José Manuel Pureza: El Patrimonio Común de la Humanidad

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José Manuel Pureza: El Patrimonio Común de
la Humanidad. ¿Hacia un Derecho Internacional
de la Solidaridad
PUREZA, José Manuel, El Patrimonio Común de la Humanidad. ¿Hacia un Derecho
Internacional de la Solidaridad?, Madrid:
Trotta, 2002, 400 p.
S
omos habitantes de un mundo cuyo destino parece oscilar entre la
inminencia de lo peor y un germinal principio de esperanza, condición
extrema que Hanna Arendt llamó tiempos de oscuridad.
Más allá de los achaques propios de un malestar en la cultura o de
una nostalgia postmoderna por las ilusiones pérdidas de la modernidad
o, incluso, de una visión apocalíptica, el amanecer del siglo XXI es, simple y sencillamente, una triste parodia de Blade Runner: con horizontes
grisáceos, ambientes desesperanzados y un sordo rumiar de lo violento
que, con ruda paciencia, a todo se adhiere y todo carcome.
La aldea global no es un sitio hospitalario y plácido. En el mejor de
los casos es tan sólo un vecindario polucionado, donde el ánimo de la
convivencialidad se encuentra marcado por un resentimiento fermentado por la memoria de infamias.
El acontecimiento del once de septiembre de 2001, ha significado
para este siglo el inicio un nuevo des-orden que asienta el sentido de las
relaciones internacionales sobre el primado de la razón cínica y el estilo
paranoide.
Las historias que corren en la sociedad global del riesgo, como Ulrich
Beck la denomina, nos urgen a pensar sobre el estado que guarda el
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REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
entramado de instituciones y reglas que habían conformado el orden
jurídico internacional desde, por lo menos, el término de la segunda
guerra mundial. Así las cosas, la cuestión del Derecho Internacional se
ha trocado para la deliberación jurídico-política en un tópico no sólo
necesario sino apremiante. Porque, a pesar de todo, como prescribe un
viejo proverbio chino estos no dejan de ser tiempos interesantes. Tiempos que deben mover a reflexiones y formas de acción que sean apropiadas para afrontar asertivamente los obstáculos, riesgos y peligros de
dimensión planetaria que se ciernen sobre los colectivos humanos.
José Manuel Pureza, doctor en sociología y profesor investigador
de la Universidad de Coimbra, Portugal, ha comprendido bien lo interesante de estos tiempos en curso y nos ofrece un oportuno estudio
sobre la génesis y estructuración de ese constructo histórico, aún difuso, denotado por la noción de Derecho Internacional.
El análisis del profesor Pureza tiene como presupuesto que la unidad de referencia del sistema internacional habían sido los Estados-nacionales. La complejidad de los procesos en el sistema-mundo han
incorporado en su tejido el quehacer de una multiplicidad de empresas
corporativas y organismos civiles.
Refiere el autor que el modelo estatocéntrico, que organizaba la
visión tradicional del Derecho Internacional, carece hoy de la capacidad explicativa que tuvo en el pasado reciente ya que el nuevo contexto
de las relaciones internacionales y los procesos inherentes a la Sociedad
de la Información han puesto en cuestión a una serie de instrumentos
jurídicos organizados en torno de la noción de soberanía, como pieza
clave del sistema internacional.
Las razones de ese punto de quiebre, a decir de José Manuel Pureza, radican en que los Estados que pretendieron la plenitud de soberanía e independencia se encuentran ahora innegablemente subordinados
a una realidad que les impone la lógica de la interdependencia; y que,
tras ufanarse del trazado puntual de sus territorialidades cartográficas,
tienen que admitir sus espacios nacionales no son cuerpos cerrados y
que se hayan inmersos en un proceso de transnacioalización de sus formas de vida.
No obstante ese contexto, que pudiera dar lugar a imaginar una
suerte de afirmación progresiva de la noción de comunidad internacional en desplazamiento o remoción de una concepción estatocéntrica
RESEÑA
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del derecho internacional, como marco regulativo de las relaciones
interestatales nos encontramos ante un momento de alto grado de incertidumbre.
El debate que, desde el punto de vista del profesor lusitano, se ha
generado acerca del sustrato histórico y epistemológico, así como jurídico-político del derecho internacional contemporáneo, tiene —desde
una concepción de la democracia global— cursos diferenciados según
se reflexione desde la perspectiva liberal o comunitarista. El autor
plantea una detallada exposición de los temas o lugares teóricos, así
como de las aporías que cada una de ellas presenta, al modo de callejones sin salida.
El ejercicio argumental de José Manuel Pureza tiene por propósito impulsar el proyecto de un nuevo paradigma del orden internacional, que en su consideración debe sustentarse en los siguientes
elementos: la equidad (frente al presupuesto de reciprocidad del Derecho Internacional vigente), la legalidad y la legitimidad (frente a la
pretendida neutralidad del derecho internacional clásico y a la discrecionalidad de su acatamiento) y el reconocimiento de la comunidad
internacional como constructo jurídico-político (frente a la tradicional concepción de soberanía).
Esa transformación paradigmática, desde el punto de vista del autor, implica un descentramiento o, acaso, una perspectiva de la complejidad que permita percibir una dimensión vinculante que para generar
un espacio de bienes e intereses comunes, que implica un patrimonio compartido de valores, principios, instituciones y procedimientos.
La sugerente reflexión de Pureza no peca de ingenuidad y reconoce
que la realización histórica de una comunidad internacional tiene como
dos grandes obstáculos: las falacias de la globalización y a la desigual distribución del poder, en la sociedad internacional.
Son muchos los méritos que se encuentran en este libro, pero sobre
todo señalar las edades de la noción de patrimonio común de la humanidad y, sobre todo, la percepción de la existencia bienes jurídicos globales
como alternativa radical a un modelo estatocéntrico, que no exige un componente institucional centralizador sino un modo de gestión en el que se
expresen jurídicamente las obligaciones positivas de los Estados soberanos con la comunidad internacional en su conjunto.
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El Patrimonio Común de la Humanidad es un libro que resume las
paradojas, las lógicas borrosas del derecho internacional en tiempos de
oscuridad. Pero, también, es un libro que sabe mostrar que, no obstante
el horizonte apocalíptico que parece cernirse sobre los colectivos humanos, estos son —sin lugar a dudas— tiempos interesantes, porque el
curso y destino de la humanidad aún es posibilidad abierta y múltiple.
Javier Rivera Rodríguez
Investigador del Instituto de la Judicatura Federal
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