LA NUEVA LEY CHINA DEL IMPUESTO SOBRE SOCIEDADES: UN AÑO DESPUÉS Reforma del EIT Como ya es sabido, el año pasado la normativa fiscal reguladora del Enterprise Income Tax (EIT), el impuesto chino equivalente al Impuesto sobre Sociedades español, fue sometida a una profunda reforma con el principal objetivo de equiparar la tributación de los resultados corporativos cosechados por las empresas chinas de inversión puramente doméstica con aquellos obtenidos por las empresas participadas por socios extranjeros. Con anterioridad a la nueva normativa, la mayoría de las empresas chinas de participación extranjera podían disfrutar de abundantes beneficios fiscales en el EIT, en función de su actividad -el sector productivo se veía ampliamente beneficiado- o su establecimiento en determinadas zonas económicas. En este sentido, para favorecer la creación de nueva empresa de inversión extranjera se concedían vacaciones fiscales en el EIT o reducciones del tipo impositivo, como medidas más destacables. Por otro lado, los socios no residentes beneficiarios de estas inversiones podían no asumir tributación en China por los resultados distribuidos por su filial china o, en determinados casos, por otros retornos que su filial les hiciese llegar, por ejemplo, en forma de cánones. Tras la reforma mencionada, que entró en vigor el 1 de enero de 2008, la mayoría de los anteriores beneficios fiscales para las empresas extranjeras fueron abolidos y se introdujeron nueva obligaciones fiscales, así como destacadas medidas anti-abuso para las empresas implantadas en China. Transcurrido un año desde la entrada en vigor de esta importante reforma, cabe valorar los efectos que la misma ha tenido en el panorama fiscal chino. Los incentivos fiscales del anterior y del vigente EIT Parece claro que la inversión extranjera ha perdido su ventaja competitiva -al menos en lo que a costes fiscales se refiere- sobre la inversión en manos de socios chinos. Sin embargo, este efecto no está siendo inmediato. El legislador chino ha previsto en el nuevo EIT un generoso régimen transitorio que permite a la filial china de inversión extranjera seguir disfrutando de sus vacaciones fiscales o de los tipos impositivos reducidos durante un determinado plazo. Eso sí, dicho régimen transitorio tiene fecha de caducidad y así, por ejemplo, las empresas que estuvieran disfrutando de tipos reducidos en el EIT deberán ir aumentándolos progresivamente durante 5 años (hasta alcanzar el tipo general del 25% en el 2012) o, para las empresas beneficiarias de vacaciones fiscales, el cómputo de las mismas se iniciará de inmediato con la entrada en vigor de la nueva norma, cuando con la anterior normativa el cómputo se supeditaba al primer ejercicio en el que la filial obtuviera beneficios; por lo que con la nueva norma, aunque la filial todavía no haya obtenido beneficios, comenzará a consumir sus vacaciones fiscales en el 2008. Mientras tanto, el socio extranjero beneficiario de la inversión todavía disfrutará de la exención de impuestos en China sobre los dividendos que distribuya la filial con cargo a beneficios obtenidos con anterioridad al 2008, pero ya no para los dividendos correspondientes a beneficios de ejercicios posteriores. No obstante, en algunos supuestos el efecto de la reforma sí puede ser inmediato. De hecho, si la filial china de inversión extranjera cambia su actividad económica o el plazo de su operativa (en China, las sociedades se constituyen por un plazo, prorrogable), los beneficios fiscales se podrían perder. Estas situaciones pueden ser especialmente relevantes en adquisiciones y fusiones de filiales chinas, donde el negocio de la filial target beneficiado fiscalmente puede perder los incentivos al incorporarse en otro proyecto empresarial. Por otro lado, en relación a los beneficios fiscales introducidos por el nuevo EIT, éstos se han dirigido a determinadas industrias, a la inversión en protección del medioambiente y a la mejora de los aspectos sociales de la empresa, junto con determinados incentivos para zonas económicas de especial desarrollo. Con esto, los incentivos han quedado muy restringidos y no resultará sencillo cumplir los criterios requeridos para disfrutar, por ejemplo, del régimen fiscal especial para empresas de alta tecnología, uno de los incentivos más atractivos recogidos en la nueva norma. Probablemente la inversión en investigación y desarrollo represente uno de los beneficios de más común acceso, junto con las deducciones para la contratación de personal minusválido, la amortización acelerada de determinados activos o la deducción por inversión en maquinaria eficiente en el consumo energético o de recursos naturales. Finalmente, es también importante señalar que la explotación de proyectos públicos de infraestructura puede acceder a importantes incentivos fiscales. Las medidas anti-elusión y el efecto recaudatorio del nuevo EIT En otro orden de cosas, durante este año de vigencia de la nueva normativa, se ha podido observar que el esfuerzo reglamentario asumido por el Gobierno chino se ha centrado en perfeccionar las medidas recaudatorias y anti-elusión fiscal, algunas de las cuales inauguró la nueva ley. El propósito es adaptar tales medidas en el corto plazo al estándar de los países desarrollados, y ello a pasos agigantados: sólo entre en el último trimestre del año pasado y el primero del presente, se han aprobado reglamentos detallados en materia de precios de transferencia, reglas de sub-capitalización, medidas en materia de transparencia fiscal internacional y generales de anti-elusión. Con todas estas herramientas fiscales, la administración tributaria china se ha dotado de nuevos y poderosos instrumentos para llevar a cabo con eficacia revisiones fiscales de grupos multinacionales, de su operativa transfronteriza y estructura fiscal. Según detallaba recientemente el Director General del Departamento de Fiscalidad Internacional (perteneciente a la Dirección General de Tributos china o State Administration of Taxation) sólo en 2008 se revisaron 174 sociedades en materia de precios de transferencia, recaudándose por esta vía en 23 casos, en cada uno de ellos, 10 millones de yuanes chinos (aproximadamente 1.100.000 de Euros), y, en dos casos particulares, el importe ascendió a aproximadamente 11.000.000 de Euros. Visión crítica Como colofón, el efecto principal de la nueva normativa reguladora del EIT parece centrado en la recaudación. Una vez potenciada y terminada la anterior fase de atracción de la inversión extranjera, parece que la autoridad fiscal china ha decidido implementar de forma más estricta la parte de recaudación, a no ser que las empresas asuman la no siempre sencilla tarea -más en los tiempos que corren- de adaptar su explotación en China a un alto estándar tecnológico o de innovación o, por otro lado, se dedique a una industria o explotación muy específicas. Mientras con la anterior normativa el acceso a incentivos fiscales era muy generalizado, en la actualidad ha quedado muy restringido, por lo que en la nueva normativa se echan en falta unas medidas fiscales que potenciasen un abanico más amplio de inversiones, en diversos sectores, pero sin quedar reducido a la inversión en alta tecnología o en proyectos públicos de infraestructura. Por último, y pese a la incesante tarea legislativa producida en los últimos meses en el ámbito fiscal, se sigue haciendo esperar el desarrollo de medidas fiscales específicas en relación con el EIT, tales como un régimen de neutralidad fiscal para operaciones especiales de adquisición y reestructuración, que en China pueden implicar un coste fiscal significativo; o un régimen generalizado de consolidación fiscal que permita a las empresas en China pertenecientes a un mismo grupo eliminar a efectos fiscales las transacciones dentro del mismo grupo o neutralizar fiscalmente los resultados positivos de una empresa individual del grupo con las pérdidas de otra. Igualmente, una normativa fiscal favorecedora del sector financiero sería saludable para los inversores extranjeros que atienden expectantes el crecimiento que este sector podría experimentar en los próximos años en China. Francisco Soler. Socio Director de la oficina de Garrigues en Shanghai. Diego D’alma. Abogado fiscalista de la oficina de Garrigues en Shanghai.