Conservación Ex Situ

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CONSERVACIÓN EX SITU
INTRODUCCIÓN
REINALDO AVILÉS
Existen dos modalidades para mantener la riqueza de la
flora y la fauna propias de las distintas áreas: se conocen
como conservación in situ y conservación ex situ.
La conservación in situ se refiere al cuidado de la biodiversidad en su entorno natural, esto es, la protección de
los ecosistemas naturales en su ubicación, con un foco en
conservar poblaciones de especies silvestres, además de
preservar condiciones mínimas para el mantenimiento de su
variedad genética actual. Esta manera permitiría conservar la
diversidad en varios niveles: ecosistémico, específico, intraespecífico, los servicios críticos para las funciones y la salud
del ecosistema, y, eventualmente, los procesos de evolución
y adaptación.
Por su parte, la conservación ex situ se refiere al cuidado
de los componentes de la diversidad biológica fuera de sus
hábitat naturales; por lo tanto, implica tanto el almacenamiento de los recursos genéticos en bancos de germoplasma,
como el establecimiento de colecciones de campo y manejo
de especies en cautiverio. Esta manera de conservación apoya la supervivencia de especies o sus variedades e incluso
sus genes para ser reintroducidos en sus hábitat naturales; un
complemento para la conservación de especies y recursos
genéticos in situ, principalmente cuando se trata de especies
críticamente amenazadas.
La modalidad ex situ de conservación permitiría preservar la variedad genética de especies que pueden desaparecer
a nivel local, aun cuando puedan seguir existiendo a nivel
mundial. Esta extinción local de subpoblaciones —tal vez
con adaptaciones únicas— representa una pérdida irreparable de variedad de genes, estructuras y procesos que podrían
haber sido útiles para la raza humana o significar ventajas
poblacionales de las mismas especies al enfrentar cambios
futuros.
Por lo tanto, en aquellos casos en que subpoblaciones se
encuentren con serias amenazas o fundadas sospechas de
desaparecer y que, además, pudiesen representar características únicas de la especie —por ejemplo, estar ubicados en
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extremos de su distribución geográfica, microclimas únicos,
ecosistemas relictos—, se hace imprescindible implementar
mecanismos de conservación ex situ para preservar al menos
la variedad genética que, de otra manera, se perdería para
siempre.
Para la tarea anterior existen diferentes formas de conservación ex situ. Aquí se revisarán las principales iniciativas
presentes en Chile: jardines botánicos, centros de rehabilitación y reproducción de fauna nativa y bancos de germoplasma vegetal.
El pudú es el más pequeño de los ciervos de América. Habita en
bosques y matorrales muy densos, desde Curicó a Aisén, y también
en Chiloé donde es más abundante. El tamaño de este rumiante, de
dieta comúnmente herbívora, es de unos 40 centímetros y su peso
aproximado de 10 kilos. La hembra da a luz una única cría de color
rojizo pardo con rayas blanquecinas en el lomo y los muslos, las
que desaparecen a los tres meses de vida. Este animal se caracteriza
por ser muy tímido y medroso, saliendo sólo de noche en busca de
alimento. Su caza indiscriminada lo ha convertido en una especie
con serio riesgo de extinción. Foto: Renato Srepel.
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