Agua mineral natural, existe algo tan puro

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Agua mineral natural: ¿existe algo tan puro?
En la edad media, se creía que el unicornio únicamente bebía el agua de las cascadas
para así no tener que bajar la cabeza y arriesgarse a beber agua impura. Esta
leyenda, y aún otras muchas, han existido en todas las épocas como testimonio de la
necesidad que el ser humano tiene de un agua pura y de la creencia en su beneficioso
efecto sobre los animales, las plantas y las cosas.
Desgraciadamente para el mítico animal, la creencia incluía la sospecha de que su
cuerno, introducido en cualquier cauce o recipiente, volvía inmediatamente potable y
hervía el agua en él contenido. Esto, además de ser un probado remedio y talismán
contra todas las enfermedades y envenenamientos. Así que podemos imaginar a
legiones de caballeros buscando por los bosques más espesos el rastro del unicornio
y de su mágico apéndice ya que, como siempre ocurre, la salud y beber agua limpia y
clara han sido deseos comunes a todos los humanos.
Los cuentos sobre los seres mitológicos de las fuentes y las aguas hoy sólo nos
divierten dado que no nos resulta necesario salir en su búsqueda. Afortunadamente,
en todas partes podemos disponer ahora del agua más pura sin necesidad de recurrir
ni a la magia ni al cuerno ni tan siquiera a un hervor preventivo. Y es que todo esto
resulta innecesario porque disponemos de agua mineral natural, un producto que de
tan accesible y fácil de conseguir como es, a menudo no sabemos valorar lo suficiente.
Lean si no: cuando abren una botella de agua mineral están accediendo a un agua
pura, sin tratar, hervir, ni añadir ningún tipo de aditivo o sustancia. Es un agua que
directamente pasa de la profundidad de la tierra al recipiente donde la consumimos. Es
esa pureza la que le confiere un sabor único que se debe a la presencia de distintos
minerales, sustancias que el agua ha ido lentamente disolviendo en su transcurrir
subterráneo. Por eso hay diferentes tipos de aguas minerales según el manantial y las
tierras y rocas que constituyen su territorio. Y es que, en efecto, cada manantial de
agua mineral es único, está protegido por ley para evitar su contaminación y producirá
siempre, cada litro, un agua cuya composición será exacta como si fuera una huella
dactilar de la tierra. Con una ventaja importante: una vez envasada, esta agua mineral
mantiene su composición inalterada, sin que se modifique, hasta el momento de su
consumo.
Actualmente, todos los expertos en nutrición aconsejamos cuidar la dieta, claro, pero
también beber el agua que necesitamos sin descuidar dos aspectos esenciales: su
cantidad y su calidad. En lo que respecta a la cantidad, pensemos que nuestro cuerpo
está básicamente formado por agua (alrededor del 60% en los adultos), lo que
significa que todo lo que nos forma (proteínas, azúcares, vitaminas, minerales, etc.)
está disolviéndose en agua para poder ejercer su función. Es decir: el agua es la vida
y no podemos restringirla sin afectar gravemente a nuestra salud y a nuestro
bienestar.
¿Cuánta agua debemos beber? La respuesta correcta es… depende, ya que varía
según nuestra composición corporal (peso, estatura, sexo), lo que hemos comido, la
temperatura ambiente y la actividad física que desarrollemos. Esto significa que
podemos requerir un mínimo de litro y medio hasta tres y más litros de agua según las
circunstancias.
En cuanto a la calidad, lo cierto es que resulta imprescindible que el agua de bebida
sea sana y de una calidad contrastada. Por esto, el agua mineral natural se adapta
perfectamente a nuestros requerimientos con unas ventajas adicionales que no
podemos olvidar: podemos llevar o conseguir agua mineral en cualquier sitio y
momento en un envase que se habrá llenado exclusivamente para nosotros, con el
sabor y la composición del agua mineral que nos gusta y que siempre será la misma.
Hay otros líquidos, claro, que podemos beber, incluyendo el agua del grifo o la filtrada.
Pero todas ellas tienen que recibir un tratamiento previo que permita su consumo.
Desde la antigüedad, el hombre siempre buscó las míticas fuentes de la salud y edificó
en ellas balnearios y termas. Se había inventado el turismo de salud que hoy vuelve a
estar de moda. Pero lo mejor es que el agua de esos manantiales ahora se envasa y
llega a nuestra boca para que sólo tengamos que disfrutarla con aquel gesto de
levantar la cabeza para beber. Agua mineral, pura y sana.
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