1. ADOPCIÓN La adopción es una medida subsidiaria de

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1. ADOPCIÓN
La adopción es una medida subsidiaria de protección a la infancia que proporciona una
familia definitiva a menores que, por determinadas circunstancias, no pueden
permanecer en su familia de origen. Supone, desde la perspectiva psicosocial, la
crianza de un menor al que no se está unido por vínculos biológicos y su integración en
la propia familia. Para que esta integración sea efectiva se refrenda por un acto social y
jurídico que sitúa al menor como hijo no sólo en el ámbito intrafamiliar sino frente a la
sociedad y la Ley.
1.1. Antecedentes
La adopción, desde el punto de vista legal, surge en el Derecho Romano. No obstante,
a pesar de su antigüedad, es una institución que ha sido poco atendida por los textos
legales a lo largo de la historia.
Desde comienzos del siglo XX, con la aparición en el Derecho de la noción “interés del
niño”, las legislaciones han ido poniendo de relieve cada vez más el interés de los
menores. Se podría decir que se ha producido un cambio en el foco de la adopción,
pasando del interés de los solicitantes (dar hijos a quien carece de ellos), hacia el
interés del menor necesitado de una familia que ponga remedio a su situación de
desamparo.
La adopción que será de aplicación cuándo y cómo mejor convenga al menor en
dificultad, ha quedado en nuestro ordenamiento como una medida de protección a los
menores, y no como un recurso para las familias. Es decir, en la adopción debe primar
el interés superior del niño y el respeto de sus derechos, teniendo que ceder, en caso
de conflicto, las aspiraciones de los solicitantes de adopción por legítimas que éstas
sean.
1.2. Fundamentación legal
El actual sistema de protección a la infancia es fruto de la drástica transformación
provocada en nuestro ordenamiento jurídico por la Ley 21/1987, de 11 de noviembre,
por la que se modificaron determinados artículos del Código Civil y de la Ley de
Enjuiciamiento Civil en materia de adopción.
La nueva regulación configura la adopción como un instrumento de integración
familiar y afirma la primacía del interés del menor sobre cualquier otro interés
legítimo. Se acaba con la concepción negocial de la adopción como un acto dispositivo
entre particulares, que posibilitaba la “entrega de niños” por acuerdo entre padres
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biológicos y adoptantes. La legitimación de la adopción queda monopolizada por las
entidades públicas, tanto en su tramo inicial (propuesta y selección de adoptantes)
como en su tramo final (constitución mediante resolución judicial). Sólo las entidades
públicas competentes y el Ministerio Fiscal podrán realizar las propuestas de adopción.
En España, las Comunidades Autónomas, en el marco establecido por la Constitución
de 1978, han asumido con respecto a su territorio, entre otras, la competencia relativa
a la protección de los menores, convirtiéndose en las entidades públicas competentes
en materia de adopción.
1.3. Requisitos legales
Los únicos requisitos que el Código Civil establece para los adoptantes son los
siguientes:
a) La adopción requiere que el adoptante sea mayor de veinticinco años. En la
adopción por ambos cónyuges basta que uno de ellos haya alcanzado dicha edad. En
todo caso, el adoptante habrá de tener, por lo menos, catorce años más que el
adoptado.
b) Únicamente podrán ser adoptados los menores no emancipados. Por excepción,
será posible la adopción de un mayor de edad o de un menor emancipado cuando,
inmediatamente antes de la emancipación, hubiere existido una situación no
interrumpida de acogimiento o convivencia, iniciada antes de que el adoptando
hubiere cumplido los catorce años.
c) No puede adoptarse:
1º A un descendiente.
2º A un pariente en segundo grado de la línea colateral por consanguinidad o afinidad.
3º A un pupilo por su tutor hasta que haya sido aprobada definitivamente la cuenta
general justificada de la tutela.
c) Nadie puede ser adoptado por más de una persona, salvo que la adopción se realice
conjunta o sucesivamente por ambos cónyuges. El matrimonio celebrado con
posterioridad a la adopción permite al cónyuge la adopción de los hijos de su consorte.
d) Para iniciar el expediente de adopción es necesaria la propuesta previa de la entidad
pública a favor de adoptante o adoptantes que dicha entidad pública haya declarado
idóneos para el ejercicio de la patria potestad.
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1.4. Idoneidad
El Código Civil no entra en detalles respecto a los criterios para determinar la
idoneidad de los adoptantes.
Por tanto, ha sido el legislador autonómico el que se ha visto enfrentado a la
responsabilidad de regular la cuestión de la idoneidad para la adopción ante la
ausencia de un desarrollo de este concepto en la legislación internacional y nacional.
En nuestra Comunidad, la Ley 6/1995, de 28 de marzo, de Garantías de los Derechos
de la Infancia y la Adolescencia en la Comunidad de Madrid, establece que la
Administración autonómica sólo formulará las propuestas de Adopción efectuadas por
personas o parejas que, cumpliendo los requisitos establecidos en el Código Civil,
hayan sido objeto de un estudio de sus circunstancias socio-familiares que permita
obtener una firme certeza sobre su idoneidad para asegurar la cobertura de las
necesidades subjetivas y objetivas del menor y el cumplimiento de las obligaciones
legalmente establecidas. Y detalla en su articulado las áreas de valoración y los
criterios que, al menos, se deberán tomar en consideración (artículo 58).
Posteriormente, la Ley 54/2007, de 28 de diciembre, de Adopción Internacional nos ha
acercado a este concepto al señalar que se entiende por idoneidad la capacidad,
aptitud y motivación adecuadas para ejercer la patria potestad, atendiendo a las
necesidades de los niños adoptados, y para asumir las peculiaridades, consecuencias y
responsabilidades que conlleva la adopción. A tal efecto, la declaración de idoneidad
requerirá una valoración psicosocial sobre la situación personal, familiar y relacional de
los adoptantes, y su capacidad para establecer vínculos estables y seguros, sus
habilidades educativas y su aptitud para atender a un menor en función de sus
singulares circunstancias, así como cualquier otro elemento útil relacionado con la
singularidad de la adopción.
Ser familia adoptiva es, desde el punto de vista legal, todo lo que significa ser familia y
desde el punto de vista psicosocial implica la mayoría de las vivencias y características
de la familia con hijos biológicos pero, además, supone la aceptación de ciertos retos o
diferencias específicas, o al menos más frecuentes, en adopción, entre ellas, la más
importante, la aceptación incondicional de un menor que es hijo natural de otras
personas y el deber de hacerle hijo propio. Por tanto, para que una familia sea idónea
para la adopción se exige, además de una serie de aptitudes, una disposición especial
en forma de motivaciones, actitudes y expectativas hacia el menor que se desee
adoptar. Es algo más que la capacidad de cuidar y educar, es también la capacidad de
dar respuesta a las especiales necesidades que presenta un menor que ha sido
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abandonado o separado de su familia biológica por diferentes motivos y es darle su
“lugar de hijo o hija” que implica su aceptación incondicional.
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