Mano de obra y nuevas formas de organización del trabajo en la Revolución Industrial

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TEMA 6
LA MANO DE OBRA Y LAS NUEVAS FORMAS DE ORGANIZACIÃ N DEL TRABAJO EN LA
REVOLUCIÃ N INDUSTRIAL.
1. El problema del reclutamiento de los trabajadores.
2. la formación de la mano de obra.
3. la aceptación de la mano de obra al sistema fabril.
3.1 la necesidad de una nueva disciplina.
3.2 método para imponer la nueva disciplina.
4. el nacimiento del proletariado y del movimiento obrero. El surgimiento del derecho laboral.
5. el nivel de vida de la clase obrera y sus consecuencias económicas.
1. EL PROBLEMA DEL RECLUTAMIENTO DE LOS TRABAJADORES.
Las empresas de la revolución industrial se encontraron con dos problemas fundamentales para el
reclutamiento de los trabajadores:
1. la aversión a las normas y disciplina propia del sistema fabril.
2. de escasez de mano de obra cualificada para determinadas funciones.
En la empresa fabril el trabajador más valioso no era el mejor sino el más constante, ya que los que
procedÃ−an de que talleres domésticos o de la agricultura no estaban acostumbrados a los ritmos de trabajo
de la fábrica y además estaban acostumbrados a trabajar sólo lo necesario para subsistir, por el trabajador
el sistema fabril implicaba un doble miedo:
1. Se tenÃ−a miedo a lo desconocido. Las relaciones con los patronos eran de nuevo tipo. A menudo tenÃ−an
que desplazarse a nuevas ciudades y con frecuencia también implicaba un nuevo modelo de familia
modificando las relaciones en el matrimonio y entre padres se hijos. Por ello, con frecuencia, el sistema fabril
se rechazaba en términos morales.
2. ExistÃ−a también miedo a lo conocido. Los empresarios buscaban ante todo mano de obra dócil. La
industria textil se asociaba a menudo al trabajo forzoso en Workhouses, orfanatos y prisiones.
El empleo masivo de niños aprendices en la industria privada se debÃ−a a menudo a la necesidad de
mantener una correcta proporción entre trabajadores adultos y niños. A veces, éstos eran la única mano
de obra que se podÃ−a llevar a la fábrica y desde luego no eran libres en ningún sentido.
El que los salarios fueran más altos en la fábrica no era suficiente atractivo para los trabajadores. Los que
acuden son los que se ven expulsados de la agricultura por la revolución agrÃ−cola que se desarrolla al
mismo tiempo o los de zonas muy pobres como Irlanda, que veÃ−an obligados a emigrar.
En el siglo XVIII existÃ−a al mismo tiempo pardo y falta de trabajadores cualificados. Cuando las empresas
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requerÃ−an cualificaciones de tipo tradicional, se podÃ−a recurrir a los artesanos desocupados de las aldeas.
Pero las empresas más innovadoras necesitaban mano de obra muy especializada en técnicas
completamente nuevas que a menudo se habÃ−an desarrollado en la propia fábrica. Algunas de estas
empresas se convirtieron en centros de formación de especialistas, que después eran reclutados por otras
empresas.
2. LA FORMACIÃ N DE LA MANO DE OBRA.
Las empresas requerÃ−an hombres que tuvieran una formación técnica tradicional a la que añadir su
adaptación a la disciplina de la fábrica y una formación en las nuevas técnicas. Para ello cada vez
hacÃ−an más falta trabajadores alfabetizados capaces de comprender libros.
La fábrica de Soho hubo de crear un equipo de mecánicos especializados mediante un sistema de
aprendizaje que duraba siete años. A veces contrataban a personas con conocimientos afines y que pudieran
ser adaptadas. Los problemas eran similares en empresas dedicadas a la construcción de locomotoras o de
maquinaria textil.
Algunos de los puestos de trabajo que aparecen nuevos no sólo requerÃ−an una formación previa en lectura
y escritura sino además conocimientos de aritmética y geometrÃ−a.
La educación oficial para la mayor parte de la población era insuficiente, pero a fines del siglo XVIII las
oportunidades educativas para los trabajadores mejoraron de forma sensible y se adaptaron a las necesidades
de los nuevos empleos. Por ejemplo, en las escuelas creadas por la iglesia metodista en las zonas mineras por
escuelas dominicales e industriales por todo el paÃ−s.
Entre 1815 y 1835,2/3 de los obreros de Inglaterra sabÃ−a y al menos 1/3 leer y escribir.
3. LA ADAPTACIÃ N DE LA MANO DE OBRA AL SISTEMA FABRIL.
3.1 La necesidad de una nueva disciplina.
El trabajo fabril requerÃ−a ante todo una gran regularidad y una intensidad constante para que no
disminuyera la precisión y para mantener procesos normalizados y mantener en orden el equipo.
La maquinaria obligó en última instancia a que el trabajador aceptara la disciplina ya que la irregularidad
de una sola persona afectaba a la regularidad y precisión de toda la empresa.
Los reglamento del trabajo se fueron formalizando y a menudo estaban impresos, constituyendo todo un
sÃ−mbolo de la nueva relación laboral.
La disciplina del trabajo infantil no era un problema en los talleres a domicilio donde el niño estaba bajo
control familiar pero era mucho mayor problema en la fábrica, donde el trabajo era completamente alienante,
muchas veces sin el incentivo de aprender un oficio al mismo tiempo que se estaba socavando la autoridad del
padre.
3.2 Métodos para imponer la nueva disciplina
Los métodos para imponer la nueva disciplina eran fundamentalmente de los tipos:
-positivos: constituyen alicientes.
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-negativos: castigos.
Los castigos corporales se daban sobre todo en los niños.
Las multas se aplicaban para infracciones muy leves dando lugar a numerosos abusos y quejas.
El despido era fácil con la mano de obra no cualificada y cuando abundaban a mano de obra, pero con los
trabajadores cualificados sólo se recurrÃ−a al mismo en última instancia.
Los sindicatos estaban prohibidos, considerándose la asociación a los mismos un delito, para disminuir la
resistencia de los obreros hacia la imposición de la disciplina. Sin embargo, al no existir cauces formales
para la solución de conflictos, a menudo degeneraban en motines.
Los patronos combatÃ−an la afiliación a los sindicatos mediante el despido inmediato y la confección de
listas negras para que el trabajador no fuera contratado de nuevo.
Los incentivos positivos eran muy escasos.
La subcontratación dejaba parte de la responsabilidad en manos de los trabajadores, pero más que un
método de disciplina era un método para evitar tener que imponer disciplina.
El trabajo a destajo era usado en las minas desde mucho tiempo antes; podÃ−a servir para aumentar la
productividad y para crear grupos coexionados, pero era de difÃ−cil aplicación en las fábricas. No obstante
el trabajo a destajo ayudo a cambiar la mentalidad empresarial.
Hasta 1750 se pensaba que los trabajadores sólo necesitaban los ingresos mÃ−nimos para subsistir aunque
lentamente, fueron comprendiendo que el esfuerzo de los trabajadores podÃ−a ser tan elástico como sus
ingresos.
4. EL NACIMIENTO DEL PROLETARIADO Y DEL MOVIMIENTO OBRERO. EL SURGIMIENTO DEL
DERECHO LABORAL.
A fines del siglo XVIII se crearon asociaciones de trabajadores en la industria textil para actuar como fuerza
de presión en la defensa de sus derechos, pero el parlamento británico Las prohibió, ya que según los
postulados liberales clásicos, la libre competencia en el mercado de trabajo entre trabajadores y empresarios
debÃ−a llevarse a cabo entre individuos y no como grupo.
A partir de 1810 aparece un movimiento de agitación contra la maquinaria, causado por el miedo al paro,
conocido como Luddismo y a partir de 1825 se desarrolla una campaña a favor de la libre asociación que
acabó siendo aceptada por el parlamento, aunque los primeros sindicatos eran bastante débiles.
Posteriormente R. Owen y O'Connor fomentaron la participación obrera en polÃ−tica a través del
movimiento cartista, pero las disensiones internas acabaron con el movimiento y a partir de 1850 el
sindicalismo británico se desarrolló al margen de la polÃ−tica, creando sindicatos por oficios cuya
principal preocupación era la negociación de los salarios y la creación de mutualidades de seguros.
El derecho laboral inglés aparece por primera vez en 1802 con una ley que quedó pronto como papel
mojado. Esta ley protegÃ−a el trabajo infantil. Las siguientes leyes sobre fábricas datan de 1833 y 1844
tratando de proteger el trabajo de las mujeres y los niños, aunque los empresarios combatieron tanto las
leyes como las sentencias judiciales.
5. EL NIVEL DE VIDA DE LA CLASE OBRERA Y SUS REPERCUSIONES ECONÃ MICAS.
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Entre 1750 y 1850 los salarios reales en Gran Bretaña se elevaron gracias a los incrementos de
productividad en el trabajo con una excepción, la de los tejedores.
No obstante el nivel de vida no se puede saber sólo por el salario sino que hay que tener en cuenta otros
factores.
La esperanza de vida también se eleva pero la mortalidad seguÃ−a siendo el doble entre las clases
populares respecto a las familias acomodadas, y los trabajadores vivÃ−an en varios con pésimas
condiciones higiénicas, a menudo hacinados en sótanos por la emigración a las ciudades. De hecho
existÃ−a una gran pobreza relacionada con el paro en las ciudades, a las que llegaban emigrantes del campo y
de Irlanda.
De hecho durante la revolución industrial, al obrero sólo se consideraba por la fuerza de trabajo que
aportaba, era como un "input" más de la empresa.
Esta realidad sólo fue cambiando lentamente a partir de 1830.
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