Fronteras y «zonas grises» del Derecho del Trabajo en la jurisprudencia actual (1980-2001) ANTONIO MARTÍN VALVERDE * OBJETO Y ENFOQUE DEL ESTUDIO L a delimitación y fijación de las fronteras del contrato de trabajo es una ardua y muy importante labor, que aparece y reaparece una y otra vez en la agenda de los laboralistas 1. La dificultad de la tarea salta a la vista. Con notable frecuencia surgen en el «tráfico» laboral y en la práctica forense supuestos en los que la calificación de laboralidad de una relación de servicios resulta muy complicada, planteando serias dudas al intérprete. En cuanto a la importancia del tema, tampoco se necesitan * Magistrado de la Sala IV del Tribunal Supremo. Catedrático de Derecho del Trabajo. 1 La bibliografía sobre el tema es casi inabarcable en un trabajo como el presente. Me limitaré a citar tres publicaciones recientes, donde el lector podrá encontrar las referencias de doctrina científica : 1) VV.AA. Trabajo subordinado y trabajo autónomo en la delimitación de fronteras del Derecho del Trabajo (ed. preparada por J. CRUZ VILLALÓN), Estudios en homenaje al Profesor JOSÉ CABRERA BAZÁN, Tecnos, 1999 ; 2) Mª de los REYES MARTÍNEZ BARROSO y S. RODRÍGUEZ ESCANCIANO, «Selección bibliográfica (española) sobre trabajo autónomo», en Relaciones Laborales, Especial monográfico dedicado al trabajo autónomo, 2000 (abril, números 7/8) ; y 3) Mª de los REYES MARTÍNEZ BARROSO, «Los difusos contornos del trabajo dependiente», en Documentación Laboral, 2001 (num. 66). muchas palabras para destacarla. Baste recordar que la consideración como laboral de una prestación de servicios suele determinar la aplicación de una masa ingente de normas jurídicas. Como se ha dicho muchas veces, el contrato de trabajo es, si no el único, al menos sí el principal punto de conexión de las legislaciones laboral y de Seguridad Social, de forma que las fronteras de aquél determinan en gran medida el campo de aplicación de éstas. La delimitación del contrato de trabajo acota así, junto con otros criterios complementarios, una rama particularmente rica y sensible del ordenamiento jurídico, que despierta fuertes reacciones de «atracción» y de «huida» por parte de unos u otros sectores de la ciudadanía 2. Si se quiere llevar a cabo con rigor y exhaustividad, la labor de delimitación del contrato de trabajo requiere la puesta en práctica de diversos métodos o caminos de investigación. Uno de ellos es, desde luego, el estudio de la jurisprudencia, entendido el tér- 2 Véase, M. RODRÍGUEZ-PIÑERO, «La huida del Derecho del Trabajo», Relaciones laborales, 1996-II ; y A. BAYLOS GRAU, «La huida del Derecho del Trabajo : tendencias y límites de la deslaboralización», en VV.AA., El trabajo ante el cambio de siglo : un tratamiento multidisciplinar (coord. M. R. ALARCÓN CARACUEL y Mª. M. MIRÓN HERNÁNDEZ), Madrid, 2000. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 21 ESTUDIOS mino en su acepción más habitual de doctrina sobre la interpretación de la ley y del derecho sentada por los órganos jurisdiccionales supremos. Al igual que sucede en otras muchas materias o institutos jurídicos, la perspectiva de la jurisprudencia resulta particularmente apropiada para contemplar el trazado de las fronteras del contrato de trabajo, y los casos de calificación difícil que se ubican en las proximidades de las mismas ; de ahí que la consideración por parte de la jurisprudencia de estas «zonas grises» del Derecho del Trabajo (y del contrato de trabajo) constituya uno de los cauces habituales para el estudio de la materia. De todas maneras, como tendremos ocasión de explicar en seguida, este cauce o método de estudio se entrecruza muy a menudo con los restantes, e incluso coincide con ellos en buena parte de su recorrido, por lo que nuestra atención no se va a concentrar en él de manera exclusiva. Además de esta circunstancia legislativa, la elección de los años ochenta como punto de partida de nuestro estudio responde a otra razón que pudiéramos llamar «socioeconómica», relativa por tanto no a la norma sino a la realidad normada. Efectivamente, es a comienzos de este decenio de los ochenta cuando empiezan a manifestarse con claridad diversas transformaciones en los modos de producción y de organización del trabajo que han influido y siguen influyendo poderosamente en el sustrato de las relaciones laborales actuales. Nos estamos refiriendo a los profundos cambios tecnológicos y económicos que configuran el sistema productivo emergente de «especialización flexible», y a la consiguiente pérdida de terreno del sistema «de fábrica» o de producción fabril, sobre cuyos presupuestos se había efectuado la construcción «clásica» de los límites o fronteras del contrato de trabajo 4. Hemos decidido acotar como punto temporal de partida de nuestro estudio sobre la jurisprudencia «actual» el año 1980, en el que tiene lugar la aprobación de la Ley del Estatuto de los Trabajadores (ET). Ciertamente esta Ley no ha introducido cambios sustantivos radicales en la delimitación del contrato de trabajo. No obstante, aparte de ser un hito normativo en la regulación de las condiciones de trabajo y empleo, el ET contiene aportaciones a nuestro particular objeto de estudio, derivadas de haber acuñado una formulación nueva de los principales aspectos del mismo, que deben ser tenidas muy en cuenta. Estos nuevos enunciados legislativos, que son los vigentes o «actuales» en el ordenamiento español, se refieren, como se recordará, a las notas que caracterizan al contrato de trabajo (art.1.1.), a la regla de presunción de laboralidad de las prestaciones de servicios (art. 8.1), y a las exclusiones concretas de calificación laboral para determinadas relaciones de trabajo (art. 1.3) 3. Una ulterior precisión del objeto de estudio interesa hacer aquí. Hemos puntualizado al principio que, al hablar de «jurisprudencia actual», apuntamos a las interpretaciones de los «órganos jurisdiccionales supremos». El uso del plural ha sido deliberado. Queremos con ello dar idea de que no nos vamos a ceñir exclusivamente a la jurisprudencia ordinaria del Tribunal Supremo (TS). Nos ocuparemos también, en la medida en que se verá luego, de la jurisprudencia del Tribunal Constitu- 3 Para el estudio y exégesis de estos preceptos remito a VV.AA. Comentarios a las leyes laborales (Dir. E. BORRAJO DACRUZ), Tomo I, Edersa, Madrid, 1990 ; J. LUJÁN 22 ALCARAZ, La contratación privada de servicios y el contrato de trabajo, MTSS, 1994 ; VV.AA., Comentario al Estatuto de los Trabajadores (Dir. J.L. MONEREO PÉREZ), Comares, Granada, 1998 ; VV.AA., El Estatuto de los Trabajadores, veinte años después, edición especial del número 100 de la REDT, Civitas, Madrid, 2000 ; y J. LUJÁN ALCARAZ, «Las notas de la laboralidad. Una aproximación en clave jurisprudencial», Aranzadi Social, Indices y estudios, Pamplona, 2001. 4 Sobre el tema desde el punto de vista socioeconómico, también dentro de una bibliografía desbordante, M PIORE y G.. SABEL, La segunda ruptura industrial, Alianza, Madrid, 1990 ; y M. CASTELLS, La era de la información.- Economía, sociedad, cultura, vol. 1, Alianza, Madrid, 1997. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE cional (TC), «intérprete supremo de la Constitución», como dice su ley reguladora ; y de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea (TJCE), que debe ser considerado también, con propiedad, intérprete supremo del Derecho comunitario. De todas maneras, por las razones que también se verán luego, la corriente jurisprudencial principal y más caudalosa sobre las fronteras y las zonas grises del contrato de trabajo corresponde, como era de esperar, a la jurisprudencia ordinaria 5. Las decisiones jurisprudenciales que se han acumulado desde 1980 sobre la delimitación del contrato de trabajo (en especial, las de unificación de doctrina de la Sala de lo Social del TS) 6 son numerosas, y algunas de notable 5 Unas precisiones adicionales conviene hacer a pie de página. La jurisprudencia ordinaria que vamos a tener en cuenta en este trabajo es principalmente la de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo. En la doctrina jurisdiccional del Tribunal Central de Trabajo, que también tuvo oportunidad de interpretar y aplicar el ET hasta su extinción en 1989, el estudioso encontrará con toda seguridad decisiones y argumentaciones muy interesantes en la materia. Pero, a estas alturas, lo más probable es que, salvo contadas excepciones, las más significativas y las de mayor actualidad de estas doctrinas hayan pasado, por diversas vías de «filtración», a la jurisprudencia del Tribunal Supremo. En cuanto a la jurisprudencia de la Sala de lo Contencioso-administrativo, del Tribunal Supremo su incidencia en nuestro objeto de estudio es bastante limitada. Esta limitación es consecuencia probablemente de varios factores. Uno de ellos es jurídico-procesal ; nos estamos refiriendo a la vía «de oficio» hacia la jurisdicción laboral prevista en el art.149.1 de la Ley de Procedimiento Laboral, que permite a las Administraciones de Trabajo dirigirse al Juzgado de lo Social para que lleve a cabo el control jurisdiccional de las actuaciones públicas en las que sea objeto de debate la «naturaleza laboral» de la relación de servicios. Otro factor que cuenta es la acertada línea doctrinal de la Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo de atenimiento a la jurisprudencia de la Sala de lo Social en una materia tan propia y exclusiva de ésta como lo es la de nuestro tema de estudio. 6 Un estudio reciente de estas resoluciones en F. SUÁREZ GONZÁLEZ, «La delimitación del concepto de contrato de trabajo en la jurisprudencia del Tribunal Supremo en unificación de doctrina», en Unificación de doctrina del Tribunal Supremo en materia laboral y pro- complicación o complejidad en los hechos o en el razonamiento jurídico. De ahí que no resulte posible examinarlas con todo detalle en un trabajo de las dimensiones del presente. En la disyuntiva de proceder a una restricción ulterior del objeto de estudio, o de mantenerlo en el marco general señalado pero con un enfoque más panorámico, nos ha parecido preferible en principio esta segunda opción. De todas maneras, vamos a dejar de lado en esta ocasión dos materias bien delimitadas del entero campo de estudio. Una es la de los contratos de servicios regidos por el Derecho Administrativo, en la que la exposición de la jurisprudencia necesitaría el acompañamiento de los cambios legislativos que se han producido desde mediados los años noventa; cambios que, por otra parte, han hecho perder actualidad a algunas de las líneas jurisprudenciales existentes. La segunda materia cuyo estudio descartamos es la relativa a la línea de demarcación entre el contrato de trabajo y la contratación no laboral de servicios de quienes desempeñan profesiones liberales. Es ésta una frontera clásica del contrato de trabajo y del Derecho del Trabajo que planteó problemas agudos de delimitación en el segundo tercio de siglo, y que los sigue planteando todavía, aunque probablemente con menos intensidad. Nos limitaremos respecto a ella a una simple mención de referencias jurisprudenciales. El enfoque elegido incluye la mención de las decisiones más destacadas; y también en la mayoría de las ocasiones de las «máximas» o «doctrinas» contenidas en las mismas. Pero, por las indicadas razones de espacio, no vamos a entrar en un comentario o análisis pormenorizado o «casuístico» de todas las circunstancias y argumentaciones de los litigios resueltos. Inevitablemente algo se pierde, en los matices de las doctrinas establecidas y en la precisión de su alcance, con esta visión a cierta distancia de los casos de jurisprudencia. cesal laboral. Estudios en homenaje al Profesor Efrén Borrajorrajo Dacruz (coord. J.M. RAMÍREZ MARTÍNEZ y T. SALA FRANCO), Tirant lo Blanc, Valencia, 1999. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 23 ESTUDIOS Esperemos, no obstante, que el lector compense estas pérdidas en nitidez y en detalle, con una guía o visión de conjunto de la aportación jurisprudencial del período, a partir de la cual pueda proceder por sí mismo con más facilidad a futuras precisiones o indagaciones. La guía o plano general de la jurisprudencia sobre la delimitación del contrato de trabajo que nos hemos propuesto elaborar en el presente estudio no tiene, como se ve, el propósito operativo de suministrar el repertorio completo de las doctrinas jurisprudenciales, ni tampoco el de proporcionar una especie de «instrucciones de uso» de la jurisprudencia sobre las notas del contrato de trabajo. Su finalidad práctica no es tan inmediata. Lo que pretendemos, en suma, es facilitar la comprensión de la labor jurisprudencial en el período acotado, situándola en el contexto jurídico y social en el que se ha desenvuelto, reseñando las resoluciones que nos han parecido más significativas, y exponiendo las líneas de doctrina jurisprudencial que en ellas aparecen trazadas o esbozadas. Dentro de la tarea de búsqueda de las conexiones de la jurisprudencia sobre la delimitación del contrato de trabajo con los restantes campos de la experiencia jurídica prestaremos atención en los dos próximos apartados a la legislación y a la doctrina científica sobre el tema. Como es bien sabido, la legislación, la jurisprudencia y la doctrina científica constituyen, mediante una compleja distribución de papeles sobre la que vamos a aventurar algún apunte a lo largo de nuestro trabajo, los tres principales factores de producción, desarrollo, elaboración y conocimiento del derecho. Sólo en determinadas materias o circunstancias, que no son desde luego las de este estudio, resulta útil el análisis separado de las respectivas aportaciones. LA FUNCIÓN DE LA DOGMÁTICA EN LA DELIMITACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO Uno de los métodos a utilizar en la delimitación del contrato de trabajo, el primero 24 seguramente en un orden lógico, es el método «dogmático» o «conceptual». Lo que se propone esta labor doctrinal es construir el concepto jurídico del contrato de trabajo mediante la identificación de las notas que caracterizan en la ley a esta figura contractual, la precisión del significado y alcance de las mismas, y la determinación de las relaciones existentes entre ellas. Teniendo en cuenta que la regulación legal del contrato de trabajo en el Derecho español cuenta con más de tres cuartos de siglo de antigüedad, se comprenderá que no sólo la identificación de las notas del contrato de trabajo, que son la “ajenidad”, la “dependencia” o “subordinación” y la “retribución salarial”, sino también la propia definición de las mismas son tareas que se pueden considerar sobradamente realizadas en el momento presente, al menos en lo que concierne al núcleo de los respectivos significados 7. Una rápida consulta de la Ley del Estatuto de los Trabajadores (ET) permite comprobar fácilmente las afirmaciones anteriores. La identificación de las notas características del contrato de trabajo aparece en los artículos 1.1., sobre la delimitación de los ámbitos (en principio coextensos) de la «relación individual de trabajo» y de la aplicación de la legislación laboral. El enunciado de las mismas notas reaparece en el art. 8.1, en la descripción de los hechos indiciarios de la presunción de laboralidad de las relaciones de servicios. Por su parte, la delimitación de los conceptos de ajenidad, dependencia y retribución salarial ha quedado reflejada también, más o menos explícitamente, en diversos preceptos de la propia Ley, que vamos a repasar de forma somera. 7 Si tuviéramos que señalar el momento en el que estos conceptos doctrinales adquieren el grado de madurez podríamos citar seguramente los años sesenta ; quizá más concretamente, para el debate en España sobre ajenidad y dependencia, y sobre las relaciones entre estos conceptos, las ponencias y comunicaciones al I Congreso Iberoamericano de Derecho del Trabajo publicadas en Revista de Política Social, num. 71 (1966). REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE Respecto de la nota de dependencia en la ejecución del trabajo, el ET ha decidido incluso acuñar una fórmula definitoria, al referirse a ella como prestación de servicios «dentro del ámbito de organización y dirección de otra persona» (art. 1.1. y 8.1.). En cuanto a las notas de ajenidad y retribución salarial, el legislador no ha llegado a establecer un enunciado tan explicativo. Pero, aunque no una definición propiamente dicha, sí encontramos en el ET numerosas pistas de que el núcleo del significado de la ajenidad es la cesión a otro del resultado del trabajo, y de que la retribución salarial comprende formas diversas de remuneración del tiempo y del resultado del trabajo prestado. No todas estas pistas, pero sí buena parte de ellas se encuentran en el art. 1.3. del ET. En efecto, el lector recordará que este precepto contiene una larga enumeración de las «exclusiones» de la calificación de contrato de trabajo o, en los términos del ET, del «ámbito regulado» por la Ley del ET. Pues bien, la gran mayoría de ellas, como ha señalado la doctrina, tiene carácter meramente «declarativo» ; es decir, especificativo o aclaratorio de la no concurrencia de alguna de las notas que distinguen a esta figura contractual 8. El significado de las mismas está implícito en la mayor parte de tales exclusiones, y se puede revelar sin particulares dificultades en el análisis de la configuración de las respectivas relaciones de servicios. Hemos de volver luego, más de una vez, sobre este punto. Bástenos con señalar aquí dos ejemplos notables de exclusiones «declarativas», que son la del trabajo benévolo (art. 1.3.d.), que se explica por la ausencia de la nota de «retribución salarial» 9, y la de los El análisis de las exclusiones del régimen laboral en términos de exclusiones declarativas o constitutivas en L.E. de la VILLA, «Apuntes sobre el concepto de trabajador en el Derecho español», en Cuadernos de la Cátedra de Derecho del Trabajo, num. 4, Valencia, 1972. 9 Ver M. ALONSO OLEA, «Reflexiones actuales sobre el trabajo realizado a título de amistad, benevolencia o 8 trabajos familiares (art. 1.3.c.) 10, que puede justificarse sin dificultad por la falta en los mismos de la nota de ajenidad, salvo prueba en contrario de «la condición de asalariados» de los miembros de la familia que prestan servicios a la empresa familiar. Ahora bien, aun siendo cierto que se ha superado hace más de un tercio de siglo el estadio de la identificación y la definición de las notas características del contrato de trabajo, no es menos verdad que queda aun bastante labor por hacer en lo que concierne a la precisión del significado de los conceptos respectivos de ‘ajenidad’, ‘dependencia’ y ‘retribución salarial’ en determinados supuestos litigiosos. Esta labor de precisión o «refinamiento» es especialmente necesaria, por razones que se comprenderán sin dificultad, para la adaptación de tales conceptos a nuevas situaciones de trabajo y a nuevos modos de producción 11. Es más, en la medida en que, como se apuntó más arriba, el sistema de producción ha experimentado y sigue experimentando desde mediados los años setenta transformaciones muy profundas, no parece aventurado buena vecindad», en Trabajo subordinado y trabajo autónomo (edición preparada por. J. CRUZ VILLALÓN), cit. 10 Téngase en cuenta, respecto de los trabajos familiares excluidos, que la descripción de los mismos en el ET es más restringida y precisa que la de las Leyes de Contrato de Trabajo de 1931 y 1944; éstas hablan genéricamente de «personas de la familia o por ella aceptadas bajo la dirección de uno de sus miembros»; el art. 1.3.e. precisa, como se recordará, el tipo y el grado de parentesco de los familiares excluidos. 11 Sobre el tema de las transformaciones del Derecho del Trabajo como consecuencia de los cambios socioeconómicos, F. PÉREZ de los COBOS ORIHUEL, Nuevas tecnologías y relación de trabajo, Tirant lo blanc, Valencia, 1990 ; F. DURÁN LÓPEZ, «El futuro del Derecho del Trabajo», REDT, 1996 (num. 76) ; VV.AA., Trabajo y empleo. Transformaciones del trabajo y futuro del Derecho del Trabajo (coord. A. SUPIOT), , Tirant lo blanc, Valencia, 1999 ; y M.E. CASAS BAAMONDE, «Las transformaciones del Derecho del Trabajo y el futuro del Derecho del Trabajo», en VV.AA., El trabajo ante el cambio de siglo : un tratamiento multidisciplinar, cit. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 25 ESTUDIOS afirmar que la reelaboración dogmática de las notas del contrato de trabajo, con la vista puesta en mantenerlas plenamente operativas en las circunstancias presentes del tráfico laboral, va a seguir ocupando todavía a los laboralistas durante un cierto tiempo. Por decirlo de manera gráfica: disponemos desde hace muchos años del hardware conceptual del contrato de trabajo; pero queda bastante por hacer, y ésto suele ocurrir en todas las épocas de cambios «socioeconómicos» importantes, en el acondicionamiento y perfeccionamiento del software o sistema operativo que se necesita para la calificación de laboralidad en supuestos concretos. LA DELIMITACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO EN LA HISTORIA LEGISLATIVA RECIENTE El método dogmático o conceptual esbozado en el apartado anterior es imprescindible sin ninguna duda en la delimitación del contrato de trabajo. Pero debe ponerse buen cuidado en conjurar el principal riesgo que le acecha, que es el de exceso de abstracción. Una buena defensa frente a este riesgo es por cierto el estudio de la jurisprudencia. Pero hay otra ruta interesante para explorar los límites o fronteras del contrato de trabajo, que tiene un efecto semejante de evitación del posible «mal de altura» que genera a veces la dogmática. Me estoy refiriendo al estudio de la evolución de la legislación sobre el régimen de distintos tipos de prestaciones de servicios. Con ello estamos afirmando algo que saben bien los estudiosos de la Historia del Derecho del Trabajo, pero que conocen también por experiencia los profesionales de esta rama del derecho ; el trazado legal de determinadas fronteras del contrato de trabajo ha variado notablemente a lo largo del tiempo, y todavía ha seguido experimentando variaciones apreciables en los últimos años. Nos bastará para ilustrar la afirmación anterior con la mención de cuatro cambios 26 legislativos de los años noventa que han tenido una incidencia nada desdeñable en la delimitación del contrato de trabajo respecto de otras figuras contractuales o situaciones de trabajo. Los dos primeros, que guardan entre sí un notable parentesco, son la Ley 9/1992 de 30 de abril, sobre la mediación de los agentes y subagentes de seguros privados; y la Ley 12/1992 sobre el contrato de agencia. Un tercer cambio legislativo en la materia es la nueva redacción del art. 1.3.g. del ET, que, como se recordará, establece un criterio de diferenciación ad hoc entre el contrato de trabajo y el contrato de transportes, respecto de los transportistas con vehículo propio. En fin, la Ley 6/1996, de 15 de enero, del voluntariado, se ha encargado por su parte de precisar que no existe relación contractual de trabajo en esta modalidad «organizada» de prestación de servicios benévolos 12. Además de a la razón anterior, la conveniencia de acudir al método histórico-legislativo en la delimitación del contrato de trabajo se debe también a un rasgo peculiar de esta tarea de fijación de fronteras al que a mi modo de ver no siempre se ha prestado la atención que merece. Nos referimos a la coincidencia parcial, e incluso en algunos supuestos total, de las notas del contrato de trabajo con las que caracterizan a otros contratos civiles o mercantiles «nominados», es decir previstos y regulados en las leyes, que tienen por objeto la prestación de unos servicios o la ejecución de un trabajo. Las fronteras entre estas relaciones contractuales de servicios y el contrato de trabajo no han sido o no son, 12 Sobre el impacto de algunas de estas disposiciones legales, véase, también entre una amplia bibliografía, A. CÁMARA BOTÍA, «Contrato de trabajo y agencia mercantil: ¿Modificación de las fronteras del contrato de trabajo ?», REDT, 1996 (num. 77) ; M.F. FERNÁNDEZ LÓPEZ, «El contrato de agencia y la representación de comercio. A vueltas con la delimitación de fronteras del Derecho del Trabajo», en Trabajo subordinado y trabajo autónomo, cit. ; y J. GARCÍA MURCIA, «El transporte de mercancías y su régimen jurídico», Tribuna Social, 2000 (num 103). REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE por tanto, fronteras «naturales», que marcan nítidamente los respectivos territorios. Nos encontramos más bien ante fronteras «artificiales», que resultan de la fijación por el legislador de jalones o líneas divisorias que han variado, y en alguna medida pueden seguir variando, de una época a otra. No vamos a extendernos en este estudio en explicar las variaciones que en un período de aproximadamente tres cuartos de siglo (desde el Código del Trabajo de 1926, y sobre todo desde la Ley de Contrato de Trabajo de 1931) han experimentado los límites o fronteras del contrato de trabajo 13. Pero, para el estudio de jurisprudencia que nos hemos propuesto, sí interesa tener presente las líneas generales de esta evolución. A la exposición panorámica de estas líneas generales, que importa conocer para «situar» las aportaciones de doctrina jurisprudencial del período actual acotado, dedicaremos el breve apunte que sigue. El método histórico-legislativo de aproximación a la delimitación del contrato de trabajo permite distinguir tres etapas distintas en el trazado de las fronteras del contrato de trabajo. En la primera, que se desarrolla en el primer tercio de siglo, y que pudiéramos llamar de los «orígenes» o del «nacimiento» de esta figura contractual, surge el contrato de trabajo en diversas disposiciones legales, ocupando buena parte de un territorio que correspondía hasta entonces a los contratos civiles y mercantiles de servicios regulados en los Códigos del siglo XIX (arrendamiento de servicios, mandato, contratos de los auxiliares del comerciante). La segunda etapa en la evolución de nuestra materia de estudio llega hasta la aprobación de la Ley del Estatuto de los Trabajadores (1980) ; o, si se quiere una mayor exacti- 13 Sobre el tema, recientemente, J. CRUZ VILLALÓN, «El proceso evolutivo de delimitación del trabajo subordinado», en Trabajo subordinado y trabajo autónomo (edición preparada por. J. CRUZ VILLALÓN), cit. tud, hasta la aprobación en 1985 de determinadas disposiciones normativas programadas en el ET, que son los reglamentos de las relaciones de trabajo especiales. La característica de este período es la ampliación continua del campo de aplicación legal del contrato de trabajo. Las sucesivas incorporaciones al territorio del contrato de trabajo que tienen lugar en este período se refieren sobre todo a los representantes de comercio, a los deportistas, a los servidores domésticos y, con algunas puntualizaciones que no corresponde hacer ahora, a los empleados de alta dirección. Este despliegue del campo de aplicación legal del contrato de trabajo ha venido acompañada de otro fenómeno que se detecta no en la historia legislativa sino en la historia social, pero que en todo caso ha contribuido poderosamente al indicado efecto expansivo. El fenómeno al que nos referimos es la difusión del trabajo asalariado, y del contrato de trabajo que constituye su soporte, en todas las ramas de producción y en todos los niveles de la jerarquía profesional. Frente a la fuerte expansión del período anterior, desde mediados los años ochenta estamos asistiendo a una nueva fase en la delimitación de las fronteras del contrato de trabajo que se caracteriza por la estabilización del trazado de las mismas. Incluso podría hablarse en esta última etapa, cuya jurisprudencia nos hemos propuesto estudiar, de un cierto repliegue o pérdida de espacio en la línea de demarcación que separa al contrato de trabajo de otras relaciones contractuales. Al igual que el despliegue de la etapa precedente, este ligero repliegue del contrato de trabajo es apreciable tanto del lado de la norma como del lado de la realidad normada. Del lado de la norma, que es el aspecto visible para la historia legislativa, las disposiciones legales de los años noventa con incidencia en la delimitación del contrato de trabajo citadas hace un momento podrían servir tam- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 27 ESTUDIOS bién para ilustrar la tendencia señalada. Del lado de la realidad normada, un cierto reflujo del contrato de trabajo, no acentuado pero sí apreciable, se advierte en determinadas manifestaciones de lo que se conoce con el nombre de descentralización productiva, señaladamente las que consisten en encargar a colaboradores externos el trabajo que antes se hacía en el ámbito de organización de la empresa. Este singular modo de organización de la producción ha traído consigo el retorno o el incremento del trabajo autónomo en numerosas actividades de la industria y los servicios 14. EN GENERAL, SOBRE LA CONTRIBUCIÓN DE LA JURISPRUDENCIA A LA DELIMITACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO En los dos apartados anteriores nos hemos ocupado de señalar a grandes rasgos cómo la ciencia o dogmática del Derecho del Trabajo y la evolución histórica de esta rama del derecho han contribuido a configurar la delimitación actual del contrato de trabajo. Naturalmente, cuando hablamos de la dogmática nos encontramos de inmediato con la doctrina científica, que es su agente principal aunque no exclusivo. Por su parte, cuando hablamos de la evolución de la legislación de trabajo en nuestra materia de estudio nos estamos refiriendo, claro está, al legislador, que interviene siempre como protagonista «originario» de la misma encargado de establecer las grandes disposiciones ; y que interviene también a 14 Sobre el fenómeno de la descentralización productiva, un estudio muy completo tanto desde el punto de vista socioeconómico como jurídico es el de F. BLAT GIMENO, «El marco socioeconómico de la descentralización productiva», en VV.AA. (Coord. I. GARCÍA-PERROTE ESCARTÍN Y J.Mª GOERLICH PESET), Descentralización productiva y protección del trabajo en contratas», Estudios en recuerdo de Francisco Blat Gimeno, Tirant lo Blanc, Valencia, 2000. 28 veces (por ejemplo, en la delimitación de la frontera entre el contrato de trabajo y el contrato de transporte efectuada en el art. 1.3.g. del ET, en la redacción de la Ley 11/1994) como deus ex machina que atiende a desenredar situaciones concretas especialmente complicadas. Tras exponer a grandes rasgos las contribuciones respectivas de la legislación y de la doctrina científica a la delimitación del contrato de trabajo, vamos a estar seguramente en mejores condiciones de apreciar cuál es la contribución a dicha tarea del otro actor principal de la vida jurídica – la jurisprudencia –, que es el que nos interesa especialmente en este trabajo. A él se encomienda, como es sabido, un papel en verdad más discreto, pero también de mayor constancia y continuidad en el desarrollo del derecho. En el estudio de la jurisprudencia sobre las fronteras del contrato de trabajo nos encontramos continuamente con los conceptos y con las premisas normativas que resultan de los métodos de la construcción dogmática y de la contemplación de la evolución histórica de las normas legales. Ello no puede extrañar si se piensa que la jurisprudencia es una manifestación cualificada de la «aplicación» del derecho. Es más: si se entiende que es la legislación la que se encarga de la creación del derecho, y que es la dogmática la encargada de su sistematización conceptual, la jurisprudencia podría ser concebida simplemente, y así sucede a menudo, como el testigo que narra con más o menos precisión o acierto las vicisitudes sucesivas de la legislación, con las ayudas de «formulación» que proporcionan las elaboraciones dogmáticas de la doctrina. Partiendo de estas premisas metodológicas hay autores que, consciente o inconscientemente, consideran el estudio de la jurisprudencia no como un método de investigación con sustantividad propia, sino como una labor de acumulación de materiales, que sirve sólo para ilustrar la evolución de las normas o instituciones a lo largo del tiempo, o REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE para reflejar la puesta en práctica de las mismas en un momento determinado. Desde esta perspectiva la jurisprudencia no sería otra cosa que un observatorio privilegiado desde el que se puede apreciar, seguramente mejor que desde ningún otro sitio, el fenómeno de concreción sucesiva de los enunciados normativos en que consiste la aplicación del derecho. El anterior punto de vista tiene buena parte de razón, aunque peca de una cierta parcialidad y limitación. Es verdad que la jurisprudencia sirve para contemplar la «aplicación» del derecho, si no en todos los ámbitos de la experiencia jurídica (quedan fuera numerosos supuestos de aplicación «voluntaria» y de aplicación «administrativa» de las normas), sí en el sector seguramente más determinante y más sensible de la misma, que es el de la solución jurisdiccional de conflictos y controversias. Pero, y aquí la crítica de visión parcial o limitada que se puede hacer a la posición anterior, la jurisprudencia no es sólo observatorio de la vida jurídica sino elemento integrante de ella. No es sólo «mera» aplicación de la norma, sino también muchas veces «interpretación» e «integración» de la misma, que aporta a ésta un plus del que antes no disponía 15. De ahí que los estudios de la jurisprudencia tengan utilidad y valor por sí solos, además del valor y la utilidad que puedan añadir a las otras vías de conocimiento del ordenamiento jurídico. En efecto, la jurisprudencia aporta en numerosos aspectos de la regulación de las instituciones un «desarrollo» o «complemento» de las leyes que resulta indispensable para enlazar las previsiones normativas de Dentro de una literatura prácticamente inabarcable, una interesante aportación reciente, con una amplia relación de referencias bibliográficas, es la de A. MARMOR, Interpretación y teoría del derecho, Gedisa, Barcelona, 2000 ; véase también, para una buena toma de contacto con el tema, VV.AA., Meteriali per un curso di analisi della giuisprudenza (a cura di M. BESSONE y R. GUASTINI), Cedam, Turín, 1994. 15 los enunciados legales con la realidad concreta de la vida social. Por decirlo de una manera gráfica, las disposiciones legales son con frecuencia, y acaso cada vez más, o bien «productos semielaborados», o bien piezas no plenamente encajadas en la entera maquinaria del ordenamiento, o bien referencias normativas parcialmente desbordadas por el cambio social. En unos y otros casos, los órganos jurisdiccionales, y en especial la jurisprudencia, se encargan de añadir en el momento de la aplicación del derecho un determinado «perfil», o «ajuste», o «terminación», o «actualización», o «integración» de la norma. Esta función de complemento del ordenamiento jurídico explica un fenómeno de experiencia común para todos aquellos que están familiarizados con la vida del derecho, que es la sensación de renovación y de enriquecimiento continuo de enunciados legales cuya formulación no ha variado por medio de doctrinas jurisprudenciales «interpretativas» o «integradoras» que van surgiendo en su aplicación a nuevos supuestos. Mientras el estudio de la legislación y de la historia legislativa nos muestra la evolución de las normas, el estudio de la jurisprudencia nos puede mostrar también, además de la concreción y aclaración de los enunciados normativos, la evolución de la realidad normada y la propia adaptación de la norma a nuevas situaciones y valoraciones jurídicas y sociales. En nuestro concreto tema de estudio de la delimitación del contrato de trabajo, el «complemento» de la jurisprudencia reviste particular importancia, debido a dos rasgos que caracterizan a las notas que definen esta figura contractual. Uno de ellos es la elasticidad o flexibilidad de las mismas, que es predicable en especial de la “dependencia”, pero que está presente también en la “ajenidad”; y que en una y otra, como tendremos ocasión de comprobar, se ha incrementado considerablemente en el actual sistema productivo. La creciente elasticidad o flexibilidad de la nota de dependencia tiene su razón de ser en REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 29 ESTUDIOS los cambios en los modos de producción y organización del trabajo, de los que son exponentes en la época actual la incorporación a los procesos productivos de nuevas tecnologías 16. La elasticidad o flexibilidad de la nota de ajenidad radica, por su parte, en la ampliación creciente de las actividades laborales del sector servicios, en el que, al no materializarse el trabajo en productos apropiables, la cesión de los frutos del mismo requiere la adopción de modalidades de transmisión o transferencia de resultados productivos más sutiles que en el sector industrial 17. El otro rasgo que realza la contribución de la jurisprudencia en la fijación de las fronteras del contrato de trabajo es el elevado nivel de abstracción de sus notas características. La formulación de las mismas en el ET las convierte en verdaderas claúsulas legales de carácter general. Este elevado nivel de abstracción de las notas del contrato de trabajo, que sólo se atenúa un tanto en los aludidos preceptos sobre «exclusiones concretas» de relaciones de servicios, hace recaer sobre la jurisprudencia una gran parte del esfuerzo de concreción sucesiva del significado de los enunciados de la ley. La jurisprudencia se ha visto obligada, además de todo lo anterior, a desarrollar las escuetas previsiones legales, adaptándolas a multitud de nuevos problemas y prácticas contractuales. En esta tarea la jurisprudencia ha debido colaborar con la doctrina científica en el «refinamiento» de los conceptos de las tantas veces mencionadas notas de ajenidad, dependencia y retribución salarial. Lo vamos a comprobar en seguida, después de 16 Un balance doctrinal reciente sobre esta evolución en A. MONTOYA MELGAR, «Sobre el trabajo dependiente como categoría delimitadora del Derecho del Trabajo», REDT, 1998 (num. 91). 17 He reflexionado con más amplitud sobre estas cuestiones en «Lectura y relectura de la Introducción al Derecho del Trabajo del Profesor, Manuel Alonso Olea, REDT, 1996 (num. 77). 30 puntualizar cuáles son las actuales «zonas grises» o supuestos de frontera del contrato de trabajo. LAS «ZONAS GRISES» DEL DERECHO DEL TRABAJO COMO CATEGORÍA HISTÓRICO-JURÍDICA CONECTADA CON LA DELIMITACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO Se ha acuñado la expresión «zonas grises» del Derecho del Trabajo para designar a determinadas situaciones o supuestos típicos de prestación de servicios que se encuentran en las fronteras del campo de aplicación de la legislación de trabajo y del Derecho del Trabajo, ubicándose unas veces dentro de él y otras veces fuera del mismo. Teniendo en cuenta que, como ya se ha recordado, las fronteras de la aplicación del Derecho del Trabajo dependen casi siempre, por ministerio de la ley, de la existencia de un contrato de trabajo 18, los problemas y los criterios de delimitación de esta figura contractual respecto de otras relaciones de servicios son constitutivos y determinantes de las zonas grises del Derecho del Trabajo. La utilización del contrato de trabajo como criterio principal de delimitación del Derecho del Trabajo permite afirmar, que las zonas grises del Derecho del Trabajo coinciden con lo que pudiéramos llamar también «zonas 18 Bastará recordar al efecto que el campo de aplicación de la Ley del Estatuto de los Trabajadores viene determinado por las notas que definen el contrato de trabajo (art. 1.1.del ET), y que el primero y principal renglón de la competencia material de los tribunales de trabajo comprende las «cuestiones litigiosas que se promuevan...entre empresarios y trabajadores como consecuencia del contrato de trabajo» (art. 2.a. de la Ley de Procedimiento Laboral). No está de más recordar, de todas maneras, que determinadas normas laborales extienden su aplicación al trabajo no asalariado ; sobre el tema, M.C. PALOMEQUE, «El trabajo autónomo y las propuestas de refundación del Derecho del Trabajo», en Relaciones Laborales, Especial monográfico dedicado al trabajo autónomo, 2000 (abril, números 7/8), cit. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE grises del contrato de trabajo» ; es decir, con las situaciones o supuestos en los que la prestación de servicios a una persona o entidad está basada muchas veces en un contrato de trabajo, y otras muchas veces en un título distinto, requiriéndose una atención especial para apreciar la existencia de uno u otro. En este estudio vamos a utilizar ambas expresiones ; nos inclinaremos por la primera para designar el fenómeno con carácter general, y por la segunda cuando se haga referencia a problemas concretos de calificación jurídica. El rasgo característico de las zonas grises del Derecho del Trabajo, al que apunta la gráfica expresión, es precisamente la especial dificultad o complejidad de la calificación o no como laborales de ciertas prestaciones de trabajo; en ellas la línea divisoria entre las que tienen carácter laboral y las que no lo tienen no se distingue fácilmente como el negro sobre el blanco. Otro rasgo que suele formar parte también de la noción de zonas grises del Derecho del Trabajo es la referencia a supuestos o situaciones de prestación de servicios «socialmente típicos», en el sentido de que se producen con cierta frecuencia en el tráfico jurídico. Los supuestos de trabajo mencionados dentro de ellas no son por tanto supuestos hipotéticos o imaginarios, sino reales o presentes en el tráfico jurídico en un momento determinado. Si se reflexiona un poco más detenidamente en la idea de zonas grises del Derecho del Trabajo, tal como la utilizamos los laboralistas, encontramos en la misma otro rasgo añadido a los anteriores, que, a diferencia de ellos, suele pasar inadvertido. La complejidad de las operaciones de calificación jurídica que caracteriza a los supuestos comprendidos en las zonas grises del contrato de trabajo es una complejidad «especial» o «cualificada». Ciertamente, en estos supuestos o situaciones no nos encontramos sólo ante las dificultades de prueba que surgen habitualmente en las operaciones de subsunción de un supuesto de hecho real en el supuesto de hecho normativo. Tales dificultades, que no son desde luego nada desdeñables en una institución jurídica ya de por sí compleja como lo es el contrato de trabajo, se pueden resolver en última instancia mediante el recurso a diversas técnicas de simplificación probatoria o de reconstrucción de hechos, como la presunción de laboralidad del art. 8.1. del ET, o la llamada «jurisprudencia de indicios». En cambio, para hacer frente a la tarea de calificar una prestación de trabajo situada en una de las zonas grises del contrato del trabajo, en la acepción más estricta y precisa que hemos atribuido a la expresión, se exige algo más que la mera dificultad de subsunción de supuestos de hecho concretos. Aparte la indagación y el escrutinio detallados de las circunstancias fácticas del caso, la calificación de las relaciones o situaciones de prestación de servicios situadas en las zonas grises, requiere una reelaboración conceptual o acondicionamiento de las notas que distinguen el contrato de trabajo de otras relaciones de servicios. Es precisamente en estos supuestos donde operan con más dificultad los conceptos genéricos que definen las notas del contrato de trabajo, y donde se hace más necesario el refinamiento de los mismos en función de las características propias de cada una de las zonas grises. De las consideraciones anteriores se desprende que las zonas grises del Derecho del Trabajo (y del contrato de trabajo) no constituyen una categoría «dogmática», que pueda resolver problemas concretos de aplicación del derecho, sino una categoría «histórica», que sirve precisamente para detectar cuáles son estos problemas en un momento determinado, y también para observar la evolución del ordenamiento manifestada en la aparición y desaparición de tales problemáticos supuestos de frontera. En efecto, las zonas grises o supuestos típicos en los que resulta particularmente difícil la calificación de la relación de servicios, pueden variar, y de hecho varían, de una época a otra atendiendo tanto a factores jurídicos (la norma) como a factores socioeconómicos (la realidad normada). Lo que ha sido una «zona REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 31 ESTUDIOS gris» en una época puede dejar de serlo en virtud de un cambio legal, o de la consolidación de una línea jurisprudencial, o del declive o desaparición de un determinado modo de prestación de servicios. A su vez, la emergencia en un determinado momento de nuevas «zonas grises» se puede deber a las mismas causas de cambio legal o jurisprudencial, o de aparición de nuevas prácticas contractuales o modos de prestación de servicios. Así ha sucedido, por indicar algunos ejemplos señalados, con la contratación al servicio de empresas, en régimen de prestación continuada y no por actos profesionales singulares, de los licenciados y los técnicos superiores. Fue ésta durante muchos años (prácticamente durante todo el segundo tercio del siglo XX) una muy extensa e importante zona gris del contrato de trabajo. Y dejó de serlo, al menos con la dimensión apuntada, cuando la jurisprudencia de los años sesenta dio el paso de flexibilizar el concepto de «dependencia», abandonando de manera definitiva los anteriores criterios restrictivos de la «independencia técnica», de la «jornada precisa», y de la dedicación exclusiva o preferente al servicio de la empresa, criterios que la propia jurisprudencia había venido utilizando hasta entonces. La definición jurisprudencial de la dependencia como inserción «en el círculo organicista, rector y disciplinario del empresario», que data de estos años sesenta, al trazar con claridad lo que antes era una línea divisoria bastante más difusa 19, disuelve la enorme nube grisácea que dificultaba antes las operaciones de calificación en este sector de las actividades profesionales. Otro ejemplo notable de aparición y posterior desaparición (o al menos de reducción 19 Sobre esta jurisprudencia, ver J. MARTÍNEZ GIRÓN, La contratación laboral de servicios profesionales, Servicio de publicaciones de la Universidad de Santiago de Compostela, 1988, p. 22 ss. Las sentencias principales de esta línea jurisprudencial son las de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo de 21 de enero de 1964 y de 13 de abril de 1966. 32 muy significativa del espacio) de una zona gris del Derecho del Trabajo, es el de la prestación de servicios de transporte a cargo de los transportistas con vehículo propio. De un lado la multiplicación de las actividades de reparto de bienes y mercancías, y de otro lado los nuevos criterios de la jurisprudencia laboral de los años ochenta sobre los indicios de la dependencia en los supuestos fronterizos entre el contrato de trabajo y el contrato de transporte 20, generaron múltiples dudas y problemas de calificación en este sector del tráfico contractual. La fijación en la Ley 11/1994 de un criterio específico de laboralidad para los transportistas con vehículo propio tiene por objeto precisamente la eliminación o restricción del espacio de esta importante zona de especial dificultad de calificación de relaciones contractuales. Como se recordará, en la nueva redacción del art. 1.3.g. del ET la línea de demarcación de las prestaciones de servicios de transporte no laborales es ahora muy nítida ; y tal vez incluso, aunque ello no tenga relevancia para nuestro tema de estudio, un tanto rudimentaria. Como se recordará, a partir de la entrada en vigor de este precepto legal no cabe calificar como relaciones de régimen laboral aquéllas en las que el vehículo de transporte utilizado supera un determinado umbral numérico de tonelaje. IDENTIFICACIÓN Y CLASIFICACIÓN DE LAS «ZONAS GRISES» DEL CONTRATO DE TRABAJO EN LA JURISPRUDENCIA ACTUAL Las consideraciones del apartado anterior sobre los rasgos que caracterizan a las zonas grises del Derecho del Trabajo son demostra- 20 Véase, J. RIVERO LAMAS y J. GARCÍA BLASCO, «Transporte de cosas y mercancías y contrato de trabajo», Relaciones Laborales, 1987-II ; y F. VALDÉS DAL-RE, «Los inciertos criterios de diferenciación jurísprudencial entre los contratos de trabajo y de transporte», en Relaciones Laborales, 1992-II. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE tivas de la virtualidad de este concepto para detectar los principales problemas de delimitación del contrato de trabajo a los que se ha debido enfrentar la jurisprudencia en distintas épocas. Por otra parte, los ejemplos históricos de los transportistas con vehículo propio y de la prestación continuada de servicios profesionales «en el ámbito de organización» de una empresa revelan el importante papel que la jurisprudencia ha desempeñado en el tratamiento de las zonas grises del contrato de trabajo, e incluso en su propia emergencia y desaparición. En efecto, como era de esperar, buena parte de la labor jurisprudencial de calificación de relaciones contractuales de servicios se ha concentrado en estas situaciones o prestaciones de trabajo, que son al mismo tiempo fronterizas entre distintas figuras contractuales, típicas en la práctica de la contratación, y de calificación jurídica difícil o compleja. Además, es la jurisprudencia la que suele encargarse, con la eventual ayuda de la doctrina científica a la que sigue unas veces y a la que se anticipa otras, de la labor de adaptación o acondicionamiento conceptual ad hoc de las notas del contrato de trabajo que se requiere en el tratamiento jurídico de estas prestaciones de servicios fronterizas. En el presente apartado nos proponemos identificar y clasificar las zonas grises del contrato de trabajo en la jurisprudencia actual. Por las razones que se acaban de apuntar, para componer el actual elenco de estas zonas grises la principal guía y fuente de conocimiento son los repertorios de jurisprudencia. En cambio, para elaborar una clasificación de dichos supuestos de relaciones de servicios de calificación especialmente compleja vamos a utilizar el criterio de las tres notas que definen el contrato de trabajo 21. La aplicación de Un criterio alternativo de clasificación es el que agrupa las zonas grises en atención a las «figuras afines» al contrato de trabajo con las que éste mantiene fronteras comunes. Es también un criterio útil, pero su utilidad es probablemente mayor en un estudio dogmático 21 este criterio clasificatorio permite adelantar en este momento que determinadas zonas grises del contrato de trabajo se encuentran en la frontera entre el trabajo por cuenta ajena y el trabajo por cuenta propia, cuya línea divisoria está determinada por la nota de la ajenidad. Otro grupo de supuestos fronterizos de difícil calificación, en el que entra en juego la nota de dependencia, se ubica en la demarcación entre el trabajo dependiente y el trabajo autónomo. En fin, en un tercer grupo de zonas grises lo que se discute principal o exclusivamente es la existencia o no de retribución salarial, o lo que viene a ser igual, la condición o no de trabajo retribuido mediante salario de los servicios prestados. La anterior clasificación de zonas grises, con arreglo a la cual vamos a ordenar nuestra exposición, presupone que en los distintos casos típicos de calificación dudosa de relaciones de servicios es una sola de las tres notas del contrato de trabajo la que está afectada. Este presupuesto comporta una cierta simplificación. Como vamos a comprobar más adelante, algunas zonas grises están determinadas por dificultades de apreciación, al mismo tiempo, de la ajenidad y de la dependencia, o de la ajenidad y la retribución salarial, o de la dependencia y la retribución salarial. De todas maneras, el criterio de clasificación escogido sigue siendo útil y ajustado a la realidad, siempre que se entienda que las notas del contrato de trabajo a las que hemos decidido adscribir las distintas zonas grises son las principalmente que en un estudio jurisprudencial. Se ha seguido esta vía de estudio, entre otros, en J. LÓPEZ GANDÍA, Contrato de trabajo y figuras afines, Tirant lo Blanc, Valencia, 1999; M. GARCÍA PIQUERAS, En las fronteras del Derecho del Trabajo (arrendamientos de servicios y obras, transporte, agencias mercantiles, socios, contratos administrativos), Comares, Granada, 1999; también en mi estudio, «Contrato de trabajo y figuras afines : arrendamiento de obra y servicio, contrato de sociedad y contrato de transporte», en Aspectos de la contratación laboral, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1992. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 33 ESTUDIOS afectadas por ellas, aunque no lo sean de manera exclusiva 22. La identificación de las zonas grises del contrato de trabajo se puede realizar en distintos niveles de concreción. En efecto, dentro de las diferentes clases o grupos que acabamos de señalar, cabe describir los supuestos de calificación difícil con una cierta amplitud, o con una concreción mayor. Ejemplos de las primeras, a los que nos vamos a referir en seguida, serían las zonas grises «amplias» de los trabajos familiares y de los colaboradores externos de las empresas. Ejemplos de las segundas, en algunos de los cuales nos vamos a detener también, serían en los trabajos familiares, el del trabajo del cónyuge, o el de los convivientes more uxorio, o de los consanguíneos en línea recta, o de los parientes por afinidad, etc. ; y en los trabajos de colaboradores externos, entre otros muchos y ciñéndonos a un sector de producción determinado, el trabajo de los subagentes de seguros y el de los peritos tasadores de seguros. Para un estudio panorámico como el que nos hemos propuesto aquí puede bastar con el análisis del primer nivel de concreción, sin descender al segundo. No obstante, la enumeración que ofrecemos a continuación entra en el detalle La posibilidad de que los problemas de calificación jurídica de relaciones de servicios puedan derivar de más de una de las dos notas del contrato de trabajo radica en que las notas del contrato de trabajo mantienen entre sí, como hemos apuntado, determinadas correlaciones. No es necesario entrar aquí en este muy interesante tema dogmático, puesto que el mismo no ha encontrado hasta ahora reflejo en la doctrina jurisprudencial. Nos bastará con indicar que las correlaciones entre ajenidad, dependencia y retribución salarial son bastante estrechas, pero no tanto como para que estas notas se presenten siempre indisolublemente vinculadas ; cabe, en suma, ajenidad sin dependencia (por ejemplo, en los servicios de profesiones liberales), dependencia sin ajenidad (por ejemplo, en el trabajo familiar de los hijos del empresario, en el que la patria potestad actúa como «equivalente funcional» del poder de dirección del empresario), y ajenidad y quizá también dependencia sin retribución (en la prestación de servicios de voluntariado). 22 34 de las zonas grises más concretas ; la cita de las sentencias significativas de las respectivas zonas grises también vendrá acompañada de la indicación del supuesto de hecho específico para el que se han dictado. Entrando ya en la labor de enumerar las actuales zonas grises del contrato de trabajo, iniciamos la lista con varios supuestos que se podían encontrar ya en períodos anteriores a 1980, y que subsisten hoy. Uno de ellos es el del ejercicio de profesiones liberales, cuyo estudio no vamos a abordar aquí, como ya se advirtió 23. Otro es el ya mentado del trabajo familiar, en el que se acusa a veces la incidencia de los importantes cambios jurídicos y sociales en la institución de la familia que han tenido lugar desde los años setenta. Otro supuesto clásico de calificación dudosa que sigue dando bastante quehacer a la jurisprudencia actual sobre la delimitación del contrato de trabajo es el del socio empleado de sociedades por acciones que ostenta una importante participación en la propiedad de las mismas. También pertenece a este grupo el trabajo de los religiosos. Sobre todos estos supuestos, que contaban ya con cierta tradición antes del período de estudio que hemos acotado, se ha debido pronunciar de nuevo la jurisprudencia de estos años. A partir de la entrada en vigor de la Ley del Estatuto de los Trabajadores (1980) y del Reglamento de la relación laboral especial del personal de alta dirección (1985), surgió la duda de si podían o no ser calificadas como 23 Para las referencias jurisprudenciales de esta subsistente zona gris del contrato de trabajo, remito a dos estudios de A. MONTOYA MELGAR y A. CÁMARA BOTÍA: Abogados : profesión liberal y contrato de trabajo, 1990 ; y Médicos al servicio de entidades sanitarias privadas, Tecnos, Madrid, 1991 ; ambos en la colección de jurisprudencia práctica de editorial Tecnos. Entre las sentencias de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo sobre otras profesiones o dictadas después de estos estudios, destaco las siguientes : STS de 9 de febrero de 1990 (abogado) ; STS de 11 de abril de 1990 (aparejador) ; STS 3 de abril de 1992 (aparejador) ; y STS 22 de enero de 2001 (médico). REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE laborales las relaciones de servicios de los consejeros y administradores societarios que desempeñan su actividad de manera continuada, sin limitarse «al mero desempeño del cargo de consejero o miembro de los órganos de administración» (art. 1.3.c. ET). Esta nueva «zona gris» entre contrato de trabajo y relación orgánica societaria parece haberse despejado pronto merced a una serie de resoluciones jurisprudenciales de «no laboralidad» sobre la que tendremos ocasión de volver más adelante 24. Dentro del variado grupo de los colaboradores externos de las empresas, que es más extenso a medida que las organizaciones productivas han adquirido una mayor complejidad, diversas leyes de los años noventa sobre contratos y actividades productivas han zanjado varios problemas de calificación dudosa de relaciones de servicios. Así ha sucedido, como ya hemos tenido ocasión de ver, con los transportistas con vehículo propio, con los agentes de comercio «independientes», y con los agentes de seguros. Estas relaciones de servicios quedan ahora a extramuros del Derecho del Trabajo, si se cumplen los criterios previstos en su legislación específica. De todas maneras, en numerosos supuestos de colaboración de profesionales con empresas se siguen planteando los problemas de calificación típicos de las zonas grises del contrato de trabajo. Así ha sucedido, por citar cuatro ejemplos de la jurisprudencia actual, con los subagentes de seguros, con los peritos tasadores de compañías aseguradoras, con los encuestadores de empresas de sondeos de opìnión o de prospección de mercados, y con los corresponsales de entidades de crédito. También es una zona gris del contrato de trabajo de cierta solera la de los colaboradores externos de los medios de comunicación social (cronistas, reporteros, corresponsales, etcetera). La calificación de la relación de servicios en este especial sector puede plantear problemas singulares, relativos a la transmisión de derechos de autor, que aconsejarían un tratamiento diferenciado; nos limitaremos en el presente estudio a un breve esbozo 25. Una situación de trabajo en empresas y organizaciones que también suscita problemas de calificación jurídica es la de las personas que al tiempo que adquieren una enseñanza o especialización profesional mediante la asistencia al centro de trabajo y la prestación de determinados servicios en el mismo. Dentro de esta situación de trabajo hay algunos supuestos que se califican legalmente como laborales. Así sucede en el caso de los contratos de trabajo formativos. En otras ocasiones, en cambio, como ocurre con las prácticas profesionales de los estudiantes, el legislador ha descartado expresamente tal calificación. Entre una y otra situación claramente perfiladas en la ley subsiste un territorio intermedio de difícil adscripción, que debe considerarse sin duda como una de las actuales «zonas grises» del contrato de trabajo ; como tal ha quedado reflejada en la jurisprudencia de estos años. En el tráfico jurídico-laboral los trabajadores que se encuentran en esta especial situación de prestación de servicios se suelen denominar «becarios». Conviene tener en cuenta que esta situación de trabajo existía ya antes de los años ochenta, pero probablemente sólo ha alcanzado el rango de «supuesto típico» a partir de entonces. La fuerte expansión del sector terciario en las economías contemporáneas tiene, 24 Véase, Y. SÁNCHEZ-URÁN AZAÑA. «Administradores y altos directivos», REDT, 2000 (num. 100), p. 61 ss. ; y A. DESDENTADO BONETE y E. DESDENTADO DAROCA, Administradores sociales, altos directivos y socios trabajadores. Calificación y concurrencia de relaciones profesionales, responsabilidad laboral y encuadramiento en la Seguridad Social, Lex Nova, Valladolid, 2000. Sobre el tema, M. RODRÍGUEZ-PIÑERO ROYO y F.J. CALVO GALLEGO, «Las relaciones laborales en los medios de comunicación», en Trabajo subordinado y trabajo autónomo), cit. 25 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 35 ESTUDIOS entre otras manifestaciones, la prestación de los más variados servicios a personas y organizaciones; desde el diseño de bienes y productos hasta el tratamiento, traducción e interpretación de textos y discursos, pasando por la atención domiciliaria a personas, las consultas y asesoramientos profesionales y las actividades culturales y de entretenimiento de diversas clases. La mayor parte de estas actividades del sector terciario puede desempeñarse indistintamente en régimen laboral o en régimen de «libre prestación de servicios» (free lance). Es éste seguramente la zona gris «amplia» del Derecho del Trabajo que más se ha extendido en el período al que se refiere nuestro estudio. Sobre algunas de las actividades que la integran se han debido pronunciar no sólo la jurisprudencia ordinaria, sino también la jurisprudencia comunitaria (guías turísticos), y la jurisprudencia constitucional (asistencia domiciliaria a personas mayores desvalidas). A estas sentencias nos vamos a referir en el apartado próximo. En el elenco de las zonas grises del contrato de trabajo debemos mencionar por último al «teletrabajo», que, como se sabe, es una fórmula moderna de organización de la producción, en la que, mediante el uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación a distancia, la prestación de trabajo se lleva a cabo fuera de la sede de la empresa 26. También el teletrabajo ha dejado alguna huella, que habrá ocasión de examinar, en la jurisprudencia laboral reciente. 26 Sobre el teletrabajo, F. RODRÍGUEZ-SAÑUDO, «La integración del teletrabajo en el ámbito de la relación laboral», en Trabajo subordinado y trabajo autónomo (edición preparada por. J. CRUZ VILLALÓN), cit. ; R. ESCUDERO RODRÍGUEZ, «Teletrabajo», en Descentralización productiva y nuevas formas organizativas del trabajo, MTAS, Madrid, 2000 ; J. THIBAUT ARANDA, El teletrabajo (análisis jurídico-laboral), CES, Madrid, 2000 ; J. RIVERO LAMAS, «El teletrabajo en España : un nuevo yacimiento de empleo en los sectores público y privado», Revista aragonesa de Administración Pública, num. IV, 2001. 36 LA APORTACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL Y DE LA JURISPRUDENCIA COMUNITARIA A LA DELIMITACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO La labor principal de delimitación del contrato de trabajo se desarrolla en verdad no en el nivel del ordenamiento constitucional sino en el nivel de la legislación, y corresponde no tanto al Derecho de la Comunidad Europea como al Derecho interno. De ahí que, según advertimos al principio de este estudio, el grueso de la jurisprudencia sobre nuestro objeto de estudio, en particular la relativa a la resolución de casos en las zonas grises del mismo, pertenezca a la jurisprudencia ordinaria. De todas maneras, el trazado de las fronteras de esta figura contractual no es siempre una operación indiferente o inocua desde el punto de vista constitucional o del ordenamiento comunitario. Los criterios elegidos para delimitar el contrato de trabajo resultan decisivos para la atribución de determinados derechos o para la aplicación de determinadas normas constitucionales o comunitarias, en las que el contrato de trabajo o la condición del trabajador asalariado o trabajador autónomo resulta ser el factor determinante; de ahí que el legislador no puede disponer de un margen ilimitado de configuración de los mismos 27. Por estas vías indirectas del control del ejercicio de las competencias normativas ha accedido el tema de la delimitación del contrato de trabajo a las jurisprudencias «especializadas» del Tribunal Constitucional (TC) y del Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea (TJCE). De la jurisprudencia constitucional en la materia merecen a mi juicio ser destacadas Con mayor razón hay que llegar a la misma conclusión respecto de la jurisprudencia ordinaria, cuya función de complemento del derecho no es discrecional, como la del legislador, sino vinculada a valores y principios ya existentes en el ordenamiento. 27 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE en este estudio de conjunto dos sentencias. Una es la STC 2/1991 de 14 de enero, sobre la gestión del servicio público de asistencia domiciliaria a ancianos. La otra es la STC 227/1998 de 26 de noviembre, a la que han seguido otras muchas en la misma línea, sobre la determinación por parte de la Ley 11/1994 de un criterio específico de exclusión de laboralidad –la superación de un umbral de tonelaje– para los servicios prestados por los transportistas con vehículo propio. Expondremos brevemente lo que a nuestro tema interesa de una y otra sentencia, empezando por la segunda. La doctrina sentada en la STC 227/1998 es que el criterio del umbral de tonelaje de los vehículos de transporte es válido desde el punto de vista de la Constitución para establecer la frontera del régimen laboral de los transportistas con vehículo propio. La validez del criterio se asienta, en síntesis, en tres consideraciones conectadas entre sí. La primera se refiere a las particulares dificultades de delimitación del contrato de trabajo respecto del contrato de transporte en las actividades de reparto y distribución, habida cuenta de la dificultad de apreciar en las correspondientes relaciones de servicios la nota de la dependencia, en la acepción flexible o atenuada adoptada por la jurisprudencia de los años sesenta, acogida posteriormente por el legislador en el art. 1.1. del ET, y aplicada luego al sector del transporte en la jurisprudencia de los años ochenta. La segunda consideración constata la concurrencia de razones de seguridad jurídica para fijar un criterio específico de laboralidad que permita reducir o eliminar la dificultad señalada. El razonamiento concluye con la valoración de la aceptabilidad del criterio escogido por el legislador, en cuanto que reposa sobre un dato objetivo, y en cuanto que conduce razonablemente a la finalidad pretendida de facilitar la contratación en el sector, y de ofrecer mayor seguridad jurídica respecto de las operaciones de calificación que puedan efectuar los órganos jurisdiccionales. La STC 227/1998 sobre transportistas con vehículo propio cierra el círculo de la operación de demarcación de las fronteras entre el contrato de trabajo y el contrato de transportes que puso en marcha la Ley 11/1994 al establecer una nueva redacción del art. 1.3.g. del ET; una disposición que fue interpretada luego por la STS de 5 de junio de 1996, en la que por cierto se anticipan buena parte de los argumentos de la sentencia constitucional de la que estamos hablando. El papel de la STC 227/1998 no ha sido, por tanto, el de despejar la importante zona gris que existía en esta frontera del contrato de trabajo, tarea que como hemos visto asumió el legislador, sino simplemente el de declarar que no había obstáculo de constitucionalidad para la medida legislativa adoptada. Un problema bien distinto resolvió la STC 2/1991. La alegación de infracción del ordenamiento constitucional planteada en la misma tiene por objeto la sustitución del sistema de «gestión directa» del servicio de asistencia domiciliaria a ancianos, establecido en 1970 a cargo del organismo público INSERSO (o de sus equivalentes en las Comunidades Autónomas), por un sistema de subvención o ayuda económica a los ancianos (el llamado «cheque-abuelo») para hacer frente a la misma necesidad de asistencia. El cambio en el modo de gestión tuvo trascendencia en la configuración jurídica de la prestación de servicios de los asistentes a domicilio, en cuanto que el sistema de gestión directa estaba basado en una relación contractual de trabajo entre el empleado y el INSERSO (o el organismo autonómico correspondiente), mientras que en el sistema de subvención a los beneficiarios la relación de servicios se anudaba entre el asistente y la persona mayor asistida, desarrollándose en paralelo a ella la relación de subvención o ayuda económica a cargo del ente público. El Tribunal Constitucional no apreció la infracción alegada de la norma fundamental. El fundamento de la decisión se encuentra en el margen de actuación discrecional en el des- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 37 ESTUDIOS arrollo de sus atribuciones que, según declara la STC 2/1991, debe reconocerse a las entidades encargadas de la prestación de servicios públicos asistenciales. De acuerdo con esta doctrina, es lícito e incluso puede ser aconsejable cambiar de un sistema de gestión a otro distinto, cuando el propio organismo público lo considere oportuno desde el punto de vista de la asistencia. Unicamente se exige para ello que la valoración de eficacia efectuada por el ente público cuente con una base racional 28. Al trasluz del asunto constitucional resuelto en la STC 2/1991 se deja ver una de las raíces principales de los problemas de delimitación del contrato de trabajo. Desde luego, este factor no se ha formado ahora, pero sí se ha robustecido considerablemente en el sistema productivo actual. Lo vamos a explicar brevemente a continuación. Las entidades públicas, y obviamente el argumento vale con mayor razón para las empresas privadas, deben disponer de un margen suficiente de libertad o discrecionalidad en la elección de los medios para el desempeño de sus funciones, margen que comprende la elección entre distintas modalidades de colaboración y distintas relaciones contractuales de servicios. De la premisa anterior deriva que una misma actividad de No está de más puntualizar que la configuración jurídica atribuida en el caso a esta relación de servicios no queda enteramente al margen de la normativa laboral, en cuanto que se trata de una relación laboral especial de servicio doméstico, sometida por tanto al Reglamento de esta relación especial, y excluida en principio de la aplicación del ET. En cualquier caso, me parece claro que la doctrina jurisprudencial sentada en esta resolución podría valer también en un supuesto en que los términos de la disyuntiva fueran una relación de régimen laboral y una relación de servicios totalmente a extramuros del Derecho del Trabajo. Para un estudio más detallado de esta sentencia puede verse mi comentario «No discriminación y diferencias de régimen laboral en servicios públicos asistenciales», en Jurisprudencia constitucional sobre trabajo y Seguridad Social, Tomo IX (1991), Civitas, 1992, p. 40-51. 28 38 servicios a personas o a organizaciones puede ser configurada o «construida» con arreglo a distintas opciones. La elección entre ellas influye de manera indirecta tanto en la organización del servicio como en la prestación del trabajo, por lo que no puede decirse que se trate de un artificio formal carente de consecuencias en el desarrollo o modo de ejecución de uno y otra. Pero no es éste el aspecto que nos interesa resaltar aquí, sino el dato jurídico subyacente de la existencia de un margen de libertad en la configuración del contrato que, en supuestos como el de la STC 2/1991, y sin perjuicio de la presunción de laboralidad del art. 8.1. del ET, puede obligar al intérprete a indagar en las interioridades de la prestación de trabajo para averiguar la relación o las relaciones jurídicas que la sustentan. Pasando de la jurisprudencia constitucional a la jurisprudencia comunitaria, debemos tener en cuenta ahora una sentencia que tiene algún punto en común con la que se acaba de comentar. Me refiero a la sentencia del TJCE de 5 de junio de 1997 (asunto Ergasias o Agrupación de agencias de viaje y turismo de Grecia) 29. El caso de esta sentencia es bastante simple en lo que concierne a la controversia planteada. Se ha suscitado a propósito de una ley griega del año 1985, que impuso el régimen del trabajo asalariado, o lo que es igual la contratación laboral, para todos los guías turísticos que se propusieran realizar giras o visitas en Grecia. A instancias de la Agrupación de Agencias de Viaje y Turismo de dicho país el órgano jurisdiccional griego preguntó al TJCE por la vía de la cuestión prejudicial si dicha Ley era o no «contraria a los artículos 59 y siguientes del Tratado CE» 30. 29 He comentado esta sentencia con mayor detenimiento en «Trabajo asalariado y trabajo autónomo en el Derecho Comunitario Europeo», en Trabajo subordinado y trabajo autónomo, cit. 30 La numeración de los artículos corresponde al Tratado CE vigente a la sazón ; después de las modifica- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE La respuesta de la sentencia Ergasias es afirmativa. Los pasos del razonamiento del TJCE que interesan a nuestro tema son dos. Uno de ellos es la siguiente afirmación, que contiene una regla o máxima de experiencia, sobre las formas posibles de configurar el trabajo de los guías turísticos : «las actividades de los guías turísticos pueden ejercitarse bajo dos regímenes distintos : una agencia de viajes puede utilizar los guías que estén a su servicio, pero puede también contratar guías turísticos independientes». El segundo paso es la valoración de que «al calificar imperativamente de contrato de trabajo la relación de prestación de un guía turístico» se está privando «al guía turístico procedente de otro Estado miembro de la facultad de ejercer su actividad de forma independiente», lesionando con ello el derecho a la libre prestación de servicios de los ciudadanos comunitarios. De forma parecida a lo que sucede en la STC 227/1998 sobre los transportistas, pero con un signo distinto al que luce en ella, la sentencia Ergasias relativa a los guías turísticos griegos permite apreciar los problemas de delimitación del contrato de trabajo en la frontera entre el trabajo prestado en régimen de dependencia y el trabajo autónomo. Al igual que ocurre en la STC 2/1991, la propia sentencia Ergasias se refiere a los límites de la calificación de laboralidad derivados de otros bienes o principios jurídicos. En el caso de la sentencia comunitaria el principio que se hace valer frente a la imposición del régimen laboral es la libertad de prestación de servicios, o lo que viene a ser lo mismo, la libertad de ejercer trabajo autónomo; en el caso de la sentencia constitucional sobre la subvención a la asistencia a personas mayores, lo que está en juego es la potestad discrecional de los poderes públicos de elegir entre distintas opciones de configuración de una actividad asistencial. ciones introducidas en el Tratado de Amsterdam, la versión consolidada del Tratado CE regula la libre prestación de servicios en los artículos 49 y siguientes. ZONAS GRISES ENTRE EL TRABAJO SUBORDINADO O DEPENDIENTE Y EL TRABAJO AUTÓNOMO EN LA JURISPRUDENCIA ACTUAL: ADMINISTRADORES SOCIETARIOS Y REPRESENTANTES O AGENTES DE COMERCIO En todas las fronteras del contrato de trabajo hay actualmente zonas grises de mayor o menor dimensión, importancia o dificultad de calificación. Pero de todas ellas la de mayor número de los casos fronterizos resueltos por la jurisprudencia ordinaria que pueden caer dentro o fuera del campo de lo laboral es seguramente la que separa el trabajo subordinado o dependiente del trabajo autónomo. Es también en esta línea de demarcación, como se acaba de ver, donde se han concentrado los supuestos litigiosos relativos a la delimitación del contrato de trabajo que han aparecido en la jurisprudencia constitucional y en la jurisprudencia comunitaria. La relación de servicios de los administradores societarios que desempeñan su actividad de gobierno de la sociedad de manera continuada, sin limitarse «al mero desempeño del cargo de consejero o miembro de los órganos de administración» (art. 1.3.c. ET), debe ser diferenciada probablemente de su relación orgánica con la misma ; en virtud de la relación orgánica los administradores constituyen la encarnación de la voluntad y de la actividad de la sociedad a la que representan, y para llevar a cabo los servicios necesarios para el desempeño de tal relación orgánica se establecen en favor y a cargo del administrador y de la sociedad una serie de derechos y obligaciones. Desde el punto de vista que nos interesa en este estudio, las cuestiones de la calificación y de la naturaleza jurídica de la relación de servicios de los administradores societarios se ha planteado con particular agudeza a partir de la entrada en vigor de la regulación de la relación laboral especial del personal de alta dirección. Los aspectos litigiosos de la cuestión son varios. Entre ellos REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 39 ESTUDIOS figura en lugar destacado el de si los servicios de tales administradores son prestados en régimen de subordinación o de autonomía, por lo que parece conveniente abordarla en este apartado de nuestro estudio. La jurisprudencia de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo, a partir de sentencias de 29 de septiembre de 1988 y de 21 de enero de 1991, ha zanjado las posibles dudas que pudieran existir al respecto en el sentido de descartar la calificación de laboralidad de las relaciones de servicios de los administradores societarios. Viene a decirse en estas sentencias y en otras varias posteriores que las actividades de gobierno de la sociedad desarrolladas por los administradores se sustentan en un título mercantil y no un título laboral. Seguramente a ello podría añadirse, si hiciera falta, que los servicios de los administradores societarios no constituyen trabajo subordinado, en cuanto que son ellos mismos los que determinan los objetivos de la sociedad y su programa de actividades. De todas maneras, a la vista de la doctrina jurísprudencial señalada sobre estas relaciones de servicios posiblemente habría que dar por zanjada la calificación de este supuesto de frontera del contrato de trabajo, ubicándolo en todo caso fuera de su campo de aplicación. Podríamos hablar en tal caso de la desaparición de esta zona gris del contrato de trabajo. Pero para esta declaración quizá convenga esperar todavía un tiempo prudencial. Entre las sentencias de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo sobre los representantes y agentes de comercio debemos mencionar la STS de 23 de marzo de 1995, relativa a los agentes de seguros, y la STS de 2 de julio de 1996, relativa al contrato de agencia. Una y otra constatan y aplican los cambios producidos en estas relaciones de servicios en virtud de las disposiciones legales de los años noventa (Ley 9/1992 y Ley 12/1992) que hemos mencionado en un apartado anterior. La primera de ellas precisa que la exclusión de los agentes de seguros del ámbito del contrato de trabajo llevada a cabo por la Ley 9/1992 «se refiere tan- 40 to a los corredores de seguros – antiguos agentes libres–...como para los agentes afectos». Por su parte, la STS de 2 de julio de 1996 califica como contrato de agencia de comercio excluido de la legislación laboral aquél en que una agente comercial goza de «plena autonomía para organizar tal actividad (de agencia comercial) y el tiempo que dedicara a ella, sin otro límite que el de sujetarse a los criterios que recibiera en lo relativo al precio de dichos productos, pago de su importe y condiciones de entrega, recibiendo en compensación el importe de la comisión que fue fijada al respecto». Nótese que en esta sentencia sobre los agentes de comercio autónomos la exclusión del régimen laboral se apoya exclusivamente en la falta de la nota de subordinación o dependencia; en el caso, la agente comercial trabajaba por cuenta de la empresa, obligándose a actuar como «intermediaria en la venta de los productos de ésta, sin asumir el buen fin de las ventas que se realizaran con su intervención». Un supuesto particular de contrato de agencia a comisión es el de los agentes o comisionistas libres de entidades de crédito que se limitan a la cobranza de letras y efectos y operaciones conexas. La STS de 31 de mayo de 1991 y la STS de 13 de marzo de 1997 han estimado no nos encontramos ante este supuesto contractual, sino ante un agente o empleado dependiente cuando, como dice la segunda de las sentencias citadas, la persona que presta servicios tiene «la condición de jefe o responsable de la oficina local» de la entidad financiera, «labor que comporta necesariamente una vinculación a la jerarquía» de dicha entidad. ZONAS GRISES ENTRE EL TRABAJO SUBORDINADO O DEPENDIENTE Y EL TRABAJO AUTÓNOMO EN LA JURISPRUDENCIA ACTUAL (CONTINUACIÓN): COLABORADORES EXTERNOS DEL EMPRESARIO Y TELETRABAJO La STS de 22 de octubre de 1983 se refiere a un contrato de servicios cuyo objeto princi- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE pal es el diseño y elaboración de productos de parafarmacia, con cesión de propiedad a la empresa contratante ; el contrato incluía también servicios de asesoramiento técnicocomercial a dicha empresa. Las STS de 27 de mayo de 1992 y de 14 de febrero de 1994 resuelven la calificación de una relación de trabajo que tenía por objeto la realización de encuestas por cuenta de empresas de prospección de mercados. La STS de 8 de octubre de 1992 trata del mismo problema respecto del trabajo de los peritos tasadores de seguros, comparando dos situaciones distintas de prestación de tales servicios. La STS de 31 de marzo de 1997 aborda la cuestión de cuándo son laborales y cuándo no los servicios de los reporteros gráficos de los medios de comunicación, con referencia a las particularidades que en este supuesto presentan las notas de la dependencia y de la ajenidad. La STS de 5 de junio de 1997 tiene por objeto la calificación jurídica de la relación de servicios de un guía turístico. La STS de 18 de febrero de 1998 se refiere a los subagentes de seguros. Terminaremos la enumeración, en fin, para no prolongarla demasiado, con la sentencia de 14 de febrero de 2000, que describe y compara dos supuestos litigiosos diferentes, uno laboral y otro no, de administradores de comunidades de propietarios. ¿Qué modulación o acondicionamiento del concepto de subordinación o dependencia para los colaboradores externos de las empresas y para las actividades de servicios en favor de empresas o personas se desprende del análisis de este conjunto de sentencias? ¿Cómo se concreta «el ámbito de organización» de una empresa o empleador del que habla el art. 1.1. del ET en estos supuestos en que por hipótesis los servicios se desarrollan fuera del centro de trabajo, pudiendo prestarse, indistintamente, unas veces en régimen de dependencia y otras veces en régimen de autonomía? No vamos a ofrecer una respuesta detallada a las preguntas anteriores. Pero sí corresponde al propósito de nuestro estudio trazar un apunte, que señale la línea doctri- nal esbozada o dibujada por la Sala de lo Social del Tribunal Supremo a propósito de este refinamiento operativo del concepto de dependencia. Probablemente la versión del concepto de dependencia o subordinación que, con una u otra formulación, se utiliza en los casos enumerados es la de «programación» del trabajo por parte del empresario, con el consiguiente deber de atenimiento a dicho programa a cargo de la persona que presta los servicios 31. La sentencia citada de los peritos tasadores de seguros lo indica de manera expresa, para afirmar la calificación de laboralidad : «es la compañía y no el perito quien programa el trabajo de éste, mediante la asignación y rotación de zonas, y la exigencia de recogida y entrega diarias de partes de inspección y tasación de vehículos», y «la aceptación o rechazo de las peritaciones encargadas no depende de la voluntad de los profesionales». Precisamente porque no hay programación del trabajo por parte de otra persona («sin condición ni limitación alguna para realizar determinados cometidos») se descarta la calificación de laboralidad en la sentencia del diseñador de productos de parafarmacia. Y la misma razón, pero en sentido inverso, determina la laboralidad de la relación de servicios de los encuestadores en el caso de la STS de 27 de mayo de 1992, en la que, sin perjuicio de la «libertad de horario» permitida a los mismos, constaba la «obligatoriedad de la aceptación de cada encargo», obligatoriedad que en la STS de 14 de febrero de 1994 parecía vedar al encuestador el rechazo de las encuestas que no le interesasen. Aunque el teletrabajo puede englobarse sin dificultad en el supuesto genérico de los 31 Esta idea de programación del trabajo tiene bastante que ver, me parece, con el «permanente poder de especificación del objeto del contrato» de que habla, a propósito de la dependencia, M.R. ALARCÓN CARACUEL en «La ajenidad en el mercado : un criterio definitorio del contrato de trabajo», REDT, 1986 (num. 28). REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 41 ESTUDIOS colaboradores externos de las empresas, la singularidad del lugar y del modo de ejecución del trabajo de los teletrabajadores aconseja dedicar párrafo aparte a la jurisprudencia en la materia. Prácticamente todos los estudios doctrinales que se han ocupado del teletrabajo coinciden en destacar que la calificación jurídica de la prestación de servicios en estas condiciones puede inclinarse unas veces hacia el régimen laboral y otras el trabajo autónomo. Con esta óptica ha abordado también la calificación del teletrabajo la sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo de 22 de abril de 1996. Los servicios prestados en estas condiciones consistían en la realización de informes de solvencia y verificación de datos registrales por cuenta de una empresa («Iberinform Internacional S.A.»), que a su vez recibía tales encargos de información de diversas empresas clientes. La sentencia se inclinó en el caso por la calificación de laboralidad , reconociendo la situación de dependencia del trabajo prestado, a pesar de la falta de «presencia física del trabajador en las instalaciones empresariales» de Iberinform Internacional S.A. Viene a decirse en esta resolución que no nos encontramos ante un «arrendamiento de servicios de naturaleza civil» porque las personas contratadas para ejecutar los servicios de información encargados no disponían de una «libertad de actuación profesional». Tal autonomía o libertad de actuación profesional sería compatible con el «seguimiento de unas determinadas directrices uniformadoras en la realización del trabajo encomendado», pero no con la «estricta dirección de los trabajos informativos a realizar», dirección de trabajo instrumentada «a través de un programa informático confeccionado por la empresa» Iberinform Internacional S.A. Además de este factor de dependencia en la ejecución del trabajo, que integraría probablemente un aspecto de lo que se podría llamar la «subordinación informática», concurrían en el caso otros tres indicios de subordinación, que la sentencia citada se encarga de 42 destacar : 1) el trabajador estaba obligado a prestar los servicios «personalmente» ; 2) la empresa le asignaba zonas geográficas determinadas para el desarrollo de los mismos; y 3) estaban previstas en el contrato «penalizaciones» por retraso en la entrega de los trabajos encomendados 32. Todavía un punto más interesa resaltar de la sentencia dictada en el asunto «Iberinform Internacional S.A.». El trabajo de información realizado por los demandantes «quedaba en propiedad de la empresa» cliente, sin que los trabajadores «pudieran disponer del mismo en favor de otras empresas, comercializarlos o utilizarlos de cualquier otra forma», y sin que pudieran «hacer el servicio de otra forma que no sea a través de ésta» (la empresa Iberinform). Como se ve, la zona gris del teletrabajo se encuentra en la «frontera imprecisa» no sólo entre el trabajo subordinado y el trabajo autónomo, sino también en la frontera asímismo difusa entre el trabajo por cuenta ajena y el trabajo por cuenta propia. En el caso concreto de la sentencia de la STS de 22 de abril de 1996 la concurrencia de la nota de la ajenidad no parece ofrecer dudas, a la vista de los datos anteriores. ZONAS GRISES ENTRE EL TRABAJO POR CUENTA AJENA Y EL TRABAJO POR CUENTA PROPIA EN LA JURISPRUDENCIA ACTUAL : LOS TRABAJOS FAMILIARES De acuerdo con lo que hemos adelantado en un apartado anterior, varias zonas grises del contrato de trabajo tienen tal condición porque en las relaciones de servicios comprendidas en ellas la nota de ajenidad suele ser de apreciación complicada, concurriendo Tal como aparece reflejado en la sentencia de 22 de abril de 1996, este último indicio no es concluyente, teniendo en cuenta que la «claúsula penal» o «pena convencional» no es exclusiva ni siquiera característica del contrato de trabajo. 32 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE en bastantes casos y faltando en otros muchos; la frontera del contrato de trabajo en la que aparecen es, pues, la que separa el trabajo por cuenta ajena del trabajo por cuenta propia. Las más importantes de estas zonas grises son seguramente el trabajo prestado en el marco de la familia (trabajo familiar) 33 y el trabajo prestado por el socio a la empresa de la que es titular la sociedad de la que forma parte (socio empleado). Como habrá ocasión de comprobar en seguida, en uno y otro tipo de trabajo las especiales dificultades de calificación de las relaciones de servicios han dado lugar a un refinamiento o adaptación ad hoc del concepto de ajenidad. Tanto en el trabajo familiar como en el trabajo del socio empleado encontramos una gran variedad de supuestos concretos en los que la calificación de la prestación de servicios depende o está condicionada por circunstancias o factores diversos. En el trabajo familiar las circunstancias o factores influyentes en tal calificación son el grado de parentesco con el titular de la empresa familiar, la convivencia con el mismo, la condición de cónyuge de empresario y trabajador, y también en este último supuesto el régimen de bienes del matrimonio (gananciales, separación de bienes, capitulaciones). Por su parte, en el trabajo del socio empleado las circunstancias o factores que condicionan la calificación de la relación de servicios son, entre otras, el tipo de aportación social (dinero, bienes o «industria»), la clase de sociedad a la que se presta trabajo (civil, colectiva, comanditaria, anónima, de responsabilidad limitada, laboral), y en las sociedades por acciones la cuota de participación del socio que presta trabajo por cuenta del ente societario. 33 Nos estamos refiriendo al «empleo» o trabajo del sector mercantil del sistema productivo y no al trabajo familiar doméstico o comunal, el cual, a pesar de no constituir «empleo» y de no figurar por tanto en las estadísticas de empleo, es también (¿quién lo duda ?) «trabajo» en el pleno sentido de la palabra. La casuística jurisprudencial tanto sobre el trabajo familiar como sobre el trabajo del socio empleado es bastante abundante, si bien no cubre por completo, hoy por hoy, la amplia gama de supuestos que acabamos de apuntar. Una particularidad de la jurisprudencia en la materia posterior a 1980 que conviene tener muy en cuenta es que en casi todos los casos de trabajo familiar la prestación de servicios se lleva a cabo por cuenta de una sociedad familiar en la que el propio trabajador es socio 34. En esta modalidad de trabajo familiar en la que un socio miembro de la familia presta servicios a una sociedad familiar se produce en realidad una confluencia de las dos principales zonas grises de la frontera entre en trabajo por cuenta ajena y el trabajo por cuenta propia. Se declare o no de manera expresa, la apreciación de trabajo familiar en estos casos de «sociedades familiares» presupone con toda claridad una operación de «levantamiento del velo» societario. Como ha recordado la sentencia del Tribunal Supremo de 30 de abril de 2001, el empresario o empleador formal es en tales supuestos litigiosos una persona jurídica «con la que, como es obvio, no puede existir un vínculo familiar». Sólo el descubrimiento de la realidad efectiva subyacente bajo la forma jurídica de sociedad permite hablar entonces del trabajo familiar al que se refiere el art. 1.3.e. del ET, caracterizado en la propia ley por la existencia de un vínculo familiar entre el trabajador y el empleador o empresario. Destacaremos en este apartado y en el siguiente los supuestos litigiosos del «trabajo familiar» y del «socio empleado» que nos han parecido más interesantes para la visión panorámica de la jurisprudencia actual que queremos ofrecer en el presente estudio. Como se verá, no en todos estos supuestos, pero sí en la mayoría de ellos, las cuestiones de calificación planteadas se han suscitado 34 Esta observación la hace también A. OJEDA AVILÉS, «El trabajo familiar : una descripción del conflicto típico», en Trabajo subordinado y trabajo autónomo, cit. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 43 ESTUDIOS en pleitos de Seguridad Social, relativos o bien al reconocimiento o no de prestaciones de desempleo, o bien a la afiliación o encuadramiento en el Régimen General de la Seguridad Social o en el Régimen de Trabajadores Autónomos. Una vez identificadas las sentencias más significativas sobre estas zonas grises del contrato de trabajo, procederemos a la exposición de las doctrinas jurisprudenciales establecidas en ellas. Tales doctrinas suponen efectivamente, como tendremos ocasión de precisar al final de esta parte de nuestro estudio, un «refinamiento» o «acondicionamiento» de la ajenidad como nota del contrato de trabajo. La STS de 28 de octubre de 1990 conoce de un litigio derivado de trabajo familiar en el que las partes son dos hermanos «que comparten el mismo techo», uno de los cuales, el demandado, posee el 80 % de las acciones de una sociedad de responsabilidad familiar, de la que tiene también participación social el otro hermano, demandante en el litigio. La sentencia resuelve que no hay relación de trabajo de régimen laboral, sino trabajo familiar excluido de la legislación laboral y de la competencia del orden social de la jurisdicción. El fundamento de la decisión es que «la ajenidad o transmisión a un tercero de los frutos o resultados del trabajo... (no puede ser apreciada) cuando tales frutos o resultados se destinan a un fondo social o familiar común». A conclusión distinta, pero en un litigio ciertamente diferente, se llega en la STS de 14 de junio de 1994. En ella está en juego el reconocimiento de prestaciones de desempleo a una trabajadora que había prestado servicios a una empresa familiar de la que es titular una sociedad anónima, cuyas acciones pertenecen a los padres y hermanos de la demandante, y en la que la propia trabajadora participa con el 10 % de las mismas. No constaba en el caso «convivencia con otro u otros miembros de la familia titulares de acciones que pudiera, a partir de una cierta cuota de participación conjunta en la propiedad del capital social, dar lugar a un patri- 44 monio o fondo común, en el que ingresaran los frutos o resultados del trabajo prestado». Con apoyo en este argumento, la Sala de lo Social del Tribunal Supremo resolvió, en doctrina reiterada luego en STS de 18 de marzo de 1998, que no había lugar a la reclamación del INEM de devolución de prestaciones indebidas. Otros casos significativos de calificación discutida entre el trabajo familiar y el trabajo asalariado han sido los resueltos por la STS de 24 de febrero de 2000 y 30 de abril de 2001, en las que también se decide sobre reclamación por parte de la entidad gestora de devolución de prestaciones de desempleo. La primera de ellas resuelve sobre si un supuesto de convivencia estable a modo de matrimonio entre el dueño de un bar y una camarera del mismo se encuentra comprendido en el art. 1.3.e. del ET, que excluye los «trabajos familiares» del campo de aplicación de la legislación laboral (y también, por remisión, de la legislación de desempleo). La sentencia de suplicación recurrida se había inclinado por la calificación de trabajo familiar excluido del régimen laboral y de la protección del desempleo, razonando por analogía que la relación de convivencia «more uxorio» debe tener a efectos laborales el mismo tratamiento que la relación del «cónyuge» que convive con el empresario. Pero la sentencia reseñada del Tribunal Supremo no comparte este razonamiento analógico, descartando que la actora tenga «la condición de familiar» del empresario. Sentada la anterior premisa, se llega a la conclusión de que en el caso no correspondía la devolución de las prestaciones percibidas, puesto que no era de aplicación la presunción de trabajo familiar del art. 1.3.e. del ET, y sí lo era, en cambio, la presunción general de laboralidad del art. 8.1. de la propia Ley. No está de más puntualizar que, a diferencia de las restantes sentencias de trabajo familiar que hemos seleccionado, en el asunto resuelto en esta sentencia la titularidad de la empresa corresponde a un empresario individual (el dueño del bar, pareja de hecho de la trabaja- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE dora), y no a un empresario social o societario. La STS de 30 de abril de 2001 ha resuelto también una cuestión jurídica relativa a la prestación de servicios en la frontera entre el trabajo familiar y el trabajo asalariado, donde el vínculo familiar que coexiste con la relación de servicios es el conyugal. Se trata en el caso de la prestación de trabajo de una esposa, que ha sido contratada como «secretaria de producción» y después como «directora financiera» por cuenta de una empresa del sector audiovisual de la que es titular una sociedad anónima ; en esta sociedad su esposo, con el que mantiene un régimen de bienes gananciales, es titular de la gran mayoría de las acciones (entre el 80% y el 90 %, según el momento), repartiéndose el resto entre la propia esposa y un tercer socio. Al igual que en el litigio de la sentencia que se acaba de reseñar, la pretensión del caso de la STS de 30 de abril de 2001 tiene por objeto, como ya se ha dicho, una devolución de prestaciones de desempleo reclamada por el INEM. La respuesta de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo se apoya en un razonamiento cuyos principales pasos lógicos son los siguientes: 1) es posible en principio el contrato de trabajo entre cónyuges con régimen de gananciales, de acuerdo con el art. 1.3.g. del ET y el art. 1323 del Código Civil, a tenor del cual el marido y la mujer pueden celebrar entre sí toda clase de contratos; 2) la sociedad de gananciales «crea un patrimonio colectivo que se atribuye a los dos cónyuges como miembros del consorcio conyugal, sin que exista una asignación individual por cuotas y con un régimen de cogestión relativa»; 3) no obstante, «la ganancialidad puede afectar a la nota de ajenidad» en cuanto que determina «una asignación ideal por cuotas» de los bienes gananciales, entre ellos «la utilidad patrimonial del trabajo» que se incorpora a la misma, y la propia retribución de dicho trabajo; y 4) en supuestos, como el del caso, en que «la relación con la sociedad de gananciales es indirecta, pues se trabaja para una sociedad anónima, en la que ha habido otro accionista aparte de los cónyuges», la asignación ideal de cuotas no puede alcanzar el 50 % del capital social, «límite a partir del cual se pierde la ajenidad», y por debajo del cual «se mantiene la ajenidad», según lo que podríamos llamar la «jurisprudencia genérica» sobre el socio empleado, que la STS de 30 de abril de 2001 se cuida de citar. ZONAS GRISES ENTRE EL TRABAJO POR CUENTA AJENA Y EL TRABAJO POR CUENTA PROPIA EN LA JURISPRUDENCIA ACTUAL (CONTINUACIÓN) : EL SOCIO EMPLEADO A la «jurisprudencia genérica» sobre el socio empleado, entendiendo por tal la que contiene la doctrina del Tribunal Supremo sobre los supuestos de coincidencia de una prestación de servicios con una relación societaria nos vamos a referir en este segundo apartado sobre la frontera entre el trabajo por cuenta ajena y el trabajo por cuenta propia en la jurisprudencia actual. Una corriente importante dentro de la misma está formada por las sentencias que atienden, para resolver la calificación como relación laboral o no de estas relaciones de servicios, a la cuota de participación del socio empleado, es decir al porcentaje de acciones a disposición del trabajador accionista. En el desarrollo de esta línea jurisprudencial podemos partir de la STS de 27 de junio de 1989, en la que se discute cuál es la jurisdicción competente para resolver sobre un litigio relativo a un seguro privado de accidentes corporales. El asegurado lo planteó ante la jurisdicción social y no la civil, entendiendo que era trabajador por cuenta de una sociedad anónima. La respuesta judicial, levantando una vez más el «velo societario» no se atuvo a este criterio del «empleador formal», y declaró que la competencia para el conocimiento del asunto correspondía al REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 45 ESTUDIOS orden civil de la jurisdicción. El fundamento de la resolución es que faltaba en la relación de servicios la nota de ajenidad, puesto que el demandante disponía del 98 % de las acciones de dicha sociedad en la que prestaba servicios. El mismo enfoque de atender al criterio de la «cuota societaria» adopta la sentencia de 18 de marzo de 1991, que llega sin embargo a una conclusión distinta sobre la base de que la cuota de participación del socio empleado era en el caso apreciable pero más reducida. Se trataba en esta sentencia de calificar una relación de servicios que tenía por objeto el trabajo como jefe de taller en una empresa de artes gráficas, a efectos de determinar las consecuencias jurídicas de la extinción de la misma ; la titularidad de la empresa correspondía a una sociedad de responsabilidad limitada creada por tres socios, uno de ellos el demandante, que se distribuyeron a partes iguales el capital social. El fundamento de la decisión es que la prestación de trabajo no se efectuó a título de «aportación a la sociedad», ni tampoco como una «prestación accesoria», sino sobre la base de «una relación independiente que reúne los requisitos necesarios para su calificación como laboral», entre ellos la nota de ajenidad, no desvirtuada «por la participación significativa pero minoritaria» de un tercio del capital social que tenía el trabajador en su cualidad de socio. La fijación del umbral del 50 % de participación societaria a partir del cual se pierde la nota de ajenidad, y por debajo del cual ésta se mantiene, tiene lugar en la STS de 29 de enero de 1997. La conveniencia de establecer una línea divisoria clara e inequívoca derivaba en el caso del objeto del litigio, que era la delimitación de los campos de aplicación respectivos del Régimen General de la Seguridad Social y del Régimen de Trabajadores Autónomos, una delimitación llevada a cabo en la ley por remisión al concepto de trabajo por cuenta ajena. El umbral adoptado del 50 % de participación societaria a partir del cual se entiende desvirtuada la ajenidad encuentra apoyo 46 en un criterio aritmético de predominio o prevalencia : a partir del 50 % de participación en el capital social los frutos del trabajo ingresan de manera prevalente en el patrimonio del propio trabajador, bien por la vía del incremento del valor de la sociedad, bien por la vía del reparto de beneficios. Esta doctrina del umbral del 50 % para la apreciación de la nota de ajenidad se ha mantenido por la Sala de lo Social del Tribunal Supremo desde la STS de 29 de enero de 1997; así, por poner un ejemplo reciente, en la STS de 2 de julio de 2001. La reseña de la jurisprudencia actual sobre el socio empleado debe completarse con la mención de una sentencia relativa no al criterio de la cuota de participación societaria, sino a la cuestión más general de la aportación de trabajo a la sociedad en virtud de un vínculo societario. La STS de 12 de julio de 1983 aborda el problema respecto de «una sociedad sin personalidad jurídica de las del art. 1699 del Código Civil», constituida para un negocio de alta fidelidad y televisión, con aportaciones de dinero en metálico (por parte del demandado) y de trabajo (tanto por parte del demandado, para funciones administrativas, como por parte del demandante, para funciones comerciales y técnicas). Falta la ajenidad en el caso, afirma la sentencia citada con la consiguiente declaración de incompetencia de jurisdicción, ya que el trabajo se presta en virtud de una relación de tipo societario, «en la que ambas partes ponen en común dinero e industria para la explotación de un negocio». La misma posición se sostiene en la STS de 4 de julio de 1987, respecto de una sociedad civil de aportación de dinero e industria para la explotación de un camión frigorífico. Parece claro que en estos casos de aportación de «industria» a sociedades civiles (y también seguramente, cabría añadir, en el supuesto del «socio industrial» que presta servicios en tal concepto en las sociedades colectiva y comanditaria) la carga de la prueba de la inexistencia de ajenidad corresponde REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE a quien alega que el trabajo se ha prestado en virtud de un título societario y no de un contrato de trabajo. Como apunta la STS de 12 de julio de 1983, existe en estos casos un «indicio» del carácter laboral de la relación de servicios, que es el hecho de la prestación de servicios a la empresa de titularidad social, y tal indicio puede dar pie a la presunción de laboralidad del art. 8.1. del ET; pero esta presunción «iuris tantum» podrá ser descartada mediante una actividad probatoria encaminada a demostrar que el trabajo ha sido aportado a título de socio civil (o industrial). Conviene ya poner fin a estas consideraciones, acaso demasiado largas, sobre las zonas grises del trabajo familiar y del trabajo del socio empleado. Y lo vamos a hacer con una reflexión de carácter general sobre el refinamiento o acondicionamiento del concepto de ajenidad que ha llevado a cabo la jurisprudencia actual a propósito de estos dos tipos de trabajo. En síntesis, la jurisprudencia sobre el trabajo familiar y sobre el socio empleado pone de relieve dos aspectos convergentes del concepto de ajenidad. Uno de ellos es que esta nota del contrato de trabajo se disuelve cuando los frutos o resultados productivos de los servicios prestados se destinan a un fondo familiar común, o a un fondo social en el que el trabajador tiene una participación prevalente. El otro aspecto es que, a semejanza de lo que sucede con la subordinación o dependencia desde la jurisprudencia de los años sesenta, la ajenidad es en determinadas relaciones de servicios una nota graduable que se puede medir bien en una escala de cantidad, bien en una escala de intensidad. El umbral de participación societaria adoptado en la STS de 29 de enero de 1997 es un ejemplo de precisión en una escala de cantidad del concepto de ajenidad, para el caso del socio empleado. Por otra parte, la doctrina sobre los distintos aspectos de la transmisión de los derechos del autor asalariado contenida en la sentencia de los reporteros gráficos (STS de 31 de marzo de 1997) es una ilustración de graduación del concepto de ajenidad en función de la intensidad de la misma. De acuerdo con esta sentencia, a la que ya nos hemos referido, basta para la apreciación de la concurrencia de la nota de ajenidad con que se transmitan los aspectos más relevantes del derecho de autor (en el caso, la explotación de las fotografías del reportero en medios de comunicación, durante el tiempo en que conservan valor de «actualidad»), aunque no se opere tal transmisión por su carácter inalienable en lo concerniente al derecho moral de autor, o a otros aspectos secundarios de la propiedad intelectual de los reportajes gráficos de prensa (en el caso, la atribución al reportero de la propiedad del negativo para otras utilidades distintas a su publicación durante el tiempo en que posean valor de «actualidad»). EL PAPEL DE LA NOTA DE RETRIBUCIÓN SALARIAL EN LA JURISPRUDENCIA ACTUAL SOBRE LAS FRONTERAS DEL CONTRATO DE TRABAJO: BECARIOS Y SERVICIOS PRESTADOS POR RELIGIOSOS Y MINISTROS DE CULTO Tradicionalmente la nota de la retribución salarial ha desempeñado el papel de situar fuera de las fronteras del contrato de trabajo a los «trabajos realizados a título de amistad, benevolencia o buena vecindad», exclusión que, procedente de las leyes de contrato de trabajo de 1931 y 1944, recoge en la legislación vigente el art. 1.3.d. del ET. Si bien se mira, una modalidad especial de trabajo benévolo es, como ya se ha apuntado, el «voluntariado», excluído también expresamente del régimen laboral en la Ley 6/1996, de 15 de enero, a la que ya nos hemos referido. Otros supuestos típicos de trabajo benévolo son el del miembro «seglar» de una iglesia o confesión religiosa, y el del militante «de base» de partidos políticos o sindicatos que en REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 47 ESTUDIOS determinadas situaciones («obras de caridad» o de difusión doctrinal, movilizaciones, campañas de afiliación, campañas electorales, y otras similares) prestan servicios no remunerados a las asociaciones de pertenencia 35. pueden ser indiciarias también de que éste no se ha prestado por cuenta ajena o no se ha ejecutado en régimen de subordinación, respondiendo en suma a un título distinto del contrato de trabajo. Además de lo anterior, la retribución salarial puede ser también un valioso aunque no determinante elemento distintivo entre la relación contractual de trabajo y otras relaciones de servicios. Ciertamente, la virtualidad de diferenciación de la retribución salarial es menor que la de las otras notas del contrato de trabajo. Ello se debe a que el concepto legal de salario como contraprestación del trabajo tiene una gran elasticidad, que le permite, tanto en la legislación histórica como en la legislación vigente, integrar no sólo las formas típicas de remuneración del trabajo por cuenta ajena en régimen de subordinación (retribución por tiempo y retribución por rendimiento), sino también las modalidades retributivas típicas de otros contratos de servicios, como el destajo o pago a tanto alzado (propia del contrato de obra), o la comisión (característica de los contratos de agencia comercial), o la participación en beneficios (específica del contrato de sociedad). En la jurisprudencia actual encontramos dos zonas grises del contrato de trabajo en esta frontera o línea de demarcación establecida por la retribución salarial. Una de ellas es la del trabajo de los becarios que al mismo tiempo que adquieren formación prestan servicios en favor de la entidad que concede la beca 36. Y la otra la del trabajo de los religiosos en hospitales y centros de enseñanza. Ahora bien, la inexistencia de una correlación necesaria entre la forma de la retribución y el tipo de contrato de servicios no inutiliza por completo a la retribución salarial como criterio del contrato de trabajo. La presencia de las formas más típicas de retribución salarial constituye un indicio muy poderoso de que nos encontramos ante un contrato de trabajo. La afirmación contraria no puede, en verdad, hacerse con la misma fuerza. Pero las formas retributivas que son características de otras relaciones de servicios, en particular si constituyen la remuneración exclusiva o principal del trabajo realizado, 35 Sobre estos supuestos de trabajo benévolo, situados ciertamente en una zona fronteriza de difícil calificación, se han pronunciado la STC 135/1990, de 19 de julio, y la STS de 16 de diciembre de 1986. 48 La STS de 13 de junio de 1988 ha establecido la línea de demarcación entre «beca» y «salario», al margen de la denominación asignada por las partes a una relación de servicios-formación, mediante un criterio de prevalencia. La doctrina de esta sentencia, que se inclina por la condición de «becarios» y no de «trabajadores asalariados» de los demandantes, se puede sintetizar así: «el rasgo diferencial de la beca como percepción es su finalidad primaria de facilitar el estudio y formación del becario, y no la de incorporar los resultados o frutos del estudio o trabajo de formación realizado al patrimonio de la persona que la otorga». Sobre la misma base de doctrina jurisprudencial la STS de 26 de junio de 1995 (de ella hemos extraido el anterior párrafo entrecomillado) ha alcanzado la conclusión contraria en un supuesto en que la prevalencia correspondía a la relación de servicios sobre la relación de formación : «con independencia de la denominación dada por las partes a las cantidades percibidas, éstas tienen naturaleza salarial y traen causa de un verdadero contrato de trabajo, en cuanto retribuyen trabajos de invertigación y servicios de dirección de estudios y de control de calidad de productos realizados durante 36 Véase S. GONZÁLEZ ORTEGA, «Las becas : ¿Formación, inserción, prácticas profesionales, trabajo asalariado?», en Trabajo subordinado y trabajo autónomo cit. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 ANTONIO MARTÍN VALVERDE muchos años por cuenta y provecho de la entidad empleadora». La calificación de los servicios prestados por religiosos a hospitales o centros de enseñanza ha sido abordada de manera indirecta por la jurisprudencia más reciente, las más de las veces a propósito del cómputo del tiempo de trabajo de religiosos secularizados. En la STS de 18 de enero de 2000 estaba en juego la determinación del complemento de antigüedad de una ATS contratada como asalariada, que antes había prestado servicios como religiosa por cuenta del mismo centro hospitalario. La sentencia resuelve que el abono de los años de trabajo a título de religiosa, «sometida a la disciplina de la Orden y de sus superiores», no corresponde en el caso, puesto que no existe «la prestación de trabajo como tal religiosa a cambio de la remuneración que le abonase el dador del trabajo, y sí cumplimiento respecto de la Orden de los votos y fines religiosos concurrentes». Por su parte, la STS de 1 de diciembre de 1999 lleva a cabo una comparación de dos resoluciones jurisdiccionales donde se pone de relieve que el trabajo como profesor de un sacerdote puede desarrollarse en régimen laboral, pero puede también desplegarse «sin retribución o con retribución absorbida en las percepciones como sacerdote»; todo depende de «si se puede disociar o no la condición de sacerdote de la actividad docente desarrollada». La reseña de los casos más destacados de la jurisprudencia actual en las zonas grises de la retribución salarial 37 refuerza la conclusión 37 Hemos dudado incluir o no en la lista de zonas grises del contrato de trabajo el supuesto litigioso que ha resuelto la sentencia de 25 de enero de 2000. No lo hacemos finalmente porque se trata de un supuesto contractual en el que falta la nota de tipicidad social que caracteriza, como señalamos, a las zonas grises del Derecho del Trabajo. El caso tiene, no obstante, suficiente interés jurídico como para merecer al menos esta nota a pie de página. Se trata de un contrato en el que una persona se compromete a prestar servicios de portería a cambio exclusivamente del disfrute de una vivienda en la comunidad de vecinos en la que dicha vivienda se encontraba. La duda de calificación deriva que hemos efectuado hace un momento sobre el valor indiciario de este elemento del contrato de trabajo. Desde luego, la retribución salarial no es sólo un indicio del contrato de trabajo, sino también una nota o ingrediente del mismo. Esta es la razón de ser de la exclusión «declarativa» del régimen salarial de los trabajos realizados a título de amistad, benevolencia o buena vecindad. Pero en otras relaciones de servicios la forma de retribuir o compensar la prestación de trabajo puede apuntar la presencia de un título distinto al contrato de trabajo. Así ocurre, sin ir más lejos, con la beca en la relación de formación; con la obtención de medios de vida del fondo común familiar en los «trabajos familiares»; con el beneficio del socio empleado en la empresa propia ; y con la procura de medios de vida por parte de la comunidad o con las percepciones que sufragan los servicios religiosos en el trabajo de los miembros de órdenes religiosas o de los ministros de culto de las confesiones religiosas 38. en el caso de dos aspectos, uno relativo a la retribución salarial, y otro relativo al bien de mercado que centra principalmente el interés de las partes del contrato. La duda concerniente a la retribución radica en que ésta adopta en su totalidad la forma de retribución en especie, en contra de lo previsto para el salario en el art. 26.1. del ET. Habida cuenta que, a pesar de lo anterior, el intercambio de bienes y servicios previsto en el contrato no parece contrario a derecho, pudiera pensarse que este supuesto contractual no tiene por objeto un intercambio de trabajo por retribución salarial, sino un intercambio de disfrute de vivienda por servicios de portería. Una reflexión ulterior sobre este contrato atípico pondría quizá de relieve que el mismo no se ha concertado en el mercado de trabajo sino en el mercado de la vivienda. No obstante, la Sala llegó en el caso a la conclusión de que había relación laboral, al constatar la existencia de los tres elementos que juegan en la presunción de laboralidad del art. 8.1.del ET, que no habla de retribución salarial, sino sencillamante de retribución. 38 Así ocurre también, debemos añadir en nota a pie de página, en los supuestos de profesiones liberales cuya consideración hemos descartado en este estudio. En buena parte de las sentencias sobre esta zona gris del contrato de trabajo las formas de retribución específicas del ejercicio libre de la profesión, como son los «honorarios» y las «igualas» se utilizan como indicio de inexistencia de contrato de trabajo. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38 49 ESTUDIOS RESUMEN: Dos son las líneas de investigación convergentes que nos hemos propuesto seguir en este estudio. La primera es la delimitación de las fronteras del contrato de trabajo en la etapa actual del ordenamiento laboral. La segunda es el papel o función de la jurisprudencia en dicha labor de delimitación de fronteras, que se concentra principalmente en las zonas grises entre el trabajo asalariado de régimen laboral y los supuestos del trabajo autónomo, del trabajo por cuenta propia y de los trabajos prestados en virtud de un título distinto a la obtención de un salario (formación, favor, benevolencia, servicio religioso, contribución a una «causa»). En la primera línea de investigación hemos podido comprobar que las fronteras del contrato de trabajo han experimentado cambios apreciables en su trazado, tanto en el ET como en la legislación posterior sobre determinadas prestaciones de servicios. Las nuevas normas legales han introducido a veces nuevos criterios de delimitación del contrato de trabajo sobre los que se han debido pronunciar la jurisprudencia constitucional y la jurisprudencia comunitaria; esta última respecto de un caso en el que estaba en cuestión no la legislación española sino la legislación griega. Con todo, los cambios más importantes en nuestro tema de estudio no se han debido seguramente a la norma – la legislación de trabajo– como a la realidad normada –las relaciones de trabajo– ; una realidad que ha experimentado profundas transformaciones a partir de los años ochenta debido al desarrollo en el sistema productivo de nuevos bienes o servicios, a la incorporación de nuevas tecnologías a los procesos de producción, y a la puesta en práctica de nuevos modos de organización del trabajo. Cuando la realidad normada cambia y la norma se mantiene inalterada es la jurisdicción, y la jurisprudencia como jurisdicción cualificada, la que debe ocuparse de encajar los nuevos supuestos que surgen en el tráfico jurídico en el supuesto de hecho enunciado en la ley. Esta labor de ajuste plantea a veces problemas de no fácil solución, en lo que se ha dado en llamar las «zonas grises» del Derecho del Trabajo (y del contrato de trabajo). La dificultad de encaje del caso en el supuesto de hecho general de la norma obligan a la jurisprudencia a la elaboración de «premisas intermedias» del razonamiento jurídico que permitan el enlace «motivado» o fundamentado en derecho entre uno y otro. Estas premisas intermedias del razonamiento jurídico suelen consistir en un refinamiento o acondicionamiento ad hoc de las notas del contrato de trabajo. El refinamiento de la nota de la dependencia para los servicios de los colaboradores externos del empresario estriba casi siempre en la idea de «programación» del trabajo por parte del empresario y no por parte del colaborador externo ; cuando el trabajo se fracciona en actos de trabajo la programación del trabajo por parte del empresario suele manifestarse en que el colaborador externo debe aceptar la realización del acto de trabajo encargado. El refinamiento de la nota de la ajenidad se apoya en la idea de fondo común compartido, en el trabajo familiar, y de participación social mayoritaria, en el trabajo del socio empleado. Pero el análisis jurisprudencial de la ajenidad ha obligado además, en el supuesto de los reporteros y colaboradores de medios de comunicación, a distinguir grados de intensidad de la misma, reconociendo su existencia cuando se transmiten los principales aunque no todos los resultados del trabajo. Desde el punto de vista de una teoría de la jurisprudencia, que ha sido la segunda línea de investigación que nos propusimos seguir, nuestro estudio pone de relieve una vez más que, para realizar su labor, la jurisprudencia no tiene más remedio que «inventar» soluciones, y no sólo «expresar» las soluciones que ya están en la ley. Para que el invento no desborde la función de interpretación y aplicación del derecho vigente, la jurisprudencia deberá «descubrir» en el ordenamiento jurídico y sólo en el ordenamiento jurídico los valores y principios que les sirvan de guía. Pero la verdad es que el universo de los valores y principios del ordenamiento vigente es muy espacioso. De ahí que el art. 1.6. del Código Civil hable con razón de la jurisprudencia como «complemento» del ordenamiento jurídico. Que la jurisprudencia sobre las zonas grises del contrato de trabajo ha complementado el ordenamiento laboral en estos últimos veinte años no me parece muy dudoso a la vista de los datos que se han puesto de relieve en este ensayo. 50 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 38