12 opinión S e denominan métodos alternativos de resolución de conflictos a una gran gama de herramientas utilizadas para manejar y solucionar conflictos de manera amigable, sin necesidad de acudir al litigio judicial, y para evitar la lentitud y retraso de los procedimientos judiciales, el congestionamiento de los tribunales y los altos costos que conllevan los juicios desde el punto de vista económico y psicológico. En Venezuela, la Constitución de 1999 contempla, por primera vez, los medios alternativos de resolución de conflictos, en su artículo 258, el cual dispone: “(...) La ley promoverá el arbitraje, la conciliación, la mediación y cualesquiera otros medios alternativos para la solución de conflictos”. De ellos, la mediación es el método alternativo más aconsejable para resolver, de forma pacífica, los conflictos que se presentan en cuestiones de negocios, entre vecinos, dentro de una comunidad o en disputas en el interior de organizaciones. Así mismo, para solucionar diferencias en las familias en caso de E l ajuste del tipo de cambio de 4,30 a 6,30 bolívares por dólar, acordado en el Convenio Cambiario 14 del 8 de febrero del 2013, genera efectos fiscales inherentes al impuesto sobre la renta (ISLR). El artículo 188 de la Ley del ISRL consagra el tratamiento que, a efectos de la determinación del enriquecimiento neto gravable con este impuesto, debe dárseles a los activos y pasivos denominados en moneda extranjera, en los siguientes términos: “A los fines de este capítulo (reajuste por inflación), las ganancias o pérdidas que se originen de ajustar los activos o pasivos denominados en moneda extranjera o con cláusula de reajustabilidad basadas en variaciones cambiarias, se considerarán realizadas en el ejercicio fiscal en el que las mismas sean exigibles, cobradas o pagadas, lo que suceda primero”, (negrillas y subrayado del autor). La norma, a nuestro criterio, es clara respecto de las cuentas y efectos por cobrar o pagar en moneda extranjera, que se entienden realizadas fiscalmente desde su exigibilidad, su pago o cobro, pero genera problemas interpretativos en otra clase de activos o pasivos en moneda extranjera, como posiciones o colocaciones en moneda extranjera, inversiones, entre otras. MARZO de 2013 ÁMBITO JURÍDICO Solución alternativa de conflictos: la mediación familiar divorcios, separaciones, particiones y las instituciones familiares referidas a la custodia, régimen de convivencia y obligación de manutención de niños, niñas y adolescentes. Esto, porque la mediación es un sistema de negociación asistida, mediante el cual las partes involucradas en un conflicto intentan resolverlo por sí mismas, con la ayuda de un tercero imparcial (el mediador), que actúa como conductor de la sesión, ayudando a las personas que participan en la mediación a encontrar una solución que sea satisfactoria para ambas partes y les permita en el futuro manejarse mejor en sus relaciones interpersonales. En materia de familia, el artículo 75 constitucional establece: “El Estado protegerá a las familias como asociación natural de la sociedad y como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas. Las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes, la solidaridad, el esfuerzo común, la comprensión mutua y el respeto recíproco entre María Cristina Parra de Rojas Especialista en Derecho de Familia, Niños y Adolescentes. Socia del Escritorio Jurídico Rojas & Parra, S.C. [email protected] “… los conflictos familiares deben buscar solución, primero, a tráves de jueces mediadores, antes de un pronunciamiento judicial…” sus integrantes. El Estado garantizará protección a la madre, al padre o a quienes ejerzan la jefatura de la familia”. En consonancia con la Constitución, la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes señala que los conflictos familiares deben buscar solución, primero, a través de jueces mediadores, antes de un pronunciamiento judicial, y dispone, en el artículo 450, literal e), que el juez debe promover, a lo largo del proceso, la posibilidad de utilizar los medios alternativos de solución de conflictos, tales como la mediación, salvo en aquellas materias cuya naturaleza no lo permita o se encuentre expresamente prohibido por la ley. La mediación no puede realizarse en materia de adopción, de colocación familiar o en entidad de atención y en infracciones a la protección debida. Por otra parte, el mediador familiar debe emplear principios como: voluntariedad, flexibilidad, confidencialidad, participación activa y personal, imparcialidad, neutralidad, límite de tiempo, libre decisión de las partes, tomando en consideración la mencionada norma constitucional de un orden familiar anclado en el principio de igualdad de derechos de las parejas y la defensa del interés superior de niños, niñas y adolescentes. Todos estos aspectos no pueden ser desatendidos por la mediación familiar que, como vía alternativa de solución a los conflictos familiares con criterios de autocomposición, asume el objetivo general de solventar las crisis sin adicionales costos económicos ni emocionales, especialmente para los niños. Sin lugar a dudas, las ventajas de la mediación familiar son muchas: permite el restablecimiento de la comunicación entre ambos padres; ofrece a la pareja un espacio neutral y confidencial, donde hablar de los problemas que les preocupan con respecto a su separación fomenta en los participantes actitudes de colaboración frente a las de confrontación propias de un procedimiento contencioso; da a los padres la oportunidad de tomar sus propias decisiones con respecto al futuro de sus hijos, sin que nadie deba hacerlo en su lugar; facilita la posibilidad de aprender nuevas maneras de encontrar soluciones a los problemas tantas veces discutidos entre la pareja y es un procedimiento rápido y más económico. Efectos del ajuste cambiario en el impuesto sobre la renta El ajuste contable de los activos y pasivos denominados en divisas por la devaluación genera una ganancia (activo) o una pérdida (pasivo), cuyo efecto fiscal debe determinarse acatando el principio general de gravabilidad de todo enriquecimiento y disponibilidad de la renta. De acuerdo con el citado artículo, la ganancia o pérdida fiscal no ocurre necesariamente cuando ocurre la contable, pues la primera está condicionada a que ocurra la exigibilidad, cobro o pago. Esta norma regula, a fines fiscales, las ganancias o pérdidas ocurridas por efecto de las variaciones cambiarias en general (provengan de devaluaciones o de fluctuaciones monetarias). Sin embargo, la variación cambiaria en la tenencia de divisas en efectivo, inversiones, depósitos en garantías u otros activos o pasivos en moneda extranjera diferentes a cuentas por cobrar o pagar no encuadra fácilmente en dichos supuestos de realización, que parecen estar referidos a créditos o a deudas. Tal dificultad genera diversas interpretaciones sobre la realización de las ganancias o pérdidas por variaciones cambiarias que determina el momento de la gravabilidad en que tendrían que ser apreciadas de acuerdo con los criterios adoptados por la jurisprudencia tributaria en el pasado, los cuales podemos resumir así: i) los que afirman que las acreencias deudas se consideran realizadas desde el momento en que son cobradas o pagadas; ii) los que sostienen que fiscalmente son realizadas desde el momento en que se produce una devaluación monetaria con carácter oficial; iii) los que sostienen que tienen efectos fiscales desde que se genera el hecho que causa una fluctuación y origina la variación monetaria, con la consiguiente apreciación o depreciación de la moneda; y iv) aquellas que expresan que basta con la fijación del valor de cambio vigente al final del ejercicio. Frente a esta ambigüedad, es necesario interpretar el artículo 188 de la Ley del ISLR, para establecer cuándo se realizan las ganancias o pérdidas ocasionadas por la variación cambiaria en depósitos u otras posiciones en moneda extranjera, resultando necesario considerar que dicho artículo fue introducido con la reforma de la Ley del ISLR del 2007, para eliminar el efecto de la realización simple o nominal de las variaciones cambiarias negativas procedentes de fluctuaciones monetarias, al final del ejercicio en que ocurrieran, que permitía a los contribuyentes deducir las pérdidas respectivas, aunque no fueran exigibles, o no hubieran sido pagadas. El propósito del legislador, en relación con las pérdidas, Jesús Sol Gil Socio de la firma Hoet Peláez Castillo & Duque [email protected] “las ganancias de activos distintos a cuentas por cobrar, originadas por la devaluación, se realizan cuando se usen las divisas en efectivo, para pagar deudas, adquirir bienes, o se conviertan para adquirir moneda nacional” hace razonable, equitativa y lógica la aplicación de un criterio simétrico a las ganancias producidas por variaciones cambiarias; es decir, que la misma pauta legal de la exigibilidad, cobro o pago, determinará el momento de realización fiscal tanto de los activos como de los pasivos. En cuanto a la realización y gravabilidad de las ganancias o deducción de las pérdidas por el ajuste cambiario, la norma adopta un criterio general y simplista, al enunciar diversas hipótesis de realización, como son la exigibilidad, el cobro o el pago, sin que ello implique una interpretación restrictiva de los supuestos enunciados. Así, una posición podría ser aplicar la regla general en materia de disponibilidad de la renta consagrada en el artículo 5º de la Ley del ISLR. Otra interpretación podría ser que la tenencia de divisas es asimilable a “valores de fácil realización” cuya exigibilidad es inmediata, por ser de inmediata disponibilidad, en cuyo caso, el ajuste de valor de las divisas y la ganancia se realizan cuando se produce el ajuste. No obstante, es nuestra opinión que las ganancias de activos distintos a cuentas por cobrar, originadas por la devaluación, se realizan cuando se usen las divisas en efectivo, para pagar deudas, adquirir bienes, o se conviertan para adquirir moneda nacional, por tratarse de circunstancias asimilables al pago, a los efectos del artículo 188 de la Ley del ISLR, por lo que la ganancia por la variación del valor de las divisas en depósitos bancarios o colocaciones sería gravable en el ejercicio en que ocurra dicha disposición, es decir, el efecto fiscal quedaría diferido.