Fábula del viejo, el niño y el burro Fábula del viejo, el niño y el burro ©Versión libre de una Fábula de Esopo Andaban un viejo y un niño conduciendo a un burro, para venderlo en la Feria del pueblo. A pocos pasos, un campesino les reprochó: —¡Qué tontos son! Ustedes a pie y el burro descansando. El viejo le dio la razón y subió al niño sobre el burro, y siguieron su camino. Más adelante, una anciana muy severa regañó al niño: —Vergüenza debía darte, tu montado y el pobre viejo caminando a duras penas. El viejo le dio la razón y bajando al niño del burro, se subió él, y siguieron su camino. Unos metros más adelante un fiero león, que rondaba por allí, le rugió: —¡Abuelo egoista!, tú comodamente sentado, mientras el pobre niño se destroza los pies en el camino. Otra vez el viejo se sintió culpable y subió al niño junto a él sobre el lomo del borrico. Al rato, se encontraron con una señora protectora de los animales, quien casi llorando les dijo: —Seguro que el asno no es de ustedes, si lo fuera, no lo sobrecargarían de esa manera tan cruel. Temiendo que en la Feria todos pensaran mal de ellos, le ordenó al niño: —Agarra al burro por delante, mientras yo lo sostengo por las ancas, y así lo llevaremos para evitar más críticas. Pero al entrar a la Feria, todos los presentes, se rieron y burlaron a gritos por tan inusual manera de conducir a la bestia de carga. Moraleja: Como cada uno piensa a su modo, por bien que quieras hacer las cosas, nunca complacerás a todos. Colofón