La migración debe analizarse desde una perspectiva de géneroi En los últimos 30 años, la migración se ha constituido en un fenómeno estructural más intenso, diverso e influyente de las dinámicas económicas, sociales y demográficas de los países centroamericanos. Es por eso que es importante analizar este tema, especialmente en un contexto caracterizado por el impacto de la crisis económica mundial sobre nuestros países. Sin embargo, no es un fenómeno neutral que afecte por igual a hombres y mujeres ni se debe entender sólo por quienes emigran, también por quienes quedan atrás. Conforme el Estado de la Región 2008 (ERDHS), para el 2006 se estima que había cerca de 4,5 millones de personas centroamericanas viviendo fuera de sus países de origen. El estudio señala que esta situación se traduce en que uno de cada 6 hogares tiene a un miembro migrante en otro país; se puede afirmar que esto desestructura la organización de la familia nuclear conyugal –con o sin hijos- e incide en la transformación radical de las modalidades de inserción laboral de los hogares que quedan atrás. Estos hogares presentan menores tasas de participación laboral y mayores tasas de desempleo; siendo que en su mayoría son hogares monoparentales que están a cargo de mujeres (ERDHS, 2008: pág.257). Los hogares con jefatura femenina reciben en promedio un monto que es hasta 63% mayor que el correspondiente a los hogares con jefatura masculina (Idem: pág. 263) y distintos estudios señalan, que las mujeres migrantes destinan un porcentaje mayor de su salario para enviarlo como remesas a sus hogares. Quienes se van, es decir, las y los migrantes son, en su mayoría, personas en edad productiva y tienen niveles de instrucción promedio superiores al resto de la población de sus países. En los lugares de destino, cumplen con una activa participación en los mercados laborales, principalmente en empleos de baja calificación y productividad. A nivel extraregional, Estados Unidos es el principal destino migratorio; a nivel intraregional, los mayores flujos migratorios están entre Nicaragua y Costa Rica y se considera que éste último, es el destino del 40% de la migración nicaragüense. Las principales razones para migrar son de índole económica y social. En el caso de las mujeres se suma que muchas huyen de situaciones de violencia doméstica. Al respecto, el Proyecto Estado de la Región señala que las mujeres “por su condición de género, también (junto con las y los niños) constituyen un grupo altamente vulnerable en todas las fases del proceso migratorio… y asumen un doble papel: por un lado son víctimas de la delincuencia, de abusos, robos y trata de personas, pero por otro son figuras clave para la inserción de los migrantes en los lugares de destino” (ERDHS, 2008:269). Especial caso reciben quienes son migrantes indocumentadas/os y con bajo nivel de instrucción. En nuestro país, el Censo del 2000 se estimó que 296.461 nacieron fuera del país y migraron por diversas razones. De la población migrante el 76.4% eran nicaragüenses y de este total el 50.1% son mujeres. Para el año 2007 se estimó que el 51% de las personas nicaragüenses que emigran a Costa Rica son mujeres, con una edad promedio de 33 años. Más de la mitad de ellas (54%) son jefas de hogar y tienen permiso legal de residencia (56%); su escolaridad suele ser baja (primaria completa o secundaria incompleta), son solteras (51,8%), casadas o en unión libre (43.8%) (Ponencia: pág. 1). En un estudio expuesto en Informe del Estado de la Región 2008, la Organización Internacional para las Migraciones de Costa Rica y de Nicaragua, analizaron las experiencias de mujeres nicaragüenses en Costa Rica. Ellas señalaron ser víctimas de explotación laboral y tener dificultades para hacer valer sus derechos. Reportaron problemas para conseguir la documentación migratoria (tanto en el país de origen como de destino) y la falta de acceso a programas de asistencia social al ser indocumentadas. Indicaron además, “problemas específicos de las mujeres, como el acoso sexual en el lugar de trabajo y la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva” (OIM-Mesoamérica en ERDHS: 2008: pág. 269). Además, relataron varias situaciones de discriminación cultural y estigmatización. De igual forma, identificación una serie de acciones para superar estos problemas: conformar un comité binacional e interinstitucional para gestionar políticas de fomento al empleo y la inversión; medidas para asegurar el retorno digno a Nicaragua; la creación de un albergue temporal para quienes llegan por primera vez a Costa Rica, campañas de sensibilización sobre la importancia del aporte de las mujeres trabajadoras migrantes en Costa Rica. El Estado de la Región también recomienda: reconocer el derecho de igualdad de trato y la no discriminación a las personas migrantes; garantizar el debido proceso y el derecho de defensa ante las detenciones y deportaciones; la tipificación y el combate al tráfico ilegal y la trata de personas; la protección estatal de los derechos de las y los nacionales en el exterior. Además, financiamiento de los servicios sociales que reciben la población migrante pero también, se debe considerar la adecuada reinserción de quien emigra a las sociedades de origen. En síntesis, la tendencia actual en relación al fenómeno de la migración y género, es que aumenta el número de mujeres migrantes, en edades laboralmente más productivas y mayor nivel educativo con respecto a la población que no emigra o que no tiene la oportunidad de emigrar. En el proceso migratorio ellas y la niñez son las más vulnerables y enfrentan los problemas propios de cualquier migrante, más los relacionados con la violencia hacia las mujeres; además son claves en la inserción de migrantes en el lugar de destino. Son los hogares con jefatura femenina quienes reciben un porcentaje mayor de remesas, pero también son los que tienen menos oportunidades de participación laboral y mayores niveles de desempleo. Entre los principales desafíos que se presentan en cuanto al tema migratorio, está en primer lugar el derecho de las personas a elegir entre permanecer en sus hogares de origen o migrar a otras naciones. Esto es un tema que implica una distribución más equitativa de los beneficios del desarrollo, mejorar las oportunidades de trabajo y el acceso a condiciones de vida dignas para todos los sectores sociales (ERDHS: 2008:250). Para quienes ya son migrantes, especialmente para las mujeres, se debe generar alternativas de capacitación técnica en áreas no tradicionales de las mujeres; crear estrategias de recalificación de la mano de obra femenina en función de áreas que tienen menos inestabilidad laboral y financiera derivada de la actual crisis mundial; incrementar la inversión en programas de desarrollo social y en aquellos que respondan a la necesidad del cuido como una responsabilidad social; establecer mecanismos de cooperación entre instituciones homólogas de los países de origen; vigilar de manera conjunta, la protección de las personas migrantes durante el tránsito y destino (Ponencia, Págs. 8 al a 10).. La profundización y el conocimiento del tema, por medio de la investigación con enfoque de género, es un imperativo básico para profundizar en el conocimiento de la situación de las mujeres migrantes. Se necesita la recolección de datos estadísticos con enfoque de género y la realización de estudios cualitativos y estudios de caso; análisis que debe realizarse desde el ámbito académico, desde las organizaciones sociales e instituciones relacionadas de tal forma que se pueda incidir en la toma de decisiones (Ponencia, Págs. 8 al a 10) y la definición de políticas para esta población y en especial para las mujeres. i Resumen elaborado con base en Ponencia: “Necesidades, retos y logros de los Estados Miembros, con énfasis especial en las Buenas Prácticas Implementadas en Migración y Género” (2009) y Estado de la Región en Desarrollo Humano Sostenible 2008: Un informe desde Centroamérica y para Centroamérica. Marzo, 2009.