Unidad Didáctica 5 La experiencia estética ¿Qué son el arte y la belleza? *OBJETIVOS: - Recoger información de materiales audiovisuales y escritos, comprendiendo y analizando su contenido. - Analizar, resumir y comentar breves textos filosóficos. - Construir el vocabulario que se adjunta con el tema a partir del contenido estudiado en el mismo. - Expresarse con corrección gramatical y ortográfica tanto en las preguntas que se le hagan como en pequeñas composiciones de carácter filosófico. - Afianzar la reflexión filosófica y la composición escrita de los propios pensamientos y lo estudiado. - Distinguir las características específicas de la experiencia estética frente a otras experiencias humanas. - Reconocer el papel del arte y del artista en el marco de su contexto social y cultural - Reflexionar sobre la belleza y la fealdad y los cambios sufridos por estos conceptos a lo largo del tiempo. - Analizar el mundo actual y su dimensión eminentemente estética. - Valorar la creación artística como un medio válido de expresión y comunicación - Desarrollar más la sensibilidad estética y la capacidad creativa • CONTENIDOS: + Conceptos: 6.1. Estética: la Belleza y su percepción. 6.1.1. La sensibilidad estética. - El sentimiento estético: la emoción. 6.1.2. La experiencia estética y el juicio del gusto. - Características de la experiencia estética. - El juicio del gusto en Immanuel Kant 6.1.3. La belleza y la fealdad. - La belleza y la fealdad. Variadas concepciones a lo largo del tiempo 6.2. La creación de belleza: Arte y Artista. 6.2.1. Arte y artista. - Concepto de arte y tipos de artes. - Condiciones de la obra de arte. - Diversas concepciones del arte y su función social a lo largo de la historia 6.2.2. Artista y creatividad. - Creatividad y artista. - El genio creador. Teorías de Schopenhauer y Kant. 1 6.2.3. El mundo hoy: una sociedad estética. - La moda y el diseño como signos del mundo de hoy. - Concepto de Estética. + Procedimientos: - - - lectura y análisis de textos de extensión breve y moderada. Realización de resúmenes y esquemas de los conceptos. Visionado de la película “Moulin Rouge” y posterior análisis de su contenido referido a la unidad didáctica. Recopilación de información de diversas fuentes: textos suministrados por el profesor, audiovisuales, documentación buscada por el alumno; análisis de la misma y posterior síntesis de los contenidos relevantes para la unidad didáctica. Elaboración del cuaderno personal y de los conceptos a estudiar por parte de cada alumno. Definiciones de conceptos fundamentales recogidos en el vocabulario que aparece al final de la Unidad Didáctica. Expresión oral y escrita madura y coherente, tanto de lo aprendido como de los propios pensamientos. Elaboración de argumentos para criticar y defender las diversas posturas posibles respecto al tema objeto de estudio en la Unidad Didáctica Realización de diversas composiciones filosóficas por parte de cada alumno. Visita-recorrido por lugares hermosos de la ciudad (Parque de María Luisa/Plaza de España-Catedral-Museo). Exposición de objetos bellos traídos por los alumnos, audición de piezas musicales. Diferenciación de sentimientos estéticos: lo bello y lo sublime. + Actitudes: - - - Regularidad y continuidad en el trabajo diario. Valoración de la vida e identidad humanas como realizaciones singulares y originales, totalmente dignas de respeto independientemente de las apariencias que presenten. Aprecio por el papel de la razón en el esfuerzo humano por entender el mundo en el que vivimos. Esfuerzo y superación ante los retos intelectuales que se presenten. Desarrollo de la curiosidad por descubrir ideas nuevas y contrastarlas con las propias. Presentación de la compasión y la empatía como los sentimientos más genuinamente humanos. Toma de conciencia de la necesidad de educar el propio sentido del gusto. Desarrollo de la creatividad y sensibilidad propios Disfrute con la contemplación de lo hermoso. * VOCABULARIO: Emoción Experiencia estética Segunda vida del arte Naïf Función pedagógica del arte Canón estético Artes liberales Belleza (en Platón y Kant) Sensibilidad estética Artista Belleza natural Belleza artística Belleza adherente Buen gusto Estetización social Arte fácil Muerte del arte Estética Underground Arts and Crafts Artesanía Agradable Bellas artes Juicio del gusto Inspiración Belleza libre Genio creador Ready made Vanguardia 2 Arte Fealdad Bueno Artes útiles Hermosura Creatividad Bauhaus Diseño Techné Kitsch * METODOLOGÍA: A continuación aparecen el conjunto de actividades que vamos a realizar para el estudio de este tema, unas se harán en casa y otras en clase. En ocasiones el trabajo será individual y en otras trabajaremos en grupo. Algunas de ellas están diseñadas para que explicitemos las ideas que previamente poseemos sobre el tema (pues lo creamos o no algo ya sabemos, eso es seguro), otras invitan a leer y pensar para ir entendiendo los conceptos que deberemos asimilar. Esa es la función de las actividades que tienen en su título la expresión “AFIANZANDO CONCEPTOS”. Será en ellas en las que se aclare qué hay que saber y todo lo demás es una preparación necesaria para ello. ASEGÚRATE QUE DESPUÉS DE CADA ACTIVIDAD DE “AFIANZANDO CONCEPTOS” TE QUEDA BIEN CLARO EN TU CABEZA Y EN TUS PAPELES QUÉ DEBES ESTUDIAR. El trabajo que realizaremos seguirá el orden que los contenidos conceptuales tiene en el esquema que más arriba has encontrado. Las distintas actividades que vamos a desarrollar están agrupadas según los diferentes apartados de dicho esquema. Tal y como sigue: 6.1. Estética: la Belleza y su percepción. 6.1.1. La sensibilidad estética. Actividad 0) Nuestra sensibilidad Actividad 1) ¿Qué es la belleza? Actividad 2) Afianzando conceptos: La emoción. Actividad 3) Afianzando conceptos: Algunas definiciones de la belleza y sus efectos 6.1.2. La experiencia estética y el juicio del gusto. Actividad 4) Afianzando conceptos. Características de la experiencia estética (I) Actividad 5) Afianzando conceptos: características de la experiencia estética (II) Actividad 6) Afianzando conceptos. El juicio del gusto (I) Actividad 7) Afianzando conceptos. El juicio del gusto (II) Actividad 8) La experiencia estética educada 6.1.3. La belleza y la fealdad. Actividad 9) Afianzando conceptos. Definir la belleza. 6.2. La creación de belleza: Arte y Artista. 6.2.1. Arte y artista. Actividad 10) Molin Rouge Actividad 11) La obra de arte. Actividad 12) Afianzando conceptos: Historia de un concepto, el arte. Actividad 13) Afianzando conceptos: diferentes concepciones del arte Actividad 14) Afianzando conceptos: El arte en un mundo tecnificado. Actividad 15) Afianzando conceptos: valores del arte y tipos de artes. 6.2.2. Artista y creatividad. Actividad 16) ¿Eres creativo? Actividad 17) Afianzando conceptos: el genio creador y la actividad creadora. 6.2.3. El mundo hoy: una sociedad estética. Actividad 18) Afianzando conceptos: Un encanto llamado diseño. Actividad 19) ¿Qué son el arte y la belleza? 3 6.1. Estética: la belleza y su percepción. 6.1.1. La sensibilidad estética. Actividad 0) Nuestra sensibilidad Antes de comenzar a leer sobre la estética, la experiencia de la belleza o el arte es bueno pararse a pensar sobre lo que ya sabes, o crees saber, acerca del tema. Este asunto de la sensibilidad es muy importante pues la experiencia estética existe porque hay algo en el hombre que la permite. Este algo podríamos decir que es una cierta sensibilidad que poseemos para percibir lo hermoso. ¿En qué consiste? ¿Cómo se manifiesta? Son cuestiones que deberías pensar antes de seguir adelante. Para ayudarte a ello responde a las siguientes cuestiones que se te plantean de la forma más sincera y exhaustiva posible. No hay una respuesta válida o acertada. Tan sólo responde con tu propia opinión y bastará. Precisamente es necesario exponer lo que uno ya sabe para poder luego enganchar ahí los nuevos conocimientos que irás adquiriendo a lo largo de la Unidad Didáctica. a) ¿Con cuáles de las afirmaciones siguientes te identificas? - El arte es una manifestación de lo bello. - El arte es una compensación por la dureza de la realidad y por la simpleza de la vida cotidiana. - El arte es una fuente de verdad. - El arte es lo que nos hace disfrutar intensamente. - El arte es lo que se expone en los museos - El arte es la obra del artista - El arte es lo que gusta al público - El arte no puede ser algo producido industrialmente. ¿Con cuáles no estas de acuerdo? ¿Por qué? b) Comenta las siguientes frases: - “Es raro encontrar mucho genio unido a mucha razón”. - “Una belleza de la Naturaleza es una cosa bella; la belleza artística es una bella representación de una cosa”. - “Gusto es la facultad de juzgar lo bello”. - “El artista nace, el científico se hace”. - “Algo que es bello es también bueno”. - “El culto al cuerpo es el mejor signo del amor a la belleza”. - “Sería imposible vivir si el mundo fuera feo”. c) Lee el texto que se te propone a continuación y responde a las preguntas que se te formulan. “¡Ahí está todo el grupo! Parecen muy animados. – ¡Hola a todos! – les saludo –. ¿Qué os pasa, que estáis tan contentos? Cualquiera diría que es viernes. – Casi – me contesta Jordi –. ¿No te acuerdas? Mañana no hay clase: ¡nos vamos para la capital! – Sí, claro que me acuerdo. Ahora mismo acabo de prepararme la bolsa. – ¡Vaya rollo que os espera! – salta Javi. – Dirás que nos espera a todos, ¿no? – le pregunta Elena extrañada –. ¿,O es que tú te libras? – No voy, ¿,no lo sabías? – contesta Javi –. Ya lo dije cuando la tutora propuso esta visita al 4 – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – museo del Prado. Pues no me enteré – se disculpa Elena –. ¿Y por qué no vas?, ¿,te pasa algo? ¡Qué le va a pasar! – contesta Rosa en lugar de Javi –. Que pasa un montón del arte y del Prado. Yo ya he estado en el Prado – se defiende Javi –. ¡Con una vez es suficiente! ¿Cuándo? – le pregunto. Bueno, con mis padres. Hace tiempo. Ya, ya... – interviene Elena –. Seguro que no te enteraste de nada. ¿Y de qué hay que enterarse? – contesta Javi burlón –. Está lleno de cuadros, todos son parecidos. Visto uno, vistos todos. Mira que eres bruto – replica Elena. Ya. Seguro que vosotros vais porque os interesa mucho el arte, ¿no? – se defiende. Se cree el ladrón que todos son de su condición – interviene Rosa –. Yo voy a divertirme y a conocer el Prado. Las dos cosas no están reñidas. Pues yo voy para ver Las meninas – dice Elena muy seria. ¿Las meninas? – contestamos todos casi a la vez. ¡Ésta sí que es buena! – exclama Jordi –. ¿No lo has visto ya en fotografía? Sí, pero no tiene nada que ver. Dicen que al natural es alucinante – le contesta Elena. ¡Tú sí que alucinas! – interviene Rosa –. Si me dijeras otro cuadro..., pero precisamente Las meninas es horrible. Sí – asiento –. ¡Tienen todos una cara de bobos! Nunca he entendido por qué es tan famoso. ¡Mira que son feos! ¿Y qué? – contesta Elena –. Ni que fuera un anuncio de medias. No veo la relación. Pues la hay – advierte Rosa –. Una pintura tiene que ser bonita, si no, ¿qué gracia tiene? Depende de para qué la quieras – dice Javi –. Si la quieres para adornar la sala de estar, entonces tiene mucha. Me imagino Las meninas encima del sofá de mi casa. Mi madre estaría encantada, seguro. Hace juego con los retratos de mi familia. jSon todos tan guapos! – bromeo. ¡Como tú! – me corta Elena –. Además, ¿te crees que tiene el tamaño de la fotografía que sale en el libro de arte? Un poco más grande, imagino – contesto burlón –. Pero mi casa no es tan pequeña. ¿Sabes cuánto mide? – me interroga Elena. Pues, no sé. Como todos, más o menos. No tienes ni idea – exclama Elena –. Es enorme. En directo, impresiona. No es lo mismo ver una pintura en un libro que contemplarla al natural. Es como oír un canción por la radio o en un concierto. EI arte se ha de vivir en directo. Elena... no sabía que te interesara tanto el arte. A mí Las meninas me deja frío, pero no me importaría tenerlo en casa. Seguro que vale una fortuna – interviene Javi. Seguro – añade Jordi –. Es increíble lo que llegan a pagar algunos por tener obras de arte. No lo entiendo. Para ver cuadros te vas a un museo y ya está. Sí, pero y lo que fardas teniendo un Velázquez en casa, ¿qué? – le digo. Pues, ¿qué quieres que te diga? Fardas más con un deportivo – me contesta –. Eso sí que es una obra de arte. Siempre pensáis en lo mismo: dinero y fardar. En la vida hay otras cosas – puntualiza Rosa. Sí... – sonríe Jordi –, pero menos importantes. En serio – continúa Rosa –, no importa lo que cuesta una obra de arte, sino lo que vale. ¿Y quién decide lo que vale? ¿Por qué Las meninas es un no va más y algunos graffiti que hay por ahí no valen nada? – pregunta Javi –. Hay graffiti que me gustan más que Las meninas. Bueno, no depende de lo que te guste a ti – replica Rosa –. Depende de si tiene calidad artística o no. ¿Y quién decide lo que tiene calidad artística? – contraataca Javi –. Por ejemplo, pensemos en los cuadros de Van Gogh. Si son arte del bueno, explícame por qué se moría de hambre. Si son arte ahora, también lo eran entonces, ¿no? ¡Eso! – asiente Jordi –. Tiene guasa que en vida no vendiera ni un cuadro y ahora paguen 5 – – – – millonadas por ellos. Y, a veces, algunos de ésos que venden por tanto dinero son falsos. ¿Os habéis enterado? Unos japoneses pagaron una barbaridad de dinero por una versión de Los girasoles y ahora resulta que no es auténtica – explica Javi. ¡Vaya! – exclamo –. ¿Qué dices a eso, Rosa? ¿Sigue siendo arte o, como no lo firmó Van Gogh, no vale nada? ¡Y yo qué sé! – contesta Rosa un tanto molesta –. ¿,Os pensáis que yo lo sé todo o qué?” – Seguro que conoces el cuadro Las meninas, de Velázquez. Si no es así, búscalo en un libro de arte. 1) Señala qué impresión te ha causado e indica si estás de acuerdo con Elena o con Rosa y Rafa. 2) ¿Crees que la belleza o la fealdad de los personajes retratados tiene algo que ver con el valor de una obra de arte?, ¿por qué? 3) ¿Opinas, como Rosa, que la fealdad está reñida con el arte? Piensa en alguna obra que te guste a pesar de que no destaque por la belleza de lo representado. – Javi, que no parece muy entusiasmado por el arte, afirma que Las meninas sólo le interesa por el valor económico que tiene. 1) ¿Crees que ésta es la actitud apropiada para valorar una obra de arte?, ¿por qué? 2) Además de lo ocurrido con las pinturas de Van Gogh, ¿conoces algún otro ejemplo en que el valor económico y artístico de algo no siempre coincidan? – En el relato, Jordi afirma que, para él, un deportivo es una verdadera obra de arte. 1) ¿Estás de acuerdo?, ¿por qué? 2) A pesar de lo bonito que pueda ser un coche, ¿cuál es la característica que básicamente lo diferencia de lo que tradicionalmente consideramos obras de arte? (El apartado c) está tomado íntegramente de: AA.VV. Filosofía. Bachillerato, Sevilla, Guadiel, 1998, p.220) Actividad 1) ¿Qué es la belleza? Al reflexionar sobre el arte y la belleza hemos de partir de las propias ideas, ya sabes. Y en este caso de los propios sentimientos y emociones, ya que la percepción del arte y de la belleza tiene mucho que ver con ello. Lee los textos que se te presentan a continuación y responde a las preguntas que se te formulan. “Nada es tan insoportable al hombre como estar en total reposo, sin pasiones, sin ocupaciones, sin diversiones, sin interés. Se da cuenta entonces de su nulidad, de su abandono, de su insuficiencia, de su dependencia, de su impotencia, de su vacío. Al momento saldrán del fondo de su alma el tedio, la negrura, la tristeza, la pena, el despecho, la desesperación.” Blaise Pascal. (tal y como aparece en AA.VV. Filosofía. 1º Bachillerato, Madrid, Ed. Coloquio, 1998, p. 233) 1.- Pon un título al texto. 2.- ¿Por qué crees que el autor considera que de la “quietud” salen todos los males? 3.- Eres capaz de identificar y distinguir todos los sentimientos que el autor menciona –busca en un diccionario los que no conozcas. 4.- Trae mañana a clase un objeto –puede ser música- que consideres bello. Tendrás que exponer a la clase por qué lo consideras bello. Así que procura analizar lo que sientes por él, lo que te hace sentir. Ten en cuenta para ello lo siguiente: 6 si te emocionas con una película porque te sientes identificado con lo que le pasa a su protagonista, ¿estás teniendo una experiencia estética? ¿o más bien emotiva? Si te gusta escuchar una determinada melodía, o mirar una foto porque te recuerda un momento de tu pasado, ¿estás teniendo una experiencia estética? ¿o más bien te emocionas al recordar con nostalgia episodios de tu pasado? Si al bailar una canción te sientes excitada y animada, ¿estás teniendo una experiencia estética? ¿o es sólo algo divertido y entretenido? Si al ver una mujer u hombre hermosos experimentas sensaciones de agrado y placer, ¿es una experiencia estética? ¿o sólo es instinto y atracción sexual?... No es tan sencillo diferenciar la experiencia de la belleza de otras. Actividad 2) Afianzando conceptos: La emoción. En la actividad anterior estuvimos desarrollando y experimentando nuestras propias emociones y sensaciones al respecto de la belleza y el arte. Paisajes, melodías, instrumentos musicales, objetos, formas y colores dejan una huella en nuestra sensibilidad que implica de forma ineludible a nuestras emociones. Vamos ahora a intentar ordenar lo que entonces vimos y vamos a intentar reflexionar sobre ello de la mejor manera posible. Lee los textos que se te proponen y contesta a las cuestiones que los acompañan. Texto a) "Arte es cualquier producción humana que provoca en el espectador una emoción. Emoción es una descarga del sistema nervioso que, al superar un nivel de intensidad, escapa al control de la razón y deviene autónoma como un reflejo condicionado: es el escalofrio producido por la música, el sobrecogimiento que nos embarga al oir un poema sublime, el abandono estático que nos invade al recibir cualquier impresión sensorial provocada por un acto humano de gran fuerza. Por supuesto, en la obra de arte -en un poema, por ejemplo- pueden existir elementos dirigidos a la razón que la estimulan, pero cuando esa obra es realmente artística, la participación de la razón en la respuesta se ve desbordada en un sentimiento oceánico, ilimitado y por tanto indefinible, sin fronteras, no conceptualizable, ajeno a la razón, que se difunde como un estado psicosomático por todo el cuerpo." Racionero, Ll.: Arte y ciencia, Laia, Barcelona, 1986, pág. 124. 1) ¿Es la "emoción" un buen criterio para distinguir los productos del arte de los que no lo son? Razona la respuesta. 2) ¿Te parece adecuada la descripción de la emoción propuesta en el texto de Lluís Racionero? Intenta completarla con nuevas ideas. Texto b) La segunda vida del arte La relación del arte con la economía se ha transformado plenamente desde la Antigüedad hasta nuestros días. En el Renacimiento existía un mecenas que ayudaba al artista económica y vitalmente; en los siglos xvii y xviii, las monarquías europeas apoyaban el arte con sus artistas de la corte. Pero todo ello se ha metamorfoseado en el siglo xx en un empresario que vende arte como vende cualquier otro producto del mercado, y esto ha provocado que se produzcan obras banales, poco trabajadas y frívolas, con el único fin de sacar el máximo provecho económico posible. En este reino de la confusión se llega incluso a pensar que para que un objeto pueda ser considerado artístico se requiere simplemente que cumpla estas cuatro condiciones: 1. Que sea el fruto de alguien que diga ser artista. 2. Que sea expuesto en una galería, publicado o exhibido. 3. Que los críticos ayuden al artista a hacer pública su obra. 7 4. Que se venda. De acuerdo con esto, resulta que el modo de decidir qué es arte y qué no lo es se asemeja, en buena medida, a una operacion comercial: arte es lo que se cotiza en el mercado como arte. Sin embargo, en ninguna de esas condiciones legitimadoras del arte se pide que la obra produzca un impacto emocional en el espectador; y, sin embargo, éste ha sido el criterio que desde la Antigüedad nos ha orientado para decidir qué es arte y qué no lo es. Lluís Racionero llama a este criterio la segunda vida del arte. Sólo aquello que produce un verdadero impacto en el espectador es arte. La obra nace en lamente del artista y renace ("segunda vida") en el espectador. De acuerdo con este autor, el proceso de nacimiento y "renacimiento". del arte podría representarse así: Realidad ----c Artista ------c EMOCIÓN -------c Obra ------c, Espectador -----c, EMOCIÓN La palabra emoción aparece dos veces: son las dos vidas del arte, una en el creador, la otra en el receptor; nace en el artista y renace en el expectador. Se diría que el observador emocionado vuelve a la realidad y la percibe transfigurada a causa de su nuevo estado de ánimo. Esa es la enorme "utilidad del arte", su función perenne, válida incluso en una época de dispersión como la nuestra, porque, una vez que el espectador haya captado la realidad transfigurada, el mundo ya no volverá a ser como antes. Es, por tanto, en la emocion donde debe buscarse la clave que permita distinguir con claridad qué objetos o producciones pueden ser considerados obras de arte. De ahí que podamos aceptar como legítima la definición de arte que propone Ll. Racionero: "arte es todo objeto material o mental compuesto por un ser humano que puede provocar una emoción a un grupo de espectadores" Si una determinada produción humana es sólo informativa no se trata de arte, sino de ciencia; si sólo es divertida, es humor, pero no arte. Únicamente cuando la información, el humor o cualguier objeto artistico trascienden de sus propios limites y se expresan de un modo que logra emocionar a un espectador desinteresado, entonces alcanzan el rango de obra de arte." (Extraído de AA.VV. Filosofía. 1º de Bachillerato, Madrid, McGraw-Hill, 2000, pp. 264 y 261-262 respectivamente) 1) Haz un esquema del texto indicando las ideas principales y las secundarias y la relación que hay entre ellas 2) Se menciona la emoción como la clave, pero ¿qué sentimientos crees que formarían parte de ella? 3) ¿Crees que la contemplación de la obra de arte que realiza el espectador la "recrea" o "completa" de alguna manera? 8 Actividad 3) Afianzando conceptos: Algunas definiciones de la belleza y sus efectos Lee los textos que a continuación se te proponen. Cada uno de ellos tiene un título para orientarte al respecto de su contenido. Primero extrae las ideas principales de cada uno de ellos, luego piensa con cuál o cuáles de ellos coincides en punto de vista. Por último trata de hacer una definición lo más exhaustiva posible de la belleza y de la experiencia estética. Buen trabajo. a) La belleza nos consuela ”... es una suerte de garantía de que, en medio de todo el caos de lo real, de todas sus imperfecciones y maldades, de sus parcialidades, finalidades y embrollos, la verdad nos sale al encuentro. La función ontológica de lo bello consiste en cerrar el abismo abierto entre lo ideal y lo real.” H.G. GADAMER, La actualidad de lo bello b) La belleza es lo que eleva el alma humana “Cuando alguien, viendo la hermosura de este mundo y acordándose de la verdadera, toma alas y, una vez alado, deseando emprender el vuelo y no pudiendo, dirige sus miradas hacia arriba, como un pájaro, y descuida las cosas de esta tierra, se le acusa de estar loco; esta es, pues, de todas las formas de posesión divina, la mejor y la constituida de mejores elementos, tanto para el que la tiene como para el que se asocia a ella, y, por participar de esta locura, se dice del que ama las cosas bellas que está loco de amor” PLATÓN,Fedro c) Agradable, bello, bueno “Llamamos agradable a aquello de lo que se goza; bello a aquello que gusta simplemente; bueno a lo que se estima, es decir, a lo que el entendimiento atribuye un valor objetivo.” I. KANT, Crítica del juicio d) La participación en la forma ideal “La belleza es una participación de una forma ideal y trascendente que se realiza en los objetos, pero que sólo es perceptible para aquel que participa de ella; lo bello sólo existe para el que es bello.” PLOTlNO e) Lo que nos hace sentir livianos “La fuerza del ala consiste, naturalmente, en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose por donde habita la raza de los dioses, y así es, en cierto modo, de todo lo relacionado con el cuerpo, lo que en más alto grado participa de lo divino. Ahora bien: lo divino es hermoso, sabio, bueno y todo lo que es de esta índole; esto es, pues, lo que más alimenta y hace crecer las alas.” PLATÓN, Fedro f) La experiencia estética del artista “La mano se mueve con el estilete o el pincel. El ojo espera e informa del resultado de lo hecho... En una efectiva experiencia estética, la relación es tan próxima que controla simultáneamente el acto y la percepción. Tal intimidad vital de conexión no puede tenerse si solamente están comprometidos la mano y el ojo. Cuando ambos no actúan como órganos de todo el ser, no hay sino una secuencia mecánica del sentido y del movimiento, como al caminar automáticamente. Cuando la experiencia es estética, la mano y el ojo son instrumentos, a través de los cuales opera toda la criatura viviente, totalmente activa y en movimiento.” J. DEWEY, El arte como experiencia g) Los efectos de contemplar el arte “[...] el arte adormece las potencias activas, o más bien resistentes, de nuestra personalidad, y nos lleva a un estado de docilidad perfecta.” H. BERCSON, Essai 9 h) La lenta flecha de la belleza “La especie más noble de la belleza es aquella que no arrebata de repente, que no hace ataques tempestuosos y embriagadores, sino que se filtra despacio, que le lleva a uno consigo, casi sin ser advertida, y que le vuelve a salir al encuentro en un sueno, pero que, al final, después de haberse posado largamente en nuestro corazón con sencillez, toma completa posesión de nosotros y llena nuestro corazón de lágrimas y nuestro corazón de anhelo.” F. NIETZSCHE, El nacimiento de la tragedia 6.1.2. La experiencia estética y el juicio del gusto Actividad 4) Afianzando conceptos. Características de la experiencia estética (I) La filosofía, como hemos visto en la Unidad Didáctica 1, se preocupa de reflexionar sobre aquellas situaciones problemáticas que despiertan el interés del hombre. Y ese interés humano suele ser muy amplio y estar relacionado con muy diversos temas. Tal es la condición del ser humano: inadaptado por definición, sintiendo siempre el mundo como un lugar para el que no está hecho, sintiéndose a sí mismo ante una realidad diferente a la que viven los diversos organismos vivos que existen. Y una de las facetas de esa realidad que nosotros percibimos es lo que estudia la ESTETICA, una disciplina centrada en la reflexión acerca de un tipo de objetos capaces de producir emociones que nos sirven para valorarlos como bellos, feos, sublimes... Así estudia un tipo especial de experiencia que ciertos objetos logran suscitar. Estos objetos capaces de despertar experiencias estéticas en nosotros reciben el nombre de objetos estéticos. Aunque no todos los pensadores están de acuerdo, se considera que éstos pueden ser de dos tipos: - Objeto artístico: creado artificialmente por el hombre con la intención de suscitar una experiencia estética. Son objetos de este tipo: una pintura, una sinfonía o una representación teatral. - Objeto natural: no es una creación humana. Está ahí y el hombre se lo encuentra. Pueden ser objetos de este tipo: una flor, una concentración de nubes sobre el mar o un bello rostro. Para algunos filósofos, la emoción ocasionada por una pintura es similar al sentimiento que nos puede producir un paisaje, una puesta de Sol en el mar o un desierto de dunas. Por ello, a pesar de las diferencias, son considerados objetos del mismo tipo: objetos estéticos. De todas formas, sea cual sea su naturaleza, lo que tienen en común es el sentimiento que nos producen: estos objetos nos afectan de forma distinta a como lo hacen los demás objetos “prosaicos” que nos rodean. Decimos que estos objetos son bellos porque nuestra personalidad se enriquece cuando los admiramos. Decimos que algo es bello cuando no nos deja igual. Este enriquecimiento es mayor cuando nos preparamos para percibir la belleza, es decir, cuando aprendemos a distinguir los elementos que componen el objeto bello: formas, armonías, colores, ritmos, tonos, etc. Cuanto más conocemos el estilo de un pintor, mejor apreciamos sus obras; cuanto más conocemos los recursos cinematográficos que un realizador nos puede ofrecer, mejor apreciamos las imágenes que nos muestra. Habitualmente se considera la experiencia estética un goce o placer agradable para los sentidos. Sin embargo, sin ser estéticos, también son agradables a los sentidos un baño caliente, una suculenta comida o un masaje eficaz. Pero, mientras que un baño caliente o un buen masaje provocan sensaciones físicas inmediatas (bastante agradables, por cierto), los objetos estéticos van más allá. En el goce estético hay una dimensión emocional e intelectual que no surge automáticamente por el simple hecho de colocarnos ante un objeto estético. En determinadas ocasiones, pero no siempre, contemplar una obra de arte o un paisaje produce en nosotros una experiencia especial que nos resulta difícil comunicar y que supera la simple satisfacción de los sentidos. Es un placer de otro tipo. Un placer provocado por la combinación de elementos: ritmos, colores, formas, disposiciones, proporciones, sonidos, silencios.., que sirven a una función comunicativa que nos transmite un significado. Las expresiones “me dice algo” o “no me dice nada” son muy usadas cuando nos referimos a lo que nos gusta –parece bello- o no nos gusta. Definir o explicar un sentimiento, sea cual sea, resulta difícil. Para muchos, imposible. El placer, como 10 cualquier otra emoción, sólo puede ser parcialmente comunicado a los otros, aproximadamente descrito o inducido, pero nunca completa y definitivamente transmitido y comprendido, al menos, verbalmente. Precisamente, para muchos teóricos, lo característico de los objetos estéticos es que logran comunicar lo lingüísticamente incomunicable. Surgen como otros modos de expresar emociones que, si no, resultarían difícilmente compartibles. Y es que tener una experiencia estética no es almacenar datos sensoriales en la memoria. Sino participar del objeto que nos proporciona dicha experiencia. Un auténtico encuentro. Cuando salimos de un concierto u olemos el azahar, decimos que hemos tenido una experiencia estética, porque estamos afectados por la interpretación a la que hemos asistido o el olor que hemos sentido. Afectados en un sentido global: es un sentimiento que nos desborda y afecta no sólo a nuestros sentidos, sino también a nuestra capacidad cognoscitiva, que activa nuestros recuerdos y nos hace vivir con intensidad y plenitud. Sensaciones fugaces que nos permiten trascender lo habitual y situarnos, por un momento –de ahí la brevedad de la experiencia estética-, “fuera del tiempo”, saboreando el placer en toda su intensidad, sintiéndonos dichosos de estar vivos y experimentando esas emociones. Para explicar este valor estético, Platón narra en su diálogo Fedro una bella metáfora. Nos cuenta que las almas de las personas, antes de venir a este mundo, vivían en un mundo celestial; pero, por alguna razón misteriosa, se vieron obligadas a caer a la tierra y han quedado separadas de una verdad y una felicidad de las que sólo guardan un leve recuerdo. Desterradas en la pesadez terrenal, las almas han perdido las alas Y no pueden impulsarse hacia el gozo del conocimiento de lo verdadero. Sin embargo, existe una experiencia por la que el alma humana se eleva de nuevo. Es la experiencia del amor y la belleza. Para Platón, lo «bello» es lo que más brilla y nos atrae, la visión de lo ideal: lo perfecto, lo armónico, lo equilibrado. Para Platón. las experiencias del amor y la belleza serán las que marquen el camino privilegiado por el que los seres humanos pueden llegar a la verdad. Éste es el quehacer originario de la filosofía y por ello siempre ha sido difícil separar la reflexión sobre la verdad, el bien y la belleza. Este encuentro con la belleza y la consiguiente elevación del espíritu de la que nos hablaba Platón son posibles porque el sentir humano es un sentir estético. La expresión «estético» tiene su origen en el vocablo griego aisthetikós, que significa «sensible» y se refiere en principio, por tanto, a la capacidad que tenemos los seres humanos de percibir sensaciones. Sin embargo, en castellano la utilizamos para referirnos sobre todo a nuestra capacidad de sentir la belleza y la fealdad. Lo que sí ocurre es que la base de este sentimiento de lo bello es la sensibilidad, porque el encuentro con la belleza tiene siempre una mediación material, lo bello tiene que percibirse de algún modo por los sentidos. Desde esta perspectiva podríamos entender la Belleza como perfección. Las cosas bellas serían las cosas bien hechas, lo bello se identificaría con lo perfecto, lo eu-morfé, lo que está en buena forma. De aquí se derivará el término latino formosus de donde procede «hermoso» y «hermosura». En este estrato lo feo sería lo deforme, y lo bello, lo que se atiene a una simetría, a unos cánones, a una perfección formal. Un acabado perfecto. La experiencia estética es una emoción que ciertos objetos pueden provocar en nosotros, pero sólo si nos acercamos a ellos de una determinada forma. El aventurero que explora un paraje desconocido buscando un tesoro, el propietario que contempla un bosque calculando las ganancias que obtendrá en la venta o el publicista que escoge una melodía para el anuncio de detergente no se sitúan a sí mismo en disposición de tener una experiencia estética. Su actitud no es la apropiada. Sólo una actitud desinteresada puede proporcionarnos el placer característico de la experiencia estética. Pero, ¿en qué consiste? ¿Supone un acercamiento indiferente y pasivo al objeto estético? No. Cuando hablamos de una actitud desinteresada, no utilizamos el término interés en su acepción de “atención e inclinación entusiasta a algo”, sino en su acepción de “provecho o utilidad de algo”. Así, en este sentido, mantener una actitud interesada supone acercarnos a algo fijándonos en su utilidad y en el beneficio que podemos extraer, mientras que mantener una actitud desinteresada significa apartar esta finalidad utilitarista; en otras palabras, aproximarnos al objeto estético sin convertirlo en un medio o instrumento para nuestro provecho, sino respetándolo como un fin en sí mismo. Así es como debemos acercarnos a las obras de arte y a la naturaleza si queremos gozar de una verdadera y pura experiencia estética. (Texto de elaboración propia usando como material de referencia las siguientes obras: CORTINA, Adela Filosofía.1º, Madrid, Santillana, 1996, pp. 249-250 AA.VV. Filosofía. Bachillerato, Sevilla, Guadiel, 1998, pp.222-224) 11 Actividad 5) Afianzando conceptos: características de la experiencia estética (II) Continuando con las características de la experiencia estética podemos añadir a las anteriormente estudiadas los siguientes rasgos: · La realidad se nos presenta más ligera: la experiencia estética transforma nuestra visión de la realidad, de modo que el mundo nos parece más liviano y la vida más Ilevadera; a través de esta experiencia descubrimos un nuevo sentido en las cosas. · Nos altera la vivencia del tiempo: el goce estético hace que nos olvidemos del reloj, hace que el tiempo pase casi «sin sentir». La experiencia de lo estético nos permite superar la fugacidad del tiempo ordinario y saborear la etemidad, transitar del pasado al presente y al futuro sin solución de continuidad. · Desprendimiento del yo: tanto la experiencia de crear algo bello como la de contemplar cosas bellas, nos puede conducir a un estado de cierto olvido de nosotros mismos. Aunque se trata de un proceso gradual, la experiencia estética supone un salir al encuentro, un desprenderse del yo rutinario para crear, para perderse en la contemplación, para dejarse arrastrar por el embrujo de la belleza, libres de cualquier tipo de lastre. · Precariedad del gozo: la intensidad de la experiencia contrasta con su brevedad; el gozo estético es un gozo precario y por ello parece fruto del azar. La realidad a la que se vuelve después de la contemplación parece más dura. A través del sentir estético llegamos al disfrute de la experiencia estética. Y a través de las experiencias estéticas vamos desarrollando una actitud estética. Por «actitud estética» entendemos la relación que los seres humanos mantenemos con los objetos estéticos. Para aclarar en qué consiste esta relación, los filósofos de la estética moderna, entre los que destacan Baumgarten y Kant, distinguen nítidamente entre el gozo estético y el placer sensible. La experiencia estética no está determinada por el placer sensible que nos proporcionan los objetos. Si así fuera, la belleza de tales objetos dependería del mayor o menor agrado que provocasen en cada uno de nosotros. De esta forma identificaríamos lo bello con lo agradable y la relación estética se reduciría a un simple deseo despertado por una sensación. ¿Significa esto que cuando observamos una flor o disfrutamos con una novela no estamos obteniendo un placer? Por supuesto que se trata de una experiencia placentera, pero no se trata del mismo tipo de placer que el que obtenemos cuando comemos una apetitosa comida o saciamos la sed. Se trata de un placer que no consiste en gozar de una novela o gozar de una flor, sino de gozar con una novela o gozar ante una flor. Por ello, para diferenciar el placer que provoca lo bello del placer que provoca lo agradable o lo apetitoso, hablaremos del goce estético para referirnos a ese otro tipo de placer que no procede de la satisfacción de necesidades del organismo. Además, mientras que en el mero placer sensible sometemos el objeto a nuestro deseo, en el gozo estético sentimos que nuestra voluntad se detiene ante el objeto y establece cierta complicidad con é1. Contemplar un buen cuadro o escuchar una hermosa melodía son experiencias que hacen que nuestra voluntad se detenga, y toda nuestra atención quede «raptada» y seducida. El gozo estético que se produce ante esa pintura o esa pieza musical se genera por la admiración que nos provocan los objetos estéticos. Ese momento de admiración es un momento de fascinación y asombro por el que se establece un proceso de comunicación distinto al habitual. Nos sentimos arrastrados por el objeto estético, que abre ante nosotros un mundo diferente. Este mundo que se nos abre a través de la admiración puede ser una invitación a olvidarnos de la realidad cotidiana, a desentendernos de ella, a romper los procesos de comunicación ordinarios. Para algunos artistas la actitud estética consiste en la ruptura con el mundo ordinario, en el inicio de una comunicación nueva, en el comienzo de un orden alternativo que el arte nos ofrece seduciendo a la imaginación. Sin embargo, este mundo que se abre y esta comunicación que se inicia se producen desde un mundo real que la imaginación completa, enriquece y desborda. Puede pensarse que este protagonismo de la imaginación se produce en detrimento de la razón humana. Sin embargo esto no es así, principalmente por dos motivos: · Porque la razón no trabaja únicamente con conceptos, sino que también utiliza sensaciones e imágenes. El conocimiento que tenemos de la realidad también 12 es imaginativo y por ello la sensibilidad no puede ser minusvalorada en detrimento del entendimiento. · Porque la razón humana es una razón sentiente, y por ello la sensibilidad que se despierta con los objetos estéticos tiene un carácter propio: es racional sin ser conceptual, pero es sensible sin ser únicamente placentera. Así pues, por el hecho de poner en juego la sensibilidad, el objeto estético no anula ni el entendimiento ni la voluntad, más bien los detiene, los mantiene fascinados. Esta admiración no es tan sólo una simple sorpresa, ya que la actitud estética exige de nosotros un interés especial: un interés que Kant Ilamó «desinteresado», porque lo bello tiene una finalidad propia que es independiente de la utilidad y el consumo. Este interés «desinteresado»recoge lo que Aristóteles llamaba el momento de la contemplación. Contemplar no es soportar pasivamente la presencia de algo, sino aceptar lo contemplado y entablar con ello una comunicación que es sentiente y racional al mismo tiempo. Por esta razón, la actitud estética no lleva consigo un enfrentamiento entre el intelecto y la sensibilidad, sino el afán de buscar su equilibrio y armonía. La contemplación es un juego libre porque no apunta a ninguna finalidad preestablecida. Un juego en el que surgen continuamente nuevas formas de interacción entre nuestra facultad creadora de imágenes y nuestra facultad de entender mediante conceptos. (Extraído de CORTINA, Adela Filosofía.1º, Madrid, Santillana, 1996, pp.251-253) Actividad 6) Afianzando conceptos. El juicio del gusto (I) El ser humano es un ser que juzga. Continuamente, en nuestra vida familiar, en nuestro trabajo, en los momentos de diversión... hacemos juicios sobre lo que nos rodea. Por ejemplo, hacemos juicios cuando afirmamos cosas como: el CD es más duradero que el disco de vinilo, lo que acabas de hacer es injusto o este vestido es más bonito que el que llevabas ayer. En todos estos casos, lo que hacemos es formular un juicio; es decir, expresar una oración, que puede ser verdadera o falsa, en la que atribuimos una cualidad a un objeto. Pues bien, el acto de formular esta oración o proposición es el acto de juzgar y la proposición u oración enunciativa resultante es lo que llamamos un juicio. Entre los juicios que las personas formulamos, algunos autores distinguen uno especial: el juicio estético. En el juicio estético, formulamos una proposición en la que se relaciona un objeto con una cualidad estética (belleza, fealdad, sublimidad). Así, oraciones como “esta flor es bella”, “esta sinfonía es sublime” o “este poema no tiene nada de bello” constituyen juicios estéticos. Ahora bien, es preciso diferenciar entre nuestra opinión de agrado o desagrado acerca de algo (esta pintura no me gusta, la encuentro fea) y un juicio estético legitimado y que tenga validez más allá de nuestra preferencia personal. El juicio estético es posible gracias a la experiencia estética. Percibimos algo que nos afecta intensamente y, casi de inmediato, sin que medie la reflexión, lo consideramos bello o feo. Por lo tanto, podemos afirmar que el juicio estético es fruto de la experiencia y la sensación, y no el resultado de una deliberación intelectual. El juicio estético está basado en una sensación que producen los objetos en nosotros. Dicho de otra manera, el juicio estético no se basa en una cualidad que tenga el objeto, sino en una experiencia que provoca en nosotros. Por lo tanto, si se basa en una sensación subjetiva y personal del observador, tendremos que admitir que el juicio estético es, también, una valoración subjetiva que nace de una sensación íntima y privada. El subjetivismo del juicio estético nos sitúa ante un problema que ha hecho reflexionar a los teóricos de la estética. Si el juicio estético es subjetivo, entonces no puede tener validez universal; es decir, vale para mí, pero quizá no valga para los otros. Por esta razón, para algunos autores es inevitable circunscribir el juicio estético 13 al ámbito personal. Cuando yo digo “este cuadro es hermoso” o “esta tempestad sobre el mar es sublime”, estoy haciendo una apreciación personal que vale para mi, pero que quizá no sea compartida por los demás. Sin embargo, nuestra forma de apreciar los objetos estéticos nos inclina a rechazar la creencia de que nuestras valoraciones estéticas sor meras opiniones personales. Generalmente, cuando alguien hace un juicio estético y afirma que algo es bello o feo, tiene la convicción es que eso debería ser así para todos; es decir, está convencido de la objetividad y universalidad de su juicio. Cuando atribuimos belleza a una obra de arte, cuando consideramos que tiene un alto valor estético, pensamos que esto es o debe ser así para todo el mundo. (Extraído de AA.VV. Filosofía. Bachillerato, Sevilla, Guadiel, 1998, pp.225-226) El juicio es el último grado en el goce estético y con él nos comprometemos en la valoración del objeto estético. Con él estamos pasando a la acción, con él intentamos valorar tanto la belleza del mundo natural, si se trata de un objeto estético de la naturaleza, como la belleza plasmada en la obra de arte, si se trata de un objeto estético artificial. En este último caso, con el juicio estético intentamos captar la intención del artista y participar en la conversación a la que nos ha invitado con su obra. Las primeras reflexiones sobre el juicio estético como un juicio del gusto se atribuyen al pensador español Baltasar Gracián. Partiendo de él, podríamos describir el buen gusto como una capacidad humana caracterizada por los siguientes rasgos: - Representa el ideal de formación social, el ideal de una sociedad educada y cultivada. - No está condicionado por ser noble, cortesano o vulgar; por tanto, no es un juicio que dependa de la estirpe o los méritos sociales. - Supone capacidad para distanciarse de las propias preferencias y alcanzar validez social. - No está fundado en criterios conceptuales, ni tampoco se buscan. - Supone una integración de los cinco sentidos. - A diferencia de la moda, el gusto crea independencia, supone capacidad para discernir y adaptar las modas al gusto. - Supone la referencia a un todo que, sin estar dado de antemano, se pregunta por las relaciones entre la naturaleza y el arte. (Extraído de CORTINA, Adela Actividad 7) Filosofía.1º, Madrid, Santillana, 1996, p.253) Afianzando conceptos. El juicio del gusto (II) Para Inmanuel Kant es evidente la existencia de una exigencia de universalidad en nuestros juicios estéticos. En 1790 E. Kant publicó una obra titulada Critica del Juicio, que ha sido considerada como el fundamento de la estética moderna. En ella realiza Kant una investigación sobre la belleza y el arte, que ha sido fuente de inspiración de la mayor parte de las teorías estéticas de los siglos xix y xx. Juicio significa "facultad de juzgar", "capacidad de juzgar", esto es, capacidad de distinguir, de evaluar y de decidir acerca de objetos y acontecimientos. Por su parte, crítica tiene aquí el sentido de "investigación", de modo que esta obra es en su primera parte una Investigación sobre la facultad de juzgar estética. Llamamos gusto a la facultad de juzgar que posee cada ser humano en materia de lo estético. Solemos decir que fulano tiene buen gusto o que mengano no tiene gusto para vestir. Tener "buen gusto" significa, entre otras cosas, vestir bien, saber decorar una habitación, elegir 14 adecuadamente los regalos, ser prudente en una conversación... Así pues, nuestra vida está rodeada de cuestiones referentes al gusto. De acuerdo con la teoría kantiana, podemos distinguir dos dimensiones del gusto: 1. El gusto que va unido a los sentidos, a lo que llamaríamos la esfera apetitiva inferior (inclinaciones, deseos, sensaciones); mediante ella identificamos el gusto con los placeres sensibles. Así, juzgamos "placenteros" una buena comida, un buen vino o un buen chapuzón en la piscina en un día de calor. Este ámbito del gusto lo constituye, pues, la esfera de lo agradable, que no debemos confundir con la esfera de lo bello. 2. Desde el punto de vista estético, gusto es la facultad de juzgar lo bello y, en este sentido, pertenece no a la esfera sensible, sino a la de la razón. Según Kant, todos los seres humanos podemos ponernos de acuerdo acerca de qué es lo bello, porque todos participamos de una misma racionalidad y de unos mismos principios, gracias a los cuales juzgamos la realidad. Al igual que es posible ponerse de acuerdo en la esfera del conocimiento y en la esfera de lo moral, también podemos ponernos de acuerdo en la esfera del gusto. Se suele decir que con Kant, por primera vez, la esfera de lo bello adquiere su propia autonomía respecto del territorio epistemológico (ámbito de los juicios de conocimiento)y del ámbito de la moral. Y ello se dice porque, desde Platón hasta Kant, la Filosofía ha tendido siempre a identificar verdad, bien y belleza, confundiendo así lo que, de hecho, pertenece a consideraciones distintas acerca de la realidad. De ahí que Kant establezca una triple consideración: - Lo agradable, aquello que place a los sentidos en la sensación. De lo agradable decimos que nos gusta. "Me gusta esta comida", "me gusta pasear en las tardes de primavera" "me gusta este cuadro"... Cuando calificamos algo de "agradable" no exigimos a nadie que esté de acuerdo con nosotros, sino que simplemente manifestamos nuestra opinión. En esta esfera del gusto (al que llamamos gusto inferior) podemos estar de acuerdo con aquella sentencia que dice "cada cual tiene su propio gusto" o "sobre gustos no hay nada escrito". Los que defienden este punto de vista piensan que es imposible ponerse de acuerdo en cuestiones de gusto. Quienes así piensan son los que defienden un empirismo del gusto, esto es, juzgan los objetos estéticos de acuerdo a nuestros sentidos. Kant no comparte esta opinión. - Lo bueno, aquello que es apreciado, que tiene un valor objetivo. En esta esfera podemos distinguir entre aquello que es bueno para algo (lo útil) y aquello que es bueno en si mismo. Dormir es bueno para la salud, del mismo modo que leer es bueno para el espíritu. Ambas acciones son buenas para algo (son útiles). Por su parte, las acciones morales (cumplir con el deber, por ejemplo) son buenas en sí mismas, y pretenden ser universales y necesarias. Así, podemos decir que todos estamos de acuerdo en "socorrer al necesitado". Ahora bien, lo que Kant pone de manifiesto es que lo bueno es propio de las acciones morales y éstas no pertenecen a la esfera estética, sino sólo a la de La moral. - Lo bello, aquello que place sin interés alguno. El desinterés es la condición de posibilidad de la experiencia estética. La verdadera experiencia estética es aquella que se produce sin interés alguno por parte del sujeto que contempla el objeto estético. En ese sentido, se diferencia claramente de la experiencia de lo agradable, en la que hay un interés de los sentidos en el placer sensible, o de la experiencia moral, en la que se produce un interés del ser humano en realizar el bien. La idea de que el desinterés es la condición esencial de la experiencia estética está presente en gran parte de las reflexiones sobre estética en la Historia del pensamiento y, además, es una idea que está bastante cercana al sentido común, pues parece que la experiencia estética debe ser ajena a todos los intereses que agobian al ser humano en la experiencia sensible e incluso en la científica. ¿Qué diferencia hay entre el juicio "me gusta esta rosa" y "ésta rosa es bella"? Se trata de una distinción lingüística que es preciso analizar. Desde el punto de vista 15 kantiano, existe una diferencia de pretensión de validez. En el primer caso ("me gusta esta rosa"), no exigimos a nadie que esté de acuerdo con nosotros, sino que simplemente nos conformamos con emitir nuestro parecer acerca de esa flor. Sin embargo, en el caso del juicio "esta rosa es bella", su formulación misma lleva consigo la exigencia de que todos los posibles interlocutores estén también de acuerdo con nosotros. Y ello es así porque, para Kant, también podemos ponernos de acuerdo en cuestiones de gusto, ya que todos los seres humanos participamos de unas mismas estructuras racionales. A este respecto, Kant habla de un sentido común estético (sensus communis aesthéticus) del que participamos todos los humanos y gracias al cual es posible ponernos de acuerdo en la esfera estética. Del mismo modo que podemos llegar a coincidir en el ámbito de la ciencia Y de la moral, también podemos establecer un acuerdo en cuestiones referentes a la belleza y al arte. De estas consideraciones se deriva la idea kantiana de la belleza. No es una característica de los objetos, sino de cómo los contemplamos. Es un estado mental en el que se produce un libre juego de las facultades, una perfecta armonía entre el conocer y el sentir. Como dicho estado mental es ocasionado por una facultad que es igual y común a todos los hombres –el gusto- la belleza es algo subjetivo, pero común, y por ello universal. (Texto fundamentalmente extraído de LÓPEZ MOLINA y ABAD PASCUAL Filosofía. 1º Bachillerato, Madrid, MacGraw-Hill, 2000, pp. 252-256) Actividad 8) La experiencia estética educada En esta actividad vamos a intentar aplicar todo lo que hemos estudiado y lo vamos a hacer con la ayuda de un cuadro de Frédéric Bazille titulado “El vestido rosa”. El profesor proyectará el cuadro en la clase y debes responder a las siguientes cuestiones. No leas el texto que viene a continuación hasta que el profesor lo indique. a) ¿Te gusta el cuadro? ¿Por qué? b) ¿Es bello el cuadro? ¿Por qué? c) ¿Qué sensaciones te transmite el cuadro? d) Identificar formas, líneas, figuras y colores que aparecen en él ¿Qué te dicen sus combinaciones? “FRÉDÉRIC BAZILLE: El vestido rosa Frédéric Bazilie es el autor de esta obra preimpresionista: El vestido rosa. El pintor francés, hijo de una familia burguesa, tuvo como primera vocación la medicina; pero fue al conocer en París a impresionistas como Monet, Renoir y Sisley cuando se orientó hacia la pintura. Su muerte en la guerra de 1870 privó al impresionismo, apenas nacido, de uno de sus mejores miembros. En la misma terraza que vemos en el cuadro el pintor hizo posar a toda su familia. En este caso es una de sus primas a la que encontramos sobre el lienzo. La composición de la obra posee cierta simetría. Es el campanario, ligeramente a la izquierda del eje, el que divide el cuadro en dos; función que recoge luego la esquina de una casa algo más abajo. Y es esta línea imaginaria sobre la que se cruzan dos diagonales en aspa: una la que describe el murete sobre el que se siente la muchacha; y otra, las piernas de la misma muchacha, que se adivinan bajo el vestido, y su brazo derecho que repite la forma adoptada por éstas. Finalmente, y como queriendo recoger y enmarcar el pueblo al fondo, una hilera de árboles que son altos en los extremos, a modo de corchetes, y bajos en el centro, dejando ver el paisaje. 16 Es el otro eje, el horizontal, el que nos divide el cuadro también en dos partes: lo que está dentro y fuera de la terraza, más cercano y más lejano, más sombrío y lleno de luz. En efecto, y aunque la división no sea exacta, la parte superior de este eje aparece bañada en luz, mientras que la muchacha, terraza y árboles próximos permanecen en la sombra. Se produce de esta manera un contraste que recorta la silueta de ramas y hojas pero, sobre todo, de la cabeza y el cuello descubierto por el recogido, que hacen destacar la figura femenina. Ésta, además de la línea oblicua que describen sus piernas, se sitúa en una de las diagonales que cruzan el lienzo y lo divide en dos triángulos iguales. Sin embargo, a pesar de la relativa simetría del cuadro, parece concentrar su peso en su lado izquierdo; es aquí dónde se sitúa la mayor parte de la muchacha -aunque la diferencia no sea notable- y aparece una árbol más alto y frondoso. El equilibrio se logra gracias a una mayor profundidad a la derecha, profundidad que se sirve de la diagonal descrita por el murete. Quizá este equilibrio venga dado también por la supremacía de zonas luminosas en el lado derecho sobre el izquierdo. El vestido rosa, además de darle título a la obra, juega un papel importante. La muchacha, a pesar de permanecer en el sombra, sobresale del fondo; es aquí donde vemos la importancia del vestido: Bazille enmarca el rosa del traje entre colores fríos de manera que le resulte imposible no destacar -ya señalábamos antes como la cabeza se recorta sobre el fondo -. A los tonos pastel del vestido le suma una mancha negra con el delantal. Los colores que usa, en fin, son en general fríos y suaves: los tonos pastel, los grises de la piedra, el matiz aceituna de la piel de la muchacha... ni siquiera las tonalidades en el pueblo, al sol, ni del cielo -más bien una mezcla de matices que un color añil puro-, se muestran radiantes. Sin embargo Bazille logra en este cuadro la pretensión impresionista de captar la luz en un momento determinado del día.” Mª Carmen Trevijano Moreno 6.1.3. La belleza y la fealdad. Actividad 9) Afianzando conceptos. Definir la belleza. Lee el texto que a continuación se te presente y haz un resumen de sus ideas principales. “A pesar del interés, podríamos decir común y casi universal, que provoca la belleza, ésta se mantiene inaprehensible intelectualmente, no sólo por la variedad de los objetos que la sustentan, sino por la diversidad de las opiniones que suscita. Tras haber estudiado las concepciones de la Belleza de Platón y Kant sabemos que llamamos Belleza a una disposición que experimenta el sujeto ante la presencia de objetos que suscitan dicha libre organización de sus facultades. Una disposición que disuelve la dicotomía entre subjetivismo y objetivismo. Ni la Belleza es una cualidad de los objetos ni tampoco una mera sensación particular y subjetiva de cada uno. Para terminar con ello vamos a hacer un repaso histórico de las concepciones que se han dado sobre ella. Luego, intentaremos precisar algunas distinciones analizando las diversas clases de belleza. Y, por último, cerraremos el apartado viendo uno de los aspectos más olvidados en la estética tradicional: la fealdad y su relación con la belleza. En la Antigüedad clásica encontramos los primeros estudios y reflexiones acerca de la belleza. En general, en la cultura de ese momento predominó una concepción objetivista: la belleza constituye una cualidad que poseen los objetos artísticos y naturales que llamamos bellos. Esta cualidad que hace que los objetos sean hermosos y nos deleiten es la armonía. Para un griego, algo era bello cuando las partes que lo componían formaban una combinación perfecta en proporción, medida y orden. Así, un cuerpo hermoso era aquel cuyas partes casaban a la perfección y se combinaban formando un todo equilibrado y sereno. A este respecto, en la Grecia clásica existían unos cánones o modelos ideales de belleza que establecían cuáles debían ser las proporciones y medidas de un cuerpo hermoso. Para Policleto, por ejemplo, la estatura de una persona debía ser siete veces la medida de su cabeza. Durante la Edad Media siguió predominando una concepción objetivista de la belleza. Sin embargo, se dieron, también, algunos cambios de perspectiva. Con la aparición y el auge del cristianismo, las ideas bíblicas empezaron a influir en la forrna de entender el mundo y, también, en la estética. El mundo adquirió valor y belleza gracias a Dios. Así, se pensaba que si hay belleza en lo que nos rodea es porque se trata de una creación divina y que de alguna manera participa de su belleza. Por otra parte, también por influencia cristiana, empezó a hacerse una distinción inexistente en la estética griega. Es la distinción entre belleza sensible o material y belleza espiritual o interior. Mientras que la primera es 17 engañosa y fugaz (con el tiempo se marchita), la segunda, al ser sinónimo de bondad y virtud, es superior y más encomiable. El Renacimiento fue un retorno, en muchos sentidos, a la Antigüedad clásica. En lo que respecta a la estética, se siguió manteniendo una postura objetivista y se concibió la belleza como un equilibrio y armonía que deleita a los sentidos. Además, en esta época se recuperaron algunas ideas clásicas olvidadas durante la Edad Media. Por ejemplo, se extendió una concepción más naturalista de la belleza y el arte. La naturaleza se convirtió en el auténtico modelo del artista. A ella recurría como verdadera maestra y fuente de sus obras. Así, durante el Renacimiento fue característica la aplicación de estudios científicos (matemáticos, geométricos, anatómicos...) a la creación artística. Esto se aprecia en el interés por las leyes de la perspectiva, que permitían representar fielmente las percepciones del espacio. En la Modernidad se produce un proceso de subjetivización y relativización de la belleza. En las épocas anteriores había predominado una concepción objetivista; sin embargo, se habían dado también algunos atisbos personales de relativización. A este respecto, Giordano Bruno (1548-1600), un hombre del Renacimiento, ya señaló un cierto cambio de perspectiva y una tendencia a la relativización, que se fue afianzando con el paso del tiempo. Así lo vemos en sus palabras: “No hay nada que sea absolutamente bello, sino sólo para alguien”. En el siglo XVIII, con los empiristas e ilustrados, ya existe una clara conciencia de que la belleza no depende tanto de las características del objeto, sino de la forma en que el sujeto lo siente o percibe. Por lo tanto, se entiende que encontrar algo bello o feo depende de cuestiones tan personales como nuestro carácter, nuestras preferencias, las convenciones de nuestra época, el entorno en el que vivimos... A finales del siglo XIX y comienzos del XX se desarrollará un movimiento más amplio de ruptura con la idea clásica de la armonía y numerosos artistas contribuirán a desmontar la vieja idea objetivista de la Belleza. Las vanguardias, a principios del siglo XX, procederán a una completa subversión de los cánones y criterios de Belleza y terminarán convirtiéndola en aquello que un artista – creador- considera como tal. Será la subjetividad del creador el que dé la medida para separar lo que es bello de lo que no lo es. Sobre esto volveremos más tarde al estudiar el arte en los siglos XX y XXI. Clases de belleza Una primera clasificación que podemos hacer respecto a la belleza se basa en el tipo de objeto que la suscita. Así, igual que existen dos tipos de objetos estéticos (objeto natural y objeto artístico), existen, también, dos clases de belleza: -Belleza natural. Es la que suscitan los objetos naturales. Poseen este tipo de belleza una flor, un rostro, un paisaje... -Belleza artística. Es la que suscitan las creaciones artificiales del ser humano; es decir, las obras de arte. Así, poseen este tipo de belleza una pintura, una sinfonía o un soneto. La relación entre estas dos clases de belleza ha variado a lo largo del tiempo. Mientras la concepción estética fue naturalista y mimética (considerando el arte una copia de la naturaleza), la belleza artística se hizo depender de la belleza natural. Entonces, se consideraba que el arte era bello en la medida en que lograba reproducir la armonía y perfección de los objetos naturales. En la Modernidad, en cambio, se da un proceso de independización del arte respecto a la naturaleza. El arte deja de concebirse como espejo de la realidad y pasa a verse como una manifestación de la libertad y la creatividad humanas, que no está estéticamente obligada a respetar las leyes de la naturaleza. Por ello, la belleza artística deja de valorarse según criterios naturalistas y adquiere importancia y sentido en sí misma. Kant establece otra división o clasificación de la belleza. El tipo de belleza no depende tanto del objeto que la suscita, sino de aquello que lo hace bello. Kant distingue: -Belleza adherente. Es la que posee un objeto en función de la idea que tenemos de cómo debe ser ese objeto. No es, por tanto, una belleza pura, sino que depende de una finalidad o función que se le atribuye. Así, un edificio o un mueble antiguo sólo pueden ser bellos si se adecuan a nuestra idea de lo que debe ser un mueble o un edificio. Dicho de otra manera, una silla de estilo victoriano, por muy elegante que sea, si sólo tiene tres patas y no sirve para sentarse, no podrá ser considerada bella, ya que no cumple la finalidad para la que ha sido creada. -Belleza libre. Es la que posee un objeto por sí mismo, sin depender de ninguna idea o finalidad a la que deba adaptarse. Es una belleza pura, puesto que no tenemos ninguna idea preconcebida de cómo debiera ser ese objeto. Así, una flor, una cenefa o una melodía son bellas, precisamente porque no responden a ninguna utilidad. Belleza y fealdad Definir en qué consiste la fealdad comporta tantas dificultades como definir en qué consiste la belleza, puesto que tradicionalmente se ha identificado lo feo con la negación de lo bello. Habitualmente se considera feo todo aquello en lo que se da una disminución o ausencia total de belleza. Esta oposición a la belleza puede entenderse a un doble nivel: por un lado, formal y por otro, material. Formalmente, la 18 fealdad consiste en la deformación y la desfiguración; en cambio, en lo que se refiere a la materia o el contenido, la fealdad se asocia a lo éticamente negativo, es decir, a la maldad, la depravación, lo criminal... Esto se debe a que muchos autores, a lo largo de la tradición occidental, han querido ver dos ámbitos estéticos y éticos encontrados: el claro y puro ámbito de la belleza y la bondad, y el oscuro y depravado ámbito de la fealdad y la maldad. Aunque la fealdad y la deformidad nunca han estado totalmente ausentes de la historia del arte, lo cierto es que, hasta el Romanticismo, sólo aparecen de forma marginal. Y además, su presencia sólo sirve como contrapunto y contraste con la belleza (para realzarla) o como forma de expresar lo ética y culturalmente rechazable (el vicio, la criminalidad...). Con el Romanticismo se inicia un proceso de reivindicación de lo feo en el ámbito del arte. Abundan, entre los artistas de este momento, los temas escabrosos, los paisajes desolados, los sentimientos lúgubres. En resumen, aparecen como protagonistas lo terrible, lo feo y lo monstruoso. Sin embargo, en esta época lo feo no es todavía un valor y un fin en sí mismo, sino una forma de expresar ciertas emociones vivenciales. La fealdad sigue siendo un recurso artístico de expresión de sentimientos, y no un valor en sí misma. Puede afirmarse, sin que sea contradictorio, que lo feo adquiere valor estético. Posteriormente, se da una radicalización del gusto por lo feo que lleva a algunas corrientes a reivindicar lo feo como fin en sí mismo y no como instrumento artístico. Uno de los máximos exponentes de esta tendencia es el pintor Francis Bacon (1909- 1992). En este artista predomina obsesivamente el interés por la distorsión y la deformidad de la figura humana; es decir, por la recreación de una fealdad capaz de provocar repugnancia y rechazo. 6.2. La creación de Belleza: arte y artista. 6.2.1. Arte y artista. Actividad 10) Moulin Rouge Vamos a ver la película que tiene el mismo título que esta actividad. Y vamos a hacerlo para comenzar el estudio del arte. Ya hemos visto de qué se trata cuando hablamos de la experiencia estética y de la belleza. Ahora vamos a contemplar el análisis de la complejidad llamada arte. Y digo complejidad porque presenta tales variantes y ha cambiado su concepción tanto a lo largo de la historia que no está nada claro qué es arte y qué no. Como dijimos en la anterior sección de la Unidad Didáctica el gusto estético puede ser educado y una sensibilidad entrenada puede captar detalles y aspectos que otra, no adiestrada, es incapaz de percibir. Así que debes, ahora, hacer uso de todos tus conocimientos cinematográficos para captar el máximo posible de detalles. Por ello presta atención a la película y realiza las siguientes tareas que se te piden: a) Toma nota de los personajes (nombres, actitudes, comportamientos...) y de la historia. Haz un breve resumen de todo ello. b) Intenta captar por qué medios -no verbales- expresa la película los sentimientos, actitudes, expectativas.., de los diversos personajes que en ella aparecen. Al ser una película musical habrá muchos elementos. Los actores “sobreactúan”, ¿por qué? c) Presta especial atención y analiza el uso de la luz, los colores, el silencio y la cámara rápida asociados a la Banda Sonora. d) Los planos, ¿qué tipo de planos predomina -primeros planos, cortos, americanos...-? ¿Por qué? e) ¿Son las secuencias largas o cortas? ¿Por qué crees que se alternan tanto? ¿Qué sensación te transmiten? f) ¿Qué crees que es lo característico de un arte como el cine? g) ¿Según qué criterios crees que se podrían clasificar las diversas artes? h) ¿Es lo mismo arte que artesanía? i) ¿Son igual de artistas el técnico de montaje o los cámaras, o el responsable de la fotografía que el director, el productor o el guionista de una película? j) ¿En qué crees que se diferencia el arte de los actores del arte del director? 19 Actividad 11) La obra de arte. En el punto que nos encontramos es fundamental comenzar el estudio distinguiendo las obras de arte de las que no lo son. Para ello vamos responder a unas cuestiones que te pueden ayudar a situar lo que a continuación se va a estudiar. Responde, por escrito, y lo más exhaustiva y razonadamente que puedas a las siguientes preguntas: a) ¿Cuáles de los siguientes objetos te parecen una obra de arte? - Un cuadro de Picasso - Un ordenador personal - Una pluma estilográfica - Un bañador - La canción “Insomnia” - La silla sobre la es que estás sentado/a - La cocina de tu casa - Un tostador - El libro de matemáticas - La cama en la que duermes habitualmente b) ¿Cómo se puede diferenciar una obra de arte de otro objeto artificial que no lo sea? c) ¿Para qué crees que sirve el arte, es decir, qué función social crees que cumple? d) Comenta el siguiente texto y di tu opinión al respecto de lo que enuncia: “La obra de arte es el resultado de esta actividad especial que hemos estado analizando: la acción bella o acción artística. Por ser el producto de una acción, es evidentemente una creación humana, es decir, algo artificial. Queda claro, entonces, que, de los dos tipos de objetos estéticos que vimos (objeto natural y objeto artificial), la obra de arte se inscribe en el ámbito del objeto artificial. Ahora bien, igual que estamos acuerdo en que toda obra de arte es un objeto artificial, seguramente también estaremos de acuerdo en que no todo objeto artificial es obra de arte. En este punto surge la pregunta fundamental: ¿hay algún criterio que permita diferenciar qué objetos artificiales son obras de arte y cuáles no lo son? Aquí, precisamente, reside la dificultad. Podríamos decir lo mismo que dijimos respecto al arte: entre todos los objetos artísticos existe un cierto “aire de familia”, pero, según muchos estetas, resulta indefinible”. Actividad 12) Afianzando conceptos: Historia de un concepto, el arte. Lee el texto que se te presenta y haz un resumen lo más exhaustivo posible de cuantas ideas se te presentan en él. “Creemos tener una idea más o menos vaga de qué es el arte. Las asignaturas relacionadas con el arte o la historia del arte están incorporadas a los planes de estudio. En las ciudades hay museos donde se exhiben obras artísticas, los medios de comunicación hablan sobre ellas y ofrecen reproducciones. Ahora bien, actualmente, la clase de cosas que comprende el término genérico arte es enormemente extensa y variada. En las colecciones se encuentran hoy objetos de todo tipo. Nuevas actividades humanas exigen una redefinición casi permanente del arte y de sus límites: ¿es la fotografía un arte?, ¿y el cine?, ¿,y la arquitectura industrial?, ¿,pintar carteles es una rama de la pintura?, ¿se incluyen los medios de comunicación en el «verdadero arte»?, ¿cuál es la distinción entre arte puro y arte utilitario?, etc. Muchos estudiosos y críticos de arte han llegado en nuestro siglo a la conclusión de que conseguir una definición satisfactoria y amplia de arte es imposible; otros zanjan la cuestión diciendo que arte es lo que la sociedad, las instituciones, los museos o los críticos establecen como tal. A pesar de estas dificultades, Tatarkiewicz ha dado una definición de gran amplitud que permite introducirnos en el concepto de arte: «El arte es una actividad humana consciente, capaz de reproducir cosas, construir formas, o expresar una experiencia, si el producto de esta reproducción, construcción o expresión puede deleitar, emocionar o producir un choque». Esta definición es lo suficientemente flexible como para incluir la mayoría de las manifestaciones y variedades artísticas y, al mismo tiempo, proporciona información acerca de algunas de las funciones que hoy pueden afirmarse del arte. Sin 20 embargo, con ser muy amplio, el concepto de arte, tal como lo reconocemos actualmente, es algo muy reciente. Admiramos en los museos bellas obras que tienen siglos de antigüedad. Ahora bien, ¿los hombres que las hicieron, eran conscientes de que estaban haciendo «arte»?, ¿Y quienes las contemplaban, eran conscientes de que lo que tenían ante sí era «arte»? ¿Qué se entendía, pues, por «arte»? ¿Qué funciones le eran asignadas? Muchos de los objetos que hoy se aprecian como obras de arte fueron realizados por motivos mágicos, religiosos, y no artísticos. Las primeras manifestaciones artísticas, que conocemos como «arte prehistórico», representaban imágenes con las que nuestros antepasados esperaban influir en lo representado. Como afirma Ernst Fischer: «La función decisiva del arte era, evidentemente, ejercer poder sobre la naturaleza, sobre, un enemigo, sobre el compañero en la relación sexual, sobre la realidad, poder para fortalecer el colectivo humano. En el alba de la humanidad, el arte tenía muy poco que ver con la belleza y nada en absoluto con el deseo estético: era un instrumento mágico o un arma del colectivo en la lucha por la supervivencia» (La necesidad del arte. Págs. 40-41). Las pinturas rupestres tenían, por ejemplo, una misión mágica para ayudar a cazar: había creencias que establecían una relación mágica entre el animal real y su figura representada. Pintar algo era en cierto modo controlarlo o poseerlo. Otras obras, como las pirámides y otras notables tumbas, tenían como misión conservar el cuerpo para que el alma volviera a reencarnarse en él. El arte servía también como lugar y medio para rendir culto a los dioses o para elevar el alma. Debido a estas funciones de tipo cultual, muchas obras se ocultaban celosamente a la mirada del público y no estaban destinadas a agradar. Suele decirse que los griegos inventaron el arte porque buscaron conscientemente producir objetos bellos y estudiaron qué era lo que hacía que una forma alcanzara la belleza. Para ellos, lo bello no debía separarse de lo verdadero y de lo bueno. Así, la misión del artista era imitar la realidad (lo verdadero) y proponer formas y significaciones que nos hicieran mejores moralmente hablando (lo bueno). El arte presta así un servicio al estado, a la religión o a la educación, asignándosele la función de mostrar comportamientos nobles y virtuosos, dignos de imitación. Platón, en la Antigüedad, y algunos estados contemporáneos sólo consideraron útil el arte que sirve a la elevación moral. Con el triunfo del cristianismo, en la Edad Media, pinturas y esculturas representaban pasajes bíblicos para que el pueblo, generalmente carente de instrucción, comprendiera básicamente el mensaje de la Biblia. Para designar lo que hoy llamamos arte, los griegos tenían la palabra téchne, que los romanos tradujeron como «ars», de la que proviene el término arte. Téchne significaba cualquier destreza basada en el conocimiento de unas reglas, todo conocimiento experto. De esta manera, lo que hoy llamamos arte era considerado una actividad similar a la de los artesanos e inferior a otros saberes y ciencias que no requerían esfuerzo físico. Hacer algo que no se atuviera a unas reglas, algo que fuera producto de la inspiración o de la fantasía, no se consideraba un arte en las edades Antigua y Media. En el Renacimiento, el artista está mejor valorado, su trabajo es mejor remunerado y su actividad aparece claramente diferenciada de la de los artesanos, aunque aún siguió unida a la de la ciencia. El nombre de bellas artes fue aceptado, en el siglo XVIII, para designar un grupo formado por la pintura, la escultura, la música, la poesía y la danza. También en el mismo siglo Baumgarten acuñó el término estética (1714). Los griegos lo habían utilizado (aisthesis) para referirse a las impresiones sensoriales, a lo sensitivo. Baumgarten denominó con el nombre de conocimiento estético al estudio de la belleza. La experiencia estética era la percepción de la belleza en las obras de arte y en la naturaleza. Posteriormente, la experiencia estética se referirá, en sentido estricto, a las obras de arte. Por su parte, por objeto estético se entenderá la obra de arte en tanto que significa o representa algo para alguien. La teoría tradicional de las bellas artes afirmaba que la característica común a todas las artes era que imitaban la realidad. La belleza era la otra característica esencial y distintiva del arte. Desde finales del siglo XIX y comienzos del XX esta concepción entró en crisis, de manera que ni la imitación ni la belleza son considerados como lo esencial del arte. El arte puede representar cosas existentes, ésta fue de hecho su función casi exclusiva durante muchos siglos. Pero puede también construir cosas que no existan, tratar cosas que son externas al hombre, expresar su vida interior (arte como expresión). Estimula la vida interior del artista, pero también la del receptor. A éste le aporta satisfacción, pero puede también emocionarle, provocarle o impresionarle. Las vanguardias transformaron completamente el panorama del arte del siglo xix al xx, privilegiando, frente a la imitación tradicional, la creatividad del artista, y frente al criterio de belleza, el de libertad. La temporalidad, presente en la exaltación de lo nuevo, en la ruptura con el pasado, etc., ha sido otra de las referencias importantes de la modernidad. De esta manera, el arte del siglo XX ha sido un arte extraordinariamente plural. Liberado del culto a la tradición, ha ido asimilando todos los temas y materiales, ha buscado la originalidad y la novedad por todas las vías, experimentando continuamente. Duchamp, por ejemplo, inventó los ready made, objetos de uso corriente convertidos en obras de arte por 21 la voluntad del artista que los saca de su uso cotidiano y los pone en un museo, como su obra Fuente, un urinario enviado al Salón de los Independientes en Nueva York, en 1917. Actualmente, el arte vive un estado de pluralismo de tendencias en que se mezclan multitud de estilos y revisiones de temas clásicos que se presentan a veces como si fueran nuevos. Se habla con frecuencia de crisis de creatividad favorecida porque la obra de arte, incluida la que se presenta como marginal, es un bien comercial que rápidamente es absorbido por el mercado y adaptado al gusto medio.” Extraído de AA.VV. Filosofía 1., Madrid, McGraw-Hill, 1999, pp. 174-176 Actividad 13) Afianzando conceptos: diferentes concepciones del arte Lee el texto que a continuación se te presenta y responde a las cuestiones que se te presentan más abajo. “Por las dificultades que entraña la definición de arte, han abundado a lo largo de la historia distintas concepciones. Veamos algunas: – El arte como imitación. Esta concepción surgió en las culturas antiguas y se mantuvo como concepción predominante hasta prácticamente el Romanticismo. Para los que la mantienen, el arte debe ser una copia o imitación de la realidad o naturaleza. Expresado de forma metafórica, el arte constituye un espejo que reproduce fielmente la realidad. Por eso, en general, al artista no se le valora por su originalidad y creatividad, sino por su capacidad para reflejar fidedignamente lo que le rodea. Sin embargo, esta concepción no es tan radical y suele considerar el arte, más que una copia, una representación de la realidad. Entre las corrientes artísticas que con más claridad se basan en esta postura, están el naturalismo y el realismo artístico. – El arte como expresión. Esta concepción del arte se inicia con el Romanticismo, época en la que se concede especial importancia a la imaginación creadora del artista. Por eso, el arte deja de concebirse como reproducción de la realidad y pasa a verse como expresión de emociones y sentimientos vivenciales difícilmente expresables de otro modo. Para los expresionistas, el arte se entiende como un modo que posee el artista para expresar los sentimientos propios o ajenos. Lo consideran, también, un mecanismo que permite al espectador revivir o vivenciar esos mismos sentimientos. Por eso, para estos autores, el arte vendría a ser un tipo especial de lenguaje, capaz de transmitir y hacer entender sentimientos incomunicables mediante el lenguaje común. – El arte como forma. Esta concepción es más tardía y parece exclusiva de algunas corrientes estéticas contemporáneas. Los que la mantienen defienden que lo propio del arte es la forma y no el contenido o historia que ésta pueda contener. Es preciso señalar que, en toda obra de arte, existen dos planos diferenciables: el plano del contenido (el tema o los sentimientos que la obra intenta comunicar) y el plano de la forma (el medio para materializar y expresar ese contenido). Así, un mismo contenido o tema (la crucifixión, por ejemplo) puede expresarse mediante formas muy distintas: las numerosas representaciones de este tema que existen en la historia del arte son un buen ejemplo de ello. Pues bien, para los formalistas, el arte debe vaciarse de todo contenido, porque lo específicamente artístico es la forma. Por eso, reivindican la autonomía del arte respecto a toda intención representativa de la realidad. El arte abstracto es el exponente más claro de esta concepción. – El arte como realidad imaginativa. Ésta es quizá la concepción más minoritaria de las que hemos visto. Sostiene que el arte no es una realidad física (por ejemplo, Las meninas de Velázquez), sino una realidad imaginativa: la idea que tenía Velázquez al pintar Las meninas y, también, la imagen mental que se forma cada espectador. Por lo tanto, según esta concepción, es preciso diferenciar el arte (imagen mental) de su plasmación física (obra de arte). Esta última es imperfecta e inferior comparada a la primera; sin embargo, es la única forma que posee el artista para hacer partícipes de lo artístico al resto de los seres humanos A la diversidad de concepciones acerca del arte, se le añade la pluralidad de opiniones sobre cuál es el sentido y la función que éste ejerce en el seno de la cultura humana. Las posturas a este respecto son muchas y muy variadas. Sin embargo, vamos a ver algunas de las que han tenido una incidencia más relevante en el transcurso del tiempo. – El arte por el arte. Algunos autores, sobre todo contemporáneos, han sostenido que la pregunta por la función que desempeña el arte es una pregunta ilegítima. El arte, tanto la actividad del artista como el resultado que se desprende de ella, no cumple ni debe cumplir ninguna utilidad. Por ello, 22 – – – – consideran rechazable cualquier criterio utilitarista que se imponga a la creación artística. Además, sostienen que es injustificado valorarlo según determinados aspectos, como los valores éticos que entraña, lo que nos puede enseñar o la serenidad que puede proporcionarnos. El arte, según los defensores de esta conocida postura, debe tener como único criterio el arte mismo; por esta razón, sus partidarios enarbolan como única bandera el lema del arte por el arte. Esta consigna tiene que entenderse en toda su dimensión: la única finalidad que debe perseguir el artista (por en- cima de principios éticos, políticos, sociales, comerciales, pedagógicos...) es producir y crear una obra auténticamente artística; esto es lo único que se le puede exigir al artista y a su producción. Esta postura constituye, en definitiva, la reivindicación de un arte ajeno a cualquier propósito didáctico o moralizador, y la defensa de un arte radicalmente puro. El arte como necesidad de la naturaleza humana. Los defensores de esta postura coinciden con los partidarios de la anterior en que el arte no cumple ni debe cumplir ninguna utilidad o función. Sin embargo, las razones en las que se sustentan son algo distintas a las anteriores. El arte no debe justificarse pragmáticamente, pues su valor reside en la satisfacción de una necesidad específicamente humana. El ser humano, a diferencia de los demás seres vivientes, siente la necesidad de expresar su personalidad y sus vivencias de forma artística, aunque de ello no extraiga aparentemente ninguna compensación material ni ninguna ventaja para su supervivencia. Y es que, según esta postura, la producción de arte y su contemplación son actividades que deleitan por sí mismas porque responden a una íntima y profunda inquietud característica del ser humano. El arte como evasión. Según esta postura, una de las utilidades que proporciona el arte, tanto al artista como a su público, es ser un medio para huir de una realidad que no les satisface. Ante la fealdad, la miseria, la depravación, e incluso, ante la rutina que rodea a la existencia cotidiana, el arte proporciona una manera de escapar a otro mundo: un mundo, extraordinario y bello, capaz de hacer olvidar al espectador su insignificante vida. Así, al asistir a un concierto o al pase de una película, el público se adentra e identifica tanto con lo que contempla que se olvida por unos instantes de sus problemas y obligaciones. El arte como purificación. Una de las funciones que cumple el arte es purificar al espectador de ciertas pasiones que podrían serle perjudiciales si no se liberase indirectamente de ellas. Esta concepción de la función que cumple el arte surgió en la Antigüedad clásica, en concreto de la mano de Aristóteles. Según este filósofo, en la tragedia y en la música, el espectador se conmueve y revive las pasiones que mueven a los personajes. Este contagio de sentimientos consigue liberarle de esas mismas pasiones, que, vividas personalmente, serían desastrosas para el que las padece. Esta reviviscencia purificadora de pasiones nocivas fue denominada por Aristóteles “catarsis”. El arte humanizador. En el extremo completamente opuesto a la postura que vimos en primer lugar, se encuentra ésta. Para algunos pensadores, el arte sí posee una función o finalidad que va más allá de lo puramente artístico. Esta función, en la que reside el auténtico valor y dignidad del arte, consiste en la transmisión y promoción de los valores éticos, sociales, culturales... que hacen del hombre un auténtico ser humano. El artista no puede tener como única intención crear formas bellas y sublimes que deleiten al espectador, sino que debe intentar que esas mismas formas bellas logren educarlo moral, social y humanamente. Precisamente, porque el arte logra agradar y divertir por sí mismo, debe someter esa capacidad a un fin más elevado: enseñar deleitando o educar divirtiendo. Los convencidos de esta postura exigen del artista un compromiso más profundo que el exclusivamente estético y le piden que ponga su arte al servicio de una sociedad más humana y digna.” (Extraído de AA.VV. Filosofía. Bachillerato, Sevilla, Guadiel, 1998, pp.233-236) 1.- Haz un resumen lo más completo posible de lo enunciado en el texto. 2.- ¿Cuáles crees que son los conceptos y funciones del arte más extendidos hoy entre la gente que conoces? 3.- ¿Con cuál de los enumerados en el texto te sientes más identificado/a? 4.- ¿Con cuál de ellos estás en total desacuerdo? Razona por qué 5.- Haz un listado de las que serían, a tu juicio, las características más sobresalientes de 23 lo podríamos llamar hoy ARTE. Actividad 14) Afianzando conceptos: El arte en un mundo tecnificado. Lee el texto que se te presenta y responde a las cuestiones que se te formulan más abajo. “La experiencia estética no puede desligarse de la percepción sensible y corporal, del juego de las formas y los volúmenes, del ritmo, el sonido o el color. El arte se hace con el cuerpo, y con el cuerpo se percibe. Decía Merleau Ponty: «no es imaginable cómo podría pintar un espíritu». Por supuesto, el arte tiene más significado que su presencia sensible (por ejemplo, en el plano intelectual o en el emotivo), pero lo sensible y el medio material y técnico para la creación de la obra y para su recepción son imprescindibles. A lo largo del tiempo, no sólo han cambiado los temas que los artistas podían o querían presentar, sino los medios técnicos, ya fueran los materiales (pigmentos, óleos, mármol, fibra de vidrio, titanio, plásticos, etc.), ya se tratara de los medios mecánicos (fotografía, cine, simulación por ordenador, etc.). El desarrollo cientítico-técnico, que ha propiciado cambios muy sustanciales en nuestra vida y en los problemas morales que hoy nos planteamos, abre campos y posibilidades impensables hace poco en el ámbito del arte y de su disfrute: - Da lugar a nuevas formas de armonía y de belleza en la música (música electrónica, nuevos instrumentos, aplicación de la informática a la música), en la arquitectura (nuevos materiales e innovaciones que pueden hacer realidad proyectos como los de la Tokio Millenium Tower, rascacielos de 170 pisos y 840 metros de altura), y en otras artes, especialmente las visuales. - Hace posible la irrupción de nuevas formas de arte de gran poder innovador e impacto social, como el cine. El cine, que de por sí es un nuevo medio mecánico de reproducción de imágenes en movimiento, a su vez sólo fue posible gracias a los avances de la óptica, la electricidad, la espectrografía, la acústica, la luminotecnia, etc. - Permite, mediante los medios técnicos de reproducción (fotografía, cine, vídeo, etc.) y la amplia y rápida difusión de los medios de comunicación de masas, poner al alcance de quien esté interesado las obras de arte consagradas por la tradición y otras nuevas, como el flamenco, el jazz o la música pop-rock, con un grado de fidelidad creciente. - Las posibilidades de reproducción y difusión están en el origen de la cultura de masas y de la estetización general de la vida debida a los medios de comunicación y a la publicidad. Éstos suelen tener presentes criterios de belleza o de atractivo formal y han inf1uido poderosamente en los gustos estéticos de nuestra época, e incluso en la propia noción de belleza. - La propia economía comienza a verse muy influida por estos nuevos medios de producción, representación y creación de realidad; los sectores ligados a la imagen y a la comunicación se han vuelto determinantes dentro del conjunto de las actividades que generan riqueza. La obra de arte adquiere así connotaciones industriales. Por ejemplo, muchas de las obras maestras del cine son superproducciones, obras de un equipo. Paradójicamente, algunos autores señalan la relación de dichos avances con la decadencia o, en términos más radicales, con lo que algunos han llamado «muerte del arte» en nuestro siglo. Según Gianni Vattino, ha muerto el arte comprometido con la transformación moral y social. En general, hoy día el arte sólo quiere ser arte y no promocionar moral o políticamente a los individuos o a la sociedad. También ha muerto el gran arte tradicional, engullido por la cultura de masas y por los medios de comunicación. En buena medida, el arte se ha banalizado y se ha convertido en mero entretenimiento. Finalmente, para prestigiarse frente a las masas consumidoras de «arte fácil», los artistas a menudo han respondido en nuestro siglo aislándose en un arte incomprensihle para la inmensa mayoría de la sociedad, apartando de sus obras todo elemento de goce inmediato, etc. Walter Benjamin consideró que el arte y su recepción están marcados en nuestro siglo por el enorme progreso de las técnicas de reproducción. La ilimitada duplicación de la obra de arte la despojaba de su «aura». El aura es la «manifestación irrepetible de una lejanía», «descansar en un atardecer de verano y seguir con la mirada una cordillera en el horizonte es aspirar el aura de esas montañas». De forma menos poética, el aura es el encanto que emana de una obra, que embarga a quien contempla esa obra única, irrepetible, ligada a tradiciones y a funciones rituales y de culto. En la reproducción – un concierto oído a través de un equipo musical, una fotografía de Las Meninas o el vídeo del Partenón – falta el «aquí» y el «ahora» de la obra única, su vinculación con la tradición, las alteraciones que el tiempo ha dejado en ella, su autenticidad. Las técnicas modernas de reproducción separan lo reproducido de la tradición y ponen su presencia masiva y al alcance de cualquiera en el lugar de la presencia irrepetible del original. 24 Pero todo lo anterior tiene, según Benjamin, una vertiente positiva: la reproductibilidad técnica libera la obra de su función ritual y al hacerlo la libra de limitaciones, de prohibiciones, aumenta sus posibilidades de exhibición. El cine, ejemplo de arte de nuestro tiempo, penetra con la cámara en la realidad como el cirujano en el cuerpo y llega a grandes colectivos, mientras que la pintura o la literatura sólo llegaban a individualidades. Benjamin entendía que el «arte por el arte», es decir, la teoría y la práctica que hicieron del arte una actividad autónoma que encuentra en sí misma y en los valores estéticos su propia finalidad, fue una respuesta ante los desafíos lanzados por la técnica. En concreto, fue una reacción ante la crisis provocada por la fotografía. La fotografía y el cine supusieron, en efecto, un gran reto a la pintura y a la literatura, ya que podían realizar mejor, más rápidamente, y llegando a muchas más personas, lo que antes hacían el realismo pictórico y narrativo. Para otros autores, el triunfo de la técnica y de sus valores no explican por sí solos la cadena de rupturas que caracterizan el arte moderno. A este factor habría que añadir otros, como la paulatina pérdida de la función social del arte en la sociedad capitalista, que hace al arte concentrarse en su función estética; la progresiva división del trabajo, que hace del artista un especialista y del arte una actividad autónoma; y, por supuesto, los esfuerzos de los propios artistas por descubrir e innovar. Por otro lado, como señaló Adorno, los medios de reproducción y de comunicación con frecuencia hacen del arte algo trivial en su intento de hacerlo llegar a toda la población como objeto de consumo. Por ello, Adorno veía en el arte autónomo, que se excluía conscientemente de esa cultura masiva, una alternativa liberadora y positiva. Benjamin lo consideraba, por el contrario, un producto elitista que servía fácil- mente a los intereses de la burguesía. Algunos autores sostienen que, en la actualidad, el libre mercado y la política cultural de muchos países amenazan la innovación artística y cultural, ya que sólo están interesados en aquellas obras que son fáciles de entender y de degustar por la inmensa mayoría del público. Así, el arte se hace kitsch y ecléctico: hay que darle a los aficionados productos con apariencia de arte y un poco de todo, siempre que sea fácil de contemplar y se acomode a todas las necesidades, especialmente a la de aquellos que tienen poder de compra. Por otro lado, no conviene perder de vista una visión general y ponderada de nuestro tiempo: el siglo XX ha sido de gran vitalidad y pluralidad, como lo prueba la asombrosa sucesión de movimientos artísticos. Los nuevos medios técnicos de que se sirve el arte no tienen por qué mermar su creatividad, sino dotar al arte de nuevos recursos y posibilidades expresivas adaptadas a nuestro tiempo. La experiencia estética en un mundo tecnificado Una sensación bastante extendida en la filosofía y en la literatura es la de que la vida actual carece de equilibrio, pues hay ciertas capacidades y vertientes del ser humano a las que se ha dado demasiado importancia en detrimento de otras: la razón, la eficacia, la rapidez, la competitividad, etc. Schiller, a finales del siglo XVIII, concretaba su insatisfacción ante la cultura moderna en la oposición que ésta establecía entre la capacidad de sentir y la de pensar, de la sensibilidad y de la razón: «... el gozo está separado del trabajo, los medios del fin, el esfuerzo de la recompensa. Encadenado eternamente sólo a un pequeño fragmento de la totalidad, el hombre se ve a sí mismo sólo como un fragmento; escuchando siempre sólo el monótono girar de la rueda que mueve, nunca desarrolla la armonía de su ser y, en lugar de darle forma a la humanidad que yace en su naturaleza, llega a ser una mera estampa de su ocupación, de su ciencia» (Citado por MARCUSE en Eros y civilización. Págs. 173-174). Schiller esperaba que el arte reconciliara la naturaleza sensible y espiritual del hombre. Desde su punto de vista, esto era posible porque la experiencia estética pone en juego capacidades perceptivas, sensitivas, hedonistas, que corresponden tanto a lo mental como a lo corporal del sujeto que efectúa la experiencia. Ya antes Kant había advertido certeramente que el juicio estético responde al libre juego de la imaginación y el entendimiento, y que en él se manifiesta la unidad de las facultades como expresión del «sentimiento de la vida». Marcuse propuso como terapia la abolición de los controles represivos que la civilización ha impuesto sobre la sensualidad. La función estética puede ser la guía para una civilización no represiva, ya que la experiencia estética es un juego de libertad, donde las reglas sirven para desplegar creatividad y donde se da una gratificación aceptable de nuestros deseos. Además, el arte tiene otras funciones menos utópicas, pero no menos interesantes. La dimensión lúdica de la experiencia estética, las sensaciones de agrado, de expansión de la personalidad, de vitalidad intensa que nos aporta, el carácter gratificante que tiene para quien la disfruta, la ha convertido en fuente de felicidad y de satisfacción para el ser humano de todas las épocas. Para Bloom, en su obra El canon occidental, la verdadera utilidad del arte consiste en el crecimiento, en el desarrollo de nuestro propio yo interior. Esto entronca con una larga tradición que consideraba que la experiencia estética nos permite adentrarnos en una existencia más rica, abandonarnos sin riesgos a experiencias excitantes. Los seres humanos no tenemos bastante con nuestra propia 25 experiencia y buscamos ampliarla. El arte y la experiencia del arte es un ámbito incomparable para ello. «El arte actual, que tiene a su disposición las nuevas 1ecnologías del tiempo y de la imagen, goza de una especial capacidad para hablar directamente con el lenguaje de nuestro tiempo; pero como arte tiene un poder más grande aún para formular las preguntas y misterios más profundos de la condición humana.» BILL VIOLA:_en_El arte en el fin de siglo. Pág. 103. 1.- Haz un resumen lo más exhaustivo que puedas del contenido del texto 2.- Extrae las características que el texto asigna al arte y la experiencia estética en nuestro mundo actual. 3.- Compara dicha lista con la que tú mismo/a elaboraste en la actividad anterior. ¿Cuáles añade el texto que tú no habías tenido en cuenta? ¿Qué añaden esas características que el texto introduce a lo que ya sabías sobre el arte? Actividad 15) Afianzando conceptos: valores del arte y tipos de artes. Hasta ahora hemos estado tratando de delimitar, definir e identificar lo que podríamos llamar arte. Si en la primera parte de la Unidad Didáctica nos costó trabajo poner nombre a los sentimientos que experimentamos con relación a la belleza y la experiencia estética se nos mostró elusiva por no ser conceptual y atrayente y seductora por sensual e implicadora de toda nuestra personalidad, esas mismas sensaciones las han tenido los hombres desde tiempo inmemorial. Y de igual forma nos siempre se le ha podido nombrar de forma exacta y el arte ha sido más una tarea y una vivencia que algo claramente definido y fácilmente identificable. De ahí que hayamos estudiado cómo el arte y el artista han ido cambiando de estatus y rol sociales a lo largo del tiempo, cómo han existido y existen diversas concepciones de qué es el arte y que funciones sociales desempeña o debe desempeñar. Definir el arte, más hoy día, en un tiempo de arte industrial y tecnificado, no es nada fácil. Cuando más será difícil clasificar los distintos tipos de artes. La irrupción de la producción industrial en el terreno del arte no sólo transformó sus condiciones de producción, sino que posibilitó la existencia de innumerables modos de producción artística hasta entonces desconocidos. Por ello vamos a estudiar diversos criterios para clasificar los distintos tipos de artes y vamos a dar unas pistas sobre las diversas posibilidades que hay a la hora de hacer la citada clasificación. No es posible hacer una sola tabla clasificadora de todas las artes existentes, así que vamos a estudiar dos como muestra de la tremenda diversidad de criterios que pueden establecerse al respecto. Lee la siguiente información y procura estudiar su contenido. “La obra de arte es un objeto polivalente. Entre todos sus posibles valores cuatro pueden ser destacados. - Valor Técnico. La obra de arte, como la mayor parte de los objetos de la cultura tienen vocación de permanencia. Su perdurabilidad depende en gran medida de su calidad material, de su perfección de ejecución y, en consecuencia, de su conservación. El valor técnico está en relación con la calidad del soporte, los procedimientos y los materiales empleados en su elaboración. El grado de habilidad o capacidad técnica puede valorarse con bastante objetividad. Ha sido un criterio muy utilizado en casi todos los períodos que abarca la historia del arte. Todos los estilos poseen normas y convenciones y dentro de ellas es fácil comprobar que hay artistas que resuelven mejor que otros determinados problemas. No obstante, este es un valor poco apreciado en cierto tipo de obras contemporáneas. 26 - - - Valor Histórico: Todo testimonio de la actividad humana pasada posee un valor histórico. En la medida en que la obra de arte resulte útil para reconstruir el contexto del que la obra surge, en esa medida posee valor histórico. Según el pensamiento evolutivo, el hombre debe conocer su pasado para ser consciente de sí mismo en el presente y tener capacidad para planificar y controlar su propio futuro. Valor Económico: El valor económico de una obra de arte depende de múltiples factores y circunstancias pero fundamentalmente de la ley de la oferta y la demanda dentro del propio mercado del arte. Varios parámetros nos pueden servir también para calibrar este valor. La rareza del ejemplar, pues el valor económico de una obra de arte está en relación con el grado de escasez o abundancia con que objetos similares se conservan; el estado de conservación. Podríamos plantear entonces si el valor artístico de una obra es reflejo de su valor económico; ¿,es mejor lo que más vale?. Sin duda NO. Parece que no debe confundirse el valor artístico de una obra con su valor económico. Este último viene determinado por circunstancias a menudo ajenas a la propia obra muchas se pagan altamente en función a la escasez de la producción de su autor, otras simplemente por llevar una firma. Picasso hizo obras geniales y obras de muy escaso interés, sin embargo, todas, unas y otras, se cotizan y tienen un alto precio. Así parece conveniente afirmar que los factores económicos distorsionan el valor artístico. Valor Estético: Es el valor más específico de la obra de arte, aquel que no comparte como los anteriores- con otros objetos materiales de nuestra cultura. El valor estético consiste en la capacidad de la obra de arte de alcanzar la belleza. No obstante, este es una cualidad cambiante a lo largo de la historia y necesitamos conocer las cualidades de la belleza en cada período. La calidad artística no es un valor intrínseco de la obra de arte, es una opinión. Por ello, sobre los juicios de valor hemos de destacar su relativismo y variabilidad histórica fundamentalmente porque depende del sistema de valores vigentes en el momento en que se emiten. (Criticas al barroco desde posturas neoclásicas) (Desprecio de la Edad Media por el Renacimiento). Para emitir un juicio de valor objetivo no podemos separarlo ni definirlo fuera de las normas, convenciones intereses y gustos existentes en el momento en que se produjo la obra y en el contexto desde el cual se interpreta. Enjuiciar la calidad de una obra sin situarla históricamente es emitir un juicio en el vacío, es valorarla únicamente en función de criterios extra- artísticos, basándose en gustos y vivencias personales y subjetivas, ajenas a la producción de la obra y ajenas a los problemas que el artista tuvo que resolver. El problema se agrava respecto al arte contemporáneo. ¿Quién decide el valor artístico de las obras?. En el campo del arte, como cualquier otra actividad tiene sus expertos (historiadores, críticos, etc), estos estudian la producción de los artistas, establecen los criterios de interpretación y apreciación, pero ¿,Están legitimados para ello?. Su opinión, en cualquier caso, será mayormente aceptada por el grupo social al que representan y rechazada o sencillamente ignorada por otros sectores ajenos a su circulo cultural. La valoración resulta entonces muy dispar y diferenciada entre los distintos grupos culturales de una sociedad, dependiendo de su educación, posición social, etc. CLASIFICACIÓN DE LAS ARTES. a) Criterio del esfuerzo Físico/mental. Artes serviles-Artes liberales b) Criterio funcional. Artes Útiles-Artes Bellas c) Criterio energético. Artes Industriales-Artes Manuales d) Un intento de unificación e) Criterio del medio expresivo Artes de1 tiempo-Artes del espacio f) Criterio sociológico Arte Culto-Arte Popular a) Criterio del esfuerzo físico/mental: En el pensamiento del Mundo Antiguo la única división entre las artes que se establece es la de la dicotomía entre Artes Serviles - Artes Liberales. Las ARTES SERVILES fueron, en principio, aquellas que practican los siervos haciendo uso de sus manos, de su esfuerzo físico. Por el contrario, las ARTES LIBERALES fueron aquellas ejercidas por los ciudadanos libres y practicadas con un ejercicio mental. La escultura y la pintura en este esquema (tarea que ningún teórico emprendió), entraron dentro del primer grupo. Este esquema, simple pero claro, permanecerá vigente durante toda la Antigüedad e incluso a lo largo de la Edad Media período en que las artes serviles serán denominadas ARTES MECÁNICAS y en que las artes liberales seguirán llamándose igual. Las primeras constituirán las destrezas propias de los oficios manuales desarrollados por los artesanos en el seno de los gremios y las segundas empezarán a ser estudiadas 27 en el naciente mundo de la Universidad. b) Criterio Funcional: Con Cennino Cennini (s. XIV) el concepto de arte se vincula a la pintura y se compara con la POESÍA. Desde Juan B. Alberti (s. XV) las artes se vinculan a la CIENCIA. Con los filósofos del movimiento Neoplatónico el concepto de BELLEZA se vincula a las artes plásticas acuñando la expresión Bellas Artes que tanta fortuna posterior tuvo. La vinculación de la Pintura a estos tres nuevos conceptos; Poesía, Ciencia y Belleza, supondrá finalmente la entrada de la Pintura y tras ella la Escultura- entre las Arte Liberales. Pero la vinculación del arte a la belleza genera a su vez una nueva dicotomía entre: ARTES BELLAS - ARTES ÚTILES. Las Artes Bellas poseen una dimensión contemplativa predominante sobre su dimensión útil en tanto que a las Artes Útiles les ocurre lo contrario. Ambas participan de ambas dimensiones aunque cada una lo hace en proporciones diferentes y así quedan vinculadas a uno u otro grupo. c) Criterio energético: La división entre Artes Bellas y Artes Útiles se mantendrán durante todo el Antiguo Régimen hasta la caída de las Monarquías absolutas y los cambios introducidos por la Revolución Industrial que será el fenómeno que provoque una nueva división entre ARTES MANUALES - ARTES INDUSTRIALES. En el ambiente de oposición generalizada que crea la máquina en los círculos trabajadores hacia mediados del siglo XIX y entre los primeros socialistas utópicos, se encuadra también un movimiento de rechazo hacia el objeto ejecutado por medios mecánicos lo que genera una encendida polémica en defensa de la artesanía. El grupo se denominará “Arts and Crafts” y estará integrado por artistas entre los que destacan J. Ruskin y W. Morris. Un punto culminante de esta polémica se da en 1851 con la Exposición Universal de París, En esta exposición los objetos que se exhiben provocan una reacción negativa en los ambientes artísticos que critican de ellos dos cuestiones: su falta de belleza y su fabricación hecha con medios mecánicos. Las palabras de J. Ruskin en su obra Las Siete Lámparas de la Arquitectura son muy reveladoras en este sentido cuando afirma: “La última forma de fraude que deberemos recordar para desaprobar es la sustitución de la obra manual por la hecha a molde o con máquina, expresado, en general, como “Engaño Mecánico” . Hay dos razones, ambas de peso, contra tal proceder: Una, que toda labor de molde es mala como obra; la otra, que no es honrada...” . Ruskin propugna la recuperación del artesanado de tradición medieval y su crítica a la máquina adquiere tintes éticos. Pero esta oposición rotunda a la máquina se traduce en una postura romántica y nostálgica que con los años se revelaría infructuosa ya que desde la invención de la máquina, todo objeto realizado a mano se convertirá en un lujo por su mayor costo. La inviabilidad de esta postura, por antihistórica ya la denunciaron algunos artistas del propio movimiento del Arts and Crafts, como, por ejemplo, Voisey quien denuncia que el problema no reside en el empleo de la máquina sino en confiar el diseño al propio fabricante, un personaje que habitualmente carece de sensibilidad y preparación estética. d) Los intentos de unificación: Las críticas al antimaquinismo del Arts and Crafts son recogidas por movimientos posteriores que intentan deshacer esta dicotomía creada entre artes manuales y artes industriales. En 1907 se funda la Deutsche Werkbund y en 1919 la Bauhaus como Escuela de diseño y como abanderada de nuevas posturas en este debate en el que preconizan varias ideas: 1.- La eliminación de todas las divisiones entre las artes. 2.- La superación de la oposición a la máquina y su utilización como instrumento al servicio del artista y de la sociedad. 3.- La creación de un nuevo tipo de artí6ce al que se llama diseñador. El texto del Manifiesto de la Bauhaus redactado por Walter Gropius es muy claro en estos sentidos. De él entresacamos dos párrafos: Formamos una nueva comunidad de artífices sin la distinción de clase que alza una arrogante barrera entre el artesano y el artista Juntos concebimos y creamos el nuevo edificio del futuro que integrará arquitectura, escultura y pintura, en una sola unidad.... Está en la naturaleza del espíritu humano perfeccionar y afinar cada vez más el instrumento de trabajo para mecanizar la tarea manual y aliviar gradualmente el trabajo espiritual; un retorno deliberado al viejo sistema artesanal constituiría un pecado de atavismo. Las ideas defendidas por este grupo quedarán como testimonio aunque los objetivos no se cumplirán sino parcialmente ya que parte de la industria asumirá la importancia del nuevo diseño y otra parte seguirá usando diseños convencionales al servicio de las ventas más lucrativas. e) Criterio del medio expresivo: De los cinco sentidos corporales el hombre ha considerado tradicionalmente que sólo dos de ellos son susceptibles de proporcionar experiencias estéticas de alto nivel: la vista y el oído. Los tres restantes: gusto, tacto y olfato, sólo se consideran, salvo excepciones, como simples vías de relación del hombre con su entorno y se las considera excesivamente primarias como para constituir objeto de experiencia estética. Según este esquema, las Bellas Artes podrían dividirse en dos grupos dependiendo del sentido que estimulan: ARTES AUDITIVAS O ARTES DEL TIEMPO: La música, con todas sus variantes y la poesía serían las artes fundamentales de este grupo; ARTES VISUALES O ARTES DEL ESPACIO: En este segundo grupo serían incluidas la arquitectura, la escultura la pintura y todas las artes decorativas; y ARTES 28 MIXTAS O AUDIOVISUALES, grupo constituido por las manifestaciones artísticas en las que se mezclarían experiencias de ambas naturalezas, como por ejemplo el Teatro y, dentro del mundo contemporáneo, el Cine, el Comic o el Video. Dentro de las Artes Visuales o del Espacio se ha aplicado en el mundo contemporáneo un criterio diferenciador basado en la naturaleza física y dimensional del expresivo. De esta forma se establece frecuentemente una división entre: ARTES BIDIMENSIONALES: Pertenecen a este grupo la Pintura, entendida en su acepción más genérica en la que se incluyen el grabado, el dibujo, las artes gráficas etc; y ARTES TRIDIMENSIONALES: Dentro de éste último grupo estarían básicamente. La escultura como arte tridimensional del volumen y la Arquitectura como arte tridimensional del espacio. Con independencia de estas consideraciones terminológicas no es preciso aclarar que todas las artes visuales poseen, además, la capacidad de relacionarse entre ellas y de intercambiar sus propias peculiaridades. De manera que la arquitectura participa de elementos estéticos propios de la pintura al igual que la misma pintura puede en ocasiones participar de ciertos elementos propios de las artes de las tres dimensiones. Como idea global resulta llamativo el hecho de que han sido precisamente las Artes Visuales aquellas que a nivel general se han apropiado del término ARTE en detrimento de las demás. De hecho, se habla de Historia de la Música o de la Historia de la Literatura y cuando se cita la expresión Historia del Arte todos sobreentendernos que se trata sólo de las artes visuales. f) Criterio sociológico: La propia división convencional entre alta cultura y cultura popular establece implícitamente la diferencia entre dos tipos de expresión artística que se vinculan a uno y otro nivel. ARTE CULTO--CLASE DOMINANTE--ALTA CULTURA—ARTISTA ARTE POPULAR--CLASE POPULAR--CULT. POPULAR---ARTESANO ARTE CULTO Internacional Especializado Creativo Evolutivo De autor ARTE POPULAR Local No especializado Repetitivo Constante An6nimo El arte popular tradicional es el que realiza y adopta el pueblo, transmitiéndose por tradición. Su concepto reside en el mismo concepto de “pueblo” que ha variado mucho a lo largo del tiempo según las coyunturas ideológicas. El concepto mismo de Arte Popular surge con el Romanticismo con su concepción rousseauniana del ser humano y con su creencia en el mito del buen salvaje. Vico (1731), Hamann (1760) y Rousseau, finalmente, exaltan el mundo primitivo como un estado privilegiado de la naturaleza. Crean el mito del “buen salvaje” como metáfora de la “bondad innata del pueblo”. La coincidencia de estas ideas con los nacientes nacionalismos europeos hace que los dos fenómenos se impliquen y se llegue a la conclusión de que la expresión más espontánea de este pueblo es la más sincera y, en consecuencia, la que mejor expresa su esencia, su “alma colectiva” y, en suma, la mejor expresión de la nación. La valoración del Arte Popular surge de los medios cultos y urbanos que sienten cierta “nostalgia” de ese estado primigenio y supuestamente puro de la civilización frente a las contradicciones de las sociedades urbanas e industrializadas. Hauser distinguió entre el “Arte del Pueblo” (rural, tradicional...) y el “Arte Popular” (urbano, industrial..). Al primero es al que nosotros llamamos Arte Popular Tradicional y al segundo llamaremos más adelante “arte Kitsch” ARTE NAIF: Se designa así al arte cuyo primitivismo y simplicidad obedece a una tesitura estética y estilística sumamente sencilla, casi infantil. Abarca tanto a los individuos ingenuos que realizan obras artísticas, como a los profesionales que manejan preconcebidamente las características propias de tales trabajos. El concepto de Naif debe atribuirse a los críticos, literatos y plásticos del núcleo parisiense más progresivo del primer decenio del siglo XX. Apolinaire, Jacob, Picasso. El primer pintor Naif valorado sería Henrie Rousseau, el pintor “aduanero” a quien se le organiza la primera exposición retrospectiva en 1911 en el Salón de los Independientes. ARTE KITSCH: Junto al arte Popular tradicional, que se conserva a duras penas en una sociedad masivamente industrializada, ha surgido en el mundo moderno europeo un nuevo Arte Popular diferente. La accesibilidad de las técnicas y materiales modernos ha sido uno de los factores de la antigua ruptura tajante entre Artes Manuales (populares) y Artes Industriales (maquinizadas). La antigua producción manual es hoy un auténtico lujo impagable para las clases populares urbanas que han creado su propio arte popular que coincide a grandes rasgos con lo que los críticos han decidido llamar “Kitsch”. El arte Kitsch se define convencionalmente como “un conjunto de objetos aparentemente artísticos en los que la fuerza expresiva reside en incitaciones a la fantasía de contenidos diversos (eróticos, políticos, devocionales, sentimentales...)”. El término es de origen incierto y podría equivaler a nuestra expresión 29 “cursi- hortera”. Lo Kitsch es una expresión pseudoartística, un tipo de objetos, pero también existe una mirada Kitsch que puede convertir en tal cualquier objeto auténticamente artístico ya que lo Kitsch es también toda una sensibilidad de un tipo de espectador. Cualquier forma artística puede convertirse en Kitsch 1.- Si se utiliza o se contempla de forma equivocada. 2.- Si es disfrutada por personas de espíritu Kitsch. Lo Kitsch supone casi siempre un proceso trivializador, banalizador de un objeto. podríamos aducir ejemplos de este tipo de procesos trivializadores como una obra literaria que podría ser adaptada como telenovela, una profunda pieza musical convertida en música de consumo o una obra pictórica sublime transformada en simple ornamentación. UNDERGROUND: Término inglés traducido por “subterráneo” y convertido en símbolo de la subcultura radicalizada, crítica respecto del actual sistema político y de modo de vida, Nació en 1968 en la costa oeste norteamericana como reacción ante la Guerra del Vietnam, frente al rígido sistema moral americano, frente a las contradicciones del sociales etc. Nace en un ambiente juvenil y estudiantil. En los últimos años ha experimentado cambios muy drásticos. El movimiento Underground ha sido bastante confuso, vago y de corte anarquista y ha resultado en sus premisas y objetivos iniciales infructuoso al haber sido asimilado por la industria capitalista que lo ha comercializado. 6.2.2. Artista y creatividad Actividad 16) ¿Eres creativo? Hasta el momento hemos dedicado a hablar mucho de lo que sentimos ante lo bello y del arte y sus artífices –los artistas. Ahora nos centraremos en estos últimos y en el papel preponderante que la estética contemporánea y moderna les concede en el terreno de la creación de belleza. Desde el Romanticismo la expresión del individuo y su poder creador han sido dos determinantes de la actividad artística. En íntima conexión con ello está el desarrollo teórico en torno al Genio del Creador, del artista. En ocasiones miramos a los artistas como a personas extrañas, diferentes a la mayoría. Muchos se comportan de forma extravagante y eso refuerza nuestra creencia en que son especiales –un completo éxito de las técnicas de marketing, todo hay que decirlo. El que es capaz de componer, actuar, representar, fabricar, pintar.., un objeto que los demás admiran obtiene el reconocimiento social –los medios de comunicación se encargan hoy de que todo el mundo se entere- y su carácter es automáticamente analizado, sale en las revistas, aparece en la televisión o es tema de las conversaciones que se tienen en ella y fuera de ella. Parece tocado de un don especial que le hacen capaz de realizar obrar no accesibles a la mayoría de los mortales. La creatividad tiene mucho que ver con esto. Y ahora vamos a intentar pensar un poco en ella antes de estudiar las ideas de Kant y Schopenhauer sobre el genio del artista. Y es que la creatividad consiste en ser capaz de ver organizaciones de las cosas que otros no ven; inventiva, iniciativa, atrevimiento, arrojo, intrepidez, claridez mental.., son sus compañeros. Y todos tenemos mucho o poco de ello. Recuerda lo que importa haber sido educado en algo para ser capaz de realizar ese algo. Por eso te propongo que leas el siguiente texto en el que hay una serie de características de la creatividad, léelo y marca cuáles de esas características crees poseer. Luego hablaremos entre todos sobre nuestro nivel de creatividad. Un buen comienzo para hablar de los artistas y sus cualidades es hablar de nosotros y las nuestras. Características de las personas creativas a) Sensibilidad para los problemas y capacidad de asumir riesgos: presentan mayor tolerancia a la ambigüedad, disfrutan asumiendo riesgos y no se sienten bloqueadas ante un posible fracaso. b) Fluidez de opciones, ideas no convencionales: generan distintas respuestas ante una misma pregunta, piensan alternativas sin tener en cuenta los hábitos sociales o las soluciones más comunes. c) Flexibilidad mental: es una cualidad indispensable para poder adaptarse a las nuevas ideas o las nuevas formas de hacer las cosas. Es lo opuesto a las representaciones estáticas, propias de posturas inmovilistas. La flexibilidad mental enriquece la pluralidad de perspectivas ante las nuevas situaciones o ante la obra que se desea emprender. d) Originalidad: suele ser la nota más característica del acto creativo. Viene dada por la capacidad del artista de percibir y expresar las posibilidades latentes en aquello que desea realizar y no pergeñadas todavía. e) Capacidad de análisis y síntesis: consiste en analizar y recombinar, a través de distintas conexiones posibles, los elementos que se han de considerar. f) Capacidad de redefinición: significa organizar los materiales de distinto modo, y encontrar usos, funciones y aplicaciones de los objetos diferentes de las habituales. g) AÑADE ALGUNA CARACTERÍSTICA MÁS QUE CREAS POSEER Y NO ESTÁ INCLUIDA 30 AQUÍ... h) ... Actividad 17) Afianzando conceptos: el genio creador y la actividad creadora. Vamos a estudiar en esta actividad las teorías sobre el genio creador de Inmanuel Kant y de Arthur Schopenhauer. Además dedicaremos un rato a considerar cómo se produce la actividad creadora, cuáles son sus mecanismos. Lee los textos que se te presentan y responde a las cuestiones. 1.- Haz un resumen de cada texto 2.- ¿Eres tú un genio de esos que se describen? ¿Cómo encajar las ideas sobre el “genio” con la concepción mecánica y artesanal del arte en la antigüedad clásica y el medievo que hemos estudiado? 3.- Haz una lista lo más exhaustiva posible –entre lo visto en la actividad 16 y esta- de las características del genio creativo. 4.- ¿Qué crees que quiere decir Kant con la expresión “el Genio es Naturaleza y no ciencia”? 5.- ¿Estás de acuerdo con la distinción que Shopenhauer hace entre Genio e individuo vulgar? 6.- En definitiva, ¿se nace o se hace el artista? Texto a) El genio en Kant. “Junto al gusto, que es la facultad de juzgar lo bello, Kant propone el genio como la facultad de crear o producir objetos bellos. Veamos dos definiciones complementarias de “genio”. “Genio es el talento (o don natural) que da la regla al arte”(Crítica del Juicio, parágrafo 46.) “Genio es la capacidad espiritual innata mediante la cual la Naturaleza da la regla al arte”. (Ibíd.) De estas dos definiciones, nos interesa extraer las siguientes ideas: a) El genio es un don, es un regalo que la Naturaleza proporciona a la persona, al artista, para que pueda crear objetos bellos. b) Ese talento, esa capacidad, es absolutamente innata (no producida, sino que nace con la vida) y, mediante ella, el artista se comporta en la creación de objetos bellos como si fuera Naturaleza. El artista es así una Naturaleza creadora. De ahí que Kant señale para el genio las cualidades siguientes: 1.-Originalidad. El genio produce los objetos bellos sin tener en cuenta regla alguna, sino simplemente guiándose por las ideas de su propia imaginación o mente. 2.- Los productos del genio, las obras de arte realmente geniales, se convierten en modelos, en productos ejemplares que sirven y orientan a otros artistas. Asimismo, ofrecen criterios fiables que pueden ayudar a distinguir entre una verdadera obra de arte y un producto que, aunque parece obra de arte, es simplemente fruto de la habilidad y de la imitación. 3. Dado que el genio es Naturaleza y no es ciencia, no puede comunicar a nadie las reglas conforme a las cuales produce su arte. En ello se distingue claramente de la ciencia, cuyos contenidos más difíciles pueden ser aprendidos con esfuerzo y buenos maestros. Puesto que se trata de una capacidad espiritual innata, es imposible aprender o enseñar la genialidad; el artista nace, el científico se hace.” Texto b) El genio en Schopenhauer “Según Schopenhauer, el genio surge como fruto de un desarrollo anormal de la facultad del conocimiento, que, al generar una cantidad considerablemente mayor que la que exige el mero servicio de su voluntad, queda libre y con un fin más noble, a saber: la contemplación esencial de la realidad. El genio consiste, pues, en un poder y exaltación del conocimiento intuitivo, y en ello se distingue expresamente de la inteligencia científica, que se manifiesta especialmente eficaz en el conocimiento 31 discursivo. Por medio de éste, sólo se podrán producir obras perecederas; pero las creaciones inmortales serán siempre obras del genio. Veamos las características que Schopenhauer atribuye al genio. En primer lugar, es necesario considerar la imaginación como una característica absolutamente imprescindible de la genialidad. Sin duda alguna constituye su cualidad esencial, aunque no conviene identificar plenamente imaginación y genio. La tarea de la imaginación consiste en ampliar casi hasta el infinito el horizonte de visión del individuo genial, de tal modo que éste pueda superar ampliamente su perspectiva personal y colocarse en una situación privilegiada desde la que pueda hacer desfilar ante sus ojos “casi todos los cuadros posibles de la vida”. La imaginación es una condición esencial del genio, pues sólo mediante ella puede superar tanto las coordenadas espacio-temporales en que se dan las intuiciones, cuanto el azar mismo con que ellas se presentan. Sin embargo, como todos sabemos, es falso que la imaginación sea siempre un signo de genialidad. Muy al contrario, muchas personas que tienen muy poco “genio” poseen una desmesurada imaginación. Además de la imaginación, el genio posee una serie de cualidades que Schopenhauer va desgranando al hilo de su comparación con el individuo vulgar. A éste le niega la capacidad para una verdadera contemplación estética, pues la persona vulgar sólo es capaz de dirigir su atención a las cosas que se relacionan con la voluntad de vivir, y es incapaz de detenerse en la contemplación de cualquier objeto, ya sea una obra de arte, un aspecto bello de la Naturaleza o un momento de su propia vida. Por el contrario, la persona con genio se recrea en la contemplación de la vida, y se esfuerza por penetrar en la idea de cada cosa. Schopenhauer hace una comparación muy plástica de las diferencias entre el individuo vulgar y el genio: “Así como para la persona de todos los días el conocimiento es como una linterna que dirige sus pasos, para el genio es el Sol el que ilumina el mundo y revela su sentido” (El mundo como voluntad y representación, libro III, parágr. 36) Curiosos e interesantes son los análisis que realiza Schopenhauer acerca de las relaciones entre razón-genio-locura: “Es raro encontrar mucho genio unido a mucha razón; por el contrario, un talento genial está sometido muchas veces a vivos afectos y a pasiones poco razonables”. La persona prudente nunca será genial, y el genio será el ser más ajeno al individuo prudente. Puesto que la conducta del genio no está dirigida por la razón, sino por la intuición, el influjo de lo inmediato le suele conducir a la irreflexión, al arrebato y a las pasiones. Además, genialidad y locura pueden llegar a coincidir en el momento de la inspiración, ya que éste es el momento en que la inteligencia se libera completamente de su tiranía a la voluntad de vivir; y, por ello, se trata de un estado que, en sí mismo, es antinatural. Schopenhauer señala también como una de las condiciones esenciales del genio la melancolía. Frente al individuo vulgar que suele generar seguridad en su enfrentamiento continuo a la realidad, el genial sucumbe, a menudo, en el decaimiento y la nostalgia, ya que se percata claramente de las miserias de la vida humana. Igualmente puede atribuírsele un cierto infantilismo, ya que se trata de un estado mental tan libre de las sujeciones de las miserias de la realidad sensible, que sólo podemos encontrarlo en la etapa infantil del ser humano.” Texto c) El proceso creativo “Al igual que en la ciencia, se parte de la realidad, de la que se toman unos fenómenos, seleccionándolos según la sensibilidad del estilo vigente o según una nueva metáfora. El artista, una vez ha seleccionado las experiencias, las convierte en formas, intensificando detalles de la realidad. Las formas empleadas serán palabras, líneas, colores, sonidos, volúmenes, etc., que, combinadas de acuerdo a determinadas reglas, ya sean de inspiración original o extraídas de un estilo convencional, darán lugar a un modelo u obra terminada que debe ser comunicado al espectador para que se produzca una experiencia estética determinada. El arte tiene dos vidas: una en el autor y otra en el espectador; la obra debe renacer en el espectador; la emoción inspiradora del artista debe reencarnarse en el contemplador para que éste sienta la realidad transfigurada. Así pues, la convergencia entre arte y ciencia es plena en el momento del acto creativo, pero, qué estado mental podría corresponderse con la capacidad de lograr una síntesis nueva a partir de elementos preexistentes? Ll. Racionero propone la metáfora de la onirosíntesis (síntesis del sueño) como el estado ideal en que se produce la creación humana, una combinación inconsciente realizada en un estado similar al sueño. El proceso creativo es un regreso de la mente a lo indiferenciado, a las fases anteriores a la lógica y al lenguaje, donde se puede producir una intercambiabilidad de las cosas como se da en el sueño. Una vez completada esa etapa del “viaje”, la mente vuelve a la conciencia llevando consigo una síntesis nueva de elementos antes inconexos. El acto de creación es una iluminación súbita, una revelación instantánea en forma de imagen o relación de conceptos. Pero ella sólo se produce si la mente ha sido preparada mediante un gran esfuerzo previo en el estudio del problema.” 32 (Los textos han sido extraídos de LÓPEZ MOLINA y ABAD PASCUAL Filosofía. 1º Bachillerato, Madrid, MacGraw-Hill, 2000, pp. 257-261) 6.2.3. El mundo hoy: una sociedad estética Actividad 18) Afianzando conceptos: Un encanto llamado diseño. Hemos ido hablando a lo largo de toda la Unidad Didáctica de nuestro mundo de hoy, y para terminar vamos a dedicar la penúltima actividad a caracterizar más pormenorizadamente el fenómeno que ya hemos señalado de la difusión de lo estético por todas partes. La “estetización” de la sociedad es un fenómeno de nuestro mundo occidental avanzado y postindustrial. Intentaremos comprender sus signos y realidad a través de la lectura de un fragmento de Gilles Lipovetsky El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas, Barcelona, Anagrama, 1990. Concretamente las páginas 185 a 193. El apartado llamado “Un encanto llamado diseño”. Lee el texto y haz un esquema exhaustivo de sus ideas. “UN ENCANTO LLAMADO DISENO Con la incorporación sistemática de la dimensión estética a la elaboración de los productos industriales, la forma moda ha alcanzado el grado más alto de su realización. Estética industrial, diseño, desde este momento el mundo de los objetos se halla bajo la férula del estilismo y el imperativo de la magia de las apariencias. El paso decisivo en este avance se remonta a los años 1920-1930, cuando, tras la gran depresión en los EE.UU., los industriales descubrieron el papel primordial que el aspecto exterior de los bienes de consumo podía representar en el aumento de las ventas: good design, good business. Paulatinamente se ha impuesto el principio de estudiar estéticamente la línea y la presentación de los productos de gran serie, de embellecer y armonizar las formas, de seducir la vista conforme al célebre eslogan de R. Loewy: «La fealdad se vende mal.» Revolución en la producción industrial: el diseño se ha convertido en parte integrante de la concepción de los productos; la gran industria ha adoptado la perspectiva de la elegancia y de la seducción. Con el reino del diseño industrial, la forma moda ya no se remite única- mente a los caprichos de los consumidores, es una estructura constitutiva de la producción industrial de masas. Las frecuentes modificaciones aportadas a la estética de los objetos son un correlato del nuevo lugar otorgado a la seducción. Desde los años cincuenta, mediante la periódica introducción de cambios en la forma de los objetos, las industrias de consumo han optado abiertamente por los métodos de la moda femenina: incluso en su inconstancia formal permanente, en su obsolescencia «dirigida», que permite considerar periclitado un producto por un simple cambio de estilo o presentación. La época del consumo coincide con el proceso de renovación formal permanente cuya finalidad es provocar artificialmente una dinámica de envejecimiento y relanzar el mercado. Economía frívola volcada hacia lo efímero, el último grito, cuya feroz aunque arquetípica descripción encontramos en V. Packard: vehículos, artículos domésticos, vajilla, ropa de cama, mobiliario, el mundo de los objetos danza al ritmo del styling, de los cambios anuales de líneas y color. No sería difícil mostrar todo lo que además nos ata a ese universo del «complot de la moda»: la apariencia de los productos y su renovación estilística ocupan siempre un lugar determinante en la producción industrial, así como también la presentación de los objetos es siempre crucial para imponer su éxito en el mercado. Las publicidades son sospechosamente semejantes es su insistente apelación al look moda. Hace tres decenios podíamos leer: «El vehículo mejor vestido del año» (De Soto) o «et último grito de la moda» (Ford). Ahora vemos «un estilo de Alta Costura, un precio de prét-á-porter» (Peugeot), «el superventas del año, el Fiesta Rock. Look de estrella» (Ford). Mientras que las grandes firmas automovilísticas proponen periódicamente modelos de nueva línea, los más diversos productos entran en el incesante ciclo de la acción de la moda y el diseño. Incluso los productos alimenticios comienzan a someterse al imperativo de la estética industrial: así, el diseñador italiano Giugiaro ha llegado a diseñar la forma de nuevas pastas alimenticias. Cada vez más los pequeños objetos -relojes, gafas, encendedores, lápices, plumas, ceniceros, libretas- pierden su carácter tradicionalmente austero y devienen objetos alegres, lúdicos y cambiantes. La industria relojera ha triunfado particularmente en su actualización: Swatch lanza cada año una veintena de modelos de fantasía en colores y presentación plástica; nos 33 hallamos ante el reloj clip que «se lleva en cualquier parte salvo en la muñeca», o los relojes-artilugio cuyas agujas giran al revés. Sea cual sea el gusto contemporáneo por la calidad y la fiabilidad, el éxito de un producto se debeen gran parte a su diseño, su presentación y envase. Si en los años cuarenta R. Loewy consiguió relanzar la venta de los Lucky Strike renovando su presentación más próximo a nosotros Louis Cheskin ha dado un nuevo impulso a Marlboro al concebir su célebre paquete duro, rojo y blanco. El «packaging» puede mejorar, se estima que en un 25 %, la distribución de un objeto; a menudo es suficiente un nuevo envoltorio para relanzar un producto en declive. Tanto ayer como hoy el cliente se rige en parte en función del aspecto exterior de las cosas: el diseño de maquillaje y de moda tiene una larga carrera por delante. Lo que no quiere decir que nada haya cambiado desde la edad heroica del consumo. La época del «arte del derroche», del automóvil rey de la moda, en que todas las carrocerías de la General Motors cambiaban de año en año, en que las variaciones adoptaban el ritmo y las excentricidades de la moda, y en que la calidad técnica parecía destinada a una degradación irreversible, se ha continuado con ciertas transformaciones significativas. El momento presente otorga más valor al confort, a lo natural, a la manejabilidad, a la seguridad a la economía, a las prestaciones: «¡Ha llegado el nuevo Escort! Nueva imagen, nueva tecnología, nuevas prestaciones. Más eficaz con nuevas suspensiones independientes en las cuatro ruedas: confort y estabilidad espléndidos. Más acogedor, con un interior completamente rediseñado: panel de mando de alta legibilidad, asientos ergonómicos de gran confort, disposición más práctica, gran maletero modulable, sin olvidar su capacidad record.» Se han impuesto masivamente unos valores menos tributarios de la embriaguez de las apariencias. Que Renault pudiera lanzar en 1984 el Supercinco de concepción enteramente nueva pero de línea muy semejante a la del R5 nacido en 1972, es un dato revelador del cambio en curso Por ser atípico, el caso del Supercinco es instructivo. «No se cambia un modelo que gana», se ha dicho al respecto: lo que explica que un fenómeno semejante no se haya producido sino en razón de un apaciguamiento de la fiebre de renovación formal. En este caso la lógica de la producción para el gran público se ha acercado a las gamas altas en su rechazo a las variaciones aceleradas y sistemáticas Al menos en Europa, ya no es posible sostener que los electrodomésticos son desplazados por simples innovaciones de forma y color. En numerosas ramas, como la de la electrónica de gran consumo, la de los electrodomésticos o el mobiliario, el clasicismo de las formas sigue siendo dominante y las variaciones formales discretas. La forma de las máquinas de afeitar eléctricas, de los televisores o de los frigoríficos cambia poco; ninguna introducción estilística los convierte en obsoletos. Cuanto más se acrecienta la complejidad técnica, más se depura y torna sobrio el aspecto exterior de los objetos. Las formas ostentosas de los alerones de los vehículos y el brillo de los cromados han dado paso a la compactibilidad y a las líneas integradas; las cadenas hi-fi, los magnetoscopios, los microordenadores, aparecen con formas depuradas y sobrias. La sofisticación frívola de las cosas ha sido sustituida por un superfuncionalismo high tech. La moda se ve menos en la vistosidad decorativa que en el lujo de la precisión, de indicadores y mandos sensibles. Menos juego formal, más técnica; la moda tiende al B.C.B.G. En el centro del despliegue moda de la producción: el industrial design. Lo que no deja de ser una paradoja cuando se piensa en las intenciones iniciales del movimiento, expresadas y concretadas a principios de siglo por la Bauhaus y, más tarde, desde las posiciones del diseño ortodoxo. Efectivamente, después de la Bauhaus el diseño se opone frontalmente al espíritu de moda, a los juegos gratuitos de lo decorativo, del kitsch, de la estética redundante. Hostil por principio a los elementos sobreañadidos y a los ornamentos superficiales, el diseño estricto busca esencialmente la mejora funcional de los productos; se trata de concebir unas configuraciones formales económicas, definidas ante todo por su «riqueza semántica o semiológica». Idealmente, el diseño no tiene como tarea concebir objetos agradables a la vista, sino encontrar soluciones racionales y funcionales. No arte decorativo, sino «diseño informacional» orientado a crear formas adaptadas tanto a las necesidades y a las funciones, como a las condiciones de la producción industrial moderna. Es sabido que, en la práctica, esta oposición a la moda ha sido menos radical. En principio porque allí donde el diseño industrial se ha desarrollado más rápidamente, en los EE.UU., se han impuesto como meta embellecer los objetos y seducir a los consumidores: styling, diseño decorativo, de revestimiento, de maquillaje. Por otra parte, una vez superadas las concepciones intransigentes y puritanas de la Bauhaus, el diseño se ha fijado tareas menos revolucionarias; tras el proyecto de sanear a fondo la concepción de los productos industriales por la vía purista, se impone el más modesto de «resemantizar» el mundo de los objetos corrientes, esto es, integrar la retórica de la seducción. El programa funcionalista se ha humanizado y relativizado; se ha abierto a las múltiples necesidades del hombre, estéticas, psíquicas, emotivas; el diseño ha abandonado el punto de vista de la racionalidad pura, donde la forma se deduce rigurosamente de las exigencias materiales y prácticas del objeto, y «el valor estético es parte inherente de la función». Si la suprema ambición del diseño es crear objetos útiles 34 adaptados a las necesidades esenciales, su otra ambición es que el producto industrial sea «humano»; debe haber lugar para la búsqueda del hechizo visual y de la belleza plástica. De pronto, el diseño, más que rebelarse contra la moda, instituye una moda específica, una nueva elegancia, caracterizada por la aerodinámica y la depuración de las formas, una belleza abstracta hecha de rigor y de coherencia arquitectónica. Moda de un género aparte, dada su unidimensionalidad y funcionalidad, al menos si exceptuamos las fantasías del new design de los últimos años. A diferencia de la fashion, que no conoce los escarceos de estilo, el diseño es homogéneo, reestructura el entorno con un espíritu constante de simplificación, de geometría y de lógica. Lo que en absoluto impide que los objetos se constituyan en estilos característicos de una misma época y conozcan el destino de lo pasado de moda. Al rebelarse contra la sentimentalidad irracional de los objetos, al utilizar materiales en bruto y al consagrar la desnudez ortogonal y el aerodinamismo, el diseño no logra escapar al orden de la seducción, sino que inventa una nueva modalidad del mismo. La escenificación y la artificialidad no han desaparecido; se accede a ellas por la vía inédita de lo ínfimo y de la «verdad» del objeto: es el discreto encanto de la desnudez, de la economía de medios y de la transparencia. Seducción fría, unívoca, modernista, después de la teatralidad caprichosa y ornamental. Con el diseño, el mundo de los objetos se desprende de las referencias al pasado, pone fin a todo lo perteneciente a una memoria colectiva para no ser más que una presencia hiperactual. Al crear formas contemporáneas sin nexo alguno con el pasado (copia de modelos antiguos) o con otros lugares (estética floral, por ejemplo, con sus motivos inspirados en la naturaleza), el diseño se convierte en un himno a la modernidad estricta y connota y valoriza, al igual que la moda, el presente social. El objeto de diseño aparece sin raíces, no induce a sumergirse en una imaginación alegórica y mitológica; surge como una especie de presencia absoluta que no hace referencia sino a sí misma y sin más temporalidad que el presente. Se despliega en el aquí y ahora, y su atractivo proviene de esa carga de modernidad pura que lo constituye y legitima. Hostil a lo fútil, el diseño se basa no obstante en la misma lógica temporal que la moda, la de lo contemporáneo, y aparece como una de las figuras de la soberanía del presente. Habría que añadir aún que el diseño no se halla en absoluto sometido por definición a la estética geométrica y racionalista. No sólo se impuso, hace ya tiempo, un diseño de estilo artesanal de formas y materiales más íntimos y cálidos (diseño escandinavo, Habitat, etc.), sino que, a finales de los setenta, apareció una nueva tendencia que rehabilitaba lo emocional, la ironía, lo insólito, lo fantástico la desviación de la finalidad, el collage heteróclito. Como reacción contra el modernismo racional y austero heredado de la Bauhaus, el Nuovo design (Memphis, Alchimia) presenta unos objetos «posmodernos», improbables, provocadores, casi inutilizables; los muebles se transforman en juguetes, artilugios o esculturas de carácter lúdico y expresivo. Con la tendencia poetizada y posfuncionalista, el diseño, realizando un giro espectacular, no hace sino pregonar más abiertamente su esencia de moda. La fantasía, el juego, el humor, principios constitutivos de la moda, tienen ahora carta de ciudadanía en el entorno modernista; han conseguido inmiscuirse en el diseño mismo. De este modo, estamos condenados a la yuxtaposición de contrarios estilísticos: formas lúdicas/formas funcionales. Por un lado, cada vez más fantasía e ironía; por otro, cada vez más funcionalidad minimalista. El proceso no ha hecho más que empezar; la uniformidad no está en el horizonte del mundo de los objetos. La ruptura introducida por el diseño y la Bauhaus puede considerarse paralela a la realizada por la Alta Costura: paradójicamente, el diseño y la moda moderna participan de la misma dinámica histórica. Al rechazar la ornamentación gratuita y redefinir los objetos en términos de ajustes combinatorios y funcionales, la Bauhaus consagraba, dentro del rigorismo y el ascetismo formal, la autonomía del creador en la elaboración de las cosas y establecía en el terreno de los objetos lo que los modistos habían realizado por su parte en el vestido: la independencia de principio respecto a los gustos espontáneos del cliente y la libertad demiúrgica del creador. Si bien, a diferencia de la Bauhaus, enteramente ligada a un racionalismo funcionalista y utilitario, la Alta Costura ha perpetuado la tradición elitista y ornamental, hay que añadir que, estructuralmente, el diseño es a los objetos lo que la Alta Costura ha sido para el vestido. Básicamente se trata del mismo proyecto de hacer tabla rasa con el pasado y de reconstruir en su totalidad un entorno desembarazado de la tradición y de los particularismos nacionales, de instituir un universo de signos en concordancia con las nuevas necesidades. La Alta Costura se ha mantenido fiel a la tradición del lujo, de la gratuidad y del trabajo artesanal, mientras que la Bauhaus se propuso la tarea de ser «útil» tomando en cuenta los condicionamientos de la industria. Aunque juntos han contribuido a revolucionar y desnacionalizar los estilos, a promover el cosmopolitismo de las formas. Radicalidad del diseño que impide reducirlo a una ideología de clase o asimilarlo como un puro y simple efecto de las nuevas condiciones de un capitalismo volcado hacia el consumo de masas y el empeño en vender. Toda una literatura de inspiración marxista se ha entregado alegremente a desmitificar la ideología creativa y humanista del diseño, poniendo el acento en su sumisión a los imperativos de la producción mercantil y a la ley del beneficio. Crítica parcialmente justa, pero que deja en la sombra los factores históricamente complejos del surgimiento del diseño. Si las nuevas tecnologías, las nuevas 35 condiciones de la producción (productos estandarizados, fabricados industrialmente en gran serie) y el mercado no pueden ser subestimados en el desarrollo del fenómeno, tampoco pueden esclarecer por sí solos la aparición de la estética funcionalista. No es cuestión, en el marco de este estudio, de emprender el examen detallado de las causas de tal mutación; sólo es posible resaltar muy esquemáticamente en qué aspectos el diseño no puede desvincularse de las investigaciones de los artistas modernos y, más soterradamente, de los valores del universo democrático. Imposible no ver, en efecto, todo lo que la estética del diseño debe a los pintores y escultores de las vanguardias: cubismo, futurismo, constructivismo, «de Stijl». De igual modo que el arte moderno ha conquistado una autonomía formal al liberarse de la fidelidad al modelo y la representación euclidiana, la Bauhaus se obligó a producir formas definidas esencialmente por su coherencia interna, sin referencia a más normas que la funcionalidad del objeto. La pintura moderna ha creado obras válidas en sí mismas; la Bauhaus por su parte ha prolongado ese gesto concibiendo objetos estrictamente combinatorios. En su exaltación del despojamiento, del ángulo recto y de la simplicidad de las formas, el estilo funcional es de hecho el resultado del espíritu artístico moderno en oposición a la estética del brillo, del énfasis y de la ornamentación. El entorno funcional no es sino la culminación de la revolución artística moderna de esencia democrática, iniciada alrededor de 1860, que rechaza la solemnidad majestuosa, lo anecdótico, la idealización. Todo el arte moderno, como negación de las convenciones y rehabilitación de lo prosaico, es indisociable de una cultura de la igualdad que disuelve las jerarquías de géneros, temas y materiales. Así, la estética funcionalista es sustentada por los modernos valores revolucionarios y democráticos: arrancar los objetos a la práctica ornamental, poner fin a los modelos poéticos del pasado y utilizar materiales «vulgares» (proyectores y lámparas de mesa de acero cromado o aluminio, sillas, butacas y taburetes de tubos metálicos de Breuer en 1925); el esfuerzo por la igualdad ha eliminado los signos de diferenciación ostentosa, ha legitimado los nuevos materiales industriales no nobles y ha permitido promover los valores de «autenticidad» y «verdad» del objeto. La celebración de la belleza funcional debe poco a las diversas estrategias sociales de la distinción; tiene sus raíces en las técnicas industriales y la producción de masas, en la efervescencia vanguardista y la revolución de los valores estéticos propios de la época democrática.” ACTIVIDAD 19) ¿Qué son el arte y la belleza? Realiza una composición filosófica que lleve como título la pregunta que da título a esta actividad. Haz que sirve de síntesis final de cuanto has descubierto y aprendido en el estudio de esta Unidad Didáctica. 36