INTERÉS PARA OBRAR

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Integración Derecho Civil y Procesal Civil
Braulio Zavaleta Velarde
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INTERÉS PARA OBRAR
Como consecuencia del ejercicio de la facultad que les compete a las personas al
habérsele vulnerado su derecho aparece la sagrada intención de recuperar ese derecho
perdido o vulnerado, actuación que no sólo resulta del agravio sino que esa persona se
siente como propietaria es decir como titular del derecho que ha sido mellado por un
tercero.
Este supuesto que podría ser una premisa para analizar
se garantiza en nuestro
Derecho Nacional a través de la jurisprudencia, la doctrina y los Principios
Ordenamiento Civil y
Procesal
Civil,
del
respectivamente. Dentro de este criterio
conviene analizar los principios contenidos en el Art. VI del Título Preliminar del
Código Civil y
la orientación que nos da el Art. 57 del Código Procesal Civil
(11),
normas en las que se destacan. Precisamente la capacidad y el interés para obrar, es
decir la aptitud para
accionar de las partes procesales e ingresar y, entablar la
relación jurídica procesal. Esto significa establecer la capacidad del accionante como
demandante o como demandado.
Empero, es necesario dejar sentado que nuestro Derecho Nacional se caracteriza por
ser positivo o escrito, por lo tanto, todo lo que solicitan las partes y la forma cómo lo
hacen forma parte de una norma, la cual no sólo está escrita sino también ampara el
derecho que lo
hace titular a la parte procesal que interviene. Esta afirmación
categórica está contenida en los arts. 57 del C.P.C. y art. VI del Título preliminar del
Código Civil, este último no obstante de constituir un principio al formar parte del T.P.
del Código Civil también tiene una orientación procesal, tal como se podrá determinar
del siguiente análisis.
El artículo 57 del C. P. dice “ Capacidad para ser parte material en un proceso:
Toda persona natural o jurídica, los órganos constitucionales autónomos y la sociedad
conyugal, la sucesión indivisa y otras formas de patrimonio autónomo, pueden ser parte
material en un proceso ” , por su parte el art.. VI del T. P del Código Civil dice “ para
ejercitar o contestar una acción es necesario tener legítimo interés económico o
moral .El interés moral autoriza la acción sólo cuando se refiere directamente al agente
o a su familia, salvo disposición expresa en la ley.”.
De la interpretación sistemática del art. 57 antes citado se destaca la capacidad de
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quienes tienen derecho para compadecer al órgano jurisdiccional en busca de tutela para
resolver un conflicto o en todo caso para dilucidar una incertidumbre con relevancia
jurídica
-------------------------------(11) “Código Procesal Civil”, Jurista Editores, Edic. 2009 pág. 475 Art. 57
El art. VI del Titulo Preliminar del C. C. de acuerdo a la interpretación sistemática que
nos orienta, podríamos decir que complementa o más bien diremos que fortalece los
alcances del art. 57 del C.P.C. puesto que dicho Art. VI, lleva implícita la facultad
para intervenir en un proceso, precisamente cuando existe interés moral o económico.
Ahora bien, si nos preguntamos en qué proceso civil no existe interés económico o
moral, la respuesta en ninguno, por lo tanto de acuerdo a lo que estamos precisando el
contenido del artículo VI del T.P. del C.C. constituye el principio fundamental que
ampara el derecho de las partes procesales para intervenir en un proceso, es decir esta
norma genuinamente hablando destaca el interés para obrar y por lo tanto complementa
la condición de la acción de la demanda que, es la de la legitimidad para obrar tanto
del demandante como del demandado.
El interés para obrar señalado en el artículo VI del T.P del C.C.
infiere que quien
ejercita o contesta una acción es porque tiene legítimo interés económico o moral. Este
principio nació en Roma con el nombre de legitimatio ad causum. Alsina al referirse al
interés para obra nos dice que “la acción
debe ser intentada por el titular del
derecho contra la persona obligada”
En conclusión, el interés para obrar que es parte de la acción o sea del fondo de la
demanda y constituye el otro elemento de fondo para que una demanda sea admitida
es decir para que el juez al calificarla dicte el auto admisorio por ser de ley, por cuanto
el escrito cumplió con los presupuestos de la procedibilidad.
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COMENTARIO DE “EL INTERÉS PARA OBRAR”
Ricardo Moreno Ccancce
Definir el interés para obrar es una tarea no poco complicada. Es notorio que la teoría
Clásica ha esgrimido un concepto que para nuestros días resulta demasiado restringido y
que debe ser revisado y corregido, de tal modo que puedan caber en el, diversos
supuestos propios de la vida contemporánea que no encuentran lugar en el concepto
tradicional.
Esto es muy importante, por cuanto de no hacerse así, se estaría creando una barrera al
acceso a la tutela jurisdiccional, debido al anacronismo de un antiguo concepto técnico
de la Doctrina Clásica.
En ese sentido, iniciamos nuestra conceptualización señalando que el interés para obrar
es el interés en la intervención del Estado para la declaración de certeza, para la
protección anticipada o para la realización coactiva de uno o más derechos de los que se
es titular, cuando ellos no son espontáneamente satisfechos.
No habrá Interés para obrar si se acude a los órganos jurisdiccionales pidiendo la
declaración de certeza de un derecho a sabiendas que la emplazada ha reconocido ya
previamente la certeza de nuestro derecho; o cuando se pide la protección anticipada de
un derecho cuando no existe una amenaza cierta; o cuando pide ante ellos la realización
coactiva de un derecho que sabemos es inexistente o que ya fue cumplido o que no es
exigible aun y no hay razón para suponer que en el momento en que sea exigible la
parte deudora no cumplirá oportunamente.
El concepto teórico de interés para obrar presenta ciertas características, según Ugo
Rocco: el ser un interés secundario, independiente y autónomo (En el sentido de que el
interés primario será probado y finalmente declarado y/o protegido anticipadamente y/o
realizado coactivamente al final del proceso; mediante la sentencia), abstracto y general,
único e inmutable y de índole no patrimonial.
Considero que es relevante analizar la primera característica a fin de entender lo que
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implica el interés para obrar.
El interés para obrar es un interés secundario: En un primer momento nos dirigimos
frente a alguien (a quien consideramos obligado por el derecho objetivo a observar una
determinada conducta a nuestro favor), a fin de que realice un comportamiento que
consideramos debido.
Aquí se manifiesta un interés (Interés primario) nuestro: el interés de que el deudor
observe el comportamiento debido a nuestro favor, según las normas jurídicas.
Ante la inobservancia y resistencia que muestra, podríamos dirigirnos contra el o sobre
sus bienes buscando cobrarnos mediante el uso de la fuerza propia; pero bien sabemos
que ello está prohibido (prohibición de la defensa privada) .
Por ende, ante la inactividad de nuestro deudor, y considerando la prohibición de la
defensa privada, no tendremos otra alternativa que recurrir al órgano jurisdiccional
competente a fin de pedirle tutela jurisdiccional: surge un interés (Interés secundario)
consistente en el interés de que el órgano jurisdiccional nos escuche y declare la certeza
de nuestro derecho, o lo proteja anticipadamente o disponga la realización coactiva de
ellos, por cuanto si el órgano jurisdiccional no hace tal cosa quedaremos con un derecho
insatisfecho e inútil.
Tendremos un "derecho" que sólo es una declaración lírica.
Corresponde al Juez verificar que el Interés primario esté tutelado por el derecho
objetivo y que de lo señalado en la demanda no resulte que tal interés sea inexistente
para el particular caso concreto que se está analizando o no merezca protección
anticipada.
Ante esto cabe preguntarse pero, ¿acaso no siempre que alguien que acude a los órganos
jurisdiccionales pidiendo tutela lo hace precisamente porque busca hacer valer un
derecho? ¿acaso no está implícito siempre en el ejercicio del derecho de acción el
interés para accionar o interés para obrar? Evidentemente que la Doctrina ha
considerado que no siempre el demandante ejercerá su derecho de acción con interés en
que se haga valer un derecho.
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Tal es el caso que se daría, por ejemplo, cuando el ex cónyuge –a pesar de contar con
recursos suficientes- demanda una pensión de alimentos.
Es pertinente en este punto citar que en nuestro país el Código Procesal Civil, en su
artículo 427º, en su penúltimo párrafo señala que se rechazará de plano la demanda si
ella es manifiestamente improcedente: vale decir, si el juez verifica en la demanda que
ella carece de manera manifiesta de que se carece de interés para obrar, pues entonces la
rechazará de plano.
Por ejemplo ello ocurriría en el caso de que alguien demanda obligación de dar suma de
dinero indicando que se le pagó pero que como no emitió recibo de pago u otro, pide
que la otra parte –ante su imposibilidad de demostrar que ha pagado- cumpla con la
obligación de pagar.
Algunos aspectos en el Código Procesal Civil Peruano.
En cuanto al artículo 427º del Código Procesal Civil, es importante reparar que tal
artículo, de no ser usado y entendido por los Jueces, en su real amplitud, podría dar
lugar a que rechacen demandas o reconvenciones de forma indebida, vulnerando así el
derecho a la tutela jurisdiccional; por lo que es importante tener en cuenta ello.
Justamente una muestra importante de esto surge de lo planteado por MARINONI,
quien acertadamente expresa que el Sistema procesal clásico tiene falencias que son
necesarias superar, así señala que la concepción clásica del Sistema Procesal "no se
preocupaba por la tutela preventiva de los derechos, o que ciertamente tenía relación
con la idea de que la única tutela contra el ilícito se constituía mediante la reparación del
daño".
Esto es importante y tiene repercusión en el concepto de interés para obrar, ya que no
sería adecuado que se espere a que se presente un daño para que recién el órgano
jurisdiccional brinde tutela; y mientras que tal daño no sea efectivo rechace la demanda
por considerar que aun no existe verdadera necesidad de acudir al órgano jurisdiccional
en tanto no se haya perpetrado el daño, vale decir que se rechace la demanda señalando
que aún no existe interés para obrar".
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Vinculado a esto, me parece pertinente citar que nuestra Constitución Política en su
artículo 200º, al señalar respecto a la procedencia de las garantías constitucionales,
dispone que ellas proceden "ante el hecho u omisión por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza...".
Así mismo la Ley 25398º, en su artículo 4º señala que "las acciones de garantía, en el
caso de amenaza de violación de un derecho constitucional, proceden cuando ésta, es
cierta y de inminente realización". Como es de verse, no es necesario que un derecho
constitucional haya sido dañado para recién acudir invocando tutela jurisdiccional.
Ante una amenaza también es procedente invocar tutela jurisdiccional.
Aunque ello –al parecer- sólo es posible indiscutiblemente en el proceso constitucional.
Cabe preguntarse si en el proceso civil ello es posible también.
Vale decir, si ante la amenaza de trasgresión de un derecho es posible acudir invocando
tutela jurisdiccional sin que el Juez civil señale que nuestra demanda es improcedente
por cuanto no existe vulneración efectiva de un derecho y por ende no hay necesidad de
tutela jurisdiccional: no hay Interés para obrar.
Estamos de acuerdo con MARINONI cuando señala la necesidad de contar con
mecanismos de tutela jurisdiccional que nada tenga que ver con el daño, sino apenas
con la probabilidad de la práctica del ilícito.
Dicho de otro modo el concepto de lo que es el INTERÉS PARA OBRAR debe ser
cuidadosamente elaborado permitiendo que cuando exista la probabilidad de la
práctica de un acto doloso , dicho acto sea racionalmente posible, para que el Juez
brinde tutela jurisdiccional.
Ello supone una ampliación a la tutela jurisdiccional y un mayor caudal de casos
concretos que ingresarían a despacho judicial, lo cual parece no deseado por el gobierno
que busca por diversos medios descongestionar los despachos, sin embargo existen
disposiciones concretas que permiten ampliar los parámetros del concepto de interés
para obrar.
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Uno de estos casos lo encontramos en el artículo 594º del Código Procesal Civil que
pasamos a analizar.
En cuanto al artículo 594º del Código Procesal Civil, es importante analizar como allí se
ha tomado en cuenta una concepción más avanzada del interés para obrar.
En efecto, a pesar de que aún no ha vencido el plazo para restituir el bien, la Ley
procesal autoriza a demandar el desalojo.
De no existir está disposición expresa, el Juez tendría que aplicar lo dispuesto en el
artículo 427º inciso 2 del Código Adjetivo y declarar improcedente la demanda por
cuanto sería manifiesta la carencia de interés para obrar del demandante, ya que se
argumentaría que al no ser aún exigible aún la obligación de restitución, no existe
necesidad de tutela jurisdiccional.
De este modo el frustrado demandante tendría que esperar al vencimiento del plazo para
que, una vez que se materialice plenamente la no restitución del bien, recién pueda
contar con el interés para obrar señalado y recién pueda demandar sin temor al rechazo
de su demanda por carecer de interés para obrar.
Pero hasta que transcurran los plazos de ley y se dicte sentencia y esta sea ejecutada
habrán pasado varios meses.., con lo que no se habría brindado tutela jurisdiccional
oportuna al demandante.
Por ello, es correcto y justo que si la persona que tiene el derecho a que se le restituya el
bien, cuenta con elementos de juicio serios que le hacen suponer razonadamente que al
vencimiento del plazo no se le restituirá oportunamente el bien, pueda demandar
anticipadamente que se le de vuelva, de este modo no estará haciendo un uso abusivo de
su derecho ni desnaturalizando la razón de ser de la tutela jurisdiccional para dañar o
perturbar a su obligado, sino que está actuando con precaución razonada y su interés
para obrar, vale decir, su necesidad de tutela jurisdiccional surge del hecho de que tiene
elementos de juicio suficientes y válidos para suponer que no se cumplirá
espontáneamente con su derecho llegado el momento oportuno.
Se trata de una protección anticipada que debe estar basada en hechos objetivos.
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En todo caso, existe una posible "consecuencia" desfavorable en el demanda que él
deberá soportar si es que "erró" al considerar que no se le restituiría a tiempo el bien y si
es que en realidad el demandado se allana y cumple con restituir oportunamente: deberá
pagar las costas y costos del proceso.
A primera vista podría pensarse que ello está mal ya que desincentiva el derecho a
acudir invocando tutela jurisdiccional, pero es un necesario contrapeso para no hacer
sufrir al emplazado gastos innecesarios y para que el acreedor no actúe abusivamente,
más bien evalúe con cuidado antes de hacer uso el artículo bajo comentario.
Todo esto permite entender como refutado lo planteado en el último párrafo por Ugo
Rocco, cuando señala que "No es concebible, pues, en línea de principio, un interés para
accionar concerniente a derechos futuros, o eventuales, que no constituyan ya objeto y
materia de tutela por parte del derecho materia objetivo"’.
Pues queda claro que la posibilidad de que en el futuro se de un acto ilícito y/o una
trasgresión a un derecho también merecen tutela jurisdiccional, la que al ser invocada no
deberá ser negada argumentando la falta de interés para obrar, situación que se
presentaría si aceptáramos pacíficamente lo señalado por Rocco.
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