La Nación Economía & Negocios 10 14/9/1999 Alternativas de generación eléctrica La energía eólica espera un impulso En el mundo crece al 20% anual; la reglamentación de una ley impulsaría al sector La energía eólica ya tiene un lugar asignado en el siglo XXI. Denominada alternativa por reemplazar el uso de combustibles fósiles, la fuerza de los vientos está destinada a cumplir un rol de privilegio en el futuro, especialmente por la necesidad de mermar el volumen de poluentes que se lanzan a diario a la atmósfera. Virtuosa por no contaminar el planeta, la fabricación y venta de los sistemas construidos para aprovechar la potencia de las ráfagas dejó de ser un negocio internacional de poca envergadura. En los últimos años la expansión generó un interesante negocio mundial. Actualmente hay 35.000 turbinas eólicas funcionando en diferentes países, 40.000 personas empleadas en la industria, unos cien fabricantes de molinos, y en 1998 la comercialización de los equipos movilizó US$ 1800 millones. La eólica es la energía que más está creciendo en el mundo. "Desde 1990, crece a un ritmo del 20% anual y se prevé que para fines del 2000 operarán 20.000 megawatts", explica Christopher Flavin, del Worldwatch Institute. Aunque se realizan investigaciones en diversos lugares del planeta, Dinamarca es la cuna de las experimentaciones y del desarrollo tecnológico. De hecho, diez de las firmas estrella del mercado son danesas. En ese país hay 4900 turbinas instaladas. "El conjunto genera 1000 MW, el 7% de la electricidad que se utiliza en el país. Con este sistema redujeron un 3% las emisiones de dióxido de carbono", dice Juan Carlos Villalonga, de Greenpeace. Esto no es todo. En Dinamarca se han propuesto un objetivo específico: lograr que los vientos produzcan, en el 2030, la mitad de la energía que consumen. Para obtener ese resultado, no sólo instalan molinos sobre tierra. Están armando parques eólicos en el mar. Ya tienen dos centros piloto (Vinderby y Tuno Nob) y se preparan para seguir creciendo. El gobierno apoyó con subsidios el despegue de los proyectos y está trabajando para armar redes de energía complementarias con los recursos hidráulicos de Noruega. Planes para expandir el aprovechamiento de la energía eólica también se observan en Francia, Alemania, España, Holanda, Gran Bretaña, China e India. La Patagonia, zona ideal Y la Argentina parece ser uno de los lugares ideales para expandir esos delgados molinos con aspas alargadas y aspecto de objeto estelar. La vasta Patagonia es considerada una de las zonas más favorables del mundo; de ahí que los especialistas comenten que mucho es lo que hay por hacer para aprovechar la velocidad de los vientos sureños. A esta extensa región se suman amplias áreas de la provincia de Buenos Aires y, por supuesto, de otras áreas nacionales generosas en brisas. Los expertos aclaran que en la actualidad sólo se utilizan 13 MW, pero es posible alcanzar los 3000 MW dentro de diez años. Aún falta impulso, pero la red comienza a tomar forma. El empujón que necesita para que suceda el despegue depende de la reglamentación de la ley eólica nacional (la número 20.019), promulgada el año pasado. "Cuando esto suceda, se instalarán fabricantes extranjeros y podrán ponerse en práctica los proyectos privados", comenta Oscar Balestro, gerente general de NEG Micon, empresa danesa con oficinas en la Argentina, líder, junto a Vesta, en el circuito mundial de productores de tecnología eólica. En el ámbito local funcionan, para cooperativas eléctricas, 22 molinos eólicos importados de Dinamarca. Diez unidades están en Comodoro Rivadavia, formando el Parque Eólico Antonio Morán; el resto del equipo se distribuye en Tandil, Punta Alta, Río Mayo, Cutral-Có, Rada Tilly y Darragueira. "Las plantas de energía eólica tienen un impacto de inversión al principio, pero es muy bajo el gasto que generan a partir de la puesta en marcha (un centavo de dólar por 0,001 centavo por MW). Hay que recordar que no emplea combustible para funcionar. Por otra parte, los costos bajan en la medida en que aumenta el número de molinos instalados, ya que se distribuyen entre ellos los costos fijos", aclara Balestro. Un molino de 750 kW, instalado, cuesta US$ 750.000 y da, en la provincia de Buenos Aires, 2 millones de kW por año, potencia que sirve para alimentar el consumo de energía de unas 1400 viviendas familiares. Estudios de BTM Consult Aps, de Dinamarca, sostienen que la energía producida por el viento es cada vez más barata. "El costo por unidad de energía eólica es el mismo que en las nuevas centrales térmicas de carbón equipadas con filtros para el humo: aproximadamente cinco centavos de dólar por kW para un emplazamiento medio europeo", concluye el informe. En cuanto a las aplicaciones, las posibilidades son amplias. "Van desde los pequeños generadores para brindar suministro eléctrico a instalaciones de bajo consumo en sitios donde la red eléctrica comercial no llega, hasta los grandes parques para la generación de electricidad a ser entregada a redes de distribución", según un trabajo efectuado por Greenpeace. En la Argentina, donde entre 2,5 y 3 millones de personas no poseen servicio eléctrico alguno, la fuerza del viento puede ser una alternativa real. María Teresa Morresi Línea directa al sol La energía solar también experimenta un momento de crecimiento en el país. Si bien aún es mucho lo que queda por hacer, la actividad está encaminada, incluso expandiéndose. Kyocera International de Japón, líder en el mercado de cerámicas industriales, semiconductores, componentes eléctricos, impresoras y equipos de telecomunicaciones, acaba de adquirir Solartec, la empresa creada en 1981 por el ingeniero José Emilio Salgado. Solartec produce 18.000 unidades anuales (la planta industrial está en La Rioja), importa equipos y factura US$ 9 millones por año. No por casualidad Kyocera adquiere la empresa argentina. Su división energía solar opera la mayor planta de producción de paneles fotovoltaicos del mundo, con una capacidad instalada de 36 megavatios anuales. Solartec ha colocado paneles en escuelas de todo el territorio nacional, establecimientos rurales, poblaciones dispersas y viviendas alejadas de la red convencional. También vende sus servicios a empresas de telecomunicaciones instaladas en el país. Los paneles solares se abren paso en el mundo. En Japón, por caso, se usan en reemplazo de techos de edificios; muchas aldeas africanas tienen luz gracias a la tibieza del sol y crecen las propuestas de sistemas de construcción basados en su aprovechamiento.