La censura en las expresiones audiovisuales de Tucumán

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La censura en las expresiones audiovisuales de Tucumán -Argentina- durante la
dictadura autodenominada “Revolución Argentina” (1966-1973)1
Verónica Alicia Ovejero.
Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional de Tucumán - Argentina. 2
Resumen
El presente trabajo se propone abordar algunos efectos de los discursos y las
prácticas represivas de la dictadura autodenominada “Revolución Argentina” en la
provincia de Tucumán, atendiendo principalmente a los casos de censura sobre algunas
manifestaciones del audiovisualismo tucumano entre los años 1966 y 1973. Como
hipótesis sostenemos que la censura durante este periodo, al no encontrarse plenamente
sistematizada, se va a caracterizar principalmente por un método de censura encubierta,
que apelaba a recursos de control y presión solapados, aunque con efectos igualmente
devastadores sobre la vida cultural tucumana. Para ello, la censura se valió de los discursos
hegemónicos, oficiales y no oficiales, y de la legislación represiva que comenzó a
profundizarse en la segunda mitad de la década del sesenta.
Palabras claves: dictadura; censura; cultura; discursos; audiovisual.
Introducción
Esta investigación se propone realizar un análisis del impacto de la censura y la
represión implementadas por la autodenominada “Revolución Argentina” entre los años
1966 y 1973 en algunas expresiones del audiovisualismo de la provincia de Tucumán,
atendiendo a los discursos y practicas represivas que emanaban desde el régimen y a las
leyes y decretos que se implementaron con el fin de acrecentar el control sobre la cultura y
la sociedad argentina.
1
“3º Encontro Regional Sudeste de História da Mídia”. Escola de Comunicação da UFRJ. 14 e 15 de abril de 2014.
Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Tucumán. Alumna pos-doctoral del Doctorado de Humanidades
de la Universidad Nacional de Tucumán. Becaria de CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas). [email protected]
2
1
Como hipótesis sostenemos que, a pesar de que la censura durante este
periodo no se encontraba plenamente sistematizada, a partir de 1960 se inaugura una etapa
de paulatina formación y acumulación de las prácticas y discursos represivos, que va a
acelerarse en el periodo 1966-1973, hasta alcanzar su culminación y sistematización entre
1974/76 hasta 1983. Durante el “Revolución Argentina”, la forma de censura predominante
sobre los espacios culturales fue la de una censura encubierta, que apelaba a recursos de
control y presión solapados, aunque con efectos igualmente devastadores sobre la vida
cultural tucumana. Para ello, la censura se valió de los discursos hegemónicos, oficiales y
no oficiales, y de la legislación represiva que comenzaba a profundizarse. De este modo, se
buscaba frenar el proceso de radicalización política y politización de la cultura que se
estaba experimentando en algunos espacios de la cultura tucumana. Así, sostenemos que en
estas prácticas se encontraban las raíces directas de la brutal represión de la dictadura de
1976. Del mismo modo, consideramos que este proceso se inserta en uno más amplio
correspondiente al de las dictaduras militares del cono sur iniciadas en los sesentas, en
donde, a pesar de las singularidades de cada caso, hubo algunos patrones en común en
cuanto al aparato represivo montado y a los discursos de censura.3
Establecemos dos ejes a partir de los cuáles analizar la censura: por un lado, las
prohibiciones justificadas como una defensa de la moral y las “buenas costumbres”, y,
por otro, aquellas que apuntaban a preservar el orden social existente ante el peligro de la
expansión de ideas subversivas como las del comunismo. La síntesis de estos elementos
puede identificarse con los cuatro pilares básicos de la llamada “civilización occidental y
cristiana”: libertad, religión, familia y propiedad.
Entendemos que la censura en el espacio audiovisual tucumano da cuenta de que los
controles “informales” del régimen se articulaban con las leyes y decretos útiles a esos
fines. En el trabajo se analizará el caso del primer canal de televisión tucumano, creado en
1966; el de un concurso de cortos cinematográficos organizado por el CPDC en 1968 y,
finalmente, el caso del film El camino hacia la muerte del viejo Reales de Gerardo Vallejo
3
Muchos autores coinciden que un aspecto en común de estos discursos fue la defensa acérrima, por parte de sectores de
la Iglesia y las Fuerzas Armadas, de un estilo de vida en donde lo principal era proteger la familia, la moral y la religión.
Del mismo modo, sostienen que el cine fue una de las primeras expresiones del arte en sufrir los efectos de la censura.
Ver BARANDIARAN Luciano, PADRÓN, Juan, “Cine, censura y autoritarismo: los casos de Brasil y Argentina (19641983)”. En Actas Congreso AsAECA (Asociación Argentina de Estudios de Cine y Audiovisual), 2009. Pg. 380.
2
del año 1968.
Las fuentes utilizadas fueron principalmente la prensa escrita, como diarios y
revistas nacionales y provinciales, testimonios de algunos protagonistas de aquel periodo
y material del archivo de la Universidad Nacional de Tucumán, como las Resoluciones del
Consejo Universitario.
La dictadura de 1966 y la agudización de las prácticas represivas
Luego del derrocamiento de Juan D. Perón en 1955, Argentina se caracterizó
por la inestabilidad política y la fragilidad de sus instituciones democráticas. Hacia 1966 se
produjo un nuevo golpe de estado, encabezado por el Gral. Juan Carlos Onganía, que puso
en ejecución un plan de reestructuración integral de la sociedad a partir
de la
“modernización” de la economía nacional y de la defensa de las tradiciones y del estilo de
vida “occidental y cristiano”.4 La supresión de la Constitución Nacional, del sistema “semidemocrático”5 hasta entonces vigente, de las libertades personales y sociales, de los
partidos políticos y, por consiguiente, de toda convocatoria electoral, desembocaron en la
ilegalización de la vida política en todos los ámbitos del país. De este modo, las prácticas
represivas, ejecutadas por el régimen, estuvieron legitimadas por un engranaje discursivo
hegemónico, oficial y no oficial, que permitió un férreo control y censura de las
expresiones intelectuales y culturales del país.6
Durante esta etapa, Tucumán fue el laboratorio del modelo económico a
implementarse, más tarde, en el resto del territorio nacional. La provincia sufrió la
desarticulación de su aparato productivo, ya que el régimen decidió cerrar once de los
27 ingenios azucareros, lo que significó el comienzo de una profunda crisis política,
4
Cuando el régimen alude al “estilo de vida argentino” se refiere a los “valores morales” y las “tradiciones” católicascristianas que desde su visión fueron parte del pasado dorado de la nación y que se encuentran amenazadas por las
degeneraciones de la modernidad y del marxismo-comunismo.
5 Se habla de “semi-democracia” en tanto y en cuanto el partido mayoritario, el peronismo, se encontraba proscripto, no
pudiendo realizar actividad política alguna ni presentarse a elecciones.
6 Para Guillermo O´ Donnell, los sucesivos gobiernos militares que se implementaron desde 1955 en América Latina
buscaron neutralizar las fuerzas populares que habían provocado la crisis del Estado Oligárquico. El golpe de Estado
de 1966 representó la emergencia de una nueva forma de dominación autoritaria, vinculada a los intereses de una
gran burguesía y a un proyecto liberal y modernizador de la economía nacional que él denomina “Estado Burocrático
Autoritario”. En esta categoría se incluyen las experiencias de Argentina y Brasil. En O’ DONNELL, Guillermo, El
Estado burocrático autoritario. Triunfo, derrotas y crisis. Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1996.
3
económica y social. Además, un mes después de producido el golpe de Estado, el 29
de julio de 1966, esgrimiendo que las universidades eran un reducto de comunistas y
subversivos, el gobierno dictó la ley de facto 16.912 por la cual la autonomía universitaria
era avasallada y las universidades nacionales intervenidas estableciéndose un nuevo
régimen universitario que anulaba el sistema de democracia tripartito existente. En
contraste, la provincia desplegaba un importante desarrollo cultural encabezado por el
Consejo Provincial de Difusión Cultural (CPDC), un órgano oficial, que se propuso, entre
sus objetivos principales, dar impulso a las actividades culturales y artísticas en la capital y
en las ciudades del interior. Asimismo, hacia julio de 1966 se inauguraba el primer canal de
televisión tucumano, la TV universitaria, como señal de progreso y distinción.
Durante los años de Onganía fue cobrando forma un dispositivo legal represivo
supeditado a los principios del estatuto de la “Revolución Argentina”, inaugurando
una nueva etapa en el proceso de sistematización de los métodos de censura.7 Andrés
Avellaneda va a decir que ese soporte legal, “legitimado” por los temores propios del
mundo de la Guerra Fría, va a presentar módulos excesivamente amplios, no definidos,
en donde “cualquier cosa puede ser” considerada sustancial según el arbitrio irrestricto de
las autoridades. En este sentido se encuentran las leyes de Defensa Nacional de octubre de
1966 que creó el CONASE (Consejo Nacional de Seguridad) y la ley 17.401 de Defensa
contra el comunismo.
Como parte de la política de medios llevada a cabo, el gobierno dispuso la
intervención de la Comisión Administradora de Emisoras Comerciales y L.S TV canal
siete, sobre la cual además se ceñían amenazas de disolución por ser considerado un
organismo de carácter “político”; del Consejo Nacional de Radiodifusión y Televisión
(CONART) y de la Dirección General de Radiodifusión. El CONART sería integrado
con representantes militares de los ministerios y secretarías vinculados a la gestión, y
7
El reemplazo de la Constitución Nacional por el estatuto de la “Revolución Argentina” derivó en la clausura de la vida
política de los argentinos. En el clima de la Guerra Fría esto contemplaba también transformar los ámbitos culturales
y preservarlos de la infiltración y el peligro comunista y de los males de la “modernidad” que, desde la perspectiva del
régimen, afectaba la moral y las buenas costumbres. En el mensaje de la junta militar del 28 de junio se sostenía: “La
transformación nacional es un imperativo histórico que no puede demorarse, si queremos conservar nuestra fisonomía
de sociedad civilizada y libre y los valores esenciales de nuestro estilo de vida. […] Unámonos alrededor de los grandes
principios de nuestra tradición occidental y cristiana.” En SELSER, Gregorio. El Onganiato. Buenos Aires, Carlos
Samonta Editor, 1973. 2 vols. pgs. 298-299.
4
organizado a partir de un nuevo estatuto que modificaba la ley de radiodifusión en función
de los principios del régimen. Se proyectaba también que las radios comerciales sean
paulatinamente transferidas al capital privado. Programas televisivos debieron enfrentarse
a planteos y presentaciones judiciales por ser considerados atentatorios de los objetivos
de la “Revolución Argentina”. Un caso paradigmático de censura fue el levantamiento del
programa porteño “Séptima noche”, de Canal 7, por supuestas declaraciones subversivas
del escritor Dalmiro Sáenz en ese ciclo, quien habría elogiado al gobierno de Fidel Castro. 8
En junio de 1967 se creó la Secretaría de Difusión y Turismo en reemplazo de la
Secretaria de Prensa de la Presidencia de la Nación. La nueva secretaría debía fomentar y
regular la actividad cinematográfica nacional y “… propender a que la misma constituya
un factor de difusión de la cultura, la historia y las bellezas naturales argentinas…”. 9 La
importancia de la misma residía en que concentraba bajo su mandato a la Administración
General de Emisoras Comerciales de Radio y Televisión, a la Dirección Nacional de
Turismo y al Instituto Nacional de Cinematografía. El fin de la centralización era alcanzar
los objetivos de la “revolución” a través de una adecuada explotación de los servicios de
radiodifusión, cinematografía y televisión.
En 1969, la Ley 18.019 de prohibición cinematográfica fue la que mejor explicitó
las intenciones de censura cultural del gobierno militar, sistematizando e incrementando
cortes y prohibiciones en los films considerados “inmorales” o “subversivos”.10 La ley
fue rechazada por el gran arco que componía el mundo cinematográfico y televisivo. Las
entidades del ambiente artístico sostenían que el “engendro” legal establecía “…uno de
los regímenes de censura más severos que haya conocido el país…” y advertían sobre
8
Por tales razones se suspendía al director general del canal Williams Fontán y al conductor del programa Guerrero
Martinheitz por diez días, asimismo quedaba clausurado su programa radial que conducía por LR3 radio Belgrano de
Buenos Aires. En AVELLANEDA, Andrés. Censura, autoritarismo y cultura: Argentina 1960, 1983. T I, Buenos Aires,
Centro Editor de América Latina, 1986, pg.84.
9 Idem, pg. 88.
10 En 1968 se había dictado la Ley 17.741 de Cinematografía. A pesar de que la misma buscaba fomentar el cine nacional,
como la producción de cortometrajes, también establecía que se negaría la clasificación a aquellas películas argentinas
que “atenten contra el estilo de vida o las pautas culturales de la comunidad”. La revista oficialista Confirmado,
por su parte, presentaba la nueva ley como la posibilidad de “…disponer con mayor flexibilidad de las partidas de
fondos, adecuándolas a las diversas necesidades: créditos a la producción, promociones del cine argentino.” En Revista
Confirmado, noviembre de 1967 y enero de 1968.
5
los peligros del mismo.11 El germen de la censura ya se encontraba presente desde antes,
con la creación del Consejo Honorario de Calificación Cinematográfica de 1963 durante
la presidencia de José María Guido12 que fue transformado en Ente de Calificación con
la Ley 18.019. La ausencia de un criterio unificado y las superposiciones entre el Poder
Judicial, el Ente de Calificación y el Poder Ejecutivo produjeron situaciones extremas y
sin precedentes como el decreto-ley de 1970 dictado por el Ejecutivo exclusivamente para
prohibir la proyección de film Teorema de Pier Paolo Pasolini.13
Al analizar la ley 18.019, la revista Primera Plana mostraba que se trataba de una
ley medieval y oscurantista que tardíamente buscaba seguir las líneas de código Hays
norteamericano, cuando este ya estaba en su ocaso. En una nota se analizaba:
Tampoco se lucía aquel texto por su originalidad: todas las prohibiciones que
instauraba eran delitos previstos por el código penal argentino, con los mismos o parecidos
nombres. La ley, a la vez, ponía sus formidables poderes en las manos de un solo hombre,
el director general del Ente de Calificación Cinematográfica, una suerte de señor feudal de
la cultura, con derechos sobre las vidas y haciendas del cine nacional.14
11
“En el curso de los últimos dieciocho meses, la censura cinematográfica argentina prohibió la exhibición de
Teorema (Pasolini), La Chinoise (Godard), If (Lindsay Anderson) y Satyricon (Fellini); obligó a cercenar decenas de
otras películas, restringió la propia producción nacional e, indirectamente, incubó el flagelo de la autocensura en los
distribuidores. Lo que al principio era una vigilancia sobre los espectadores de edad, se convierte en un rígido control
sobre los criterios de la gente adulta… sus víctimas son Bergman, Visconti, Antonioni, y por supuesto también los
espectadores. Pero, al fin de cuentas, la censura local es apenas una manifestación -la última- de las presiones que el cine
soporta en diversas etapas de su producción.” En Revista Panorama, junio de 1970. La nota pertenecía a Homero Alsina
Thevenet.
12 En 1963, durante el gobierno provisional de José María Guido se dictó el decreto-ley 8.205 por el cual se creó el
Consejo Nacional Honorario de Calificación Cinematográfica, el cual adquiría la facultad de disponer cortes en todas
la películas que obligatoriamente le eran sometidas para su calificación; además se presentaba con una orientación
ideológica conservadora ya que se incluía en su seno a representantes de instituciones privadas confesionales como las
Ligas de moralidad y Padres de familia.
13 En una interesante nota de Panorama, Marzo de 1969, titulada: “Sobre los cineclubs auge y ocaso. El cineclub en el
sube y baja”, se planteaba que tras las prohibiciones en las salas oficiales, los cineclubs podían evadir tales medidas y
proyectar los filmes sin cortes: “Cierto que sujeta a eventuales reglamentaciones tramposas, dicha excepción haría del
cineclub un refugio para ver cine en condiciones vedadas a las salas comerciales. El cineclub estaría al margen de la
censura (fenómeno que ocurre en España, Francia, Italia, Gran Bretaña y otros países europeos) y daría la oportunidad
deseada por muchos…el cineclub logró acoger películas postergadas”. En Tucumán estos espacios alternativos eran
comunes por lo que es probable que, aunque sea para un público reducido, se hayan podido proyectar algunas películas
prohibidas y cortadas por el Ente de Calificación.
14 Revista Primera Plana, febrero 25 de 1969. La persona a la que se aludía era Ramiro de la Fuente, antiguo miembro del
Consejo Honorario de Calificación Cinematográfica.
6
Por otra parte, como señala Andrés Avellaneda, durante esta etapa no existió una
oficina de censura centralizada, tampoco una legislación unificada en materia de
prohibiciones, lo que derivó en una sistematicidad parcial de la legislación, sin llegar a
tener una plena efectividad como sí la tendrá hacia mediados de la década del setenta.
El cine documental argentino, por su parte, sufrió también la aplicación de estas
medidas legales. Las películas La hora de los hornos (1968) y El camino hacia la muerte
del viejo Reales, ambas representantes de un cine militante y profundamente crítico del
sistema social vigente, fueron prohibidas. Sin embargo, fueron al mismo tiempo parte de
la gestación de nuevos espacios de difusión, muchas veces clandestinos, en sindicatos y
barrios, que se convirtieron en los únicos espacios en donde era posible su proyección.
Son interesantes las palabras de un crítico y escritor tucumano, Dardo Nofal, quien
luego del festival de cine de Mar del Plata de 1970, analizaba el evento como un espacio
donde solamente un puñado de privilegiados podían acceder a ver las películas sin cortes,
mientras que el público general, asistente a los cines de los barrios, debía someterse a las
privaciones que los censores decidían arbitrariamente.15
Los efectos de la censura en Tucumán
El clima represivo en la provincia presentó singularidades debido a la violencia
utilizada por el régimen para resolver el denominado “problema tucumano”, que tuvo
su máxima expresión en el “cerrojazo” de los ingenios azucareros, y que se tradujo en
revueltas sociales duramente reprimidas. Este proceso de “modernización forzosa” al
que sometieron a todo el campo tucumano estuvo acompañado por políticas culturales
consecuentes con la ideología que irradiaba el estatuto de la “Revolución”. En
consecuencia, Tucumán fue presidida por gobernadores y funcionarios que respondían
al perfil clerical y autoritario del régimen que van a actuar sobre el espacio cultural
imprimiéndole aquel sesgo autoritario y represivo.
El relevamiento de la prensa provincial es de gran utilidad para comprender cómo
se vivió el clima represivo en la provincia. Al igual que para el resto del país, la censura
característica fue aquella que aun no estaba del todo sistematizada, es decir, que se apelaba
15
Diario La Gaceta, 19 de abril de 1970. “Cine. Merecemos un festival”.
7
a artilugios extralegales para mantener a raya a todas aquellas expresiones consideradas
contestatarias. Este fue el caso de cómo vivieron el régimen expresiones del arte tucumano,
como así también la prensa escrita y audiovisual. Sin embargo, como sostuvimos antes, a
la par de aquellos mecanismos solapados, la elaboración de leyes y decretos sirvieron para
profundizar la censura y brindarle paulatinamente un marco legal.
La Televisora Universitaria (TVU) se inauguró el 9 de julio de 1966, día en que
se celebraba en la provincia el Sesquicentenario de la Independencia nacional. La idea
primigenia de crear una canal provincial se puede rastrear durante los años peronistas
cuando el rector de la Universidad Nacional de Tucumán era Horacio Descole. Sin
embargo, esta iniciativa recién se pudo concretar en 1966, durante el rectorado de Eugenio
Flavio Virla quien tomó la iniciativa y la llevó a cabo.16 La televisión universitaria había
sido creada con una orientación cultural y educativa por lo que uno de sus principales
objetivos fue crear un espacio de articulación entre la universidad y la sociedad. Asimismo,
la TVU, vista como tecnología puesta al servicio del conocimiento, era símbolo de
modernidad y prestigio para la provincia. El estatuto a partir del cual se organizó, da cuenta
de los fines educativos que perseguía, en tanto se planteaba que el flamante canal buscaría
fomentar:
…la educación del hombre en su sentido amplio… la formación integral de la
personalidad en sus aspectos moral, intelectual y físico, mediante el desarrollo de la
capacidad de juicio sobre lo estético, lo ético, lo afectivo y lo social… sus programas
promoverán la difusión y la enseñanza de las ciencias, las letras y las artes, así como el
reflejo veraz y ponderado de la realidad social, económica y política.17
Diego Toscano, analiza que la televisión de “…los años ‘50 y ‘60 tiene una matriz
pedagógica-paternalista: se inscribe en un proyecto modernizante, que concibe a los
espectadores…como sujetos a formar, a cultivar. Canal 10 emerge de esa concepción”. 18
16
TOSCANO, Diego Esteban, “Matriz Constitutiva del canal de televisión de la UNT”. En Actas del Segundo Congreso
sobre la Historia de la Universidad. www.2historia.unt.edu.ar/.../actas-segundo-congreso. Marzo de 2010. Allí el
autor, estudioso del Canal de TV, explica que la gestión de Virla tenía el propósito de “motorizar el proceso de reforma
estatuaria de la universidad posperonista, brindándole un marco de normalidad y autonomía.” Así, una de las primeras
medidas de los gobiernos del periodo 1955-1966 fue desarmar el circuito de medios de comunicación que el peronismo
había generado en la década que le tocó gobernar. Después de varias gestiones a nivel nacional, en 1964 se otorgó a la
UNT la licencia de un canal cultural, experimental, LW83 Canal 10 de Tucumán.
17 Estatuto de la Televisora Universitaria Canal 10. 1966.
18 TOSCANO, Ob.cit. pg. 4.
8
Sin embargo, este espíritu de TV educativa comenzaría rápidamente a entrar en tensión con
dos componentes adversos: por un lado, la televisión comercial que avanzaba a paso firme
dentro del país y, por otro, el espíritu vacuo que le impregnó el gobierno de la dictadura,
que había tomado el poder unos días antes de la inauguración del canal y que utilizó la
gestión del rector Rafael Paz para imponer su ideología. Ambos elementos confluyeron
para cederle cada vez más espacio a programaciones que nada tenían que ver con los
objetivos primarios con que se había creado el canal. De ese modo, la TV universitaria
“…fue abandonando su carácter cultural y asumiendo abiertamente un carácter comercialpopulista… en el que el mercado se transformó en la principal instancia de legitimación del
discurso televisivo”.19
A fines de julio de 1966, cuando aún Virla era rector, se registró el primer conflicto
entre el canal y los poderes del gobierno, la Iglesia y los organismos confesionales. El
escándalo se desató producto de la proyección de la película Los Jóvenes viejos (1962)
de Rodolfo Khun. Luego de la noche de proyección sobrevino la indignación de todo
el arco conservador clerical, encabezado por el arzobispo de Tucumán, monseñor Juan
Carlos Aramburu, quien no tardó en cursar un telegrama al rector de la UNT en donde le
solicitaba:
...medidas para la no repetición de hechos como en la presentación en TV de la
película ‘Los jóvenes viejos’, que dejó azoradas y alarmadas a las familias tucumanas,
comparto su determinación publicada hoy (por ayer) en la prensa a fin de evitar repeticiones
similares y asegurar la tranquilidad moral de los televidentes, para que esa TV sea no un
solapado enemigo que llega al interior de los hombres, sino un noble instrumento que dé
garantías de educación y afianzamiento de los sanos valores de las familias argentinas. Dios
guarde a Ud.20
Posiblemente el disgusto se haya debido a que el film presentaba algunas escenas
que insinuaban relaciones sexuales entre los protagonistas, algún que otro fugaz desnudo,
pero fundamentalmente porque mostraba a la juventud en una actitud de rebeldía contra
el sistema, propia de los jóvenes de comienzos de los sesenta. El diario local La Gaceta
reprodujo otro pronunciamiento de tinte conservador. Esta vez correspondía a La
19
TOSCANO, ob.cit, .pg. 5. Esto también es abordado por la revista Última Línea, N° 13 noviembre de 1967.
“Televisión. Para atrapar a un director.”
20 Diario La Gaceta, 28 de julio de 1966. “Comparte el Arzobispo una medida en la TV”.
9
Federación de Uniones de Padres de Alumnos de Colegios Religiosos, que se dirigían al
rector del siguiente modo:
El sábado a la noche, dice la entidad, numerosos hogares de esta ciudad y
alrededores, fueron ingratamente sorprendidos por la propalación de un inaudito programa
de televisión por el canal confiado a esa universidad. Se trataba de una película que atentaba
contra la moral y las buenas costumbres, que fuera calificada inconveniente para menores
de 18 años… agraviantes a la moral y a la conciencia espiritual del pueblo tucumano,
además de rebajar la misión formativa y cultural de nuestra universidad. Quedamos
expectantes por conocer las severas sanciones a que los responsables se han hecho
acreedores, pues nada podría justificar que continuaran al frente de un medio de difusión
cultural que entraña tanto peligro en la formación de las jóvenes generaciones… La entidad
que desde hace años vigila y tutela el acervo moral de la juventud, concluye felicitando al
rector por la medida adoptada y espera la aplicación de condignas sanciones que impidan la
repetición de episodios similares.21
Esta cita marca con claridad la presión ejercida sobre las autoridades de la TVU. El
rector, acorralado, se inclinó por una medida drástica al respecto, iniciándole un sumario al
director del canal, el cordobés Juan López, quien finalmente fue separado del cargo. Esta
actitud podría ser leída como un gesto de complicidad de Virla para con la medida, al no
ofrecer resistencia de ninguna índole. A pesar de ello, la UNT fue multada igualmente por
la municipalidad capitalina.
Aunque este incidente podría considerarse una prohibición aislada, el mismo
reflejaba los cambios que produjo la intervención en la UNT y por extensión al canal de
televisión. Una vez que Virla presentó la renuncia en agosto de 1966, la gestión de Rafael
Paz, con su carga ideológica reaccionaria, no tuvo interés en mantener los objetivos de
un canal educativo y cultural y si, en cambio, en darle la orientación confesional que el
régimen sostenía. A partir de 1967 comenzó de ese modo una etapa nueva para el recién
nacido canal universitario. El episodio de López produjo un clima de
desconfianza
generalizada en el grupo y muchos miembros que formaron parte del equipo inicial
abandonaron la TVU. A pesar de que no se volvieron a registrar casos de censura explícita,
los discursos retrógrados y los sucesivos cambios de personal pudieron haber ejercido una
21
Idem.
10
suerte de censura solapada, como una estrategia de presión sobre la dinámica del canal. 22
Es interesante destacar que otro elemento que colaboró en el abandono de los
objetivos culturales del canal fue la presión que ejercieron las empresas a favor de una
televisora de tipo comercial. Se comenzaron a comprar series televisivas extranjeras,
manteniendo muy pocos programas de producción local; lo que se debía también al poco
presupuesto con que contaba el canal y a la falta de iniciativa que desde el gobierno
universitario se demostraba. Por su parte, el realizador cinematográfico tucumano Gerardo
Vallejo, a cargo del noticiero del canal, en su libro testimonial “Un camino hacia el cine”
sostenía que en varias oportunidades el gobierno universitario exhortó a la prudencia y
respeto por la investidura gubernamental para que no se perdiera el sentido “objetivo” de la
información.23 Esto da cuenta de que a la par de la censura gubernamental se presionaba a
los trabajadores a que muchas veces optaran por la autocensura.
Hacia 1968 la muestra de que el canal de televisión se encontraba sometido a los
imperativos del régimen la daba una nota de felicitaciones de los organismos confesionales
al director del canal Natalio Ottobre:
La liga de madres de familia entregó la estatuilla de Santa clara de Asís al director
del canal, Natalio Ottobre, ya que el canal aportó durante todo el año valores constructivos
a la familia…por su preocupación por la calidad moral de los programas que pasa y el
llamado de atención que formula a los padres, aún fuera de la zona de protección al menor,
cuando los programas son calificados para mayores de 14 años.24
Como parte del dispositivo legal que la dictadura fue construyendo paulatinamente,
nació hacia mediados de 1967 la Ley 17.401 de represión a las actividades comunistas.
22
El testimonio de un ex trabajador del canal, Edmundo Guitart da cuenta de todo este proceso: “… el canal vivió dos
épocas, a mi leal saber y entender, en el arranque muy claras. Una época que podría llamarse heroica, donde si había
que trabajar veinte horas diarias se trabajaba, sino había que dormir no se dormía en pos de poner el canal en el aire, de
cumplir con este desafío, que era que la UNT contara con un canal de televisión. La otra etapa fue posterior y es la que
de alguna manera yo llamo la etapa de la ‘caza de brujas’, Alberto Lombana deja la gerencia de producción, el director
López regresa a Córdoba… a fines del ‘66 y principios del ‘67… Se hace cargo un rector interventor, se anula el consejo
universitario, no hay democracia universitaria y comienza una época realmente muy fea. Gerardo Vallejo, Gustavo Moris
y muchos otros, Carlos Kirschbaum se van del canal… se quebró la confianza interna no sabíamos con quien estábamos
hablando internamente y todo esto hizo que yo me retirara a fines del año ‘68… el ambiente general del canal no era
agradable.” Entrevista a Edmundo Guitart, 14 de diciembre de 2010.
23 VALLEJO, Gerardo. Un camino hacia el cine. Buenos Aires, El Cid Editor, 1984. pgs. 130-132.
24 La Gaceta, 16 de agosto de 1968. “Distinción al canal 10 de TV”. En diciembre de 1968 el director del canal, Natalio
Ottobre fue reemplazado por María Lucila Padrón quien se encargó de llevar adelante el proceso de comercialización de la
TV universitaria y de profundizar una programación consecuente con la orientación del régimen.
11
Impulsada desde el CONASE (Consejo Nacional de Seguridad), uno de sus ideólogos fue
el Gral. Osiris Villegas, apoyado por el ministerio del Interior a cargo de Guillermo Borda.
La ley reflejaba la vaguedad e imprecisión con que se legislaba en el terreno de la censura.
El soporte discursivo sobre el que se fundaba aludía a la necesidad de preservar todos
los espacios de la nación de la penetración del comunismo. Agudizaba esta preocupación
la expansión de la guerrilla rural en las zonas fronterizas del país: “El país se encuentra
prácticamente indefenso ante esa amenaza por la falta de instrumentos legales y sobre todo
por el decaimiento y el escepticismo que ha logrado introducir en la vida moral, social y
política argentina”.25
El refuerzo de la idea de que el comunismo era el enemigo infiltrado en todos
los ámbitos culturales, universitarios, artísticos, y que utilizaba medios insidiosos para
su expansión, permitía legitimar leyes que rozaban la irracionalidad y la arbitrariedad,
legalizando, de esa manera, la represión oficial como única herramienta para frenar el
avance de “ideas subversivas”. La ley sostenía que la institución encargada de llevar
adelante los procesos correspondientes contra los sospechosos de comunismo sería la SIDE
(Secretaría de Informaciones del Estado). Determinaba también que serían calificadas como
comunistas las personas físicas u organizaciones que realicen actividades comprobadas
de esa tendencia, aun cuando hubiesen sido desarrolladas con anterioridad a la nueva
legislación. La calificación sería secreta.26 De ese modo, todas estas actividades eran
consideradas peligrosas, sentando un precedente esencial de las prácticas que después se
iba a generalizar en el terreno de la represión del Estado en los años setenta.
Por otra parte, una de las claves de la ley 17.401 se hallaba en la imprecisión con
que se definía el término “comunista”. Con el argumento de que se podía correr el riesgo
25
AVELLANEDA, ob.cit, pg. 90.
En su artículo 6° la ley establecía que quien fuera calificado de comunista quedaría inhabilitado para: a) obtener la carta
de ciudadanía; b) desempeñar cargos, funciones o empleos del Estado, en jurisdicción nacional, provincial y municipal,
o en los organismos o entidades autárquicas, autónomas o descentralizadas; c) ejercer docencia en establecimientos
públicos y privados; en el artículo 7° se prohibía el ingreso al país de extranjeros que por sus antecedentes, sean reputados
comunistas. Además se establecían los castigos correspondientes que iban de prisión de uno a ocho años. Los acusados
tendrían diez días para presentar pruebas que desestimen la acusación. También se prohibían actividades de difusión
que pudieran resultar sospechosas, como formación de centros de adoctrinamiento, recaudación de fondos por diferentes
medios (coletas, rifas, actos, etc.). Se amenazaba además con el secuestro de todo material escrito, la clausura de lugares
donde se propaguen, impriman, editen y distribuyan material considerado como comunista. No es un detalle menor
señalar que las penas se duplicarían en periodos de guerra.
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de que se burlen las pesquisas, el CONASE “resolvió evitar una definición precisa para
no dar lugar al uso de recursos, por parte de la oposición, que permitan a los comunistas
resguardarse o escabullirse… entre las rendijas que cualquier enunciación limitativa
forzosamente deja”.27 Esto le otorgaba a la ley el carácter vago e impreciso necesario para
su aplicabilidad arbitraria, ya que cualquiera podía ser sospechoso de ejercer actividades
comunistas. En este sentido, Andrés Avellaneda sostiene que la ambigüedad y falta de
precisión a la hora de definir los términos de las leyes represivas del periodo, fueron
elementos esenciales para una mayor efectividad de las mismas, aunque estas no siempre
hayan respondido a criterios coherentes y razonables, ya que eran permeables a un uso
arbitrario por parte de los ejecutores.
En este clima de represión ascendente, la ley anticomunista tuvo su repercusión
en Tucumán. A mediados de 1967 el Consejo de Difusión Cultural había realizado la
convocatoria pública para participar del primer certamen regional de cine de cortometrajes
en 16 milímetros. Se estipulaba para el mismo que la temática debía estar relacionada con
la realidad y las problemáticas del Noroeste Argentino. La participación se hacía extensiva
a realizadores de las provincias vecinas de Salta, Catamarca, Jujuy, La Rioja y Santiago del
Estero. Sin embargo, en diciembre de ese año en el marco de medidas de acción dispuestas
por la ley 17.401, la Policía Federal procedió a la detención de varios participantes por
averiguación de presuntas actividades comunistas y se secuestraron algunos cortos que
tenían previsto participar en el concurso. En el diario La Gaceta28 se comunicaba que los
detenidos eran Oscar Zamora, Manuel Dávila y Jorge Crabbe. Este último filmó en la
provincia el documental titulado Los pueblos muertos y su trabajo fue el único que quedó
confiscado perdiendo la posibilidad de participar del concurso. Crabbe ya había sido
premiado anteriormente en el marco del primer concurso de cortometrajes en 8 milímetros,
por su trabajo El basural29 y, en apariencia, las temáticas que trataban sus realizaciones
reflejaban la crisis social de la provincia, razón que pudo haber tenido peso a la hora de
27
Revista Confirmado, 4 de enero, año IV, n°133. “¿Quién es comunista?”.
La Gaceta, 2 de diciembre de 1967.
29 La Gaceta, 7 de mayo de 1967, “En el certamen de cortometrajes ya hay veredicto”.
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confiscar su película.30
Un grupo de hombres del audiovisualismo tucumano, nucleados en la asociación
“Gente de Cine”, que había sido creada a comienzos de 1967 con el fin de fomentar la
producción cinematográfica local, repudió el hecho como un acto de temibles precedentes.
Al pronunciarse contra la actitud represiva de la policía, la asociación se mostraba
preocupada por la violencia con que se había actuado con los realizadores:
en vista de los hechos acaecidos, que culminaron en la detención de asociados
de nuestra institución y secuestro de material filmado con destino al primer certamen
regional de cortometraje, organizado por el Consejo de Difusión Cultural, nos dirigimos a
la opinión pública para manifestar: ‘nuestro país tiene como tradición histórica el respeto a
las libertades individuales garantizando entre los derechos del ciudadano -por el artículo 14
de la constitución- publicar sus ideas por la prensa sin censura previa. El caso es que en esta
oportunidad se vulneran estos derechos, con el secuestro de películas que, paradójicamente
estaban destinadas a participar en un certamen oficial. Y también con la detención de sus
realizadores mediante procedimientos espectaculares efectuados en la vía pública como si
se trataran de delincuentes comunes.31
En la misma nota se exhortaba al gobierno y a la comunidad a defender la libertad
como única herramienta creadora de los artistas. El certamen se desarrolló sin nuevos
sobresaltos y finalmente el veredicto del jurado otorgó el primer lugar para el film Salta y
su fiesta grande del reconocido documentalista salteño Jorge Prelorán. El segundo lugar fue
para Una navidad para Rogelio de Reinaldo Orellana y el tercero para El niño está solo y
libre de Manuel Dávila y Poy Meléndez.
Finalmente, otro hecho de censura cinematográfica paradigmático del periodo,
se produjo con el film El camino hacia la muerte del Viejo Reales (1968) de Gerardo
Vallejo. La película buscaba denunciar la miseria y la desocupación que azotaba al pueblo
tucumano poniendo a su vez en tela de juicio la imagen de “Jardín de la República” que se
tenía de Tucumán. En el documental, Vallejo se ocupaba de dar voz a la figura del obrero
del surco tucumano, motor del cambio y de la transformación revolucionaria. Para ello, la
metodología empleada consistió en introducirse en el seno de la familia Reales, compartir
30
El diario La Gaceta hacía esa lectura: “El referido filme habría sido secuestrado en razón de considerarse que el tema
del mismo, referido a la situación socio-económica de esta provincia, tendría carácter subversivo”. La Gaceta, 2 de
diciembre, “Cineastas detenidos”. Este suceso se puede seguir también en La Gaceta de los días 5 y 9 de diciembre de
1967. AVELLANEDA, ob.cit, pg. 96.
31 La Gaceta, 5 de diciembre de 1967. “Detención de cineastas. Opinión de una entidad.”
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sus vivencias y su cotidianeidad. En marzo de 1972 se realizó el preestreno del film pero
por la ley de censura cinematográfica se establecieron tres cortes y se lo calificó como
prohibido para menores de 18 años. Un aspecto singular, señalado por Fabiola Orquera, fue
la amplia adhesión de los sectores populares al estreno de la película y las manifestaciones
que organizaron para combatir la censura.32 La participación de gremios como FOTIA
(Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera) y CGT (Confederación general
del Trabajo) local daban cuenta de la imbricación entre cultura y política propia del periodo
y de que uno de los objetivos del cineasta, que los trabajadores lograran organizarse y
apropiarse del resultado de su película, estaba, en parte cumplido.
Conclusiones
La provincia de Tucumán no estuvo exenta a las profundas tensiones y
transformaciones sociales que en los años ‘60 y ‘70 afectaron a América Latina; la
desarticulación de su principal actividad económica derivó en una crisis insospechada que
repercutió en todos los ámbitos. Esto contrastaba con el desarrollo que experimentaba la
cultura tucumana, asociada a un proceso de creciente politización que debió enfrentarse
a una dictadura que apeló a la violencia implícita y explícita para imponer su proyecto
conservador en el país.
Como se ha podido observar, los mecanismos de censura cultural implementados, a
pesar de no encontrarse plenamente sistematizados, fueron parte de una etapa que aceleró
el proceso de formación y acumulación del discurso y las prácticas represivas. La ley de
represión a las actividades comunistas, así como la ley de censura cinematográfica, se
articularon con los discursos y las presiones solapadas, que recayeron sobre las expresiones
de la cultura. Al igual que sucedió en otros países, las ambigüedades de la legislación
daban lugar a múltiples arbitrariedades por parte de los órganos de ejecución. De ese modo,
cualquier persona o manifestación cultural podía ser acusada de atentar contra el estilo de
vida y la moral cristiana, como así también de querer subvertir el orden.
32
Un análisis de la importancia de este documental y de los eventos organizados en defensa del film en ORQUERA,
Fabiola. “Intelectuales, trabajadores y censura política: ‘El camino hacia la muerte del Viejo Reales’ (1968-1971), de
Gerardo Vallejo”. En V Jornadas Nacionales “Espacio, Memoria e Identidad”, Rosario, Octubre de 2008.
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Así, los casos analizados dan cuenta de la fuerza que cobraron en este periodo los
discursos moralizantes de la Iglesia como así también de asociaciones civiles como las
Ligas de Madres y Padres de Familia; a la par de la agudización de un aparato represivo
que, con el argumento del peligro comunista y de su infiltración en la sociedad, apeló cada
vez más a la censura como herramienta de control sobre el arte y la cultura. En parte, el
conjunto de estas prácticas anunciaba lo que sucedería años más tarde cuando la dictadura
de 1976 desarrolle al máximo el aparato represivo sobre toda la sociedad.
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