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Texto 5.
El pensamiento de Kant en su contexto.
“Uno de los aspectos relevantes del pensamiento de Kant es el modo como
superó la polémica que había enfrentado durante más de un siglo a
racionalistas y empiristas. Las diferencias afectaban fundamentalmente al
modo
de
plantear
el
problema
del
conocimiento.
Kant
se
formó
filosóficamente en el marco del racionalismo de Leibniz-Wolff. Con
G.W.Leibniz (1646-1716) la filosofía
alemana alcanza un esplendor sin
precedentes. Profesores como Ch.Wolff (1679-l754) se esfuerzan por dotar a
las ideas de Leibniz de sistematicidad y rigor académico. Para ellos, la
filosofía es un sistema racional, un cuerpo de verdades deducibles, y confían
en la posibilidad de conocerlo todo por meros conceptos. El universo aparece
en el racionalismo alemán como una totalidad armoniosa, sometida al
principio de razón suficiente: no existe efecto sin causa, todo ha sido hecho
necesariamente para un fin y vivimos en el mejor de los mundos posibles
(optimismo metafísico).
Kant fue siempre deudor del pensamiento riguroso y sistemático de los
filósofos racionalistas, pero en sus años de formación estudió también
matemáticas y física, tal como ésta había quedado establecida por Newton,
como un conjunto de leyes referidas a la experiencia. En la Crítica se
lamentará del penoso estado de confusión en que se encontraba la filosofía en
comparación con el seguro avance experimentado por las ciencias.
Según él mismo relata, fue decisivo su encuentro con las ideas de D.Hume
(1711-1776) quien le hizo caer en la cuenta del papel que juega la experiencia
en el conocimiento, así como de las dificultades que plantea el intento de
reducir el conocimiento al mero enlace de impresiones (intento que conduce
finalmente al escepticismo).
La solución propuesta por Kant al problema del conocimiento concilia los
puntos de vista racionalista y empirista, distinguiendo en todo conocimiento
un elemento empírico y otro racional: "No hay duda de que todo nuestro
conocimiento empieza con la experiencia. Pues ¿cómo podría ser despertada a
actuar la facultad de conocer sino mediante objetos que afectan a nuestros
sentidos? (...) Por consiguiente, en el orden temporal, ningún conocimiento
precede a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella. Pero aunque
todo nuestro conocimiento comience con la experiencia, no por eso procede
todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo
conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante
las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce,
simplemente motivada por las impresiones, a partir de sí misma".
(Kant, 1978, 41-42).
“A partir de este supuesto Kant se propone analizar la razón, buscar en ella
los principios que dan forma a nuestra experiencia del mundo y poner fin a
todo uso impropio de la misma. El sujeto racional se erige en juez que se
marca a sí mismo límites en el uso de sus facultades. Sólo así la filosofía podrá
de una vez por todas tomar la dirección que le permita progresar.
Otro aspecto importante de la filosofía kantiana es el análisis que hace de la
moralidad. Desde su primera formación, de inspiración religiosa, ciertas ideas
habían tenido para Kant gran importancia: el sentimiento del deber, la
presencia en nosotros de la ley moral bajo la forma de un mandato que
ordena
sin condiciones actuar de cierta manera y la obligación que los
hombres tenemos de aspirar a la santidad, entendida ésta como perfecta
conformidad de nuestra vida con la ley moral; cuestiones que aparecen en el
cristianismo ligadas al problema religioso de la justificación y con él al de la
salvación.
En 1762 Rousseau publica El contrato social, obra cuyo contenido tendrá gran
influencia en el pensamiento moral de Kant. En ella, al analizar el cambio que
supone para el hombre el paso del estado de naturaleza a la sociedad civil,
Rousseau vincula éste último con la moralidad: "Este tránsito del estado de
naturaleza al estado civil produce en el hombre un cambio muy notable, al
sustituir en su conducta el instinto por la justicia, y al dar a sus acciones la
moralidad de la que antes carecían. Sólo entonces, cuando la voz del deber
sucede al impulso físico, y el derecho al apetito, el hombre que hasta ese
momento no había mirado más que a sí mismo, se ve forzado a obrar de
acuerdo con otros principios y a consultar su razón antes de escuchar sus
inclinaciones
(...) De acuerdo con lo anterior, podríamos añadir a la adquisición del estado
civil la libertad moral, lo único que hace al hombre dueño de sí, pues el
impulso sólo del apetito es esclavitud, y la obediencia a la ley que se ha
prescrito es la libertad." ( Rousseau, 32)
En opinión de Kant, todo aquel ser capaz de llevar una vida moral, es decir,
de imponerse a sí mismo deberes, es digno de respeto. Para ello no ayudan en
nada los muchos conocimientos, sino la rectitud de la intención, la bondad de
la voluntad.
La filosofía kantiana pone en la razón, en el sujeto racional, los principios
desde los cuales se hacen posible tanto la experiencia del mundo como la
moralidad. La razón da leyes a la naturaleza (en cuanto que ésta nos es
conocida) y a nuestras acciones (en cuanto que éstas son morales). Este giro
subjetivista, que pone la razón humana en el centro de la filosofía, como
legisladora y artífice, es lo trascendental en la filosofía kantiana.”
Fuente: VVAA. Lecturas de Historia de la Filosofía. Universidad de Cantabria.
Santander, 1996, p.228.
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