Edipo, ciego y desterrado, va á sufrir su destino: dispuesto á morir, se sienta lleno de tristeza en una áspera roca, y contempla un sepulcro rodeado de Endrinos, erizados de Espinos: objetos lúgubres, y muy propios para inspirar á este desgraciado rey, pensamientos conformes á su situación. Antología: El viejo que encierra esta tumba Vio nacer allí, no una Vid con sus dulces racimos, Pero sí la Zarza y el Endrino, Cuyos frutos crispan los labios del viajero Acosado por la sed. • (Epist. Epigr., v. 136.) Es aquí un Poeta antiguo y digno de fe, que ha­ bla á la tumba de un malvado, cubierta de Endrinos y Zarzas. Este Poeta es Aliso, ilustre rival de Safo. Homero, refiriéndose al destino del Endrino, dice: Este fué el Pastor que hizo u n corral de toscas piedras, Cuyas paredes estaban cubiertas con ramos de En­ drino. (Odiss., cap. 14, vv. 8 y 10.) Este Arbusto apenas tiene hoy otra aplicación que la indicada por el Poeta griego, puesto que el estraoto preparado con sus frutos verdes, llamado Acacia del pais, ya no tiene uso en Medicina.