inmigración, un proceso entre la tristeza y la alegría

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INMIGRACIÓN, UN PROCESO ENTRE LA TRISTEZA Y LA ALEGRÍA
Manuel Antonio Velandia Mora
Enero de 2011, España
[email protected]
“Que tan lejos” es el título que da Tania Hermida a su opera prima, una película que
nos muestra el permanente viaje de los seres humanos, un viaje lleno de viajes que
se retroalimenta en las propias visiones de la existencia y en el mundo que nos
rodea. Siguiendo el sentido de Octavio Paz en “El mono gramático”, la directora de
este road movie, nos recuerda un viaje introspectivo, como aquel que hace Paz en
el camino que lleva a Galta, pequeño poblado cercano a Delhi, en el que el poeta va
dibujando y descubriendo la imagen de su propia obra para revelar una realidad
que explora a través de su relación con el lenguaje.
Tres elementos determinantes en la película se analizan con respecto a la
interculturalidad y la inmigración i en la presente reflexión: lenguaje, historia
particular y territorio; tres aspectos que se interrelacionan, se interafectan y son
interdependientes en la vivencia intercultural bidireccional entre una autóctona
ecuatoriana y una inmigrante española, roles que se intercambian en la película de
como se vivencian en la situación española en la que se lleva a cabo la reflexión al
interior del Máster en Gestión de Políticas públicas e interculturalidad.
Interculturalidad, bidireccionalidad y lenguaje
El viaje es una posibilidad para encontrarse a sí mismo en el que el mundo y la
propia existencia se explican en palabras cargadas de emociones, palabras que solo
nos dicen a nosotros y que probablemente no dicen tanto al otro, palabras que no
logran igualmente definirnos porque, como también afirma paz, y se repite en el
guión de la película, “el sentido no está en el texto, sino afuera”.
Plantea Guillermo Vansteenberghe (2009) que el proceso integrador adolece de
bidireccionalidad por cuanto este se fundamenta en una visión que parte desde la
sociedad de acogida hacía la de inmigración, recayendo casi todo el peso de la
integración sobre los nuevos vecinos. Desde esta perspectiva la población de
acogida se ve privada del esfuerzo creador que supone convivir con nuevas
realidades culturales, perdiendo con ello la posibilidad de competir en igualdad de
condiciones con la sociedad inmigrante a la hora de adquirir nuevos conocimientos
y habilidades, ver reducido su esfuerzo de convivencia solo a la cesión de espacios,
demasiado poco para un proceso de enriquecimiento mutuo importante. ii
La interculturalidad se dificulta precisamente por el conflicto que se manifiesta en
el intento de compartir sentidos. Los sentidos son representados en la película en
los nombres de las protagonistas, cuyos roles se trastocan como en la vida misma:
Esperanza, una turista española, y Tristeza, una estudiante ecuatoriana.
La esperanza y la tristeza (personajes, nombres y emociones) se unen o separan en
la cotidianidad, retroalimentándose. Tanto inmigrantes como autóctonos somos un
nombre en “representación” de una realidad experiencial y cultural, pero si bien es
difícil representamos apropiadamente a nosotros mismos, más complicado es aún
representar a un país y a una cultura. En el encuentro bidireccional que se sucede
entre autóctono y inmigrante, tanto allá -en ese territorio que está tan lejos:
ecuador, cuenca, los caminos desconocidos-, como aquí -en donde se vive la
cotidianidad, en España, Alicante, la Universidad- y en la película, la palabra se
convierte tanto en un camino que abre puertas en el establecimiento de la
convivencia como en el arma arrojadiza en la que se soportan los discursos
xenofóbicos.
Somos un nombre, pero así como las protagonistas abandonan su identidad social
para construirse y reconstruirse en nuevas
identidades particular y de
socialización a través de un mote, debemos reflexionar, como dice Paz, por qué ese
mote o cualquier palabra puede, como cualquier palabra construir mundos “Si no
es un nombre menos puede ser la descripción de un nombre ni la descripción de la
sensación del nombre ni el nombre de la sensación”. Un ejemplo de esos mundos
que se construyen en palabras y que dificultan la bidireccional en las relación se
videncia en palabras cargadas de sentidos que diferencian las experiencias de
quienes viven es el territorio alicantino, ya que en este espacio vital no es lo mismo
ser un inmigrante, un comunitario, un europeo o un extranjero; así se expresa la
diferencia, la exclusión y la aproximación desde el autóctono.
Propone Echeverría (1996) tres postulados básicos para entender las relaciones
que se construyen en el lenguaje: 1). Los seres humanos son seres lingüísticos; 2).
El lenguaje es generativo; 3). Los seres humanos se crean a sí mismos en el
lenguaje. iii Veamos: En tanto individuos tenemos la capacidad de generarle un
sentido a la vida, interpretándonos a nosotros mismos, a los otros y al mundo que
nos rodea. La forma en que damos sentido a nuestras vidas es lingüística, así,
nuestra identidad está asociada a nuestra capacidad de generar sentido a través de
nuestros relatos; no podemos separar la realidad de nuestros relatos y al modificar
el relato sobre quiénes somos, modificamos nuestra identidad.
Para Velandia (2005), no se tiene una identidad, en este caso étnica, como algo
construido y terminado, se está siendo y haciendo una identidad de manera
dinámica en relación consigo mismo, con los demás y con la cultura a partir de
cómo la persona se experiencia a sí misma, y con relación a las demás explica dicha
situación y se emociona con ella; la movilidad de la identidad, sistémicamente
hablando, hace referencia a la posibilidad que existe de que la identidad cambie en
el tiempo, a partir de las relaciones sociales y por inter-influencia con el medio, la
cultura y la sociedad. iv
El ser humano es integral, de ahí deriva la importancia en reconocer las
variaciones que emergen de sus propiedades como sistema. La persona no tiene
una identidad sino múltiples identidades particulares, sociales y de socialización,
grave
problema
cuando
de
construir
relaciones
interculturalidad es necesariamente relacional
se
trata,
porque
la
Maturana (1997) sostiene que "si queremos entender lo que pasa en la
convivencia, tenemos que hacernos cargo de este curioso fenómeno: los seres
humanos y los seres vivos en general, no podemos distinguir en la experiencia
entre lo que llamamos ilusión y percepción como afirmaciones cognitivas sobre la
realidad". v
Interculturalidad, emociones e historia particular
Cada uno de los personajes de la película y los territorios en los que esta se
desenvuelve tienen nombres cargados de historia y de sentido, de ahí la
importancia que en la película se da al contar que detrás de cada nombre hay un
sujeto y territorio que pertenecen a una red de interacciones que les ha dado
sentido, y en el caso de los seres humanos igualmente sentido a su existencia y a
sus vivencias, sentidos que no están presentes en la emocionalidad de quien es el
interlocutor que escucha, a pesar de que como sujeto locutor igualmente tras de sí
tiene su propia historia.
Las emociones no vienen con nosotros, las emociones emergen en el encuentro con
el otro, posibilitan la integración o la dificultan. Daniel Goleman (1996) plantea
que: "Toda las emociones son impulsos para actuar" vi es decir, que las emociones
son los motores de la acción humana, son los recursos para enfrentarnos a la vida y
sus múltiples relaciones. En el contexto de este documento, las emociones no son
concebidas como lo que corrientemente llamamos sentimientos, sino como las
plantea Maturana (1977): "Las emociones son en esencia impulsos para actuar,
planes instantáneos que la evolución nos ha dado, para enfrentarnos a la vida, lo
que sugiere que en toda emoción hay implícita una tendencia a actuar. Es decir,
plantea que las emociones son impulsos arraigados que nos llevan a actuar, motivo
por el cual los biólogos no dudan en otorgarle a las emociones un papel
fundamental en la evolución humana" y por supuesto en la construcción de
relaciones interculturales. Estas tendencias biológicas a actuar están moldeadas
además por nuestra experiencia de la vida, de la cultura, de la sociedad y de las
relaciones sociales.
Como lo afirma Jennings (2001), es imposible tener un sistema de razonamiento
que funcione bien sin un sistema de emociones que lo haga correctamente. Lo que
la persona piensa, lo que la persona cree, los problemas que solucione, sus formas
de razonar no existen en el vacío, ya que siempre hay un respaldo de las
emociones. Para él no somos máquinas pensantes sino "máquinas emocionales que
piensan". vii
Si emocionalmente construimos y reconstruimos nuestra historia particular y
nuestra historia social, entonces solo transformando las emociones trasformamos
nuestra historia; sin embargo, la experiencia demuestran que las emociones no se
tiene en cuenta en el momento de desarrollar estrategias para la integración, pero
esta sólo puede hacerse efectiva a través del conocimiento mutuo y este
conocimiento se cimenta no sólo en el aquí y en ahora sino también y
especialmente en nuestras historias particulares, historias de las que somos
celosos guardianes.
Interculturalidad, transito y territorio
Las protagonistas de la película se conocen en el camino, en un bus, con destino a
Cuenca, ciudad a la cual desean llegar movidas por motivos que le son particulares
e íntimos. El camino es metáfora de creación, la creación es una forma de
conocimiento, el camino es la metáfora del recorrido de la vida. Cuando se viaja en
el proceso de emigración-inmigración, entre el momento en que se parte y el
momento en que se llega ocurre una transformación no solo emocional sino
también existencial en el migrante; este deja de “ser” autóctono para convertirse
en inmigrante, se construye en un nuevo “estar siendo” en el que el viaje
representa una aproximación a su querer ser, un querer ser repleto de
perspectivas y fantasías, muchas veces arto lejanas de la realidad.
En el nuevo Espacio vital, en la nueva sociedad, en la nueva cultura, en las nuevas
relaciones, la situación y el entorno en el que las personas se interrelacionan
tienen una serie de características que influyen en el tipo de construcciones
identitarias que entre todas y cada una producen.
La sociedad y la cultura como sistemas tienen resistencia al cambio; sus redes
elásticas por un lado, posibilitan que los seres que conforman el sistema tengan
cambios en su estructura, hacia su "querer ser", y por el otro presionan para que
las personas tiendan a regresar a la estructura original (deber ser); en la práctica,
en los procesos de socialización las personas se ven obligadas a alejarse de su
“querer ser” para acomodarse estructuralmente al sistema, asumiendo un
comportamiento, un "estar siendo" que puede explicarse como una acomodación al
macrosistema.
En lo humano vivir es conocer. Como seres vivos tenemos una relación de
congruencia con el medio. Para poder vivir se requiere tomar energía del entorno,
es decir, conocerlo. Conocer, en este caso, hace referencia a la capacidad de la
persona para percibir su entorno y actuar de acuerdo a su percepción. Así, el
conocimiento se hace válido cuando sirve para resolver la relación mediosobrevivencia, relación fundamental en el proceso relacional intercultural, pero
“Sin empoderamiento no hay inserción, sin inserción no hay integración” tal y
como lo afirman Ballesteros & Koniecki. viii
La inserción no se da porque se hayan dado unos paseos por los algunos espacios
citadinos, sino porque nos hemos apropiado del espacio, porque hemos asumido
nuestro tránsito identitario, porque somos capaces de reconocernos españoles,
valencianos, alicantinos, tal y como lo posibilita la ley.
i
Afirma Juan David Sempere Souvannavong que la migración no implica ni cambio de Estado ni larga
duración o eternidad, pero que sin embargo en el imaginario va muy aparejada a la extranjería, a la
diversidad socioétnica y a larga duración, se tiende a pensar en la migración como exclusivamente
internacional. (2010). Notas de clase del autor. Modulo Introducción al hecho migratorio. Máster en
Gestión de las Políticas Migratorias e Interculturalidad. Universidad de Alicante. Escuela de Negocios.
Fundación General de la Universidad de Alicante. Alicante.
ii
Vansteenberghe, Guillermo (2009). Introducción a la interculturalidad. En: http://seguro.dipalicante.es/gestformweb/docs/recursos/205/Manual.pdf
iii
Echeverría. R. (3ª Ed.). (1996). Ontología del lenguaje. Santiago, Chile: Dolmen Ediciones.
iv
Velandia M., Manuel A. (2005). Las identidades móviles de los, las, les seres. En: Bioética y Sexualidad.
Colección Bios y Ethos. Volumen 23, páginas 163 a 182. Ediciones el Bosque. Bogotá.
v
Maturana, H. 1997. Emociones y lenguaje en educación y política. Bogotá: Dolmen Ediciones.
vi
Goleman, D. (1996). La inteligencia emocional. Javier Vargas Editores S.A.
vii
Jennings, T. M. (2001). Crubin, D. (Productor ejecutivo). Emociones en el cerebro adulto: El cerebro
emocional. En: La vida secreta del cerebro. Coproducción David Crubin Productions, Inc and Thirtoon.
New York: WNET en asociación con Dostr.
viii
Ballesteros, Rocío; Koniecki Sylvia; Valderrama Joaquín. La inserción laboral de la mujer inmigrante
como factor fundamental para su autonomía personal. Documento mimeografiado. Sin fecha.
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