Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana State of the art on the concepts of intellectual and material crime authorship on the Colombia Penal Law André Scheller D`Angelo* Presentado: 15 de junio del 2010 Aprobado: 5 de agosto del 2010 Resumen Abstract Introducción: la discusión frente a la intervención de las personas en derecho penal gira en torno a establecer si todo aquel que participa en la comisión del delito es autor de éste o, en su defecto, si cabe la posibilidad de establecer diferencias entre los sujetos que concurren en su producción. Según la dogmática contemporánea, en relación con la autoría, esto es, con la determinación de quién es el autor de un hecho delictivo, es posible distinguir dos puntos de vista: a) abarcar con el concepto de autor a todos los intervinientes en el hecho; o, b) establecer diferenciaciones entre las personas que concurren. Metodología: se trata de un estudio con enfoque cualitativo, históricointerpretativo y de alcance descriptivo. Resultados: una vez revisado el marco teórico que encierra la investigación, se observa que la legislación penal colombiana ha adoptado el criterio del dominio del hecho para diferenciar la autoría y la participación. No obstante lo anterior, en muchos casos, el aplicador de justicia se vale de otros criterios para lograr la diferenciación, así se generan dificultades para establecer un criterio único y uniforme en la jurisprudencia. Conclusiones: los diferentes criterios que ha establecido la dogmática no son suficientes para lograr una diferenciación adecuada frente al fenómeno de la autoría y la participación. Estas figuras siguen siendo, en todo y en parte, determinadas por la percepción del juez al momento del análisis probatorio. Asimismo, se concluye que, en nuestro país, los criterios de la jurisprudencia no son homogéneos a la hora de optar por una teoría diferenciadora. Introduction: the debate regarding people’s involvement in penal law focuses in the question of whether anyone who participates in a crime is the intellectual author or instead differences can be established among the subjects who incur in it. According to contemporary theory, regarding authorship of a crime, there are two different points of view: a) giving the authorship title to every single one of the people involved in committing the crime or b) establishing differences between those involved. Methodology: the study has a historically interpretative qualitative approach, and descriptive scope. Results: once the theoretical frame engulfing the research was revised, we found that Colombian penal law has adopted the approach of differentiating the difference between intellectual and material authorship. Still, in many cases the judge has to make decisions taking into account other criteria which creates difficulties in the creation of a unified jurisprudential approach. Conclusions: the many criteria established by penal law theory are not enough to create an adequate distinction between intellectual and material authorship of a crime. This figures remain in the end at discretion of the judge. Also, in our country jurisprudence criteria are not homogeneous at the time of implementing differentiating theories. Keywords: accomplice, authorship, determiner, domain of the fact, intervention, incidental nature of the participation, participation. Palabras clave: accesoriedad de la participación, autoría, cómplice, determinador, dominio del hecho, intervención, participación. * Cómo citar este artículo: Scheller D’Angelo, A. (2010), “Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana”, en Revista Memorias, vol. 8, núm. 14, pp. 114-133. 114 Jefe seccional de Investigaciones. Docente de la Especialización en Derecho Procesal Penal de la Universidad Cooperativa de Colombia, sede Santa Marta. Magíster en Derecho Penal de la Universidad Santo Tomás. Diploma de Altos Estudios de Doctorado por la Universidad de Salamanca. Candidato al título de doctor en Derecho Penal de la Universidad de Salamanca, España. Correo electrónico: [email protected] André Scheller D`Angelo porque se pretenden presentar las principales características jurídico penales de la defi nición de autoría y participación, que constituyen el objeto de estudio; además, porque es un método que facilita la selección de las características fundamentales de dicho objeto y su descripción detallada dentro del marco conceptual de referencia, para lo cual es importante ubicar los indicadores cualitativos que posibiliten esta descripción y caracterización. Transaccional, en la medida en que la investigación se realiza en un tiempo determinado. L o primero que se debe plantear en materia de intervención en materia penal es el tratamiento que van a recibir las diferentes conductas, es decir, la manera como van a ser valoradas y si ellas deben recibir o no el mismo tratamiento. Si se han de considerar a todos los intervinientes como autores del punible o, en su defecto, se debe apelar a un criterio diferenciador, que identifique a unos como principales y a otros como accesorios. Para resolver este planteamiento, la doctrina ha desarrollado de manera general los conceptos unitario, extensivo y restrictivo de autor, de los cuales se desprenderán consecuencias y nuevas teorías, que tendrán a su haber encontrar la respuesta a la forma más adecuada de tratar los problemas de intervención en materia penal (Díaz y García Conlledo, 1991). El concepto unitario y las teorías causales Según López Peregrin (1997), los orígenes del concepto unitario de autor se encuentran rastreando autores como Schirach y Stubel, quienes son partidarios de la equivalencia de las condiciones y para quienes la lesión al derecho que constituye el delito es consecuencia de actuar conjunto. El concepto unitario de autor no distingue entre autores y partícipes en su modalidad clásica o formal —a diferencia de la funcional—, cualquiera que interviene en la causación del delito es autor de éste, habida cuenta su participación y aporte en la cadena causal. Esta versión es resultante de la influencia positiva naturalista, que sometía las ciencias del espíritu a las ideas de las ciencias naturales y pretendía reducir los fenómenos jurídicos a meros cursos causales y a concatenaciones causales de diversas clases (Roxin, 1998). No obstante, esta división es producto de la evolución del pensamiento jurídico penal y, por tanto, cada concepto debe ser entendido y estudiado, en especial, frente al método de producción del derecho penal en que se desarrolla, en el entendido en que se debe dar claridad a su fundamentación, ya desde las teorías causales, ya desde las teleológicas, desde las ontológicas o finalmente desde las funcionales. Problema planteado: ¿cuál es el estado del arte de la autoría y la participación en el actual Código Penal colombiano? Metodología: se trata de un estudio con enfoque cualitativo, de alcance exploratorio, histórico-descriptivo y de carácter transaccional (Hernández, Fernández y Batista, 2006). También es exploratorio, dada la novedad del tema en cuestión. Descriptivo, Es claro que para los pensadores de la época la sustentación de toda la doctrina jurídico penal debía tener base en preceptos resultantes de la causalidad naturalmente entendida; por tanto, para autores como Von Bar (1871, citado 115 Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 Introducción Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana diferentes partícipes. Más adelante, se hará referencia a las teorías subjetivas. en Roxin, 1998), a quien se le atribuye, dada su raigambre positivista, la formulación básica del concepto de la autoría y la participación bajo la doctrina de la causalidad. Con autores como Von Buri (1873) (teoría subjetiva) y BirKmeyer (1890) (teoría objetiva, también citados por Roxin, 1998), era claro que los conceptos antes mencionados se debían sustentar con base en relaciones causales. En fi n, los sistemas unitarios, dadas las dificultades para diferenciar entre autores y partícipes de manera simplificada, consideran a todos los intervinientes que hayan aportado al hecho punible como autores de éste. En este sentido, al respecto Liszt (1896) manifiesta: “Si no existe un criterio de diferenciación claro, ni es posible hallarlo, ¿de qué sirve mantener una distinción oscura, difícil y poco práctica?” (pp. 514-515). Ahora bien, desde el causalismo es clave distinguir si la intervención en el delito se fundamenta estrictamente en la equivalencia de las condiciones o si se pueden establecer diferentes formas de causación de cara a distintas formas de participación. Junto a lo anterior, vale establecer que la máxima ventaja del criterio unitario de autor, como lo anota López Peregrin (1997), es que con él se busca evitar las lagunas de punición que se siguen de aceptar la existencia del principio de accesoriedad, o lo que es lo mismo, la responsabilidad de los partícipes con respecto a la responsabilidad del autor. Es claro que de asumir un criterio así, la pena sería constante para todos aquellos que desarrollen comportamientos dentro de la misma cadena de producción causal. Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 En relación con la equivalencia de las condiciones, en las cuales todas las condiciones se presentan como equivalentes para la producción del resultado, es evidente que no cabe la posibilidad de distinguir entre autores y partícipes, pues la intervención de todos aquellos que participan del delito son causa de éste; así, Liszt (1919, citado en Roxín, 1998), sostenía que El concepto unitario formal de autor recibiría críticas, que más adelante le harían ceder el paso a otros conceptos. Tal vez la crítica más importante recae sobre el concepto de accesoriedad de la participación; así, Díaz y García Conlledo (1991) manifiestan que el concepto unitario de autor rechaza la distinción entre autor y partícipe, rechazo que acarrea consecuencias tan importantes como la negación de todo vínculo de accesoriedad entre las responsabilidades de los distintos partícipes en el hecho. Resultaba apenas obvio que diferenciar las formas de participación desde este criterio debería quedar descartado, a pesar de la consagración de éstas en la ley. [...] del concepto de causa se deriva que cualquiera que, al aportar una condición del resultado producido, participa en este, ha causado el resultado; que como todas las condiciones del resultado son equivalentes, no existe diferencia conceptual alguna entre cada uno de los que participan en la producción del resultado (p. 234). Por otro lado, si se quería respetar el derecho positivo vigente, el hecho de no poder apelar a criterios objetivos para la diferenciación obligó a recurrir a criterios subjetivos, pues si sólo se tenía en cuenta el curso causal y se consideraban equivalentes todas las condiciones, el aspecto objetivo de los hechos no ofrecía la posibilidad de distinguir entre los 116 André Scheller D`Angelo valorativas determinantes de una relación de dependencia de unas con respecto a las otras (López Peregrín, 1997). Más adelante, Kienapfel (1970, citado en López Peregrín, 1997) propuso una visión funcional del concepto unitario de autor, en la medida en que para este autor, más que un concepto, es un sistema al que denomina “unitario funcional” o “material” en el cual, partiendo de la igualdad como autores de todos los intervinientes, se pueden defi nir distintas figuras de autoría. La autoría inmediata y la autoría mediata, de conformidad con lo expuesto por este autor, toman un contenido distinto al tradicional; en consecuencia, la autoría inmediata se presenta cuando el hecho es directamente subsumible en la descripción literal del tipo, es decir, cuando se ejecuta de propia mano el hecho punible. Por otra parte, habrá autoría mediata en los casos en los que la conducta, sin responder de forma literal a la descripción típica, supone una contribución causal imputable objetivamente a un hecho punible. Finalmente, lo que diferencia la teoría de Kienapfel de las teorías diferenciadoras es que, dentro del ámbito de estas teorías, lo más importante realmente no es diferenciar entre autores y partícipes, sino establecer la responsabilidad de estos últimos como accesoria “de” y “dependiente de” la de los autores. En el concepto funcional unitario de autor no se reconoce la relación de dependencia o accesoriedad, no hay intervinientes principales y accesorios, sino que se reconocen diferentes formas de comisión del hecho en autoría. El concepto extensivo y las teorías teleológicas En los años veinte del siglo pasado, con el advenimiento del neokantismo y las ciencias culturales, con la filosofía de los valores en Alemania sur occidental, que distinguía entre el conocimiento naturalístico causal y los valores provenientes de la disposición del ser humano, centrando la materia jurídica en conceptos valorativos, se da paso a las teorías teleológicas de la autoría; éstas rechazan de entrada el planteamiento estrictamente naturalístico causal para determinar, limitar y diferenciar los criterios de autoría y participación. Por consiguiente, autores como Mayer (1915), Mezger (1912), Merkel y Wegner (1926, citados en Roxín, 1998) criticaron la idea de reconducir la diferencia a través de este último método. De la misma manera, la autoría mediata propuesta por Kienapfel se dividirá en autoría por incitación y autoría por apoyo; dentro de esta última categoría de la autoría se deben incluir lo que las teorías diferenciadoras entienden como partícipes. No obstante, se debe recalcar que este autor no propone una teoría diferenciadora y, por tanto, no existe diferencia entre autores y partícipes, dado que esta clasificación pertenece al plano de la construcción dogmática de conceptos. Es un problema de tipo, por tanto, desde la consideración de una conducta de autoría no se deriva una relación de dependencia, o lo que es igual: para Kienapfel existen diferencias conceptuales entre las diferentes formas de intervención en el hecho, pero no hay diferencias Es de anotar que el neokantismo dio un vuelco a la materia jurídico penal, sumando la idea de deducir los principios de regulación y los significados jurídicos de la realidad. Junto a ello, se abrió paso a la formación de conceptos dominados por la idea de finalidad, puesto que para 117 Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 El concepto unitario funcional de autor Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 esta corriente de pensamiento los conceptos pierden su carácter de naturalístico y, en consecuencia, se transforman en ideas teleológicas, específicamente jurídicas o normativas, es decir, si se atiende al fin de la norma y a conceptos dotados de valoración. Por otra parte, se debe anotar que la causalidad no queda descartada con el advenimiento de esta corriente, lo que ocurre es que a ésta no se le da un tratamiento naturalístico, sino que se le suman consideraciones de orden teleológico o valorativo. Desde este prisma es que tratará ahora la doctrina de darle solución a la diferencia entre autoría y participación (Roxín, 1998). será considerada como autoría. En este sentido, López Barja (1996) manifiesta que los preceptos que imponen esta diferenciación para los partícipes funcionan como causas de restricción de la pena, pues sin dichas previsiones legales serían castigados como autores. Es necesario resaltar cómo la influencia teleológica normativa, o de finalidad de la norma entra en juego; asimismo, se hace evidente el concepto de accesoriedad que, en principio, va a aparecer como “dependencia del hecho de otro”, criterio que, en el concepto restrictivo que se tratará más adelante, va a ser de vital importancia. Además, es claro que de conformidad con lo anterior, en este concepto el coautor y el autor mediato serán autores. Esto lleva a establecer que los partidarios de esta teoría deberían buscar criterios diferenciadores entre la autoría y la participación. Ahora bien, el concepto extensivo de autor parte de la equivalencia de las condiciones, al igual que el concepto unitario de autor; asimismo, se considera que todo aquel que interviene en la cadena causal es autor del hecho típico. No obstante, la diferencia con el concepto unitario reside en que al establecerse legalmente formas distintas de intervención (inducción y complicidad) éstas salen del ámbito de la autoría y entran en el de la participación. El hecho de que la ley diferencie 1 entre autores y partícipes es lo que obliga a establecer las diferentes formas de intervención, las cuales, de no estar normativamente descritas, el tratamiento para todos los intervinientes se establecería como si fueran autores. En la discusión por diferenciar entre autores y partícipes en el concepto extensivo, se debe aclarar que en un planteamiento causal naturalista ya superado era claro que objetivamente la discusión no tenía el más mínimo sentido: no es posible la diferencia entre autores y cómplices. Pero, en un concepto teleológico valorativo es diferente, porque, según sus seguidores, en dicho concepto sí es posible lograr la diferenciación objetivamente; así, Mayer (1915, citado en Díaz y García Conlledo, 1991) manifestaba que lo que para la consideración causal es igual, puede ser distinto para la teleológica; lo que sólo tiene un sentido para las ciencias naturales puede tener varios para las ciencias culturales. En este mismo sentido, Mezger (1957) manifestaba que la única forma de diferenciar la autoría y la participación era por la vía de la valoración jurídico-normativa de las aportaciones al hecho, así se establece la vital importancia de la influencia del neokantismo en el concepto extensivo de autor. Cabe anotar que los inductores y los cómplices, de conformidad con esta teoría, son causas de restricción de la pena, por tanto, cualquier otra categoría consagrada de manera legal que no tenga un tratamiento específico 1 Para complementar este estudio, véase Peñaranda Ramos Enrique (1990), texto en el cual el autor, en el capítulo 3º 9 pp. 106 y ss.), hace mención al concepto legal de autor en el Código Penal español: su origen y sus repercusiones en la doctrina y en la jurisprudencia, tratando el desarrollo del concepto legal de autor, inclusive desde el código bávaro de 1813. 118 André Scheller D`Angelo frente al bien jurídico tutelado. En el mismo sentido, Lony (1934, citado por Díaz y García Conlledo, 1991) sostiene que en relación con el cómplice se puede deducir que la no realización por parte de este acciones ejecutivas, a diferencia del coautor, demuestra una menor intensidad de la contribución al hecho. En contraposición a las teorías objetivas, pero con la misma finalidad de encontrar un criterio diferenciador entre autores y partícipes, entra en escena la teoría subjetiva de la participación; 2 para algunos, este concepto es forzoso, pero de gran acogida. Desarrollada por Burí (1873, citado en Díaz y García, 1991), la teoría subjetiva se presenta como un concepto extensivo que sienta sus raíces en las corrientes causales. Parte de que no se puede defi nitivamente distinguir entre autores y partícipes mediante la índole objetiva de la actividad exteriorizada en común, pues ello daría como resultado que todos aquellos que intervienen en el delito serían autores de éste. Burí planteó que la diferencia entre autor y partícipe sólo puede ser subjetiva y está basada en la diferencia de la voluntad del autor y del partícipe. Las teorías objetivas y subjetivas en concreto se ampliarán más adelante. El trabajo de Schmidt parte de la autoría mediata; en su criterio la punición en los casos de autoría mediata no estaba fundamentada desde la perspectiva de la dogmática jurídica, como parte de las teorías objetivas de la autoría; así, Schmidt logra demostrar que la autoría mediata es una forma de autoría, porque autor es todo aquel que antijurídica y culpablemente ha puesto a otro en condición para el resultado, excepto en los casos de inducción y complicidad. Concepto restrictivo y teorías ontológicas Ya superado el neokantismo, hacia los años treinta del siglo pasado las materias jurídicas toman un nuevo rumbo caracterizado por intentar descubrir en los ámbitos materiales Lo anterior fue un primer paso para diferenciar un concepto extensivo y, de manera objetiva, los criterios de autor inmediato y mediato, pero aún quedaba el interrogante con respecto a otras formas de intervención (inducción y complicidad). En cuanto a la complicidad, Schmidt sostiene que la diferencia entre esta figura y la autoría, consiste en “la menor peligrosidad” que se da objetivamente en el comportamiento del cómplice, 2 119 Las posiciones con respecto a establecer si la teoría subjetiva es o no un criterio extensivo de autor, están divididas. Así, para algunos tratadistas, como Jescheck (tratado, p. 894); Gimbernat (autor y cómplice, p. 42); Rodríguez Mourullo, lo es. Y para Díaz y García, autoría y participación (p. 256) no; sin embargo en este trabajo, por motivos metodológicos, se incluye dentro del concepto extensivo. Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 En este sentido, desde el concepto teleológico valorativo, se esgrimieron teorías objetivas y subjetivas, con soluciones diferentes. Entre las teorías objetivas del concepto extensivo de autor, sustentadas con bases teleológicas, cabe resaltar el trabajo desarrollado por Eberhard Schmidt (citado en López Peregrín, 1997), denominado La autoría mediata (1930), el cual hace alusión a la construcción de un concepto de autor que permita castigar los casos de autoría mediata sin necesidad de fundamentarlos en teorías subjetivas. Es decir, se parte de un modo de contemplación normativa, con influencia teleológica u orientado a puntos de vista de su finalidad material, frente al naturalístico causal o puramente formal, teniendo su base en la protección de bienes jurídicos y de modos de comportamiento socialmente dañinos. Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana amplio), así como causas de extensión de lo típico. La diferencia entre autor y partícipe puede ser objetiva, según la clase de contribución al hecho, y no sólo subjetiva, como ocurre en estricto sentido con el concepto extensivo de autor. De este punto va a partir el concepto restrictivo de autor que va a tener como centro el principio de accesoriedad. Por esto, Peñaranda (1990) sostiene que una vez se reconoce la naturaleza accesoria de la participación, sólo es consecuente que la pena de los partícipes se rija por la punibilidad del autor. El principio de accesoriedad es el pilar del sistema restrictivo y es, en especial, lo que hace que se prefiera a otros, dado que produce un recorte en lo típico bastante preciso y por ello que se adapte con mayor precisión a un Estado de derecho. del derecho principios de ordenación deducibles de las mismas materias jurídicas. Para autores como Carl Schmitt (1934), el ordenamiento jurídico no se crea mediante una suma de reglas, como lo consideraba la teoría normativa, sino que la regla, a la inversa, no es sino componente de un ordenamiento ya dado en el pueblo. La anterior aseveración provenía de la influencia de Maurice Hauriou (1927) en su teoría del “pensamiento de ordenamiento concreto”. Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 Hans Welzel (1970) criticaría, en 1935, la separación del ámbito conceptual jurídico abstracto con respecto a la realidad; para Welzel, los conceptos jurídicos no son configuraciones metodológicas de un material amorfo, sino descripciones de un ser configurado ónticamente. El ser tiene en sí ab-initio, ordenamiento y configuración; no es que los reciba prestados de formas ideales; de igual forma, el ser social de la persona está en ordenamientos originarios. En el mismo sentido, Roxin (1998) manifiesta que el concepto de autor no debería obedecer más a estructuras ontológicas, sino a formaciones de sentido previas al ordenamiento jurídico. Para recapitular, se debe entender que los conceptos unitario y extensivo de autor consideran que todos los sujetos que intervienen en el delito son causa de éste. Igualmente, al reconocer que la ley obliga a distinguir entre diferentes grados de intervención en el delito, se acepta que los casos de participación son causas de restricción de la pena. Por el contrario, el concepto restrictivo de autor parte de que no todo el que participa en el hecho punible es causa de éste, porque no todo el que interpone una condición causal del hecho realiza el tipo; por tanto, se debe admitir un concepto de accesoriedad que permita diferenciar entre autores y partícipes. En consecuencia, causar el delito no es lo mismo que realizar el tipo. Dentro de este marco se desarrollan los presupuestos más importantes del concepto restrictivo de autor, que va a partir de un presupuesto totalmente diferente al unitario y al extensivo. Así, Díaz y García Conlledo (1991) manifiestan que no todos los intervinientes en un hecho delictivo son autores, sino algunos de ellos. No todo el que es causa del delito es autor de éste y gracias a la existencia de preceptos que castigan expresamente otras formas de intervención, éstas pueden entrar en el campo de lo punible; por tanto, los preceptos sobre participación en sentido estricto son causas de extensión de la punibilidad (en sentido Asimismo, se debe anotar que en el concepto extensivo de autor la consagración legal de la participación aparece como restrictiva de la pena, porque de no consagrarse todos los intervinientes serían castigados 120 André Scheller D`Angelo Teniendo en cuenta lo anterior, es claro que los conceptos extensivo y restrictivo de autor impulsarían la dogmática a intentar, mediante diferentes puntos objetivos y subjetivos, a distinguir la autoría de la participación. Según la teoría del dolo, la voluntad del partícipe se presenta de manera subordinada o dependiente de la del autor, en otros términos, el partícipe no se propone la realización de una conducta, sino que su comportamiento se despliega por la resolución de la voluntad de otro, que en este caso sería el autor; así, la decisión de la producción resultado va a depender del criterio del autor. Por otra parte, si bien es cierto el partícipe actúa con voluntad dependiente, el coautor no reconoce que su voluntad sea inferior a la de otro, sino del mismo nivel; con esta mecánica resuelve esta teoría la diferencia entre partícipes y coautores (Díaz y García Conlledo, 1991; López ,1996). Diferencias entre autoría y participación (teorías subjetivas y objetivas) Teorías subjetivas De las teorías subjetivas se puede establecer que será autor quien desarrolle su aporte causal con voluntad de autor, es decir, con voluntad de realizar su propio hecho (animus auctoris) y será partícipe quien desarrolle su aportación causal con voluntad de partícipe, esto es, interviniendo en el hecho de otro (animus socci). Plantear la diferencia desde el ámbito subjetivo implica diferenciar qué se entiende por actuar con animus socci y qué se entiende por actuar con animus auctoris. En términos de Roxin (1998), lo común a las teorías subjetivas es distinguir en la delimitación entre autoría y participación, no según criterios objetivos, sino sólo intrapsíquicos, como la voluntad, la intención, los motivos y actitudes de los partícipes. Actualmente, esta teoría es apoyada por autores como Bokelmann (1960), quien asemeja la teoría del dolo con la teoría del dominio del hecho y sostiene lo que distingue el autor del partícipe, que es precisamente la peculiaridad psíquica que caracteriza a éste, consistente en la subordinación de su dolo a una decisión del hecho ajeno. La teoría del interés, defendida por Feuerbach (citado en Roxín, 1998), quien sostiene que es posible valorar el interés del autor en el hecho como un indicio de si quiso el hecho como propio o de si sólo quiso favorecer un hecho ajeno. Conforme a esta teoría, se diferencian una y otra figura, dependiendo del interés con que actúe en el hecho cada interviniente; si propio será autor, si ajeno será cómplice. Por tanto, se presenta como Cabe resaltar que en estas teorías, por sustentar sus bases en la raigambre causalista, no importa si el interviniente desarrolla o no los elementos típicos de manera directa, lo que importa es la aportación causal al hecho y el interés con que se actúa; de tal forma que diferencian entre la voluntad del autor y la del partícipe. 121 Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 Dentro de las teorías subjetivas, la doctrina diferencia entre la teoría del dolo y la teoría del interés, la importancia de enunciarlas en este apartado es que, en buena medida, estas teorías contribuyen a las construcciones modernas de la autoría. como autores. En el concepto restrictivo de autor, la consagración legal de la participación se presenta como extensiva de la pena, porque de no consagrarse típicamente, el comportamiento de los partícipes sería impune. Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana un apoyo a la teoría del dolo; en realidad, la fórmula del interés no va más allá en su significado que la teoría del dolo. Su valor reside en proporcionar un indicio tangible de la subordinación de la voluntad requerida por la teoría del dolo, previniendo deslizarse en curvas formales. Teoría objetivo-formal Esta teoría diferenciadora considera que autor es el que ejecuta la acción típica, es decir, quien realiza la acción expresada en el verbo rector del tipo penal. Para autores como Adolf Merkel (citado en Roxin, 1998), autor es quien realiza la acción principal, los actos de ejecución; mientras que cómplice es aquel que, a sabiendas de lo que hace, ayuda al autor para la comisión del delito. De la misma forma, Díaz y García Conlledo enfatizan en que se puede caracterizar esta teoría por defi nir al autor como aquel sujeto que ejecuta (total o parcialmente) la acción descrita en los tipos de la parte especial. Los principales seguidores de la teoría objetivo-formal, son Von Liszt (1896), Von Beling (1944), Mezger (1957) y Graf Zu Dohna (1958), para quienes lo que se pretende es establecer la distinción entre autores y partícipes, gracias a la gramática, la sintaxis y la interpretación literal del tipo. Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 Actualmente, las teorías subjetivas reciben innumerables críticas en la medida en que, al cimentar sus bases en criterios éticos sobre el merecimiento de pena de cada interviniente, no permiten deslindar de manera objetiva y abstracta las formas de intervención, por lo que dejan dicha diferenciación subjetiva en manos del juez. Por otro lado, divergen con el principio de legalidad, ya que la distinción gira en torno al ánimo del sujeto que actúa y no a principios establecidos directamente en la norma. Estos criterios conllevaron a decisiones en la jurisprudencia alemana que fueron repudiadas y actualmente representan el punto de crítica más sólido en contra de estas teorías por parte de un amplio sector de la doctrina (Mir Puig, 2004; Díaz y García, 1991; López Barja, 1996). Los casos más conocidos que se fallaron por parte del tribunal alemán basados en criterios subjetivos son: el caso de la bañera y el caso Staschynskij. En el primero, la hermana de una mujer da muerte al bebé recién nacido de ésta a solicitud de la madre de la criatura y es condenada por virtud de la teoría subjetiva, como cómplice, mientras que la madre es condenada como autora. En el segundo, un agente del servicio de secreto extranjero dio muerte a dos personas y fue condenado a título de complicidad, ya que mediaba el interés del Estado que le había contratado para llevar a cabo el hecho. Con lo anterior, se deduce que autor es aquel cuya actividad causal esté comprendida dentro del tipo penal y será cómplice aquel que preste una ayuda secundaria al curso causal y que de acuerdo con el lenguaje no se pueda enmarcar dentro de la hipótesis típica. Por ende, Mir Puig (2004) señala que para este criterio es autor quien clava el puñal en el pecho de la víctima, quien toma el dinero de la caja; también quien sujeta a la mujer en la violación o amenaza con un arma a la víctima de hurto mientras toma el dinero otro coautor. Dos inconvenientes se presentan frente al postulado de esta teoría, los cuales han sido puestos de manifiesto por la doctrina. Por un lado, interpretar los delitos en los que se consagra estrictamente el resultado, de cara a la coautoría y a la complicidad, no resulta 122 André Scheller D`Angelo Las teorías objetivo-materiales más conocidas que ha desarrollado la doctrina son: Otra crítica paralela a la anterior reside en la identificación de la autoría mediata. En los márgenes de esta teoría, es autor ¿el que pone la bomba, o el que inconscientemente aprieta el botón que la hace explotar? (López Barja, 1996). Si nos fijamos en la literalidad del tipo, es casi imposible identificar la acción perpetrada por el autor mediato. Teoría de la necesidad; según la necesidad del aporte que se presenta como imprescindible para la producción del resultado, es decir, aquel que aporta una contribución sin la cual el resultado no se abría producido. Esta posición conocida también como la del cooperador necesario fue defendida por autores como Feuerbach, Stubel y Grolman (Díaz y García Conlledo, 1991; Roxin, 1998 y López Peregrin, 1997). Teoría de la simultaneidad: señala que son autores todos aquellos que participan en la fase ejecutiva del delito, así los autores necesariamente guardarán estrecha proximidad con la producción del resultado. Esta teoría fue defendida principalmente por Birkmeyer (citado en Gimbernat, 1966). Teorías que diferencian según el carácter directo o indirecto de la causalidad: en esta categoría se presentan diferentes Como consecuencia de lo anterior, las críticas a la teoría objetivo formal darían paso a un nuevo concepto que trató de evitar sus defectos, así nace la teoría objetivo-material. Teoría objetivo-material Las teorías objetivo materiales hacen referencia a que, para ser autor, es preciso ser causa del hecho, pero, establecen graduaciones en función de la importancia que tenga para el resultado la causa de que se trate. Será autor el sujeto que aporte la contribución objetivamente más importante. Conforme a lo 123 Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 anterior, se distingue entre causa y condición así; autor es quien pone la causa y cómplice quien aporta una condición para el resultado. Una posición discutible es la expuesta por López Barja, en el entendido de que no sólo se trata de distinguir entre causa y condición, sino que también lo importante es el grado del aporte del interviniente. Así, lo que caracteriza estas teorías es que, por un lado deben tener en cuenta criterios distintos a la posición interna del sujeto, siendo, por tanto, objetivas y, por otro, deben tener un carácter material, en el sentido de no limitarse a una simple remisión a los tipos de la parte especial, sino que hacen especial énfasis en teorías causales diferenciadoras (López Barja, 1996; Mir Puig, 2004; Jescheck,1981). fácil. Por ejemplo, en el caso del artículo 103 (homicidio) del Código Penal colombiano, ¿qué ocurre cuando alguien sujeta a otro para que un tercero lo apuñale?, caso ampliamente desarrollado por la doctrina; aquí solamente quien apuñala, desarrolla el verbo típico de matar, mientras que el que sujeta, al no desarrollar literalmente el verbo rector, sólo presta una ayuda. Así, se deduce un primer inconveniente a la hora de aplicar esta teoría; junto a lo anterior, al no describirse literalmente la acción en el tipo de alguno de los intervinientes, la coautoría quedaría descartada, si la conducta desplegada por los “Coautores no es del todo idéntica”. Esto genera incongruencias causales y de imputación, como la indeterminación de: “quien objetivamente es causa de un determinado resultado”. Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana Teorías mixtas posiciones. El punto de partida es que la causalidad del autor es directa, mientras que la del cómplice se apoya en la del autor (Díaz y García Conlledo, 2004). Por tanto, se observa si entre la conducta del interviniente y el resultado existe una relación directa o existen acciones de otros intervinientes de manera intermedia. En este sentido, se resalta la posición expresada por Reinhard Frank (citado en Roxin, 1998), según la cual la autoría se caracteriza porque la causalidad entre la acción y el resultado se produce o transmite físicamente, lo que para Frank equivale a directamente; mientras que la causalidad de la participación se produce psíquicamente, lo que para Frank es idéntico a indirectamente. Cuando se produce la causalidad a través de la influencia sobre otra persona, pero ésta no es libre o consciente de su causalidad directa sobre el resultado, la causalidad del sujeto que actúa detrás deja de producirse psíquicamente y se produce físicamente, por ello resulta ese sujeto autor mediato, siendo lo anterior solución aparente al problema de la autoría mediata (Jiménez, 1976). Teoría de la supraordinación: defendida por Dahm y Schmidt (citados en Roxin, 1998). Esta teoría asume que no se puede obtener un criterio totalmente perfilado y exacto para distinguir entre coautor y partícipe, sino que hay que atender a las circunstancias de cada caso en concreto para determinar si un sujeto está en posición de superioridad frente al otro (supraordinación) o de inferioridad (subordinación) o existe una posición de igualdad (coordinación de los coautores) entre los intervinientes, como lo indican Díaz y García Conlledo (1991). Roxin (1998) afirma que las teorías objetivas y subjetivas raras veces se han presentado en la jurisprudencia en su estado puro; esto implica que para la diferenciación entre autores y partícipes las nombradas teorías suelen entremezclarse; perfectamente, se puede entrelazar la teoría objetivo-formal con la teoría del dolo o la teoría objetivo material con la teoría del dolo y la justificante del interés. Esto, obviamente, lleva a construcciones complejas, pero a través de las cuales tanto la doctrina como la jurisprudencia han tratado en lo posible de dar solución a los vacíos que se presentan al adoptar una doctrina única. 3 Teoría del dominio del hecho Esta teoría, en la actualidad, constituye la posición dominante en la doctrina y ha sido defendida por autores como Maurach (1995), Gallas (1968, citado por Roxín, 1998), Weber (1935), Jescheck (1981) y Gimbernat (1966). Varios teóricos han intentado aproximarse a una definición concreta en torno a la teoría del dominio del hecho, sin embargo, se han destacado algunos autores por sus enunciados, que pretenden obtener, en lo posible, la uniformidad de un criterio único, que sirva de fundamentación a la aplicación de la teoría en su estado más reciente. Según Díaz y García Conlledo (1991), es Lobe, en 1933, quien la utilizó por primera vez para criticar la teoría subjetiva. La idea de dominio del hecho en un sentido absolutamente moderno, exigiendo, junto 3 124 Roxin (1998, pp. 75 y ss.) hace una presentación de las diferentes mixturas que se pueden presentar entre las teorías objetivas y subjetivas, así como las teorías de Stubel, Tjaben y Haupt. André Scheller D`Angelo Posteriormente, tuvo base en el finalismo, sobre la tesis de que en los delitos dolosos es autor quien domina finalmente la ejecución del hecho, del mismo modo que ve lo decisivo de la acción en el control final del hecho (Mir Puig, 2004). Es de anotar que la expresión “dominio del hecho”, antes de ser difundida por Lobe y Welzel en el sentido que hoy en día se conoce, fue utilizada por autores como Hegler, Frank y Goldschmidt (citados en Roxin, 1998), quienes la consideraban como referida al sujeto del delito, pero entendida sólo en cuanto a los elementos materiales de la culpabilidad (de su época), es decir, a la imputabilidad, al dolo o a la imprudencia y a las causas de exculpación. Por su parte, Bruns (citado en Welzel, 1970) utiliza la expresión dominio del hecho para referirse al criterio de distinción entre dolo e imprudencia consiente. Según lo anterior, el elemento objetivo de la autoría está comprendido dentro del tipo objetivo o dominio objetivo del hecho, mientras que el elemento subjetivo de la autoría o la voluntad de dominar el hecho se encuentra en el tipo subjetivo (Díaz y García Conlledo, 1991, Luón, 2004). Esta construcción ha sido refutada por Gimbernat (1966), quien considera que el dominio del hecho es una construcción solamente objetiva, con fundamento en el cual el que tiene el dominio del hecho ya puede actuar con la voluntad “que le dé la gana”; el dominio del hecho lo seguirá teniendo. Y el que no es titular del dominio del hecho, aunque se ponga como se ponga, aunque tenga la voluntad de Construcción y contenido del dominio del hecho Hans Welzel (1970) manifiesta que el autor del hecho será aquel que lo realiza en forma final, en razón a una decisión de su voluntad. El sustento de toda la teoría del dominio del 4 125 En países como Alemania, España, Colombia, la teoría del dominio del hecho es de amplia recepción con algunas limitantes Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 hecho, según la doctrina dominante, 4 es consecuencia en gran medida del sustento de las anteriores teorías de la autoría; así, influyen en la formación del concepto la teoría del dolo, la objetivo material, la objetivo formal, etcétera. Asimismo, es de considerar, como lo anota López Barja (1996), que la teoría del dominio del hecho también es consecuencia de aceptar el dolo en el tipo. Así, si se mantiene la posición en torno a que la acción humana es un suceso finalmente dominado por la voluntad, la cuestión de quien ha realizado una acción y, por tanto, quien es autor de ésta remite a aquel que ha tenido el dominio final de la acción. Según Roxin (1998), el dominio del hecho es un elemento objetivo de la autoría y, por ello, elemento del tipo objetivo y elemento del tipo subjetivo. En consecuencia, el dominio objetivo del hecho y la voluntad de dominio constituyen los elementos del dominio final del hecho. al elemento subjetivo de la voluntad de dominio, el verdadero dominio objetivo en la ejecución (en el mismo sentido Martínez, 1998). Como consecuencia de lo anterior, Lobe sostuvo que lo esencial para la autoría no es sólo la presencia de una voluntad del contenido ni querer el hecho como propio, sino también que la realización de esa voluntad debe, además, tener lugar de modo que ésta se ejecute bajo su dominio y que la voluntad domine y dirija la ejecución que sirve a su realización. Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana abordar la teoría del dominio del hecho desde la visión de Roxin, un criterio que resulta de vital importancia para seguir comprendiendo la entrada de dicha teoría y su vigencia en el mundo jurídico penal. Lo que se ha visto hasta ahora lleva a concluir que la teoría del dominio del hecho tiene elementos objetivos y subjetivos, por tanto, cabe preguntarse: ¿la teoría del dominio del hecho es una teoría objetivo-subjetiva? Siguiendo la postura de Díaz y García Conlledo (1991), la respuesta al interrogante es negativa, puesto que las teorías subjetivas de la autoría exigen en el sujeto una disposición de la voluntad o ánimo con respecto a su forma de intervención que es lo que la doctrina ha denominado animus auctoris; no obstante, los partidarios del dominio del hecho, cuando se refieren al elemento subjetivo de la teoría, lo identifican con finalidad, es decir, con dolo, pero no el dolo entendido simplemente como querer y saber, porque el dolo así entendido también concurre en los partícipes, sino que se debe entender el dolo como voluntad consiente de realizar concretamente aquello que objetivamente fundamenta el dominio del hecho. autor, aunque quiera el hecho como propio, no por ello entra en posesión del dominio que antes no tenía. Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 Si se continúa con la construcción de Welzel (1970), no resulta suficiente en cuanto a la determinación de la autoría; un simple aporte causal al hecho o la sola voluntad de ser autor, además, es preciso que el autor domine el hecho y ello implica que esté en posición de orientar los factores causales, de acuerdo con la dirección final de su voluntad, por ello, se requiere para el dominio del hecho: finalidad y posición objetiva. Junto a ello, Welzel considera que el dominio del hecho también depende de un contenido social, es decir, de otros elementos personales del autor, a los que denomina elementos objetivos del autor; por ejemplo, el hecho de ser funcionario, comerciante, soldado, etcétera, y los elementos subjetivos de la autoría como el ánimo de lucro, la tendencia lasciva, etcétera. Por tanto, si se dan estos elementos, el autor tendrá el dominio del hecho, no solamente en sentido final, sino también social. Así, sólo cuando se reúnen esos tres requisitos en el autor existe autoría. Más adelante Welzel también expresó que en algunos delitos es necesario, junto a los tres anteriores, el requisito de “la realización de propia mano”. En resumen, según el criterio de Welzel, únicamente cuando se tiene el dominio final del hecho y se tienen en cuenta los elementos subjetivos y objetivos habrá autoría; más adelante, este mismo autor abandonó el dominio social del hecho, pero insistió en los tres requisitos antes mencionados (dominio final, elementos objetivos y elementos subjetivos del autor). Para Roxin (1998), se necesita un conocimiento fundamentador del dominio, es decir, que el autor debe conocer las circunstancias fácticas que fundamentan su dominio sobre el acontecimiento: se pide más conciencia que finalidad. La finalidad o la conciencia exigidas nada tienen que ver con la posición interna del sujeto con respecto a su forma de intervención o con querer el hecho como propio o ajeno, así como con tener voluntad preponderante o con actuar con determinado interés o no. Por lo anterior, es claro que la teoría del dominio del hecho no es una teoría subjetiva, diferente En la actualidad, quien con más éxito ha defendido la teoría del dominio del hecho ha sido Claus Roxin. Cabe aclarar, antes de 126 André Scheller D`Angelo Por otro lado, Roxin (1998) concibe el dominio del hecho como concepto abierto. Manifiesta que el concepto de dominio del hecho no puede ser un concepto indeterminado, pues ello daría lugar a dejar insolubles algunos casos difíciles; pero tampoco debe ser un concepto fijo en el que se apele a la subsunción estricta para la solución a las diferentes circunstancias fácticas. Entonces, se concreta en un punto medio en el que se tengan en cuenta los sucesos y los fenómenos de la vida real, pero con un cierto principio rector común que sirva de hilo conductor, que permita la diferenciación de los casos en concreto. Esto es lo que para Roxin se denominará concepto abierto, el cual constituirá el indicador de la dirección por seguir a través del cual se construirá la teoría del dominio del hecho, estudiando en cada caso particular de autoría (individual, mediata y coautoría) las diferentes formas de aparición del fenómeno participativo y extrayendo así principios rectores que le den solución a los diferentes casos, en particular. Cabe anotar que el dominio del hecho no se da para Roxin en todos los casos, por ejemplo, en los delitos de infracción al deber y en los de propia mano en los cuales la regulación es diferente. Con posterioridad a las construcciones de Welzel, y aún en la actualidad, no son pocas las matizaciones que de la teoría del dominio del hecho han desarrollado algunos autores, entre ellos, Maurach, Von Weber, Jescheck y Gimbernat, entre otros. Roxin, en su obra más sobresaliente sobre el tema Autoría y dominio del hecho en derecho penal, expone de manera metódica que el autor es la figura central del proceso de actuación. Éste es el punto de partida metodológico, porque esta afi rmación contiene un principio rector, del que puede partir el concepto legal, pero, además, de allí se extrae un concepto pre jurídico de diferenciación que no tiene objeción. Según el planteamiento de Díaz y García Conlledo (1991), el legislador valora de tal forma que caracteriza al autor a través del concepto de ejecutar, al inductor a través del determinar al hecho y la complicidad mediante el hecho de prestar ayuda. Por consiguiente, el legislador, de manera concreta, contempla en el centro de la actuación al ejecutor y a las otras tres figuras en torno a él. Con esto Roxin quiere significar que la esencia de la participación consiste en el apoyo en la figura del autor. Obviamente, con la figura del autor como criterio central de la actuación, no queda evacuada la definición material de autor, pues, en gran medida, ella dependerá de las valoraciones del legislador, la estructura del comportamiento y el tipo específico de que se trate; entonces, es importante dotar de contenido la figura central; Roxin considera que ese contenido se logra mediante el dominio del hecho, de la Roxin (1998) considera como formas de dominio del hecho el dominio de la acción en la teoría inmediata unipersonal, “quien sin estar coaccionado y sin depender de otro más allá de lo que socialmente, realiza de propia mano todos los tipos, es autor, en cualquier caso será autor”; el dominio de la voluntad, 5 127 Este punto de partida ha recibido diferentes críticas por parte de la doctrina, en especial, Bacigalupo (1984) y Díaz y García Conlledo (1991). Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 infracción del deber especial o de la actuación de propia mano. 5 es que en ella concurran elementos subjetivos, como los enunciados anteriormente de la manera como lo expone Welzel. Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana medida fracase, por tanto, Roxin concluirá que la coautoría se debe concebir como dominio del hecho conjunto. Es de anotar que la figura de la coautoría se ha defendido por parte de la doctrina, por ende, Bokelmann (1960) defiende la llamada “división del trabajo”, para significar que el coautor, en los actos preparatorios por medio de esta idea, puede desempeñar conjuntamente distintos papeles en el marco del plan unitario; esta posición no es compartida por Roxin, pero se enuncia ya que en la legislación penal colombiana se hace mención a ella. según la idea de figura central, “una coacción o la utilización de quien sufre un error hace al sujeto de atrás figura clave del acontecimiento, a diferencia de si se hubiera limitado a una incitación o a un mero consejo” en la autoría mediata. Finalmente, el dominio funcional en la coautoría, el cual presenta Roxin, al margen de consideraciones valorativas generales que desembocan en consideraciones de merecimiento de pena. El fenómeno de la coautoría, lo explica el mismo autor a partir de la siguiente lógica: Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 Si partimos de ejemplos en los que el cooperador, sin tener el dominio de la acción ni de la voluntad, satisface en la medida de lo posible el criterio, para nosotros decisivo, de ser la “figura central del suceso de la acción” y si pensamos por ejemplo, en el atracador del banco con la pistola o en el interviniente en el asesinato que sujeta la víctima, la situación es la siguiente: De manera muy similar, con algunas variaciones de contenido, pero no en su finalidad, se refiere Jescheck (1981) a las consecuencias concretas de la teoría del dominio del hecho: 1) Siempre es autor quien ejecuta por su propia mano todos los elementos del tipo; 2) es autor quien ejecuta el hecho utilizando a otro como instrumento (autoría mediata); 3) es autor el coautor, que realiza una parte necesaria de la ejecución del plan global (dominio funcional del hecho), aunque no sea un acto típico en sentido estricto, pero participando en todo caso de la El interviniente no puede ejecutar nada solo; la intimidación de los empleados del banco o sujetar a la víctima no realizan el resultado: únicamente si el compinche coopera “funciona el plan”. Pero también el otro se ve igualmente desamparado; de no quedar inmovilizados los empleados del banco, sería, detenido y de no sujetar nadie a la víctima, ésta se defendería o huiría, así pues para ambos la situación es la misma: solo pueden realizar su plan actuando conjuntamente; pero cada uno por separado puede anular el plan conjunto retirando su aportación. En esta medida cada uno tiene el hecho en sus manos (p. 307). común resolución delictiva (pp. 887-888, t. II). La autoría en el concepto funcionalista La diferenciación entre autor y partícipe en un concepto funcionalista no está ligado a conceptos ontológicos, sino a consideraciones normativas, es decir, que su base no se encuentra en consideraciones del mundo real, sino en valoraciones jurídicas. Según Jakobs (2008), la responsabilidad jurídico penal se fundamenta en el quebrantamiento de un papel o representación que cumple cada persona, en el cual se pueden distinguir dos categorías: por un lado, roles especiales que Lo que Roxin denomina “posición clave” de cada interviniente, define la coautoría; “si dos personas gobiernan conjuntamente una región, esto es, son co-señores en sentido literal, ello suele manifestarse en que cada uno, al adoptar medidas, está vinculado a la cooperación del otro”; así las cosas, si alguno de los dos pretende retroceder, puede hacer que la 128 André Scheller D`Angelo Por otro lado, la responsabilidad puede ser abarcada por obligaciones de carácter general o común de la persona en sociedad. Jakobs (2008) los denomina actos organizativos del titular de un ámbito de organización; esta organización se denomina “dominio del hecho”, por tanto, a estos actos se les conoce como delitos de dominio. Se identifican con los deberes comunes a todos dentro de la sociedad, de respetar los bienes ajenos, de no abusar de los derechos propios. De esta manera, serán autores todos los que concurran a ejecutar la acción punible, en tanto que por acción u omisión quebranten el papel común a toda persona. Discusión y conclusiones Dentro de la teoría funcional del concepto de autor, cuando una sola persona organiza y ejecuta el hecho siempre será autora; ahora bien, si varias personas toman parte del hecho de manera coordinada en sus ámbitos de organización, de tal manera que planean en conjunto un delito, aportando actos de la misma importancia se trata de coautores; si los aportes son de menor importancia se trata de partícipes y, finalmente, si existe sometimiento al ámbito de organización de otro se considerará que éste es autor mediato. El Código Penal colombiano, Ley 599 del 2000, desarrolla en los artículos 29 y ss. los criterios que gobiernan la autoría y la participación, por lo cual diferencian de manera puntual entre unos y otros, y especifican algunas condiciones para cada uno de ellos. Por otra parte, Jakobs (2008) sostiene que no es el dolo de los intervinientes lo que fundamenta que se trate de algo común, sino la competencia por lo que sucede y esta Es autor quien realice la conducta punible por sí mismo o utilizando a otro como instrumento. Son coautores los que, mediando un acuerdo común, actúan con división del trabajo criminal atendiendo la importancia del aporte. La autoría De acuerdo con la legislación penal colombiana, intervienen en el delito los autores y los partícipes. Artículo 29 - Autores: 129 Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 competencia también puede concurrir en caso de ausencia de dolo; por ello, puede existir participación imprudente en un hecho doloso, denominada autoría imprudente. Ejemplo de lo anterior es que un cazador cuelga su escopeta cargada del perchero de un bar; otro cliente reconoce la situación y aprovecha la oportunidad de observar el arma, así, asiéndola torpemente se produce un disparo que da muerte a otra persona; si el hecho se hubiere previsto y acordado se trataría de una lesión común, no obstante, la razón de la responsabilidad no está en los acuerdos, sino en la competencia común por configuración del mundo que crea un riesgo no permitido y, por tanto, los intervinientes responden por competerles el resultado lesivo, por ejecutar el comportamiento que encierra el riesgo no permitido o por mediar un comportamiento en fase de preparación que constituya razón para imputar el comportamiento en fase de ejecución. obligan a determinadas personas, —el padre, la madre, servidor público, cónyuge— cuya vulneración conduce a los delitos de “infracción de deber”, caso en el cual solamente los titulares de estos roles son responsables de los quebrantamientos a título de autor, de tal forma que aquellas personas no abarcadas dentro de dicho rol pueden aparecer como partícipes, pero no como autores. Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana También es autor quien actúa como miembro u órgano de representación autorizado o de hecho de una persona jurídica, de un ente colectivo sin tal atributo, o de una persona natural cuya representación voluntaria se detente, y realiza la conducta punible, aunque los elementos especiales que fundamentan la penalidad de la figura punible respectiva no concurran en él, pero sí en la persona o ente colectivo representado. le corresponde, se presente como una pieza esencial para la realización del plan general; lo anterior, claro está, bajo los parámetros de la teoría del dominio del hecho, en la medida en que una teoría subjetiva remitiría aquí también a la voluntad del autor. De cara a la punibilidad, el mismo artículo señala que: “El autor en sus diversas modalidades incurrirá en la pena prevista para la conducta punible”. Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 De lo anterior se colige que son autores quienes desarrollen la conducta típica, pero también es autor quién no realizándola por sí mismo domina la voluntad de otro a quien utiliza como instrumento (dominio de la voluntad); luego, es claro que se alude al criterio de la autoría mediata. En términos de Gómez (2005), la expresión instrumento significa herramienta, utensilio, etcétera; también denota “elemento”. En la manera como se emplea en la norma, quiere decir usar o servirse de un hombre como elemento, lo que señala que una persona dirige o domina a otra en su actividad a través del engaño, el error, la situación de inimputable o una situación artificial como la hipnosis, pero en todo caso, dominando la producción del suceso, convirtiendo al otro en un elemento que no controla el acaecer típico. La participación En cuanto a los partícipes, la legislación penal establece que: Artículo 30 - Partícipes. “Son partícipes el determinador y el cómplice. Quien determine a otro a realizar la conducta antijurídica incurrirá en la pena prevista para la infracción”. Los inductores Inducción es determinar dolosamente a otro al hecho antijurídico por él cometido (Jescheck, 1981). Quien induce a otro se limita a provocar en el autor el comportamiento delictivo; en principio, todos los medios de inducción son idóneos en la medida en que la supongan un influjo psíquico; el inductor debe actuar dolosamente, para ello debe bastar el dolo eventual que, por una parte, debe estar dirigido a la producción de la resolución de cometer el delito y, por otra, a la ejecución del hecho principal, incluyendo los elementos subjetivos de tipo y la realización del resultado típico; Jescheck (1981) lo denomina “doble dolo”. Por lo anterior, es claro que, en la legislación penal colombiana, autor no sólo es quien realiza por sí mismo la conducta punible, sino también es quien se sirve de otro para su realización (Posada, 2002). De la misma manera, se consideran autores a quienes mediante acuerdo común actúan por actos equivalentes o por división del trabajo (Velásquez, 2002). En sentido objetivo, la aportación de cada coautor debe encerrar un determinado grado de importancia funcional (Jescheck, 1981), de modo que la colaboración de cada uno de ellos, mediante el desempeño de la función que a cada uno El dolo desplegado por el inductor debe ser un dolo concreto, es decir, que se dirija a un determinado hecho y a un determinado autor en el que se produzca la resolución de delinquir. Asimismo, la acción del inductor debe ocasionar definitivamente la resolución de cometer el hecho en el autor principal. 130 André Scheller D`Angelo Finalmente, a quien se induce en el hecho, debe concluirlo con consumación o al menos con la mera tentativa, en la medida en que de no iniciarse el comportamiento punible, el comportamiento del inductor sería del todo impune. Los cómplices El fenómeno de la complicidad está enmarcado en la norma penal colombiana en el mismo artículo 30 de la siguiente manera: Quien contribuya a la realización de la conducta antijurídica o preste una ayuda posterior, por concierto previo o concomitante a la misma, incurrirá en la pena prevista para la correspondiente infracción disminuida de una sexta parte a la mitad. Por otra parte, es claro que el cómplice frente a la teoría del dominio del hecho carece del dominio sobre las circunstancias que determinan la acción y la producción del resultado típico. Al interviniente que no teniendo las calidades especiales exigidas en el tipo penal concurra en su realización, se le rebajará la pena en una cuarta parte. El criterio restrictivo en la Ley 599 del 2000 El cómplice sólo se puede caracterizar de una manera negativa, es decir, aquel que ha prestado una colaboración que no es indispensable para la comisión del delito (Bacigalupo, 1998). Desde el punto de vista del instante de la aportación del cómplice, ésta se da tanto en la etapa de preparación como en la de ejecución; no cabe la posibilidad de una complicidad posterior a la comisión del hecho delictivo, excepto cuando se cumple una promesa anterior al delito: lo que determina la complicidad es la promesa anterior. Si esa promesa no tuvo incidencia en el hecho, no habrá complicidad, pero si la hubo, habrá complicidad aun cuando no se cumpla. En el Código Penal colombiano el legislador ha optado por un criterio restrictivo de autor, ello se puede inferir de la lectura del artículo 28 que dispone “concurren a la conducta punible los autores y los partícipes” y, asimismo, de los artículos 29 y 30, cuando definen el rango de acción de autores y partícipes, definiendo en qué casos ha de optarse por uno o por otro; se descarta así el criterio unitario. De igual forma, cuando el legislador, hace hincapié en el articulo 29 inciso 1º que es autor “quien realice la conducta punible por sí mismo”, descarta la posibilidad de un criterio extensivo, debido a que para dicho criterio no 131 Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 De lo anterior, se deduce que para la complicidad son necesarias algunas exigencias que, en términos de Velásquez (2002), pueden ser resumidas así: primero, debe haber vinculación entre el hecho principal y la acción del cómplice, de tal manera que el aporte doloso de este suponga una contribución objetiva a aquel. Puede ser de carácter necesario o imprescindible cuando sin ella el hecho no se hubiera realizado, a esta especie se le denomina complicidad primaria o necesaria o en su defecto cuando la contribución o aporte se hubiere realizado de todas formas, caso en el cual se presenta el fenómeno de la complicidad secundaria o no necesaria. En segundo lugar, la colaboración del cómplice debe ser el aporte doloso, de lo que se deduce la inexistencia de una complicidad culposa. En cuanto a lo anterior, cabe la posición de alguna parte de la doctrina, según la cual, si el autor principal ya está decidido a realizar la conducta, únicamente concurrirá tentativa en la inducción o complicidad (Jescheck, 1981). Estado del arte sobre los conceptos de autoría y participación en la legislación penal colombiana Bacigalupo, E. (1965), La noción de autor en el código Penal, Buenos Aires, B de F. necesariamente quien realice el comportamiento “por sí mismo” va a ser considerado autor, sino que se puede considerar cómplice, puesto que ello depende del “ánimo” de autor o cómplice con que se actúe. Por tanto, para el Código Penal colombiano, siempre será autor quien realice la conducta por sí mismo, así lo haga por encargo o en interés de otro 6 —en lo que a la autoría inmediata se refiere—. Lo que obliga a desechar criterios subjetivos para diferenciar entre autores y partícipes, como en el caso de la “bañera”, y el caso Staschynski transcritos anteriormente. Con esta disposición se descarta el criterio extensivo de autor. Bacigalupo, E. (1998), Principios de derecho penal, parte general, Madrid, Akal. Beling, E. Von. (1944), Esquema de derecho penal, Buenos Aires, Depalma. Bokelmann, P. (1960), Relaciones entre autoría y participación, Buenos Aires, Abeledo-Perrot. De Figueiredo, J. (1999), “Autoría y participación en el dominio de la criminalidad organizada: el dominio de la organización”, en Ferré Olive, J. C. y E. Anarte. Delincuencia organizada. Problemas penales, procesales y criminológicos, Huelva, Universidad de Huelva. Díaz y García Conlledo, M. (1991), La autoría en derecho penal, Barcelona, ppu. Revista Nacional de Investigación - Memorias Volumen 8, Número 14 / julio-diciembre del 2010 Por tanto, se debe sentar que la posición defendida en este trabajo, según la cual el criterio restrictivo ofrece una respuesta más satisfactoria que el unitario o el extensivo a la definición de autor, concuerda con la posición que indudablemente ha adoptado nuestro legislador, pese a las diferentes transcripciones jurisprudenciales (ver sentencia del 22 de mayo del 2003, radicado No. 17.457) según las cuales, el criterio extensivo, aplica aún hoy día y es de mejor recibo que el restrictivo. Cuestión que, por supuesto, no se comparte por los motivos ya expuestos. Díaz y García Conlledo, M. (2004), “La autoría en derecho penal: caracterización general y especial atención al Código Penal colombiano”. DPC, vol. xxv, núm. 76, pp. 78, 96, 97, 98. Díaz y García Conlledo, M. y Luzón, D. M. 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III, Bogotá, Colombia, Ediciones Doctrina y Ley. Es de anotar que el hecho de que nuestro legislador admita la institución de la autoría mediata, no quiere decir que admita un criterio extensivo y una teoría diferenciadora de orden subjetivo, debido a que el sujeto determinado actúe “por otro”. Lo que se quiere destacar es que quien actúa con dolo y ejecuta de mano propia el hecho no se puede llamar cómplice, debido a una ausencia de “voluntad de autor”. Hauriou, M. (1927), Principios de derecho público y constitucional, Madrid, Ediciones Rialp. Hernández, A. (2004). “La coautoría”. Derecho penal y criminología, vol. xxv, núm. 75. 132 André Scheller D`Angelo Roxín, C. (2007), La teoría del delito en la discusión actual, M. Abanto Vásquez (trad.), Lima, Perú, Editora Jurídica Grijley. Jakobs, G. (2008). Derecho penal. Parte general, Madrid, Marcial Pons. Sáinz, C. (1990), Lecciones de derecho penal, Barcelona, Bosch. Jescheck, H. (1981). Tratado de derecho penal, F. Muñoz Conde, y S. 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