Libro La muerte del egoismo.indb

Un puñado de personas extraordinarias que un
día decidieron que la felicidad, la verdadera
felicidad, está en entregarse a los demás.
En nuestras manos está seguir su ejemplo. Este libro es un
buen comienzo.
«Todo lo que no se da, se pierde», dice el proverbio
indio. «Lo que se comparte, se multiplica»,
nos ha recordado el papa Francisco.
Todos los personajes de este libro decidieron un día
multiplicar sus vidas sin pedir nada a cambio,
más allá de una sonrisa o de un sincero «gracias».
Pepe Álvarez de las Asturias
La muerte del egoísmo
Una pediatra que salvó millones de vidas o un indigente
que salvó tres; un deportista que entregó doce años de su
vida por un compañero enfermo; una frágil monjita que
revolucionó el concepto de «amar»; familias felices con la
vida –aparentemente– en contra; ardientes defensores de
la dignidad humana allí donde apenas existe; jóvenes con
causa más allá de sí mismos; maestras entregadas a su
vocación hasta el extremo; almas altruistas, luchadores,
héroes silenciosos y anónimos… todas ellas historias y
vidas reales que demuestran que aún tenemos
remedio. Que dar un vuelco a los vacuos valores que
rigen nuestro mundo es posible. Que todavía hay esperanza. Y que cualquier acto de bondad, por insignificante que
parezca, tiene consecuencias inabarcables.
Pepe Álvarez de las Asturias
La
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egoismo
del
Historias reales
y extraordinarias
de entrega a los demás
ISBN 978-84-9061-044-2
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Historias reales y extraordinarias
de entrega a los demás
EDICIONES PALABRA
Madrid
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Palabra Hoy
Director de la colección: Ricardo Regidor
© José Álvarez de las Asturias, 2014
© Ediciones Palabra, S.A., 2014
Paseo de la Castellana, 210 – 28046 MADRID (España)
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Diseño de cubierta: Raúl Ostos
ISBN: 978–84–9061-044-2
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Impresión: Gráficas Anzos, S. L.
Printed in Spain – Impreso en España
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informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea
electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos,
sin el permiso previo y por escrito del editor.
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Historias reales y extraordinarias
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PALABRA HOY
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A mis padres,
que me enseñaron desde pequeño
el valor de la entrega
y la generosidad sin límites.
A Rocío, mi mujer,
que me lo demuestra cada día.
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Índice
Prólogo. De venta en farmacias.................................... 7
Introducción............................................................... 11
LA FAMILIA COMO VALOR
1. Mar afuera. Una familia feliz..................................17
2. Equipo Hoyt. Mi padre es mi héroe........................23
3. Moira Kelly. Madre solo hay una............................29
4. Más allá de un rostro. ¿Incapacidad? No,
capacidades distintas...............................................35
5. Paco Fernández Ochoa. Un campeón de la vida...41
6. Javi. Yo también merezco celebrar la Navidad.......45
7. J. R. R. Tolkien. Las cartas de Papá Noel...............51
8. Fin de curso. Entre la excelencia y la bondad........55
9. La familia Duggar. Con 18 no basta......................59
10. País para viejos. Un merecido homenaje a
nuestros mayores.....................................................65
JÓVENES CON CAUSA
11. Jeff y Cliff. La experiencia más humana................73
12. Ignacio, Rocío, María e Íñigo. La mejor lección
del verano..................................................................79
13. Liz Murray. Del infierno a Harvard........................89
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ÍNDICE
14. Los peces no se mojan. Una genial lección............93
15. Orquesta y coro de la JMJ. Unidos por un
mismo espíritu..........................................................97
16. Bethany Hamilton. Alma de surfer.......................103
17. Gianna Jessen. El milagro fue nacer.....................107
18. Marcos Russo. Una travesía por la vida...............111
ÁNGELES ANÓNIMOS
19. Jaime Caballero y Jacobo Parages. Un corazón
como un océano.....................................................117
20. Sushil Komar. El sueño de Slumdog Millionaire.127
21. Jack Twyman. El jugador más valioso de la NBA.133
22. Los 33 de San José. La luz dentro del túnel..........137
23. El alma viva. Síndrome de cautiverio y felicidad.143
24. Playing for change. Alguien a tu lado...................147
25. Gino Bartali. El héroe silencioso...........................153
VIVIR PARA LOS DEMÁS
26. Zilda Arns. La Madre Teresa de Brasil.................. 161
27. Christopher Hartley. Amar por encima de la
propia vida..............................................................167
28. Anne Sullivan y Lola Bogas. Enseñar a vivir.......173
29. Popieluszko. Mártir por la libertad.......................181
30. Viktor Frankl. El hombre en busca de sentido.....187
31. Sor «tripi». Un ángel en el infierno.......................193
32. Madre Teresa. Amar hasta que duela...................197
Conclusión. Para amar hay que tener el valor de
compartir......................................................................205
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Prólogo
De venta en farmacias
Érase una vez, hace ya años, un autor –Pepe Álvarez
de las Asturias– en busca de editor. Acababa de escribir
Pepe su Bienvenido, Mister Paz (la crónica novelada y descacharrante de la primera legislatura del zapaterismo) y,
ya digo, no encontraba quien lo publicara. Pudo nuestro
hombre meter el manuscrito en un cajón y enfurruñarse
con el mundo, pero no es ese su estilo. Lo que sí hizo fue
rascarse el bolsillo y financiar una primera edición de la
obra. A las labores de escritor y de editor sumó también, y
con qué eficacia, las de agente. Con el poco dinero que le
quedaba –si es que le quedaba– diseñó un ambicioso plan
de promoción que ya quisieran para sí el ganador y el finalista del Planeta. No hubo puerta a la que no llamara;
otra cosa es que le abriesen. Eso sí, quien le recibía, le
compraba un ejemplar, tal es la capacidad persuasiva de
Pepe, como la de esos vendedores de zapatos limpios que
creen en su producto.
Yo fui uno a los que Pepe colocó su libro. El tipo
me cayó tan simpático que enseguida le invité a Los últimos de Filipinas, programa que conducía los domingos
en Intereconomía. Pepe vino para una entrevista y se quedó con nosotros hasta el final de la temporada, en aquel
estudio que se asomaba al paseo de la Castellana desde la
décima planta de un edifico de oficinas. Pero la de aquellas noches de radio es otra historia (y de las buenas, por
cierto). Que aquí hemos venido a hablar de Pepe Álvarez
de las Asturias y de su libro. En las página de Mister Paz
descubrí a un escritor con una tremenda facilidad para
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LA MUERTE DEL EGOÍSMO
los diálogos y la escenificación; tanto, que lamenté no ser
productor teatral, no por dar cumplimiento a una vocación frustrada, sino para pegar un pelotazo, convencido
de que un musical basado en la obra aún se representaría
en algún teatro de Gran Vía, y con el cartelito de «Agotadas las localidades».
Aquella entrevista radiofónica fue el principio de una
buena amistad y de una larga colaboración entre Pepe y
yo. En septiembre de 2009, Intereconomía me extendió
un cheque en blanco: la dirección del semanario Alba. Digo lo del cheque en blanco porque desde el primer momento la empresa me dejó hacer. Mi idea de revista era
una que contribuyera a la reparación de nuestro tiempo,
pero sin aburrir al lector, que una cosa es tener ideario y
línea editorial –nosotros los teníamos– y otra, atizar a los
tuyos con sermones. Había que lograr, por tanto, ocupar
el rincón de lectura favorito de nuestro público, para así
no envolver el pescado de mañana. Y la manera mejor era
contando historias, pues a la gente nunca le han movido
las doctrinas, sino los relatos. La empresa era ambiciosa,
por eso me rodeé de buenos colaboradores, como Pepe
Álvarez de las Asturias, de los mejores entre los mejores.
Pepe no venía del periodismo, sino de la publicidad, lo que no le inhabilitaba para el reportaje, sino todo
lo contrario. Acostumbrados a lanzar un mensaje o contar una historia en lo que dura un anuncio o en unas pocas líneas, los publicitarios tienen bien desarrollada la capacidad de síntesis. A Pepe esto se le nota en sus escritos,
donde las palabras son instrumentos al servicio de la narración y no forman parte de un proyecto de embellecimiento personal. Todas las semanas, en Alba, Pepe me
llamaba con una o dos buenas historias; historias extraordinarias de gente corriente o, al revés, historias corrientes
de gente extraordinaria. En tres años, nunca le leí una es8
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Prólogo
tadística, pues como los buenos reporteros Pepe solo sabe
contar hasta uno, y con esto quiero decir que es capaz de
explicarte muchas de las cosas que pasan en el mundo a
partir de un caso concreto con nombre y apellidos.
No sé dónde encontraba Pepe a sus personajes (todos
ellos reales), solo sé que para conocer sus historias había
que comprar Alba. Tampoco sé de dónde sacaba el tiempo
para escribir este Pepe Álvarez de las Asturias que nunca
llegaba tarde a la hora del cierre. Bueno, sí lo sé porque me
lo contó: del sueño. Pepe le robaba el tiempo no al trabajo
–es directivo en una agencia de publicidad– ni a la familia
–está felizmente casado y es padre de tres hijos–, sino al
sueño. Solo cuando el cliente estaba satisfecho y los enanos dormían en sus cuartos, Pepe pedía permiso a Rocío,
su mujer, y se sentaba frente al ordenador. Y, a pesar de las
horas, lo hacía no con la angustia de uno al que atan a un
potro de tortura, sino con la emoción del niño que se sienta
al volante de un kart o a los mandos de la play. Era su momento y lo disfrutaba. Vaya si lo disfrutaba.
En el panorama narrativo español, donde abundan los
monólogos de solipsistas y las escenas en habitaciones con
vistas a patios interiores, Pepe Álvarez de las Asturias es un
ejemplar no catalogado, un expediente equis, un bicho raro. A él no le van las historias de perdedores. O sí, pero solo
las de aquellos que han peleado hasta caer agotados, y no
las de los que pronto se rinden para entregarse al subsidio
y la queja. Sabe nuestro autor que la única manera de evadirse de la realidad es hacerle frente. Por eso sus textos están llenos de vida (lo que no significa que los espolvoree
con azúcar). Y por eso sus libros terminarán vendiéndose
en farmacias, sin receta ni efectos secundarios.
Gonzalo Altozano
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Introducción
Vivimos en un mundo egoísta. Probablemente, porque
nosotros mismos lo hayamos hecho así. Llevamos siglos
en ello, queriendo construirlo a la medida, no ya del Hombre, sino de cada hombre, de todos y cada uno de nosotros («El egoísmo no es vivir como uno desea vivir, es pedir a los demás que vivan como uno quiere vivir», lo
definió Oscar Wilde). Un mundo en el que el éxito, la alegría o la mismísima felicidad se miden en función de
nuestras necesidades, de nuestras ambiciones, de nuestra
satisfacción personal e intransferible. De nuestros ombligos. Estos son hoy los valores que nos rigen. El ansia de
poseer a cualquier precio moral, el afán por tener más
que el vecino, la avidez imparable, el deseo permanentemente insatisfecho, el triunfo fácil, el dinero, la apariencia, el poder; el YO por encima de todas las cosas, aunque
sea pasando por encima del otro.
En esta escala de valores, obviamente, los demás no
tienen cabida. Salvo si son útiles a nuestros fines. Peldaños sobre los que pisar para ir ascendiendo en la vida, paso a paso, peldaño a peldaño hasta llegar arriba, a lo más
alto, a la cima… Tanto subes, tanto vales.
Pero cada época tiene sus locos. Sus revolucionarios.
Los que van contracorriente. Los que dan un vuelco –o un
revolcón– a los valores que rigen su tiempo. Hace veinte
siglos, uno de esos locos proclamó que había que amar al
prójimo tanto como a uno mismo, y que los últimos serían los primeros, y que dar la vida por los demás es el
único y verdadero éxito. Y cambió el curso de la Historia.
Lo más importante, sin embargo, no es que lo proclama11
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LA MUERTE DEL EGOÍSMO
ra, sino que lo hizo. Punto por punto. Esta es la razón por
la que su testimonio sigue vivo hoy, dos mil años después.
Jesús, más que Palabra, fue Espejo.
Este tiempo que nos ha tocado vivir también tiene sus
locos, sus revolucionarios. Personas extraordinarias que
un día decidieron que la felicidad, la verdadera felicidad,
está en entregarse a los demás. Que la medida de su éxito
es directamente proporcional a lo que dan, no a lo que
poseen. Y que su satisfacción personal e intransferible se
mide en función de la satisfacción que proporcionan a los
que más lo necesitan. «Todo lo que no se da, se pierde»,
dice el proverbio indio. «Lo que se comparte, se multiplica», nos ha recordado el papa Francisco. Todas esas personas extraordinarias decidieron un día multiplicar sus
vidas sin pedir nada a cambio, más allá de una sonrisa, de
un abrazo o de un sencillo y sincero “gracias”. Todos esos
locos revolucionarios eligieron un día el camino más difícil para alcanzar el éxito: el del sacrificio, el de la entrega,
el del esfuerzo. El de la bondad. El de la generosidad.
Darlo todo por nada y nunca medir lo que das, escribió el
poeta. A veces, incluso, la propia vida.
Es el camino que escogieron todos los protagonistas
de este libro. Dar. Darse. Entregarse a la causa más alta:
los demás. «Solo por ti daría mi vida entera. Y por ti. Y
por ti…».
Una pediatra que salvó millones vidas o un indigente
que salvó tres; un deportista que entregó doce años de su
vida por un compañero enfermo; una frágil monjita que
revolucionó el concepto de «amar»; familias felices, con
la vida –aparentemente– en contra; ardientes defensores
de la dignidad humana allí donde apenas existe; jóvenes
con causa más allá de sí mismos; maestras entregadas a
su vocación hasta el extremo; almas altruistas, luchado12
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Introducción
res, héroes silenciosos y anónimos… todas ellas historias
y vidas reales que demuestran que aún tenemos remedio.
Que dar un vuelco a los vanos valores que rigen nuestro
mundo es posible. Que todavía hay esperanza. Y que cualquier acto de bondad, por insignificante que parezca, tiene consecuencias inabarcables.
Vidas que hablan con hechos, no con frases hechas.
Que no nos dicen lo que debemos hacer, simplemente nos
muestran el camino. «Yo lo hice. Tú también puedes. Es
tu elección». El espejo en el que mirarnos y sentirnos reflejados. Ojalá estas historias nos inspiren y nos impulsen
a actuar. Ojalá estas lecciones nos enseñen a pensar un
poco más en el de al lado, o en el de abajo, o en el de lejos.
Ojalá estas vidas nos recuerden preguntarnos cada noche:
¿qué he hecho hoy por los demás, qué he hecho hoy para
ser mejor persona?
Lo escribió Michael O”Brian en La última escapada:
«El precio que hay que pagar por una familia feliz es la
muerte del egoísmo». También por un mundo más feliz.
Más digno. Más humano.
Ahora, la elección depende de cada uno de nosotros.
Podemos seguir mirándonos el ombligo o podemos pensar que siempre hay alguien que lo está pasando peor. Podemos seguir gastando excusas vanas, una tras otra, o podemos empezar a derrochar el único valor que nunca se
gasta: la generosidad, la solidaridad, el altruismo. Si cada
uno de nosotros paga su parte del precio, será más fácil
derrotar al egoísmo. En nuestras manos está. Solo tenemos que querer.
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La familia como valor
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1. MAR AFUERA
Una familia feliz
Aparentemente, la familia García Garrido es una de esas
familias corrientes, que vive una vida corriente en un barrio
corriente. Nada fuera de lo común. Pero cuando los conoces,
cuando compartes con ellos la risa, la complicidad, la ilusión
y la alegría de vivir, descubres que, en realidad, estás ante
una familia extraordinaria, compuesta por personas extraordinarias y que dan cada día un ejemplo extraordinario de lo
que es la felicidad. A pesar de la desgracia, a pesar de la enfermedad. Y es que Loli, Toni y sus seis hijos no es que hayan
matado el egoísmo, lo han pulverizado. Directamente.
La familia García Garrido es, para empezar, una familia fuera de lo común, aunque ellos no se ven distintos de
otros matrimonios con familia numerosa. El caso es que
de los seis hijos de Loli y Toni, tres han nacido con, diga17
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LA MUERTE DEL EGOÍSMO
mos, problemas. La mayor, Marimar, padece desde los 6
años una enfermedad degenerativa sin diagnóstico, que
ha ido paralizando su cuerpo progresivamente, año tras
año, músculo a músculo, hasta que hoy, a sus 26 años,
solo puede mover los músculos del cuello y de la cara.
Una circunstancia que, como ella misma dice, «no me
quita las ganas de vivir». La prueba es que a lo largo de
los últimos años ha estado acudiendo todos los días, como una alumna más, a la Facultad de Periodismo, carrera
en la que se ha licenciado con bastante más mérito y esfuerzo que el resto de estudiantes. También con mejores
notas (unas cuantas matrículas dan testimonio de ello). Y,
como el Periodismo está como está, por si acaso acaba de
empezar otra carrera: Publicidad y Relaciones Públicas.
Todo menos aburrirse.
A Marimar la siguen Isabel, que ha estudiado Psicología y ahora está en pleno master de Criminología (influencias de CSI, supone Loli); Miguel Ángel, con síndrome de
Down, hace marquetería en un taller; Rocío, que estudia
Ingeniería de Edificación; José Luis, apasionado deportista y futuro informático; y Pablo, que padece acondroplasia, enfermedad que impide el crecimiento normal de los
huesos, pero que a él no le impide nada más, ni ser el
crack de la clase al fútbol ni jugar al baloncesto como un
campeón (cuenta su madre cómo se pasó tres semanas tirando a canasta sin encestar, día tras día, con una fuerza
de voluntad invulnerable, hasta que metió la primera; y
de ahí, a no fallar ni una. Un verdadero luchador).
«Le puede pasar a todo el mundo», dice Loli, «No es
una situación tan excepcional; lo importante es tener una
visión real de las cosas, afrontarlas de cara». Sobre todo
cuando en esa cara hay siempre una sonrisa. El humor,
todos los García Garrido lo saben bien, es un arma infalible contra la infelicidad, sea cual sea su causa.
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Mar afuera
Loli y Toni lo tienen claro, una familia numerosa es
más fácil de educar: aflora el instinto de supervivencia de
cada uno; los hijos se hacen más autónomos antes, se
ayudan entre ellos, son más generosos… es una auténtica
«Escuela de Virtudes». Por supuesto que hay problemas,
y días malos, y momentos de bajón, y ganas de tirar la
toalla, a veces; pero esa sensación dura unos instantes.
Para los niños, el hecho de tener un hermano con problemas es una experiencia de vida única, una lección magistral que les enseña a convivir con ello, lo ven como algo
natural. «Mis hijos han salido beneficiados», dice su madre, con un brillo de orgullo en la mirada, «y nosotros
también. Yo he aprendido de todos mis hijos, especialmente de Miguel Ángel». Cuenta cómo cierto día, todos
reunidos en la cocina, charlaban sobre el mejor amigo de
cada uno. Cuando llegó el turno de Miguel Ángel, este
exclamó: «¡Vosotros todos unos locos! El mejor amigo es
Jesús»; intentaron convencerlo de que se referían a otro
tipo de amigo, al que más quieres, con el que más juegas y
hablas… Y él, muy serio, zanjó: «El mejor amigo es el que
más te quiere». Punto. Esa profundidad, esa intuición,
esa capacidad de comprensión de Miguel Ángel le
confirmó a Toni y Loli dos cosas: que Dios les está
ayudando cada día y que en esta casa nunca hay que dar
nada por sentado.
Otra de las lecciones diarias es que el sufrimiento es
una escuela, en la que hay mucho que aprender. Tú decides si quieres o no; si aprendes, superas la prueba; si no,
suspendes. Al final, «todo está en la escala de valores que
tú tengas». Pero no es solo una cuestión de sufrimiento,
también de voluntad y de esfuerzo y de ganas de vivir.
«Toni es un luchador, siempre mira hacia adelante, desde
el minuto uno; y nuestros hijos han salido a él». Por ejemplo: cuando Mari Mar fue a examinarse de Selectividad, le
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LA MUERTE DEL EGOÍSMO
negaron la adaptación curricular y la obligaron a realizar
el examen con todos los demás alumnos, en la misma aula y con el mismo tiempo, no querían «favoritismos» (ella,
claro, no podía ni siquiera usar el bolígrafo). Se pasó llorando de jueves a domingo, hasta que finalmente secó sus
lágrimas y se dijo, contundente: «¡Basta! Se van a enterar
de quién soy yo». Y se enteraron: después de tres días de
examen oral, incluyendo matemáticas (¡toma «favoritismo»!), aprobó con nota. Decía el Principito que la peor
barrera es la que tenemos nosotros en nuestra cabeza.
Por eso Marimar nunca se ha quejado, no ha perdido la
alegría, y ni siquiera ha necesitado un psicólogo. Aunque
suene excesivo decirlo, es feliz con su enfermedad. Se
siente muy útil hacia los demás, por poder demostrar que
es capaz de hacer muchas cosas y ser una persona «normal», como ya hizo en el famoso documental Mar afuera,
que fue una respuesta rebosante de vida y optimismo al
pesimismo oscuro de Mar adentro, la película de Amenábar. Lo mismo se va de viaje con sus amigos (o con su familia), que se sube a la atracción más trepidante del Parque de Atracciones, que se atreve con una conferencia
inspiradora o se monta unas fiestas de cumpleaños famosas en el barrio, por la marcha y la alegría que derrochan.
Otra muestra: hace unos meses Marimar fue ingresada en el hospital con serios problemas respiratorios. Inmediatamente la familia estableció turnos para cuidar a
la enferma, cuidarse a sí mismos, cuidar el perfil de Facebook de Marimar (gran labor de Toni, que mantuvo puntualmente informados a los cientos de amigos de su hija
–«de todos los husos horarios»– con unos partes rebosantes de cariño y sentido del humor) y, de paso, cuidar que
médicos, enfermeras, enfermeros y demás personal del
hospital no olvidaran jamás el paso de esa familia por sus
vidas. Ellos son así.
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Mar afuera
La dedicación de Loli y Toni a sus hijos, los seis, tiene
su generosa respuesta por parte de todos ellos, cada uno a
su modo. Pero quedan perfectamente resumidos en la dedicatoria que escribió Marimar en el libro de la Primera
Comunión de su hermano Pablo: «Nada de esto hubiera
sido posible sin la insistencia de unos padres maravillosos
que te han enseñado a estar siempre en forma, con una
buena actitud ante las adversidades y el coraje para seguir
adelante».
En esta sociedad egoísta, hipócrita y cobarde, Loli,
Toni, Marimar y sus hermanos nos abren bien los ojos,
nos apartan la mirada de nuestros ombligos y nos dan
una lección de fe y de coraje, de amor y generosidad sin
medida, sin condiciones. Tal vez sea este el secreto de su
felicidad.
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