cómo funciona la terapia de movimiento rítmico

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CÓMO FUNCIONA LA TERAPIA DE MOVIMIENTO RÍTMICO (TMR)
Rosina Uriarte
El cuerpo es una herramienta que utilizamos para percibir la información y para actuar y
responder a la misma. Pero el aprendizaje sucede siempre en el cerebro. Y el
movimiento está en la raíz de todo aprendizaje.
Cuando surgen dificultades no suele ser por falta de inteligencia, sino porque no se han
desarrollado las herramientas necesarias para realizar el trabajo del aprendizaje.
Cuando vemos estos problemas, estamos mirando solamente la punta del iceberg, sin
tener en cuenta todo el volumen que hay bajo el agua y que supone la base a lo que
vemos. Las habilidades necesarias para el aprendizaje se sustentan también sobre una
base mucho más amplia que no vemos, pero que debe ser muy sólida para que el
funcionamiento del niño sea el adecuado.
El cerebro se desarrolla ya desde el feto a través del movimiento del mismo y de la
madre.
El cerebro del bebé está inmaduro, pero preparado para un crecimiento vertiginoso. El
desarrollo cerebral del bebé en su primer año de vida sentará las bases de todo su
desarrollo posterior. Pero el proceso de maduración del cerebro no ocurre por sí solo,
sino que necesita de los estímulos, sobre todo de los que provienen de las experiencias
con el equilibrio, el tacto y el movimiento en general. Esto lo obtiene el niño al ser
tocado y mecido por sus padres y por sus propios movimientos rítmicos. Los reflejos
primitivos hacen que el bebé realice estos movimientos rítmicos en una secuencia y un
orden establecidos de forma innata.
A través de la estimulación sensorial y del movimiento principalmente, las zonas más
básicas y primitivas del cerebro (las que reciben esta estimulación de forma más directa)
se activan y se van desarrollando. A su vez van estimulando y conectándose con otras
zonas más evolucionadas. Para que el cerebro esté maduro, no sólo es necesario que
todas las zonas estén estimuladas y activas, sino que estén interconectadas unas con
otras, funcionando de forma conjunta. Si falla esta interconexión y la correcta activación
de todas las zonas cerebrales, pueden surgir problemas tanto físicos como cognitivos, de
aprendizaje, emocionales o de relación.
Cuando la estimulación no ha sido la correcta y el bebé no ha realizado los movimientos
espontáneos que necesita para su desarrollo (por problemas en el embarazo, parto, por
no haber pasado suficiente tiempo en el suelo, por abuso de sillitas, taca-tás o de
vestiditos en las niñas que impiden el gateo…) y no ha cumplido adecuadamente todas
las etapas de su desarrollo durante el primer año de vida, pueden producirse bloqueos en
el desarrollo con los consecuentes problemas antes mencionados. Si las partes inferiores
del cerebro no han madurado, las partes superiores encargadas de funciones esenciales
para el aprendizaje no lo harán. Y no podemos pretender llegar a estas zonas sin haber
pasado antes por las inferiores remediando sus disfunciones para poder así hacer que
maduren todas las demás áreas. Para esto es necesario utilizar técnicas de estimulación
específicas.
De esta forma, cuando el desarrollo del niño es lento, podemos acelerarlo a través de la
estimulación que suponen los movimientos rítmicos. Una estimulación de las partes más
básicas y primitivas del cerebro que al activarse y estimularse activarán a su vez zonas
más evolucionadas y necesarias para el aprendizaje y el control emocional y del
comportamiento.
Para subsanar las carencias o déficits en el desarrollo realizaremos movimientos
parecidos a los que hace el bebé de forma natural. Éste es el objetivo de los
movimientos rítmicos que componen la TMR (terapia de movimiento rítmico y reflejos
primitivos) y que imitan los movimientos de balanceo repetitivos con los que
experimentan y evolucionan los bebés en su primer año de vida.
Así, los movimientos que en el bebé son espontáneos se convierten en terapéuticos en el
niño mayor y el adulto. Buscando la manera de estimular las conexiones neuronales
entre las distintas partes del cerebro. Una vez que se consigue esto, se notarán
beneficios en la capacidad de atención, en la impulsividad y la hiperactividad, en el
lenguaje o la lectoescritura y todas las tareas académicas en general. Mejorará el tono
muscular, la postura, el equilibrio y la coordinación. Además se llegará a un mayor
madurez y control emocionales.
Los ejercicios deberán hacerse todos los días durante un año más o menos.
Podemos plantearnos la TMR como un programa de ejercicio físico, como una
"gimnasia para el cerebro" que no va encaminada a fortalecer ningún músculo o zona
del cuerpo en concreto, sino a activar nuestras neuronas. La ventaja frente a la gimnasia
es que ésta funciona mientras la realizamos, por ejemplo: nuestros abdominales se
fortalecen cuando hacemos los ejercicios correctos. Pero estos músculos vuelen a su
estado de flacidez anterior al abandonar la realización de los ejercicios. Con el cerebro
esto NO ocurre. Los avances que conseguimos en su maduración no se pierden al
terminar la terapia. El desarrollo cerebral no va hacia atrás, salvo por una enfermedad
degenerativa o un accidente o lesión cerebral.
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