LA NOVELA ROMANA

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LA NOVELA ROMANA
C. Petronio (?-65 d. de J.C.).
Se considera que el creador de la novela entre los latinos es Gayo Petronio Árbitro. Era de gustos refinados,
incluso en la búsqueda de nuevos placeres; brilló en la corte de Nerón como «árbitro de la elegancia», hasta el
punto de que Nerón «nada estimaba placentero y grato, salvo aquello a que Petronio diera su aprobación.» 1 .Este
personaje singular, de elevada cultura literaria y filosófica, escribió una obra no menos singular, de la que se ha
dicho que «constituye una de las más geniales y extravagantes composiciones de la literatura latina». Se trata del
Satiricón, título que no parece emparentado con la «sátira» latina, sino con los «sátiros» griegos, divinidades
campestres inclinadas a la lujuria y el desenfreno.
La obra nos ha llegado muy mutilada. Sólo conservamos los libros XV y XVI y un fragmento del XIV. La parte
conservada narra las aventuras de Encolpio y su amante, el jovencito Gitón, en una ciudad no especificada del
Sur de Italia. El episodio más largo de lo conservado, que constituye el bloque central, es el denominado «Cena
de Trimalción», un nuevo rico, inculto y grosero, del que Petronio hace una caricatura feroz. En su casa todo es
de un lujo tan despampanante como de mal gusto. Intenta impresionar a sus convidados haciendo ostentación de
sus inmensas riquezas, presentando platos de un lujo insólito y hablando de sus propiedades de sus fincas.
El «Satiricón» no encaja dentro de ninguno de los géneros conocidos. Ante todo, parece una novela de aventuras
en que los personajes se encuentran muchas veces en situaciones comprometidas. También es una sátira de
costumbres en la que se critican la corrupción de la sociedad en época de Nerón. Sin embargo, Petronio carece
de las intenciones moralistas de sus contemporáneos Séneca o Persio. Mezcla, además, el autor la prosa y el
verso2. Inserta también en la novela algunos cuentos populares (el del «Hombre-lobo» y el de las «Brujas
maléficas») y algunos de p icante erotismo, entre los que destacan el de la «Matrona de Efeso» y el del
«Muchacho de Pérgamo».
Destaca su dominio del lenguaje es extraordinario, adaptando el nivel culto o coloquial a cada personaje
según cuadra a su condición y a su cultura.
Es difícil hallar pruebas de la influencia de Petronio en la literatura posterior. A partir del siglo XVI
empiezan a circular por Europa ediciones de los fragmentos del Satiricón. El primer escritor español que cita
expresamente a Petronio es Quevedo, que alaba el estilo del escritor latino, pero según el erudito del siglo
XIX Menéndez y Pelayo, la influencia de Petronio en la literatura española es prácticamente nula.
1.2. Apuleyo (120?-180? d. de J.C.). Apuleyo es, como Petronio, un personaje absolutamente singular. Pero de
él tenemos, frente a lo que sucede con Petronio, abundantes noticias. Nació en Madaura, colonia romana del
norte de Africa. Estudió gramática y retórica en Cartago y completó su formación en Atenas. Fue también muy
aficionado y entendido en religiones mistéricas y cultos orientales, lo que le creó una reputación de mago. Casó
con una rica viuda y los hermanos de ésta le acusaron de haberla seducido con artes mágicas. Como defensa,
Apuleyo pronunció su Apología, espléndida pieza oratoria con la que ridiculizó y confundió a sus acusadores.
Escribió además una serie de obras filosóficas, como De Platón y su doctrina, Del dios de Sócrates, Del
mundo... Pero la obra que lo ha hecho famoso y admirado es su Metamorfosis, también titulada, ya desde
antiguo, el Asno de oro. Consta de once libros y su trama es la siguiente: el joven Lucio siente curiosidad por las
artes mágicas. Se aloja en casa de una maga y ve cómo ésta, con un ungüento mágico, se convierte en búho. Él
quiere hacer lo mismo y le roba el ungüento, pero se equivoca de bote y se convierte en asno.
En figura de asno, pero conservando su razón humana, pasa por una serie de aventuras extraordinarias, vividas
con sus diversos amos: unos bandidos, unos sacerdotes sirios, un panadero, un hortelano, un rico corintio... Al
final, por mediación de la diosa egipcia Isis, recobra su ser humano, al comer unas rosas que le ofrece un
sacerdote de la diosa, a cuyo culto se consagra Lucio de por vida.
Se trata, pues, de una novela de aventuras, como el Satiricón. Pero ésta de Apuleyo la conservamos completa
y es de lectura apasionante. El interés de las peripecias por las que pasa el asno protagonista no decae ni un
momento. Hay sátira social, cuadros de costumbres, pintorescas digresiones y hay un largo episodio en el
centro de la obra, que ocupa todo el libro V y parte del IV y del VI. Es un maravilloso cuento de amor, de origen
popular, pero enmarcado en una leyenda mitológica; se le estudia con frecuencia como un relato autónomo con
el título de Cuento del Amor y Psique.
Buena parte del Asno de oro coincide con el Satiricón en ser una narración satírica con tintes humorísticos.
Pero en la obra de Apuleyo hay mucho más. Hay episodios llenos de ternura y de romanticismo, como el citado
de «Amor y Psique» o la historia de «Cárita». El tono erótico está mucho más amortiguado. Hay en Apuleyo,
frente a Petronio, intención moralizante y hay, al final de la obra, un elevado tono religioso, serio y sentido.
1
(Tácito, Annales) Fue cónsul y «se mostró a la altura de sus obligaciones». Condenado luego por el emperador, se
abrió las venas, afrontando la muerte con un banquete final y en medio de conversaciones placenteras y recitaciones
de poemas ligeros.
2
Las dos tiradas poéticas más importantes son «La destrucción de Troya» (parodia del libro II de la Eneida) y
«La guerra civil» (parodia del poema de Lucano).
El lenguaje de Apuleyo es riquísimo. Domina soberanamente todos los recursos de la retórica. Su léxico
proviene de todas las gamas del latín, desde el más culto al más popular. Su estilo es brillante, deslumbrador de
colorido y de barroquismo. Su prosa es un continuo fuego de artificio, con juegos de palabras y preciosismos
sonoros. Valga como resumen el juicio de A. Rostagni: «Característica constante de la prosa de Apuleyo es la
búsqueda de los valores musicales, con cadencias sonoras, ya lánguidas y sensuales, ya agitadas y
dramáticas. La música verbal adquiere un valor evocativo autónomo... A pesar de estos caracteres, que alejan a
Apuleyo del arte clásico, precisamente por su capacidad de traducir en arte las tendencias y el espíritu de su
época decadente, Apuleyo es el último gran artista de la literatura latina».
Valoración literaria
El estilo del Asno de Oro mereció elogios unánimes desde la antigüedad hasta casi nuestros días. Su
lengua barroca y con gran carga retórica resulta quizá algo extraña a los gustos contemporáneos. Son
características de nuestro autor, que comparten los otros grandes autores del siglo II, la artificialidad y la
extravagancia verbal. La novela de Apuleyo constituye una importantísima muestra del estilo de la época.
La influencia de la novela de Apuleyo a partir del Renacimiento ha sido muy importante. En el Renacimiento
italiano hemos de destacar su influjo sobre Boccaccio, que manifestó su interés por la novela de Apuleyo
transcribiendo él mismo el manuscrito de Monte Casino. Se ha de destacar también la importancia del Asno
de Oro en el desarrollo de la novela picaresca española: su influjo se observa en el Lazarillo de Tormes y en
el Guzmán de Mateo Alemán. Conviene también citar la influencia que en la literatura occidental ha tenido la
fábula de Cupido y Psique; podemos encontrar su influencia en Boccaccio, Calderón y La Fontaine. La
literatura moderna alemana prestó especial atención al mito de Cupido y Psique y a sus representaciones
plásticas.
Aparte de estas dos grandes obras es muy poco lo que se conoce sobre la novela latina. La anónima
Historia de Apolonio, rey de Tiro puede haber sido escrita originalmente en griego en el siglo III y traducida
al latín en el siglo VI con un barniz cristiano.
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