ABELARDO VILLEGAS. Pensamiento y acción. Abelardo Villegas, nació en la Ciudad de México, el 13 de julio de 1934. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y realizó sus tesis de maestría y doctorado bajo la dirección de Leopoldo Zea. Ocupó diversos cargos de dirección en la UNAM como Director de Radio UNAM, Director de la Facultad de Filosofía y Letras y Secretario General Académico, entre otros puestos. Autor de una amplia obra filosófica entre las que sobresalen, La filosofía de lo mexicano (1960); Panorama de la filosofía iberoamericana actual (1963); La filosofía en la historia política de México (1966); Reformismo y revolución en el pensamiento latinoamericano (1972 y El pensamiento mexicano en el siglo XX (1993) entre otros. Murió en Helsinki, Finlandia, el 6 de julio de 2001. En primer lugar, debo decir que para mi, la presentación de este libro constituye un honor que me han hecho sus editores la Dra. Eugenia Revueltas y el Mtro. Emigdio Aquino. Los dos distinguidos profesores e investigadores, han dado origen a un libro especial. Se trata de un testimonio realizado por sus colegas, discípulos, amigos y seres queridos sobre la vida y la obra de uno de los filósofos más destacados de nuestro país: el doctor Abelardo Villegas. Todo lo que se dice en este libro-testimonio, permite introducirnos en una serie de círculos concéntricos que van, desde el personal, que es a la vez, afectivo e intelectual; el círculo de sus discípulos y el de los amigos que expresan sus apreciaciones sobre las diversas y ricas aportaciones del filósofo. ¿Cuál es el lugar de la obra del Dr. Abelardo Villegas, en la filosofía mexicana? Su primera obra, ve la luz en 1960, La filosofía de lo mexicano, obra que tuve la oportunidad de presentar, a invitación del autor, en su tercera edición. Abelardo Villegas contaba, cuando publicó este libro por vez primera, con 26 años y ya hacía una reflexión crítica sobre un movimiento que surge en 1952 y que trata de encontrar una vía nacional para la filosofía, de acuerdo con la concepción historicista renovada por el existencialismo y que se expresa en el célebre grupo “Hiperión” y de acuerdo a la tesis de Gaos y Zea, en el sentido de que se requería profundizar en lo nacional para encontrar lo universal. En aquellos momentos Villegas tenía ya una idea propia pero como expresa en el prólogo fechado en 1957, se trata “de una diferencia de opinión interna” a la corriente que buscaba una “filosofía de lo mexicano” es decir, Ramos, Zea, Gaos, Villoro, Uranga, Mac Gregor, Guerra, Portilla y otros. Villegas se ubica, entonces en esa corriente que se distinguía claramente del tomismo, la metafísica, el materialismo dialéctico (aunque no de otras vías de interpretación del marxismo) y el positivismo lógico que mas tarde, en 1967, emergerá como filosofía analítica. Justamente, en torno a este debate sobre cuál debería ser la vía más adecuada para la filosofía mexicana que se conserva el debate publicado en la Revista de la Universidad de México en enero de 1968 y en el que participan Zea, Villoro, Rossi, Balcárcel y Villegas, en que éste último considera que, en primer lugar, la filosofía se practica en nuestros países como una glosa de otras filosofías; debemos cobrar conciencia de la problematicidad de las filosofías y para ello se debe asumir un espíritu verdaderamente crítico. 2 Pero, en rigor. dice Villegas, los problemas de la filosofía no se plantean propiamente en las contradicciones del cuerpo teórico, por así decir, sino en las que surgen entre el cuerpo teórico y su confrontación con los objetos. Entonces en ningún momento de nuestro filosofar podemos excusarnos de este contacto empírico de los objetos” . Se opone así a lo que llama “el universalismo imitado”. Pero no sólo se trata de captar el carácter problemático de las filosofías europeas sino explicar la forma en que surgen problemas en nuestro propio medio. No para dar cuenta de cómo unas ideas substituyeron a otras en la historia sino “cómo unas ideas influyeron en unos hombres, los cuáles reaccionaron emitiendo nuevas ideas”. Ideas que tienen un carácter práctico puesto que buscan resolver los problemas que plantea la circunstancia. Creo que en lo anterior se concentran algunas ideas centrales del planteamiento de una corriente que ha tenido una enorme influencia y que surge con Antonio Caso y Justo Sierra; se mantiene con Ramos, Gaos, Zea y se desarrolla en nuevas dimensiones con Abelardo Villegas al plantear, a través de sus libros, problemas de filosofía política como liberalismo, violencia, democracia, derechos humanos, revolución, reforma, pensamiento universitario y otros. Desde mi punto de vista, la tesis de que la reflexión filosófica debe, por un lado, explicar la manera en que sus diversas corrientes se encarnan en fuerzas políticas e ideológicas e inciden en la vida social, sigue siendo una tarea fundamental sobre la cual han expuesto importantes argumentos las autoras y autores de este libro. “La filosofía, nos dice Villegas en su libro La filosofía en la historia política de México” sirvió para integrar al hombre, para constituirlo según ciertas ideas y ciertos modelos. Fue, y esto creemos que lo dice todo, un saber de salvación y no un puro menester teórico”. Margarita Vera dice que “El tiempo, que todo lo amengua y ubica, quizá me permitirá más adelante poner en segundo término la emoción, para dejar que sea la mirada teórica la que recorra y valore lo que ahora para mí es una unidad entrañable que se llama Abelardo Villegas”. Tiene razón, es difícil hacer un balance de su obra a tan poco tiempo de su muerte prematura y sorpresiva para todos, a pesar de que será muy necesario. Su muerte fue una sensible pérdida para la filosofía mexicana que podría haber conocido nuevas reflexiones en torno al tiempo crucial en que nos encontramos y que ya se atisban en sus trabajos más recientes. Todo lo que ha ocurrido en el mundo a partir de la caída del Muro de Berlín y a partir de la crisis en que cayó nuestro país nos ha afectado profundamente. Revisemos de nuevo la obra de Abelardo Villegas para encontrar un apoyo que nos permita explicar nuestra situación presente y futura.