Afrontar nuestros miedos

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EDITORIAL
Afrontar nuestros miedos
El miedo es una experiencia humana que
condiciona nuestro actuar. No necesariamente
lo determina, puesto que podemos intervenir
efectivamente sobre ese sentimiento, sobre esa
emoción. Sin embargo, para ser capaces de hacerlo, es preciso que reconozcamos con nitidez
su existencia y la fuerza —mayor o menor— que
tiene sobre nosotros.
Identificar nuestros miedos, acotarlos y verbalizarlos son los primeros pasos que dan lugar a un
proceso de liberación en nuestra vida. Porque los
miedos son condicionantes, especialmente, de la
libertad del ser humano.
Hay factores que engrandecen los miedos que sentimos. El silencio, vergonzoso y vergonzante, nos
hace vivir como extraordinario lo que, a menudo,
es de lo más común para muchas otras personas.
Cuando escuchamos el consolador «a mí también
me pasa», eso que nos mantiene atemorizados se
rebaja de intensidad. Tal vez no llega a desaparecer,
pero la asociación miedo-vergüenza se rompe,
incluso llegamos a sonreírnos juntos de ello. La
explicitación de lo que sentimos nos libera del
silencio vergonzoso que nos hace considerarnos
débiles o cobardes. Lejos de ello, ser capaces de
reconocer lo que tememos es gesto de valentía y
disposición corajosa para incidir sobre ello.
En cambio, cuando ante el esfuerzo de superación
realizado, lo que recibimos es un silencio vergonzante que nos devuelve un eco que interpretamos
como menosprecio, nuestra angustia aumenta, y
regresamos nuestros temores a lo más recóndito,
habiendo reconfirmado que nadie puede comprender ni admitir lo que nos sucede. El efecto
es el inmovilismo.
Claro que todavía puede ser peor; en ocasiones,
lo que nos devuelven no es silencio sino risas
burlonas. Nuestros miedos entonces no sólo se
engrandecen, sino que se expanden a otras áreas
de la persona. La ridiculización genera una inseguridad mucho mayor que la que sufríamos con
respecto de nuestro modo de ser.
Asimismo, la culpabilización por lo que sentimos,
por no ser capaces de superarlo o, al menos, de
manejarlo mejor es otro de los factores que engrandecen nuestros miedos. Hay cierto orgullo en
el «si quieres, puedes». Si queremos, ciertamente,
estamos en mejor posición para actuar sobre lo
que sea, pero todo no es posible. En tanto que
seres limitados, a veces las cosas no pueden ser
diferentes. Por eso, no siempre es apropiado hablar
de «superar» los miedos; en ocasiones tendremos
que admitir que no podemos vencerlos ni dejar
atrás por completo. Aunque, afrontándolos, sí
Colaboradores
Dirección: Elena Giménez.
Adjunta a dirección: Natàlia Plá
Secretaría: Mª Àngels Gibert y Elena González.
Autoedición y maquetación: Alberto Jiménez,
Elena Giménez y Patricia Castillo Ávila.
Fotografía: Eduard Balasch.
Equipo de redacción:
Barcelona: Marta Burguet, Javier Bustamante, Elena
Giménez, Thelma Gil-Samaniego.
Salamanca/ Madrid: Juan M. González-Feria, Diego
López-Luján, Remedios Ortiz, Natàlia Plá.
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revista de pensamiento y opinión no 70
Bogotá (Colombia): Gloria Inés Rodríguez.
Cádiz (España): Julio Lozano.
Calama (Chile): Miguel A. Sepúlveda M.
Ginebra (Suiza): Mª de Jesús Chávez-Camacho, Pauline
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Hermosillo, Son. (México): Mª del Carmen Cuevas,
Soledad de Gutiérrez, Mª Antonieta Mendívil.
Mallorca (España): Juan Luis Trassierra.
Pekín (RP China): Petra de Llanos.
Roma (Italia): Leticia Soberón.
Santiago (Chile): Elisabet Juanola, María Bori, Claudia
Tzanis.
Sto. Domingo (Rep. Dominicana): Anna M. Ollé.
Taichung Hsien (Taiwán): Ramón Santacana.
podemos siempre mejorar nuestra posición al
respecto, y ahí sí tenemos una responsabilidad
en aras a una menor afectación y una mayor
madurez humana.
La aceptación es la dinámica efectiva para que
se produzcan cambios en el ser. El empeño en
resistir ante ciertas experiencias, las fortalece en
lugar de transformarlas. La metamorfosis se produce por la vía de la integración de los miedos
que sentimos en el diálogo conciliador entre lo
que nos pasa y la voluntad para incidir sobre ello.
En cambio, la inflexibilidad, la confrontación, son
procesos destructores que no nos llevarán a reconducir nada. Luchar contra nosotros mismos
es autodestructivo, agota las energías y, además,
suele ser inútil. De ahí que convenga entrar en
una dinámica de crecimiento respetuoso fundamentado en la aceptación de lo que somos y de
lo que nos pasa, sólo así podemos avanzar hacia
la plenitud anhelada. Cierta disciplina a la hora
de trabajar nuestros miedos nos ayudará, pero sin
que conlleve violencia con nuestro ser.
Por eso es fundamental identificar nuestros temores: nos sorprenderemos al constatar que, a
menudo, no son más que meros fantasmas. Y
ahí sí podemos intervenir. Cuando sabemos a
qué tenemos miedo, distinguimos si hay motivo
razonable para ello, si se trata de alguna reac-
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Cada autor se hace responsable del
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Claro que el horizonte deseable es liberarnos de
nuestros miedos en todo lo posible; porque ello
nos dará una paz casi constituyente, plataforma
de relaciones deliciosas. Pero siempre desde la
humildad del reconocimiento de todo aquello en
lo que tenemos que crecer, de lo que no somos
capaces de cambiar, o de aquellas cicatrices que
adornan nuestro ser y que no son sino las huellas
de haber vivido: limitadamente, cómo no, pero
vivido al fin y al cabo. o
Dep. Legal: B. 4289-88
ISSN: 1135-2698
Diciembre 2010
Edita:
FUNDACIÓN PRIVADA DOLORES GONZÁLEZ VIUDA
BIGOURDAN
ción de nuestra psicología, emocionalidad, etc.
a experiencias vividas. En esos casos estamos en
tesitura de gestionar sus efectos. El problema está
en el miedo difuso que no sabemos por dónde
agarrar; por eso es crucial detenerse para pensar
seriamente sobre qué nos pasa. En el momento en
que lo hayamos logrado nombrar, su efecto sobre
nosotros ya habrá disminuido considerablemente,
y además así podremos decidir, con lucidez, si
podemos hacer algo y cómo hacerlo, incluyendo
el consultar a los debidos especialistas. Aun y así,
humildemente tenemos que reconocer que nos
pasan cosas de las que no sabemos ni podemos
saber el porqué. Asumirlo es un modo de firmar
la paz con nuestra limitación y, al menos, manejar
su efecto sobre nosotros.
, revista de pensamiento y opinión, es una
publicación que trata temas que atañen al ser
humano, desarrollados interdisciplinarmente,
desde un planteamiento realista y existencial.
Intenta, con una serena reflexión, colaborar en
la construcción de una sociedad en paz y profundamente festiva.
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