EDUCADORES Y EDUCADORAS POPULARES, IDENTIDAD

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EDUCADORES Y EDUCADORAS POPULARES, IDENTIDAD MASCULINA Y
FEMENINA
JAVIER OMAR RUIZ 1
Colectivo Hombres y Masculinidades
Bogotá (Colombia)
PRESENTACIÓN
Es muy grato para mí, después de muchos años, volver a un espacio de CELADEC y de
Dimensión Educativa, para compartir esta búsqueda de la perspectiva de género desde la
masculinidad, ya que a la final es desarrollo de los procesos formativos en educación
popular que tuve con CELADEC a finales de los 70 y durante los años 80. Gracias a esa
experiencia tengo una compañera de vida que trabajaba en la oficina de Lima, y con ella
tenemos una hija, ahora de dieciséis años, también limeña. Vivimos actualmente en Bogotá.
La educación popular es una primera vertiente en mi vida, y ella me llevó a dejar las
clases formales como profesor, para trabajar con campesinos, indígenas, jóvenes de las
barriadas y en general poblaciones en exclusión social, en Ecuador, Perú y Colombia. A
partir de esta experiencia, se define la segunda vertiente que ha marcado mi vida en los
últimos 15 años: la del trabajo con habitantes de la calle, tanto en Lima como en Bogotá,
en donde actualmente dirijo un programa distrital (municipal / Departamento de Bienestar
Social) para adultos de la calle, hombres y mujeres de 22 a 59 años. En éste, por cierto,
estamos desarrollando un nuevo modelo de intervención, al que hemos denominado
contextualizante, nada terapéutico y con soportes conceptuales desde la Teoría del Caos.
La tercera vertiente en mi vida es la de la masculinidad, como lectura que busca
replantear los paradigmas hegemónicos y abrir camino a nuevas y más humanas maneras de
ser hombre. Fruto de este proceso, compartido con un grupo de amigos, es la creación, hace
ocho años, del Colectivo Hombres y Masculinidades. Desde él hemos hecho un encuentro
distrital de hombres, dictado conferencias, y realizado muchos talleres en colegios, barrios,
universidades, trabajando con niños, jóvenes, adultos, padres y madres de familia,
habitantes de la calle, etc.
Nuestro propósito apunta a dos frentes: El primero al de la cotidianidad, de lo doméstico, al
de las hombrías de los hombres de a pié. El segundo frente busca lograr incidencia en las
políticas públicas, en cuanto una nueva perspectiva de género quede incorporada en la
lógica de desarrollo de la ciudad (país). La perspectiva dominante de género es antihumana
y desde su lógica androcéntrica es depredadora. Esto queremos cambiar. Ir más allá de
distribuir equitativamente cargos públicos entre hombres y mujeres.
1
Pedagogo colombiano. Educador popular. Experiencia de trabajo con poblaciones urbanas en
alto riesgo. Presidente del Colectivo Hombres y Masculinidades, Bogotá [email protected]
2
Hemos insistido en sacar la perspectiva de género a la calle, puesto que comúnmente se
piensa que lo de género se tiene que mover más en el terreno de lo intimo, de lo subjetivo,
de lo doméstico. Hay que dar cuenta de esta dimensión, es verdad, pero la perspectiva de
género tiene que tener también impacto político y público.
A lo largo de este proceso ha sido posible ir sacando conclusiones y armando un cuerpo
teórico y explicativo sobre la manera como niños, adolescentes, jóvenes y adultos, viven su
masculinidad en el contexto de un país como Colombia. Aquí me voy a disculpar porque tal
vez mi presentación va a tener un sesgo sobre masculinidad, pero lo explico en cuanto el
tema de masculinidad es nuevo, o casi nuevo, y en cambio el tema del feminismo, de la
feminidad, ha sido bastante trabajado desde los años 60 y tiene recorridos históricos
consolidados en las comunidades, en la barriadas, en los países, en las iglesias. Materiales
escritos y visuales se encuentran por miles en bibliotecas, en organizaciones no
gubernamentales, por internet. Sobre masculinidad todavía hay muy poco. Se trata de
posicionar el tema en la agenda de trabajo de las organizaciones, las iglesias, los partidos,
los movimientos, los periódicos, las bibliotecas… A continuación mi aporte a este
propósito.
PREMISAS
Las pautas de crianza y de socialización masculinas y femeninas que veremos más adelante,
tienen un contexto que les da sentido y explica. Tal contexto puede desagregarse en los
siguientes aspectos:
 Es la cultura patriarcal la estructura cultural hegemónica en nuestras sociedades.
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Una cultura patriarcal que es androcéntrica (el hombre y lo masculino como
medida de las cosas), homofóbica (más que miedo a lo homosexual, es miedo al
mismo hombre) y misógina (miedo a lo femenino).
En este sentido vamos a entender que "El patriarcado es una estructura que da a
algunos hombres poder sobre otros hombres y a todos los hombres poder sobre las
mujeres"2
Las estructuras patriarcales como estructuras "de autoridad, dominación y control,
se encuentran diseminadas en todas las actividades sociales, económicas, políticas
e ideológicas, y en nuestras relaciones con el medio ambiente natural" 3
Es por ello que esta estructura permanece vigente en nuestras sociedades, a pesar de
la ausencia real y simbólica de quien ha sido el referente viabilizador del modelo:
El padre. En este sentido, como dice Jessica Benjamín, estamos ante "un
patriarcado sin el padre".
Esta estructura cultural establece como hegemónico un patrón de masculinidad que
deviene deshumanizador de las relaciones humanas y de las relaciones con el
entorno social y natural.
2
Game y Pringle. Género en acción. Página internet.
3
Kaufman, Michael. Hombres, placer, poder y cambio. CIPAF. Sto Domingo /89.
3
 Este patrón, por lo menos en este lado del mundo occidental, establece como
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4
paradigma al hombre joven- adulto, heterosexual, blanco, aguerrido y exitoso (y
cuyo ejemplo emblemático, por cierto, es el de los países poderosos). Este patrón,
perfilado como ideal, es el que se hace omnipresente en los imaginarios, en los
sueños y mecanismos asociados a los procesos de definición de la masculinidad.
Para apuntar al paradigma, la cultura patriarcal ha construido un libreto de género
masculino que traza las pautas para los procesos de crianza y de socialización de
los hombres. Hecho vida cotidiana y hecho rutina (en la familia, escuela, iglesia,
medios de comunicación, etc.), el "hombre establecido" se erige como el modelo
deseado. No importa que para lograr acercarse a este modelo, los hombres deban,
en un proceso "contra natura", moldear "el cuerpo y el alma" para que el modelo
les quepa en la identidad. No importa que la talla de la vida sea más grande...Así la
estructura cultural patriarcal establece su dominio.
"Así, prevalece (este modelo de) lo masculino como una actividad hegemónica que
está siempre en contra o sobre otras formas de masculinidad que no concuerdan
con ese ideal impuesto culturalmente, que es además casi imposible de lograr, pero
que por ese mismo motivo permite mantener el poder sólo a una minoría de
hombres"4
Esto significa que este único modelo deja por fuera, en el desconcierto, en el
ostracismo o en la discriminación, a las otras masculinidades: la de los niños, los
ancianos, los negros, los indios, los homosexuales, los bisexuales, la de los no
violentos, los no exitosos, los que no sienten atracción por el fútbol o por los
deportes extremos, etc.
Para estas inmensas mayorías de hombres, vivir sus masculinidades en situación de
exclusión, presionados por el imperativo de ser como el modelo dominante, no es
nada fácil. No poder acceder al modelo o sólo poder llegar a algunos aspectos del
mismo (tal vez a la heterosexualidad y a lo de aguerridos), los deja en constante
situación de deuda, sintiendo todos los días su masculinidad en carencia. En
compensación, muchos hombres hiperdesarrollan los pocos logros posibles.
Entonces, por ejemplo, en vez de aguerridos se hacen guerreros (violentos) en
todas sus modalidades.
Pero por fortuna, cada vez va siendo más claro para muchos hombres que el modelo
simplemente no sirve, ni los representa. Otras fuerzas sociales (las de las mujeres y
las de los homosexuales por ejemplo) y otras dinámicas históricas, políticas,
ideológicas, económicas, también vienen contribuyendo a que el modelo
hegemónico, por lo menos, no se sienta el único ni el mejor.
Los desencuentros entre el ideal establecido y el real posible, van desencantando
también a muchos hombres. Otros simplemente sienten que, a pesar de las ventajas
que a los hombres les ofrece el patriarcado, no les interesa aspirar al prototipo
masculino convencional. Otros ya van construyendo espacios de resistencia.
En Colombia el modelo ha llegado al límite, cosa que se evidencia en todas las
estadísticas de morbimortalidad. La violencia, que indudablemente tiene un claro
componente patriarcal de género masculino ("La guerra la hacen los hombres"
Alfonso Hernández. La masculinidad ¿poder o dolor? UNAM. Internet.
4
dicen investigadores), ha hecho tocar fondo a una sociedad que ya no puede seguir
permitiendo que se sigan criando guerreristas...
 Por estas y otras razones las pautas de crianza y de socialización vienen entrando y
vienen siendo entradas en crisis.
Pero lamentablemente mientras las alternativas se van construyendo y van tomando un
lugar en la historia social y subjetiva, los niños siguen siendo encaminados a crecer como
hombres desde las pautas del libreto patriarcal, a hacerse hombres en contravía de su misma
identidad humana y de las nuevas perspectivas sociales.
Este proceso paulatino e inclemente, se sigue dando en el manejo coloquial de la vida, de la
mano de frases, refranes, afirmaciones, exigencias y gestos que, como sabidurías de
ocasión, facilitan la asunción de las pautas masculinas establecidas.
PAUTAS DE CRIANZA Y DE SOCIALIZACIÓN MASCULINA
Estas pautas (dispositivos) van haciéndose carne del siguiente modo.
1. "LOS HOMBRES NO LLORAN" / "LOS HOMBRES SON DE LA CALLE"
Estas dos expresiones nos remiten a un doble movimiento en el proceso de crianza. Al del
propósito de establecer el modo como un hombre debe manejar su mundo interior y cómo
su mundo exterior. En el primer caso, a los roles que debe desempeñar para consigo mismo
y en el segundo al rol social.
"Los hombres no lloran" es tal vez la primera y más común de las pautas masculinas de
crianza. Con ésta lo que el patrón patriarcal busca es "endurecer" las posibilidades
expresivas de los hombres. Busca establecer el mecanismo del CONTROL de las
emociones, los sentimientos y sensaciones, como pauta que delimita el proceso de
construcción de la masculinidad, ya que las manifestaciones del mundo interior (tristeza,
placer, temor, dolor, amor, ternura) son asociadas a características femeninas y por ello a
debilidad, a vulnerabilidad. En este caso el mecanismo misógino actúa para marcar y
establecer la ruptura y la distancia. La pauta es cerrarse al mundo interior. Sólo un
sentimiento puede expresarse, el de la ira, el de la rabia. Este canaliza los sentimientos y
sensaciones que han sido restringidos. "Aunque esto no es exclusivo de los hombres (ni
válido para todos), para algunos no es raro responder violentamente ante el temor, el
sufrimiento, la inseguridad, el dolor, el rechazo o el menosprecio. (...) Sólo las explosiones
de ira pueden eliminar dolores profundamente arraigados"5.
5
Kaufman, Michael. Masculinidad dominante, armadura que paraliza. Letras. Abril 2000.
pag 2.
5
El resultado es el silenciamiento emocional.
"Los hombres son de la calle" y su correlato "Los hombres en la cocina huelen a caca de
gallina", son mandatos que por el contrario apuntan al pronunciamiento social.
Apuntan al "hiperdesarrollo del yo exterior" (Corsi) a través de la actividad, la búsqueda
del éxito, la productividad social, la conquista, el poder. La pauta es abrirse al mundo
exterior. ¡En éste el hombre puede DESCONTROLARSE ("Para eso es hombre!").
Sin embargo como este abrirse al mundo no siempre tiene los resultados esperados, con el
fanfarroneo y el alarde, ejercicio preferido entre los pares, se regulan las frustraciones, así
esas mentiras de género ya estén en la memoria masculina de los congéneres, porque todos
igualmente alimentan su identidad gracias a ellas. Son un excelente catalizador.
Este enfermizo, doble y contradictorio movimiento se torna esquizofrénico. El esfuerzo por
silenciar las voces y los impulsos interiores no queda impune. Vivir la vida en este
malabarístico esfuerzo, va dejando en el camino de la masculinización tradicional, lo mejor
de los varones humanos. El alcohol, la droga, el maltrato a sí mismos y a terceros, dan
cuenta de las consecuencias.
2. "¡COCHINO! CON ESO NO SE JUEGA"
Esta es la frase que pauta las directrices para el paulatino esfuerzo formativo que busca el
silenciamiento del cuerpo.
"ESO", el pene, el configurante básico de la masculinidad patriarcal, debe ser
persistentemente desconectado de las posibilidades del goce general. Debe genitalizarse en
funciones más de rendimiento que de placer, más de erección penetrativa que de
expansiones eróticas. Debe ser convertido en un falo solitario desde cuya soledad,
establecerá su falocracia...
Desde esta directriz genitalizante, se generaliza entonces para todo el cuerpo y para los
otros cuerpos masculinos, la prohibición de la caricia. Está prohibida la intimidad con el
propio cuerpo, satanizado el autoerotismo ("¡Eso no se toca!"), desvalorizado el cuidado
corporal. Con los cuerpos de los otros hombres mejor el golpe, la palmotada o la distancia.
Con los cuerpos de las mujeres, el cumplimiento del imperativo sexual y punto!
De lo que se trata es de endurecer el cuerpo y sus expresiones, "rigidizar" sus movimientos,
entorpecer al hombre para el afecto, la ternura, el disfrute. En escuelas y colegios la clase
de educación física cumple a cabalidad este mandato: Los ejercicios están diseñados para
"sacarle la leche a los muchachos", para doblegarlos hasta el agotamiento (o la muerte).
Los resultados son las corazas corporales (Reich, Lowen) que los hombres cargarán hasta
que el cuerpo negado las resista. La enfermedad puede llegar en afecciones cardíacas, en
cáncer de testículos (tan utilizados y nunca explorados), en cáncer de próstata, en
6
enfermedades siempre silenciadas. Las estadísticas de morbimortalidad lo evidencian. El
resultado es la desconexión con la vida.
3. "EL ÚLTIMO QUE LLEGUE ES UNA NIÑA"
Esta pauta masculina de socialización, graficada en esta frase que se escucha además en
todas sus variantes (es una gallina, es un marica), apunta a establecer en la psiquis y en el
cuerpo del niño o adolescente, el mecanismo que desde entonces será el motor de su
construcción masculina: El del RETO. Un reto mediado por el imperativo de diferenciarse
radicalmente de lo femenino (“lo último….”), categoría que se asocia de manera peyorativa
con “niña” (llorona, infantil, etc) y de manera despreciativa con gallina y marica...
Este mecanismo funciona porque está establecido en los siguientes supuestos del
inconsciente social:
 La hombría es una condición que no se tiene por el hecho de ser varón. Es una
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condición a la que hay que aspirar cotidianamente y la que hay que ganar con
esfuerzo, que hay que merecer.
El referente es el modelo hegemónico y el camino, seguir el libreto.
Esto significa que hay el riesgo de dejar de ser hombre, o por lo menos dejar de ser
reconocido como tal, si es que el sujeto no responde al modelo establecido.
Este propósito entonces, no funciona primordialmente como un movimiento interior
de deseo individual, sino, fundamentalmente, como una exigencia del entorno, de
pares y dispares. Una exigencia del modelo hegemónico.
Esta exigencia opera desde el reto, como activador del ejercicio de las pautas
deseadas. Para ello, un contexto de competencia es el ideal. El reto es PROBAR la
hombría y demostrar que se es el mejor, que se es más hombre!
 Esto significa que se puede ganar o perder. Se puede salir con la hombría en alto o
derrotada, dejada en duda, alimentándose de la necesidad de un nuevo reto para
seguir encadenando la hombría a las demostraciones y pruebas eternas de la
condición cultural masculina (deportes extremos cada vez más extremos, por
ejemplo).
4. "UNO NO ES HOMBRE PARA QUE NADIE LO SEPA"
Esta frase, dicha por un hombre adulto de Cartagena, grafica de manera clara otra pauta de
socialización: La de que hay que exhibir la hombría. Esto significa que:
 La hombría debe ser un visible desempeño social.
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 En esta medida se constituye en cuanto hay el reconocimiento respectivo de ella y
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de sus cualidades asociadas, por parte de los demás, especialmente de los
congéneres.
Para lograrlo, el sujeto es merecedor de la cualidad de hombría siempre y cuando
pueda demostrar que posee sus cualidades.
Para ello el sujeto debe realizar acciones que al demostrar a los otros que se siguen
las pautas establecidas, genere con ello el reconocimiento. Hay que hacer cosas y
hay que hacerlas del modo establecido, para que los demás se enteren que uno es
hombre.
La hombría es exhibicionista. Es exhibicionismo de poder, de fortaleza, de
intrepidez, de osadía, de presunta inmunidad (aún a riesgo de la salud o la vida: "A
un verdadero hombre no le pasa nada").
Para certificar que lo ha hecho adecuadamente, está la veeduría de género. Nadie
como los demás para estar atentos a llamar la atención sobre insuficiencias o
desviaciones...
"Es como si el hombre debiera estar permanentemente ofreciendo pruebas de su
masculinidad ante un tribunal examinador constituido por todos aquellos que están
más allá de las fronteras de su núcleo familiar más íntimo"6 .
Por eso la vida cotidiana en sus gestos, actitudes, hábitos, modas, modales, entra en
el mecanismo obsesivo de la demostración. La masculinidad requiere ser ratificada
constantemente.
En definitiva, ¡se es hombre para los demás!
5. ¿CUÁNDO UNO CRECE, LOS PAPÁS YA NO LO PUEDEN QUERER?
Finalmente arribamos a una pregunta que algunos niños de 10 o 12 años han hecho en los
talleres. A la pregunta por el amor y el afecto entre los hombres.
Es la pregunta por el amor del padre, hecha desde la angustia que produce cuando el niño
empieza a comprobar, generalmente no de manera sutil, que la corporalización y la
verbalización del afecto, llegan a su fin con la edad de las adolescencias...(Esto cuando han
habido expresiones de afecto durante la infancia).
Es la pregunta del niño cuando siente en el cuerpo y en el alma que ha llegado el
silenciamiento de la expresión amorosa entre padre e hijo. O cuando la voz del padre llegó
con la frase de que "a un niño no puede consentírsele porque se mariquea", arrebatándolo
también de los brazos de la madre.
Es la fase de la homofobización del amor paterno y por extensión, la homofobización del
afecto entre hombres
6
Corsi, Jorge. Violencia masculina en la pareja. Buenos Aires 1999. Reseña Internet, pag 2.
8
Este es el punto de llegada de todo el proceso anterior: El niño o adolescente, de cara al
padre, verifica en él lo que implica "llegar a ser hombre".
Entonces, tal vez aceptará como un destino fatal el desafecto entre los hombres y se hará
macho en toda su extensión (y dolor). O ahorcará en la garganta el clamor que le nace
desde la vida, y será un adulto más de los del 78.6% hombres que iniciaron el consumo de
alcohol antes de los 18 años (Salud Mental. Ministerio de Salud Colombia. /93). O se
ahorcará de verdad, junto al 79% de los hombres que le habrán precedido en el año 2000
(Medicina Legal -Colombia).
Estas pues son las pautas que sigue el proceso de crianza y de socialización masculina, en
la generalidad de los países latinoamericanos. Particularidades más, particularidades menos,
estas pautas están sacrificando en el altar del modelo dominante de masculinidad, la
felicidad de nuestros niños y de nuestras niñas. Nuestros niños y jóvenes están siendo
víctimas de la hombría! Desde esta mirada, vale analizar las estadísticas de
morbimortalidad en nuestros países. Desde esta mirada, los desafíos para la Educación
Popular son inmensos e inaplazables.
EDUCADORES Y EDUCADORAS POPULARES Y GÉNERO
El género es una condición que camina en la piel de nuestra condición humana. En este
sentido, a pesar de no tener “origen” natural sino cultural, respira con nuestro aliento y
piensa y actúa a través de nuestros actos y opiniones. Esto quiere decir que toda persona
está materializando permanentemente un determinado modo cultural de ser hombre o
mujer.
Para las educadoras y los educadores populares esto implica la urgente necesidad de
trabajarse como género y trabajar desde dicha perspectiva; no sea que su quehacer
comunitario y educativo no esté concordando con lo que como hombre o mujer expresa.
Una primera puerta de entrada al tema, debe ser la del cuerpo, porque ahí es donde se
configuran los dolores o las gratificaciones de género, ahí es donde se siente lo que es ser
hombre o mujer. Si bien el género se asienta en las explicaciones racionales, su territorio es
fundamentalmente el cuerpo (hábitos, posturas, estética), entendiendo en él también al
mundo emocional y afectivo.
Esto implica adelantar un plan de trabajo muy experiencial en torno a ejercicios que
permitan la reconciliación con el mundo interior y a la vez, sentir el cuerpo, vivirlo,
reconocer el cuerpo propio y los otros cuerpos, abrazarse y abrazar. Replantear aquel
abrazo entre hombres que golpea fuertemente la espalda mientras se sacan las nalgas para
reducir al mínimo el contacto….
9
Trabajar en torno a lo que he llamado el equipaje de género.
Cuando nacemos empezamos a ser equipados con unos patrones masculinos y femeninos,
por lo que se trataría de que cada quien identifique su equipaje de género y sus
características.
El equipaje de género que cada quien lleva a su “espalda”, está determinado por
muchísimas cosas, unas muy dolorosas y otras gratas, cosas que normalmente tienen que
ver con las pautas de crianza, de educación y de socialización, (como ya decíamos antes).
Allí también están aquellas personas (testigos, referentes) que dejaron huella de género por
una u otra razón. Están el padre, la madre, herman@s, abuel@s, ti@s, el sacerdote, una
religiosa, una maestra, un amigo...
Se trata entonces de trabajar sobre la incidencia grata o dolorosa que estas personas han
jugado en nuestra identidad de género y qué derroteros trazaron para constituirnos como
hombres y mujeres.
Esto implica preguntarnos: ¿cómo me sitúo yo con mi equipaje de género en mi trabajo
educativo? ¿cómo vengo trabajando el género? ¿qué características liberadoras o
deshumanizantes de género estoy involucrando en mi labor? Finalmente, ¿qué dispositivos
de género estoy transmitiendo, replicando, cuestionando, movilizando en mi vida, en mi
alumnado, en mi comunidad?
Responder a estas preguntas implica hacer una serie de rupturas, si queremos seguir
sobreviviendo en la tierra. Definitivamente tenemos que hacer rupturas radicales con los
factores de masculinidad y de feminidad dominantes. Implica, por ejemplo, que con las
personas con las que trabajamos, construyamos un consenso en torno a una bitácora de
nuevas masculinidades y feminidades.
CONCLUYENDO
Finalmente, después de este recorrido breve sobre las principales pautas de crianza y de
socialización a las que vienen siendo sometidos niños y niñas en su carrera para graduarse
de hombres o mujeres, vale concluir:
 El modelo hegemónico de masculinidad y de feminidad, es un modelo
deshumanizante.
 Es un modelo peligroso para la salud física, emocional y mental de hombres y
mujeres de todas las edades.
 Particularmente, ser este tipo de hombre tiene sus costos, es un riesgo para el
individuo, para los demás hombres y para las mujeres.
 Todavía el modelo tiene muchas formas de convocatoria y encantamiento. Películas,
propagandas y deportes, por sólo referir éstas, tienen sutiles y sofisticadas maneras
de incidir, por ejemplo, en el "alma masculina" de niños y adolescentes.
 Modificar estas pautas de crianza y de socialización es una tarea urgente.
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 El trabajo de modificación tiene múltiples puertas de entrada, una de ellas, la vía
afectiva, altamente movilizadora por cuanto reta en su máximo punto débil, toda la
estructura patriarcal.
 Este tipo de labor debe estar cada vez más en las agendas de los educadores y las
educadoras populares, en la de hombres y mujeres de iglesia, en la de quienes
investigan realidades sociales, en la de quienes seguimos soñando y haciendo
posible un mundo mejor.
BIBLIOGRAFIA
(Énfasis en masculinidad, dado que sobre feminidad la bibliografía es de fácil y amplio
acceso)
- Asturias, Laura. "Http://www.artnet.com.br" www.artnet.com.br (Lista de varios textos
sobre masculinidad)
- Badinter, Elizabeth. El X Y de la identidad masculina. Ed. Norma. Bogotá.
- FLACSO: www.flacso.cl
- Kaufman, Michael. Hombres, placer, poder y cambio. CIPAF. Sto. Domingo, 1989.
- Restrepo, Luis Carlos. El derecho a la ternura. Arango Editores, Bogotá 1994
- Ruiz, Javier Omar. El miedo a la ternura. Revista Aula Urbana. IDEP. Bogotá, septiembre
1999.
- ……… Los niños están siendo víctimas de la hombría., Memorias Asociación Afecto.
Congreso 2000. Bogotá.
WEBS: www.varones.com.ar
www.hombresigualdad.com
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