Drogas de diseño

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Drogas de diseño
46.947
Enriqueta Ochoa Mangado
Servicio de Psiquiatría. Hospital Ramón y Cajal. Universidad de Alcalá. Madrid. España.
Se denomina «drogas de diseño» o «drogas de síntesis» a
una serie de sustancias estimulantes psicoactivas de origen
sintético, creadas a partir de la modificación de la estructura química de determinados productos naturales o de
medicamentos, y que son sintetizadas en el laboratorio por
métodos químicos sencillos1. En general son sustancias derivadas de las feniletilaminas (abandonadas en su día por la
industria farmacéutica y resintetizadas de forma clandestina
en la actualidad), de síntesis ilegal, con estructura y acción
farmacológica similares, a caballo entre las anfetaminas y
los alucinógenos del tipo LSD. Se sintetizan a partir de una
anfetamina, mediante la modificación, adición o sustitución
de grupos metilo, consiguiéndose fármacos con mayor o
menor efecto estimulante, anorexígeno o alucinógeno. Se
han descrito más de 50 sustancias derivadas con diversos
efectos y con diferentes grados de toxicidad.
Las drogas de diseño más utilizadas actualmente son las
metilenodioxianfetaminas (éxtasis o MDMA o 3,4 metilenodioximetanfetaminas, MDA, MDEA, MDE). Se denominan
también «análogos de la mescalina» al ser ésta el prototipo
de droga de abuso con estructura de feniletilamina, o «anfetaminas alucinógenas», pese a que en realidad no producen verdaderas alucinaciones a las dosis habituales, sino
más bien alteraciones en la percepción2,3.
La MDMA actúa sobre diversas aminas del sistema nervioso
central, fundamentalmente en los sistemas serotoninérgico
y dopaminérgico, es un potente inductor de la liberación de
dopamina y serotonina, inhibe la recaptación de estas aminas y actúa específicamente como agonista de los receptores 5-HT2. Los efectos agudos más destacados del consumo
de éxtasis son una euforia de tipo anfetamínico, intensa
emotividad y una disminución del umbral del cansancio.
Ocasiona una mayor facilidad para el contacto interpersonal
y la comunicación, asociada a una hiperestesia táctil y aumento de la capacidad de empatía. Por ello se les ha llamado también «sustancias entactógenas». Asimismo producen
un incremento general de la actividad psicomotriz, sobre
todo en las tareas simples y repetitivas. En la esfera sexual
parecen incrementar el sentimiento de vinculación afectiva,
pero no aumentan ni la actividad ni la iniciativa, y producen
un retraso en la eyaculación y dificultad para mantener la
erección4.
La dosis habitual de consumo de éxtasis oscila entre 50 y
80 mg, encontrándose intoxicaciones en dosis superiores a
los 100 mg, aunque éstas no son dependientes de la dosis5,6.
Sus efectos suelen durar de 3 a 4 h, aunque algunos síntomas pueden permanecer unas horas más, sobre todo en lo
relativo a los trastornos del sueño. Las pastillas tienen una
Correspondencia: Dra. E. Ochoa Mangado.
Servicio de Psiquiatría. Hospital Ramón y Cajal.
Ctra. Colmenar, km 9,100. 28034 Madrid.
Correo electrónico: [email protected]
Recibido el 10-5-2002; aceptado para su publicación el 29-5-2002.
gran diversidad de colores, dibujos y formas, al igual que
en sus contenidos. Casi el 80% de las pastillas y cápsulas
que se consumen contienen uno de los 4 derivados: MDA,
MDMA, MDEA, MBDB. También pueden contener otras
sustancias legales o ilegales, como anfetamina, cafeína, dipirona, paracetamol o ácido acetilsalicílico6,7.
Otra droga de diseño también ampliamente utilizada es el
sulfato de anfetamina o speed3,4. Produce estado de alerta,
euforia, supresión del apetito y psicosis. La euforia suele
describirse como sensación de energía, fuerza y claridad
mental. Inmuniza temporalmente contra la fatiga y dota al
sujeto de una resistencia mucho mayor de la que normalmente exhibe. La pureza de esta sustancia en la calle suele
ser baja. Los agentes principales de corte son azúcares (lactosa, glucosa o manitol), cafeína y paracetamol. Se desarrolla
una gran dependencia psicológica y una tolerancia alta. Los
efectos psicoactivadores son parecidos a los de la MDMA.
El éxtasis ha gozado de una cierta reputación de sustancia
segura, aunque la realidad es distinta8. Los acontecimientos adversos descritos pueden ser el resultado de múltiples
circunstancias: sobredosificación, consumo simultáneo de
otras sustancias, adaptación orgánica por tolerancia aguda
o sensibilización y/o existencia de una determinada susceptibilidad individual, como una enfermedad preexistente o
una reacción alérgica9. Es a partir de 1997 cuando comienza a relacionarse muerte e ingesta de estas sustancias y
aparecen cada vez más problemas psiquiátricos.
El peligro de estas sustancias10 radica, por un lado, en los
efectos tóxicos directos, similares a los de las anfetaminas, y
por otro en el hecho de que el consumo de estos productos
hace imposible conocer sus componentes y su dosificación.
Lo habitual es la adulteración con otros estimulantes (cafeína, lidocaína o anfetamina) y la mezcla de varios tipos de
sustancias (MDA, MDMA, MDEA) en un mismo comprimido
con diferentes grados de toxicidad y efectos impredecibles4.
A esto hay que añadir que los consumidores de estas drogas suelen ser policonsumidores que asocian cannabis, alcohol, speed, cocaína, LSD, benzodiacepinas y en alguna
ocasión heroína9.
Los efectos adversos de carácter neuropsiquiátrico11-15 descritos son trastornos psicóticos de tipo paranoide, crisis
de ansiedad y ataques de pánico, así como recurrencias de
efectos o flashback. También se han comunicado algún
caso de reacción catatónica y secuelas subagudas de tipo
depresivo-ansioso.
Entre los acontecimientos adversos graves de carácter sistémico destacan las alteraciones cardiovasculares como arritmias, asistolias y colapso cardiovascular, junto con lesión
hepática grave16-18, lesiones neurológicas y afectación fetal19,20. Una de las circunstancias que parecen facilitar o
agravar los efectos tóxicos de la sustancia es la forma de
consumirla. La MDMA, sustancia hipertérmica, consumida
habitualmente en lugares con elevada temperatura ambiente y poco ventilados (discotecas), por personas que bailan
muchas horas seguidas y que no reponen adecuadamente
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OCHOA MANGADO E. DROGAS DE DISEÑO
la pérdida de fluidos puede dar lugar a un síndrome de
«golpe de calor». Este proceso, causante de buena parte de
los casos de muerte relacionados con el uso de MDMA, se
caracteriza por cansancio, sensación de mareo, dificultad
para orinar, ausencia de sudación y calambres. La pérdida
de sales secundaria a la hipertermia que produce la droga y
a la sudación por el calor ambiental produce un cuadro tóxico caracterizado por alteración profunda de la conciencia,
agitación y sobreestimulación simpática. En los casos más
graves aparecen hipertermia y convulsiones que pueden seguirse de rabdomiólisis, coagulación intravascular diseminada e insuficiencia renal aguda21.
El potencial de abuso y dependencia de las drogas de diseño es objeto de controversia. Tanto la Food and Drug Administration (FDA) como la Organización Mundial de la Salud
(OMS) opinan que su consumo genera abuso y dependencia, mientras que algunos científicos consideran que la
MDMA no causa dependencia física y que su potencial de
abuso es bajo1,22. Sí hay unanimidad en que la MDMA no
produce síndrome de abstinencia al dejar de consumirla.
El éxtasis genera tolerancia que aumenta rápidamente ante
administraciones consecutivas. Se considera que una vez
por semana es la frecuencia máxima con que es posible
consumir MDMA sin que disminuyan sus efectos. Se ha
descrito el desarrollo de tolerancia, de forma que algunos
consumidores ingieren dosis cada vez más elevadas de
MDMA con el fin de alcanzar los efectos subjetivos experimentados inicialmente, fenómeno que predispone a un mayor riesgo de efectos tóxicos. No se dispone de referencias
sobre la aparición de sintomatología por dependencia física
y tampoco de consumo compulsivo continuado. En general
se describe una autolimitación de su consumo en el tiempo.
El consumo de estas sustancias no es nuevo; por el contrario, algunas de ellas, como las anfetaminas, el speed, el
LSD e incluso la MDMA, son conocidas en España desde la
década de los setenta. Su consumo aparece en zonas turísticas del Levante en torno a las macrofiestas y a una determinada música. Sin embargo, a finales de la década de los
ochenta y principios de los noventa se producen un notable
incremento en su uso, una extensión a todo el territorio español y la aparición y desarrollo de una nueva forma de
subcultura juvenil, promotora del uso de estas drogas23. La
expansión de su uso se ve favorecida por diversas razones,
entre ellas que es una sustancia relativamente fácil de elaborar en un laboratorio, por lo que resulta más barata que
otros estimulantes como la cocaína, y que abre posibilidades para aquellos que rechazan el consumo de otras drogas
estimulantes. Es un consumo sencillo, ya que las sustancias
aparecen en forma de comprimido, decoradas con diversas
figuras del mundo de la publicidad, siendo atrayentes para
el consumidor. La situación actual es que, junto al consumo
de drogas de síntesis, aparecen ciertas clases de música,
indumentarias y otros elementos formales que se repiten de
tal forma que estas sustancias forman parte de la identificación de la subcultura juvenil que las utiliza24-27.
España es uno de los países europeos con mayores tasas de
consumo de drogas de diseño. Según la encuesta del Plan
Nacional para 1999, el 2,4% de la población española de
entre 15 y 65 años de edad afirmaba haber probado éxtasis
alguna vez, un 0,8% las ha consumido en el último año y un
0,2% en el último mes. Estas cifras aumentan si se acota el
intervalo de edad, de tal modo que el 10% de los jóvenes
manifiestan haber probado estas sustancias y el 3% las consumen habitualmente1,3,28. Factores de riesgo personales
como los déficit relacionados con dificultades en el desarrollo de su personalidad y dificultades para insertarse en la sociedad parecen contribuir a este consumo habitual4.
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El incremento en los decomisos de éxtasis, speed y alucinógenos en los últimos años demuestra la correlación entre la
oferta en el mercado y la demanda por parte de ciertos sectores de población.
La valoración que hace la justicia sobre estas sustancias no
es uniforme, pero el 14 de junio de 1994 el Tribunal Supremo estableció que el éxtasis es una droga que produce
«grave daño a la salud», con lo cual la sitúa entre las drogas
que el Código Penal tipifica como «drogas duras»1.
El tratamiento del uso-abuso de MDMA está menos desarrollado que el de otras sustancias, aunque desde la perspectiva del consumo de sustancias adictivas la mejor aproximación terapéutica debe combinar las terapias biológica, social
y psicológica29.
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