Dignidad de la persona humana Dr. Enrique Domville Domville En artículos pasados revisamos los fundamentos de la comunicación, lo que quiere decir que alguien pensó, estudió, reflexionó y escribió en torno al ser humano. En la literatura es constante el mencionar la dignidad del ser humano, apareciendo en textos de grandes Constituciones como la de Virginia de 1776 hasta las últimas promulgadas en Europa. El término DIGNIDAD es recurrente en los textos jurídicos legales de carácter nacional e internacional, un ejemplo claro es la Declaración de los Derechos del Hombre en 1948. Cada profesión tiene códigos de actuaciones éticas y morales aceptables (deontológicas), el término constantemente es referido, pero no está definido ni delimitado conceptualmente, como ejemplo: en enfermería la afirmación de la dignidad del paciente es fundamental, la protección de su libertad, el respeto a su intimidad y la atención a su vulnerabilidad. Sin embargo en el plano filosófico resulta problemática, pues se trata de justificar el sentido y la razón de dicha dignidad con preguntas como: ¿Por qué es digno? ¿En qué radica la raíz de la dignidad? ¿Por qué tiene una dignidad absoluta? ¿Por qué es más digno que cualquier otro ser? El ser humano es una expresión de vida en un conjunto de manifestaciones biológicas, desde este punto de vista no tiene una dignidad sublime, sino una dignidad simétrica respecto a otros seres vivos. El análisis filosófico de la dignidad humana constituye el tema central de la Antropología y de la ética, ya que la dignidad tiene un carácter normativo, la dignidad personal precisa de un desarrollo antropológico, la afirmación de la dignidad implica una práctica y la ética debe regularla y justificarla racionalmente. La dignidad no es evidente, sino un atributo que se predica universalmente de toda persona indistintamente de sus caracteres físicos o sus manifestaciones intelectuales, no es cuantificable, la dignidad no se relaciona con la lógica del tener, sino con la lógica del ser. Filosóficamente hablando, la dignidad no se tiene, sino que se es o no digno, esto es un atributo común a todos los hombres sin cuyo reconocimiento no se puede ejercer libertad y menos la justicia, y pone al ser humano en un nivel superior el cual debe ser respetado por los existentes. Metafísicamente hablando, la persona es digna y no por razones externas, sino por los elementos que tiene su persona, el que tenga disminuida sus capacidades no supone una reducción de su dignidad, porque la dignidad no radica en el grado de desarrollo del mismo, ni en las particularidades que pueda tener, sino en el ser y el ser es el fundamento y la raíz de las personas. Hay actos que dignifican al ser humano, mientras que otros lo convierten en indigno. La dignidad ética no puede ni debe confundirse con dignidad de las profesiones, porque la primera se relaciona con el obrar y la segunda se relaciona con el ser; por su forma de obrar y participar en una comunidad se hacen dignos de una dignidad moral y algunos por su forma de vivir son indignos desde el punto de vista moral, sin embargo por el mero hecho de ser personas tienen una dignidad ontológica. La dignidad puede ser absoluta y relativa, un ser tiene dignidad absoluta cuando ésta no depende de otro ser humano, busca la perfección dentro de un código ético-moral de superación, la dignidad ética es relativa, depende del obrar humano y fácilmente puede dignificarse con el obrar o caer en indignidad por el comportamiento. Desde la historia del pensamiento occidental, se ha hablado de caracterizaciones de esta dignidad, el origen de esta idea se halla en el mundo grecorromano, pues ensalza al hombre. El hombre es animal que tiene el ser racional, capaz de investigar y conocer. El animal se define como un ser social y político, apto de crear una comunidad, características que le confieren una superioridad en la esfera animal. Kant menciona en su Ética de las costumbres, la dignidad a la voluntad y a la libertad de arbitrio, los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, son seres irracionales y tienen un valor relativo; en cambio los seres racionales se llaman personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí mismos y que no deben de ser usados como meramente medios. Toda persona tiene un derecho absoluto derivado de su misma condición de personas. Comisión Estatal de Bioética de Oaxaca. Emilio Carranza, 1221 Col. Reforma 5026588 Email: [email protected]