LA NUEVA SOCIEDAD ROMANO

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LA NUEVA SOCIEDAD ROMANO-GERMÁNICA
CAPiTULO 1
LA NUEVA SOCIEDAD ROMANO-GERMÁNICA
1
LAS MONARQUÍAS GERMÁNICAS
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La primera Roma termina como entidad política independiente con la sublevación de Odoacro, jefe de los hérulos, un pueblo bárbaro poco importante,
que depone a lo que no es más que una ficción de emperador, el niño Rómulo
(476). Odoacro se limitó a recoger las insignias del emperador, enviarlas a
Zenón, emperador de Bizando, presentándole sumisión y solicitando el gobierno de toda Italia con el título de patricio. 1
Odoacro, desde Rávena, que se convirtió en la capital de Halla, puso orden
en la Península, hasta la invasión de losostrogodos (godos del Oeste), que bajo
el mando de Teodorico se hicieron dueños de Italia. Teodorico, por sobrenombre el Grande, fue un gobernante prudente que consiguió la convivencia pacífica entre ostrogodos y romanos basándola en la separación de los dos pueblos: él mismo se titulaba rey solamente de los ostrogodos, mientras que gobernaba a los romanos como patricio en nombre del emperador.
La muerte de Teodorico (526) supuso el fin del reino ostrogodo. Reyes incapaces dieron ocasión a la intervención de Bizando. En el año 553 el ejército
del emperador Justiniano había recuperado para ellmperio el dominio de toda
Italia.
A lo largo de -siglos los pueblos bárbaros fueron entablando relaciones cada
vez más estrechas con el Imperio romano. En el siglo IV algunas tribus consi-
guieron permiso para asentarse dentro del Imperio en calidad de aliados (federados) y proporcionaron soldados y generales a los ejércitos romanos para
asumir la defensa de la frontera frente a otras tribus. La presión de los hunos
(desde finales del siglo IV) hizo que los pueblos germánicos penetraran en masa
y buscaran asentamiento dentro del Imperio. Recordemos algunos datos más
elementales para poder componer un boceto histórico.
* * *
Los visigodos (godos del Oeste), tras la campaña de saqueo de Italia liderados
por Alariea (410), se asentaron en el Sur de la Calia bajo el mando de Ataulfo,
que casó con la prisionera romana Gala Placidia, hermana del emperador
Honorio. Los visigodos, en calidad de federados de Roma, establecieron un
reino con capital en Toulouse y desde la Calia extendieron su dominio por
España, constituyendo un reino unitario y relativamente bien organizado. Al
ser derrotados por Clodoveo (507), fueron expulsados de la mayor parte del
Sur de la Galia y el reino visigótico se transformó en un reino hispano con la
capital en Toledo, que se consolidó con la conversión de los visigodos al catolicismo. Los concilios que se reunían en Toledo fueron un anticipo de las futuras Cortes. En ellos se debatía y se decidía sobre materias religiosas y temporales. El reino visigodo, que conservó la cultura de la España romana gracias a
ser los visigodos uno de los pueblos bárbaros más civilizados, tuvo un nivel
cultural de primer orden en la Europa de entonces. El reino visigodo va a durar hasta la invasión de los árabes (711).
* * *
La unidad italiana se rompe de nuevo con la llegada de los lombardos o
longobardos (h. 575) que dominan el Norte de Italla durante dos siglos, hasta
su derrota primero por Pipil!0 el Breve y definitivamente por Carla magno, que
se hace coronar rey de los lombardos.
* * *
Cuando el Imperio de Occidente quedó sin defensa al sufrir el ataque de Alarico,
los francos invadieron el norte de las Galias. Meroveo, quizá un personaje no
histórico, fue el fundador legendario del reino franco y de la dinastía merovingia. El fundador efectivo fue Clodoveo, que consiguió el dominio de todo lo
que quedaba bajo el gobernador romano y conquistó casi todo el territorio que
los visigodos tenían en el Sur de la Calla. Clodoveo se convirtió al Cristianismo: fue bautizado con tres mil de sus guerreros en Reims (498). En consecuencia, a diferencia de la separación que mantuvo Teodorico entre romanos y
ostrogodos, los galorromanos y los francos se fundieron en un solo pueblo.
A la muerte de Clodoveo se produjo una auténtica desintegración de la
unidad política franca, constituyéndose diversos reinos cuyos titulares no poseyeron ninguna voluntad política, hasta el punto de que la historia los designa con el título de «reyes holgazanes». Surge la institución del «mayordomo
de palacio», como valido del rey y depositario del poder que todavía, en aquella época de disgregación, quedaba a la corona.
Mayordomo de palacio fue Carlos Martel, que consigue avanzar en la reunificación de los francos y frenar definitivamente en la batalla de Poitiers (732)
la expansión de los árabes, que desde la Península Ibérica habían invadido el
Sur de Francia.
1 Dignidad sin contenido espeáfico que designaba las autoridades que tenían el cargo de gobernar una parte importante del Imperio, sometidas úIÚcamente al emperador.
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EDAD MEDIA
Su hijo Pipino el Breve da el paso definitivo: tras consulta al papa Zacarías
y con su aprobación, depone al rey merovingio Childerico IU, enviándolo a un
monasterio, y es ungido rey en Soissons por San Banitado (751), según una
costumbre que habían iniciado los visigodos en España, inaugurando la nueva dinastía de los carolingios. La legitimidad hereditaria de los merovingios
fue reemplazada por un «sacramento»: el rey se convirtió en un ungido (christus)
siguiendo el modelo del Antiguo Testamento, porque Saúl, el primer rey de
los israelitas, fue elevado a la dignidad real por la unción que le administró el
profeta Samuel.
2
IDEAS POLÍTICAS DE LAS MONARQUÍAS GERMÁNICAS
La presencia de esos nuevos pueblos cambia profundamente la sociedad europea. San Isidoro ya no es un romano, ni es romano Carlomagno, aunque adopta el título de imperator y su dominio es presentado como la renovación del
Imperio romano.
Por lo que al pensamiento político respecta, notemos que los siglos desde el
VI al Xl son tiempos de muy poca actividad intelectual. El llamado renacimiento de Carlomagno fue un fenómeno admirable, pero pasajero. Las circunstancias que definen estos siglos eran muy poco propicias para el estudio, para la
enseñanza y para la escritura. Nuevas invasiones sacudieron Europa: los normandos saquearon las costas atlánticas desde comienzos del siglo IX y los húngaros fueron una terrible amenaza en la primera mitad del sigo x. En resumen,
hasta que llega el conflicto de las investiduras (siglo Xl) no hubo producción
de pensamiento político.
En cuanto a las ideas políticas, la continuidad de la cultura cristiana hizo
que permanecieran las grandes ideas básicas de la Antigüedad cristiana que
hemos estudiado en la patrística: la validez dell)erecho natural, la obligación
de la autoridad política de gobernar de acuerdo con la justicia, la climensión
religiosa de la autoridad, la unidad de la sociedad cristiana bajo una doble
autoridad (la del sacerdote y la del rey). Pero además los germanos trajeron
algunas ideas sobre el Derecho y el gobierno. No son ideas especialmente originales, sino propias de todo pueblo de organización tribal y vida seminómada,
pero que marcaron la cultura política de la Edad Media. Vamos a describir estas
id~as agrupadas en torno a dos conceptos clave: la noción de ley y la noción de
remo.
* * *
Aunque los germanos no tenían una idea elaborada del Derecho, es obvio que
sus sociedades estaban regidas por normas vinculantes a las que podemos dar
este nombre. Este Derecho era entendido como las costumbres que pertenecen
al pueblo o tribu, era el conjunto de normas que mantenía unido al pueblo
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porque le daba la paz y, en caso de que alguien atentase contra ella, también
indicaba cómo restaurarla. El Derecho es el saber que permite la vida pacífica
del pueblo. Se trata de un Derecho consuetudinario, de transmisión oral.
Aquellos pueblos seminómadas -todavía poco vinculados al suelo porque
eran pueblos poco agrÍColas- si emigran, llevan consigo su Derecho. El Derecho no es territorial, sino grupal y, al establecerse entre otros grupos regidos
por el Derecho romano, los germanos mantienen sus costumbres y respetan
las de los romanos: el Derecho pasa a ser personal.
Entre los siglos VI y VIII los diversos reinos germánicos, ya sólidamente asentados, experimentan la necesidad d e poner por escrito, en latín, su Derecho.
Son los códigos bárbaros que aparecen en los diversos reinos. Contienen las
costumbres germánicas y también normas de Derecho romano para la población conquistada. En esta situación era fácil que se dieran conflictos entre las
distintas normas y por ello se fueron desarrollando reglas para resolver estos
conflictos. El siguiente y definitivo paso fue la instauración de un código común para todo el reino. Un paso que se dio relativamente pronto en el reino
visigótico (mediados del siglo Vl1).
Este paso supuso otro previo que fue el cambio del Derecho personal al territorial. El Derecho personal se mantuvo mucho tiempo, pero al fin se fue
imponiendo la idea del Dere¡:ho territorial por las obvias ventajas prácticas,
dado que la población germánica, ya sólidamente establecida, había dejado de
ser un grupo social diferenciado de los conquistados.
Desde el punto de vista político es muy importante la idea del Derecho d e
un pueblo como realidad que identifica al pueblo. Es lo opuesto a la idea moderna del Derecho como fruto de la voluntad del pueblo. Más bien los germanos pensaban que el pueblo era fruto del Derecho, siendo el Derecho una realidad que no había sido hecha por nadie, formaba parte de la naturaleza de
las cosas.
Esta concepción impersonal del Derecho como alma de la sociedad es posible únicamente en sociedades simples, de gran permanencia, en las que los
cambios de costumbres se dan lentamente y en las que lo que llamamos Derecho positivo formal apenas existe. Cuando la costumbre es muy arraigada, los
miembros de la sociedad tienden a creer que la costumbre es justa y, por tanto,
a añadirle el valor justicia o equivalente, con lo cual la costumbre queda reforzada. La costumbre regula prácticamente toda la vida de la sociedad.
Cuando en estas sociedades surgen nuevos problemas, la solución no es crear
un nuevo Derecho, sino buscar en el Derecho antiguo qué nonnas se pueden
aplicar al nuevo caso. Es la base del procedimiento de enqueste en los reinos
franco y normando. Si el caso es importante y la enqueste ha dado algún resultado, el rey puede formularlo como norma válida en el futuro (sta tute, assise),
pero eUo no supone que el rey ha creado el Derecho porque se supone lo contrario: que la norma ya era válida antes, sólo que no se aplicaba. El rey no creaba, sino declaraba el Derecho. Y para asegurar y confirmar que la declaración
estaba de acuerdo con el Derecho del pueblo, el rey la hacía habiendo consultado con el pueblo, que de hecho se limitaba a los grandes señores del reino.
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EDAD MEDIA
La consecuencia política principalísima de esta concepción del Derecho es
que el rey está sometido al Derecho y, en consecuencia, la función que de él se
espera no es la de legislar sino la de juzgar, la de aplicar un Derecho que el rey
no ha creado y que no puede modificar.
Los estudiosos de aquellos siglos, fonnados en la tradición del Derecho
natural, no :~vieron grandes problemas para conciliar lo que a nuestros ojos
no era concihable, a saber, el Derecho particular consuetudinario, diverso de
un pueblo a otro, con el Derecho natural universal y permanente. Pensaban que
ese Derecho particular era también obra de la Naturaleza, era lo que Dios había querido que resultara de la naturaleza peculiar de un pueblo co ncreto. El
Derecho particular recibía el respaldo del Derecho natural.
•••
Los germanos trajeron la idea del pueblo como la unidad jerarquizada bajo el
mando de un jefe. Este monarca era electivo: era el jefe militar elegido por los
guerreros, por la totalidad del ejército o por los guerreros más notables. Por
un proceso, que se da en unos pueblos antes que en otros, la monarquía tendió
a hacerse hereditaria. Fue fácil llamar al jefe con el nombre latino de rey y llamar reino al pueblo junto con el territorio del que se consideraba dueño por
conquista. En resumen, la idea política central de los invasores era la de reino.
Encontraron toda la desarrollada civilización política romana cuya idea central era la res publica. Este encuentro podemos interpretarlo como un desafío:
los bárbaros tenían que construir un orden político comparable en su perfección al derrocado orden romano. Comenzó un lento proceso de fundamentación del orden político nuevo. Pero era el caso que los germanos no tenían categorías mentales apropiadas para lograr una institucionalización por vía racional, porque ésta depende del desarrollo del pensamiento jurídico. La solución
fue acudir a modos míticos de pensamiento. 2
En las civilizaciones primitivas y en todas las civilizaciones de la Antigüedad tiene gran importancia el pensamiento mítico, que podemos concretar en
lo que llamamos el mito cosmológico: el orden de la Tierra es imagen del orden cósmico sagrado; si los humanos quieren imponer el orden cósmico sobre
la Tierra tiene que ser por medio de ritos, personas, cosas o lugares dotados de
fuerza sagrada. Puesto que la política es aquella actividad que crea, impone o
defiende un determinado orden en la sociedad, es lógico que la política sea
a,c~vidad impregnada por el mito. Claro está que un análisis de los mitos políhcos nos revela que el orden mítico es reflejo del orden que los hombres quieren o quisieran para su sociedad.
En la Alta Edad Media, una vez que los bárbaros fueron asimilados por el
catolicismo, encontramos una concepción teocéntrica de la sociedad junto con
una fuerte vigencia de las formas míticas de pensamiento que se expresan a
través de los símbolos. Por lo que al ámbito político se refiere, encontramos una
1 Garda~Pela yo;
Los mitos políticos, Madrid 1981.
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politización de la imagen de Cristo: es el rey o emperador verdadero, única
fuente de auténtica maiestas, sujeto originario de las insignias del poder. La
consecuencia fue elevar a los reyes a la categoría de vicarios de Cristo, que
poseen las insignias de la realeza en cuanto tales vicarios. La co nstitución del
rey como vicario de Cristo se hace mediante el rito de la unción sagrada que
convierte al rey en «ungido», es decir, en christus. Este rito comienza a usarse
en el reino visigótico, pero alcanza su mayor expresión entre los francos.
Entre las insignias del poder destaca la corona, que es concebida como símbolo del poder, no en el sentido moderno -un objeto material que remite a
unas ideas sobre el poder- sino en el sentido mítico de que la corona es un
objeto material que hace presente lo que significa, el poder, de modo que su
posesor legítimo tiene el poder. De ahí la importancia de los ritos de coronación, entre los cuales es esencial la unción, que no son ritos declarativos ---como
en la actualidad- sino constitutivos: hacen que esta persona coronada tenga
algo que no tenía antes.
De tal manera se creía que la corona tenía en sí el poder, que a veces acompañaba a los reyes en sus desplazamientos.
Cuando el pensamiento político avanza, la corona es concebida como sujeto de derechos y lealtades, vinculada a una tierra y a sus gentes, inalienable,
perpetua, superior al rey. El paso ulterior es la idea de la corona como corporación, que tanta importancia va a tener en el derecho politico inglés.
3
EL FINAL DE LA PATRÍSTICA
La situación de los siglos posteriores a la caída del Imperio fue muy difícil para
el trabajo intelectual: las comunicaciones entre las distintas partes de lo que
había sido el mundo romano quedaron interrumpidas; los invasores no tenían
tradición científica y, por tanto, no hicieron nada por conservar la que encontraron en sus nuevos territorios; lo que en ellos había de ciencia encontró asilo
en los monasterios. En este desolado panorama intelectual que se extiende por
el Occidente durante varios siglos, al menos hasta el llamado renacimiento
carolingio, emergen algunas figuras que no son creadoras sino recopiladoras
del saber. En colecciones o compendios, que pueden ser calificados de encieJopedias de la época, recogen todo lo que pueden para salvarlo del naufragio.
De estas figuras la primera es SAN ISIDORO (h. 560-636), que fue obispo
de Sevilla. San Isidoro es la primera figura en orden de importancia y en orden cronológico de la nueva sociedad romano-germánica que estudiamos en
este capítulo;) es plenamente un miembro del pueblo hispanogodo, cuya unidad queda confirmada con la unidad religiosa que se produce con la conversión de Recaredo al catolicismo (587).
3
A Boecio, medio siglo anterior a San Isidoro, se le ha llamado el último romano.
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