Conductores: la difícil tarea de ser la cara visible del

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LATERCERA Sábado 28 de junio de 2014
Nacional
RR Trabajadores esperan en plena Av. Gladys Marín de la comuna de Estación Central, sin servicios básicos mientras llega el bus para realizar su turno. FOTO: ROLANDO MORALES
La muerte de Marco Cuadra, quien hace 26 días se había quemado a lo bonzo apremiado por una disputa
laboral, es un síntoma de la tensión creciente que viven los choferes. La violencia tras los partidos y la mala
relación con los usuarios aumentan un estrés no muy diferente al que padecían cuando manejaban las
micros amarillas. Por Valentina Mery
Conductores: la difícil tarea de ser
la cara visible del Transantiago
S
on las cinco de la mañana y Víctor Luna
(63) se prepara para
su primer recorrido
del día. Enciende el
motor del bus y
mientras este se calienta, prepara los letreros de ruta,
revisa las planillas y se asegura de
que todo funcione. Recuerda que
hace 20 años siempre salía a trabajar con las manos manchadas de
grasa, porque debía revisar el agua
y el aceite de las micros amarillas,
además de abrir la tapa del motor,
para ver si había algún desperfecto. Ya con todo listo, Víctor comienza su viaje.
En 2007, el transporte en la capital cambió en 180 grados con la
implementación del Transantiago: las nuevas máquinas, nuevos
recorridos y un nuevo método de
cobro trastocaron el diario vivir de
los santiaguinos. Los choferes
también debieron adaptarse a un
sistema que se aventuraba mejor
laboralmente.
Sin embargo, en las últimas semanas los conductores se han hecho oír criticando las malas condiciones a las que se enfrentan y
amenazando con una gran paralización, especialmente tras el acto
de Marco Cuadra, quien se quemó
a lo bonzo por una disputa laboral con Redbus, la empresa en la
que trabajaba.
Ayer, Cuadra de 48 años murió
tras agonizar 25 días en la Unidad
de Quemados de la ex Posta Cen-
tral. El gobierno lamentó la muerte y reiteró la voluntad de trabajar
en una mesa técnica que instaló
con los operadores y dirigentes de
los conductores para mejorar las
condiciones laborales del sector.
Pero esto no es lo único que provoca tensión. Los violentos desmanes tras el partido de Chile frente a
España que dejaron a 41 operarios
heridos. “Las demandas de los trabajadores, los problemas de jornada laboral, de condiciones de trabajo y de seguridad y la persecución
sindical que viven algunos, no son
consideradas”, dice Ricardo Maldonado, presidente de la Confederación Nacional Unitaria de Trabajadores del Transporte (Conutt).
El Ministerio de Transportes asegura que en la actualidad existen
17.168 conductores repartidos en
siete empresas. Dado que cerca de
un 85% de ellos provienen de las
micros amarillas, fuentes ligadas
al sector advierten que el sistema
está mayoritariamente envejecido
lo que genera gran ausentismo por
licencias médicas (cercano al 10%).
De hecho, según las mismas fuentes, faltarían dos mil conductores
para que el sistema pueda funcionar de manera óptima.
Regreso del estrés
Antiguamente, los choferes se caracterizaban por estar constantemente compitiendo entre ellos para
captar más usuarios. Se les imponía por el mínimo y gran parte de
su sueldo provenía de las comisio-
RR Conductores se sienten inseguros en el bus. FOTO: JUAN
nes por boleto cortado. “En las
amarillas ganábamos mucho más
que ahora, como $ 600 mil, pero
perdíamos en cuanto a las imposiciones. Todavía veo compañeros
del sistema antiguo que aun no son
capaces de comprar una casa”, comenta el conductor Jorge Parra.
Actualmente los sueldos van desde los 500 mil pesos hasta un millón, dependiendo del número de
horas extras.
Otro de los problemas de las micros amarillas era el manejo de dinero que los convertía en constantes víctimas de asalto. Sin embargo, según Parra, esto no ha
cambiado mucho: “ahora nos siguen asaltando, sólo que nos roban
nuestros objetos personales”.
FARIAS
Con la llegada del Transantiago,
los choferes fueron capacitados
tanto para aprender los aspectos
técnicos de las nuevas máquinas
como en su relación con el pasajero, lo que fue aplaudido por los
choferes. “Estábamos estigmatizados, nos decían que no teníamos estudios”, dice Luna. Pero la relación
no ha mejorado del todo. Uno de los
reclamos permanente de los usuarios es sobre la conducta del chofer,
llegando a las 6.367 quejas en 2013.
“Conducir un vehículo de transporte público es un trabajo que está
expuesto a altos niveles de estrés.
El chofer es más proclive a situaciones de conflicto y se vuelve una
persona más irritable, persona que
reacciona de manera más agresiva
o violenta ante cualquier diferencia que exista con los pasajeros”, comenta Héctor Madrid, psicólogo laboral de la UC.
La doctora Elisa Ansoleaga, especialista en salud pública de la U.
Diego Portales, explica que “el chofer del Transantiago es la cara visible de un sistema que a la gente le
genera mucho malestar en su vida
cotidiana y por lo tanto es contra él
que se descargan”. Esto quedó de
manifiesto con los desmanes producidos tras el triunfo de Chile: 41
choferes heridos, algunos acuchillados, otros secuestrados y más de
500 máquinas dañadas.
Víctor Barrueto, director ejecutivo de la Asociación de Concesionarios de Transporte Urbano de
Superficie (Actus), explica que “en
los últimos dos años, desde los
nuevos contratos, el nivel de exigencia en los indicadores con los
que se controla a los buses ha puesto una presión extra por parte de
las empresas”. Estos, según Barrueto, son el control de los tiempos de viaje y la frecuencia del servicio, entre otros.
Pero la tensión también se vive en
los momentos de descanso, ya que
en muchos casos los lugares donde
los choferes aguardan los turnos
están en medio de la calle. Y sin baños. “Hay que darle cierto espacio
de recuperación de lo que significa una jornada manejando un bus.
Deberían tener períodos de descanso para recuperarse sicológica y
físicamente”, agrega Madrid.b
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