LA CLAVE Claudi Alsina Nuestros infinitos E l eminente matemático Julio Rey Pastor tuvo que enfrentarse en una ocasión a la incómoda pregunta de alguien que decía no entender el concepto de infinito. Don Julio zanjó la cuestión exclamando: “Mire, para mí el infinito comienza a partir de mil pesetas”. La anécdota introduce un cierto relativismo en una palabra tan seria como infinito. El tema de la finitud o infinitud del universo siempre ha atraído a los mortales en general, y a astrónomos y físicos en particular. Aunque la posibilidad de que el número de partículas del universo sea finito es una gran restricción al asunto, es razonable que la grandeza física del “espacio” sea Lo importante no es el punto final sino el propio proceso de vivir y de progresar: ir siempre “más allá” un aliciente para saber qué hay más allá del planeta azul y hasta dónde “podremos llegar”. En nuestras expresiones cotidianas el infinito está instalado como exageración (“tengo una paciencia infinita”) o como incapacidad de concreción (“el océano infinito”, “el amor infinito”). A nivel filosófico, las ideas del infinito potencial o actual y las paradojas griegas obligaron a precisar muchos conceptos. Es en el universo matemático donde más se ha contribuido a esclarecer los diversos tipos de infinito y sus significados. La teoría de conjuntos de Cantor permitió formalizar la idea de conjunto infinito y ver que en los conjuntos de números aparecían categorías diferentes de infinitos (hay tantos números naturales como números pares o como fracciones, pero en una recta hay infinitos puntos no contables). No sólo hay infinitos números, sino que en un mismo número pueden aparecer infinitos decimales. Los infinitos decimales del número pi siempre serán un reto para poner a prueba nuestro ingenio y nuestra tecnología. Nunca los sabremos todos pero siempre podremos saber más. También en geometría o en cálculo, la infinitud de las figuras o el crecimiento de valores “hacia infinito” han hecho posible que los conceptos de infinito sean hoy precisos y extraordinariamente útiles. A nivel artístico es destacable que la introducción de los puntos del infinito en los cuadros renacentistas (puntos de fuga) abriera hermosas posibilidades a representar la realidad tridimensional y a nuevas geometrías. Sea el universo como sea, el infinito forma parte de nuestra vida: del lenguaje, de cuadros, de cálculos, de números y, lo que es más importante, de nuestra imaginación. En la educación y en la vida lo importante no es el punto final, sino el propio proceso de vivir y de progresar: ir siempre “más allá”.c C. ALSINA, catedrático de Matemáticas de la Universitat Politècnica de Catalunya