La primera burbuja especulativa: Los tulipanes holandeses

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La primera burbuja especulativa: Los
tulipanes holandeses
Durante los siglos XVI y XVII los mercados de especias experimentaron un
rejuvenecimiento gracias al descubrimiento de América y la creación de nuevas rutas
hacia Oriente. Los artículos procedentes de esas tierras se convertían en artículos de lujo
a los que solamente tenían acceso las clases nobles y fue asociado a símbolo de un alto
estatus social. El principal producto importado hacia Europa Occidental fue el tulipán;
Éste se introdujo en los Países Bajos procedente del imperio otomano (la actual
Turquía) dónde se usaba para adornar los trajes de los sultanes.
Por una extraña razón en la época los tulipanes
cultivados en Holanda sufrían ciertas variaciones
en sus tonalidades, naciendo así los tulipanes
multicolor, que aumentaban su exotismo y por
tanto el valor y el precio de éstos. En poco
tiempo, el cultivo del tulipán se extendió por la
mayoría de provincias holandesas en las que los
horticultores intentaban conseguir colores cada
vez más exóticos con la finalidad de venderlos a
precios más altos. La acomodada situación
holandesa y sus grandes dotes comerciales se
encargaron de hacer subir el precio de estas
flores hasta alcanzar precios desorbitados,
convirtiendo los bulbos de tulipán en verdaderas
piezas de coleccionista.
Ya entrada la década de 1630 la economía
holandesa enloqueció, el mercado de tulipanes
cotizaba a precios astronómicos que ascendían
sin llegar nunca al límite. La población empezó
a comportarse de forma irracional. Se vendieron
lujosas mansiones a cambio de un sólo bulbo,
y se vendieron flores a cambio del salario de
quince años de un artesano bien pagado.Un
sólo bulbo podía llegar a valer 1.000 florines
(una persona normal en Holanda tenía unos
ingresos anuales de 150 florines). En 1635 se
llegaron a pagar 100.000 florines por 40 bulbos
de tulipán. Incluso se llegaron a pagar 5.500
florines por un solo bulbo de la preciada
especie Semper Augustus.
Precio de los tulipanes (1634-1637)
Ante esta situación se empezó a crear una
burbuja en la que los precios subían y subían y
nunca bajaban. La población holandesa se
generó la ilusión de que el mercado del tulipán
siempre sería un mercado alcista. Tanta fue la
euforia que se creó un mercado de futuros dónde se negociaban bulbos aún no
recolectados; este negocio se le denominó “windhandel” que traducido significa
“negocio al aire”. Todas los estatus sociales empezaron a invertir en tulipanes
deshaciéndose así de sus bienes más básicos, incluso llegaron a endeudarse y
hipotecarse para adquirir los tulipanes. Llegó un momento en el que ya no se
intercambiaban bulbos sino que se formó una auténtica especulación financiera
mediante notas de crédito.
Ya entrado el 1637 algunos especuladores empezaron a detectar signos de agotamiento
en el mercado de tulipanes. El 5 de febrero un lote de 99 tulipanes de gran rareza se
vendió por 90.000 florines. Los inversores decidieron empezar a vender y salir del
mercado recogiendo ganancias. Dicha actitud fue contagiada rápidamente al resto
del mercado, generando así una suma importante de oferta de tulipanes que condujo al
pánico generalizado del país. A mediados de febrero, los poseedores de bulbos
comprados a precios astronómicos se encontraron de un día para otro sin ningún
comprador, peor era aún para los especuladores más atrevidos que habían firmado
contratos de futuros que les obligaban a comprar el bulbo a un precio mucho más
alto que el de mercado.
Ante esta serie de sucesos el gobierno holandés se posicionó estableciendo unas normas
que consideraban nulos los contratos firmados a partir del noviembre de 1636, en las
que se establecía que los contratos de futuros debían ser satisfechos con un 10% de la
cantidad establecida al inicio de la operación. Estas normas no agradaron a compradores
ni vendedores debido a que los compradores se veían obligados a pagar por algo que ya
no tenía valor; y los vendedores tenían que vender a un precio menor al acordado.
La explosión de la burbuja dejó a la mayor parte de los inversores arruinados, ya que
habían liquidado su patrimonio para especular con tulipanes que acabaron sin tener
valor alguno. Se salvaron como en todas las burbujas los inversores más racionales que
salieron del mercado justo antes de que ésta estallara, desatando de esta forma el pánico
en el país. Desde entonces Holanda se vio sumida durante años en una importante
recesión económica causada por la burbuja del tulipán.
Hoy en día los científicos han descubierto el motivo por el cual los tulipanes holandeses
poseían los exóticos colores que cautivaron a la población y hicieron multiplicar
irracionalmente su precio. Las investigaciones delataron que estas variaciones se
asociaban a un parásito de la flor, que transmitía un virus llamado Tulip Breaking
Potyvirus.
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