Evolución histórica del castigo

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El Castigo
Evolución histórica y alternativas actuales para el
drogodependiente
Trabajo realizado por:
Marisol Granja Espuch
29 de abril de 2006
Universitat JaumeI
1
PRESENTACIÓN
Hablar hoy de castigar, sale fuera del contexto de lo que podríamos entender
como educar. Si el castigo nace en lo más profundo del concepto de educar, de
reformar, hoy el castigar como única solución ya no sirve. Pasados quedan los tiempos
donde el hombre, para demostrar su poder ante otros, siempre castigaba, y eran los más
desposeídos quienes lo recibían.
Pasamos del castigo físico al psíquico para adentrarnos en este oscuro mundo
que fueron las prisiones y en las cuales aún hoy hay falta de luz.
Pero los tiempos cambiaron, las gentes cambiaron, la ilustración nos trajo luz, la
época moderna nos trajo superpoblación, y hoy, ya en el siglo XXI, nos quedan muchas
asignaturas pendientes.
“La cárcel sirvió” no es un planteamiento que nos conduzca a solucionar un
futuro, el planteamiento no es sólo vigilar y custodiar, sino también insertar y reeducar,
y hoy el planteamiento es qué hacer para que las cárceles sirvan en el siglo XXI, qué
hacer para que sus internos se inserten en una sociedad cada vez más difícil y más cruel
que la propia entraña de la prisión, qué hacer ante una sociedad que padeció una de las
epidemias más grandes a nivel de componente social como fueron los
drogodependientes.
Nosotros sabemos que la historia futura, cuando hable de las grandes epidemias
sociales del pasado siglo, no dejará en su tintero la feroz e injusta epidemia de la droga,
una epidemia a la que no supimos dar soluciones, no supimos enfrentarnos a ella, nos
alejamos (por nuestra moral) de las alternativas válidas que debíamos dar.
La que habla, la que plasma estas líneas, fue testigo de la marginación de
colectivos donde primaban los egoísmos e intereses, tuvo que desplazar a enfermos a
Valencia para ser tratados con productos que en aquella época, a fínales de los veinte,
eran casi pecado. Simple y llanamente, HOY NADIE DISCUTE LA METADONA,
COMO YA NADIE DISCUTE (INCLUSO LAS INSTANCIAS MÁS REACIAS) EL
USO DEL PRESERVATIVO. Y señores tiempos aquéllos donde nuestra moral
superaba el comportamiento científico. Sepan que no estuvimos callados, nuestras
palabras se reconvirtieron en trabajo, y este trabajo, constante y callado (porque nos
hacían callar) se convirtió en una realidad. Hoy tenemos una red asistencial como
alternativa para todos esos enfermos por la droga, a quienes, como única respuesta, les
dimos unos muros, alejados, altos. Por cierto, nadie los quiere en sus límites
geográficos, y sin embargo, hoy nosotros los ciudadanos y ciudadanas nos sentimos más
libres, más justos y más buenos cuando pasamos al otro lado de los muros.
Quiero que con este trabajo comprendan ustedes que las medidas alternativas
nos son un privilegio, sino una necesidad de las sociedades actuales ante problemas
muy acuciantes, y que sepan también que muchas de las veces cabalgan juntos prisiones
y drogas, drogas y prisiones. Fui una de las personas que antes comenzó en Castellón,
no me da vergüenza decirlo, no tuve hijos drogodependientes, ni hermanos ni sobrinos,
no me vanaglorio de ello, simplemente comencé en algo que se llamaba “drogas y
prisiones” y, miren ustedes, seguí y me enganché a ello como ellos, los que seguimos
encerrando, se engancharon a la droga.
Hoy las drogas son distintas, los tiempos también. Ha pasado un cuarto de siglo,
pero aún nos queda una verdadera asignatura pendiente sin la cual no obtendremos el
título de HUMANOS, y es el reconocer ante la sociedad nuestra impotencia en cuanto a
darles una respuesta. Todas estas medidas que les presento, o más bien dejo para que
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ustedes lean, están ahí. Falta quizás una importante: EL INDULTO, reconocer que ellos,
los sin nombre, los yonquis, están muchos aún entre REJAS, sí, entre REJAS;
CALLADOS, MURIÉNDOSE LENTA Y TARDÍAMENTE POR EL SIDA, POR LA
SOLEDAD. Sus familias dejaron de luchar, y hoy ellos y ellas están dentro de estos
muros altos, alejados y que nadie quiere, esperando una alternativa que no les damos.
Algunos de ellos pueden ser mañana nuestros nietos, y entones no nos preguntemos qué
hay en la sociedad para sacarlos adelante, sino sólo QUÉ HEMOS HECHO PARA
QUE NO ENTREN.
3
Índice
1. Introducción
pág. 5
2. Evolución histórica del castigo
pág. 7
- Roma
pág. 7
- Edad Media
pág. 8
- Época reformista
pág. 9
- Siglos XVIII y XIX
pág. 11
- Siglo XX
pág. 12
3. Medidas alternativas actuales
para el drogodependiente
pág. 14
3.1. Introducción
pág. 14
3.2. Penas y medidas de seguridad
pág. 14
3.3. Circunstancias eximentes y atenuantes
pág. 17
3.4. Alternativas a la prisión
pág. 19
3.5. Legislación
pág. 21
4. Bibliografía
pág. 31
5. Anexo 1: Recursos en Castellón
pág. 32
5.1. Anexo 2: Datos estadísticos de la población reclusa
pág. 33
5.2. Anexo 3: Prensa
pág. 34
- Artículo 1
pág. 34
- Artículo 2
pág. 37
- Artículo 3
pág. 38
- Artículo 4
pág. 39
- Artículo 5
pág. 40
4
Introducción
A lo largo de la historia, el castigo ha sido un elemento fundamental en cuanto al
control de la sociedad, a organizarla y regularla. El castigo ha servido para equilibrar los
comportamientos de la misma, para educar al pueblo en el modo de comportarse y como
prevención. Sin embargo, esto no implica que el castigo haya resultado una medida
ejemplar en todas las épocas de la historia ni que su aplicación haya sido justa, aunque
su aparición sí queda justificada, pues ha logrado mantener un cierto orden en las
sociedades a lo largo del tiempo.
Para entender el concepto del castigo, hemos de verlo como el uso de la fuerza
por parte de la sociedad sobre el individuo como medio de represalia frente a un
determinado hecho.
Para algunos autores, el castigo es una respuesta de la sociedad frente a una
agresión, siendo la sociedad la que ejerce este derecho como forma de resarcimiento, de
forma inmediata o posterior a una determinada conducta negativa. Se plantea la idea de
fenómeno hay que entender que un castigo no es efectivo sin la afectación al cuerpo, ya
que éste es el único que puede ser objeto de la acción represiva del poder punitivo.
Pretendemos acercarnos a la figura del castigo a lo largo de la historia,
profundizando en aquellas épocas que más han influido y han propiciado cambios
significativos en su aplicación y entendimiento, estudiando los tipos de castigo, tipos de
delito, etc., para después acercarnos a la actualidad. En concreto, nos interesa conocer
las medidas alternativas a la prisión que, como veremos, surgen en el siglo XX, a las
cuales pueden acogerse los drogodependientes en la actualidad, por ello, en concreto,
estudiaremos los tipos de penas, las medidas alternativas y las distintas circunstancias
que afectan a este tema, así como la legislación aplicable.
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Evolución histórica del castigo
La aplicación del castigo ha sido distinta en cada sociedad, y varía mucho en
función de diversos factores como el entorno social, los recursos de la sociedad, el
sistema político y la relación del individuo con el estado, el sistema económico o las
necesidades de la sociedad. Cada sociedad en cada momento ha creado unas normas
para regular la convivencia dependiendo de estos factores, y aunque podemos encontrar
similitudes a grandes rasgos, cada lugar y cada momento plantea sus diferentes
problemas y soluciones.
Al principio de la historia, en la época de las sociedades tribales, el castigo
estaba basado en la dependencia de las autoridades religiosas o familiares para mantener
el orden. El bienestar del grupo era el interés primordial y se hacía un especial hincapié
en la venganza.
Sin embargo, con el crecimiento de las ciudades, el rol de la familia como medio
de control social se vio debilitado, debido a la aparición de códigos escritos. Por
ejemplo, el Código de Hammurabi (Mesopotamia, 1750 a.C.) estaba basado en la lex
talionis, y hacía hincapié en la restricción del castigo. La ley del Talión fue la versión
originaria del impulso de justicia humana, según la interpretación de la ley divina: “ojo
por ojo, diente por diente”. En la antigüedad, los crímenes atroces se castigaban con
atrocidades incluso peores que el propio crimen. El fundamento del Código de
Hammurabi era el de devolver el golpe con uno igual.
En las sociedades antiguas era común el castigo corporal y la muerte. Los
griegos querían reformar y disuadir, no sólo vengar, aunque los castigos eran bien
distintos dependiendo del estatus del individuo, es decir, según fuera ciudadano o
esclavo.
Roma. En cuanto a la época romana, observando las Doce Tablas del 451 a.C.,
veremos que se centran mayoritariamente en las deudas, la familia, la propiedad, en
crear normas y en los delitos contra el estado, así como en casos específicos.
Prácticamente todas las leyes eran civiles al principio, sin embargo, las leyes más
antiguas implicaban la intervención del Estado como vengador de las ofensas contra su
propia seguridad o contra el orden público, como por ejemplo en casos de traición,
deserción del ejército, corrupción pública, motín o rebelión. Más tarde, el Estado se
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interesó por el procesamiento de otros crímenes como robos, asaltos a mano armada,
daños a la propiedad, asalto, amenazas, engaños, violación de sepulcros, o cualquier
cosa que afectara al interés público, incluso se implicó en asuntos privados como el
adulterio, de hecho, se crearon cortes especiales para algunos delitos.
Los castigos que se aplicaban solían ser severos, aunque variaban según el estatus de la
persona: una persona adinerada podía conmutar la pena a cambio de un pago de dinero,
de hecho, las partes solían llegar a un acuerdo (una cantidad) en los asuntos civiles. La
concepción romana de castigo tenía una naturaleza vengativa y disuasoria, más que
creer en la corrección del delincuente. Además, la prisión no era una opción de castigo,
sino algo temporal (hasta que se aplicara el castigo), pues la ciudad no podía hacer
frente a los gastos que suponía.
La pena de muerte era algo generalizado, aplicada en: el homicidio, el incendiarismo, la
calumnia, el falso testimonio, la corrupción pública, el uso de conjuros, el acudir a
reuniones de sedición, la traición y para ciertos tipos de robo y fraude. Los tipos de
ejecución incluían la hoguera (para el incendiarismo), la crucifixión para el uso de la
magia en el cultivo, la decapitación, el ser lanzado desde la Roca Tarpeya (un lugar
elevado en Roma) para castigar el falso testimonio y la ejecución por fieras salvajes
(una forma de entretenimiento público). Otros castigos menos definitivos eran los
trabajos forzosos (en minas u obras públicas), el esclavismo (el ser vendido como
esclavo o vender a miembros de tu familia eran modos de pagar las deudas), los azotes
y, como ya se ha dicho anteriormente, las multas financieras. Otra alternativa a la pena
de muerte era la pérdida de la ciudadanía, la pérdida de propiedades y el destierro.
De manera que la venganza, la indemnización y la reafirmación de la autoridad
civil eran los principales temas de la práctica romana. Sin embargo, después de que la
cristiandad se convirtiera en la religión del estado, el Imperio Romano puso más énfasis
en la misericordia, y la muerte se sustituyó por el confinamiento en monasterios.
Alrededor del siglo VI, muchos países usaban un código escrito y se incorporaron
diferencias entre ricos y pobres.
Edad Media.
Tras la caída del Imperio Romano, la responsabilidad sobre la ley
y el orden no se asumió por los gobernantes de principios de la Edad Media (500-1100
d.C.). El control de la delincuencia se convirtió en la preocupación de las comunidades
locales hasta siglos finales de la Edad Media (entre el 1100 y el 1500 d.C.), cuando los
monarcas reanudaron la responsabilidad para el castigo. La mayoría de delitos eran
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contra la propiedad (dinero, comida y objetos personales de escaso valor, aunque la
mayoría de gente no poseía casi nada). El período experimentó grandes cambios en el
castigo: a principios de la Edad Media a los delincuentes se les hacía pagar una
compensación a sus víctimas. En el siglo XII, la ejecución, el castigo físico y las multas
se hicieron más comunes. Las prisiones no se usaban para castigar a los delincuentes
sino sólo para mantenerlos mientras esperaban el juicio.
A mediados de la Edad Media nos encontramos dos sistemas básicos de aplicación del
castigo: Iglesia y gobierno; que, aunque operaban de forma separada, dependían en
muchos aspectos uno del otro. El sistema eclesiástico aplicaba sus propios castigos, y
por otra parte, el secular aplicaba los suyos. Este último estaba basado en el sistema
feudal, en las contiendas violentas entre nobles rivales. Para ello se estableció una
compensación como medio para evitar contiendas sangrientas. Sin embargo, esta
compensación no estaba ni mucho menos equilibrada, ya que se diferenciaba entre el
nivel adquisitivo del individuo: la gente adinerada recibía como castigo multas o
indemnizaciones, además tenía el beneficio del clero, mientras que las clases bajas
recibían castigo corporal.
La prevención del delito estaba en manos de la comunidad local. Los castigos
debían ser simples y en general parecían ser justos. Era una época en la que la ley era
mayoritariamente duradera, con una poderosa Iglesia que enseñaba el deber de ser
misericordioso. Los duros castigos físicos como la mutilación, común en períodos
anteriores, eran raramente usados. Por otra parte, no había fuerzas policiales, con lo cual
los delitos graves debían de ser castigados con firmeza y rapidez. La pena de muerte era
bastante común.
En esta época de grandes tensiones, encontramos los siguientes tipos de
delincuentes más comunes: los vagabundos, herejes y traidores, acusados de brujería, y
salteadores de caminos. Las formas de castigo más comunes eran el esclavismo, el
encarcelamiento, los correccionales, la deportación, el castigo corporal y la muerte. En
esta época aumenta en gran medida el número de delitos castigados con la pena de
muerte.
Época reformista.
La época de la Reforma fueron tiempos de grandes
cambios y de grandes tensiones. Se produjo un gran interés por la razón y el método
científico, hecho que hizo que la Iglesia perdiera en parte su papel dominante. También
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comenzó a surgir un nuevo concepto de relación del individuo con el gobierno: el
gobierno para el pueblo y la importancia de los derechos individuales.
Se produjo un cambio de las actitudes hacia el castigo, de forma que fuera previsible y
proporcionado, lo justo para disuadir. Así como una modificación en la práctica,
cambiando el énfasis del cuerpo a la mente, mejorando las condiciones de las cárceles y
separando a los distintos tipos de prisioneros. Se realizaron algunas reformas como la
eliminación de la tortura y de las acusaciones secretas, el derecho a un proceso rápido,
la oportunidad de ofrecer pruebas en nombre de uno mismo y el que sólo la asamblea
pudiera decidir el castigo, no el juez.
En cuanto a las corrientes filosóficas, cabe destacar algunas de las ideas de
Beccaria, Bentham y Howard, como autores más representativos de esta época. En
cuanto a Beccaria, su publicación más importante fue ‘De los delitos y las penas’,
escrita en 1763. Beccaria creía el hedonismo la principal explicación del delito, ya que
consideraba el placer como el bien principal. Según sus creencias, el individuo debía de
elegir entre el placer y el dolor, y el delito debía producir algún placer que compensara
el dolor, así como el castigo debía de compensar el placer. Su intención era la de acabar
con el delito por medio de la disuasión. Entre sus principales reformas se incluirían la
eliminación de la tortura y de las acusaciones secretas, el derecho a un proceso rápido,
la oportunidad de ofrecer pruebas en nombre de uno mismo y el que sólo la asamblea
pudiera decidir el castigo, no el juez. Según Beccaria, el castigo debía de ser justo y
moral, rápido, seguro, proporcionado y público.
Con respecto a Bentham, su principal obra fue la ‘Introducción a los principios
de la moral y la legislación’, escrita en 1789. Este autor desarrolló el cálculo moral (o
hedónico), mediante el cual se medía la cantidad de dolor o de placer asociado a un
acto, así como el principio de utilidad, que era la propiedad de un objeto que provoca
placer o beneficio o previene del dolor.
Y por último, Howard visitó cada cárcel de su jurisdicción y con sus
conclusiones escribió ‘El estado de las prisiones en Inglaterra y Gales’ (1777). Llevó a
la formación de diversas sociedades de prisiones, así como la Ley penitenciaria de 1779,
con la cual intentó que las prisiones fueran seguras y sanitarias, que funcionaran sin
honorarios, que se impusiera el régimen de reforma y que hubiera inspecciones
sistemáticas.
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Siglos XVIII y XIX. Fue un período de grandes cambios. Por una parte la
población aumentó enormemente y se desplazó del campo a las ciudades. Para mucha
gente, la vida en las nuevas ciudades era muy dura: se alojaban en viviendas abarrotadas
y miserables y las enfermedades eran algo bastante común. Sin embargo, disponían de
mayor libertad de la que habían tenido en el campo, donde su empleador también poseía
su casa y siempre se sentían controlados. En relación con el delito, el gobierno (en este
caso el gobierno inglés) comenzó a recopilar y a analizar estadísticas delictivas y a
entender algunos de los problemas de la época. Debido al cambio en la sociedad,
aparecieron nuevos delitos como el no pagar un transporte, no llevar a los niños a la
escuela, etc.
Se produjeron también ciertos cambios en cuanto a la concepción del delito. A
partir de 1850 la pena capital se reservaba sólo al asesinato y la traición, y las
ejecuciones descendieron enormemente. Las sentencias de prisión se convirtieron en la
forma de castigo más común y las prisiones pasaron de trampas mortales a instituciones
habitables. Al mismo tiempo se crearon las fuerzas policiales para prevenir y detener la
delincuencia. Los niveles de delincuencia comenzaron a crecer y la población comenzó
a creer que el sistema no estaba funcionando, y así era. Los jurados se negaban a
condenar porque pensaban que los castigos eran injustos y desproporcionados en
comparación con el delito. Creció el sentimiento de que el castigo debía estar
equilibrado con el delito, así como que los delincuentes podían ser reformados con un
correcto castigo: podían aprender del error y optar a una segunda oportunidad para
llegar a ser ciudadanos de provecho. La mayoría de los delitos capitales se abolieron
entre 1820 y 1830, y las alternativas a la pena de muerte eran el destierro y la prisión.
En estos siglos surge en Europa un movimiento nuevo, alentado por las clases más
nobles europeas surge con fuerza, cuestionando, desde su posición de poder, el poder
terrenal, el papel de dios y del hombre en el mundo. Este movimiento defiende unas
ideas que van más allá del pensamiento filosófico conocido hasta entonces, que podrían
plasmarse en los siguientes axiomas:
-
El derecho regula la exteriorización de la voluntad, y la moral regula el ámbito
interno de pensamiento del hombre.
-
Todos los hombres son buenos por naturaleza.
-
Todos los hombres nacen iguales.
-
El único método válido es el método científico.
11
-
Todos los hombres nacen libres.
Estos axiomas influyen básicamente en todos los aspectos de este pensamiento, y
por tanto, influyen no en el concepto del castigo, que es un concepto difícil de definir,
sino en sus métodos de aplicación. Los ilustrados criticaban la aplicación de penas
corporales como método de castigo, por considerarlas bárbaras y salvajes, y un
espectáculo macabro. Asimismo, desdeñaban el uso de la tortura como método de
investigación criminal, por considerarlo una práctica salvaje, y abogaban por un cambio
en la justicia de la época, sobre todo en la valoración de las pruebas, y la investigación
mediante el uso del método científico, y planteaban el uso de otro método distinto para
castigar que no fuese la pena corporal.
Siglo XX.
Como ocurrió en los siglos anteriores, a medida que la sociedad
evoluciona van apareciendo nuevas formas de delincuencia, y así ocurrió también a lo
largo del siglo XX, hay delitos que, sin ser nuevos, han evolucionado para adaptarse a
los nuevos tiempos. El índice de delincuencia cayó a principios del siglo pasado, y con
éste, el temor al mismo, lo que significó que había menos presión para imponer un
régimen más severo y más oportunidades para intentar reformar al prisionero. Después
de 1902 se abandonaron los trabajos forzosos y en la década de 1920 se permitió que los
presos hablaran entre sí, llevaran sus propias ropas y tuvieran más visitas. Además, las
condiciones mejoraron gradualmente en términos de dieta y comodidad, y se contrató a
profesores para dar a los prisioneros la oportunidad de encontrar trabajo después de
salir.
Sin embargo, después de la II Guerra Mundial la población de las prisiones
aumentó enormemente. Esto encuentra su explicación parcialmente en la aparición de
nuevos delitos, la prolongación de las sentencias y la prisión preventiva, aunque sin
duda se debía a un incremento del índice delictivo. En la década de 1980 la
superpoblación se convirtió en un problema serio y llevó a violentas protestas. Los
gobiernos respondieron construyendo nuevas prisiones y subvencionando prisiones
privadas dirigidas por empresas de seguridad.
En cuanto a la pena capital, cabe decir que a lo largo de la historia la ejecución
siempre ha sido el castigo último. Pero no fue hasta el siglo XIX cuando empezó su
erradicación, como fórmula lógica que se derivaba del concepto humanístico del
derecho a la vida, que provenía de la Ilustración y la herencia revolucionaria de la
12
Independencia de los EEUU, la Revolución Francesa y la Independencia Venezolana,
países pioneros en materia de constituciones escritas en los que se consagraban los
derechos fundamentales del hombre. El primer país del mundo en disponer su abolición
en un texto constitucional fue Venezuela, en 1864. Luego lo hizo San Marino.
Posteriormente, Costa Rica, también la eliminó. En el Siglo Veinte, 67 países la han
abolido, especialmente, a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
en 1948. La Carta Europea de los Derechos Humanos de finales del siglo pasado
erradicó para siempre dicha pena de Europa. Es de esperar que el Siglo Veintiuno se
caracterice por la total erradicación de la pena de muerte de la faz de la tierra, a pesar de
la oposición de países musulmanes, del Caribe y de corte fundamentalista o comunista.
Lo más irónico es pensar que Estados Unidos, el país que puede considerarse como el
más avanzado de nuestra época, tenga aún vigente esta pena tan primitiva.
La gran novedad de este siglo fue la introducción de medidas alternativas a la
prisión. Así, en 1907 se introdujo la libertad provisional, sistema mediante el cual el
acusado no es enviado a prisión sino que simplemente tiene que informar a la policía
semanalmente y encontrarse con un oficial de la provisional. Gracias a esta medida y al
aplazamiento para pagar las multas de 1914 se redujo a la mitad la población de las
prisiones entre 1910 y 1930. En 1967 se introdujeron la libertad condicional y la
reducción de condena. La primera era una reducción de la pena por buen
comportamiento, mientras que la segunda significaba que el acusado no iba a prisión y
su sentencia era perdonada si no volvía a reincidir.
13
3. Medidas alternativas actuales para el
drogodependiente
3.1. Introducción
Como hemos visto, el castigo ha ido evolucionando a través de diferentes etapas
hasta llegar a la prisión como sentencia más común. Ésta se ha convertido en una
institución que, a su vez, también ha ido evolucionando, mejorando en la medida de lo
posible las condiciones de sus habitantes. A principios del siglo XX se instauraron las
medidas alternativas, lo cual supuso otro gran paso.
En cuanto al drogodependiente, su relación con la legislación siempre ha sido
complicada, a pesar de que muchas de las personas que trabajan con este colectivo
hayan dedicado mucho tiempo y esfuerzo para que esto cambiara. Hasta hace poco, se
había conseguido que el hecho de tener una adicción pudiera considerarse como
eximiente, sin embargo, tras la última reforma del Código Penal, ahora tan sólo se tiene
en cuenta como atenuante, lo que significa un paso atrás para este colectivo. Sin
embargo, para comprender mejor este tema, a continuación podemos conocer con
detalle las medidas alternativas vigentes que afectan al drogodependiente.
3.2. Penas y medidas de seguridad
(Tipos de respuesta que se dan ante el delito)
Tipos de penas
•
Según la condena
Penas privativas de libertad
-
Prisión (art. 36 CP).
-
Arresto de fin de semana (art. 37 CP): 36 horas seguidas. Máximo 24 fines de
semana, salvo sustitución de otra pena.
-
Arresto por impago de multa (art. 53 CP).
Penas privativas de otros derechos (art. 39 ss. CP)
-
Inhabilitación absoluta.
-
Inhabilitación especial.
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-
Suspensión de empleo o cargo público.
-
Privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores.
-
Privación del derecho a la tenencia y porte de armas.
-
Privación del derecho a residir en determinados lugares o acudir a ellos.
-
Trabajos en beneficio de la comunidad: (de un día a un año) consentimiento
del penado, la duración diaria no puede exceder de 8 horas, no atentará a la dignidad
del sentenciado, control del juez e informes, podrá desarrollarse en la
Administración o entidad privada con actividades de interés general.
Pena de multa: (art. 50ss. CP)
-
Días de multa: mínimo 5 días, máximo 2 años. Cuota mínima diaria 1.20
euros, máxima 300 euros.
-
Multa proporcional (art. 52.1 CP).
-
Si no se paga (art. 53 CP) 1 día de arresto por cada dos cuotas no abonadas.
•
Según la gravedad (art. 33 CP)
-
Penas graves
-
Penas menos graves
-
Penas leves
•
Según el carácter
-
Principales
-
Accesorias
Medidas de seguridad (art. 95 ss. CP)
Carácter curativo más que represivo. Suelen ir asociadas a un eximente, completa o
incompleta. Requisitos para aplicarla:
•
Sentencia firme.
•
Probabilidad (no mera posibilidad) de comisión de delitos futuros en función de
la “peligrosidad criminal del sujeto”. (art. 6.1 CP)
Clases de medidas de seguridad (art. 96 ss. CP)
•
-
Privativas de libertad (art. 96.2 CP)
Internamiento en centro psiquiátrico.
15
-
Internamiento en centro de deshabituación.
-
Internamiento en centro educativo especial.
•
-
No privativas de libertad (art. 96.3 y 105 CP)
Prohibición de estancia y residencia en determinados lugares u obligación de residir
en determinado lugar.
-
Prohibición de acudir a determinados lugares o visitar establecimientos de bebidas
alcohólicas.
-
Privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores.
-
Privación de licencia o permiso de armas.
-
Inhabilitación para ejercer la profesión (1 a 5 años).
-
Expulsión del territorio nacional de extranjeros residentes ilegalmente en España,
previa audiencia suya, como sustitutoria de medida de seguridad privativa de
libertad.
-
Sumisión a tratamiento externo en centro médico o establecimiento de carácter
sociosanitario.
-
Sometimiento a programas formativos, culturales, educativos, profesionales, de
educación sexual o similares.
-
Sometimiento a custodia familiar, bajo la supervisión del familiar que se designe,
manteniéndose las actividades escolares o laborales del custodiado.
Régimen de aplicación:
•
Desaparecida la peligrosidad criminal, el juez, a propuesta del juez de vigilancia
penitenciaria, puede decretar el cese o la suspensión temporal de la medida o
sustituirla por una más adecuada.
•
No puede ser más gravosa ni tener mayor duración que la pena aplicable.
•
Sólo se puede imponer medida privativa de libertad para el delito que llevare
aparejada pena privativa de libertad.
•
Cuando concurran penas y medidas de seguridad privativas de libertad (art. 99
CP), el juez ordenará primero el cumplimiento de la medida, y este tiempo se
descontará de la pena. Una vez se alce la medida, el juez podrá, si de ejecutarse el
resto de la pena peligrase la rehabilitación lograda, suspender el resto de la pena
pendiente de cumplimiento por un plazo no superior a la duración de la misma,
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La eximente completa supone la eliminación completa de la responsabilidad criminal, la
incompleta permite rebajar en uno o dos grados la pena, e imponer una medida de
seguridad en los casos de anomalía psíquica, intoxicación plena o alteración en la
percepción. La atenuante obliga a imponer la pena en la mitad inferior del tramo
previsto.
Atenuantes (art. 21 CP)
•
Actuar a causa de grave adicción a drogas.
•
Actuar bajo arrebato, obcecación o estado pasional semejante.
•
Haber confesado el delito ante las autoridades antes de conocer que el
procedimiento judicial se dirigía hacia él.
•
Reparar el daño causado a la víctima o disminuir sus efectos siempre que sea
antes de celebrarse el juicio oral.
•
Cualesquiera de las eximentes cuando no reúnan todos los requisitos para ser
tomadas como tales.
•
Cualesquiera otras de análoga significación.
Agravantes (art. 22 CP)
•
Alevosía (se tiende a garantizar el resultado evitando la defensa del agredido).
•
Utilizar disfraz, abuso de superioridad, o aprovechando las circunstancias de
tiempo y lugar o auxilio de otras personas que debiliten la defensa del ofendido
o faciliten la impunidad del delincuente.
•
Ejecutar el hecho mediante precio, recompensa o promesa.
•
Cometer el delito por motivos racistas o discriminación ideológica, ética,
religiosa, sexual o de enfermedad o minusvalía que padezca la víctima.
•
Ensañamiento (hacer padecer a la víctima innecesariamente).
•
Abuso de confianza.
•
Prevalerse del carácter público que tenga el culpable.
•
Ser reincidente (condenado en firme por al menos un delito en el mismo título y
misma naturaleza que no pueda estar cancelado).
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Cancelación de antecedentes:
•
Tener satisfechas las responsabilidades civiles o haber sido reconocido
insolvente.
•
Haber transcurrido los siguientes plazos: 6 meses para penas leves, 2 años para
las que no excedan de 12 meses y las impuestas por delitos imprudentes, 3 años
para las restantes menos graves, y 5 para las graves.
3.4. Alternativas a la prisión
Alternativas a la prisión (i): SUSTITUCIONES
La sustitución de la pena de prisión (art. 88 CP) consiste en la facultad del juez para
sustituir las penas de prisión que no excedan de un año por arresto de fin de semana o
multa, incluso cuando la ley no prevea esa pena para el delito de que se trata.
Requisitos:
•
Circunstancias personales del reo.
•
Naturaleza del hecho.
•
Conducta del condenado.
•
Esfuerzo por repara el daño causado.
No se puede aplicar a reos habituales.
Se sustituye cada semana de prisión por dos arrestos de fin de semana y cada día de
prisión por dos cuotas multa. Además podrá imponerle el sometimiento a reglas de
conducta.
Sustitución extraordinaria: excepcionalmente a penas de prisión de dos años.
Otras sustituciones: arrestos de fin de semana por multa o trabajos en beneficio de la
comunidad. Fin de semana por cuatro cuotas multa o dos jornadas de trabajo.
La ley impide sustituciones en cascada.
Sólo es automática la sustitución en caso de penas privativas de libertad inferiores a 6
meses.
En caso de quebrantamiento o incumplimiento el penado cumplirá la principal impuesta
descontándole la parte de tiempo que haya cumplido.
19
Alternativas a la prisión (ii): SUSPENSIÓN DE CONDENA
Durante un plazo se suspende la condena cuando concurren unos requisitos.
Tipos:
•
Suspensión genérica de la condena. (art. 80ss. CP) penas inferiores a dos años
atendiendo a la peligrosidad del sujeto. Plazos:
-
Entre 2 y 5 años para penas inferiores a 2 años
-
Entre 3 mese y 1 año para penas inferiores a 6 meses.
Requisitos:
-
Primer delito.
-
Pena impuesta no superior a dos años.
-
Responsabilidad civil satisfecha.
•
Suspensión de la condena para drogodependientes. (art.87 CP) aplicable a:
-
Penas inferiores a 3 años que hubieren delinquido a causa de su drogodependencia.
-
Condenados reincidentes, que no sean reos habituales (condenados por 3 delitos del
mismo capítulo en 5 años
Requisitos:
-
Que se certifique por servicio público o privado acreditado u homologado que el
condenado se encuentra deshabituado o sometido a tratamiento para tal fin.
-
Que el reo no delinca en un plazo entre 3 y 5 años.
-
Si está sometido a tratamiento que no lo abandone hasta su finalización.
Se podrá conceder una prórroga de hasta dos años.
•
Suspensión de la condena por grave enfermedad. (art.80.4 CP) aquejado de una
enfermedad muy grave con padecimientos incurables, salvo que tenga otra pena
suspendida por el mismo motivo.
20
•
Suspensión por enajenación sobrevenida. (art.60 CP) cuando se aprecie trastorno
mental grave que le impida conocer el sentido de la pena, garantizado asistencia
médica necesaria. Restablecida la salud mental cumplirá la sentencia si no hubiere
prescrito o por razones de equidad el juez dé por extinguida la pena o reducir la
duración.
•
Suspensión de la condena por indulto.(art.4.4 CP) dos supuestos
-
Por dilaciones indebidas, en tanto no resuelva el indulto.
-
Porque de ejecutarse la sentencia, la finalidad del indulto pudiera resultar ilusoria.
3.5. Legislación
CAPÍTULO III
De las formas sustitutivas de la ejecución de las penas privativas de libertad.
SECCIÓN 1ª
De la suspensión de la ejecución de las penas privativas de libertad.
Art. 80. 1. Los Jueces o los Tribunales podrán dejar en suspenso la ejecución de las
penas privativas de libertad inferiores a dos años mediante resolución motivada,
atendiendo fundamentalmente a la peligrosidad criminal del sujeto.
2. El plazo de la suspensión será de dos a cinco años para las penas privativas de
libertad inferiores a dos años, y de tres meses a un año para las penas leves y se fijarán
por los Jueces o Tribunales, previa audiencia de las partes, atendidas las circunstancias
personales del delincuente, las características del hecho y la duración de la pena.
3. La suspensión de la ejecución de la pena no será extensiva a la
responsabilidad civil derivada del delito o falta penados.
4. Los Jueces y Tribunales sentenciadores podrán otorgar la suspensión de
cualquier pena impuesta sin sujeción a requisito alguno en el caso de que el penado esté
aquejado de una enfermedad muy grave con padecimientos incurables, salvo que en el
momento de la comisión del delito tuviera ya otra pena suspendida por el mismo
motivo.
Art. 81. Serán condiciones necesarias para dejar en suspenso la ejecución de la pena, las
siguientes:
21
1ª. Que el condenado haya delinquido por primera vez. A tal efecto no se
tendrán en cuenta las anteriores condenas por delitos imprudentes ni los antecedentes
penales que hayan sido cancelados, o debieran serlo, con arreglo a lo dispuesto en el
artículo 136 de este Código.
2ª. Que la pena impuesta, o la suma de las impuestas en una misma sentencia, no
sea superior a los dos años en privación de libertad.
3ª Que se hayan satisfecho las responsabilidades civiles que se hubieren
originado, salvo que el Juez o Tribunal sentenciador, después de oír a los interesados y
al Ministerio Fiscal, declare la imposibilidad total o parcial de que el condenado haga
frente a las mismas.
Art. 82. Declarada la firmeza de la sentencia y acreditados los requisitos establecidos en
el artículo anterior, los Jueces o Tribunales se pronunciarán con la mayor urgencia
posible sobre la concesión o no de la suspensión de la ejecución de la pena. Mientras
tanto, no comunicarán ningún antecedente al Registro Central de Penados y Rebeldes.
Si el Juez o Tribunal acordara la suspensión de la ejecución de la pena, la
inscripción de la pena se llevará a cabo en una Sección especial, separada y reservada de
dicho Registro, a la que sólo podrán pedir antecedentes los Jueces o Tribunales.
Art. 83. 1. La suspensión de la ejecución de la pena quedará siempre condicionada a
que el reo no delinca en el plazo fijado por el Juez o Tribunal conforme al artículo 80.2
de este Código. En el caso de que la pena suspendida fueses de prisión, el Juez o
Tribunal sentenciador, si lo estima necesario,, podrá también condicionar la suspensión
al cumplimiento de las obligaciones o deberes que le haya fijado de entre los siguientes:
1º. Prohibición de acudir a determinados lugares.
2º. Prohibición de ausentarse sin autorización del Juez o Tribunal del lugar
donde resida.
3º. Comparecer personalmente ante el Juzgado o Tribunal, o Servicio de la
Administración que éstos señalen, para informar de sus actividades y justificarlas.
4º. Participar en programas formativos, laborales, culturales, de educación vial,
sexual y otros similares.
5º. Cumplir los demás deberes que el Juez o Tribunal estime convenientes para
la rehabilitación social del penado, previa conformidad de éste, siempre que no atenten
contra su dignidad como persona,
22
2. Los servicios correspondientes de la Administración competente
informarán al Juez o Tribunal sentenciador, al menos cada tres meses, sobre la
observancia de las reglas de conducta impuestas.
Art. 84. 1. Si el sujeto delinquiera durante el plazo de suspensión fijado, el Juez o
Tribunal revocará la suspensión de la ejecución de la pena.
2. Si el sujeto infringiera durante el plazo de suspensión las obligaciones o
deberes impuestos, el Juez o Tribunal podrá, previa audiencia de las partes, según los
casos:
a) Sustituir la regla de conducta impuesta por otra distinta.
b) Prorrogar el plazo de suspensión, sin que en ningún caso pueda exceder de
cinco años.
c) Revocar la suspensión de la ejecución de la pena, si el incumplimiento fuera
reiterado.
Art. 85. 1. Revocada la suspensión, se ordenará la ejecución de la pena, así como la
inscripción de la misma en el Registro Central de Penados y Rebeldes.
2. Transcurriendo el plazo de suspensión fijado sin haber delinquido el sujeto, y
cumplidas, en su caso, las reglas de conducta fijadas por el Juez o Tribunal, éste
acordará la remisión de la pena, ordenando la cancelación de la inscripción hecha a al
Sección especial del Registro Central de Penados y Rebeldes. Este antecedente penal no
se tendrá en cuenta a ningún efecto.
Art. 86. En los delitos que sólo pueden ser perseguidos previa denuncia o querella del
ofendido, los Jueces y Tribunales oirán a éste y, en su caso, a quien le represente, antes
de conceder los beneficios de la suspensión de la ejecución de la pena.
Art. 87. 1. Aun cuando no concurran las condiciones 1ª y 2ª previstas en el artículo 81,
el Juez o Tribunal, con audiencia de las partes, podrá acordar la suspensión de la
ejecución de las penas privativas de libertad no superiores a tres años de los penados
que hubiesen cometido el hecho delictivo a causa de su dependencia de las sustancias
señaladas en el número 2º del artículo 20, siempre que se den las siguientes
circunstancias:
23
1ª Que se certifique suficientemente, por centro o servicio público o
privado debidamente acreditado u homologado, que el condenado se encuentra
deshabituado o sometido a tratamiento para tal fin en el momento de decidir sobre la
suspensión.
2ª. Que no se trate de reos habituales.
2. En el supuesto de que el condenado sea reincidente, el Juez o Tribunal
valorará, por resolución motivada, la oportunidad de conceder o no el beneficio de la
suspensión de la ejecución de la pena, atendidas las circunstancias del hecho y del autor.
3. La suspensión de la ejecución de la pena quedará siempre condicionada a que
el reo no delinca en el período que se señale, que será de tres a cinco años.
4. En el caso de que el condenado se halle sometido a tratamiento de
deshabituación, también se condicionará la suspensión de la ejecución de la pena a que
no abandone el tratamiento hasta su finalización. Los centros o servicios responsables
del tratamiento estarán obligados a facilitar al Juez o Tribunal sentenciador, en los
plazos que señale, la información precisa para comprobar el comienzo de aquél, así
como para conocer periódicamente su evolución, las modificaciones que haya que
experimentar así como su finalización.
5. El Juez o Tribunal revocará la suspensión de la ejecución de la pena si el
penado incumpliere cualquiera de las condiciones establecidas.
Transcurrido el plazo de suspensión sin haber delinquido el sujeto, el Juez o
Tribunal acordará la remisión de la pena si se ha acreditado la deshabituación o la
continuidad del tratamiento del reo. De lo contrario, ordenará su cumplimiento, salvo
que, oídos los informes correspondientes, estime necesaria la continuación del
tratamiento; en tal caso podrá conceder razonadamente una prórroga del plazo de
suspensión por tiempo no superior a dos años.
SECCIÓN 2ª
De la sustitución de las penas privativas de libertad
Art. 88. 1. Los Jueces o Tribunales podrán sustituir, previa audiencia de las partes, en la
misma sentencia, o posteriormente en auto motivado, antes de dar inicio a su ejecución,
las penas de prisión que no excedan de un año por arresto de fin de semana o multa,
aunque la Ley no prevea estas penas para el delito de que se trate, cuando las
circunstancias personales del reo, la naturaleza del hecho, su conducta y, en particular,
24
el esfuerzo para reparar el daño causado así lo aconsejen, siempre que no se trate de
reos habituales. Cada semana de prisión será sustituidas por dos arrestos de fin de
semana; y cada día de prisión será sustituidos por dos cuotas de multa. En estos casos el
Juez o Tribunal podrá además imponer al penado la observancia de una o varias de las
obligaciones o deberes previstos en el artículo 83 de este Código.
Excepcionalmente podrán los Jueces o Tribunales sustituir las penas de prisión
que no excedan de dos años a los reos no habituales cuando de las circunstancias del
hecho y del culpable se infiera que el cumplimiento de aquéllas habría de frustrar sus
fines de prevención y reinserción social. En estos casos, la sustitución se llevará a cabo
con los mismos requisitos y en los mismos términos y módulos de conversión
establecidos en el párrafo anterior.
2. También podrán los Jueces y Tribunales, previa conformidad del reo, sustituir
las penas de arresto de fines de semana por multa o trabajos en beneficio de la
comunidad. En este caso, cada arresto de fin de semana será sustituido por cuatro cuotas
de multa o dos jornadas de trabajo.
3. En el supuesto de quebrantamiento de condena o incumplimiento en todo o en
parte de la pena sustitutiva, la pena de prisión o de arresto de fin de semana inicialmente
impuesta se ejecutará descontando, en su caso, la parte de tiempo que se haya cumplido,
de acuerdo con las reglas de conversión respectivamente establecidas en los apartados
precedentes.
4. En ningún caso se podrán sustituir penas que sean sustitutivas de otras.
SECCIÓN 3ª
De la Libertad Condicional
Art. 90. 1. Se establece la libertad condicional en las penas privativas de libertad para
aquellos sentenciados en quienes concurran las circunstancias siguientes:
1ª. Que se encuentren en el tercer grado de tratamiento penitenciario.
2ª Que hayan extinguido las tres cuartas partes de la condena impuesta.
3ª Que hayan observado buena conducta, y exista respecto de los mismo un
pronóstico individualizado y favorable de reinserción social, emitido por los expertos
que el Juez de Vigilancia estime convenientes.
25
2. El Juez de Vigilancia, al decretar la libertad condicional de los penados, podrá
imponerles la observancia de una o varias de las reglas de conducta previstas en el
artículo 105 del presente Código.
Art. 91. Excepcionalmente, cumplidas las circunstancias 1ª y 3ª del apartado 1 del
artículo anterior, el Juez de Vigilancia Penitenciaria podrá conceder la libertad
condicional a los sentenciados a penas privativas de libertad que hayan extinguido las
dos terceras partes de su condena, siempre que merezcan dicho beneficio por haber
desarrollado continuadamente actividades laborales, culturales u ocupacionales.
Art. 92. No obstante lo dispuesto en los artículos anteriores, los sentenciados que
hubieran cumplido la edad de setenta años, o la cumplan durante la extinción de la
condena, y reúnan los requisitos establecidos, excepto el haber cumplido las tres cuartas
partes de aquella, o, en su caso, los dos terceras podrán obtener la concesión de la
libertad condicional.
El mismo criterio se aplicará cuando, según informe médico, se trate de
enfermos muy graves, con padecimientos incurables.
Art. 93. El período de libertad condicional durará todo el tiempo que le falte al sujeto
para cumplir su condena. Si en dicho período el reo delinquiere o inobservase las reglas
de conductas impuestas, el Juez de Vigilancia Penitenciaria revocará la libertad
concedida, y el penado reingresará en prisión en el período o grado penitenciario que
corresponda, sin perjuicio del cómputo del tiempo pasado en libertad.
26
TÍTULO IV
DE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD
CAPÍTULO PRIMERO
De las medidas de seguridad en general
Art. 95. 1. Las medidas de seguridad se aplicarán por el Juez o Tribunal, previos los
informes que estime convenientes, a las personas que se encuentren en los supuestos
previstos en el capítulo siguiente de este Código, siempre que concurran estas
circunstancias:
1ª Que el sujeto haya cometido un hecho previsto como delito.
2ª Que del hecho y de las circunstancias personales del sujeto pueda deducirse
un pronóstico de comportamiento futuro que revele la probabilidad de comisión de
nuevos delitos.
2. Cuando la pena que hubiere podido imponerse por el delito cometido no fuere
privativa de libertad, el Juez o Tribunal sentenciador sólo podrá acordar alguna de las
medidas previstas en el artículo 105.
Art. 96. 1. Las medidas de seguridad que se pueden imponer con arreglo a este Código
son privativas y no privativas de libertad.
2. Son medidas privativas de libertad:
2ª. El internamiento en centro de deshabituación.
3. Son medidas no privativas de libertad:
1ª. La prohibición de estancia y residencia en determinados lugares.
2ª La privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores.
3ª La privación de licencia o del permiso de armas.
4ª La inhabilitación profesional.
5ª La expulsión del territorio nacional, de extranjeros no residente legalmente en
España.
6ª Las demás previstas en el artículo 105 de este Código.
27
Art. 97. Durante la ejecución de la sentencia, el Juez o Tribunal sentenciador podrá,
mediante un procedimiento contradictorio, previa propuesta del Juez de Vigilancia
Penitenciaria:
a) Decretar el cese de cualquier medida de seguridad impuesta en cuanto
desaparezca la peligrosidad criminal del sujeto.
b) Sustituir una medida de seguridad por otra que estime más adecuada, entre
las previstas para el supuesto de que se trate. En el caso de que fuera
acordada la sustitución y el sujeto evolucionara desfavorablemente, se dejará
tal medida sin efecto.
c) Dejar en suspenso la ejecución de la medida en atención al resultado ya
obtenido con su aplicación, por un plazo no superior al que reste hasta el
máximo señalado en la sentencia que lo impuso. La suspensión quedará
condicionada a que el sujeto no delinca durante el plazo fijado, y podrá
dejarse sin efecto si nuevamente resultara acreditada cualquiera de las
circunstancias previstas en el artículo 95 de este Código.
A estos efectos el Juez de Vigilancia Penitenciaria estará obligado a elevar al
menos anualmente una propuesta de mantenimiento, cese, sustitución o
suspensión de la medida de seguridad privativa de libertad impuesta.
Art. 98. Para formular la propuesta a que se refiere el artículo anterior el Juez de
Vigilancia Penitenciaria deberá valorar los informes emitidos por los facultativos y
profesionales que asistan al sometido a medida de seguridad y, en su caso, el resultado
de las demás actuaciones que a este fin ordene.
Art. 99. En el caso de concurrencia de penas y medidas de seguridad privativas de
libertad, el Juez o Tribunal ordenará el cumplimiento de la medida, que se abonará para
el de la pena. Una vez alzada la medida de seguridad, el Juez o Tribunal podrá, si con la
ejecución de la pena se pusieran en peligro los efectos conseguidos a través de aquella,
suspender el cumplimiento del resto de la pena por un plazo no superior a la duración de
la misma, o aplicar alguna de las medidas previstas en el artículo 105.
Art. 100. 1. El quebrantamiento de una medida de seguridad de internamiento dará
lugar al reingreso del sujeto en el mismo centro del que se hubiese evadido o en otro
que corresponda a su estado, sin perjuicio de deducir testimonio por el quebrantamiento
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de la medida en los casos de los sometidos a ella en virtud del artículo 104 de este
Código.
2. Si se tratare de otras medidas, el Juez o Tribunal podrá acordar la sustitución
de la quebrantada por la de internamiento si ésta estuviese prevista para el supuesto de
que se trate y si el quebrantamiento demostrase su necesidad.
CAPÍTULO II
DE LA APLICACIÓN DE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD
SECCIÓN 1ª
De las medidas privativas de libertad
Art. 102. 1. A los exentos de responsabilidad penal conforme al número 2º. del artículo
20, se les
aplicará, si fuere necesaria, la medida de internamiento en centro de
deshabituación público, o privado debidamente acreditado u homologado, o cualquiera
otra de las medidas previstas en el apartado 3 del artículo 96. El internamiento no podrá
exceder del tiempo que habría durado la pena privativa de libertad, si el sujeto hubiere
sido declarado responsable, y a tal efecto el Juez o Tribunal fijará ese límite máximo en
la sentencia.
2. El sometido a esta medida no podrá abandonar el establecimiento sin
autorización del Juez o Tribunal sentenciador, de conformidad con lo previsto en el
artículo 97 de este Código.
Art. 104. En los supuestos de eximente incompleta en relación con los números 1º.,2º y
3º del artículo 20, el Juez o Tribunal podrá imponer, además de la pena correspondiente,
las medidas previstas en los artículos 101, 102 y 103. No obstante, la medida de
internamiento sólo será aplicable cuando la pena impuesta sea privativas de libertad y su
duración no podrá exceder de la de la pena prevista por el Código para el delito. Para su
aplicación se observará lo dispuesto en el artículo 99.
29
REAL DECRETO 1079/1993, de 2 de julio por el que se regula la remisión de las
sanciones administrativas en materia de drogas.
El capítulo IV de la Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, sobre protección de
la Seguridad Ciudadana, establece un régimen sancionador que asegura el cumplimiento
de las finalidades de la propia Ley y de las correspondientes garantías constitucionales.
En la tipificación de infracciones que realiza y, específicamente entre las graves, incluye
el consumo en lugares públicos y la tenencia ilícita de drogas tóxicas, estupefacientes o
sustancias psicotrópicas, así como el abandono en dichos lugares de los útiles o
instrumentos utilizados para su consumo (artículo 25.1).
Paralelamente, y atendiendo al fin resocializador y no exclusivamente
retributivo de la sanción, el artículo 25, apartado 2, de dicha Ley prevé la posibilidad de
suspender tales sanciones en los casos en que el infractor se someta a un tratamiento de
deshabituación en un centro o servicio debidamente acreditado (artículo 25.2).
Con el presente Real Decreto, dando cumplimiento al mandato de determinación
reglamentaria que contiene, se desarrolla el artículo 25.2 de la Ley Orgánica 1/1992,
regulando el procedimiento de suspensión de sanciones en los casos de infracciones
tipificadas en el apartado 1 de dicho artículo.
Atendiendo al fin rehabilitador de toxicómanos propugnado por la normativa
vigente y los convenios internacionales en materia de drogas y estupefacientes, la
suspensión de sanciones, que será de aplicación a quienes sean consumidores habituales
de dichas drogas o sustancias, podrá llegar a la remisión total y definitiva de tales
sanciones, en los casos en que el infractor lleve a cabo satisfactoriamente su tratamiento
de deshabituación, en la forma y con las condiciones que se establecen en este Real
Decreto.
30
4. Bibliografía
•
FOUCAULT, Michel (1989) [1975]: Vigilar y Castigar. El nacimiento de la
prisión, (trad. Aurelio Garzón del Camino), Siglo XXI: México (cap. I).
•
(1990) “¿A qué llamamos castigar?”, entrevista realizada por la revista Foulek
Ringelheim, y publicada en la revista española Archipiélago nro. 2 y en No hay
derecho nro. 2 (1990), p. 25-28
•
GARLAND, David (1999) [1990]: Castigo y Sociedad Moderna. Un estudio de
teoría social (trad. Berta Ruiz de la Concha), Siglo XXI: México (caps. 2, 4, 5,
6, 8, 10, 11 y 12).
•
BECCARÍA, Cessare (1994) [1764]: De los Delitos y de las Penas, Alianza:
Buenos Aires.
•
BENTHAM, Jeremy (1838) Teoría de las penas y de las recompensas (obra
sacada de los manuscritos de Bentham por Estevan Dumont; trad. de la 3era. ed.
por D.L.B.), Manuel Saurí: Barcelona (Libro I, cap. I a XI).
•
BOULLANT, Francois (2004) [2003] : Michel Foucault y las prisiones, Buenos
Aires, Nueva Vision (Claves)
•
MARÍ, Enrique (1983): La problemática del castigo. El discurso de Jeremy
Bentham y Michel Foucault, Hachette: Bs. As.
•
TEDESCO, Ignacio (2002): “El castigo como una compleja institución social.
El pensamiento de David Garland”, en revista online: www.elDial.com,
noviembre (y en Rivera Beiras; “Mitologías y discursos....”).
•
Código Penal (2003)
•
Crimen y castigo (C.L. Ten)
<http://www.educa.rcanaria.es/usr/ibjoa/et/sing32.html>
•
La violencia y sus dinámicas: crimen y castigo en el siglo XIX español
<http://www.ucm.es/info/hcontemp/leoc/taller/crimen%20y%20castigo.pdf>
•
GCSE History : Crime and punishment through time
<http://thc.worldarcstudio.com/classroom_20040211_JB/gcse/crime_punishmen
t1.html>
•
History of Punishment
<http://www.crab.rutgers.edu/~jasiegel/chapter2/>
31
5. Anexo 1
Recursos en Castellón
Recurso
UCA San Agustín
UCA
UPC
UDH
Centro de Emergencia
CD
CD
CD- Asistencial
CD- Integración laboral
CT
CT
Piso
Piso
Prevención
UVAD
PIC (Programa de Información en
Comisaría)
ICV (Intervención en Conductas
Violentas)
Ludopatía
Titular
Generalitat Valenciana
Consorcio Hospitalario
Gabinete Municipal
Drogodependencias
(Ayuntamiento de Castellón)
Consorcio Hospitalario
Fundación Salud y Comunidad
Proyecto Amigo
ARACA
Patim
Patim
Proyecto Amigo
Patim
Proyecto Amigo
Patim
Patim
Patim
Patim
Patim-Prisión
Patim
32
5.1. Anexo 2
DATOS ESTADÍSTICOS DE LA POBLACIÓN RECLUSA
TOTAL NACIONAL
(Datos a 31-01-2006)
CUADRO 1
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN RECLUSA POR SEXO
Sexo Total Internos
Hombres............................................................... 56.611
Mujeres................................................................. 4.836
Total..................................................................... 61.447
CUADRO 2
POBLACIÓN RECLUSA SEGÚN SITUACIÓN
PROCESAL-PENAL, POR SEXO.
Situación procesal – penal Hombres Mujeres Total
Internos
Preventivos.12.562 1.281 13.843
Penados. 43.190 3.510 46.700
Medidas de Seguridad 531 29 560
Arrestos Fin de Semana.123 8 131
Impago de Multa 65 2 67
Tránsitos 140 6 146
Total. 56.611 4.836 61.447
CUADRO 3
POBLACIÓN RECLUSA PENADA SEGÚN GRADO
DE TRATAMIENTO
Grado de Tratamiento Hombres Mujeres Total
Primer Grado 1.019 67 1.086
Segundo Grado 32.025 2.311 34.336
Tercer Grado 5.470 733 6.203
Sin clasificar 4.676 399 5.075
Total 43.190 3.510 46.700
33
5.2. Anexo 3: Prensa
Artículo 1
Debate sobre Presupuestos en el Congreso de los Diputados
El Presupuesto del Ministerio del Interior, que alcanzará 7.468 millones de euros
en 2006, recoge un incremento del 12,23% en los gastos de Seguridad
El Presupuesto de Interior se incrementa un 9,86% respecto a 2005
El Ministro Alonso explica en el Congreso sus prioridades para el próximo año:
lucha contra el terrorismo, seguridad ciudadana, política penitenciaria, seguridad
vial
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se reforzarán en 2006 con 5.575
nuevos policías y 4.100 guardias civiles
La ayuda a las víctimas del terrorismo alcanzará los 870.200 euros Tráfico
invertirá 773 millones de euros en la mejora de la seguridad vial, un 7,92% más
que en 2005, el mayor aumento porcentual de los últimos ejercicios
El Ministro del Interior, José Antonio Alonso, ha comparecido esta tarde en el Congreso
de los Diputados para explicar el Presupuesto con el que contará su Departamento en
2006: 7.468,36 millones de euros (incluyendo a los organismos autónomos), un 9,86%
más que en 2005. El Ministro Alonso ha reiterado que este Presupuesto, que recoge un
incremento real de la capacidad de gasto del Ministerio del Interior de 772 millones de
euros (un 11,64% más que en 2005), permitirá hacer frente a las grandes prioridades del
Ministerio: la lucha contra el terrorismo y la atención a las víctimas, la seguridad
ciudadana, la política penitenciaria y la seguridad vial.
Durante su intervención, Alonso ha destacado que los presupuestos elaborados por el
Gobierno pretenden ser el soporte adecuado para poner en práctica las medidas que
garanticen el ejercicio libre y pacífico de los derechos individuales, políticos y sociales;
la necesidad de seguridad de los ciudadanos y que permita ser un instrumento eficaz en
la lucha contra el terrorismo y cualquier otra forma de delincuencia.
ÁREA DE SEGURIDAD
El Ministro ha destacado que el presupuesto para el próximo año en el área de seguridad
ascenderá a 5.569,86 millones de euros, lo que representa un incremento del 12,23%
(606,68 millones de euros más) con respecto a los del ejercicio actual. Este aumento
permitirá reforzar los servicios de lucha contra el terrorismo: mientras que en la
actualidad el coste directo de estos servicios está en torno a los 350 millones, la
dotación inicial para el próximo ejercicio aumentará hasta los 368 millones.
34
Lucha contra el terrorismo
Además, el proyecto presupuestario recoge las partidas necesarias para financiar los
refuerzos de personal de las unidades antiterroristas (que cuentan con 600 nuevas plazas
desde mediados de 2004) y para financiar la creación de 200 nuevos puestos de trabajo
en la Guardia Civil para acometer la implementación de las medidas establecidas por el
plan de actuación para el control de explosivos.
Por su parte, el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA), que tendrá
operativa una nueva sede durante el primer trimestre, contará con una inversión de 2,83
millones de euros, mientras que el superproyecto Equipamiento Policial recoge, entre
otras inversiones, 17,74 millones destinados a la modernización de material para la
desactivación de explosivos o para hacer frente a los riesgos nucleares, radiológicos,
bacteriológicos y químicos (NRBQ).
Atención a las víctimas
El Ministro Alonso ha reiterado una vez más su compromiso con un decidido apoyo a
las víctimas del terrorismo y a las asociaciones que las representan y ha anunciado que
la partida de subvenciones para la atención de las víctimas ascenderá a 870.200 euros
frente a los 600.000 del año 2005, que a su vez ya duplicaban la partida del año 2004.
Refuerzo de los medios de las Fuerzas de Seguridad
En el ámbito de la seguridad, Alonso ha destacado además el importante esfuerzo para
cumplir con una de las promesas electorales: la equiparación retributiva de los agentes
de la Policía y la Guardia Civil con los miembros de otras policías. En este sentido, se
destinan 196,75 millones de euros de conformidad con el acuerdo suscrito por el
Ministro Alonso y los sindicatos policiales el pasado 5 de abril. Se incluyen las mejoras
correspondientes al ejercicio 2005 (83 millones de euros ) y las previstas para 2006 (113
millones de euros).
De la misma manera, el presupuesto contempla el cumplimiento del compromiso de
convocar 36.000 plazas para las Fuerzas de Seguridad en la presente legislatura para
cubrir el déficit heredado en las plantillas de Policía y Guardia Civil. La Oferta de
Empleo Público para 2006 contempla la convocatoria de 5.575 nuevos miembros del
Cuerpo Nacional de Policía y 4.100 plazas para la Guardia Civil, lo que permitirá la
paulatina cobertura de los puestos de trabajo dotados en los catálogos.
La formación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es otra de las
prioridades que ha fijado el Ministro y que se refleja en los presupuestos, en los que el
programa de Formación está dotado con 129,64 millones, un 12,2% más que en 2005.
La dotación para acción social de ambos Cuerpos se ha incrementado con 9,66 millones
de euros.
En cuanto a las inversiones, en el conjunto de las partidas del área de seguridad se
incrementarán en 2006 un 14,51%. Entre ellas destaca la dotación para infraestructuras,
que contará con 133,41 millones de euros, 11,62 millones más que en 2005.
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La modernización de los sistemas y equipos informáticos es otra de las inversiones
prioritarias para desarrollar el Plan SAID (Sistema de Identificación Automática
Dactilar), el programa SITEL (Sistema Integrado de Interceptación Telefónica), el
Proyecto de Unificación de Bases de Datos y el Programa Estadístico de Seguridad.
Especial importancia tiene el desarrollo del DNI electrónico, que contará con 27,33
millones en 2006.
Por su parte, el proyecto de renovación de helicópteros policiales dispondrá de una
dotación presupuestaria de 18,5 millones de euros.
Actuaciones en materia de inmigración
El Ministro Alonso ha destacado igualmente la inversión de 28,8 millones de euros en el
Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), que permitirá durante el 2006 la
finalización de su despliegue en Almería y Lanzarote, el inicio del mismo en Gran
Canaria y Huelva y la ampliación del sistema en Cádiz.
Alonso ha recordado que, para hacer frente a las actuaciones derivadas del control de la
inmigración irregular y del reforzamiento de las fronteras terrestres, el Gobierno ha
aprobado, con cargo al presupuesto de 2005, un suplemento de crédito de 28,1 millones
de euros para reforzar los perímetros fronterizos de Ceuta y Melilla y se ha previsto un
partida para el 2006 de 2,64 millones para el mantenimiento de las instalaciones
fronterizas.
Por su parte, la Secretaría de Estado de Seguridad contará, según ha explicado Alonso,
con 12,98 millones para el desarrollo del Plan de Inmigración Sur, destinado a la
creación y mejora de Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE). Además,
dispondrá de una partida de 24,91 millones de euros para cubrir los gastos de transporte
ocasionados por el reintegro de extranjeros y una dotación de 4 millones para acometer
todo tipo de atenciones derivadas de la inmigración.
ÁREA DE INSTITUCIONES PENITENCIARIAS
Alonso ha destacado el importante incremento que han tenido las partidas de la
Dirección General de Instituciones Penitenciarias, que contará con 896 millones de
euros. El mayor incremento relativo se produce en el capítulo de inversiones, que se
dedicará a la reparación de las prisiones y a la adecuación y a mejoras sanitarias.
Además, el acuerdo entre el Ministerio del Interior y los sindicatos de los funcionarios
de Instituciones Penitenciarias, firmado el pasado 29 de marzo, ha motivado la inclusión
en el proyecto de una partida de 25,7 millones de euros destinadas a las mejoras
retributivas.
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