Derecho Procesal Autor: Ana Fernández 22 de octubre de 2014 La crisis económica como presupuesto para el reequilibrio patrimonial de las relaciones contractuales. La nueva interpretación de la «clausula rebus sic stantibus» a la luz de la sentencia de 30 de junio de 2014 del Tribunal Supremo. La actual crisis, que comenzara en el año 2007, trajo como consecuencia la proliferación de procedimientos judiciales que intentaban la modificación de los pactos contractuales para equilibrar las prestaciones de las partes, produciendo como resultado varios pronunciamientos de nuestro Alto Tribunal en los que se origina un nuevo contexto interpretativo de la antigua institución denominada «cláusula rebus sic stantibus» que cobra, ahora, nuevo protagonismo. Así, la reciente sentencia, dictada por la Sala 1ª del Tribunal Supremo el 30 de junio de 2014, analiza el régimen de la aplicación de la «cláusula rebus sic stantibus» y viene a señalar que en la actualidad se ha producido un cambio progresivo en su aplicación, pasando de una concepción sumamente restrictiva a una configuración totalmente normalizada. A título meramente ilustrativo, la «cláusula rebus sic stantibus» ha sido definida, por la jurisprudencia, como aquella regla que permite a una de las partes de un contrato exonerarse o, al menos, disminuir el impacto negativo de un riesgo contractual, no examinado en el momento de la formalización del contrato, producido como consecuencia de la imprevisible y extraordinaria alteración de las circunstancias atinentes a éste y que ocasionan un desequilibrio en las prestaciones establecidas originariamente en el momento de la celebración del contrato, pudiendo llegar a modificarse el contrato e incluso resolverse. En el marco de las relaciones contractuales de tracto sucesivo, (como son por ejemplo los contratos de suministro, arrendamientos,.etc.); la alteración sobrevenida de las circunstancias concurrentes en el momento de suscribir el contrato puede conllevar una ruptura del equilibrio entre las partes contratantes que convierta en excesivamente gravosa la prestación de una de ellas con respecto a la otra, por ello, esta cláusula surge como remedio para restablecer el equilibrio patrimonial alterado. Teniendo en cuenta que esta figura carece de regulación legal y ha sido creada y desarrollada por la jurisprudencia, ésta última, no ha descartado que la referida cláusula pueda también resultar de aplicación a contratos de tracto único pero cuya prestación haya sido diferida para un momento futuro (por ejemplo, en las compraventas con precio aplazado).Ahora bien, esta jurisprudencia coincide en señalar que la aplicación de la cláusula «rebus sic stantibus» a contratos de tracto único es «aún más excepcional que en los contratos de tracto sucesivo», por lo que su aplicación ha de tener un «carácter aún más restrictivo», tal y como se recogió en la Sentencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo, de 20 de febrero de 2011 (RJ 2001\1490). Los requisitos que han sido invariablemente reiterados por la jurisprudencia del Tribunal Supremo, para la aplicación de esta figura son los siguientes: “a) alteración extraordinaria de las circunstancias en el momento de cumplir el contrato en relación con las concurrentes al tiempo de su celebración; b) una desproporción desorbitante, fuera de todo cálculo, entre las prestaciones de las partes contratantes que verdaderamente derrumben el contrato por aniquilamiento del equilibrio de las prestaciones; y c) que todo ello acontezca por la sobreveniencia de circunstancias radicalmente imprevisibles”. Buena prueba de lo anteriormente manifestado, es que en más de cincuenta años de jurisprudencia del Tribunal Supremo han sido muy pocos los casos en los que fue considerada procedente su aplicación. Por ello, resulta interesante la reciente sentencia del Tribunal Supremo de 30 de junio de 2014 que analiza el régimen de aplicación de la cláusula y fija una nueva doctrina sobre la caracterización y régimen de aplicación de la misma que, a continuación, ceñimos en ajustado guion: Nuevo contexto interpretativo 1.- Flexibilización en la aplicación de la «cláusula rebus sic stantibus» Frente a la concepción tradicional conforme a la cual la cláusula «rebus sic stantibus» resultaba de aplicación excepcional y restrictiva en base al criterio subjetivo de equidad, se va hacia una progresiva objetivación en sus fundamentos, es decir, dotándolos de un punto de vista imparcial. Desde esta moderna configuración se toman como referencia las propias directrices del orden público económico y en particular la regla de la conmutatividad del comercio jurídico, o equivalencia de las prestaciones, como expresión de un necesario equilibro básico de las prestaciones contractuales convenidas y del principio de buena fe. Para ello se abandona la antigua fundamentación según reglas de equidad y justicia en pro de una progresiva objetivación, sin que ello suponga una ruptura del principio «pacta sunt servanda» o la lealtad a la palabra dada. En consecuencia, la valoración de las nuevas circunstancias concurrentes a efectos de comprobar la mutación producida en aquellos contextos, que otorgaron sentido al contrato, ha de realizarse de un modo objetivado teniendo en cuenta la base del negocio y el riesgo derivado de éste, sobre todo, atendiendo a la realidad social del momento y reconociendo que la actual crisis económica puede ser considerada como un grave trastorno o modificación de las circunstancias. 2.- Delimitación de la cláusula en torno a dos elementos. a) Teoría de la base del negocio. A través de la doctrina de la base del negocio se contrasta el alcance de la mutación o cambio respecto del sentido o finalidad del contrato y de la conmutatividad o equilibrio prestacional del mismo, ello nos permite concluir que el cambio de circunstancias determina la desaparición de la base del negocio cuanto: - La finalidad económica primordial del contrato, se frustra o se torna inalcanzable. - La conmutatividad del contrato, expresada en la equivalencia o proporción entre las prestaciones, desaparece prácticamente o se destruye, de suerte que no puede hablarse de juego entre prestación y contraprestación. Por lo tanto la base económica del contrato, como parámetro de la excesiva onerosidad, permite que en el tratamiento de la relación de equivalencia sea tenida en cuenta la actividad económica o de explotación de la sociedad o empresa que deba realizar la prestación comprometida. La aplicación de la teoría de la base del negocio como cauce interpretativo a estos efectos ha sido resaltada por la reciente jurisprudencia de la Sala 1ª del Tribunal Supremo de 20 de febrero de 2012, STS de 20 de noviembre de 2012, STS de26 de abril de 2012 y STS 11 de noviembre de 2013. b) El marco de riesgo establecido El segundo criterio a considerar viene definido por el concepto de riesgo normal del contrato, que exige tomar en consideración la naturaleza del contrato celebrado y el riesgo razonable que cabe esperar de ese negocio en concreto, para evaluar la previsibilidad o excepcionalidad y todo ello sobre la base de la buena fe contractual. Para apreciar la excesiva onerosidad en el incremento de los costes de la prestación operado por las nuevas circunstancias, el Tribunal Supremo considera razonable la existencia de un resultado reiterado de pérdidas o la completa desaparición de cualquier margen de beneficio. Pero este resultado negativo debe desprenderse de la relación económica que se derive del contrato en cuestión y no de otros parámetros más amplios como pudieran ser la valoración económica, el balance general o de cierre de cada ejercicio, la relación de grupos empresariales, actividades económicas diversas, etc. 3.- Diferencias con otras figuras próximas, como son la imposibilidad sobrevenida de prestación y supuestos de resolución contractual. El Tribunal Supremo delimita la aplicación de la cláusula «rebus sic stantibus» diferenciándola de otras figuras próximas como son la imposibilidad sobrevenida de la prestación y aquellos supuestos de resolución de la relación obligatoria propiamente dichos. Destaca el Alto Tribunal que, para la aplicación de la clausula «rebus», le basta con que dicho acontecimiento comporte una alteración de la causa económica que informó el equilibro prestacional del contrato que determina la injustificada mayor onerosidad para una de las partes. Por lo cual la aplicación del la cláusula no se lleva a cabo desde el estricto plano de la posibilidad o imposibilidad de la realización de la prestación tras el acontecimiento sobrevenido, cuestión que por su alcance requiere la naturaleza fortuita del mismo y la rigidez de su imprevisibilidad. De ahí que la alteración o circunstancia determinante del cambio no resulte previsible en el contexto económico o negocial de que se trate. En cuanto a la resolución de la obligación (artículo 1124 CC) la diferenciación deber precisarse en los diferentes fundamentos causales y las diferentes funciones, esto es la relevancia que para el mantenimiento de dicho equilibrio o razón económica presenta la mutación o alteración de las circunstancias inicialmente previstas. De esta forma no se valora el plano de la satisfacción del acreedor desde el propósito negocial perseguido, sino que lo que se valora, es la ruptura del equilibrio contractual por la onerosidad sobrevenida de la relación negocial celebrada. Así que mientras que la resolución atiende a la frustración de la finalidad practica o el resultado buscado por las partes, por el contrario, la aplicación de la «rebus» responde a la frustración de la conmutatividad o desequilibrio de las prestaciones y a la onerosidad contractual sobre la cual se diseño el resultado querido por las partes. 4.- Pronunciamientos judiciales que estima la aplicación de la clausula. Especial referencia a las recientes sentencias de Sala 1ª de 30 de junio de 2014 y de la Sección 3ª de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca de 25 de julio de 2014. Con la Sentencia, dictada el 30 de junio de 2014, vemos la evolución interpretativa del Tribunal Supremo en relación a esta cláusula, recogida ya en las resoluciones dictadas un par de años antes, y en las que se comienza a tener en cuenta el contexto económico actual , el cual , trae su origen la crisis económica mundial. Así tal y como se recoge en la meritada sentencia, la diferencia con la doctrina jurisprudencial anterior reside en la estimación como hecho a tener en cuenta la actual crisis económica. No obstante reconocida su relevancia como hecho generador del cambio extraordinario que fractura el equilibrio contractual, ello, no conlleva la aplicación automática de la clausula a todos los supuestos que pudieran plantearse, sino que resulta necesario examinar que el cambio operado sea de tal entidad que merezca ser digno de atención, esto es que la crisis económica constituya, en estos casos, un presupuesto previo justificativo del cambio operado debiendo de valorarse la incidencia real de este cambio en la relación contractual de que se trate. El supuesto analizado en esta sentencia viene referido al contrato, de cuatro años de duración, celebrado entre una empresa de publicidad y la empresa municipal de transportes de Valencia. El Tribunal Supremo anula la sentencia dictada, en su día, por la Audiencia Provincial de Valencia y considera que la incidencia de la crisis económica en el mercado de la publicidad en el transporte resultó una alteración extraordinaria e imprevisible de las circunstancias concurrentes al tiempo de perfeccionarse el contrato y en base a ello modifica el canon a pagar haciéndolo menos gravoso, optando por una solución conservativa del contrato. En la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Baleares el 25 de julio de 2014, el supuesto se circunscribe a la revisión del interés remuneratorio pactado en el contrato de préstamo hipotecario suscrito con una entidad de crédito en el año 2004 por un particular, en este caso, la Audiencia Provincial, estima la aplicación de la clausula «rebus» y concede a las partes un plazo de 30 días para renegociar el tipo de interés. En relación con las Sentencias del Tribunal Supremo 820/2013 de 17 de enero y 822/2013 de 18 de enero, se observa la aplicación de la cláusula «rebus sic stantibus» a la resolución de un contrato de compraventa de vivienda como consecuencia de la imposibilidad de los compradores de obtener financiación de una entidad financiera para realizar el pago del precio pactado, alegando éstos, la situación de crisis económica como una alteración sobrevenida de la situación existente. Al respecto, ambas sentencias afirman que la mera situación de crisis no puede dar lugar por sí sola a la aplicación de la doctrina de la cláusula«rebus sic stantibus», teniendo en cuenta la aplicación restrictiva de ésta realizada por la jurisprudencia, sino que deben ser valorados otra serie de factores como “el destino de la casa comprada […] la situación económica del comprador al tiempo de la perfección del contrato y al tiempo de tener que pagar la parte pendiente del precio […] el grado real de imposibilidad de financiación y sus causas concretas […]”. En ambos casos, los vendedores tenían alternativas de financiación por lo que se concluye que no es posible la aplicación de la doctrina de la cláusula «rebus sic stantibus» y, como consecuencia, la resolución del contrato de compraventa. Por su parte, la Sentencia del tribunal Supremo de 26 de abril de 2013, también en otro supuesto análogo al anterior, sí estima la aplicación de la cláusula «rebus sic stantibus», si bien en este caso entiende que la constructora había incumplido el plazo pactado para la entrega previsto para marzo de 2007 (previo a la crisis), lo que conllevó que finalmente dicha entrega se ofreciese para abril de 2008 (ya en plena crisis), y partiendo de que “en el contrato se daba por supuesto que en el préstamo hipotecario se subrogará la parte compradora”, concluye que “No se cumplió ni el plazo ni la subrogación […] pero puestas en relación una y otra, es claro que el comprador ha quedado sin posibilidad material (económica) de adquirir el objeto de la compraventa”. Vemos que estas sentencias ilustran sobre el cambio interpretativo en los requisitos necesarios para la aplicación de la «cláusula rebus sic stantibus». Más Información Joaquín García Bernaldo de Quirós Socio [email protected] +34 91 576 19 00 www.ramonycajalabogados.com Ramón Fernández-Aceytuno Socio [email protected] +34 91 576 19 00 Almagro, 16-18 28010 Madrid T +34 91 576 19 00 F +34 91 575 86 78 Ana Fernández Asociada [email protected] +34 91 576 19 00 Caravel•la La Niña, 12, 5ª planta 08017 Barcelona T +34 93 494 74 82 F +34 93 419 62 90 Emilio Arrieta, 6 1º Derecha 31002 Pamplona T +34 94 822 16 01 F +34 91 575 86 78 © 2011 Ramón y Cajal Abogados, S.L.P. 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