© Editorial Aranzadi S.A. AC 2002\1193 Sentencia Audiencia Provincial núm. 73/2002 Valencia (Sección 8ª), de 5 febrero Recurso de Apelación núm. 600/2001. Jurisdicción: Civil Ponente: Ilma. Sra. Dª Rosa Mª Andrés Cuenca DEFENSA DE LA COMPETENCIA: FALSEAMIENTO DE LA LIBRE COMPETENCIA POR ACTOS DESLEALES: RESTRICCION A LA COMPETENCIA: competencia desleal: utilización de listado de clientes de la actora: actos denigratorios de subagentes de aseguradora para obtener el cambio de las pólizas de aquéllos; daños y perjuicios: procedencia: pérdida de cartera de clientes: determinación. La Sección Octava de la Audiencia Provincial de Valencia declara haber lugar en parte al recurso de apelación interpuesto por la entidad actora y declara no haber lugar al formulado por la entidad codemandada frente a la Sentencia, de fecha 19-04-2001, dictada por el Juzgado de Primera Instancia núm. 4 de dicha localidad en juicio de menor cuantía. En la ciudad de Valencia, a cinco de febrero de dos mil dos. Vistos por la Sección Octava de esta Audiencia Provincial, siendo ponente la Ilma. Sra. Dª Rosa María Andrés Cuenca, los autos de juicio de Menor Cuantía, promovidos ante el Juzgado de Primera Instancia núm. 4 de Valencia, con el núm. 655/1999, por «La Previsión Mallorquina de Seguros, SA» contra «Sefin Agencia de Seguros, SA» y «Finisterre, SA Cía. de Seguros y Reaseguros» sobre «Competencia desleal», pendientes ante la misma en virtud del recurso de apelación interpuesto por «La Previsión Mallorquina de Seguros, SA» y por «Sefin Agencia de Seguros, SA». ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- La sentencia apelada, pronunciada por el señor Juez de Primera Instancia núm. 4 de Valencia, en fecha 19 de abril de 2001, contiene el siguiente: «Fallo: Que estimando parcialmente la demanda interpuesta por el Procurador don Ricardo M. M. P., en nombre y representación de la mercantil La Previsión Mallorquina de Seguros, SA, contra las también mercantiles Finisterre, SA, representada por la Procuradora doña Carmen R. A. y Sefin Agencia de Seguros, SA, representada por el Procurador don Juan Francisco G. B., debo declarar y declaro la deslealtad de los actos consistentes en la realización de afirmaciones falsas y denigrantes sobre la situación económica de la actora, tales como su inmediata desaparición, su imposibilidad de hacer frente a las coberturas en el ramo de los seguros de decesos y otras similares, con el fin de hacerse con la clientela, realizadas por subagentes de la demandada Sefin, SA agencia de Seguros, SA en su beneficio, condenando a la misma a estar y pasar por tal declaración a cesar en las referidas actuaciones con prohibición de realizarlas en el futuro, y a indemnizar a la actora en la suma de cuatrocientas cincuenta y cinco mil quinientas diez (455.510) pesetas, e intereses legales de dicha cantidad, a contar desde la fecha de la sentencia, incrementados en dos puntos y hasta la de su total abono, absolviéndola del resto de pedimentos frente a ella planteados. Y debo absolver y absuelvo a la codemandada Finisterre, SA de todos los pedimentos frente a la misma dirigidos. Sin hacer expresa imposición de las costas del procedimiento, salvo las relativas a litigar frente a la demandada íntegramente absuelta, que serán de cuenta de la actora». SEGUNDO.- Contra la misma, se interpuso en tiempo y forma recurso de apelación por «La Previsión Mallorquina de Seguros, SA» y «Sefin Agencia de Seguros, SA», admitidos en ambos efectos y remitidos los autos a esta Audiencia, donde se tramitó la alzada, señalándose para Deliberación y votación el 30 de enero de 2002. TERCERO.- Se han observado las prescripciones y formalidades legales. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- El Juzgado de Primera Instancia número 4 de Valencia dictó sentencia, en los presentes autos, con fecha 19 de abril de 2001, que estimaba, en parte la demanda interpuesta por la Previsión Mallorquina de Seguros, SA, representada por el Procurador don Ricardo M. M. P., contra las mercantiles Finisterre, SA, representada por la Procuradora doña Carmen R. A., y contra SEFIN agencia de seguros, SA, representada por el Procurador don Juan F. G. B., declarando la deslealtad de los actos consistentes en la realización de afirmaciones falsas y denigrantes sobre la situación económica de la actora, su inmediata desaparición, su imposibilidad de hacer frente a las coberturas en ramo de seguros de decesos y otras similares, con el fin de hacerse con la clientela, realizadas por subagentes de la demandada SEFIN en su beneficio; condenando a la misma a estar y pasar por tal declaración, a cesar en tales actuaciones, con prohibición de realizarlas y a indemnizar a la demandante en la suma de 455.510 pesetas, intereses legales correspondientes, absolviéndola de los demás pedimentos, y sin efectuar pronunciamiento condenatorio alguno respecto de la codemandada Finisterre, a la que absolvía, sin expresa imposición de costas, salvo las de la demandada absuelta, que se imponían a la actora. Frente a dicha resolución plantearon, la demandante y la condenada SEFIN, sendos recursos de apelación, alegando la segunda infracción de los artículos 5, 9 y 20 de la Ley de Competencia Desleal (RCL 1991\71), este último con relación a la jurisprudencia sobre el litisconsorcio pasivo necesario, en cuanto considera que los actos por los que se le condena fueron realizados por una persona, doña Alicia V., identificada como empleada de la demandante, así como vulneración del artículo 20.2 de la Ley de Competencia Desleal, con velación a los artículos 6 y 7 de la Ley de Mediación en Seguros Privados (RCL 1992\1020), interesando se dictara sentencia que desestimara la demanda en su totalidad; por la parte actora se solicitó, igualmente, la revocación de la sentencia de primer grado en los siguientes aspectos: incongruencia de la sentencia entre lo recogido en el primer párrafo del fundamento de derecho quinto y el Fallo, ya que en el primero se acoge la rectificación de las informaciones falsas y denigrantes, a costa de las demandadas, dirigida a los asegurados de la actora, en cuanto a la desestimación de la pretensión de publicación de la sentencia en dos diarios de difusión en Valencia, respecto de la estimación parcial de la indemnización de daños materiales causados a la actora, tanto respecto de la valoración de la cartera de las pólizas sustraídas, cuanto por la no inclusión de gastos entre los daños y perjuicios y finalmente, por la desestimación de la pretensión de indemnización de daños morales. Ambas partes presentaron escritos de oposición a los recursos planteados por la adversa, quedando la cuestión en esta alzada en los términos que brevemente se han expuesto. SEGUNDO.- La Sala comparte la fundamentación jurídica de la sentencia recurrida, en la que se incidirá en aquellos aspectos expresamente combatidos por los recurrentes al interponer los recursos de apelación que ahora se resuelven. Por razones de coherencia sistemática habrá que examinar, en primer lugar, el recurso planteado por la demandada condenada, SEFIN, SA, ya que entiende improcedentes los argumentos que han servido al Juzgador de Primera Instancia, para acoger, en parte, la demanda planteada, pues, de acogerse, resultaría inviable examinar el recurso de la actora, ya que el mismo versa sobre discrepancias en cuanto a las distintas consecuencias que derivan de la declaración de hallarse la demandada recurrente incursa en actuaciones calificadas como de competencia desleal. Centrada de este modo la cuestión, habrá que valorar, previamente, la alegada, por vez primera en esta segunda Instancia, falta de litis consorcio pasivo necesario, por considerar que la conducta por la que se condena a la recurrente deriva de actividad directamente motivada por la intervención de una persona que trabajaba para la propia actora y que no ha sido demandada, y, en concreto, doña Alicia V., circunstancia ésta que pone de manifiesto, pues nunca ha trabajado para la recurrente, que es responsable de tales actuaciones, y ha de ser llamada a este procedimiento; tal tesis no es de acoger, ya que la actora plantea una demanda por competencia desleal contra SEFIN y ésta deberá responder en los propios términos en que aquella reclamación se suscitó, sin perjuicio de que, obviamente, si considerara que otra u otras personas físicas o jurídicas resultaran responsables de hechos similares podría igualmente instar las acciones pertinentes; segunda circunstancia a ponderar, que lleva igualmente al rechazo de la excepción, es que resulta ciertamente un dato curioso que las repreguntas de la actora para los testigos propuestos de adverso revelen que, todos ellos, guardan algún tipo de relación personal con la persona indicada, que también casualmente, trabajó para la actora, sin que ninguno de ellos indique, sin embargo, para quién prestó servicios con posterioridad, siendo los testigos, como se ha indicado, propuestos por la demandada, lo que indudablemente introduce un factor de ponderación en cuanto a la valoración de las testificales propuestas por ambas partes, valorando las circunstancias concurrentes en unos y en otros, debiendo, por lo expuesto en primer lugar, rechazar el óbice opuesto por la parte demandada apelante. Centrándonos en cuanto a los motivos relativos a la acción ejercita, en sentido estricto, alega la demandada SEFIN que se ha vulnerado el artículo 5 de la Ley de Competencia Desleal, por cuanto la propia sentencia, que viene a fundar tal vulneración en la utilización de un listado de clientes de la actora por parte de empleados de la demandada que fueron visitándolos para, mediante distintas afirmaciones inexactas o falsas, obtener el cambio de las pólizas de aquéllos con la demandante a la compañía para la que prestaban sus servicios, afirma que la consecución del citado «listado» no consta, lo que entiende constituye un contrasentido, puesto que no puede basarse una vulneración en la utilización de algo que no consta conseguido; ahora bien, no es ésta la conclusión que extrae la Sala del sentido del fundamento de derecho que se cuestiona, pues lo que se reputa desleal, conclusión que la Sala comparte, es la utilización de un listado de clientes, en este caso los de la actora, para obtener un beneficio directo, utilizando al efecto no las prácticas usuales de una competencia leal (comparación de cobertura, primas, etc.), sino distintas afirmaciones denigrantes; en definitiva, no se trata tanto de negar la existencia de un listado de clientes, que entendemos acreditada no sólo porque el testigo señor E. expresamente se refiere a la misma al deponer como testigo –folio 644 con relación a folio 115, documento 7, que ratifica– sino porque resulta evidente que tal información previa existía, siendo inaceptable considerar que los subagentes visitadores no conocían que aquellos clientes potenciales a los que facilitaban información se hallaban ya asegurados en la actora, pues todos los testigos coinciden en que tal dato ya lo conocían, aunque ellos les solicitasen otros –y en tal sentido, las manifestaciones ante Notario acompañadas con la demanda, luego ratificadas testificalmente–, sino de valorar la irrelevancia de la procedencia del listado o, dicho de otro modo, quién lo facilitó, pues lo esencial a los efectos aquí examinados es quién obtuvo provecho de su existencia, y, obviamente, ésta fue la recurrente demandada; se rechaza, con ello; el primero de los motivos de recurso. TERCERO.- Igual suerte desestimatoria ha de correr la alegada infracción del artículo 9 de la Ley de Competencia Desleal, en cuanto el Juzgador concluye que los subagentes de la demandada condenada, hoy recurrente, realizaron determinados actos de denigración de la demandante, que expresa la sentencia recurrida, puesto que la mera constatación de determinadas pruebas «objetivas», es decir, la existencia de mayor cobertura con similares primas podría considerarse la razón esencial de la baja de los asegurados a los que se refiere la demandante que cambiaron sus pólizas a la entidad Finisterre. Ahora bien, sin desconocer la existencia de tales datos, lo cierto es que los testigos propuestos por la actora ratifican que esas razones de corte objetivo no fueron las que llevaron a tales cambios, sino más bien, la presión sobre determinadas circunstancias adversas o anómalas, faltas de veracidad, que fueron difundiendo las personas a que alude la sentencia recurrida, cuyos razonamientos, extensamente expresados en aquélla, han de reputarse correctos y darse por íntegramente reproducidos, y ello ha de ser suficiente, consideramos, para entender concurrentes los actos denigratorios que la sentencia da por acreditados, rechazando, asimismo, la alegación al efecto planteada por la codemandada SEFIN. Debe repelerse, asimismo, el último motivo esgrimido por dicha parte recurrente, en cuanto considera que no existe, por su parte, obligación de controlar a sus subagentes, y no resultaría obligado a responder de sus actos, lo que no es de acoger por varias razones: de un lado, porque no son actos aislados, sino que mantienen, todos ellos, una unidad de planteamiento y una coincidencia temporal, pese a haber sido realizados por varias personas y respecto de una pluralidad de asegurados en la actora, lo que ya, por sí solo, denota una unidad de dirección; de otro, porque las cartas de baja dirigidas por los asegurados a la demandante tienen unidad de redacción e incluso de tipografía, que resulta evidente con su simple observación, que prueba, igualmente, que no fueron hechos aleatorios y determinados por la voluntad de una única persona; y, finalmente, porque también el beneficiario de tales actos es el mismo, es decir, la entidad para la que desarrollaban su cometido, y así lo pone de manifiesto la contratación, por parte de aquellos clientes visitados a que se alude en la demanda, de póliza en otra aseguradora, salvo supuestos especiales, por relaciones con terceras compañías, al margen de este litigio, razones que entendemos suficientes para, igualmente, desestimar este motivo de recurso respecto de la sentencia de primera Instancia, y, con ello, íntegramente el planteado por la parte demandada y condenada. CUARTO.- Rechazándose, por lo expuesto, la totalidad de argumentos vertidos por la demandada SEFIN, en cuanto solicitaba la desestimación de la demanda, procede entrar a valorar, seguidamente, los que refleja el escrito que presenta la demandante interponiendo el recurso de apelación que, a su vez, plantea contra la sentencia de primera Instancia. Examinado, en primer lugar, el vicio de incongruencia interna que se denuncia, en la resolución recurrida, el mismo ha de prosperar, puesto que basta con cotejar el contenido del fundamento jurídico quinto, en cuanto a la rectificación a la que se accede, con el fallo de la sentencia de primera Instancia, que no menciona tal pronunciamiento, para obtener la conclusión de que, sin duda por una omisión que una simple aclaración podría haber aclarado, no se trasladó a la parte dispositiva lo que había sido concedido en la argumentación que sirve de sustento a aquélla, por lo que ha de acogerse el primero de los motivos del recurso, con fundamento en la doctrina que cita la sentencia que invoca el propio recurrente, del Tribunal Supremo, de 7 de diciembre de 2000 (RJ 2000\9172), al indicar que ya «la añeja resolución de 3 de febrero de 1984 (RJ 1984\574) destacó que los considerandos forman un todo con la parte dispositiva, en el sentido que contribuyen a esclarecer, y vivificar los pronunciamientos que integran el fallo y si bien no se produce la impugnación por incongruencia por lo razonado en los fundamentos de Derecho, sí se produce cuando éstos trascienden de modo perjudicial a la parte dispositiva –sentencias de 7 de mayo de 1987 (RJ 1987\3387), 18 (RJ 1988\1115) y 25 de febrero (RJ 1988\1304), 27 de octubre (RJ 1988\7744) y 20 de diciembre de 1988 (RJ 1988\9294) y 23 de octubre de 1990 (RJ 1990\8037), entre otras–». Distinta suerte han de correr los restantes motivos del recurso de la parte actora, que procede rechazar, por las razones que, seguidamente, pasamos a exponer: a) respecto de la desestimación de la pretensión de publicación en dos diarios de difusión en Valencia, que instó el demandante, hoy recurrente, al amparo del artículo 18.5 de la Ley de Competencia Desleal, porque, tal y como argumenta el propio Juzgado, la incidencia del comportamiento de la mercantil demandada ha sido escaso si comparamos que sólo se ha visto afectado un número de 45 ó 46 pólizas frente a las más de 10.000 de la actora, y sería desmesurado dotar de mayor publicidad a la rectificación que al propio hecho que la motiva, máxime cuando, por esta resolución, se subsana el error sufrido en la de primera Instancia, al no trasladar a la parte dispositiva de la sentencia lo argumentado en orden a la concreta rectificación a los inicialmente asegurados en la actora de los extremos a que se refiere la sentencia impugnada; y aunque, obviamente, no es posible saber a quiénes llegaron, directa o indirectamente, noticias de tales afirmaciones denigratorias, sí es posible deducir que la publicación de la rectificación podría dar a conocer extremos ignorados a personas que no tenían conocimiento anterior de tales hechos, provocando un efecto contrario al que pretende el recurrente, por un lado, y, por otro, que ciertamente, este tipo de contrato y de visitas programadas por agentes o subagentes de aseguradoras, no tienen vocación de publicidad general, sino concreta y pormenorizada, cliente a cliente, y, en consecuencia, la restitución o rectificación idónea debe ser la primeramente expuesta, por las antedichas razones. En ningún caso éste es un pronunciamiento obligatorio para los Tribunales, aunque se acuerde en aquellos casos en que las características de los actos y el volumen de posibles afectados así lo aconsejare, pero ése no es, consideramos, el supuesto examinado aquí. QUINTO.- Punto esencial de debate lo constituye, en el recurso de la parte actora, la que, considera, exigua indemnización de daños causados, no compartiendo tampoco la Sala, en cuanto a tal cuestión, la conclusión del recurrente. a) La valoración de la cartera de pólizas perdidas por el demandante, en beneficio de la demandada ha de reputarse correcta pues se concede el valor medio del mínimo y máximo indicados en la prueba pericial, practicada con idéntico criterio a la que, como documental aportó la actora (ratificada testificalmente) aunque considerando menor número de mensualidades de primas para adquisición de la cartera. De hecho la actora lo valora en 1.540.128 pesetas (folio 18 de su demanda) partiendo del informe –valor máximo– del señor B. que acompaña, pero se refiere al valor de mercado de la cartera sustraída como concepto indemnizable. En el recurso, sin embargo, cambia la petición y se refiere al lucro cesante: no se valora sólo la cartera, sino los ingresos perdidos, y esta argumentación, por ser distinta de la que en su día sirvió para plantear su reclamación, ha de ser repelida, pues se aparta de la línea en que pericialmente se han valorado tales perjuicios, fijada por la propia demandante en su momento. b) No procede la concesión de los gastos por averiguación y prueba de los actos de competencia desleal, ya que las actas notariales de manifestaciones, luego ratificadas testificalmente, pueden servir para acumular datos preparatorios del proceso, pero no son estrictamente imprescindibles en éste, ya que, directamente, podría haberse llamado a tales personas a testificar en el Juzgado, e igual cabe indicar en cuanto al informe de detectives, por lo que no son susceptibles de indemnización como derivados, directamente, de los actos de competencia desleal. c) El concepto de daño moral, igualmente indemnizable, en general, tampoco ha de acogerse en este caso, puntualizando, en cuanto a los motivos de desestimación que recoge la sentencia recurrida, que combate el apelante, que simplemente se vincula tal producción de daño moral a la difusión a terceras personas (es decir, no sólo a los iniciales asegurados que se dieron de baja y cambiaron de aseguradora) de tales rumores o de comentarios denigratorios, y esto, precisamente, no se ha acreditado, sin que para la probanza de tales extremos sea necesaria prueba diabólica o extrema como la que parece suponer el recurrente, sino la mera manifestación de profesionales del sector que hubieran percibido tales comentarios, siendo estas personas distintas de los asegurados, porque, evidentemente, el daño moral vinculado a la pérdida de las pólizas, ya está indemnizado por el valor de la cartera perdida, como tales daños y perjuicios; la forma de captar clientela, máxime si procede de otra aseguradora, no se produce sino personalizadamente, como ya se ha indicado, y al solicitar la indemnización de daños morales se refiere, como hecho acreditado, que estos comentarios han pasado a otros asegurados, a potenciales clientes y a distintas aseguradoras, pero, en cuanto a los dos primeros aspectos, resultan bien inocuos (si no vinieron seguidos de la baja en la compañía) bien de prueba imposible, y ciertamente dudosa, salvo para el propio sector, y, en cuanto a los últimos (y esto era de fácil acceso probatorio) no consta que trascendiera a distintas aseguradoras de las aquí litigantes, pues no consta prueba alguna de tal extremo. Procede, por ello, rechazar este último argumento del recurso, estimando el interpuesto por la actora en el único extremo expuesto en primer lugar, que se reflejará en la parte dispositiva de la presente resolución. SEXTO.- La estimación, aun en parte, de uno de los dos recursos planteados comporta la no expresa imposición de las costas de esta alzada, conforme resulta del tenor literal del artículo 398.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Vistos los preceptos citados, demás concordantes y de general aplicación. FALLO Se estima, en parte, el recurso de apelación interpuesto por La Previsión Mallorquina de Seguros, SA, representada por el Procurador señor M. P., y se desestima el interpuesto por SEFIN AGENCIA DE SEGUROS, SA, representado por el Procurador señor G. B. contra la sentencia dictada el 19 de abril de 2001, por el Juzgado de Primera Instancia 4 de Valencia, en autos de menor cuantía 655/1999 de dicho Juzgado, que se revoca, en parte, en el único sentido de añadir a los pronunciamientos condenatorios ya contenidos en la sentencia de primera Instancia, que se mantienen, lo siguiente: Se condena a SEFIN, SA a la rectificación a costa de la demandada de las informaciones falsas y denigrantes vertidas, por medio que deje constancia de su realización, dirigida a todos los asegurados de la demandante que hubieran sido visitados y/o llamados por los dependientes de la demandada que ha sido condenada y hubiesen cancelado sus pólizas para contratar, bien con Finisterre, bien con otras compañías aseguradoras, concretados en los identificados por la demandante en documentación acompañada a la demanda; todo ello sin expresa imposición de las costas causadas en esta alzada. Notifíquese esta resolución a las partes y, a su tiempo, devuélvanse los autos principales al Juzgado de Primera Instancia de origen, con oficio y certificación literal del presente para su ejecución. Contra la presente no cabe recurso alguno, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 477.2.3 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que en su caso, se habrá de preparar mediante escrito presentado ante esta Sala dentro de los cinco días siguientes a su notificación. Así por esta sentencia, de la que se unirá certificación al rollo, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.