FORMACION DE ABOGADOS, INSTITUTOS Y

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FORMACION DE ABOGADOS, INSTITUTOS Y POSGRADOS DE
DERECHO. ETAPAS SUCESIVAS DE LA VIDA UNIVERSITARIA
Dr. Sergio T. A z i i ~REYES
Profesar de Derecho Civil de la Unirersidad
Aut6nama d e San Luia Potosi.
Múltiples son los problemas que en la hora actual tienen que superar
las escuelas y facultades de Derecho de America Latina si quieren participar en la medida que les corresponde en la vida universitaria en la
forma en que esta es concebida por los estudiosos de la institución.
Finari~as, planes y programas de estudio, instalaciones, bibliotecas,
problemas politicos y docentes, eii fin, todo un amplio abanico de temas
es digno de la preocupaci6n de quienes han comprometido su vida
con la facultad. Por ahora, nuestro propósito se limita a señalar sólo
uiios pocos de los problemas que aquejan mis señaladamente a estos
centros.
No obstante la presencia de visiones ambiciosas que comparan lo
real con el ideal al que se debe aspirar, o de espiritus proclives a sensurar todo lo que se encuentra a su paso, creemos fundadamente que
las escuelas de Derecho son los sectores universitarios en los que miis
senaladamente late la posibilida<l de la evolución, de la transformación.
Quizá la dificultad de superar los problemas en buena parte radique
en la falta de su comprensión cabal. IA veces queremos tantas cosas,
pero no sabemos lo que debemos querer! De ahí nuestra preocupación
por situarnos en la realidad que percibimos al abordar estos tres aspectos de nuestras Escuelas de Derecho: Su función profesionalizante,
sil actividad investigadora y, sus enseñanzas de posgrado.
Problemas éstos tan importantes y estudiados, aunque superados que
bien merecen sendas y acusiosas reflexiones: sin embargo, una meditaci6n global siempre resulta conveniente.
Queda fuera de dudas que en la madurez de las universidades, como
en la de los hombres, el tiempo es un factor decisivo.
El encomiable esfuerzo de muchas escuelas de Derecho mexicana
por alcanzar los altos niveles académicos a que estin llamadas. en los
iiltimos anos ha determinado la creación, en buena parte del territorio nacional, de cursos de posgrado y de institutos de investigaciones
juríilicas iQii<: bueno que así siiceda!, las cosas requieren principio,
pero es vilido preguntarnos si Iia llegado la hora propicia para tales
empresas, y de cualquier forma cuál es esa hora? o si queremos correr,
aún a riesgo de sufrir retrocesos, y en cada caso cudles creemos que podrían ser los resultados del balance respectivo?
En un libro del profesor de sociología de la Universidad de Munster,
Dr. Hans Albert Steger,' titulado Rasgos característicos de la Universidades Latinoamericanas, se señala que estas aún no han llegado a
la plena madurez científica y que para alcanzarla necesariamente tendrán que experimentar estas tres etapas histórico-filos6ficas: 1. La etapa de preparaci6n profesional de fase tradicional, en la que la universidad se limita a la formación de profesionales; 2. La etapa de preparación profesional de fase reformada, en la que surgen algunos profesores con espíritu de investigación y la practican, aunque en forma esporádica y desordenada y apoyan su docencia no solo en sus investigaciones sino que repiten lo que otros profesores-investigadores han
descubierto, creado y publicado; y 3. La etapa de formación profesional
de fase dinámica, en la que la universidad se ve poblada y animada
por profesores que producen conocimientos nuevos y originales y los
transmiten en forma viva al estudiante, llegando así a un simbiosis entre la investigación cientifica y la docencia universitaria.
Si al mencionado profesor le asiste la razón, como lo creemos, al
abordar los temas propuestos procuraremos situarnos en la fase que
nos corresponde.
1
FUNCIÓN PROFESIONALIZANTE DE LAS UNIVERSIDADES EN MATERIA J U R ~ D ~ C A
Con la intención de no repetir historias que bien podemos dar por
sabidas, en principio me limitaré a puntualizar que las universidades
mexicanas son producto de un espíritu altruista, que en el caso del
Derecho, llevó a algunos abogados a colaborar en la noble tarea de
difundir sus conocimientos formando nuevos abogados que pudieran
satisfacer las más urgentes necesidades legales de la sociedad. Es decir,
se trata de formar practicantes. la idea de la universidad, tal y como
la tenemos hoy, es decir como centro de investigación, de forniaci6n
de profesionales y de un espiritu público, es de fragua reciente.
En las apuntadas condiciones el profesor sumaba a su altruismo cierto prestigio profesional con la consiguiente estima e influencia social
que dio como resultado una imagen atractiva a muchos abogados que
al masificarse la universidad pretendieron ingresar o ingresaron al magisterio jurídico, cada vez más atraídos por la utilidad que les ofrecía
' Cit. por Agiistín Basave FernAiiiler del V:illc. Ser y Q m " < ~ < edri '
pp. 400-401. Mbxico, 1981.
I<i
<!>iii~<'v,~i<l<~rl.
I O K ~ T A C I Ú XDE
ABOGADOS,
INSTITIJTOS Y POSGRADOS DE DERECHO
97
ii\;~i-1:t prestigiosa imagen del profesor, aun el solo nombre, que por
imitar lai virtudes de aquellos entusiastas; transfonnindose así el ejercicio docente, con las honrosas excepciones que siempre hay, en una
activid;id utilitaria menos escasamente remunerada a medida que lo
permitirá11 los subsidios oficiales.
En todos los casos, las escuelas de Derecho formadas por un cuerpo
docente que sólo les podía dedicar una parte de su tiempo libre se han
visto desprovistas de una orientación madura, pues mientras por un
lado, como apunta el profesor Humberto E. Ricord.2
1Ii1sa e5tudi;intil y masa docente imponen una reducción notoria1
de estindares de conocimiento, de satisfacción de requisitos, y de
resultados de enseñanla. Y al final, la existencia de un "proletariado" universitario, con diploma y sin la correspondiente formación,
que propicia una suerte dc concurrencia negativa en los mercados
de trabajo profesiori:~l.
Por otro lado, los profesores de mayor dedicacidn y sabiduría, pero
con frecuencia carentes de un entrenamiento pedagógico adecuado,
cayeron en la actitud no recomendable de posturas brillantes al exponer "un acervo prolijo de doctrinas frondosas y contradictorias, en
que son expertos los juristas" (Ricord), contribuyendo así a crear
lo que Ortega y Gasset describii~como:
Una institución en que se finge dar y exigir lo que no se puede
exigir sin dar, es una institucidn falsa y desmoralizada. En vez de
enseñar lo que, segun un utópico deseo, debería enseñarse, hay que
eiiseiiar sólo lo que se puede enseñar; es decir, lo que se puede
aprendel-."
En ambos casos el resultado es que el egresado que realmente quiere
ser abogado tiene que comenzar su aprendizaje tecnico y priictico una
\.e2 graduado, a menos que en su epoca de estudiante, fuera de toda
exigencia escolar, haya colaborado en el despacho de algún abogado.
En síntesis, la escuela de Derecho que recientemente empezamos a
buperar no formaba satislnctoriamente practicantes del Derecho, ni
mucho menos científicos. La observación de esta realidad necesariamente nos lleva a preguntarnos por las características que deberi reunir cl profesor de Derecho que reqiierimos y por el tipo de egresado
que queremos formar.
Resulta innecesario distraernos en amplias argumentaciones para señalar que la escuela de Derecho debe incorporar como docentes a abo?
IIiinil>riro E. Kicord. Univeviid<i<ly Elise~ioizrn del Derecho, MPxico, 1971, p. 54.
Kicurd. Of>uj L A ! . , pp. ti> titi.
bados que, además de dedicar no sólo un poco del tiempo que les sobra de otras ocupaciones, sino una parte importante o aiin toda su
jornada a la universidad, den pruebas suficientes de poseer una sólida
preparación jurídica, una suficiente experiencia forence en el caso de
impartir materias susceptibles de practicarse (hay materias que no lo
son, por ejemplo: Introducción al Estudio del Derecho, Teoría del Estado, Filosofia del Derecho, Derecho Romano, etcetera) asi como aptitudes
pedagógicas. Es decir, para que la universidad pueda formar satisfactoriamente a los profesionales del Derecho se requiere la creación de
la carrera docente.
Hasta aquí hemos tenido cuidado de señalar sólo elementos necesarios que deben satisfacer las escuelas de Derecho para ubicarse satisfactoriamente en la primera etapa histórico.filos6fica por las que debe
atravesar una universidad: la etapa de preparación profesional de fase
tradicional,
Una natural actitud humana, llegados a este punto en el que se suponen satisfechas mis o menos las mis apremiantes aptitudes del abo.
gado, en e1 ambiente universitario surgirá la pregunta <la escuela está
obligada a preparar teóricos del derecho, o es suficiente con formar abogados postulantes? En este momento hemos entrado al punto de transición que existe entre la serialada primera etapa hist6rico-filosófica de
la universidad y la segunda, la de preparación profesional de fase reformada. Con seguridad absoluta el profesorado responderá que la formación teórica es indispensable ya que sin poder dar una explicación
1.aciona1 de las instituciones jurídicas su enseñanza necesariamente será
tambaleante. La primera etapa ha llegado a su madurez; sentado que
la universidad tiene una función profesionalizante hay que precisar
cuiles son sus contenidos minimos satisfactorios.
Excesiva nos parece la censura a la universidad por formar profesionales con una misión eminentemente prictica, pues esta es una de sus
funciones, lo poco estimulante es dejar de lado a las otras. Como ha
escrito el Dr. Edmundo Escobar4
Se requiere una separación de masas (con objeto de la formacibn
de tkcnicos) y minorías (objeto de formación de profesionales de la
investigación). El asegurar la pervivencia de "las escuelas" de minorías creadoras es condición indispensable de la independencia cultural, tkcnica, económica y política de la nación.
' h'iieoos
aportaciones u la Ped<i;o~g¡o dci IJerccho, ac. blkxico, 1969, p. 30
LA FUNCIÓN INVESTIGADORA DE 1.A uNlvERslD.4~
Llegada la elapa de la preparacihn profesional de fase reformada,
seguramente por la que atraviesa gran parte de las escuelas de Derecho
(le Mexico, se cuenta con algunos recursos materiales y humanos. En
cierto niimero de profesores de tiempo completo, algunos no llegados
a la plenitud intelectual, siirgen y se agitan ambiciosas ideas de superación institucional cuya realizaci6n necesita de la más cuidadosa ponderación si se quiere llegar a resultados satisfactorios.
Entre las inquietudes más frecuentes podemos señalar: nombramiento de profesores de tiempo completo y medio tiempo, establecimiento
de Seminarios e Institutos de Investigaciones Jurídicas, creación de posgrados, publicaciones y designación de profesores por concurso de oposición.
Todas Las inquietudes apuntadas son dignas de atención, pero los
recursos materiales y humanos con que cuenta la escuela son insuficientes para tales empresas. Ello debe determinar el establecimiento de
prioridades, armonizándolas con los recursos de la universidad.
En este apartado de nuestro trabajo intentaremos precisar el orden
en que a nuestro juicio deben satisfacerse esas demandas. El criterio
que lo preside indica que cada necesidad que se pretenda satisfacer
presupone que a su vez ha sido satisfecha otra que le sirve de sosten,
es decir, se trata de un orden natural en el que cada paso es consecuencia del anterior.
El mencionado elenco de inquietudes puede ser dividido en tres
grupos: lo. establecimiento de seminarios e institutos de investigación,
20. designación de profesores y So. creación de posgrados. Creemos
que Cste es el orden que corresponde a las inquietudes y en el expondremos nuestras observaciones.
Seminarios e Institutos de Investigaciones son los nombres que corresponden a etapas sucesivas de una labor de igual naturaleza pero de
diferente grado de dificultad. El primero es un metodo de trabajo intelectual que se debe iniciar en los cursos de licenciatura con una finalidad formativa de los estudiantes, reflexiva; no se pretende descubrir
algo para la ciencia en general, sino solo para el estudiante que esta
i n periodo de maduración. Por su parte los institutos suponen que
quienes los integran son personas de una sólida preparación que si
intentan crear ciencia. Mientras aquellos requieren de una biblioteca
que rebase un acervo formado por los libros de texto, los institutos
requieren bibliotecas y hemerotecas al día, sus miembros se dedican de
lleno a la investigaubn y cuentan con elementos de apoyo.
Corno la formación de un investigador profesional es larga y dificil,
habrá de realizarse al través de una serie tan rica de ctapas que el paso
de una a otra resulte casi imperceptible, puede iniciarse en los seminarios, durante los años de estudiante, resultando muy provechoso el
otorgamiento de becas con el fin de dedicar de lleno al estudio a quienes demuestren tener mejores aptitudes.
En otra etapa de esta formación como investigador se encuentra el
profesor. Antes de investigar profesionalmente conviene ser docente,
ya que la investigación requiere, además de cuidadosa selección de capacidades, una potencialidad creadora que solo se desarrolla cuando
el profesor durante reiterados ciclos escolares se ha topado con la necesidad de explicar una institución que no le resulta satisfactoria, es
decir, cuando ha superado la etapa de l i m i t a ~ ea exponer lo que dice
una ley para dar paso a la explicación racional, pues como expresa
el Dr. Fix Zamudio,6 es un error hablar de dogmática jurídica para
designar a la doctrina que forma la investigación del Derecho ya que
éste no utiliza dogmas ni verdades de razón, sino que opera con apoyo
en las hipótesis que deben confrontarse con la realidad social.
El trabajo de dirección de los seminarios por parte de los profesores,
o su participación en ellos, es indudablemente la más adecuada forma
de entrenarlos como investigadores. Cuando el seminario ha trabajado
con cierta disciplina durante algunos años, profesores y estudiantes han
adquirido cierta capacidad de análisis, la riqueza de los acervos bibliográficos se ve notoriamente inaementada y se palpa la necesidad de
personal calificado para manejarlos adecuadamente para su mejor explotación, flota en el ambiente un bien merecido aprecio por las personas que objetivamente han demostrado su calidad intelectual y surgen, como resultado natural, fuera de toda intención presuntuosa, sino
como una legitima necesidad de estimulo, las publicaciones, ya sea una
revista o algún libro de texto escrito por profesores. Antes de alcanzar
este nivel de desarrollo las publicaciones, como lo demuestra la experiencia, son intentos frustrados; a veces terminan con la aparición del
quinto o sexto número, o q u i d antes: no hay producción científica capaz de sostenerlas; frecuentemente se recurre a publicar trabajos de
profesores de otras instituciones que bondadosamente han querido colaborar dictando alguna conferencia, pero tal publicación en la revista
no es reflejo propiamente dicho de la vida intelectual de casa.
Poco pretencioso, pero altamente formativo será que los profesores
que aún atraviesan por la etapa de maduración desarrollen trabajos
destinados únicamente a ampliar lo que podría ser un punto del temario de una materia. Así, en mi universidad, el Departamento de
Investigaciones Jurídicas ha propuesto a algunos profesores que bajo
"Breves reflexiones sobre los estudios superiores y su relaci6n con la investigación juridira", p. 575 en Revista de la Facultad <le Derecho de Mexico. T. xxv,
julio-diciembre de 1971. Nos. 91-100.
la designación de "Lecciones de Derecho" desarrolleii una. serie de traI~ajosdestinados a servir a los estudiantes para ampliar sus conocimientos en temas de obligado estudio en los cursos ordinarios. Se trata pues
de simples ampliaciones de estos temas, aunque cada autor deberi
procurar que reúnan ciertos requisitos que justifiquen su publicacióii,
pero sin exigirles los altos niveles de la originalidad científica. Optar
por proyectos desmedidamente ambiciosos cuando no se cuenta con los
recursos necesarios tiene como resultado no solo la pérdida de tieinpo,
).a que no se concliiyen, sino tambiPn el desaliento y quizi la frustración
Cuando una escuela se da cuenta de que objetivamente ha alcan/ado estos niveles de madurez puede empezar a pensar en el diseño
de otros proyectos academicos como el de incipientes Institutos de Investigaci<in, no antes, cuando, como dice el profesor Ricord.6
Pocos docentes son maduros y habituados a la investigación. Los
mis son hombres de su tiempo. Viren a corto plazo. Su vida se dirige hacia el automatismo, la impersonalidad, el enmascaramiento.
Esta fugacidad y superficialidad, lleva directamente al triunfo de la
psicología de la moda.
Así los Institutos s u r g i r h en u n ambiente mis o menos propicio,
puei ya se tiene idea clara de lo que son y se sabe valorar su importancia. Aunque dicho esto en forma sencilla nos parezca lógico, debemos
subrayar la importancia de tener bien firmes estas ideas, pues nos ha
tocado ver casos en los que sin contar con los presupuestos necesarios,
en rumbosas ceremonias, seguramente cargndas de factores políticos, se
inauguran Institutos de Investigaciones y transcurridos dos o tres años
se encuentran a punto de desaparecer debido a su inercia.
1.a escuela de Derecho que Iia llegado a establecer u n Instituto de
Investigaciones Jurídicas, bien sea como una de sus secciones o departamentos, o con funcionamiento ati>mico, pero siempre como consecuencia natural de su tipo de vida, ha alcanzado realmente la categoria
de escuela o de facultad universitaria, pues como ha escrito el doctor
Ilasave Fernández del Valle:
Una Facultad aue no realiza la investi~aciónfundamental ~ o d r i
ser una escuela p;ofesional. pero nunca ik autentica ~aciiltad'Unidixit" no cuenta eii la investigación
huversitaria.. . El "maeister
"
"
manistica y científica. 1.0 que cuenta en la vida universitaria son loi
investigadores originales que se constituyen en guías y preceptos
de la juventud. Son ellos quienes deben inculcar, en los educandos,
:
Ilicord. Opus cit., p. 55.
Basave. Opus cit., p. 411
el amor a la \serdad, el espíritu de libertad acadkmica, el "ethos"
de honestidad intelectual y de tolerancia. Estas cualidades se mnestran, sohre todo, con el ejemplo, con la vida de todos los dias.
Aunque el Instituto sea la natural consecuencia del seminario, hay
que tener presente que ambos se distinguen por las finalidades que se
proponen, éste pretende la formación de los estudiantes, aquel el
auténtico trabajo científico, por ello la creación de un instituto, exige
fuertes erogaciones: bien nutridas bibliotecas, suscripción a las mis
prestigiosas revistas del mundo, tecnicos académicos, investigadores de
alto nivel, presupuesto que posibilite la interrelación con otras universidades y centros de su especie, un programa de becarios que posibilite
la retroalimentación de investigadores, etcktera. Existe una notable
difereiicia de requerimientos.
Por sus características, no todo buen profesor de Derecho puede ser
investigador, para ello se requiere una formación en la que estén presentes una cuidadosa selección de capacidades, un largo y concienzudo
entrenamiento personal y un dihlogo constante con investigadores de
otras disciplinas. 1.a investigación requiere inteligencia, observación,
previsión, orden y, sobre todo, voluntad.8 Es totalmente falsa la idea.
no alejada de muchas mentes, de que en las humanidades, y tal es el
caso del Derecho, la investigación pueda satisfacerse con la erudición y
la retórica brillante, "las humanidades nos brindan el sentido de lo
humano o no son humanidades". (Basave p. 415) y esta exigencia
rebasa con muclio la visión simplista.
En la clecisidn para dar estos pasos es deteminante la categoría estrictamente academia de las altas autoridades universitarias, pues una
comprensión cabal de la in~portanciade los Institutos decidiri en sentido afirmativo la asignación de los elevados presupuestos que se requieren. Este punto constituye un tema muy digno de reflexión: Formación acadkmica y politica universitaria, ilPstima que rebase el ámbito de este trabajo1
Para concluir este apartado citemos un par de frases del Dr. Bernard A. Houssay, premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1974: "El
verdadero capital científico y tkcnico de una naci6n esta dado por la
calidad de sus hombres de ciencia y por la intensidad de su trabajo'',
"Todo Instituto de investigación es una expresión de fe y de esperanza
en el futuro de la civilizacidn. Y es el taller donde se forja la elevación
espiritual del hombre a traves de los nobles elementos de su mente y
de su corazón".
' Ilaiacr.
Opus cit., p. 404.
I ~ O K \ ~ . ~ C IIIL.
Ó N B O C A U O S , INSTITI'TOS 1. POSCRAUOS 111: OERFCIIO
103
El. ESTABLECIMIENTO DE ESTUDIOS DE POSGRADO EN LAS
ESCUEI.AS DE DERECHO
Si en las escuelas de derecho de las universidades y en sus respectivos
institutos se ha dado el dinamismo que brevemente hemos dejado entrever en las páginas precedentes, en rigor, el establecimiento de los
estudios de posgrado no es una deslumbrante novedad, al menos como
parece serlo en universidades que de la noche a la mañana inauguran
posgrado; por el contrario, su implaiitación apenas rebasa la exigencia
<le una formalizaci6n institucional.
En Mexico atinadamente, según creemos, siguierido los modelos establecidos por la U.N.A.M. se conocen, a diferencia de lo que sucede en
muchos países, tres niveles en los estudios de posgrado: especialidad,
maestría y doctorado. Con ellos se pretende la formaci6n de peritos en
una rama del Derecho, de docentes y de investigadores, respectivamente. Como se ve, en una universidad que haya seguido la ruta que hemos
apuntado en este trabajo los posgrados son más una novedad metodológica de trabajo que cualquier otra cosa.
Partiendo de esta idea resulta conveniente que los posgrados se encuentren a cargo de los centros de estudio ya conocidos: seminarios e
institutos.
El problema mils dificil al que han tenido que enirentarse las escuelas de Derecho que han establecido posgrados es el de contar con el
cuerpo docente necesario. Las actuales condiciones económicas del país
no permiten la importacinn de profesores pertenecientes a las mAs
prestigiadas universidades del mundo, y aún es difícil transladar a la
provincia a connotados juristas nacionales por periodos más o menos
breves, así sean de un mes, por tanto si no procedemos con cautela
a1 establecer posgrado, &tos corren el riesgo de convertirse en solo una
serie de conferencias, un tanto esporildicas, dirigidas a un público
entusiasta, pero desprovisto de un ambiente que lo capacite adecuadamente en el nivel acadkmico en el que pretende graduar~e.
Partiendo de las ideas anotadas nos parece muy razonable el criterio de la Secretaría de Educación Pública que establece como requisito
para apoyar el establecimiento de posgrados en las universidades de los
estados que las mismas cuenten con un porcentaje mínimo de docentes que atienden los cursos respectivos. S610 contando con profesores
locales formados en los Institutos y que hayan dado pruebas objetivas
suficientes de su calidad, es decir que cuenten en su haber la autoría
de una respetable producci6n científica tendremos personas que puedan responder del diseño de una nueva metodologia de trabajo y del
éxito de su realización.
102
s ~ n c i oT. AZ¿,\
KI:YIS
Al pareccr, la altcrnali\.a por la ~ U más
C
frecuenleriiente se Ira adoptado es la de incorporar al cuerpo docente de la escuela a abogados
que becados o por su cuenta han realizado estudios de doctorado en
otras universidades. Esta opción es complementaria y no excluyente de
las necesidades que hemos apuntado.
Paralelamente al problema de los pi-olesores corre el de los estudiantes. Es facil que una universidad que apenas ha anunciado la
apertura de cursos de posgrado vea poblados sus claustros de personas
que solicitan informes e inscripción.
El interks de los candidatos a ingresar tambieu es digno de ser estudiado, entre los factores que lo determinan hemos detectado los siguientes: amor al estudio, interGs en conseguir una posición docente,
medio de lograr un prestigio profesional y social, elemento de apoyo
para actividades políticas, gusto por el ambiente estudiantil y ocupación del tiempo libre.
Aunque estos intereses no lleguen a ser sensurables, frecuentemente
no justifican el esfuerzo económico y humano que representan para la
universidad, y lo que es peor, en ocasiones son determinantes de una
sensible disminuci6n de los resultados que se esperan.
Con el propósito de superar estos inconvenientes algunas universidades han establecido ciertos requisitos a los interesados, entre ellos
se pueden encontrar los siguientes: tener un satisfactorio promedio de
calificaciones en los estudios de licenciatura, aprobar un examen de selección, realizar un curso propedkutico, señalar los motivos por los
que se desea seguir cursos superiores.
En nuestra opinión ninguno de estos requisitos por si solo es suficiente prueba de que se está en aptitudes de ingresar, aun el promedio,
con todo y parecer un indicador muy objetivo, en un país como el nuestro en el que carecemos de una suficiente tradición académica, es comprensible que una persona con dotes naturales para la vida acadkmica
no haya sido poco cuidadosa de sus promedios ante el desconocimiento
de una posibilidad de vida profesional que lo estimulara; por su parte
el examen, de no ser meticulosamente elaborado en sus diversos aspectos, puede determinar cuáles son las cosas que ignora el sustentante,
pero no su vocación y aptitudes.
Por otro lado, el simple ofrecimiento de cursos superiores para abogados, si se tiene en mente reclutar un numero más o menos elevado de
alumnos que "justifique" las fuertes erogaciones a cargo de la universidad, orillará a éstas a aceptar personas que aparte de estar movidas
por intereses no siempre aceptables, dedicarán a lo que debe ser un
concienzudo entrenamiento científico, sólo un poco de tiempo en el
que atropelladamente se pretenderi cumplir con requisitos que ameritan dedicación exclusiva, tal es el conocido caso de las tesinas que hay
que elaborar a toda prisa y una vez concluidas las del semestre hay que
olvidarse inmediatamente de ellas para continuar con las que s i g u e ~ i . ~
Si el propósito del posgrado es formar profesores de derecho e investigadores universitarios lo lógico no será reclutar alumnos de donde
sea posible, sino alentar a quienes ya están encarrilados en la vida
universitaria para que ingresen a estos nuevos cursos. Quienes ya
ejercen la docencia deben posgraduarse. sobre todo si se trata de profesores de tiempo conlpleto y medio tiempo. Carece de justificación
que quien profesionalmente se dedica a la vida acadkmica no e s ~ t
avalado por la posesión de los grados coi.respondientes. No nos pronunciamos por cerrar las puertas a los [lemis, sino por sacar del capital humano de la uni\.ersidad el mayor provecho posible.
Cuando se ha llegado por la vía natural al establecimiento de pusgra~losy estos han funcionado satisfactoriamente estamos en posibilidades de afirmar la existencia de una verdadera UNIVERSIDAD. Habrán quedado atris el recurso a expedientes populistas pxra lograr iin
aparente prestigio, el nombramiento de profesores de carrera "por
dedaso" empezarh a declinar para dar paso a la selección de profesores
mediante el sistema de concursos de méritos y de oposición, pues antes
no se justificará hacer concursos súlo para escoger a los menos malos:
la facultad de designacihn actualmente en manos de las jerarquías administrativas ir& a parar al calificado criterio de profesores e inveitifiadores consagraclos quienes estarin en aptitudes de exigir "un elev;tdo
grado de sensibilidad humana, perspectivas de talento creador y espiritu innovador. Sobre todo, muestras de gusto y aptitud por la docencia y la investigación" 0' aunadas 11 una sólida preparación científica.
Con toda razón Iia escrito el Dr. Agustin Basabe que "el titulo ar:idémica de profesor universitario debe reservarse al "profesional" de los
profesionales, con una probada
definida vocación práctico-docente-
investigadora".*^
Eii esta liiiea dc pciiramieiito, el Dr. Fernando 1-lores Garcia, cn un arrlculo
titulado "El Doctorado en Derecho", pp. 591-626 de 13 Rcviria de la Facultad dc
Derecho de Mexico, T. xxv, julio-diciembre 1975, Nos. 99-100 cita el siguiente texto
de Calamandrei: "Cuando pictiso eii el camino de rx;imcnrs que el estudiante debe
recorrer antPs dc I l e p r a la Licenciatura, no puedo meiius que recordar al n f o n a do caballero de la leyenda, que para llegar al castillo encantado donde la princesa
sufría entre cadei,as, dehia al tiempo que iba subiendo por ispcra send:i, matar
uno a uno a los mis extraños monstruos que acechaban su paso; y cada ve, qiic 1 1 3 ~
bia acuchillado a tino, rl caballero lanzaln un suspiro diciendo: "Tarnbibn <SI<.
esti muerto. !Y ya ~ i ohay que pensar más en 611" Y agrega el Dr. Flores Garcia:
"Lo mismo ocurre coii los rxiimenes: cada examen es nii escaldri hacia la Liceiiciarura o el Uoctora<lo. Aprolracln en el examen aquella poquita cosa que a toda p r i v
sc Iia meticlo c ~ 1
i1 mrriiori:i, no es ya sino el despojo inútil dcl monstruo r i c t o ~
riosamcntc aci~cliillnilo: y c1 <.*tudiante tiene el derecho y rl deber de olvidarlo 31
inatnnlc para poiirne a pctirar en los otros monstruos que i i n pnco
al15 rcchiii:i!i v;i los <liciites". lo. 594).
,
"' Ediiiiiiido Kwobar. Opio cit., 1). lili.
" Edmundo Escobar. Optir cit., p. GG.
>&
~
106
SERGIO T. A Z ~ AREYES
As1 la comunidad universitaria mexicana habrá reivindicado para la
carrera académica el alto sitial que le estaba reservado en un mundo
que pareda utópico, pero que la experiencia de algunas universidades
y la observación de las positivas transformaciones que dia a dia experimentan otras, nos pone cada vez más al alcance de la mano.
CONCLUSIONES
.4 manera de conclusibri nos permitimos manifestar que si las cscuelas de derecho del país pretenden situarse en un nivel verdaderamente
universitario deberán estimular ampliamente las inquietudes acadbmicas que aleteen en su cuerpo docente, procurando, para que lleguen
a cristalizar, no solamente el acopio de los recursos financieros necesarios, sino el establecimiento de una jerarquía de necesidades determinada de acuerdo con el grado de madurez que presenta la institución,
de manera tal que cada uno de los pasos que se den para lograr los niveles deseados, esté fundado en la solidez de otro que funcione como
SU presupuesto necesario y que el mas reciente a su vez juegue el mismo papel en relación con el que le sigue.
De acuerdo a lo expuesto el siguiente orden aonológico para la realización de proyectos en las escuelas de derecho de bféxico: l. designación de profesores de carrera (tiempo completo y medio tiempo), 2.
creación de seminarios, 3. sistema de becarios, 4. publicaci6n de revistas, 5. creación de Institutos de investigaciones jurídicas, 6. establecimiento de estudios de posgrado y, 7. nombramiento de profesores e
investigadores mediante el sistema de concursos.
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