I N S T A N C I A

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PREMIO NACIONAL DE INVESTIGACIÓN “Ana Díaz Perdiguero” 2005
(Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo social y
asistentes sociales de España)
III PREMI DE RECERCA DE TREBALL SOCIAL “Dolors Arteman” 2006
(Col.legi Oficial de Diplomats en Treball social i assistents socials de
Catalunya)
TÍTULO: Trabajo social: ideología, práctica profesional y sociedad
RESUMEN: No hay pregunta más incómoda para una trabajadora social que
aquella que se le hace con más frecuencia: “¿En qué consiste el trabajo
social?”. Esta pregunta, embarazosa y un tanto irritante, es la que nos
planteamos en este trabajo, desde el análisis de factores previos a la secuencia
de intervención en trabajo social.
En primer lugar, el trabajo social es una profesión. Las primeras
trabajadoras sociales, al principio del siglo XX se denominaban a si mismas
“profesionales”, expresión que se mantiene hoy en día como sinónimo.
Profesionales porque, formadas y asalariadas, estas primeras mujeres tuvieron
que buscar un nombre a su actividad. Optaron por el de “trabajo social” porque
era una dedicación laboral con la que ganarse la vida y para la que era
necesario formarse. También lo eligieron por solidaridad y afinidad con la clase
trabajadora.
Pronto, estos estudios se incorporaron a la universidad norteamericana.
Muchos años más tarde, en las últimas décadas del siglo XX, también se
integraron en la universidad española. Con anterioridad, las primeras
“profesionales” del trabajo social se habían formado, salvo algunas
excepciones1, en escuelas religiosas de asistentes sociales, que se crean a
mediados del siglo XX, a lo largo de toda la geografía española. En nuestro
pais, la profesión tiene unos escasos cincuenta años y la disciplina cuanto
apenas una veintena de años, sin llegar todavía al siglo de permanencia en
todo el mundo2. Merece la pena resaltar su extrema juventud. Desde esta
perspectiva temporal, sus logros han sido importantes, a la vez que rápidos.
Sus expectativas de futuro también lo son, en cuanto profesión y en cuanto
disciplina.
Los fines del trabajo social son dos. El trabajo social se compromete con la
mejora de la sociedad para construir un mundo mejor, más igualitario y más
justo, para que las personas puedan vivir mejor es el primero. El segundo,
consecuencia del anterior, anhela la formación de un individuo mejor, más
comprometido con su medio y con sus semejantes pero también más activo y
1
Durante la República en Barcelona, en la Universidad Laboral de Zaragoza o en la Escuela Oficial de Madrid muchos
años más tarde
2
La Escuela de Filantropía de Nueva York se crea en 1905, en 1917 se convierte en la New York School of Social
Work, ambas como consecuencia del empeño de Mary Richmond en la formación; Social Diagnosis, de Mary
Richmond, que puede entenderse como el primer libro de metodología del trabajo social, fue publicado en 1917.
sólido en la consecución de sus propios objetivos. El trabajo social, a través de
su intervención, busca mejorar el mundo y la vida, desde criterios de justicia.
Los fines lo son en tanto en cuanto no han sido alcanzados. El trabajo social no
ha conseguido acercarse suficientemente a los cánones de una sociedad
mejor. No puede adjudicarse el éxito de los cambios sociales acaecidos a lo
largo del siglo XX ni tampoco puede contrastar una mejora suficiente en el día
a día, concreto y material, de las personas más desfavorecidas. Por todo ello,
cuando se les pregunta a las trabajadoras sociales acerca de su trabajo,
aparece algo más que incomodidad. Es un confuso sentimiento de
insatisfacción que puede tomar la forma de una respuesta abstracta y
grandilocuente, una respuesta del estilo: “crear un mundo más justo” o por el
contrario, se puede oir una respuesta pegada a la realidad, en exceso concreta,
del estilo: “ayudar a personas como las personas mayores solas, los
toxicómanos reincidentes, las mujeres solas con niños, las personas con
discapacidades, etc.”3
En segundo lugar, el trabajo social es una profesión de ayuda.
Podríamos definirlo como una profesión de ayuda en pie de igualdad con otras
profesiones. Podemos comprobar como algunas trabajadoras sociales
estudian, o han estudiado, otras titulaciones de profesiones de ayuda. (Llovet y
Usieto, 1990). Son profesoras o enfermeras que estudian posteriormente
trabajo social o al revés.
El presupuesto de esta investigación es que existen factores que ponen en
riesgo el éxito de la intervención del trabajo social, independientemente del
nivel de referencia4. Algunas de estas dificultades se deben a cuestiones de
género, aunque no sólo. El trabajo social existe por y para las mujeres pero
también las trasciende porque se organiza en torno a principios de
universalidad y de justicia.
Este trabajo se estructura en dos partes: la primera recoge el marco teórico
desde el que se organizó el trabajo de campo que se expone en la segunda.
Dedicamos los primeros puntos a la descripción de los factores de riesgo, aun
antes del inicio de cualquier intervención: la memoria y el trabajo social, con un
breve análisis de la etapa fundacional y los rituales del trabajo social y su
ausencia ocuparán el primero; el espacio que ocupa la ideología en la
intervención del trabajo social, el peso de la institución y su declive, la
percepción actual de las victimas serán objeto de los puntos dos, tres y cuatro,
manteniendo el criterio de la memoria. Los puntos cinco y seis harán referencia
específicamente a cuestiones de intervención y de género, desde una mirada
microsocial. El factor de género desde una perspectiva macrosocial se
planteará en los dos últimos puntos.
La segunda parte describe ampliamente el trabajo de campo y sus resultados.
Explicamos el procedimiento y damos voz a las trabajadoras sociales para que,
explicando en qué consiste su trabajo, planteen también sus principales
4
Individual, grupal o comunitaria.
dificultades. Realizamos siete grupos de discusión, compuestos por unas cinco
trabajadoras sociales. El número total de participantes fue de 36. En todos los
grupos, hubo participación de trabajadores sociales varones y uno fue
exclusivamente para ellos. Con sus aportaciones construimos las cuatro
categorías que se presentan: el marco de la intervención, es decir los servicios
sociales, las actitudes reactiva y proactiva, la posición de subordinación versus
legitimidad de las trabajadoras participantes y la relación entre los cuidados y
los derechos.
Finalmente, presentamos algunas conclusiones así como las referencias
bibliográficas que nos han sido provechosas.
Valencia, 1 de julio de 2006
Josefa Fombuena Valero
NºCol.: CV126
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