva, pequeños individuos naturales, que no es posible unir en un gran todo. con ella predominantemente y —siendo intuición: como como es conciencia— conciencia indudablemente, formadora, pero desmedida. , Los griegos tenían como base, como esencia, la unidad sustancial de naturaleza y espíritu; y, teniendo y sabiendo esto como objeto, pero sin desaparecer en él, sino penetrando dentro de sí mismos, no llegaron a caer, volviendo atrás, en el extremo de la subjetividad formal, sino que formaban una unidad consigo mismos: por tanto, como sujeto libre que, teniendo todavía por contenido, esencia y sustrato aquella primera unidad, constituía su objeto de la belleza. La fase de la conciencia griega es la fase de la belleza. La belleza es, en efecto, el ideal, el pensamiento que brota del espíritu; pero de tal modo que la individualidad espiritual no es aún para sí, como subjetividad abstracta llamada a desarrollar en sí misma su existencia hacia el mundo del pensamiento. Esta subjetividad tiene todavía, en ella misma, su modo de ser natural, sensorial; a pesar de lo cual este modo natural de ser no ocupa el mismo rango ni ostenta la misma dignidad que en el Oriente, donde es lo predominante. Ahora, es el principio de lo espiritual el que aparece en primer plano, y el ser natural no rige ya por sí mismo, en sus formas existentes, sino que es, simplemente, la expresión del espíritu que a través de él se manifiesta, viéndose degradado a simple medio y modalidad de existencia de éste. Pero el espíritu no se tiene todavía a sí mismo como medio para representarse dentro de sí y construir sobre esta base su mundo. En cuanto que lo general no existe libremente para sí, lo espiritual vive todavía limitado. En el mundo griego, lo eterno, que existe como algo.en y para sí, es desarrollado por el pensamiento, cobra conciencia a través de él, pero de tal modo que la subjetividad se enfrenta todavía a ello en una determinación contingente, por hallarse aún en una relación esencial con la naturalidad; y en esto precisamente reside la razón, que más arriba prometíamos dar, de por qué, en Grecia, sólo son libres algunos, y no todos. La desmedida fuerza oriental de la sustancia cobra medida y es encauzada por el espíritu griego; este espíritu es claridad, meta, limitación de las formas, reducción de lo inmenso, de lo infinitamente fastuoso y rico a determinabilidad y a individualidad. La riqueza del mundo griego consiste solamente en una muchedumbre infinita de detalles bellos, agradables y graciosos, en esta alegría de todo lo que sea existencia; lo más grande, entre los griegos, son las individualidades, estos virtuosos del arte, de la poesía, de la canción, de la ciencia, de la honestidad, de la virtud. Es posible que, comparadas con el esplendor y la majestuosidad, con las proporciones gigantescas de las fantasías orientales, con los monumentos egipcios, con los reinos del Oriente, etc., las alegrías de los griegos (los hermosos dioses helénicos, sus templos, sus estatuas) y las manifestaciones de su seriedad (las instituciones y las hazañas) puedan parecer algo así como juegos de niños; sin embargo, el pensamiento que brilla en ellas da vida Por tanto, en un pueblo como el griego en que la sustancia espiritual de la libertad era la base de las costumbres, de las leyes y de las constituciones, podía y debía existir también una moralidad libre. Pero, a esta riqueza de detalle y encauza lo desmesurado de la grandeza oriental, reduciéndolo a las proporciones de un alma sencilla, la cual se 7 convierte de suyo en fuente de riqueza, en manantial de un mundo ideal superior, del mundo del pensamiento. época, diremos que los comienzos de la filosofía griega caen en el "De tus pasiones has sacado, ¡oh hombre! la materia para tus dioses", dice un antiguo; los orientales, en cambio, principalmente los indios, los sacaron de los elementos naturales, de las fuerzas y las formas de la naturaleza; "del pensamiento —podríamos añadir nosotros, refiriéndonos al hombre griego— has sacado el elemento y la materia para crear la idea de Dios". El pensamiento es, aquí, el suelo del que brota la divinidad; pero no es el pensamiento inicial el que constituye la base partiendo de la cual hay que comprender y se puede comprender toda esta formación. Por el contrario. En un principio, el pensamiento aparece como Por lo que se refiere al estado histórico externo de Grecia en esta algo completamente siglo vi antes del nacimiento de Cristo, en tiempo de Giró, en la época del ocaso de los estados jónicos libres del Asia Menor. En el momento en que desaparece este hermoso mundo, que había logrado conquistar por sí mismo un elevado nivel de cultura, surge la filosofía. Creso y los lidios fueron los primeros que pusieron en peligro la libertad de los jonios; pero fue, más tarde, la dominación persa la que la destruyó totalmente, obligando a la mayoría de los habitantes a abandonar aquellas tierras y a fundar colonias, sobre todo en la parte occidental. pobre, Y, al mismo tiempo que se hundían las ciudades jónicas, la otra extraordinariamente abstracto y de escaso contenido, si se lo compara Grecia dejaba de ser gobernada por las dinastías de los antiguos con el contenido que el oriental da a su objeto, pues como algo príncipes; habían desaparecido los Pelópidas y los otros linajes regios, inmediato el comienzo mismo se revela bajo la forma de lo natural, extranjeros en su mayoría. Grecia había establecido, en parte, múltiples compartiendo esta característica con el pensamiento de los orientales. contactos con el exterior y, en parte, esforzábase por encontrar un Y como, además, reduce el contenido del Oriente a criterios vínculo social dentro de sí misma; la vida patriarcal había pasado a la completamente pobres, estos pensamientos apenas merecen ser historia, y en muchos estados sentíase la necesidad de constituirse tenidos en cuenta por nosotros, ya que no existen todavía como tales libremente, con arreglo a normas e instituciones legales. Vemos pensamientos y bajo la forma y la determinación propias del aparecer muchos individuos que no gobiernan ya a sus conciudadanos pensamiento, sino bajo las de lo natural. Por tanto, lo absoluto es aquí, por virtud de su linaje, de su nacimiento, sino que son honrados y ya, pensamiento, pero no en cuanto tal. Tenemos que distinguir enaltecidos por los méritos de su talento, de su imaginación, de su siempre, en efecto, la realidad de este algo general, ya que lo que ciencia. Estos individuos ocupan diferentes puestos de superioridad con importa es saber si la realidad misma es concepto o es más bien algo respecto a sus conciudadanos. Unas veces, son consejeros, aunque natural. Ahora bien, en cuanto que la realidad reviste todavía la forma sus buenos consejos no siempre sean seguidos por los demás; otras de lo inmediato y sólo el pensamiento es en sí, queda explicado con ello veces, se ven odiados y despreciados por sus conciudadanos y por qué, al estudiar la filosofía griega, empezamos por la filosofía de la obligados a retirarse de la actuación pública; otras veces, se erigen en naturaleza de la escuela jónica. violentos, aunque no crueles, dominadores de sus conciudadanos, y 8 otras, finalmente, en legisladores de la libertad. estos hombres supieron comprender lo práctico-esencial de la A esta categoría de hombres que acabamos de caracterizar pertenecen los llamados siete sabios, a quienes en estos últimos tiempos se tiende a excluir de la historia de la filosofía. Trátase, sin embargo, de monumentos muy concretos de la historia de la filosofía, y por ello no hay más remedio que señalar de cerca, aunque sólo sea conciencia, es decir, la conciencia de la moralidad general en y para sí, proclamándola en forma de sentencias morales y, en parte, en forma de leyes civiles, a las que infundieron vigor y realidad en diversos Estados, y, de otra parte, a que acertaron a expresar diversos pensamientos teóricos en frases llenas de sentido. Algunas de estas frases o sentencias podían ser consideradas, no sólo como pensamientos brevemente, lo que su carácter representa en los inicios de la filosofía. acertados o profundos, sino incluso como pensamientos filosóficos y Estas figuras se ven encuadradas dentro de aquella situación a que nos referíamos, unas veces participando en las luchas de las ciudades jonias, otras veces emigrando de ellas, otras veces especulativos, en la medida en que es posible atribuirles un amplio sentido general, aunque éste no resplandezca directamente en ellas. como Estos hombres no se proponían, esencialmente, servir a la ciencia, a personalidades prestigiosas dentro de Grecia. la filosofía; y de Tales se nos dice expresamente que no se consagró a Los nombres de los siete sabios varían, según los casos; generalmente, se indican los de Tales, Solón, Periandro, Cleóbulo, Quilón, Bías y Pitaco. Hermipo, en Diógenes Laercio (I, 42) señala diecisiete, entre los cuales seleccionan otros autores siete, de diversos modos, según sus preferencias. Según el propio Diógenes Laercio (I, 42), ya un autor antiguo, Dicearco, mencionaba solamente cuatro a quienes los antiguos incluían unánimemente entre los siete: Tales, Bías, Pitaco y Solón. Otros nombres que también aparecen, de vez en cuando, son los de Misón, Anacarsis, Acusilao, Epiménides, Ferécides, etc. era la actuación política; eran hombres prácticos, pero no en el sentido en que esta palabra suele interpretarse entre nosotros, que tendemos a considerar la actividad práctica como una rama especial de la administración del Estado, de la industria, de la economía, etc.; ellos vivían en estados democráticos y compartían, por ello, los cuidados referentes a la administración pública general y al gobierno. No eran, sin embargo, estadistas al modo de las grandes personalidades griegas de que nos habla la historia, un Milcíades, un Temistocles, un Péneles, un Demóstenes, sino estadistas de una época en que se trataba de la Dicearco, en Diógenes (I, 40), dice de ellos que no fueron ni sabios (σοφούς) la filosofía hasta la última época de su vida. Lo más frecuente en ellos ni filósofos, sino hombres inteligentes (συνετούς) y legisladores; y este juicio, que llegó a generalizarse, debe ser aceptado como el verdadero. Estas figuras corresponden al período de transición del régimen patriarcal de los reyes a un régimen gobernado por la ley o por la violencia. La fama de su sabiduría debíase, de una parte, a que salvación y el establecimiento, de la ordenación y la organización y hasta diríamos que de la instauración de la vida del Estado, o, por lo menos, de la instauración de situaciones regidas por la ley. Así es cómo se nos presentan, sobre todo, las figuras de Tales y de Bíos, en lo tocante a las ciudades jónicas. Herodoto (I, 169-171) habla de ambos y dice, refiriéndose a Tales, que ya antes de la sumisión de 9 los jonios (bajo Creso, a lo que parece) les había aconsejado crear una antiguo, y lo poco que los legisladores y las asambleas legislativas suprema asamblea consultiva (έν βουλευτήριον) en Teos, centro pueden hacer es, si acaso, ampliar algún que otro detalle o promulgar territorial de los pueblos jonios, es decir, un Estado federativo, con su normas complementarias muy poco importantes. Se trata, simplemente, propia capital federal, sin perder por ello su independencia como de compilar, redactar y desarrollar una serie de detalles sueltos. pueblos (δήµοι). Este consejo no fue seguido, y su aislamiento, su debilidad, los llevó a la derrota. A los griegos les costó siempre gran trabajo sobreponerse a su idiosincrasia individualista. Y, sin embargo, tampoco Solón ni Licurgo hicieron otra cosa que reducir a la forma de la conciencia, uno el espíritu jónico y otro el carácter dórico que tenían ante sí y que no eran sino algo existente en Tampoco más tarde, cuando Harpago, el general de Ciro, que llevó sí, contrarrestando por medio de leyes reales los desastrosos males de a término su sojuzgamiento, los obligó a pelear, acertaron los jonios a la desintegración. Solón no fue, ni mucho menos, un estadista perfecto, seguir el consejo extraordinariamente saludable de Bías de Priene, que como lo demuestra el curso mismo de su historia: una constitución éste les dio en el momento decisivo en que se hallaban todos ellos como la que permitió a Pisístrato erigirse en tirano en vida del propio reunidos: "marchar todos juntos a Cerdeña, en una flota común, para Solón, lo que quiere decir que era, de suyo, tan poco vigorosa y tan crear allí un Estado jonio. De este modo, se sustraerían a la poco orgánica que no tenía fuerzas para oponerse a su propio servidumbre, vivirían felices y, después de haber poblado la isla mas derrocamiento (¿con qué poderes?), adolecía, evidentemente, de un importante, someterían a su dominio las otras; en cambio, si defecto intrínseco. Puede aparecemos esto un tanto extraño, pues toda permanecían en Jonia, no veía ninguna esperanza para su libertad". constitución debe estar dotada de la fuerza necesaria para poder hacer Este consejo es aprobado por Herodoto: "De haberlo seguido, habrían frente a semejantes ataques. Pero, ¿qué fue, concretamente, lo que sido los más felices de los griegos"; pero consejos de éstos sólo son hizo Pisístrato? acatados por la fuerza, nunca voluntariamente. Nada ilustra mejor la conducta de los llamados tiranos que las Lo mismo, sobre poco más o menos, ocurre con los demás sabios relaciones entre Solón 31 Pisístrato. Cuando se planteó, entre los de este grupo. Solón era legislador de Atenas y a ello debe, griegos, la necesidad de constituciones y leyes normales, vemos surgir principalmente, su fama: pocos hombres llegaron a gozar de tan alto los legisladores y regentes de los Estados que imponen al pueblo leyes predicamento como legisladores; la fama de Solón, en este respecto, y lo gobiernan con arreglo a éstas. La ley, como norma general, se le sólo es compartida por la de un Moisés, un Licurgo, un Zaleuco, un antojaba al individuo, y se le sigue antojando hoy, como una violencia, Numa, etc. En los pueblos germánicos no encontramos ninguna figura sobre todo cuando no ve la ley o no la comprende; se le antojaba así al que llegara a disfrutar de esta fama, como legislador de su pueblo. Y, pueblo todo, primero, y luego solamente al individuo; y fue, como sigue en nuestros días, ya no puede haber legisladores; las instituciones siendo hoy, necesario empezar haciendo violencia al individuo hasta legales y las condiciones jurídicas de vida han sido establecidas ya de que llega a comprender, hasta que ve en la ley su propia ley y deja de 10 ver en ella algo extraño e impuesto desde fuera. La mayoría de los legisladores y organizadores de los Estados asumieron la obra de hacer a los pueblos, por sí mismos, esta violencia, convirtiéndose en tiranos. Y cuando no lo eran ellos mismos, tenían que encargarse de hacerlo otros individuos, realizando esa obra dentro de sus Estados, por tratarse de algo necesario, inevitable. Según las noticias de Diógenes Laercio (I, 48-50), vemos a Solón, a quien sus amigos aconsejaban que se adueñase del poder, ya que el pueblo se agrupaba en torno a él (προσήιχον) y habría visto de buen grado que se hiciese cargo de la tiranía, rechazar esta misión y evitar, además, que otro la asumiera, cuando Pisístrato empezó a serle sospechoso por ello. En efecto, cuando se dio cuenta de cuáles eran las intenciones de Pisístrato, se presentó en la asamblea del pueblo armado de escudo y lanza, lo que ya por aquel entonces era algo extraordinario (pues Tucídides, I, 6, indica que los griegos y los bárbaros se distinguían, entre otras cosas, en que los griegos, y sobre todo los atenienses, jamás tomaban las armas en tiempo de paz), y anunció al pueblo lo que Pisístrato se proponía. más que rescatar para mí lo que los atenienses habían jurado conservar a Codro y a sus descendientes, arrebatándoselo después. Por lo demás, no cometo ninguna injusticia contra los dioses ni contra los hombres, sino que, ateniéndome a las leyes que tú has dado a los atenienses, procuro (επιτροπώ) que se mantengan dentro de las normas de una vida civil (πολιτέυειν)". Lo mismo hace, agrega, su hijo Hipias. "Y estas condiciones de vida se conservan mejor que bajo un gobierno del pueblo, pues a nadie consiento que obre mal (ύβριξειν) y yo, como tirano, no reclamo para mí. (πλειόν τι φέροµαι) otra cosa que el prestigio, los honores y los tributos establecidos (τά ρήτα φέροµαι) que se otorgaban a los antiguos reyes. Cada ateniense entrega el diezmo de sus ingresos, pero no para mí, -sino para contribuir a las costas de los banquetes rituales públicos, al sostenimiento de la comunidad y para el caso de una guerra. No te guardo rencor por haber descubierto mis designios, pues sé que lo hiciste movido más bien por amor al pueblo que por odio contra mí, y porque no sabías tampoco cómo había de regentar yo el gobierno; pues si lo hubieses sabido, te habrías avenido a ello y no habrías huido...". Solón, en la respuesta que Diógenes (I, 66-67) recoge, dice que "no abriga ningún resentimiento He aquí las palabras de Solón: "¡Hombres de Atenas! Soy más sabio que algunos y más valiente que otros. Soy más sabio que quienes no se dan cuenta del fraude de Pisístrato y más valiente que quienes, dándose cuenta de él, callan por miedo". Al no lograr nada, abandonó Atenas. • Se dice que Pisístrato llegó incluso a escribir a Solón, durante personal contra Pisístrato, a quien tendría que llamar el mejor de los tiranos; pero que no cree que deba regresar (a Atenas). Habiendo estatuido la igualdad de derechos como la esencia de la constitución de los atenienses y rechazado personalmente la tiranía, su regreso podría ser considerado como una aprobación del gobierno de Pisístrato". su ausencia, una honrosa carta, cuyo texto nos transmite Diógenes (I, 53-54), invitándolo a regresar a Atenas ya vivir junto a él como ciudadano libre: "Ni soy el único que entre los griegos se haya apoderado de la tiranía ni, al hacerlo, me he adueñado de algo que no me pertenezca, pues pertenezco al linaje de Codro. No he hecho, pues, El gobierno de Pisístrato, sin embargo, acostumbró a los atenienses a las leyes de Solón y convirtió estas leyes en costumbres; de tal modo que este hábito, una vez impuesto, hizo su-perflua la tiranía y los hijos de Pisístrato fueron expulsados de la ciudad, y a partir de entonces la 11 Constitución solónica rigió por su propia virtud, sin la ayuda de la fuerza. completamente vulgar de vida y de prudencia; pero los escépticos dan a Así, pues, si Solón dio las leyes, fue otro el que convirtió estas esta frase un sentido mucho más profundo y general, que sin duda no instituciones legales en costumbres, el que habituó al pueblo a vivir con era ajeno al propósito de Quilón. Este sentido es el siguiente: "No arreglo a ellas. Y lo que aparece desdoblado en las figuras de Solón y vincules tu yo a nada concreto, si no quieres caer en la desgracia." Los Pisístrato lo vemos reunido, en Corinto, en la figura de Periandro y en escépticos citaban esta sentencia por sí misma, como si en ella Mitilene en la de Pitaco. estuviese implícito el principio del escepticismo, a saber: que nada finito Lo anterior creemos que basta, por lo que se refiere a las vicisitudes externas de la vida de los Siete Sabios. Éstos son también famosos por la sabiduría de las sentencias que de ellos se han conservado, a pesar de que a nosotros nos parezcan, en parte, muy superficiales y trilladas. Ello se debe a que nuestra reflexión se halla ya familiarizada con las tesis generales, del mismo modo que en las sentencias de Salomón hay mucho que se nos antoja hoy superficial y hasta vulgar. Pero no debemos perder de vista lo que significa el haber exteriorizado por vez primera estas tesis generales bajo una forma general. En ellos se expresan, en forma gnómica, los deberes absolutamente generales del hombre hacia los dioses, la familia y la patria. Diógenes (I, 58) atribuye a Solón las siguientes sentencias: "Las leyes son como las telas de araña, que aprisionan a los pequeños, pero son desgarradas por los grandes; el lenguaje es la imagen de la acción", etc. Estas frases no encierran ninguna filosofía, sino simplemente reflexiones generales, expresiones de deberes morales, máximas, normas esenciales de vida. Y el mismo carácter presentan las sentencias en que se exterioriza su sabiduría; algunas carecen de importancia; otras, en cambio, parecen más insignificantes de lo que en realidad son. Así, por ejemplo, dice Quilón: "Si te comprometes, te daños". En estas palabras se condene mudable y no permanente. Cleóbulo dice µέτρον άριστον otrro, µηδέν άγαν, y también esto tiene un sentido general: significa la medida, el πέρας de Platón frente al άπειρον, lo que se determina a sí mismo frente a lo indeterminado, considerando que lo primero es siempre lo mejor, del mismo modo que la medida en el ser constituye la suprema determinación. Una de las más famosas sentencias de los Siete Sabios es la que se atribuye a Solón en su plática con Creso, que Hero-doto (I, 30-33) A Solón se le atribuyen muchos dísticos que todavía se conservan. esperan y concreto es en y para sí, sino solamente una apariencia, algo una regla relata, según su estilo propio, muy prolijamente y que puede resumirse así: "Que nadie puede considerarse feliz antes de su muerte." Pero lo interesante de este relato es que nos permite conocer de cerca el punto de vista de la reflexión griega en tiempo de Solón. Vemos por él que se reconoce la felicidad como la meta suprema apetecible, como el destino del hombre; antes de la filosofía kantiana, la ética tenía como base, en efecto, el eudemonismo, la aspiración a la felicidad. En las palabras de Solón se adopta un punto de vista superior al goce de los sentidos, a lo puramente agradable para el sentimiento. Si nos preguntamos qué es la felicidad y qué significa ésta para la reflexión, vemos que representa, desde luego, una satisfacción del individuo, del modo que sea, por medio del goce físico o espiritual, para lo que el hombre tiene los medios en su mano. Pero, al mismo tiempo, significa que no debe 12 buscarse todo goce sensible, directo; la felicidad entraña, por el feliz es necesario aguardar a la hora de su muerte, ya que para saber si contrario, una reflexión proyectada sobre el .estado en su conjunto, existe dicha en una vida hay que juzgarla en su conjunto, al llegar al como una totalidad, como el principio frente al cual debe pasar a final de ella, e incluso hace falta que el hombre sepa morir segundo plano el del placer aislado. piadosamente y como corresponde a su alto destino; y como la vida de El eudemonismo implica la felicidad como un estado para toda la vida y representa una totalidad de disfrute que es algo general y da una norma para los goces sueltos, que no se entrega al placer momentáneo, sino que sabe tener a raya los apetitos y no pierde nunca de vista la pauta general. Comparado con la filosofía india, el eudemonismo es, cabalmente, lo contrario a ésta. En ella, el destino del hombre es la liberación del alma de lo corporal, la abstracción perfecta, el alma como Creso aún no ha expirado, Solón no puede decir si realmente es feliz. Y, en efecto, la historia misma de Creso, considerada en su conjunto, viene a demostrar que ningún estado momentáneo merece, en justicia, el nombre de felicidad. Esta edificante historia caracteriza bastante bien, en su conjunto, el punto de vista que la reflexión de aquella época adoptaba. En el estudio de la filosofía griega, debemos distinguir, algo que vive exclusivamente cabe sí. Entre los griegos, nos concretamente, tres períodos principales: el primero va de Tales de encontramos con lo contrario de esto; la felicidad, para ellos, es también Mileto a Aristóteles; el segundo comprende la filosofía griega en el la satisfacción del alma, pero no por medio de la evasión, de la mundo romano; el tercero es el de la filosofía neo-platónica. abstracción, del retraimiento dentro de sí misma, sino por medio de la satisfacción en el presente, por medio de la satisfacción concreta en relación con todo lo que la rodea. 1. Comenzamos por el pensamiento, pero por el pensamiento totalmente abstracto, bajo su forma natural o sensible, para llegar hasta la idea determinada. Ese .primer período representa el comienzo del La fase de la reflexión que nos revela la felicidad ocupa un lugar pensamiento filosófico hasta su evolución y plasmación como la intermedio entre los simples apetitos y todo lo que puede considerarse totalidad de la ciencia en sí misma, representada por Aristóteles, como como derecho en cuanto derecho y como deber en cuanto deber. En la unificación de todo lo anterior. Esta unificación de lo anterior se da ya felicidad desaparece el goce aislado y concreto, en ella va ya implícita en Platón, pero todavía no desarrollada, pues Platón es simplemente la la forma de lo general, pero sin que esto se revele todavía por sí mismo. Idea. Se ha dicho que los neoplatónicos son eclécticos, que ya Platón Y esto es precisamente lo que se destaca como interesante para es un unificador; pero no son, en realidad, eclécticos, sino que tienen nosotros en la plática de Creso con Solón. El hombre como ser una visión consciente de la necesidad de llegar a esta unidad de las pensante no se preocupa solamente del goce presente, sino también de filosofías. los medios para procurarse el goce futuro; Creso muestra a Solón estos medios, pero el sabio se niega, no obstante, a dar una respuesta afirmativa a la pregunta del rey. Para poder afirmar que alguien ha sido 2. Después de llegar a la idea concreta, ésta se manifiesta como si se desarrollase y llevase a cabo por medio de antagonismos; el segundo período es el de esta división de la ciencia en sistemas 13 especiales. A través de la totalidad de la concepción del mundo se desarrolla un principio unilateral; cada lado se desarrolla como un extremo contra el otro y de suyo en su totalidad. Aparecen, así, los sistemas filosóficos del estoicismo y el epicureismo, frente a los cuales el dogmatismo y el escepticismo representan lo negativo, mientras que las otras filosofías desaparecen. 3. El tercer período es, frente a esto, lo afirmativo; el antagonismo se retrotrae a un mundo ideal o del pensamiento, a un mundo divino; es la abstracto y en parte como subjetividad contingente. El capítulo tercero es el de Platón y Aristóteles, el de la ciencia griega, donde el pensamiento objetivo, la idea, se plasma en totalidad. El pensamiento concreto, que se determina a sí mismo, es, en Platón, la idea todavía abstracta, presentada todavía bajo la forma de lo general, mientras que en Aristóteles se presenta ya como un determinarse a sí mismo, concebida en la determinación de su efectividad o de su actividad. Idea desarrollada como totalidad, pero a la que le falta la subjetividad como el infinito ser para sí. […] PRIMER PERIODO: DE TALES A ARISTÓTELES CAPÍTULO I: DE TALES A ANAXÁGORAS Dentro de este primer período establecemos, a su vez, tres subdivisiones: El capítulo primero abarca de Tales hasta Anaxágoras, desde el pensamiento abstracto en su determinabilidad inmediata hasta el pensamiento del pensamiento que se determina a sí mismo. Aquí, comenzamos por lo simple absoluto, en lo que se revelan luego las primeras modalidades de la determinación como otros tantos intentos, hasta llegar a Anaxágoras, quien determina lo verdadero como el νούς, como el pensamiento motor, que no se halla ya sujeto a una determinabilidad, sino que se determina a sí mismo. A) LA FILOSOFÍA DE LOS JONIOS. [La] expondremos con toda la brevedad posible, lo cual es tanto más difícil de conseguir cuanto que los pensamientos de esta filosofía son muy abstractos y pobres. Fuera de Tales, Anaximandro y Anaxímenes, las demás figuras de este grupo sólo ofrecen un interés literario. De la filosofía jónica antigua, sólo ha llegado a nosotros una media docena de pasajes; es éste, por tanto, un estudio fácil. Y, sin embargo, es precisamente en estos filósofos antiguos donde más a sus anchas se extiende la erudición; cosa muy natural, por otra parte, pues cuanto menos se sabe de una cosamayor erudición se puede desplegar acerca El capítulo segundo comprende los sofistas, Sócrates y los de ella. socráticos. El pensamiento que se determina a sí mismo se concibe, aquí, como presente, como concreto en mí: es éste el principio de la subjetividad, aunque se trate de una subjetividad infinita, pues el pensamiento sólo aparece aquí, primeramente, en parte como principio […] 14 pureza y el movimiento del pensamiento se plasma en conceptos. B) PITÁGORAS Y LOS PITAGÓRICOS […] En la filosofía física, vimos al movimiento representado como un movimiento objetivo, como un nacer y un morir. Los pitagóricos no se paraban tampoco a reflexionar acerca de los conceptos, sino que para La filosofía pitagórica representa la transición de la filosofía realista a la filosofía intelectual. Los jonios buscaban la esencia, el principio, en algo materialmente determinado. La determinación siguiente es: α) que lo absoluto no se conciba bajo una forma natural, sino en una determinación del pensamiento; β) para ello, deberán establecerse ahora las determinaciones, mientras que lo primero era lo totalmente indeterminado. Estas dos cosas son las que hace la filosofía pitagórica. ellos su esencia, el número, era también algo fluido. Ahora, al concebirse el cambio en su suprema abstracción como la nada, este movimiento objetivo se transforma en un movimiento subjetivo, pasa a estar al lado de la conciencia y la esencia se convierte en lo inmóvil. Encontramos aquí el punto de arranque de la dialéctica, o sea de lo que constituye precisamente el movimiento puro del pensamiento en conceptos: y, con ello, el comienzo de la contraposición del pensamiento frente al fenómeno o al ser sensible, de lo que es en sí […] frente al ser para otro de este en sí: y en la esencia objetiva, la contradicción que en sí mismo entraña y que es la verdadera dialéctica. Si nos paramos a reflexionar de antemano cómo debe desarrollarse el C) LA ESCUELA ELEÁTICA pensamiento puro, vemos lo siguiente: La filosofía pitagórica no había sabido encontrar aún la forma α) que el pensamiento puro (el ser puro, lo uno) se establece especulativa de expresión propia del concepto; los números no son el inmediatamente a sí mismo en su rígida sencillez e identidad consigo concepto puro, sino el concepto en la modalidad de la representación o mismo y que todo lo demás es, para él, la nada; β) que el pensamiento, de la intuición, es decir, una mezcla de ambas cosas. La expresión de primeramente tan tímido —el cual, después de sentirse fortalecido, la Esencia absoluta en un algo que es un concepto puro, un algo reconoce la existencia de lo otro y se atiene a ello—, declara que luego pensado, y el movimiento propio del concepto o del pensamiento reconoce también a lo otro en su propia sencillez y muestra en ello constituye la etapa siguiente en la historia de la filosofía, etapa que se mismo su nulidad; γ) finalmente, el pensamiento establece lo otro en la produce por modo necesario y con la que nos encontramos en la diversidad de sus determinaciones en general. escuela de los eléatas. Al llegar aquí, vemos ya al pensamiento convertirse en un pensamiento libre y para sí: en lo que los eléatas expresan como la Esencia absoluta, el pensamiento se capta a sí mismo en toda su Es así cómo veremos la evolución de los eléatas en la historia. Por eso, los principios eleáticos interesan todavía hoy a la filosofía y constituyen momentos necesarios que deben darse en ella. 15 Figuran en esta escuela Jenófanes, Parménides, Meliso y Zenón. pensar, lo afirmó como algo inmutable". Los sofistas llegaron, partiendo Jenófanes debe ser considerado como el fundador de ella; Parménides de aquí, a la siguiente conclusión: "Todo es verdad, no existe el error, figura en la historia como su discípulo, y Meliso y principalmente Zenón pues el error es el no ser, el cual no puede pensarse." son discípulos de Parménides. Estas cuatro figuras deben agruparse, en realidad, como una verdadera escuela, la escuela de los eléatas; más tarde, pierde su nombre, los pertenecientes a ella son llamados sofistas y su sede se traslada a la verdadera Grecia. Aquí es donde ha de buscarse la exaltación al reino de lo ideal; por eso, la verdadera filosofía comienza, en rigor, con Parménides. Aparece un hombre que se libera de todas las opiniones y representaciones, que les niega todo valor de verdad y nfirma que sólo la necesidad, el ser, es La obra iniciada por Jenófanes fue desarrollada después por lo verdadero. Cierto que se trata todavía de un comienzo turbio y vago, l'nrménides y Meliso, del mismo modo que Zenón llevó adelante y sin que sea posible explicar qué es, más concretamente, lo que lleva perfeccionó las enseñanzas de aquellos dos. dentro; pero en esta explicación reside precisamente el desarrollo de la filosofía misma, que aún no se da aquí. A.esto va unida la dialéctica de que lo mudable no encierra ninguna verdad, pues aceptando estas […] determinaciones tal y como rigen, se llega siempre a contradicciones. Parménides “Lo mismo es el pensar y aquello por lo que "es" el pensamiento; […] que sin él ente en quien se expresa no hallarás el Pensar; que cosa alguna es algo o lo será a no ser que ente sea.” D) Heráclito 1. EL PRINCIPIO LÓGICO Por lo que se refiere al principio general, este intrépido espíritu fue, Las palabras anteriores encierran el pensamiento fundamental de según Aristóteles (Metaf. IV, 3 y 7), el primero que pronunció estas Parménides. El pensamiento se produce; y lo que se produce es un profundas palabras: "El ser y el no ser es uno y lo mismo; todo es y no pensamiento. El pensamiento es, pues, idéntico a su ser, pues nada es es." La verdad no es sino la unidad de lo contrapuesto, y, fuera del ser, de esta gran afirmación. Plotino, al citar este último concretamente, de la pura contraposición del ser y el no ser; entre los fragmento (V. Ennead.. I, 8), dice que "Parménides captó este en sí al eléatas, por el contrario, nos encontrábamos con la concepción no poner el ser en las cosas sensibles, pues, identificando el ser con el abstracta de que sólo el ser es la verdad. La frase de Heráclito la 16 interpretamos nosotros así: lo absoluto es la unidad del ser y del no ser. nuestra Lógica al comienzo, inmediatamente después del ser y de la Cuando escuchamos aquella proposición heracliteana: "el ser es y no nada. Es una gran conciencia la que se adquiere al comprender que el es", parece que estas palabras no encerrasen un gran sentido, sino ser y el no ser son, simplemente, abstracciones carentes de verdad y solamente un contrasentido, una ausencia total de pensamiento. Pero, que lo primordial verdadero está solamente en el devenir. El ha llegado a nosotros, además, otra expresión, que precisa más el entendimiento aísla tanto al ser como al no ser como verdaderos y sentido de este principio. Heráclito dice, en efecto: "Todo fluye, nada válidos; la razón, por el contrario, conoce al uno en el otro, ve al otro permanece ni persiste nunca lo mismo." Y Platón dice, por su parte, contenido en el uno. Si no tomamos la representación del ente lleno, refiriéndose a Heráclito: este pensador "compara las cosas a la vemos que el ser puro es el pensamiento simple, en el que se niega corriente de un río, en cuya corriente no es posible entrar dos veces"; todo lo determinado, lo absolutamente negativo; la nada, en cambio, es cada vez que entramos en ella, son otras las aguas. Y sus sucesores lo mismo, precisamente este algo igual a sí mismo. Estamos ante el llegaron incluso a decir, según Aristóteles (Metaf. IV, 5): "no es posible tránsito absoluto a lo opuesto, al que Zenón no llegó, puesto que se entrar en ella ni siquiera una vez", ya que cambia instantáneamente; lo detuvo en la tesis de que "de la nada no se genera nada"; en cambio, que es es también, inmediatamente, otra cosa, Aristóteles (De cáelo, III, en Heráclito el momento de la negatividad es inmanente, y en torno a 1), dice, además, que Heráclito había afirmado lo siguiente: "sólo ello gira el concepto de toda la filosofía. permanece lo uno, y de ello sale por transformación todo lo demás; todo lo demás, fuera de este uno, es algo no permanente". […] La determinación más precisa de este principio general es el devenir, la verdad del ser; en cuánto que todo es y no es, Heráclito ha expresado, al mismo tiempo, que el todo es el devenir. De él forma parte no sólo la generación, sino también la destrucción; ambas son, no simplemente para sí, sino idénticas. Gran pensamiento este de pasar del ser al devenir, aun cuando, por ser la primera unidad de E) EMPÉDOCLES, LEUCIPO Y DEMÓCRITO A la par con Empédocles, estudiaremos las figuras de Leucipo y Demócrito, en las que se revelaja idealidad de lo sensible y, al mismo tiempo, la determinabilidad general o la transición a lo general. determinaciones opuestas, sea todavía un pensamiento abstracto. Aquí, estas determinaciones aparecen como algo inquieto y llevan consigo, Empédocles es un Ítalo pitagórico, que se inclina a los jonios; más por tanto, el principio de la vida, con lo cual queda superada la falta de interesantes que él son Leucipo y Demócrito, quienes se inclinan a los movimiento que Aristóteles ponía de relieve en las filosofías anteriores, Ítalos, continuando la escuela de los eléatas. Estos dos filósofos y el movimiento mismo se eleva a principio. Por tanto, esta filosofía no pertenecen al mismo sistema filosófico; por sus pensamientos se proyecta sobre el pasado, su principio es esencial y por eso figura en filosóficos, deben figurar y ser estudiados juntos. Leucipo es anterior a Demócrito, y éste no hace sino continuar y perfeccionar la obra iniciada 17 por aquél, pero sin que sea fácil discernir históricamente su parte comparación de quienes antes habían hablado en la ceguera". Los original dentro de ella. Las fuentes nos dicen, ciertamente, que se limitó filósofos anteriores pueden compararse, según dice Aristóteles (Etica I, a desarrollar los pensamientos de Leucipo, y algo se ha conservado de 4), "a los púgiles a quienes llamamos naturalistas. Del mismo modo que su obra, pero sin que nos sea posible hacer ninguna cita literal o precisa éstos descargan con frecuencia buenos golpes al buen tuntún, pero no de pasajes suyos. conforme a las reglas del arte, tampoco estos filósofos parecen tener En Empédocles vemos manifestarse la determinabilidad y la separación de los principios. El que la distinción se revele a la conciencia es un momento esencial; pero los principios presentan aquí, en parte, el carácter del ser físico y, en parte, el carácter del ser ideal, ciertamente, pero de tal modo que esta forma no es todavía la forma conciencia de lo que dicen". Ahora bien, aunque Anaxágoras, apareciendo como un hombre sobrio entre borrachos, tenga por vez primera esta conciencia al decir que el pensamiento puro es lo general y lo verdadero que es en y para sí, tampoco su golpe puede decirse que dé en el blanco. propia del pensamiento. En cambio, en Leucipo y Demócrito vemos ya El nexo entre su filosofía y la de los pensadores que lo preceden es principios más ideales, el del átomo y el de la nada, y una penetración el siguiente. En la idea de Heráclito como movimiento todos los más a fondo de la determinación del pensamiento en lo objetivo, es momentos tienden a desaparecer en absoluto; la idea de Empédocles decir, el comienzo de una metafísica de los cuerpos; o, dicho en otros es la condensación de este movimiento en la unidad, pero una términos, vemos a los conceptos puros conservar el sentido de la condensación sintética, lo mismo que la de Leucipo y Demócrito, pero corporeidad y, con ello, al pensamiento pasar a su forma objetiva; sin de tal modo que mientras en Empédocles los momentos de esta unidad embargo, esta teoría aparece todavía, en su conjunto, sin desarrollar y son los elementos que existen, el fuego, el agua, etc., en estos otros sin que, por tanto, pueda satisfacer. dos filósofos son puras abstracciones, esencias que son en sí, pensamientos. Ahora bien, con ello se establece inmediatamente la generalidad, pues los contrarios, aquí, no tienen ya ningún punto de […] apoyo sensible. Hemos visto aparecer como principios el ser, el devenir, lo uno; son, todos ellos, pensamientos generales, nada sensible, ni F) ANAXÁGORAS tampoco representaciones de la fantasía; sin embargo, el contenido y las partes de estos conceptos están tomadas de lo sensible, son Con Anaxágoras empieza a brillar, aunque sea débilmente, una luz, pensamientos que están sujetos a una u otra determinación. al reconocerse como principio el entendimiento. Aristóteles (Metaf. I, 3) dice de Anaxágoras: "Pero el que dijo que la razón (νούς) es la causa del universo y de todo el orden establecido, lo mismo en la naturaleza que entre los seres vivientes, aparece como un hombre sobrio en Pues bien, Anaxágoras nos dice ahora que lo general no son dioses, ni principios sensibles, ni elementos, ni pensamientos, todos ellos, esencialmente determinaciones nacidas de la reflexión, sino que el 18 pensamiento mismo, el pensamiento en y para sí, sin contraposición, En el pensamiento de yo soy yo o yo = yo, es evidente que distingo abarcándolo todo, es la sustancia o el principio. La unidad retorna a sí también algo de mí, pero permanece la misma unidad pura; no se trata misma, como algo general, de la contraposición; al contrario de lo que de un movimiento, sino de una diferencia no diferenciada, o del ser para ocurre en la síntesis de Empédocles, en que lo contrapuesto todavía mí. Y en todo lo que yo pienso, si el pensamiento tiene un determinado separado y para sí, y no el pensamiento mismo, es el ser; aquí, en contenido, es siempre mi pensamiento; en este objeto tengo, al mismo cambio, el pensamiento es, como proceso puro y libre de suyo, lo tiempo, la conciencia de mí mismo. Pero este algo general, que es para general que se determina a sí mismo, sin distinguirse del pensamiento sí, se enfrenta también, de un modo determinado, al individuo, o el consciente. De este modo, se abre con Anaxágoras un reino pensamiento se enfrenta al ser. En este punto, habría que investigar la completamente distinto y nuevo. unidad especulativa de este algo general con lo individual, cómo se Anaxágoras pone fin a este período y con él se abre otro nuevo. establece esta unidad como unidad absoluta; pero esto no lo encontraremos jamás entre los antiguos, quienes no llegaron a comprender el concepto mismo. No debemos esperar de ellos este concepto puro que consiste en que el entendimiento se plasme y realice […] en un sistema, se organice como universo. 1. EL PRINCIPIO GENERAL DEL PENSAMIENTO El principio lógico de Anaxágoras estriba en el reconocimiento del […] νούς como la esencia simple y absoluta del universo. La simplicidad del νούς; no es un ser, sino una generalidad distinta de sí misma; pero de tal modo que la distinción es levantada inmediatamente, estableciéndose con ello la identidad para sí. Esta generalidad para sí, separada, sólo existe en su pureza como pensamiento; existe también en la naturaleza, cierto es, como esencia objetiva, pero no de un modo puro y para sí, sino llevando consigo como inmediato un algo particular. El espacio y el tiempo son, por ejemplo, lo más ideal, lo más general de la naturaleza como tal; pero no existe un espacio puro, ni un tiempo y un movimiento puros, del mismo modo que no existe una materia pura, pues este algo general es siempre, directamente, un espacio, un aire, una tierra, etc., determinados. Hasta aquí llegaron, propiamente, los pensadores antiguos; lo cual no parece, en verdad, ser gran cosa. Lo "general" es una determinación bien pobre, por cierto; todo el mundo sabe de lo general; pero no sabe de ello en cuanto esencia. Hasta la invisibilidad de lo sensible llega, evidentemente, el pensamiento, pero no hasta la determinabilidad positiva que consiste en pensarlo como algo general, sino solamente hasta lo absoluto carente de predicados, como lo puramente negativo; es hasta aquí y solamente hasta aquí hasta donde llega la concepción común de nuestros días. Con este descubrimiento del pensamiento ponemos fin a la sección primera de nuestra historia, y entramos en el 19 segundo período de ella. contrapuesto, lo no individual, lo general. Es conocido, sin duda; pero lo Los resultados del primer período no son muy grandes, como se ve. Algunos opinan, ciertamente, que estos resultados encierran una sabiduría especial; pero el pensamiento, en esta época, es todavía joven, por lo cual las determinaciones son aún pobres, abstractas, incipientes. El pensamiento ha descubierto todavía pocas determinaciones, tales como el agua, el ser, el número, etc., las cuales que es solamente es en el conocimiento, lo que vale tanto como decir que no existe más ser que el del conocimiento de la conciencia. Esta evolución de lo general, en la que la esencia se pasa por entero al lado de la conciencia, la encontraremos en la tan. denostada filosofía de los sofistas; podemos enfocar esto en el sentido de que es aquí donde se desarrolla la naturaleza negativa de lo general. no pueden resistir al examen; es necesario que lo general se destaque por sí mismo, como acabamos de ver en Anaxágoras, el único en quien, […] hasta ahora, lo encontramos como actividad que se determina a sí misma. CAPÍTULO II: DE LOS SOFISTAS A LOS SOCRÁTICOS […] En este segundo capítulo trataremos primero de los sofistas, segundo, de Sócrates y, tercero, de los socráticos en sentido estricto, separando de ellos a Platón, para tratar de él, juntamente con Claro está que por este camino no es posible llegar muy lejos. Sin embargo, arranca de aquí una evolución más clara de la relación entre la conciencia y el ser, la evolución de la naturaleza del conocer como un conocimiento de la verdad. El espíritu da un paso más hacia adelante al proclamar la esencia como pensamiento; de este modo, la esencia, como algo que es, se halla en la conciencia en cuanto tal: es en sí, pero también en la conciencia. Es, simplemente, el ser en cuanto la conciencia lo conoce, y la esencia es solamente el conocimiento de él. El espíritu no tiene ya por qué buscar la esencia fuera de él, sino dentro de sí mismo, pues lo que parecía algo extraño se revela ahora como Aristóteles, en el tercer capítulo. El νούς, que -es concebido primeramente de un modo muy subjetivo como fin, es decir, como lo que es fin. para el hombre, a saber, como lo bueno, es concebido por Platón y Aristóteles, de un modo objetivo y general, como género o idea. El pensamiento se proclama ahora como el principio, que tiene, por lo pronto, una manifestación subjetiva, en cuanto actividad subjetiva del pensamiento: se abre así, al establecerse lo absoluto como sujeto, una época de reflexión subjetiva; es decir, se inicia en este período, que coincide con la desintegración de Grecia en la guerra del Peloponeso, el principio de los tiempos modernos. pensamiento, es decir, la conciencia tiene esta esencia en sí misma. Pero esta conciencia contrapuesta es un algo individual, con lo cual se levanta, en realidad, el ser en sí; pues el ser en sí es lo no Como en el νούς de Anaxágoras, considerado como la actividad todavía puramente formal que se determina a sí misma, la 20 determinabilidad es todavía totalmente indeterminada, general y mismo y a sus intereses, o bien el contenido se determina como la abstracta y, por tanto, totalmente carente de contenido, el punto de vista generalidad en su conjunto. general es el de la necesidad inmediata de pasar a un contenido, del que arranca la determinación real. Se nos ofrecen pues, según esto, dos puntos de vista: el de cómo ha de concebirse la determinación de lo que es en y para sí y el de Ahora bien, ¿cuál es este contenido general absoluto que se da el cómo ha de ponerse esto en relación directa con el yo como lo pensamiento abstracto, como actividad que se determina a sí misma? pensante. Lo fundamental, en la filosofía, es siempre esto: que, aunque Tal es, aquí, el problema esencial. Frente al pensamiento espontáneo el que establece sea el yo, el con' tenido establecido de lo pensado de los filósofos antiguos, cuyos pensamientos generales hemos debe ser el objeto en y para sí. Si nos atenemos exclusivamente al examinado, aparece ahora la coNciencia. hecho de que el yo es el que establece, tendremos el mal idealismo de Mientras que, hasta ahora, el sujeto, cuando reflexionaba sobre lo absoluto, sólo producía pensamientos y tenía ante si este contenido, ahora, dando un paso más, nos encontramos con que esto no es la los tiempos modernos; en cambio, en los tiempos antiguos los pensadores no se aferraban a que lo pensado fuese malo por el hecho de que yo lo estableciera. totalidad de lo que aquí existe, sino que el sujeto pensante forma Ahora bien, en los sofistas el contenido es solamente lo mío, es también parte esencial de la totalidad de lo objetivo. Pero esta decir, algo subjetivo; fue Sócrates quien captó el contenido como lo que subjetividad del pensamiento tiene, a su vez, vista de cerca, una doble es en y para sí, y los socráticos precisaron luego este contenido en determinación: de una parte, la determinación infinita de ser una forma conexión directa con él. que se refiere a sí misma que, como esta actividad pura de lo general, ob-tiene determinaciones de contenido; de otra parte, en tanto que la conciencia reflexiona sobre el hecho de que el sujeto pensante es el que establece esto, el retorno del espíritu de la objetividad a sí mismo. Así, pues, si primeramente el pensamiento, al entregarse al objeto, no tenía aún como tal, en el νούς de Anaxágoras, contenido alguno, ya que éste se hallaba del otro lado, ahora, con el retorno del pensamiento como la conciencia de que el sujeto es lo pensante, va vinculado también el otro lado, a saber: el de que tiene que procurar darse un contenido esencial absoluto. Este contenido, visto de un modo abstracto, puede, a su vez, ser de dos clases: o bien lo esencial es el yo con respecto a la determinación, cuando se toma por contenido a sí A) LOS SOFISTAS El concepto que la razón había descubierto en Anaxágoras como la esencia es lo simple negativo, en lo que se hunde toda determinabilidad, todo lo que es y todo lo individual. Nada puede mantenerse ante el concepto, ya que el concepto es lo absoluto exento de todo predicado, para el que todo es pura y simplemente un momento; para él no existe, por tanto, digámoslo así, nada firme ni fijo. El concepto es, cabalmente, esta transitoriedad fluyente de Heráclito, este movimiento, esta causticidad a la que nada puede resistirse. Por tanto, el concepto, que se encuentra a sí mismo, se encuentra como el 21 poder absoluto ante el cual todo desaparece; y, con ello, se tornan absoluta y única, empleando celosamente su poder y su fuerza contra fluidas todas las cosas, se fluidifica todo lo existente, todo lo que se cuanto, no siendo pensamiento, pretenda hacerse valer como algo tenía por sólido y firme. Lo que se reputaba firme —ya se trate de la determinado. El pensamiento idéntico consigo mismo endereza, pues, firmeza del ser natural o de la firmeza de determinados conceptos, su fuerza negativa contra la múltiple deterniinabilidad de lo teórico y lo principios, costumbres y leyes— vacila y pierde su estabilidad. Como práctico, contra las verdades de la conciencia natural y contra las leyes algo general, estos principios, etc., son también, indudablemente, parte y los principios dotados de validez inmediata; y lo que para la del concepto, pero su generalidad no es más que su forma; su representación es más firme se disuelve en él, abandonando por una contenido se pone, empero, como algo determinado, en. movimiento. parte a la subjetividad especial el convertirse en lo primero y lo más Este movimiento lo vemos manifestarse en los llamados sofistas, con los que aquí nos encontramos por vez primera. firme y el referir a sí todo lo demás. Este concepto, al manifestarse así, se convierte ahora en filosofía general, y no solamente en una filosofía, sino también en una cultura general, en la cultura que procura adquirir y tiene que adquirir […] necesariamente todo hombre que no pertenezca al pueblo situado al margen Es cierto que la sofistería es una palabra mal famada; y fue principalmente la oposición de Sócrates y Platón la que rodeó a los sofistas de esta mala fama, según la cual esta expresión significa, generalmente, que se trata de refutar o hacer vacilar arbitrariamente y por medio de falsas razones algo que se tiene por verdad o de probar y hacer plausible algo que se reputa falso. Debemos dejar a un lado y olvidar este sentido negativo de la palabra. En cambio, queremos examinar, desde el punto de vista positivo y verdaderamente científico cuál era la posición de los sofistas en Grecia. de todo pensamiento. Llamamos cultura, en efecto, precisamente al concepto aplicado en la realidad, en tanto no se manifieste puramente en su abstracción, sino en unidad con el contenido múltiple de todas las representaciones. Ahora bien, el concepto es el factor dominante y él motor de la cultura, pues en ambos se reconoce lo que hay de determinado en su límite, en su tránsito a otra cosa. La cultura, así entendida, se convierte en la finalidad general de la enseñanza; por eso surgió por doquier multitud de maestros de sofística. Más aún, los sofistas son los maestros de Grecia, gracias a los cuales, en realidad, pudo surgir en ésta una cultura; en tal sentido, vinieron a sustituir a los poetas y a los rapsodas, que habían sido Son los sofistas quienes aplican el concepto simple, como anteriormente los verdaderos maestros. pensamiento (que ya en la escuela de los eléatas, con Zenón, empieza a volverse contra su reverso puro, el movimiento), a los objetos del mundo y quienes penetran con él en todos los asuntos humanos, al adquirir el pensamiento conciencia de sí mismo como la esencia […] 22 aspectos fundamentales de su cultura fue la generalización del modo de La religión no fue maestra ni vehículo de cultura, pues no contenía enseñanza alguna. Es cierto que los sacerdotes sacrificaban a los dioses, emitían profecías e interpretaban los oráculos, pero el enseñar pensar de los eléatas y la extensión de este modo de pensar a todo el contenido del saber y del obrar; lo que en ello hay de positivo se revela como lo útil, y lo es, en realidad. es algo muy distinto de todo esto. Los sofistas, por su parte, iniciaban a los hombres en la sabiduría, en las ciencias en general, en la música, la […] matemática, etc.; y en ello consistía, ademas, su primordial misión. La necesidad de educarse por medio del pensamiento, de la reflexión, habíase sentido en Grecia antes de Feríeles: comprendíase que era necesario formar a los hombres en sus ideas, enseñarlos a orientarse en las relaciones de la vida por medio del pensamiento y no solamente por oráculos o por la fuerza de la costumbre, de la pasión o del sentimiento momentáneo; no en vano el fin del Estado es siempre lo general, dentro de lo que queda encerrado lo particular. Los sofistas, al aspirar a este tipo de cultura y a su difusión, se convierten en una clase especial dedicada a la enseñanza como negocio o como oficio, es decir, como una misión, en vez de confiar ésta a las escuelas; recorren para ello, en incesante peregrinar, las ciudades de Grecia y toman en sus B) SÓCRATES A este punto había llegado la conciencia en Grecia, cuando surgió en Atenas la gran figura de Sócrates, en quien la subjetividad del pensamiento se pone de relieve de un modo mucho más claro y más profundo. Pero Sócrates no brota como un hongo de la tierra, sino que se halla unido a su época por un determinado nexo de continuidad: no es, pues, únicamente una figura de extraordinaria importancia en la historia de la filosofía, tal vez la más interesante de cuantas forman el panorama de la filosofía antigua, sino que es, además, una personalidad que pertenece a la historia universal. manos la educación y la instrucción de la juventud. Sócrates personifica, en efecto, uno de los momentos críneos fundamentales del espíritu que vuelve sobre sí mismo, bajo la forma del […] pensamiento filosófico. Recapitulando brevemente el ciclo recorrido hasta aquí, vemos que los antiguos jonios pensaron, es cierto, pero sin reflexionar sobre el pensamiento o definir como pensamiento su Los sofistas, por su cultura formal, se mueven dentro del campo de la filosofía; en cambio, por su reflexión se. hallan, en realidad, al margen de él. El vínculo que los une a la filosofía es el hecho de que no se detienen en el razonamiento concreto, sino que se remontan, por lo menos en parte, hasta las últimas determinaciones. Uno de los producto. Los atomistas convierten ya la esencia objetiva en pensamientos, pero éstos, en ellos, son todavía simples abstracciones, entidades puras. Anaxágoras es el primero que eleva el pensamiento como tal a principio, que se manifiesta, así, como el concepto todopoderoso, como el poder negativo sobre todo lo determinado y 23 existente. Finalmente, Protágoras proclama el pensamiento como la mismo en que se levanta todo lo determinado, no debe perderse de esencia, pero tomándolo precisamente en su movimiento, que no es vista que Sócrates encuentra en el pensamiento, a la par, el punto fijo y sino la conciencia en que todo se disuelve, la inquietud del concepto. quieto. Esta sustancia en y para sí y que no hace sino conservarse, Sin embargo, esta inquietud es también, en sí misma, algo quieto y fijo. aparece determinada como el fin y, más concretamente, como lo Ahora bien, lo que hay de fijo en el movimiento como tal es el yo, ya verdadero, como lo bueno. que los momentos del movimiento se hallan al margen de él: el yo, como lo que se conserva a sí mismo y levanta todo lo otro, es una unidad negativa, pero, precisamente por ello, individual; no es aún algo general que reflexione sobre sí mismo. En esto estriba, en efecto, el doble sentido de la dialéctica y la sofística: en que, al desaparecer lo objetivo, el significado de lo fijamente subjetivo pasa a ser o bien lo individual opuesto a lo objetivo, y con ello la arbitrariedad fortuita y sustraída a toda ley, o bien lo que hay en ello mismo de objetivo y general. Pues bien, Sócrates proclama la esencia como el yo general, como la conciencia que descansa en sí misma; esto no es otra cosa que lo bueno como tal, libre de la realidad existente, libre de la conciencia sensible concreta de los sentimientos y las inclinaciones, libre, finalmente, del pensamiento dedicado a especular teóricamente en torno a la naturaleza, el cual, aun siendo pensamiento, conserva aún la forma del ser, en el cual yo no puedo, por tanto, estar seguro de mí mismo. Con esto, Sócrates acepta, en primer lugar, la doctrina de Anaxágoras según la cual el pensamiento, la inteligencia, es lo que A este criterio de lo general viene a añadirse, en segundo lugar, el de que este algo bueno que debo considerar como fin sustancial debe ser reconocido por sí mismo: aparece así, con Sócrates, la subjetividad infinita, la libertad de la conciencia de sí mismo. Esta libertad, que se cifra en el postulado de que la conciencia, en todo lo que piense, debe hallarse sencillamente presente y cabe sí, es postulada en nuestro tiempo en términos infinitos y de un modo puro y simple: lo sustancial, aunque eterno y en y para sí, debe ser producido también por mí; ahora bien, este algo mío no es otra cosa que la actividad formal. El principio de Sócrates consiste, pues, en que el hombre descubra a partir de sí mismo tanto el fin de sus actos como el fin último del universo, en que llegue a través de sí mismo a la verdad. El pensamiento verdadero piensa de tal modo que su contenido no es subjetivo, sino objetivó. Pero objetividad, aquí, quiere decir generalidad en y para sí, no objetividad puramente externa. La verdad se postula, así, como un producto elaborado por medio del pensamiento, mientras que la moralidad libre y espontánea es, como hace decir Sófocles a Antígona (vs. 454-457), "la ley eterna de los dioses", Sin que nadie pueda saber de dónde viene. gobierna, lo general que se determina a sí mismo, pero sin que este principio revista ya, como en los sofistas, el aspecto de una cultura formal o de un filosofar abstracto. Por tanto, si también en Sócrates, como en Protágoras, la esencia es el pensamiento consciente de sí En los tiempos modernos se habla mucho del saber inmediato y de la fe, pero no debe creerse que su contenido, es decir, Dios, el bien, la justicia, etc., tenga como fuente exclusivamente los sentimientos y la 24 imaginación, pues es, en realidad, algo puramente espiritual, es decir, un contenido procedente del pensamiento. Los animales no tienen religión, sencillamente porque sienten y no piensan; lo espiritual tiene siempre por instrumento el pensamiento y es privativo del hombre. no es sino un fenómeno, que no es objetivo en sí mismo. En tercer lugar, Sócrates sólo concibe lo bueno, primordialmente, en el sentido especial de lo práctico, lo que, sin embargo, no es sino uno de los modos de la idea sustancial; lo general no es solamente para mí, Sócrates da, pues, un paso extraordinariamente importante al sino que es también, como fin en y para sí, el principio de la filosofía de atribuir la verdad de lo objetivo al pensamiento del sujeto, en el mismo la naturaleza; en este elevado sentido lo entendieron, en efecto, Platón sentido en que Protágoras dice que lo objetivo sólo existe a través de la y Aristóteles. Por eso, las historias antiguas de la filosofía destacan relación con nosotros. Por eso, la guerra declarada por Sócrates y como uno de los grandes méritos de Sócrates el haber introducido la Platón contra los sofistas no podía obedecer, en modo alguno, a que ética como un nuevo concepto de la filosofía, que, hasta entonces, sólo aquéllos defendieran contra éstos, como creyentes de viejo cuño, la se preocupaba de investigar la naturaleza: así, Diógenes Laercio (III, religión griega y las costumbres antiguas, por atentar contra las cuales 56) dice que los jonios descubrieron la filosofía de la naturaleza, a la había sido condenado ya Anaxágoras. Por el contrario. La reflexión y la que Sócrates añadió la ética y Platón la dialéctica. Ahora bien, como la tendencia a buscar en la conciencia la instancia de apelación de todas ética, precisando su contenido, es, en parte, moralidad y, en parte, las decisiones son comunes a Sócrates y a los sofistas. ethos* tenemos que la teoría socrática es, en rigor, una teoría ética, ya La contraposición que necesariamente tenía que plantearse entre la filosofía de Sócrates y Platón y los sofistas, que eran el exponente de la cultura filosófica general de su tiempo, era ésta: la de que lo objetivo producido por el pensamiento es, al mismo tiempo, algo en y para sí, es decir, algo colocado por encima de todo particularismo de intereses e inclinaciones y que representa un poder sobre ellos. Por tanto, mientras que, de una parte, el momento de la libertad subjetiva, tal como la conciben Sócrates y Platón, consiste en llevar la conciencia dentro de sí, este retorno, por otra parte, se determina asimismo como un salir fuera de la subjetividad especial; lo cual lleva consigo, precisamente, el que se destierre el carácter contingente, casual, de las ocurrencias y el que en ella predomina el lado subjetivo, el lado de las intenciones, de los criterios personales, aunque se levante también en ella esta determinación del postular partiendo de sí mismo y el bien sea, en ella, lo eterno, lo que es en y para sí. La moralidad es, por el contrario, algo exento de preocupación, pues lo decisivo, en ello, es que lo bueno en y para sí se conozca y se practique. Los atenienses anteriores a Sócrates eran hombres morales, pero no éticos, pues practicaban lo que había de racional en sus relaciones sin saber que eran, en verdad, hombres buenos. El ethos combina la reflexión con esta moralidad, el que este modo de conducirse, y no el otro, es el bueno; esta diferencia ha vuelto a cobrar vida, modernamente, con la filosofía kantiana, que es ética. que el hombre tenga este "salir fuera" en el interior como lo espiritual Sócrates creó e hizo nacer, de este modo, la ética; por eso, todas general. Esto es, en efecto, lo verdadero, la unidad de lo subjetivo y lo las chacharas éticas y la filosofía popular de la posteridad ven en él su objetivo en la terminología moderna; a diferencia del ideal kantiano, que patrono y su santo tutelar, haciendo de Sócrates el manto para cubrir y 25 justificar toda su falta de filosofía. El método empleado por Sócrates idea de un todo científico. Así, pues, mientras que Sócrates sólo para filosofar tenía, necesariamente, que popularizar su figura, a lo que concebía el pensamiento que es en y para sí como fin para la voluntad contribuyó, además, notablemente, su muerte, al rodear a este consciente de sí misma, Platón abandona este estrecho punto de vista pensador con el halo del interés emotivo-popular que suelen dar los y amplía el. derecho puramente abstracto del pensamiento consciente sufrimientos de los inocentes. de sí mismo, que Sócrates elevara a principio, llevándolo al terreno de la ciencia; con lo cual hace posible una construcción y una derivación a base del principio, aunque su exposición no tenga todavía carácter […] científico. Platón es una de las figuras histórico-universales y su filosofía una CAPÍTULO III: PLATÓN Y ARISTÓTELES La ciencia filosófica empieza a desarrollarse como tal y el punto de vista socrático empieza a adquirir rasgos de cientificidad a partir de Platón, y la trayectoria que éste inicia llega a su remate con Aristóteles. Nadie tiene más derecho que estos dos pensadores a llamarse maestros del género humano. de esas existencias de la historia universal que, desde su rrismo nacimiento, ejercen la más importante influencia sobre todos los tiempos venideros, en cuanto a la formación y al desarrollo del espíritu. En efecto, lo característico de la filosofía platónica es, precisamente, esa orientación hacia el mundo intelectual y suprasensible, la exaltación de la conciencia al reino espiritual; de tal modo que lo espiritual, lo que pertenece al mundo del pensamiento, cobra importancia, bajo esta forma, para la conciencia y encuentra el camino hacia ella, y, a la A) PLATÓN Platón tiene también su puesto entre los filósofos socráticos; es el más famoso de los amigos y oyentes de Sócrates y concibió en toda su verdad el principio de su maestro según el cual la esencia reside en la conciencia, ya que de acuerdo con él lo absoluto ha de buscarse en el pensamiento y toda realidad es pensamiento: no el pensamiento unilateral o el pensamiento concebido en el sentido del idealismo malo, según el cual el pensamiento reaparece en uno de los lados, se concibe como pensamiento consciente y se enfrenta a la realidad, sino el inversa, la conciencia empieza a pisar firme en este terreno. También la religión cristiana eleva a principio general este alto principio según el cual la esencia espiritual interior del hombre es su verdadera esencia, aunque sea de un modo propio y peculiar, es decir, viendo en -ello el destino del hombre a la bienaventuranza: y así, bien podemos afirmar que Platón y su filosofía contribuyeron en una parte importantísima a que aquel modo de concebir se convirtiese en esta organización de lo racional, en este reino de lo suprasensible, pues no en vano fue Platón quien dio el primer paso por este camino. pensamiento que abarca en una unidad tanto la realidad como el pensar, el concepto y su realidad en el movimiento de la ciencia, y la […] 26 Por lo que se refiere al concepto general de la filosofía en Platón, lo Por tanto, la filosofía es, para Platón, la ciencia de lo general en sí, primero es saber cuál era la noción que Platón se formaba acerca del al que este pensador retorna constantemente y se remite una y otra valor ¿Le la filosofía en general. Lo veremos completamente penetrado vez, por oposición a lo particular y a lo concreto. "Como Platón hablase de la altísima importancia del conocimiento filosófico; su entusiasmo en de la 'mesalidad' y la 'vasalidad', Diógenes el cínico le interrumpió, para lo tocante al pensamiento de lo que es en y para sí, es muy grande. Así decirle: sí veo mesas y vasos, pero no veo por ninguna parte eso que tú como los cirenaicos enfocaban la proyección del ser sobre la conciencia llamas 'mesalidad' o 'vasalidad'. Cierto, replicó Platón, pues tienes ojos individual, buscando en ella la esencia, y los cínicos la buscaban en la para ver las mesas y los vasos, pero careces de espíritu para ver la libertad inmediata, Platón investiga, por el contrario, la unidad 'mesalidad' y la 'vasalidad'." mediadora consigo misma de la conciencia y la esencia, o sea el conocimiento. Expresa continuamente las más sublimes nociones acerca de la dignidad de la filosofía, así como el más profundo sentimiento y la más decidida conciencia de considerar todo lo demás como secundario, al lado de esto. Habla de la filosofía y de su elevado rango con el mayor convencimiento, con toda energía, con el gran orgullo de la ciencia, como no nos atreveríamos a hacerlo hoy. No encontraremos en él ni rastro de la llamada actitud de modestia de la ciencia ante otras esferas o del hombre ante Dios; Platón abriga la plena conciencia de cuán próxima se halla a Dios y de hasta qué punto forma la razón humana una unidad con Él. La obra iniciada por Sócrates fue llevada a cabo por Platón, quien sólo reconoce como esencial lo general, la idea, lo bueno. Mediante la exposición de sus ideas, Platón puso al descubierto el mundo intelectual, pero sin ver en él un mundo situado más allá de la realidad, en el cielo, en un lugar distinto, sino el mundo real, del mismo modo que Leucipo había acercado lo ideal a la realidad, sin colocarlo — metafísicamente— detrás de la naturaleza. La esencia de la teoría de las ideas ha de buscarse, por tanto, en la concepción de que lo verdadero no es lo que existe para nuestros sentidos, sino que el verdadero y único ser del mundo está en lo determinado de suyo, en lo general en y para sí: el mundo intelectual es, por tanto, lo verdadero, lo Soportamos la lectura de esto en Platón, es decir, en un autor de la digno de ser conocido, lo eterno, lo divino en y para sí. Las diferencias antigüedad, porque no se trata ya de algo presente; si un filósofo no son esenciales, sino simplemente transitorias; sin embargo, lo que moderno se atreviera a expresarse así, se lo tomaríamos muy a mal. La Platón llama absoluto es, al mismo tiempo, como algo único e idéntico filosofía es, para Platón, el supremo bien, la esencia del hombre, todo lo consigo mismo, algo concreto de suyo, en cuanto que es un movimiento que el hombre tiene que buscar. que retorna a sí mismo y que permanece eternamente cabe sí. Y el amor por las ideas es lo que Platón llama entusiasmo. […] 27 […] cosas habremos de encontrarnos más adelante, en el curso de nuestra exposición. Con lo dicho, queda expuesto el contenido fundamental de la filosofía platónica. El punto de vista de Platón es éste: en primer lugar, aparece la forma fortuita del diálogo, en el que aparecen hablando unos cuantos hombres nobles y libres, sin otro interés que el de la vida espiritual de la teoría; en segundo lugar, a medida que van ahondando en el contenido, descubren los más profundos conceptos y los más bellos pensamientos, como piedras preciosas con que se tropezase, no digamos en un desierto, pero sí, desde luego, en un camino seco y pedregoso; en tercer lugar, no encontraremos aquí ninguna conexión sistemática, aunque todo emane y fluya de un solo interés; en cuarto lugar, falta toda subjetividad del concepto; y, en quinto lugar, la base de todo es la idea sustancial. B) ARISTÓTELES Nos separamos, con esto, de Platón, a quien abandona uno, en verdad, de mala gana. Al pasar a su discípulo Aristóteles nos gana aún más la preocupación de tener que ser demasiado prolijos, pues no en vano se trata de uno de los más ricos y profundos genios científicos que jamás hayan existido: un hombre que nunca ha podido ser igualado. Disponemos, por fortuna, de un gran número de sus obras, y esto hace que la materia sea todavía más extensa; sin embargo, no podemos, desgraciadamente, conceder aquí a Aristóteles la extensión que merece. Tendremos, por fuerza, que limitarnos a dar una noción general de su filosofía y señalar solamente, de un modo especial, hasta Ahora bien, la filosofía platónica pasó por dos fases, con arreglo a qué punto su filosofía desarrolló y llevó adelante la obra iniciada por el las cuales tenía necesariamente que desarrollarse y remontarse a un principio platónico, tanto en lo tocante a la profundidad de las ideas principio superior. Lo general, que reside en la razón, tenía, en primer como en lo que se refiere a su extensión; pues Aristóteles es un espíritu lugar, que desdoblarse en la más acusada antítesis infinita, en la tan vasto y especulativo como ningún otro, aunque no proceda sustantividad de la conciencia personal, que es para sí: y así, vemos sistemáticamente. cómo en la Nueva Academia la conciencia de sí mismo se repliega sobre sí misma y se convierte en una especie de escepticismo; la razón negativa, que se vuelve contra todo lo general y no sabe encontrar la unidad de la conciencia de sí mismo y de lo general, razón por la cual se aferra a aquella. Pero, en segundo lugar, los neoplatónicos, dando media vuelta, llevan de nuevo a cabo esta unidad de la conciencia de sí Por lo que se refiere al carácter general de Aristóteles, vemos que éste abarca todo el horizonte de las ideas humanas, penetra en todos y cada uno de los aspectos del universo real y somete al poder del concepto la riqueza y la dispersión de todos ellos: no en vano la mayoría de las ciencias filosóficas le deben a Aristóteles sus distinciones y sus orígenes. mismo y la esencia absoluta: para ellos, Dios está presente directamente en la razón; el conocer racional mismo es el espíritu divino y el contenido de este conocimiento la esencia de Dios. Con ambas Pero, aunque la ciencia se descomponga, por esta vía, toda ella en una serie de determinaciones intelectivas de determinados conceptos, 28 no por ello deja la filosofía aristotélica de estar dominada, al mismo estos últimos tiempos, pero no así a sus ideas filosóficas. Es, por tiempo, por los más profundos conceptos especulativos, Aristóteles ejemplo, una opinión muy generalizada la de que la filosofía aristotélica procede en conjunto del mismo modo que en cuanto al detalle. Sin y la platónica se enfrentan y oponen la una a la otra, concibiéndose ésta embargo, la concepción general de su filosofía no aparece como un como basada en el idealismo y aquélla, por el contrario, como todo que se sistematice por medio de la construcción y cuya ordenación construida sobre el realismo, el realismo más trillado y trivial. Platón, se y cohesión pertenezcan también a los conceptos, sino que las partes dice, tomó por principio el ideal, de tal modo que, en él, la idea interior están tomadas de la experiencia y colocadas las unas al lado de las crea de sí misma; en Aristóteles, por el contrario, el alma es —siempre otras, de tal modo que cada parte se reconoce por sí misma como un según este modo de pensar— una tabula rasa, que recibe pasivamente concepto determinado, sin necesidad de incorporarse al movimiento sus determinaciones del mundo exterior: la filosofía aristotélica es, por coherente de la ciencia. A la filosofía de aquel tiempo y al punto de vista tanto, empirismo, un lockeanismo de la peor especie, etc. en que se situaba no se les podía exigir que pusieran de manifiesto la necesidad. Sin embargo, aunque el sistema de Aristóteles no aparezca como desarrollado en sus partes partiendo del concepto mismo, sino que las partes se presentan las unas al lado de las otras, no cabe duda de que forman una totalidad de filosofía esencialmente especulativa. Pero pronto veremos cuan falsa es esta manera de pensar. En realidad, Aristóteles supera a Platón en cuanto a profundidad especulativa, ya que conoció la más profunda de las especulaciones, el idealismo, del que no se aparta, por muy vasto que sea su campo empírico. Una razón para ser prolijo, tratándose de Aristóteles, la tenemos en que ningún otro filósofo ha sido objeto de tanta injusticia por parte de las tradiciones totalmente huérfanas de pensamiento que se […] mantuvieron al margen de su filosofía y que todavía se hallan a la orden del día hoy, a pesar de haber sido este pensador, durante largos siglos, el maestro de todos los filósofos. Todavía es hoy el día en que se le atribuyen, como lo más natural del mundo, ideas y doctrinas que son, cabalmente, el reverso de su filosofía. Y, mientras que a Platón se le lee mucho, el tesoro de la obra aristotélica permaneció poco menos que ignorado a lo largo de los siglos, hasta llegar a los tiempos más recientes, reinando en torno a él los más falsos prejuicios. Las obras especulativas, lógicas de Aristóteles apenas son conocidas por nadie; a las que versan sobre historia natural se les ha hecho más justicia, en Es difícil señalar con toda precisión lo que es la filosofía aristotélica, indicar los diversos momentos fundamentales de la idea general, pues Aristóteles es mucho menos fácil de comprender que Platón. Éste se vale de mitos y siempre cabe saltar por alto lo dialéctico y decir, sin embargo, que se ha leído a Platón; Aristóteles, por el contrario, entra directamente en lo especulativo. Parece como si éste se limitase a filosofar sobre lo concreto, sobre lo particular, sin destacar qué es lo absoluto, lo general, qué es Dios, pues pasa siempre de unos detalles a otros. Su tarea cotidiana versa sobre lo que es, lo mismo que la labor 29 de un profesor es su curso semestral; y aunque para ello recorra toda la conciencia y este aislamiento en la determinación por el concepto, por masa del mundo de las representaciones, sólo parece buscar lo ser asimismo necesario, contiene en todas y cada una de esas esferas verdadero en lo particular, sólo parece reconocer una serie de verdades los más profundos pensamientos certeros, tenemos que Aristóteles, particulares. para adelantarnos aquí, en general, a la historia extema de su filosofía, Este modo de proceder no presenta brillantez alguna, ya que no parece elevarse hasta la idea (como Platón, que habla de la excelsitud de las ideas) ni reducir a ella lo concreto y detallado. Pero, si bien Aristóteles, de una parte, no destaca lógicamente la idea general (pues de otro modo su llamada lógica, que es algo distinto, podría estaba llamado a ser, sin interrupción, durante largos siglos el exponente de la formación del pensamiento. Al desaparecer la ciencia entre los cristianos, en el Occidente, su prestigio brilló también con igual fuerza entre los árabes, quienes, andando el tiempo, se encargaron de transmitir su filosofía a la posteridad, en los países de Occidente. reconocerse en todo como el concepto uno, en cuanto al método), no es menos cierto que, por otra parte, en Aristóteles aparece también lo […] uno absoluto, la idea de Dios, como algo particular, ocupando su lugar al lado de los demás, aunque sea toda la verdad. Es algo así como si se dijera: "Existen las plantas, los animales, los hombres, pero existe también Dios, lo más excelente de todo." Ponemos fin, así, a la primera sección de la filosofía griega para pasar en seguida al segundo período de ella. El primer período de la filosofía griega llega hasta Aristóteles, hasta esta plasmación de la ciencia en que el conocimiento se erige sobre este terreno del […] pensamiento libre. El resultado a que se llega, en Platón y Aristóteles, es como hemos visto la idea; sin embargo, en Platón veíamos cómo lo Y con lo dicho ponemos fin a nuestro resumen de la filosofía aristotélica, de la que no es fácil por cierto desprenderse, pues cuanto más entra uno en detalles de ella, más interesante resulta y más cohesión encuentra uno en los temas. general se hacía valer de un modo más bien abstracto como la idea inmóvil, mientras que en Aristóteles el pensamiento se torna totalmente concreto en la efectividad como el pensamiento que se piensa a sí mismo. La necesidad inmediata, lo inmediatamente necesario, tiene que contenerse en aquello que la filosofía había llegado a ser con Platón y Aristóteles. Esta necesidad no es otra sino la de que lo general se […] destaque ahora, libremente por sí mismo, como la generalidad del principio, de tal modo que lo particular sea reconocido por este algo general: o, dicho en otros términos, se manifiesta de modo inmediato la Como el concepto de Aristóteles penetró en todas las esferas de la 30 necesidad de una filosofía sistemática, encaminada hacia lo que antes por encima de los cuales no se destaca un principio que se imponga a llamábamos la unidad del concepto. lo particular. Por eso en Aristóteles la idea suprema ocupa, a su vez, el Cabe hablar del sistema platónico y del sistema aristotélico, pero no hay que buscarlos en la forma del sistema, pues para ello es necesario que se establezca un principio y se lo desarrolle de un modo consecuente a través de lo particular. Dentro del complejo total de la comprensión del universo por Aristóteles, en que todo se reduce a lo especulativo en el supremo modo de la ciencia, por muy empíricamente que este pensador aborde los problemas, se contiene indudablemente lugar que le corresponde como algo particular, sin llegar a ser el principio de toda su filosofía. De aquí qué la necesidad inmediatamente sentida por la filosofía sea, ahora, el que el volumen de lo conocido se manifieste también como una organización del concepto, para que de este modo la multiforme realidad pueda referirse a aquella idea como a lo general y determinarse por ella. Tal es, en efecto, el resultado a que se llegará en este segundo período de la historia de la filosofía. un principio, que es además un principio especulativo, pero sin que Esta filosofía sistemática se convierte, en una primera fase, en llegue a destacarse como una unidad; la naturaleza de lo especulativo dogmatismo, que trae en seguida como reacción, por razón de su no llega a cobrar conciencia de sí, como concepto para sí, como lo que unilateralidad, el escepticismo: así también, los franceses llaman a lo encierra dentro de sí mismo la evolución de la multiplicidad del universo dogmático systématique y dan el nombre de systéme a aquel conjunto natural y espiritual: por consiguiente, no se proclama como lo general, a de base de lo cual se desarrolle lo particular. La lógica aristotélica es más consecuentemente bien lo contrario de eso. Recorre la serie de los vivos y los muertos, se systématique es, para ellos, sinónimo de unilateral. Y, en efecto, las enfrenta a su pensamiento objetivo, es decir, comprensivo, y lo capta al filosofías de una época posterior toman un giro unilateral, ya que en comprenderlo; todo objeto es, para ella, un concepto desintegrado en ellas sólo se reconoce la necesidad de un principio, pero sin desarrollar sus determinaciones, aunque luego se encarga de articular y hacer la idea a partir de sí misma como algo real y general, cosa que coherentes estos pensamientos, convirtiéndose así en especulativa. perfectamente habrían podido hacer en y para sí, ni llegar, por tanto, a Y si bien es cierto que ya Platón procedía, en conjunto, de un modo empírico, al hacerse cargo de ésta y de la otra representación y recorrerlas y analizarlas, esta manera vaga se manifiesta con mayor fuerza aún en Aristóteles. En la ciencia aristotélica, por tanto, la idea del pensamiento que se piensa a sí mismo se concibe ya, es cierto, como representaciones de en una el que todas determinación; tienen que emanar y eso también por conocer el mundo de tal modo que el contenido sólo se conciba como determinación del pensamiento que se piensa a sí mismo. Y esto hace precisamente que este principio aparezca como algo formal y abstracto y que lo particular no se deduzca todavía de ello, sino que lo general se limite a aplicarse a lo particular, buscando la regla de esta aplicación. la verdad suprema; pero la realización de ese pensamiento, la En Aristóteles, la idea es, por lo menos, concreta en sí, como conciencia del universo natural y espiritual, recorre al margen de conciencia de la unidad de lo subjetivo y lo objetivo, y por tanto no es aquella idea una larga y desarticulada serie de conceptos especiales, unilateral. Para que la idea fuese verdaderamente concreta, sería 31 necesario que a base de ella se desarrollase lo particular. La otra través de la necesidad interior del espíritu: no al exterior, sino a tono relación sería simplemente la de la subsun-ción de lo particular bajo lo con el concepto. Esta necesidad será la que dará vida a las filosofías general, de tal modo que ambas cosas se diferenciasen entre sí; en estoica, epicúrea, neoacadémica y escéptica, que a continuación este caso, lo general es solamente un principio formal, lo que hace que habremos de estudiar. Y si en el estudio de este primer período nos esta filosofía sea por fuerza una filosofía unilateral. hemos detenido demasiado, podremos recobrar el espacio en el Ahora bien, el verdadero problema consiste en conseguir que converjan ambas direcciones: la de la evolución de lo particular a base examen'del segundo, en el que ya no tenemos para qué extendernos tanto. de la idea y la de la subsunción de lo particular bajo lo general. Los fenómenos del mundo físico y del mundo espiritual deben prepararse y SEGUNDO PERIODO: EL DOGMATISMO Y EL ESCEPTICISMO elaborarse desde su campo con vistas al concepto, para que las otras ciencias puedan formar, a partir de ellos, leyes y principios generales; sólo así puede la razón especulativa llegar a plasmarse en los pensamientos determinados y cobrar clara y plena conciencia de la cohesión existente entre ellos, que es una cohesión interior. En este segundo período, que precede a la filosofía alejandrina, habremos de estudiar las corrientes del dogmatismo y el escepticismo. El dogmatismo es adoptado por dos filosofías, la estoica y la epicúrea; la otra corriente —compartida por ambas filosofías y que es, sin embargo, la reacción contra aquélla—, el escepticismo, aparece Como dogmáticas, aquellas filosofías son también, vistas de cerca, filosofías afirmativas, ya que por este camino el principio no hace más que afirmar, sin llegar a demostrarse de un modo verdadero. Pues lo representada por la nueva Academia, entregada por entero a él, mientras que en la Academia antigua se mantenía todavía en su pureza la filosofía de Platón. que se hace es postular un principio bajo el que se subsuma todo y que, por tanto, se da por supuesto como lo primero. Ya antes habíamos tenido principios abstractos de éstos, como, por ejemplo, el del ser puro; lo que ocurre es que en ellos lo particular, por lo que comienza la distinción de otras cosas, se establecía como algo puramente negativo. Aquella necesidad, en cambio, tiende a lo general, que al mismo tiempo debe darse en lo particular; de tal modo que eso no quede a un lado, al margen, sino que rija como determinado por lo general. Veíamos, al final del período anterior, la conciencia de la idea o de lo general, que es de suyo fin: un principio evidentemente general, pero al mismo tiempo determinado de suyo, capaz por ello mismo de subsurnir lo particular y de ser aplicado a ello. Este ángulo de la aplicación de lo general a lo particular es aquí lo predominante, pues el pensamiento de que la particulariza-ción de la totalidad se desarrolle a partir de lo general mismo, no existe aún. Esta relación lleva siempre implícita la necesidad del sistema y de lo sistemático; en efecto, un determinado Esta necesidad de un principio general, aunque todavía no demostrado, existe a partir de ahora para el conocimiento. Lo correspondiente a esta necesidad se manifiesta ahora en el mundo a principio debe ser aplicado de, un modo consecuente a lo particular, de tal modo que la verdad de todo lo particular sea determinada y, al 32 propio tiempo, conocida con arreglo a este principio abstracto. Y como satisfacción en lo concreto opuesto al este formalismo, en el en esto precisamente consiste el llamado dogmatismo, tenemos que es sentimiento y la fe interiores. La naturaleza y el mundo político son un filosofar del entendimiento, en el que no se da ya la grandeza también indudablemente concretos, pero externamente concretos; lo especulativa de un Platón ni de un Aristóteles. propiamente concreto, por el contrario, no reside en la idea general Con vistas a aquella relación, la misión de la filosofía se determina ahora como el doble problema fundamental que conocemos ya de determinada, sino solamente en la conciencia de sí mismo y como lo suyo. antes: el que tiende hacia un criterio de verdad y el que busca el del Por tanto, la segunda determinación predominante es la del sufrió. sabio. La necesidad de este fenómeno puede ser explicada ahora más No sólo la razón, todo debe ser algo pensado, es decir, en cuanto algo de cerca y además desde otro punto de vista. .Sabiendo ya, en efecto, subjetivo, mi pensamiento; lo pensado, a su vez, sólo es en sí, es decir, que lo verdadero estriba en la coincidencia entre, el pensamiento y la sólo es objetivo de suyo, en tanto aparece bajo la forma de la identidad realidad o ha sido concebido, más bien, como la identidad del concepto formal del pensamiento consigo mismo. El pensamiento del criterio, entre lo subjetivo y lo objetivo, cabe preguntar, ante todo, euál es el como de un principio, es en su realidad inmediata el sujeto mismo; por principio general para poder juzgar esta coincidencia, el principio con tanto, el pensamiento y lo pensante forman una unidad directamente. Y arreglo al cual lo verdadero puede juzgarse como verdadero: tal es justo como el principio de esta filosofía no es objetivo sino dogmático y el criterio. descansa sobre la tendencia de la conciencia de sí mismo a encontrar Sin embargo, como este problema sólo pudo resolverse de un modo formal y dogmático, trajo aparejada, al mismo tiempo, la dialéctica del escepticismo o la conciencia de la unilateralidad de este principio, en general, como un principio dogmático. Otra consecuencia de esta filosofía es la de que el principio, enl cuanto formal, era un principio subjetivo; y por serlo cobraba la esencial significación de la subjetividad de la conciencia, de sí mismo. Por razón de la asimilación externa de la multiplicidad en general, es la conciencia de sí mismo el punto supremo en que el pensamiento se encuentra en su modalidad más determinada. satisfacción, tenemos que el sujeto es aquello por lo que debe velarse. El sujeto busca para sí un principio de su libertad, la firmeza inconmovible de suyo; debe ser conforme al criterio, es decir, a este principio completamente general, para poder elevarse a esta independencia abstracta. La conciencia de sí mismo vive en la soledad de su pensamiento y encuentra en ella su satisfacción. Tales son, en efecto, las determinaciones fundamentales de las filosofías que entramos a exponer: lo primero será exponer los principios fundamentales sobre que descansan; no entraremos, sin embargo, en detalles por considerarlo innecesario. Por eso todas estas filosofías tienen como principio la relación pura de la conciencia de sí mismo consigo misma, ya que sólo en este principio encuentra satisfacción la idea: del mismo modo que el formalismo del entendimiento de la llamada filosofía actual encuentra su Ahora bien, aunque por su origen estas filosofías pertenecen todavía al mundo helénico y sus grandes maestros fueron todos ellos griegos, habrían de verse trasplantadas al mundo romano. La filosofía se 33 desplaza así a esta esfera, y estos sistemas en especial se convierten, principio abstracto, que sólo podía traer consigo una reconciliación bajo la dominación de los romanos, en la filosofía del mundo wmano, formal, subjetiva. frente al cual, como un mundo no conforme a la conciencia de sí mismo práctica y racional, había de revelarse esta filosofía retraída hacia sí misma partiendo de la realidad exterior, que sólo buscaba lo racional dentro de sí y sólo podía velar por su individualidad, lo mismo que los cristianos, de un modo abstracto, sólo podían preocuparse de la salvación de su alma. Por eso, al espíritu romano sólo podía satisfacerle un dogmatismo basado sobre un principio que se hiciese valer mediante la forma del entendimiento. Éstas filosofías de la época son, pues, las que mejor cuadran al espíritu del mundo romano, y ya sabemos que la filosofía se halla siempre en estrecha armonía con la concepción general del mundo. No cabe duda de que el mundo romano dio vida a un En el luminoso mundo griego, el individuo sentíase más unido a su patriotismo formal y a sus virtudes correspondientes, así como a un Estado, a su mundo, y hallábase más presente en él. Esta moralidad sistema de derecho muy desarrollado; pero de una muerte así no podía concreta, esta tendencia a implantar el principio en el mundo mediante surgir una filosofía especulativa, sino solamente buenos abogados y la la organización del Estado, como la encontramos en Platón, esta moral de un Tácito. Por eso estas filosofías, con excepción del ciencia concreta, al modo de la de Aristóteles, desaparecen ahora. estoicismo, se manifestaron entre los romanos en oposición con su Dentro del funesto mundo romano, se borra con mano áspera todo lo antigua fe supersticiosa; y en general la filosofía pasa a ocupar ahora el que había de bello y de noble en la individualidad espiritual. En este lugar de la religión. estado de divorcio del mundo, en que el hombre se ve empujado a su interior, esfuérzase en buscar por la vía de lo abstracto la unidad y la satisfacción que ya no acierta a encontrar en el mundo. Por eso precisamente el mundo romano es el mundo de la abstracción, en el que se extiende una fría dominación sobre el mundo culto. Las Los tres principios del estoicismo, el epicureismo y el escepticismo son ahora necesarios: en primer lugar, el principio del pensamiento, que es el de la generalidad misma, pero de tal modo que se halla determinado en sí mismo; el pensamiento abstracto es aquí el criterio determinante de la verdad. individualidades vivas de los espíritus de los pueblos se ven reprimidas y son asesinadas; un poder extraño viene a pesar, como lo general abstracto, sobre el individuo. El otro factor frente al pensamiento es, en segundo lugar, lo determinado como tal, el principio de la individualidad, la sensación en general, la intuición, la percepción. En tal estado de desintegración, hacíase necesario refugiarse en esta abstracción como en el pensamiento de un sujeto existente, es decir, en esta libertad interior del sujeto como tal. Del mismo modo que lo antes válido era la voluntad abstracta de un individuo dueño y señor del universo, así el principio interior del pensamiento tuvo que ser un Tales son los principios de la filosofía estoica y de la epicúrea. Estos dos principios son unilaterales y dan nacimiento, como principios positivos que son, a ciencias intelectivas: en efecto, como este pensamiento no es concreto en sí mismo, sino abstracto, la determinabilidad queda aquí al margen del pensamiento y tiene que erigirse por sí misma en principio, pues tiene 34 un derecho absoluto frente al pensamiento abstracto. Al lado del estoicismo y el epicureismo aparece como tercer factor, el escepticismo, la negación de aquellas dos corrientes unilaterales que nada de tales plasmaciones, sino que, por el contrario, acaba con ellas, y que enfoca el objeto como un concepto absoluto, como un todo indiviso en su diferencia. necesariamente habían de ser reconocidas como tales. El principio del. Por eso, lo mismo entre los estoicos que entre los epicúreos, nos escepticismo es, por tanto, la negación activa de todo criterio, de todos encontramos, en realidad, en vez de verdadera especulación, los principios determinados, de cualquier clase que sean: saber basado simplemente con una aplicación del principio unilateral y limitado, razón en los sentidos, representaciones reflexivas o conocimiento pensante; por la cual sólo tenemos por qué entrar a examinar, en ambas filosofías, cuyo resultado inmediato es que no puede llegar a conocerse nada. Sin lo general de su principio. Ahora bien, mientras que el cinismo embargo, la imperturbabilidad y la igualdad del espíritu consigo mismo, consideraba como lo esencial de la conciencia el existir directamente al que nada hace sufrir, ni la alegría ni el dolor, y que no se halla como algo natural, siendo la naturalidad inmediata la sencillez de lo determinado por ningún otro nexo, es el pumo de vista común y la meta individual, de tal modo que esto existía para sí y cobraba, común de todas estas filosofías; por eso, aunque nos parezca que el esencialmente, su simple vida externa en los múltiples movimientos de escepticismo era una actitud desconsoladora y que el epicureismo los apetitos, del disfrute, de la consideración de muchas cosas como representaba una actitud muy baja, también estas tendencias llegaron a esenciales y de la acción con vistas a ellas, la elevación estoica de esta ser, de este modo, verdaderas filosofías. sencillez al plano del pensamiento consiste en que no sea la naturalidad inmediata el contenido ni la forma del verdadero ser de la conciencia, sino en que la racionalidad de la naturaleza sea aceptada por el A) LA FILOSOFÍA ESTOICA Por lo que se refiere al estoicismo hay que hacer notar ante todo, en pensamiento, de tal modo que todo sea verdadero o bueno en la sencillez del pensamiento. general, lo mismo que acerca del epicureismo: que ambas corrientes filosóficas surgieron en el lugar de la filosofía cínica y cirenaica.y como, reacción contra ella (del mismo modo qué el escepticismo'vino, a […] ocupar el lugar de la Academia); pero, habiéndose asimilado sus principios, los perfeccionaron al mismo tiempo y los elevaron más a la B) LA FILOSOFÍA DE EPICURO forma del pensamiento científico. Pero como en ellos, al igual que en éste, el contenido adquiere caracteres más fijos y determinados y la conciencia de sí mismo se coloca aquí de uno de los lados, esta circunstancia mata propiamente la especulación, que no quiere saber Tan extendida como el estoicismo, o tal vez más aún, estaba la filosofía epicúrea que viene a representar la antítesis o la contrapartida de la filosofía estoica, pues mientras que ésta postula el ser en cuanto pensado —o sea el concepto general— como lo verdadero, 35 ateniéndose a este principio, Epicuro, el fundador de esa otra filosofía, significa nada. Los dos pensadores citados guardan una estrecha en contraste con esto, no postula el ser como ser en general, sino como relación con el escepticismo; y los escépticos tropiezan, a veces, con algo sentido; es decir, lo esencial para él es la conciencia bajo la forma grandes dificultades para distinguir su punto de vista del principio de lo individual inmediato. Así como los estoicos no centraban en las neoacadémico. El escepticismo incluye a aquellas dos figuras entre los necesidades sino en la razón general el principio de los cínicos, según filósofos escépticos, pero llamándolos los académicos, con lo cual el cual el hombre debía limitarse a la simple naturaleza, Epicuro eleva hacen resaltar una distinción con respecto a la pureza del escepticismo también al plano del pensamiento el principio de que el placer que en realidad es puramente formal y quiere decir poco, pero que los constituye un fin, buscando lo placentero en un algo general, sutiles escépticos no dejan, sin embargo, de captar. Con frecuencia, la determinado por el pensamiento. Ahora bien, aunque con ello se asimile distinción gira solamente en torno a determinaciones de palabra, a la doctrina de los cirenaicos, llevándola a un alto grado de cientificidad, diferencias puramente externas. ya de suyo se comprende, desde el momento en que el ser sentido rige como lo verdadero, que con ello se supera de un modo general la necesidad del concepto, todo se dispersa sin ningún interés especulativo y, en realidad, las cosas se degradan hasta el punto de vista del sano sentido común. […] C) LA NUEVA ACADEMIA Frente al dogmatismo estoico y epicúreo, aparece en primer lugar la Nueva. Academia, continuación de la Academia platónica, ya que los sucesores de Platón suelen clasificarse en tres grupos: la Academia antigua, la media y la nueva; algunos autores admiten además una cuarta Academia e incluso una quinta. Las figuras más notables, entre los neoacadémicos, son Arcesííao y Caméades. La fundación de la Academia media se atribuye a Arcesilao, mientras que la nueva gira en torno a los pensamientos de Carnéades; pero esta distinción no La nota general de los académicos está en que proclaman la verdad como una convicción subjetiva de la conciencia de sí mismo, en lo que coincide con el idealismo subjetivo de los tiempos modernos. La verdad, en cuanto simple convicción subjetiva, es llamada por los neoacadémicos, consecuentemente, verosimilitud. […] D) EL ESCEPTICISMO El escepticismo corona la concepción de la subjetividad de todo saber, al sustituir en términos generales el ser del saber por la expresión de la apariencia. No obstante, este escepticismo se presenta ante nosotros como algo imponente y que infunde gran respeto a los hombres. En todos los tiempos, y todavía hoy, ha sido considerado como el más temible adversario de la filosofía, teniéndolo incluso por invencible, en cuanto el arte que consiste en disolver todo lo determinado, demostrando su nulidad; tal parece, en efecto, como si se 36 lo reputase incontrovertible y como si la diferencia entre las positivo no es otra cosa que lo simple; o, si el escepticismo tiende a la convicciones estribase solamente en saber si el individuo optaba por desaparición de todo lo general, su estado, como inmutabilidad del esta actitud o por una filosofía positiva y dogmática. Su resultado espíritu, es en realidad, a su vez, este algo general, simple, igual a sí consiste ciertamente en la disolución de la verdad y, por tanto, de todo mismo, pero una generalidad (o un ser) que es la generalidad de la contenido; es decir, es la más completa negación. conciencia individual. Pero la conciencia escéptica de sí mismo es esta conciencia desdoblada para la que, de una parte, el movimiento es un extravío de su contenido: es justo este movimiento en el que todo se […] anula y en el que es completamente indiferente y contingente para ella lo que se le ofrece; obra con arreglo a leyes que no considera Con esto, creemos haber dicho ya bastante acerca de la esencia científica del escepticismo y con ello hemos puesto fin a la sección segunda de la historia de la filosofía griega. El punto de vista general de la conciencia de sí mismo en este segundo período, o sea la conquista de la libertad de la conciencia de sí mismo por el pensamiento, es verdaderas y es una existencia absolutamente empírica. Y, de otra parte, su pensamiento simple es la inmutabilidad del convertirse en algo igual a sí misma; pero su realidad, su unidad consigo misma, es algo perfectamente vacío, que puede llenarse de un modo real con un contenido cualquiera. común a todos estos filósofos. En el escepticismo, la razón ha Considerado como esta sencillez y, al mismo tiempo, como esta avanzado ya tanto que todo lo objetivo, ya sea del ser o de lo general, confusión pura, el escepticismo es en realidad la contradicción que se desaparece para la conciencia de sí mismo. La sima de la conciencia levanta íntegramente. Y como en él el espíritu logra ahondar en sí de sí mismo del pensamiento puro lo ha tragado todo, el solar del mismo como lo pensante, concibiéndose en la conciencia de su infinitud pensamiento ha quedado completamente limpio: no sólo ha captado el como lo último, es natural que el escepticismo florezca en el mundo pensamiento y, fuera de él, un universo lleno, sino que el resultado romano, ya que en esta abstracción externa y muerta del principio obtenido, expresado positivamente, es el de que la conciencia de sí romano mismo constituye su propia esencia. La objetividad externa no existe emperadores) el espíritu se repliega de una existencia en que no podía como un ser objetivo, ni como un algo pensado general, sino que el encontrar satisfacción alguna a la pura intelectualidad. Y en cuanto que único ser es él de la conciencia individual y el ser general de ésta. Pero, el espíritu, aquí, sólo interiormente, por medio del pensamiento aunque para nosotros sea un objeto, para ella misma no es su objeto; desarrollado, podía encontrar la paz consigo mismo y la eudemonía, y es así como presenta la manera de la objetividad. por cuanto que todo el fin del universo tiende solamente a la El escepticismo no llega a ningún resultado o, dicho en otros términos, no expresa su negación como algo positivo. Sin embargo, lo (tanto del republicano como del despotismo de los satisfacción del individuo, se llega al resultado de que el bien sólo puede manifestarse como una acción individual en cada caso concreto. 37 Entre los emperadores romanos encontramos indudablemente hombres por ejemplo, que el alma es simple, sino que ésta es lo negativo simple famosos, principalmente estoicos, como Marco Aurelio y otros; pero que retorna a sí mismo del movimiento, de la alteridad, como lo general. estos hombres consideraban su obra como la satisfacción de su Y, en segundo lugar, este poder general que proclama: "Soy conmigo individualidad, sin que se les ocurriera infundir racionalidad a la realidad mismo" encierra asimismo la significación del ser, que como esencia por medio de instituciones, leyes o constituciones políticas. Esta objetivada permanece para la conciencia y no tiende simplemente a soledad del espíritu replegado dentro de sí mismo es evidentemente desaparecer, como es el caso entre los escépticos, sino que la razón filosofía sabe tenerse y encontrarse solamente en él. al mismo tiempo; pero el pensamiento es cabe sí abstractamente algo paralizado y muerto, y hacia el exterior se mantiene pasivo; y cuando se mueve dentro de sí, es siempre despreciando todas las diferencias. El escepticismo pertenece, por tanto, al período de decadencia de la filosofía y del mundo. Esta interioridad del espíritu consigo mismo sabe construirse dentro de sí un mundo ideal, echar los cimientos del mundo intelectual, de un reino de Dios que desciende a la realidad y forma una unidad con ella: he aquí el punto de vista en que se sitúa la filosofía, alejandrina. La fase siguiente alcanzada por la conciencia de sí mismo consiste en adquirir la conciencia de lo que ha llegado a ser o, dicho de otro modo, en que su esencia se convierta en objeto suyo. La conciencia de […] sí mismo es, para ella misma, la esencia simple; no hay para ella ninguna otra esencia que ésta que es su conciencia de sí. En el TERCER PERIODO: LOS NEOPLATÓNICOS escepticismo, ésta no es aún su objeto, sino que su objeto sólo es aquí confusión. En cuanto es conciencia, es algo para ella; en esta El escepticismo representa la destrucción de las contradicciones con contraposición, sólo existe para la conciencia escéptica el contenido que nos encontramos en el estoicismo y el epicureismo como los llamado a desaparecer, sin que se vea condensado en su permanencia principios generales y de las que brotaban todos los demás simple. Pero la verdad de este contenido es el hundimiento del mismo antagonismos: es, por tanto, la unidad que abarca aquellas dos en la conciencia de sí mismo y el hacer de sí misma un objeto de la corrientes filosóficas como determinaciones ideales, por lo cual la idea conciencia de sí, de tal modo que, aunque la esencia presente la forma tiene que cobrar allí conciencia como una idea concreta de suyo. Con de un algo general ente o pensado, dentro de este algo general su esta tercera corriente, que es el resultado concreto de todo lo que la conciencia de sí misma no es algo extraño para ella, como ocurre en el precede, se abre una época totalmente nueva. Se entra con ella en un escepticismo. terreno completamente distinto, ya que al desecharse el criterio del conocimiento subjetivo desaparecen al mismo tiempo, en general, los No es para sí misma, en primer lugar, un algo simple que es sólo inmediatamente un algo completamente distinto, como cuando decimos, principios finitos, pues es a éstos a los que tiende el interés del criterio. 38 Tal es la fisonomía que toma la filosofía en los neoplatánicos, […] corriente que va íntimamente unida a la revolución operada en el mundo por- el cristianismo. La última fase con que nos habíamos encontrado —la que representaba el abandono de todo lo firme y objetivo, la huida a la abstracción pura e infinita de suyo, la absoluta pobreza de contenido determinado, con la consiguiente satisfacción subjetiva y el retorno a sí misma de la conciencia de sí— había encontrado su coronación y remate en el escepticismo, aunque ya el sistema estoico y el epicúreo marchasen hacia la misma meta. Es, pues, la necesidad la que ahora hace que el espíritu sapiente, que de este modo retorna a sí desde la objetividad y se recuerda, se reconcilie con el universo que ha abandonado; por donde su objetividad viene a ser un mundo distinto del espíritu, pero adecuado a él. Este punto de vista concreto según el cual tal y como se sitúa ante el mundo se sitúa también ante la filosofía, es la manifestación del espíritu; pues el espíritu consiste, precisamente, en no ser solamente pensamiento Pero con este perfecto recuerdo y esta perfecta interiorización de la subjetividad infinita, la filosofía había llegado al punto en que la conciencia de sí se sabía en su pensamiento como lo absoluto. Y al rechazar ahora su posición y su diferencia subjetivas y finitas frente a un objeto externo nulo, captaba dentro de sí misma la diferencia y plasmaba la verdad como un mundo inteligible. La conciencia de ello, expresada en el Espíritu del Mundo, es lo que forma ahora el objeto de la filosofía; y se llega a este resultado utilizando y tomando como base, principalmente, conceptos y expresiones de Platón, pero también de Aristóteles y Pitágoras. Esta idea inculcada en el hombre de que la esencia absoluta no es nada extraño para la conciencia de sí, de que para él no significa nada la esencia en que no vive su conciencia de sí inmediata, este principio se revela ahora como el principio general del Espíritu del Mundo, como la creencia y el saber generales de todos los hombres; con él se transforma de golpe todo el aspecto del universo, se destruye todo lo anterior y se produce un renacimiento del mundo. puro, sino pensamiento que se objetiva y que, en esta objetivación, se halla y permanece consigo. Las anteriores objetivaciones del pensamiento sólo hacían que éste se manifestase en la determinación, en la finitud, pero no en un mundo objetivo adecuado el propic ente en y para sí. El punto de vista general de la filosofía neoplatónica o alejandrina consiste, por tanto, en crearse a base de la pérdida del universo un universo que sea, dentro de su exterioridad, un mundo interior y, por tanto, un mundo reconciliado; y este mundo es el de la espiritualidad, que comienza aquí. La idea fundamental de esta filosofía es, por tanto, el pensamiento que se piensa a sí mismo, que por tanto se identifica con su objeto, con lo pensado; así pues, tenemos lo uno y lo otro y la unidad de ambos. Esta idea concreta surge de nuevo, y en el proceso de desarrollo del cristianismo cobra conciencia de sí como la Trinidad, al brotar también en él el pensamiento; y esta idea es la esencia en y para sí. Esta idea no se desarrolla directamente partiendo de Platón y Aristóteles, sino dando un rodeo a través del dogmatismo. Es cierto que en aquellos pensadores se manifiesta de un modo inmediato como lo supremo; pero, al lado de ella y además de ella, aparece y es concebido así el 39 otro contenido, la riqueza de los pensamientos del espíritu y de la distinto. El objeto es ahora Dios, el espíritu puro y absoluto en y para sí, naturaleza. Aristóteles supo captar, como veíamos, el reino de lo y su actividad. Pero Dios no es sabido ahora ya como lo abstracto, sino natural, y en Platón vemos cómo lo desarrollado se representa como lo concreto de suyo, y este algo concreto es precisamente el solamente en una multiplicidad suelta. Pero, para que la idea se espíritu. Dios vive y es lo uno y lo otro y la unidad de las manifestara como lo único verdadero que lo abarca y contiene todo, era determinaciones distintas, pues lo abstracto es solamente lo simple, necesario que este algo infinito, este contenido ulterior y total de pero lo vivo lleva la diferencia dentro de sí y, sin embargo, se halla en determinaciones, fuese concebido también en su modo finito, es decir, ello cabe sí [bei sich]. reducido a la forma finita de una contraposición general. Justo en esto consistió la función del dogmatismo, sustituido luego […] por el escepticismo. La disolución de todo lo particular y lo finito que constituye la esencia de esta última filosofía, no fue llevada a cabo por Platón y Aristóteles; razón por la cual no llegan a establecer la idea como lo que lo contiene todo. Ahora se disuelve la contradicción y el espíritu cobra su paz negativa. Lo afirmativo es, por el contrario, la quietud del espíritu dentro de sí mismo; y hacia esta libertad de todo lo particular es hacia lo que ahora se encamina el espíritu. Es el conocimiento de lo que el espíritu [En la filosofía neoplatónica] se consolida, en cierto modo, el mundo del pensamiento, no porque los filósofos neoplatónicos hubiesen concebido también pensamientos al lado de un mundo sensible, sino porque, al llegar a ellos, desaparece este mundo sensible, para ser elevado todo al plano del espíritu, recibiendo este todo el nombre de Dios y de su vida en Él. es en sí, después de haberse reconciliado consigo mismo mediante la Asistimos ahora- a un gran viraje; y con ello se cierra el primer disolución de toda fini-tud. Esta quietud eterna del espíritu dentro de sí período de la historia de la filosofía, el que versa sobre la filosofía de los mismo pasa a formar ahora su objeto; el espíritu lo sabe, y aspira a griegos. El principio griego es la libertad como belleza, la reconciliación determinarla y desarrollarla por medio del pensamiento. En ello va en la fantasía, el ser reconciliado natural y libre inmediatamente implícito también el principio de la evolución, del libre desarrollo; todo lo realizado y que representa, por tanto, una idea en forma sensible. Pero, demás, fuera del espíritu, es simplemente algo finito y que se disuelve. a través de la filosofía, el pensamiento trata precisamente de huir de lo Si luego el espíritu avanza hacia lo particular, este algo particular se sensible, pues la filosofía es el desarrollo del pensamiento hasta determina como algo que se contiene simplemente en esta idealidad y remontarse a la totalidad más allá de lo sensible y de la fantasía. Dentro que el espíritu conoce como algo subordinado. de ella se condene este proceso de desarrollo simple; y los puntos de Tal es el resultado afirmativo de la filosofía escéptica. Es evidente que, desde este punto de vista, se habla ya de un modo completamente vista en que nos hemos situado pueden resumirse brevemente así. En primer lugar, nos encontramos con lo abstracto bajo una forma 40 natural; en seguida, con el pensamiento abstracto en su inmediatividad: En tercer lugar, lo absoluto cobra conciencia como algo concreto, y ya lo uno, el ser. Son éstos pensamientos puros, pero el pensamiento hasta ahí llegó la filosofía griega. En efecto, mientras que en el sistema no aparece concebido aún como tal pensamiento; estos pensamientos de los estoicos la relación de la diferencia con la unidad sólo se daba sólo son, para nosotros, pensamientos generales, pero a los que les como un deber, como un postulado interior, sin que se produjese la falta todavía la conciencia del pensamiento. identidad, al llegar a la última fase, a la escuela neoplatónica, nos La segunda etapa en el camino la representa Sócrates, con quien el pensamiento aparece como el "sí mismo" en quien lo absoluto es el pensamiento mismo: el contenido, aquí, no sólo es un contenido determinado, por ejemplo el ser, el átomo, sino que es un pensamiento subjetivo concreto, determinado de suyo. El "sí mismo",es la forma más simple de lo concreto, pero carece todavía de contenido; al determinarse, se convierte en algo concreto, como la idea platónica. Pero este contenido sólo es concreto en sí, no se tiene aún conciencia de él como algo concreto; Platón, partiendo de lo dado, toma el contenido más determinado de la intuición. Aristóteles afirma la idea suprema, el pensamiento del pensamiento ocupa en él la más alta cúspide; pero el contenido del universo se halla aún fuera de aquella idea. Ahora bien, en la medida en que este algo múltiple y concreto ha de retornar al "sí mismo" como a la última unidad simple de lo concreto o, a la inversa, en la medida en que el principio abstracto ha de cobrar contenido, veíamos surgir los sistemas del dogmatismo. Aquel pensamiento del pensamiento es, en el estoicismo, el principio de todo el universo, y en esta filosofía nos encontramos con el intento de concebir el universo como pensamiento. El escepticismo destruye, por el contrario, todo contenido, pues es conciencia de sí, pensamiento en su soledad pura consigo mismo y, por tanto, la reflexión sobre aquel comienzo o punto de partida de las premisas. encontramos ya con lo absoluto en su determinación totalmente concreta, nos encontramos con la idea como trinidad, como una trinidad de trinidades, lo que hace que éstas sigan emanando constantemente. Cada esfera es una trinidad de suyo, por donde los momentos abstractos de esta tríada se conciben también, a su vez, como totalidad. Sólo se considera como verdad aquello que se manifiesta y se mantiene dentro de ello como lo uno. Los filósofos alejandrinos representan, por tanto, la totalidad concreta en sí y penetran en el conocimiento de la naturaleza del espíritu; pero no parten de la profundidad de la subjetividad absoluta y de su absoluta ruptura, ni conciben tampoco la libertad absoluta o, si se quiere, la libertad abstracta del yo como el valor infinito del sujeto. Por consiguiente, este punto de vista de los neoplatónicos no es tanto una ocurrencia de la filosofía misma como una sacudida del espíritu humano, del universo, del Espíritu del Mundo. La revelación de Dios no es, aquí, la manifestación de un algo extraño. Lo que aquí contemplamos de un modo tan seco, tan abstracto, es algo concreto. Se ha dicho: "lo que tenemos entre nosotros cuando, en nuestro gabinete, vemos cómo los filósofos disputan y se van a las manos, llegando a tales o cuales soluciones, no son más que abstracciones hechas de palabras". Pero esto es falso; completamente falso. No son tales abstracciones, sino hechos del Espíritu del Mundo y, por tanto, del destino. Los filósofos se hallan, en esto, más cerca del Señor que 41 quienes se alimentan de las migajas del espíritu; leen y redactan las órdenes de gabinete directamente en el original; y están llamados a participar en su redacción. Los filósofos son los iniciados que penetran en lo más íntimo del santuario; los demás persiguen intereses particulares: este poder, esta riqueza, esta mujer. Aquello para lo que el Espíritu del Mundo necesita cientos y miles de años lo llevamos a cabo nosotros en muy poco tiempo, puesto que tenemos la ventaja de encontrarnos ante un pasado y de operar en el plano de la abstracción.