STJCE 13.3.2.007, C-524/04, Asunto Test Claimants in the Thin Cap Group: las Condiciones de compatibilidad comunitaria de las cláusulas de subcapitalización (y de precios de transferencia). Jose Manuel Calderón Carrero Universidad de La Coruña I. DOCTRINA DEL TRIBUNAL. A través de esta sentencia, el TJCE declara que se opone a la libertad de establecimiento una legislación de un Estado miembro que establezca una norma de subcapitalización, impidiendo a la sociedad residente la deducción a efectos fiscales los intereses de un préstamo financiero concedido por una sociedad matriz residente en otro Estado miembro, o por una sociedad residente en otro Estado miembro controlada por tal sociedad matriz, siempre que dicha norma no se aplique a entidades residentes que hayan obtenido el préstamo de entidades residentes. El Tribunal de Justicia pone de relieve que la norma de subcapitalización será conforme a la normativa comunitaria si la misma se basa en un examen de elementos objetivos y verificables que permiten identificar la existencia de un montaje puramente artificial con fines exclusivamente fiscales al establecer la posibilidad de que el contribuyente pueda presentar, en su caso, y sin estar sujeto a restricciones administrativas excesivas elementos relativos a los motivos comerciales subyacentes a la transacción de que se trata, y si, en el caso de que se acredite que estemos ante un montaje puramente artificial, la referida norma sólo califica dichos intereses como beneficios distribuidos en la medida en que superen lo que se hubiera acordado en condiciones de libre competencia. Finalmente, y dentro del ámbito referido a la devolución de ingresos indebidos, a falta de normativa comunitaria, corresponde al ordenamiento jurídico interno de cada Estado miembro designar los órganos jurisdiccionales competentes y configurar la regulación procesal de los recursos judiciales destinados a garantizar la salvaguardia de los derechos que el Derecho comunitario confiere a los justiciables, incluida la calificación de las demandas presentadas ante los órganos jurisdiccionales nacionales por quienes hayan sido perjudicados. No obstante, dichos órganos están obligados a garantizar que los justiciables disponen de un cauce procesal efectivo que les permita obtener la devolución del impuesto indebidamente recaudado y de las cantidades pagadas a dicho Estado miembro o retenidas por éste en relación 1 directa con tal impuesto. Cuando la legislación de un Estado miembro constituya un obstáculo a la libertad de establecimiento prohibido por el artículo 43 CE, el órgano jurisdiccional remitente, para determinar el perjuicio indemnizable, puede comprobar si los perjudicados han actuado con una diligencia razonable para evitar el perjuicio o reducir su importancia, y, si, en especial, han ejercitado en tiempo oportuno todas las acciones que en Derecho les correspondían. II. ANTECEDENTES JURISPRUDENCIALES Las sentencias del TJCE de 13 de abril de 2000, Baars, C-251/98, Rec. p. I­ 2787; de 8 de marzo de 2001, Metallgesellschaft y otros, - 397/98 y C-410/98, Rec. p. I-1727; de 21 de noviembre de 2002, X e Y, C-436/00, Rec. p. I­ 10829; de 12 de diciembre de 2002, Lankhorst-Hohorst C-324/00, Rec. p. I­ 11779); de 13 de diciembre de 2005, Marks & Spencer, C-446/03, Rec. p. I­ 10837, de 12 de diciembre de 2006, Test Claimants in Class IV of the ACT Group Litigation, C-374/04, Rec. p. I-0000; y de 12 de septiembre de 2006, Cadbury Schweppes y Cadbury Schweppes Overseas, C-196/04, Rec. p. I­ 0000 III. SUPUESTO DE HECHO. El presente asunto trae causa de una cuestión prejudicial planteada por la High Court of Justice (England & Wales), Chancery Division, en un procedimiento que se inscribe en la categoría de «group litigation [demanda colectiva]» sobre la subcapitalización («Thin Cap Group Litigation»), constituida por varias reclamaciones de restitución y/o compensación interpuestas por unos grupos de sociedades contra los Commissioners of Inland Revenue ante dicho Tribunal. Los asuntos se refieren a una sociedad residente en el Reino Unido que es propiedad, directa o indirectamente, en al menos un 75 % de una sociedad matriz no residente y que ha obtenido un préstamo, bien de ésta, bien de otra sociedad no residente propiedad, directa o indirectamente, en al menos un 75 % de esta misma sociedad matriz. Dicha Sociedad matriz puede estar establecida bien en otro Estado Miembro, bien en un país tercero o incluso en otro Estado miembro pero que actúa a través de una sucursal residente en un país tercero. A raíz de la sentencia Lankhorst-Hohorst las demandantes en el litigio principal interpusieron reclamaciones de restitución y/o compensación relativas a las desventajas fiscales que se habían producido por haberles 2 aplicado la legislación del Reino Unido, entre ellas, en concreto, el exceso de impuesto sobre sociedades pagado a raíz de la resolución de la Administración tributaria del Reino Unido de no admitir, como deducción de sus beneficios imponibles, los intereses abonados y/o de limitar tal deducción, así como el exceso de impuesto que resultó de la conversión, por dichas sociedades, de fondos tomados a préstamo en fondos propios. IV. TIPO DE PROCEDIMIENTO. El presente asunto constituye una cuestión prejudicial planteada con base en el artículo 234 CE por la High Court of Justice (England & Wales) Chancery Division (Reino Unido), mediante resolución de 21 de diciembre de 2004, recibida en el Tribunal de Justicia el 31 de diciembre de 2004, en un procedimiento constituido por varias reclamaciones de restitución y/o compensación interpuestas por unos grupos de sociedades contra los Commissioners of Inland Revenue. V. FUNDAMENTOS JURIDICOS. Apreciación del Tribunal de Justicia Sobre las libertades de circulación aplicables 26 En la medida en que el órgano jurisdiccional remitente pregunta al Tribunal de Justicia sobre la interpretación tanto del artículo 43 CE, relativo a la libertad de establecimiento, y del artículo 49 CE, relativo a la libre prestación de servicios, como del artículo 56 CE, relativo a la libre circulación de capitales, es preciso determinar si una legislación nacional como la controvertida en el litigio principal puede estar comprendida en ámbito de dichas libertades. 27 Según reiterada jurisprudencia, están comprendidas dentro del ámbito de aplicación material de las disposiciones del Tratado CE relativas a la libertad de establecimiento las disposiciones nacionales que son de aplicación a la posesión por un nacional del Estado miembro de que se trate de una participación tal en el capital de una sociedad establecida en otro Estado miembro que le confiere una influencia real en las decisiones de dicha sociedad y le permite determinar las actividades de ésta. (…) 32 Por otra parte, de la resolución de remisión se desprende que los asuntos seleccionados como asuntos «piloto» en el marco del litigio pendiente ante el órgano jurisdiccional remitente se refieren a sociedades residentes en el Reino Unido propiedad, directa o indirectamente, al menos en un 75 %, de una sociedad matriz no residente o de otra sociedad no residente que también 3 es propiedad, directa o indirectamente, al menos en un 75 %, de dicha sociedad matriz. 33 Una legislación como la controvertida en el litigio principal, que sólo tiene por objeto las relaciones en el seno de un grupo de sociedades, afecta principalmente a la libertad de establecimiento y, por lo tanto, debe examinarse a la luz del artículo 43 CE. (…) Sobre la existencia de una restricción a la libertad de establecimiento 36 La libertad de establecimiento, que el artículo 43 CE reconoce a los nacionales comunitarios y que implica para ellos el acceso a las actividades no asalariadas y su ejercicio, así como la constitución y gestión de empresas, en las mismas condiciones fijadas por la legislación del Estado miembro de establecimiento para sus propios nacionales, comprende, conforme al artículo 48 CE, para las sociedades constituidas con arreglo a la legislación de un Estado miembro y cuyo domicilio social, administración central o centro de actividad principal se encuentre dentro de la Comunidad Europea, el derecho a ejercer su actividad en el Estado miembro de que se trate por medio de una filial, sucursal o agencia. 37 Respecto a las sociedades, su domicilio, en el sentido del artículo 48 CE, sirve para determinar, a semejanza de la nacionalidad de las personas físicas, su sujeción al ordenamiento jurídico de un Estado. Admitir que el Estado miembro de establecimiento de una filial pueda aplicar libremente un trato distinto a esta filial por el mero hecho de que el domicilio de su sociedad matriz se halle en otro Estado miembro privaría de contenido al artículo 43 CE. La libertad de establecimiento pretende, así, garantizar el disfrute del trato nacional en el Estado miembro de acogida, al prohibir cualquier discriminación basada en el lugar del domicilio de las sociedades. 38 En el caso de autos, las disposiciones nacionales relativas a la «subcapitalización» establecen que, en determinadas circunstancias, los intereses abonados por una sociedad a otra sociedad perteneciente al mismo grupo por un préstamo que ésta le concedió, se califican de beneficios distribuidos, prohibiendo así a la sociedad prestataria deducir del beneficio imponible dichos intereses abonados. 39 De los autos se desprende que calificar de beneficios distribuidos los intereses abonados a una sociedad vinculada puede agravar la carga tributaria de la sociedad prestataria no sólo porque el importe de los intereses abonados no puede reducir el beneficio imponible, sino también porque, debido a la calificación de dichos intereses como beneficios distribuidos, dicha sociedad 4 puede tener que efectuar el pago a cuenta del impuesto sobre sociedades en el momento de dicha operación. 40 Pues bien, es preciso señalar que las disposiciones nacionales relativas a la subcapitalización introducen una diferencia de trato entre sociedades prestatarias residentes en función de que la sociedad vinculada prestamista esté domiciliada o no en el Reino Unido. (…) 44 Pues bien, en la medida en que una sociedad está sujeta al impuesto en el Reino Unido por residir en este Estado miembro o desarrollar en él una actividad económica mediante una sucursal o una agencia, las disposiciones aplicables entre 1995 y 2004 sometían a restricciones fundamentalmente los préstamos concedidos por sociedades matrices no residentes. 45 De lo anterior se desprende que, incluso antes de 1995 y, en cualquier caso, entre 1995 y 2004, la situación tributaria de una sociedad residente que abonara intereses por un préstamo concedido por una sociedad vinculada no residente era menos ventajosa que la de una sociedad prestataria residente que hubiera recibido un préstamo de una sociedad vinculada residente. (…) Sobre la justificación de la restricción a la libertad de establecimiento 64 Sólo puede admitirse tal restricción si está justificada por razones imperiosas de interés general. Pero, en tal caso, es preciso además que su aplicación sea adecuada para garantizar la realización del objetivo así perseguido y que no vaya más allá de lo necesario para alcanzarlo. – Sobre los motivos de lucha contra las práctica abusivas 71 En segundo lugar, por lo que respecta a consideraciones relacionadas con la lucha contra la evasión fiscal, el Gobierno del Reino Unido señala que, contrariamente a la legislación alemana controvertida en el asunto que dio lugar a la sentencia Lankhorst-Hohorst, antes citada, las disposiciones nacionales relativas a la subcapitalización contemplan una forma particular de evasión fiscal consistente en la aplicación de dispositivos artificiales destinados a eludir la legislación tributaria en el Estado de residencia de la sociedad prestataria. Las disposiciones vigentes en el Reino Unido no van más allá de lo necesario para alcanzar dicho objetivo en el sentido de que se basan en el principio reconocido a escala internacional de la libre competencia, que sólo califican de beneficios distribuidos la parte de los intereses que exceden de lo que se habría abonado en el marco de una transacción celebrada en condiciones de libre competencia y que se aplican con flexibilidad, en particular, al establecer un procedimiento de comprobación previa. 5 72 Hay que recordar que, conforme a reiterada jurisprudencia, una medida nacional que restrinja la libertad de establecimiento puede estar justificada cuando tenga por objeto específico los montajes puramente artificiales cuyo objetivo sea eludir la aplicación de la legislación del Estado miembro de que se trate. 73 La mera circunstancia de que una sociedad residente obtenga un préstamo de una sociedad vinculada establecida en otro Estado miembro no puede invocarse para justificar una presunción general de prácticas abusivas y servir de justificación a una medida que vaya en detrimento del ejercicio de una libertad fundamental garantizada por el Tratado. 74 Para que una restricción a la libertad de establecimiento pueda estar justificada por motivos de lucha contra prácticas abusivas, el objetivo específico de tal restricción debe ser oponerse a comportamientos consistentes en crear montajes puramente artificiales, carentes de realidad económica, con el objetivo de eludir el impuesto normalmente adeudado sobre los beneficios generados por actividades llevadas a cabo en el territorio nacional. 75 Al igual que las prácticas, mencionadas en el apartado 49 de la sentencia Marks & Spencer, antes citada, que consisten en organizar transferencias de pérdidas, dentro de un grupo de sociedades, a sociedades establecidas en los Estados miembros que apliquen los tipos impositivos más elevados y donde, en consecuencia, el valor fiscal de dichas pérdidas sea mayor, el tipo de comportamientos descritos en el apartado anterior puede menoscabar el derecho de los Estados miembros a ejercer su competencia fiscal en relación con las actividades realizadas en su territorio y poner de este modo en peligro el equilibrio en el reparto de la potestad tributaria entre los Estados miembros. 76 Como señala el Gobierno del Reino Unido, una legislación nacional como la controvertida en el litigio principal contempla la práctica de «subcapitalización» en virtud de la cual un grupo de sociedades intenta reducir la tributación de los beneficios generados por una de sus filiales y, para ello elige financiar a esta filial mediante préstamos en vez de mediante fondos propios, lo que permite que dicha filial pueda transferir beneficios a una sociedad matriz bajo la forma de intereses deducibles a la hora de calcular sus beneficios imponibles y no bajo la forma de dividendos no deducibles. Cuando la sociedad matriz es residente en un Estado en que el tipo impositivo es inferior al aplicable en el Estado de residencia de la filial, la deuda tributaria puede ser transferida de este modo a otro Estado con una menor tributación. 77 Al establecer la calificación de dichos intereses como beneficios distribuidos, tal legislación puede evitar prácticas cuyo objetivo no es otro que 6 el de eludir el impuesto normalmente adeudado sobre los beneficios generados por actividades llevadas a cabo en el territorio nacional. De lo anterior se desprende que tal legislación resulta adecuada para alcanzar el objetivo para el que fue adoptada. 78 Procede verificar además si la citada legislación no va más allá de lo necesario para alcanzar dicho objetivo. 79 Como declaró el Tribunal de Justicia en el apartado 37 de su sentencia Lankhorst-Hohorst, antes citada, no cumple esta exigencia una legislación nacional que no tiene por objeto específico excluir de una ventaja fiscal los montajes puramente artificiales cuyo objetivo sea eludir la aplicación de dicha legislación, sino que contempla, en general, cualquier situación en la que la sociedad matriz tenga su domicilio, sea cual fuere el motivo, en otro Estado miembro. 80 En cambio, una legislación de un Estado miembro puede estar justificada por motivos relativos a la lucha contra las prácticas abusivas cuando establece que los intereses abonados por una filial residente a una sociedad matriz no residente se calificarán como beneficios distribuidos únicamente si superan, y en la medida en que lo hagan, lo que dichas sociedades habrían acordado en condiciones de libre competencia, a saber, condiciones comerciales sobre las que tales sociedades habrían podido ponerse de acuerdo si no hubieran pertenecido al mismo grupo de sociedades. 81 En efecto, el hecho de que una sociedad residente haya obtenido un préstamo de una sociedad no residente en condiciones que no se corresponden con lo que las sociedades de que se trata habrían acordado en condiciones de libre competencia constituye para el Estado miembro de residencia de la sociedad prestataria un elemento objetivo y verificable por terceros para determinar si la transacción de que se trata constituye, total o parcialmente, un montaje puramente artificial cuyo objetivo esencial es eludir la aplicación de la legislación tributaria de dicho Estado miembro. A este respecto, se trata de saber si, de no haber existido relaciones especiales entre las sociedades de que se trata, no se habría acordado el préstamo o se habría acordado por un importe o a un tipo de interés diferentes. 82 Como ha señalado el Abogado General en el punto 67 de sus conclusiones, una legislación nacional que se basa en un examen de elementos objetivos y verificables para determinar si una transacción presenta el carácter de un montaje puramente artificial con fines exclusivamente fiscales debe considerarse que no va más allá de lo necesario para evitar prácticas abusivas cuando, en primer lugar, en cada caso en que no cabe excluir la existencia de tal montaje, el contribuyente puede presentar, sin estar sujeto a restricciones 7 administrativas excesivas, elementos relativos a los posibles motivos comerciales por los que se celebró dicha transacción. 83 Para que tal legislación sea compatible con el principio de proporcionalidad, es necesario, en segundo lugar, que, cuando la comprobación de tales elementos llegue a la conclusión de que la transacción de que se trata corresponde a un montaje puramente artificial carente de motivos comerciales reales, la recalificación de los intereses abonados como beneficios distribuidos se limite a la fracción de estos intereses que supere lo que se habría acordado de no haber existido relaciones especiales entre las partes o entre éstas y una tercera persona. 84 En el presente caso, se desprende de los autos que, hasta las modificaciones realizadas en 1995, la legislación vigente en el Reino Unido establecía que los intereses abonados por una filial residente por un préstamo concedido por una sociedad matriz no residente se calificaban, en su totalidad, como beneficios distribuidos, sin evaluar la conformidad del préstamo a un criterio relevante como el de la libre competencia y sin posibilidad alguna de que dicha filial presentara elementos relativos a los motivos comerciales reales en los que se basaba tal préstamo. 85 No obstante, también se desprende de los autos que dicha legislación no se aplicaba en los casos en que un CDI excluía su aplicación y garantizaba que los intereses en cuestión podían deducirse a efectos fiscales siempre que el tipo de interés no superara el que se habría pactado en condiciones de libre competencia. En virtud de tal CDI, únicamente la fracción de los intereses que superaba lo que se habría pagado en condiciones de libre competencia se calificaba como beneficio distribuido. 86 Si bien un régimen tributario como el derivado de los CDI celebrados por el Reino Unido, para las situaciones reguladas por éstos, parece basarse, en principio, en un examen de elementos objetivos y verificables que permiten identificar la existencia de un montaje puramente artificial con fines exclusivamente fiscales, corresponde al órgano jurisdiccional remitente determinar, cuando se ponga de manifiesto que las demandantes en el litigio principal se acogían a tal régimen, si éste les permitía presentar, en el supuesto de que sus transacciones no reunieran los requisitos establecidos por el CDI para evaluar su conformidad con el criterio de la libre competencia, elementos relativos a los posibles motivos comerciales sobre los que se basaban dichas transacciones, sin estar sujetas a restricciones administrativas excesivas. 87 Lo mismo cabe decir de las disposiciones nacionales vigentes tras las modificaciones legislativas realizadas en 1995 y en 1998. No se discute que, en virtud de dichas disposiciones, la recalificación como beneficios distribuidos 8 sólo afecta a la fracción de los intereses que excede de lo que se pagaría en condiciones de libre competencia. Pues bien, aunque los criterios que establecen las referidas disposiciones parecen exigir, en principio, un examen de elementos objetivos y verificables para llegar a la conclusión de que existe un montaje puramente artificial con fines exclusivamente fiscales, corresponde al órgano jurisdiccional remitente determinar si dichas disposiciones ofrecen la posibilidad de que el contribuyente presente, cuando una transacción no cumple el criterio de la libre competencia, en las condiciones recordadas en el apartado anterior, en su caso, elementos relativos a los motivos comerciales en los que se basaba dicha transacción. 88 Contrariamente a lo que sostiene la Comisión, cuando un Estado miembro califica como beneficios distribuidos a todos o a parte de los intereses abonados por una sociedad residente a una sociedad no residente perteneciente al mismo grupo de sociedades, tras haber demostrado que se trata de un montaje puramente artificial cuyo objetivo es eludir la aplicación de su legislación tributaria, no cabe exigir que dicho Estado miembro, en este contexto, garantice que el Estado de residencia de esta segunda sociedad haga lo necesario para evitar que, a escala de dicho grupo, el pago calificado como dividendo sea gravado, como tal, tanto en el Estado miembro de residencia de la primera sociedad como en el de la segunda. 89 En efecto, en la medida en que, en tal supuesto, el Estado miembro de residencia de la primera sociedad puede legítimamente tratar los intereses abonados por esta sociedad como una distribución de beneficios, no le corresponde a él garantizar que los beneficios distribuidos a una sociedad accionista no residente no estén gravados con una doble imposición en cadena (véase, en este sentido, la sentencia Test Claimants in Class IV of the ACT Group Litigation, antes citada, apartados 59 y 60). 90 Únicamente si un Estado miembro decide ejercer su competencia fiscal no sólo respecto de la filial residente sobre los beneficios generados en dicho Estado miembro, sino también respecto de la sociedad beneficiaria no residente sobre la renta que ésta percibe de dicha filial, el referido Estado debe velar, para que esta sociedad beneficiaria no se enfrente a una restricción a la libertad de establecimiento prohibida, en principio, por el artículo 43 CE, por que, en relación con el mecanismo previsto en su Derecho nacional para evitar o atenuar la doble imposición en cadena, las sociedades beneficiarias no residentes estén sujetas a un trato equivalente al que disfrutan las sociedades beneficiarias residentes. VI. COMENTARIO CRÍTICO. 9 La STJCE de 13 de marzo de 2007 (C-524/04, Asunto Test Claimants in the Thin Cap Group), examina la compatibilidad con el Derecho comunitario (libertad de establecimiento fundamentalmente) de la legislación del Reino Unido en materia de subcapitalización. En particular, en Test Claimants, el TJCE consideró la compatibilidad con el Derecho comunitario (libertad de establecimiento fundamentalmente) de la legislación del Reino Unido en materia de subcapitalización. La peculiaridad de esta legislación (en sus distintas variantes tras varias modificaciones de la misma) se encuentra en el hecho de que no sólo se aplicaba al endeudamiento excesivo, sino también a los pagos de intereses excesivos realizados a partes vinculadas no residentes. Además, en la legislación controvertida vigente hasta 1995, todo interés (incluso si era “de mercado”) pagado a un no residente vinculado se recalificaba automáticamente como distribución de beneficios (con los límites previstos en algunos CDIs del Reino Unido); en la legislación vigente entre 1995 y 1998, la aplicación de la norma antisubcapitalización se limitó al exceso de intereses pagados a entidades no residentes vinculadas sobre el que sería pagado entre partes independientes, sin que la misma legislación fuera aplicable a operaciones de préstamo realizadas en el Reino Unido; y, finalmente, en 1998, la legislación no distingue entre vinculación de residentes y no residentes pero, al aplicarse cuando exista una ventaja especial o potencial con respecto a la imposición en el Reino Unido, la norma, fundamentalmente, estaba atacando a los préstamos con entidades no residentes vinculadas. La STJCE, decidida sobre la base de la libertad de establecimiento del art. 43 Tratado CE, establece una serie de principios que, por la especial configuración de la legislación en materia de subcapitalización del Reino Unido, no sólo resultan aplicables en relación con las normas nacionales que atacan las situaciones de infracapitalización, sino también a las operaciones vinculadas en general (a pesar de que la norma británica se refiriera únicamente a los pagos de intereses). En primer lugar, Test Claimants supone el reconocimiento del principio de imposición a precios de mercado desde la óptica del Derecho comunitario, pues el TJCE reconoce que una legislación que siga tal principio (y éste no era el caso de la norma del Reino Unido) podría resultar compatible con la libertad de establecimiento (si resulta adecuada la fin que persigue), mientras que una legislación como la británica, que no respeta tal principio y que pretende atacar operaciones en las que no existe la nota de artificiosidad propia de los comportamientos no protegidos por las libertades comunitarias vulnerará el art. 43 Tratado CE. Ahora bien, este reconocimiento tiene perfiles peculiares por cuanto el TJCE concibe el principio de imposición a precios de mercado, como su AG apuntó, no como una forma de reparto de las jurisdicciones tributarias sino 10 como un criterio objetivo que permite determinar que, cuando la conducta del contribuyente se adapta al mismo, no existirá abuso o fraude fiscal. En este sentido, a juicio del TJCE, una legislación en materia de operaciones vinculadas o de subcapitalización como la británica resulta adecuada al Tratado CE, por cuanto persigue un fin lícito, cual es evitar las transferencias artificiales de beneficios, pero es desproporcionada en la medida en que termina “capturando” operaciones que, al estar basadas en criterios de mercado, no persiguen tal transferencia abusiva de beneficios de una jurisdicción a otra. Igualmente resultaría desproporcionada una legislación que, en presencia de pagos excesivos de intereses (en su cuantía o en relación con el principal de los préstamos acordados), terminara recalificando como beneficios no sólo el exceso sino importes que pudieran ser considerados como normales en el mercado. Este planteamiento lleva al TJCE a afirmar que una norma en materia de operaciones vinculadas o subcapitalización que sólo ataque las distribuciones realizadas por encima del interés de mercado y que recalifique como distribución de beneficios el interés excesivo pagado por encima del normal en el mercado podría ser compatible con el Derecho comunitario, pero una norma (antiabuso) que incluya en su ámbito de aplicación las operaciones vinculadas realizadas a precios de mercado se apartaría de las exigencias del Derecho comunitario. Resulta curioso, sin embargo, que el TJCE admitiera, siguiendo la sugerencia del AG, que allí donde no existan condiciones de mercado en las operaciones entre partes vinculadas deba concederse al contribuyente la oportunidad de probar que las transacciones responden a motivos económicos válidos a pesar de apartarse del principio de imposición a precios de mercado (sin duda, se trata de afirmaciones altamente influenciadas por la situación de hecho de la STJCE Lankhorst en la que el préstamo matriz-filial probablemente no hubiera sido concedido por un tercero pero perseguía reflotar la filial residente en Alemania). Al mismo tiempo, el TJCE afirmó que el hecho de que la recalificación realizada en el Estado de residencia de la sociedad pagadora pueda generar doble imposición económica no resulta relevante, pues no corresponde a este Estado garantizar la eliminación de la doble imposición económica que se produce en relación con las distribuciones transnacionales de dividendos más que si estima oportuno gravar tales dividendos o beneficios en sede de la perceptora de los mismos (vid., en este sentido, la STJCE Test Claimants in Class IV of the ACT Group o Denkavit International y Denkavit France). En este sentido, esta jurisprudencia comunitaria no pone en tela de juicio la normativa de precios de transferencia, pero sí posee ciertas implicaciones de tipo procesal y material que deben observarse a la hora de su aplicación práctica, cuando menos allí donde tal normativa está configurada o enfocada como una cláusula antiabuso que se proyecta sobre las operaciones transfronterizas comunitarias. Este razonamiento, a nuestro entender, se 11 deducía de la sentencia del TJCE en el caso Cadbury Schweppes; sin embargo, la reciente sentencia del TJCE en el caso Test Claimants in the Thin Cap Group ha venido a confirmar e incluso a reforzar tal linea de pensamiento. Por tanto, en el caso Test Claimants in the Thin cap group el TJCE se posicionó en el sentido de que el principio de plena competencia sobre el que se fundamenta la legislación de los diferentes países sobre precios de transferencia (y operaciones vinculadas) y sobre subcapitalización constituye un principio antiabuso que previene montajes puramente abusivos o totalmente artificiales de transferencia de beneficios de una jurisdicción fiscal a otra y, en tal sentido, toda normativa fundamentada en tal principio constituye una legislación antiabuso desde el punto de vista comunitario que resulta justificada (y las restricciones fiscales que genera también) siempre y cuando su configuración y aplicación se ajuste a la doctrina del TJCE sobre la proporcionalidad de las cláusulas antiabuso nacionales. Concretamente, como ya hemos indicado en otro lugar junto al profesor Martín Jiménez, a nuestro entender, el cumplimiento del test de proporcionalidad comunitario queda supeditado a la concurrencia de cuatro condicionantes, a saber: a) Que el contribuyente puede oponerse a la aplicación de la norma antiabuso aportando, sin estar sujeto a restricciones administrativas excesivas, elementos relativos a los posibles motivos comerciales por los que se celebró dicha transacción, esto es, el TJCE parece posicionarse a favor de la tesis o concepción de la “razonabilidad objetiva” a la hora de considerar la adecuación de una operación a principio de plena competencia, lo cual es perfectamente coherente con las Directrices OCDE de Precios de Transferencia de 1995. A su vez, el TJCE admitió, siguiendo la sugerencia del AG, que allí donde no existan condiciones de mercado en las operaciones entre partes vinculadas deba concederse al contribuyente la oportunidad de probar que las transacciones responden a motivos económicos válidos a pesar de apartarse del principio de imposición a precios de mercado; b) La norma antiabuso debe aplicarse de tal forma que la Administración acredite que el examen de los elementos objetivos de la operación revelan que la misma corresponde a un montaje puramente artificial carente de motivos económicos reales; en este sentido, el TJCE parece posicionarse a favor de que la carga de la prueba sobre la concurrencia de los presupuestos de la cláusula antiabuso recaiga principalmente sobre las autoridades fiscales; c) La norma antiabuso solo debe afectar a la parte de la operación (y renta) que no se ajusta al principio de plena competencia (v.gr, el exceso de intereses sobre los de mercado) y en todo caso debe someter a 12 gravamen rentas con conexión territorial con el Estado que articula tal cláusula antiabuso; y d) El TJCE admite los ajustes secundarios recalificatorios pero obliga al Estado que los efectúa a tratar coherentemente la renta calificada a los efectos de los impuestos sobre la renta (piénsese, por ejemplo, en una recalificación de exceso de intereses en distribución en cubierta de dividendos a los efectos del IS de la sociedad pagadora y del IRNR de la sociedad perceptora) sin que tal obligación sea exigible a cualquier otro Estado miembro (el de residencia de la sociedad no residente vinculada), sin perjuicio de la aplicación de los convenios que contemplen un ajuste bilateral (CDI y Convenio de Arbitraje 90/436/CEE). En esta misma línea, el TJCE afirmó que el hecho de que la recalificación realizada en el Estado de residencia de la sociedad pagadora pueda generar doble imposición económica no resulta relevante, pues no corresponde a este Estado garantizar la eliminación de la doble imposición económica que se produce en relación con las distribuciones transnacionales de dividendos más que si estima oportuno gravar tales dividendos o beneficios en sede de la perceptora de los mismos (vid., en este sentido, la STJCE Test Claimants in Class IV of the ACT Group o Denkavit International y Denkavit France). Otra aportación importante de la STJCE, un tanto oculta en la decisión del TJCE, pero que, a nuestro juicio, nos parece clara en una lectura conjunta con la Opinión del AG se encuentra en el hecho de que es perfectamente posible diseñar cláusulas antiabuso pensadas o que ataquen operaciones internacionales exclusivamente, sin que tenga sentido la extensión de estas cláusulas a operaciones nacionales. Así se deriva del párrafo 60 de la sentencia, donde se reconoce que las financiaciones internacionales intragrupo pueden requerir un tratamiento especial en términos de aplicación de cláusulas antiabuso pero ello no excluye que tal tratamiento especial pueda constituir, “en algunos casos”, una restricción a la libertad de establecimiento de las sociedades de que se trate. Más claro y explícito es el AG Geelhoed, quien expresamente afirma lo siguiente: “tampoco pienso que, a los efectos de la conformidad con el art. 43 CE, los Estados miembros estén necesariamente obligados a extender su legislación sobre la subcapitalización a las situaciones puramente internas en las que no existe riesgo de abuso. Considero sumamente lamentable que la falta de claridad acerca del alcance de la justificación por motivos de abuso respecto al artículo 43 CE haya conducido a una situación en la que los Estados miembros, en la duda sobre la amplitud de la legislación contra el abuso, prima facie discriminatoria, que están facultados para adoptar, se hayan 13 considerado obligados a ‘jugar sobre seguro’ mediante la ampliación del alcance de sus normas a situaciones puramente internas en las que no existe riesgo posible de abuso. Tal aplicación de la legislación a situaciones totalmente ajenas a su razón de ser, con fines puramente formalistas y con el resultado de una considerable carga administrativa añadida para las sociedades residentes y para las autoridades fiscales, es del todo carente de sentido, y contraproducente en realidad para la eficiencia económica. Como tal, está en conflicto con el mercado interior”. La Comisión UE ha enfatizado este misma idea en su reciente Comunicación: Communication from the Commission to the Council, The application of anti­ abuse measures in the area of direct taxation-within the EU and in relation to third countries, COM(2007)yyyfinal, 10.12.2007, p.5. En este orden de cosas, la STJCE Test Claimants que comentamos, y al margen de que se esté de acuerdo o no con el entendimiento o configuración del principio de imposición a precios de mercado que propone (como test destinado a comprobar si existe o no abuso) pone de manifiesto dos cuestiones claras en materia de cláusulas antiabuso: (1) que es posible diseñar cláusulas nacionales en materia de subcapitalización u operaciones vinculadas compatibles con el Derecho comunitario, siempre y cuando la configuración de la norma supere el test de proporcionalidad comunitario; y en este sentido el criterio que sigue el art. 20 TRLIS de no aplicación de las normas de subcapitalización en relación con préstamos concedidos por sociedades comunitarias no tiene fundamento en el Derecho comunitario; (2) que puede no tener mucho sentido aplicar a situaciones internas normas o principios pensados para operaciones transnacionales; tal conclusión hace criticable la nueva redacción, tras la Ley 36/2006, del art. 16 TRLIS, aunque lo más llamativo de tal regulación es la extensión de la norma imperativa de valoración sobre la base del principio y metodología del principio de plena competencia a operaciones vinculadas no empresariales y no intra-grupo en el sentido OCDE de manera que se traslada la aplicación de tal principio a un ámbito objetivo para el que no está pensado y resulta de muy dificil aplicación (piénsese en la aplicación de los métodos OCDE de precios de transferencia para la determinación del valor normal de mercado de la venta de unas acciones de una entidad no cotizada o de un sueldo de un administrador de una entidad). Finalmente, debe destacarse que esta sentencia supone igualmente una consolidación de una reciente línea de jurisprudencia del TJCE que recorta el ámbito de aplicación de la libre circulación de capitales que, como se sabe, resulta aplicable en relación con operaciones con países terceros. El TJCE viene señalando en los últimos tiempos que toda norma que caiga en el 14 ámbito de aplicación de otra libertad comunitaria (v.gr., libertad de establecimiento) no resulta enjuiciable desde la libre circulación de capitales. Así, en el caso de la normativa de subcapitalización el TJCE declaró que una legislación que sólo tiene por objeto las relaciones en el seno de un grupo de sociedades, afecta principalmente a la libertad de establecimiento y, por lo tanto, debe examinarse a la luz del artículo 43 CE. (…). Ello implica excluir del análisis de compatibilidad comunitaria (desde la libre circulación de capitales) un buen número de disposiciones fiscales en relación con operaciones con residentes en países terceros. Dicho de otro modo, los límites comunitarios que existen para establecer una cláusula antiabuso como la de subcapitalización no resultan de aplicación en relación con operaciones con países terceros debido a esta línea de jurisprudencia (ver también el caso Lasertec). VII. RELEVANCIA PARA ESPAÑA. Tal y como hemos comentado en el epígrafe anterior, la sentencia Test Claimants in the Thin Cap Group posee bastante relevancia para España. Por un lado, pone de relieve cómo la cláusula de subcapitalización española (art.20 TRLIS) en su redacción anterior a la reforma operada por la Ley 62/2003 planteaba problemas de Derecho Comunitario, y que tales problemas no derivan únicamente de su carácter discriminatorio (STJCE en el caso Lankhorst). En segundo lugar, esta jurisprudencia pone de relieve que la redacción actual de la cláusula antisubcapitalización española excluyendo de su radio de acción las operaciones con residentes en Estados miembros de la CE puede resultar desproporcionada en el sentido de que tal exclusión no viene requerida por el Derecho Comunitario. Esta sentencia, así como la dictada en el asunto Lasertec STJCE de 10 de mayo de 2007, C-492/04), también clarifica que los Estados miembros no están sujetos a los limites que hemos visto a la hora de aplicar la cláusula de subcapitalización en relación con operaciones con residentes en países terceros (no comunitarios ni miembros del Acuerdo del Espacio Económico Europeo), a pesar de poder estar amparadas por la libre circulación de capitales. En tercer lugar, ya hemos indicado cómo esta sentencia posee relevancia en relación con la normativa española sobre operaciones vinculadas, así como sobre otras cláusulas antiabuso. En este sentido, como reflexión general sobre la política española en materia de cláusulas antiabuso, ya hemos indicado en otro lugar junto al profesor Martín Jiménez que, pueden ponerse de manifiesto los dos problemas que, a nuestro juicio, se manifiestan en ella, que probablemente cabría resumir en un exceso y un defecto, y que ponen de manifiesto de forma clara las STJCE Cadbury y Test Claimants in the Thin Cap 15 Group. El defecto consiste en que gran parte de las disposiciones antiabuso vigentes en materia de imposición directa pueden vulnerar el Derecho comunitario, sobre todo, cuando no reconozcan el contenido de las libertades fundamentales (y el caso singular son el conjunto de normas en materia de paraísos fiscales o las de los arts.21.3.b y 22.4 TRLIS o la del art.14.1.h) TRLIRNR); el problema surge porque tales normas se proyectan sobre todo tipo de operaciones sin permitir una discriminación entre las operaciones abusivas y las que no lo son, esto es, son blanket rules en lugar de targeted rules que no superan el test de proporcionalidad comunitario. El exceso consiste en que allí donde el legislador español ha pretendido cumplir el Derecho comunitario “se ha pasado de frenada”, pues probablemente ni era necesario, en términos de Derecho comunitario, reformar las normas en materia de transparencia fiscal internacional o subcapitalización de manera que no se apliquen (en todo caso) a sociedades comunitarias, con un ligero reajuste de las mismas hubiera bastado, ni tampoco la actual configuración de la norma en materia de operaciones vinculadas, derivada de la Ley de Medidas para la Prevención del Fraude Fiscal, es plenamente satisfactoria y, desde luego, no hubiera sido precisa su extensión a todas las operaciones nacionales. Por último, debe reseñarse la existencia de un posicionamiento de la Comisión UE muy reciente sobre este particular, expresado en la Comunicación sobre límites comunitarios en materia de cláusulas antiabuso, en la que la Comisión se muestra claramente a favor de que los Estados miembros alineen sus cláusulas antiabuso con la doctrina del TJCE, so pena de iniciar un procedimiento de infracción del Derecho comunitario (Communication from the Commission to the Council, The application of anti­ abuse measures in the area of direct taxation-within the EU and in relation to third countries, COM(2007)yyyfinal, 10.12.2007). Nótese, no obstante, que la actual redacción del artículo 20 TRLIS excluye de ámbito de aplicación las operaciones con entidades vinculadas residentes en Estados miembros de la UE, salvo los casos de entidades residentes en países calificados como paraísos fiscales (v.gr, Chipre). En este sentido, los principales problemas comunitarios que plantea esta norma se refieren a “paraísos fiscales” comunitarios o los que se pueden suscitarse con países miembros del Acuerdo del Espacio Económico Europeo. VII. BIBLIOGRAFIA. CALDERÓN 2002, “Algunas consideraciones sobre la interrelación entre los convenios de doble imposición y el derecho comunitario europeo”, CRÓNICA TRIBUTARIA, Nº112 Y 113. CALDERÓN 2006, “Consolidación fiscal e importación de pérdidas: el caso MARKS & SPENCER”, NOTICIAS DE LA UE, Nº257, 2006. 16 CALDERÓN/MARTÍN JIMÉNEZ, “Jurisprudencia tributaria del TJCE” en Convenios Fiscales internacionales y fiscalidad de la UE, CISS, VALENCIA, 2007. CALDERÓN/MARTÍN JIMÉNEZ, “La armonización jurisprudencia de la imposición directa: las implicaciones del principio comunitario de no discriminación en relación con las libertades básicas comunitarias”, en Manual de Fiscalidad Internacional (DIR.T.CORDÓN), IEF, MADRID, 2004. 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