Las actuaciones de advertencia y los requerimientos de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO* «Al visitar los inspectores una industria ó centro de trabajo señalarán las transgresiones de la ley que notaren, empleando el sistema persuasivo solamente por una vez, si puede, a su juicio, dar resultado, instruyendo al patrono ó jefe de la industria en sus deberes y obligaciones, asegurándose así que al continuar las infracciones hay resistencia o mala fe». (Artículo 46 del Reglamento para el servicio de inspección del trabajo, aprobado por el Ministerio de la Gobernación el primero de marzo de 1906 y publicado en la Gaceta de Madrid, domingo, 4 marzo 1906). 1. INTRODUCCIÓN poder público con el fin de garantizar el cumplimiento de la normativa laboral»1. F recuentemente la actividad de la Inspección de Trabajo, se identifica exclusivamente con la amenaza de que cometida una infracción ordinariamente realizada por empresas, trabajadores o beneficiarios de prestaciones, se impone a continuación una sanción, una multa, un castigo pecuniario en definitiva, a causa del incumplimiento de la normativa social que pueda afectarles. Esta visión refleja sólo un aspecto de la actuación inspectora. Por el contrario, la labor que desempeña es mucho más ambiciosa, y así podemos entender la Inspección de Trabajo como «la institución creada por el * Doctor en Derecho. Profesor Asociado de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Subinspector de Empleo y Seguridad Social. Si se analiza con detenimiento cuál es la misión de la Inspección de Trabajo, el artículo 1.2 de la Ley 42/1997, de 14 de noviembre, de Ordenación de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social (Ley 42/1997), explica que se trata de un servicio público al que corresponde diversas funciones, la primera, ejercer la vigilancia del cumplimiento de las normas de orden social y exigir las responsabilidades pertinentes, la segunda, más cercana a la naturaleza educativa la constituye el asesoramiento y, en su caso, arbitraje, mediación y conciliación. Todo ello, de conformidad con los principios del Estado social y democrático de 1 MONTOYA MELGAR, A., Derecho del Trabajo, 28ª edición. Editorial Tecnos. Madrid, 2007, pág. 247. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 139 ESTUDIOS Derecho que consagra la Constitución española y con los Convenios números 81 y 129 de la OIT. Esa primera función de la misión de la Inspección de Trabajo, puede resumirse en la vigilancia del cumplimiento de la normativa social, lo cual no significa necesariamente que cuando se detecte una conducta tipificada como infracción deba ser sancionada, idea que quisiera que flotara a los largo del presente comentario. En otras palabras, la comisión de una infracción tipificada como tal no implica la automática imposición de sanción, pese a que esto será lo más frecuente. Y es que «la tarea fiscalizadora del ordenamiento jurídico-laboral y el control de la existencia de unas condiciones de trabajo seguras no siempre exigen el ejercicio por el Estado de su potestad punitiva»2. En consecuencia, se le otorga a la Administración la posibilidad de no imponer una sanción pese a que concurran hechos recogidos como punibles, tomando como criterio de valoración la razonabilidad o la conveniencia del caso3. La actuación inspectora requiere el estudio de cada caso concreto. Es preciso un diagnóstico de la situación fruto de la actividad investigadora del funcionario actuante para que a continuación adopte la decisión, en forma de propuesta que entienda más acorde con el espíritu de la norma por la que se rige. Sin embargo, es verdad que si no existen otras circunstancias de relevancia, cometida la infracción procede la propuesta de la correspondiente sanción. Pues bien, entre las actuaciones que puede adoptar el funcionario actuante de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, conforme a la normativa que le es aplicable (artículo 7 apartados 1, 2, 3 y 8.4 de la Ley 42/1997) las tres primeras no se refieren al inicio de procedimiento sancionador alguno, sino que aluden a medidas dirigidas a advertir al sujeto responsable sobre la incorrección de su conducta, así como a requerirle a fin de que adopte las medidas precisas para que corrija la misma y de ese modo se cumpla la normativa, en especial cuando se refiere a disposiciones en materia de la salud o seguridad de los trabajadores y todo ello, en lugar de iniciar un procedimiento sancionador. Lo que dice mucho de la prioritaria misión de la Inspección de Trabajo, consistente no tanto en la propuesta de sanciones o liquidaciones de cuotas sino en reconducir a los protagonistas de la normativa social hacia su cumplimiento, debiendo emplearse la medida más acorde que se considere por quien deba aplicar la norma según las comprobaciones realizadas. Así se ha venido actuando desde el principio de la creación de la Inspección de Trabajo. En efecto, en aquellos años, «ese sistema persuasivo, del que todavía hoy quedan ecos legales (como son las advertencias y requerimientos), el inspector podía optar por instruir –de nuevo la función educativa de la Inspección de Trabajo– al patrono o jefe de la industria en sus deberes y obligaciones, asegurándose así que al continuar las infracciones hay resistencia o mala fe4. Al infractor meramente ignorante y no doloso se le daba pues, la oportunidad de conocer sus deberes y cumplirlos con solicitud»5. Por tanto, cuando el citado artículo 7 de la Ley 42/1997, prevé que «los inspectores de trabajo y Seguridad Social, finalizada la actividad comprobatoria inspectora, podrán adoptar las siguientes 4 2 GAMEZ OREA, M., «Actas de advertencia-requerimientos y órdenes de la Inspección de Trabajo», Actualidad Labora, núm. 43, 1993, pág. 787. 3 Cfr. DE VAL ARNAL, J. J., Comentario sistemático al texto refundido de la Ley de Infracciones y Sanciones en el Orden Social y normas concoirdantes (artículo 49). Editorial Comares, Albolote, 2005, pág. 666. 140 Artículo 46 del Reglamento para el servicio de Inspección del Trabajo, aprobado por el Ministerio de la Gobernación el primero de marzo de 1906. 5 MONTOYA MELGAR, A., «La Inspección de Trabajo: orígenes de una institución centenaria». Primer Centenario de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. Publicación Conmemorativa. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2006, pág. 362. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO medidas...», no establece criterios obligatorios, sino optativos6, que se desdoblan en la propuesta de sanciones o en la formulación de advertencias o requerimientos. En síntesis, detectada la infracción tipificada por la norma, dos son los caminos que pueden adoptarse, la advertencia y/o requerimiento para que se corrija la conducta antijurídica o bien, el inicio de un procedimiento sancionador y de liquidación de cuotas a la Seguridad Social o, sólo éste último. Del primero de los caminos versarán las páginas que siguen a continuación. Se intentará responder a la cuestión fundamental que insinúa el artículo 7.1 Ley 42/1997, cuando prevé como primera medida derivada de la actividad inspectora la de «advertir y requerir al sujeto responsable, en vez de iniciar un procedimiento sancionador, cuando las circunstancias del caso así lo aconsejen». Y viene el núcleo gordiano de mi planteamiento ¿A qué circunstancias se refiere? 2. CONCEPTO DE ADVERTENCIA Y DE REQUERIMIENTO Antes de acometer el análisis acerca de la conveniencia de requerir o advertir a los sujetos objeto de comprobación por la Inspección de Trabajo, parece oportuno delimitar, el significado de los requerimientos y advertencias. El Diccionario de la Lengua Española de la RAE, en una de sus acepciones, la que me parece más ajustada, define el término advertir como «llamar la atención de alguien sobre algo, hacer notar u observar», también, «avisar con amenazas», o más suavemente, «aconsejar, amonestar, enseñar, prevenir». Quizá, las advertencias de la Inspección tienen un poco de todas estas acepciones, en el sentido de que se notifica al sujeto infractor de que ha 6 Cfr. MATEOS BEATO A. y GONZÁLEZ DE LENA, F., «El Texto Refundido de la LISOS. Orígenes orientaciones y contenidos», Relaciones Laborales, núm. , pág. 87. infringido la norma, pero que si adopta las medidas que se le indican no será sancionado. Es un aviso de que realice una determinada conducta con la amenaza de que si no la cumple será sancionado. El diccionario parece más explícito cuando define el término requerir, como «avisar o hacer saber algo con autoridad pública», que sería la expresión referida al momento en que una vez comprobada la irregularidad se le comunica al infractor cuál debe ser la conducta que debe adoptar para que corrija su situación irregular. También aparece en el diccionario otra acepción que refleja otra de las manifestaciones de la actuación inspectora, común a cualquier inspección, y es, «reconocer o examinar el estado en que se encuentra algo». Se trata de las primeras actuaciones de investigación de la inspección que tienen por objeto el conocimiento de la situación del sujeto inspeccionado, que constituyen otra vertiente de la actuación inspectora a la que me referiré más adelante, pero que no constituye en esencia el objeto del presente estudio. Si hubiera que elegir entre la utilización terminológica de la palabra «advertencia» o «requerimiento», parece éste último el más apropiado, y el que viene a sustituir las antiguas «actas de advertencia» reguladas en la anterior normativa7. 7 El artículo 8 de la Ley 39/1962 de 21 de julio, de Ordenación de la Inspección de Trabajo (BOE del 23), establecía que «en el supuesto de que la infracción consista en simple inobservancia de exigencias o requisitos fácilmente subsanables de los que no puedan derivar daños ni perjuicios inmediatos para los trabajadores ni para terceros, la inspección de Trabajo podrá extender acta de advertencia, en la que consignará las faltas o defectos comprobados, así como las medidas que por el presunto culpable de la infracción habrán de adoptarse para que se subsanen dentro del plazo que a tal efecto se le señale, bajo apercibimiento de que si no se corrigiesen dentro del mismo se procederá a extender la correspondiente acta de infracción. El acta de advertencia, bajo tal denominación, se formalizará mediante diligencia en el Libro de Visitas de la Inspección de Trabajo». REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 141 ESTUDIOS Asimismo, la advertencia y el requerimiento se diferencian de la recomendación en que en las dos primeras, el inspector sí llegó a constatar la infracción, mientras que en la recomendación únicamente supone un comentario un consejo vista la situación de la empresa. Si bien entiendo, que son dos actuaciones con matices diferentes: el requerimiento en sí, pretende que el sujeto responsable corrija en un plazo determinado por la Inspección ciertas irregularidades, mientras que la advertencia, supone un aviso de que se ha comprobado la irregularidad, que no es posible subsanar por su propia naturaleza, pero que en determinadas condiciones es posible advertir en lugar de proponer la sanción, ya sea de palabra o mediante diligencia escrita en el Libro de Visitas de la empresa, indicando que la conducta que se ha comprobado, no debe volverse a repetir. De modo que cuando esa misma empresa sea objeto de una nueva inspección, haya constancia de la existencia de un precedente que puede ser tenido en consideración a los efectos de optar por promover un expediente sancionador en lugar de la advertencia a causa de la reiteración en la conducta irregular de la empresa. En definitiva, la advertencia excluiría la propuesta de sanción inmediata, mientras que en el requerimiento, la citada propuesta estaría a expensas del cumplimiento del mismo. 3. COMPETENCIA EN LA ADOPCIÓN DE ADVERTENCIAS Y REQUERIMIENTOS La facultad para efectuar advertencias y requerimientos, en lugar de promover un expediente sancionador es competencia de los funcionarios de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social y más concretamente del Cuerpo Superior de Inspectores de Trabajo y Seguridad Social y del Cuerpo de Subinspectores de Empleo y Seguridad Social, de acuer- 142 do con la normativa que les son aplicables, concretamente respecto del primero de los colectivos citados, artículo 7.1 Ley 42/1997, artículos 7.1.6º y 25 del RD 138/2000 y respecto al Cuerpo de Subinspectores, artículo 8.4 Ley 42/1997, 8.1.4ª RD 138/2000. El artículo 11.5 RD 928/1998, se refiere a ambos cuerpos de inspección, al aludir al «funcionario de la Inspección». 4. CIRCUNSTANCIAS QUE ACONSEJAN LA ADVERTENCIA Y REQUERIMIENTO En el momento presente no conozco si existe alguna estadística sobre la proporción entre el inicio de la actuación inspectora a través de medidas de advertencia y requerimiento o mediante procedimiento sancionador cuando se comprueba la comisión de una conducta tipificada como infracción del orden social. No obstante, pese a que la primera de las medidas que puede adoptar el funcionario de la Inspección de Trabajo ante la comisión de infracciones consiste en advertir y requerir al sujeto responsable, la realidad diaria nos demuestra que en la gran mayoría de los supuestos la vía por la que opta es la que figura en el apartado 4 del artículo 7 de la Ley 42/1997, es decir, iniciar el procedimiento sancionador mediante extensión de actas de infracción, de infracción por obstrucción, así como de expedientes de liquidación. Con ello parece que lo ordinario, lo más común es que una vez detectada la infracción se proponga la sanción correspondiente. Frente a ella de nada sirve que el sujeto infractor subsane la conducta irregular detectada por la Inspección8. Únicamente en algunos supuestos sería posible advertir y 8 Cfr. D ÍAZ R ODRÍGUEZ, J. M., Actas, informes, y requerimientos de la Inspección de Trabajo Editorial Lex Nova, Valladolid, 2004, pág. 175. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO requerir, en lugar de promover la sanción que pudiera corresponder al sujeto responsable. En ese sentido, el artículo 7.1 de la Ley 42/1997 propone al funcionario actuante la posibilidad de «advertir y requerir al sujeto responsable, en vez de iniciar un procedimiento sancionador», pero añade que tal posibilidad sólo es posible «cuando las circunstancias del caso así lo aconsejen». Lo que indica que se trata de supuestos excepcionales, pues lo ordinario será la sanción de la conducta infractora. Y es que, se percibe que desde la ley se intenta, en determinadas circunstancias, que las normas laborales se cumplan sin tener que recurrir a las propuestas de sanción, requiriendo al sujeto inspeccionado para que en un plazo determinado subsane las irregularidades detectadas9. Llegados a este punto, importa conocer los supuestos que constituyen excepción a la medida sancionadora. Sin embargo, la decepción es grande porque no se prevé en ninguna disposición reguladora sobre el procedimiento de actuación de la Inspección de Trabajo qué supuestos son los que podrían dar lugar a la advertencia y requerimiento en lugar de promover la sanción correspondiente, tan sólo una lacónica y genérica remisión a las circunstancias del caso. Y es que, si se hubiera querido determinar a priori, cuando se debe realizar una propuesta de sanción o un requerimiento, es lógico pensar que se habrían introducido elementos reglados, por un lado, y se obstaculizaría una posible actuación arbitraria de los funcionarios de la Inspección facilitando su control10, pero sobre todo, entiendo que se evitarían posibles dudas en la actuación inspectora, obteniéndose una mayor seguridad jurídica tanto para el funcionario actuante como para el administrado. Por tanto, deben definirse claramente los límites a que está sometida la discreciona- 9 Ibidem, pág. 64. Cfr. DÍAZ RODRÍGUEZ, J. M., Actas, informes, y requerimientos de la Inspección de Trabajo, ob. cit., pág. 181 y 204. 10 lidad, de forma que los funcionarios de la Inspección, puedan contar con el apoyo necesario cuando adopten sus decisiones11. Ante el silencio de la normativa, no existiría inconveniente en que la circunstancia –que entiendo debe ser excepcional–, a la que alude el artículo 7.1 Ley 42/1997 se determine por el funcionario actuante según su propio juicio, basándose en diversos criterios como pudieran ser, el peligro de que la imposición de la sanción pudiera derivar en mayor gravedad o peligro, en especial respecto a quien ha sufrido la conducta infractora, ordinariamente del empresario o, si de forma directa perjudica gravemente a los trabajadores. O también, por un manifiesto error en la comisión de la infracción. Error que deberá ser acreditado fehacientemente y en la medida de lo posible en forma documental para que exista constancia12. Otra circunstancia que podría contemplarse sería la omisión en la cumplimentación de requisitos documentales, siempre que se acredite que hubo intención de cumplir con lo preceptuado en la normativa. Muy similar al anterior podría ser objeto de requerimiento, algo que se contemplaba en la normativa anterior, según la cual para extender las entonces conocidas como «actas de advertencia» debía darse la circunstancia de que «la infracción consista en simple inobservancia de exigencias o requisitos fácilmente subsanables (y que no hubiera causado) daños ni perjuicios inmediatos para los trabajadores ni para terceros» (artículo 8 11 Cfr. WOLFGANG VON RICHTHOFEN, La Inspección de Trabajo. Guía de la profesión. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Colección Informes OIT, núm. 65. Madrid, 2003, pág. 186. 12 Un claro y remoto precedente, se encuentra en el artículo 63 del Reglamento para el servicio de inspección del trabajo, aprobado por el Ministerio de la Gobernación el primero de marzo de 1906, al establecerse, que «no se aplicará la multa cuando la infracción tenga por causa error de hecho, independiente de la voluntad del patrono y su representante, cuando lo hubiere. Este error debe ser demostrado con pruebas bastantes por el patrono al Inspector que debe apreciarlo». REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 143 ESTUDIOS del Decreto 1860/1975, de 10 de julio). Asimismo, cuando la cuantía de la sanción sea desproporcionada, hasta tal punto que de ello se deriven perjuicios de difícil reparación, en especial si repercute directa o indirectamente sobre los trabajadores. O, al contrario, quizá podría considerarse la advertencia, en lugar de la propuesta de sanción, cuando se trata de cuantías económicas pequeñas pero que, sin embargo, pueden hacer mucho daño al prestigio de la empresa. Tampoco sería descartable la buena actitud y predisposición concretada en colaborar a los requerimientos de la Inspección. No sería objeto de advertencia y requerimiento, el mero desconocimiento de la normativa, pues el Código Civil ya advierte, que la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento. Circunstancia ésta –la ignorancia–, por otro lado difícil de acreditar. Además ante la comisión de una infracción siempre cabría alegar el desconocimiento del precepto que le obliga o le impide realizar una conducta concreta. A pesar de ello, quizá debiera considerarse situaciones excepcionales de ignorancia «invencible», en el sentido de valorar aquellas circunstancias debidamente acreditadas en la que el sujeto infractor se encuentre indefenso porque a pesar de la comisión de un infracción tipificada en la norma, sin embargo atendiendo a sus circunstancias personales o profesionales, no tuvo ocasión o posibilidad de conocer su gravedad. Se trata de un supuesto, ya digo excepcional dentro de la propia excepcionalidad de las actuaciones de advertencia o requerimientos. Tengo la convicción que el ejercicio de la profesión diaria en las labores de inspección descubrirá en quienes la ejercen, un amplio abanico de situaciones que podrían derivar en meras advertencias o requerimientos, en lugar de iniciarse con un procedimiento sancionador. La cuestión es que tal posibilidad queda abierta siempre que lo aconsejen las circunstancias y no se deriven perjuicios directos a los trabajadores. 144 5. CONDICIONES PARA LA ADOPCIÓN DE ADVERTENCIAS Y REQUERIMIENTOS Tanto la Ley 42/1997 y su norma reglamentaria el Real Decreto 138/2000, de 4 de febrero, por el que aprueba el Reglamento de Organización y Funcionamiento de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, como el Real Decreto Legislativo 5/2000, de 4 de agosto, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social (LISOS) y el Real Decreto 928/1998, de 14 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento General sobre procedimientos para la imposición de sanciones por infracciones del orden social y para los expedientes liquidatorios de cuotas de la Seguridad Social (BOE de 3 de junio), prevén las condiciones en que puede adoptarse actuaciones de advertencia y de requerimiento con carácter general, y específicamente en materia de prevención y riesgos laborales, que se contemplan, en el artículo 43 de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales. En todos ellos, se conciben las actuaciones de advertencia y requerimiento como una alternativa a la promoción de expedientes sancionadores. Así se desprende de la lectura del artículo 7.1 Ley 42/1997, de los artículos 7.6º y 8.4º del RD 138/2000, así como del artículo 49 LISOS y su desarrollo reglamentario concretado en el artículo 11.5 del RD 928/1998. Los dos últimos preceptos citados presentan, a mi modo de ver, de forma más acabada las condiciones exigidas que ya se enuncian en las otras normas, por lo que me atendré a lo que en aquéllos se dicte. En el concierto internacional, la norma sobre la que se apoya la actuación en materia de advertencia de la inspección es fundamentalmente el artículo 17.2 del Convenio 81 de la OIT, adoptado el 11 de julio de 1947, relativo a la Inspección del Trabajo en la industria y el comercio, ratificado el 14 de enero de 1960, en donde se establece, que «los inspec- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO tores del trabajo tendrán la facultad discrecional de advertir y de aconsejar, en vez de indicar o recomendar un procedimiento». Y es en esta norma internacional donde quizá se encuentra la pista acerca del catálogo de circunstancias a considerar, que se resumen en el criterio del inspector. Así debe entenderse la discrecionalidad que prescribe el precepto13. Por otro lado resultan algo suaves las expresiones empleadas «indicar» o «recomendar» un procedimiento (se entiende sancionador) que traducido a nuestro lenguaje se refieren a la actividad de «proponer» o «promover» expedientes sancionadores. En efecto, conviene precisar que requerir, no significa aconsejar, ni sugerir, ni recomendar; el requerimiento de la Inspección de Trabajo supone instar al sujeto inspeccionado para que lleve a cabo una determinada actuación, cuyo incumplimiento podría acarrearle consecuencias negativas, en forma de sanción14. El artículo 22.2 del Convenio 129 de la OIT relativo a la Inspección del Trabajo en la agricultura, resulta más cercano a nuestra terminología administrativa cuando prevé que «los Inspectores del trabajo tendrán la facultad de advertir y de aconsejar, en vez de iniciar o recomendar el procedimiento correspondiente». Sin embargo, se olvida de darle el carácter alternativo sobre el inicio de otro procedimiento y sin argumentar la base en la que se sustenta tal facultad de «advertir» y «aconsejar». Trasladado al ámbito jurídico interno, el artículo 49 LISOS, entre las actuaciones que puede adoptar la Inspección, se encuentra la de «advertir y aconsejar, en vez de iniciar un procedimiento sancionador», con lo que parece que ambas acciones se encuentran cercanas entre sí, si no equiparables. 13 Sobre este aspecto de la discrecionalidad en las actuaciones inspectoras se tratará con más detalle en el siguiente epígrafe. 14 Cfr. DÍAZ RODRÍGUEZ, J. M., Actas, informes, y requerimientos de la Inspección de Trabajo, cit., pág. 173. Dejando a un lado la cuestión de los elementos terminológicos (no demasiado claros) y de las circunstancias (ya analizadas) que puedan ser tenidas en cuenta para advertir o requerir en lugar de promover un expediente sancionador, suficientemente examinadas y de las que, a falta de una enumeración por la norma, se han ofrecido algunos ejemplos, conviene analizar las condiciones concretas que deben tenerse en cuenta para inclinarse por la opción del requerimiento o advertencia al sujeto infractor: La primera, exige «que no se deriven daños ni perjuicios directos a los trabajadores» (artículo 49 LISOS)15. No se concreta el significado de hasta qué punto se deben entender el perjuicio como «directo». Si ese perjuicio se refiere a un daño actual o futuro o si el perjuicio podría venir dado por un tercero. En todo caso, quien determina la existencia del daño o perjuicio directo o indirecto, en principio deberá ser el Funcionario actuante quien deberá valorar la incidencia del perjuicio sobre un tercero, que la norma lo identifica exclusivamente con los trabajadores. Quizá en este punto, se podía haber ampliado el abanico de posibles perjudicados, tales como, beneficiarios de prestaciones, familiares y asimilados a trabajadores y, en general personas cercanas al ámbito del sujeto infractor. La segunda condición se refiere a la forma en que deberá realizarse la advertencia, y así: «tal advertencia o requerimiento se comunicará por escrito o mediante diligencia en el Libro de Visitas al sujeto responsable16, seña- 15 Expresión reiterada en los artículos 7.1 de la Ley 42/1997, y 11.5 del Real Decreto 928/1998. 16 Entre las diligencias que a título ejemplificativo pueden incorporarse en el Libro de Visitas en forma de diligencia pueden ser: «los bloques de materias que se pretenden examinar o que han sido objeto de examen y comprobación; la referencia al requerimiento de presentación de documentación con o sin comparecencia del sujeto, en su caso; la reseña de las providencias adoptadas, si las hubiere; los requerimientos de subsanación o de pago que se efectúen; la reseña de las medi- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 145 ESTUDIOS lando las irregularidades o deficiencias apreciadas con indicación del plazo para su subsanación bajo el correspondiente apercibimiento», siempre, claro está, que exista esa posibilidad de subsanación de la irregularidad cometida. Y es que, en algunos supuestos no es posible subsanar la irregularidad, por lo que, entiendo que bastaría con aplicar el apercibimiento –advertencia–, de una futura propuesta de sanción en el caso de reiteración en la conducta infractora del sujeto responsable. Quizá tenga más éxito esta conducta persuasiva, que si directamente se realiza una propuesta de sanción, y probablemente tendrá un efecto más duradero, una vez que el Inspector haya abandonado la empresa17. Es posible, por tanto, materializar la advertencia optando por una comunicación escrita dirigida al sujeto responsable, que anteriormente era regulada como acta de advertencia, o bien, mediante una simple diligencia en el Libro de Visitas. Así pues, basta con una de las dos posibilidades que ofrece el precepto18. Se dice a continuación das cautelares que llegaran a adoptarse; las circunstancias significativas que pudieran servir de antecedente para futuras acciones comprobatorias ante el mismo sujeto, si las hubiere (art. 14.2 Ley 42/1997); la concurrencia de irregularidades o incumplimientos con, al menos una sucinta identificación de las mismas; o, en su caso, la referencia a cualquier otra circunstancia concurrente o que convenga sea u objeto de apreciación cuando se estime de interés o se entienda de utilidad para la prosecución de actuaciones o para eventuales procedimientos posteriores, así como cualquier otra mención a hechos y circunstancias de interés al caso concreto» (Criterios Técnicos sobre la utilización del Libro de Visitas de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social por los Funcionarios del Sistema CT 26, de fecha 10-2-2000, pag. 4. 17 WOLFGANG VON RICHTHOFEN, La Inspección de Trabajo. Guía de la profesión. ob. cit. pág. 160. 18 Si bien, parece recomendable la diligencia en el Libro de Visitas, pues como afirma SÁNCHEZ-TERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el Orden Social, Editorial Lexnova, Valladolid, 2007, pág. 134, «la diligencia en el Libro de 146 que en el escrito (sea comunicación o diligencia en el Libro de Visitas) debe hacerse constar la irregularidad o deficiencias así como el plazo para su subsanación. A este respecto, las advertencias y requerimientos deben expresarse de forma clara en el Libro de Visitas, y el plazo, en el caso de que se requiera para la subsanación de deficiencias, debe ser congruente, es decir que sea razonable y suficiente19. La tercera condición se refiere a la obligación de dar «cuenta de sus actuaciones a la autoridad laboral competente» (artículo 49 LISOS)20. No resulta suficientemente claro quién es en este caso la autoridad laboral, habida cuenta que desde el principio del artículo se refiere a la «Inspección de Trabajo y Seguridad Social». Quien realiza las actuaciones son los Inspectores o Subinspectores siendo en algunas materias autoridad laboral el propio Jefe de Inspección pero también lo son los Inspectores de Trabajo, mientras que en otras sería la Delegación o Subdelegación del Gobierno o el órgano correspondiente de la Comunidad Autónoma en donde se encuentre la Inspección de Trabajo. Hubiera sido más claro aludir, como hace el artículo 11.5 RD 928/1998, al «funcionario actuante», en Libro de Visitas, desde un punto de vista pragmático, es más ágil y eficaz administrativamente, desde el momento que queda clara constancia documental de la recepción por la empresa o sujeto requerido». Más concretamente, véanse los Criterios Técnicos sobre la utilización del Libro de Visitas de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social por los Funcionarios del Sistema CT 26, cit., pág. 11. 19 Cfr. SÁNCHEZ-TERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el Orden Social, ob. cit., pág. 139. 20 Condición que se omite en el artículo 11.5 del RD 928/1998, de 14 de mayo, lo que resulta algo sorprendente que un reglamento de procedimiento no establezca una condición, que sin embargo, sí se contempla en la LISOS. Sucede lo contrario, en cambio con la indicación del plazo, para subsanar las deficiencias, que no se contempla en el RD 928/1998 y no aparece en la LISOS. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO cuyo caso parece que no existiría duda de que la autoridad laboral competente será el propio Jefe de Inspección. 6. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA EN LAS ACTUACIONES DE LA INSPECCIÓN DE TRABAJO Una vez analizadas las circunstancias y las condiciones que pueden dar lugar a la formulación de advertencias y requerimientos que realizan los Inspectores y Subinspectores, queda por determinar cómo debe actuar el Funcionario actuante, a la vista de criterios generales, como los examinados en el artículo 7.1 Ley 42/1997 o el artículo 49 LISOS. Pues bien, esa posibilidad actualizada de adoptar decisiones que no se encuentran marcadas de forma expresa por una sola norma, es lo que en técnica jurídica se ha dado en llamar acto discrecional de la actuación inspectora. Se trata de una clara manifestación de discrecionalidad administrativa 21, ya que, la norma no delimita unas reglas de actuación sobre cuándo se debe promover una sanción y cuándo puede formularse el requerimiento por el mismo hecho, sino que tan sólo concreta las circunstancias que deben ser tenidas en cuenta para que el funcionario de la Inspección opte por una de ellas, ya que lo que de verdad resulta determinante es su propia valoración subjetiva, su percepción de las circunstancias sobre la adopción de la medida más adecuada. Medida de la que se podrá estar de acuerdo o no, pero su decisión habrá sido lícita a menos que haya contravenido el ordenamiento jurídico de forma clara22. Esa decisión que finalmente adopta el funcionario, si se pretende que tenga cierta consistencia debe estar razonada, en el sentido que ha de estar basada en argumentos sólidos que justifiquen la decisión de advertir o requerir, lo que en términos jurídicos se denomina «motivación». La motivación –pese a no figurar como una de las condiciones expresas para realizar advertencias o requerimientos–, resulta ser un elemento esencial que debe acompañar a todo requerimiento o advertencia, pues si bien en la mayoría de las ocasiones, sustituyen el inicio de expedientes sancionadores, y por ello siempre serán bienvenidos, en ocasiones sobre todo cuando no se justifica suficientemente podría suponer para el sujeto inspeccionado una carga que no se acierta a comprender. Por tanto, el Funcionario de la Inspección debe motivar adecuadamente los requerimientos, basándose en el cumplimiento de la norma aplicable y no en otras cuestiones que nada tengan que ver con la correcta aplicación de la norma. Es la diferencia entre una actuación discrecional de la Administración y un acto de carácter arbitrario sin motivación en la que se fundamente la advertencia o el requerimiento. No basta, por tanto, que exista una discrecionalidad mayor o menor, es fundamental que los responsables de los servicios velen por que esa discrecionalidad sea ejercida de forma coherente23. Y es que, si la motivación del requerimiento es coherente, le dota de argumentos y supone una garantía elemental del derecho de defensa del administrado24. En síntesis, cabría afirmar que la discrecionali- 22 21 En esencia, como señala, DÍAZ RODRÍGUEZ, J. M., Actas, informes, y requerimientos de la Inspección de Trabajo, ob. cit., pág. 201, «la discrecionalidad administrativa supone que no existe una decisión que la Administración deba tomar como consecuencia de elementos reglados y que, en cambio, son varias las decisiones posibles y la Administración debe elegir una». Cfr. DÍAZ RODRÍGUEZ, J. M., Actas, informes, y requerimientos de la Inspección de Trabajo, ob. cit., págs. 199 y nota 19 en pág. 202. 23 WOLFGANG VON RICHTHOFEN, La Inspección de Trabajo. Guía de la profesión. ob. cit. pág. 159. 24 Cfr. DÍAZ RODRÍGUEZ, J. M., Actas, informes, y requerimientos de la Inspección de Trabajo, cit., pág. 203. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 147 ESTUDIOS dad que se predica de los funcionarios de la Inspección cumple su función cuando sus actuaciones –en especial las advertencias y requerimientos–, son motivadas y éstas son coherentes. 6.1. Discrecionalidad y autonomía del Inspector En ocasiones se ha hablado acerca de la independencia de los Inspectores de Trabajo y Seguridad Social25. Expresión que debería matizarse, pues los Inspectores de Trabajo no son independientes como pudieran serlo los jueces, ya que aquellos son funcionarios públicos sujetos al Estatuto de la Función Pública, y la actuación de la Administración Pública debe ir dirigida al servicio de los intereses generales, operando en régimen de jerarquía y de coordinación, según el artículo 103.1 de la Constitución, lo que supone una unidad de dirección, de criterio y de impulso, de acuerdo con las correspondientes normas administrativas de aplicación26. Si acaso, es verdad, que de acuerdo con su situación jurídica y condiciones de servicio se les debe garantizar la «independencia técnica, objetividad e imparcialidad que prescriben los Convenios 81 y 129 de la OIT». En efecto, el artículo 24 del RD 138/2000, prevé que los Inspectores disponen de la autonomía técnica y funcional que se reconoce en la Ley, que «se fundamenta en la objetividad y rigor técnico de cada actuación, en el respeto a los principios de eficacia y jerarquía que se materializan en las instrucciones y criterios técnicos establecidos» en la Ley. Por tanto, de los Inspectores puede predicarse su autonomía técnica y funcional, pero en ningún caso su independencia. 25 Sobre esta cuestión, VÁZQUEZ MATEO, F., «Algunas consideraciones en torno a la independencia de la Inspección de Trabajo», Relaciones Laborales, núm. 18, 2005, págs. 17-32. 26 Cfr. MINONDO SANZ, F. J., Fundamentos de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Madrid, 2000, pág. 143. 148 Pues bien, una manifestación de la discrecionalidad administrativa en la actuación de los Inspectores de Trabajo, es la posibilidad de mutar la propuesta de sanción por una advertencia o un requerimiento. Y ello es posible, en fin, porque disponen de «la autonomía técnica y funcional», que se reconoce en el artículo 6 de la Ley 42/1997. En consecuencia, si no existen parámetros objetivos que guíen al actuante, deberá ser su propio criterio atendiendo a las circunstancias del caso (autonomía técnica) el que decida sobre la adecuada toma de decisión, pues como la experiencia demuestra en muchas ocasiones, la defensa de los derechos de los trabajadores resulta más factible, cuando se toman medidas que compelen al empresario a corregir o a realizar una determinada conducta, que mediante sanciones que por sí mismas no pueden restablecer en modo alguno la conculcación de derechos de los trabajadores27, en cambio, el sujeto infractor queda agradecido cuando no ha sido sancionado y cumple el contenido de la advertencia o requerimiento28. En este sentido, es verdad que la legislación vigente amplía el margen de discrecionalidad administrativa, flexibilizando al mismo tiempo la propuesta de actas de infracción en aquellos incumplimientos de poca entidad29. 7. NATURALEZA JURÍDICA DE LA ADVERTENCIA Y DEL REQUERIMIENTO 7.1. Acto declarativo de apercibimiento Si bien tanto la advertencia como el requerimiento no son actos sancionadores, al no 27 En el mismo sentido, PÉREZ-ESPINOSA SÁNCHEZ, F., Las infracciones laborales y la Inspección de Trabajo. Editorial Montecorvo S. A., Madrid, 1977, pág. 215. 28 Cfr. SÁNCHEZ-TERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el Orden Social, ob. cit., pág. 136. 29 Cfr. SEMPERE NAVARRO, A. V., coordinador (VVAA) . Derecho sancionador público del Trabajo. Colex, Madrid, 2001, pág. 352. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO derivarse pena económica alguna, sí tienen la naturaleza de una medida cautelar o de seguridad, pues su fin es el de requerir a la empresa para que adopte la medida necesaria que corrija una situación irregular. El requerimiento es un acto declarativo de apercibimiento y de aviso, con eventual fijación de un plazo mediante el cual el inspector actuante hace saber a la empresa que tiene una deficiencia y debe remediarla, haciéndolo con toda la autoridad que le invisten la leyes. Es el requerimiento un acto que no impide el inicio de cualquier procedimiento posterior, y que sólo puede condicionarlo como circunstancia concurrente, ni produce indefensión o perjuicio irreparable, pues no impide al empresario presentar alegaciones o asumir los riesgos y responsabilidades derivadas de un posible incumplimiento del mismo30. Lo que significa que el incumplimiento formal del requerimiento no será objeto de sanción, sino sólo la infracción sustantiva de la norma, provocando la advertencia efectos suspensivos en el inicio del procedimiento sancionador31. 7.2. Mero acto de trámite En realidad, tanto la advertencia, como el requerimiento tienen en común que no son actos administrativos que deban ser impugnados como en el caso de las actas de infracción. Más bien se trata de meros actos de trámite, de actuaciones administrativas pero no de un acto administrativo en sentido propio, al no incidir en la esfera jurídica del interesado, sin que pueda considerarse como una acto resolutorio, como podría serlo una resolución sancionadora, y por lo tanto no son impugna- 30 Cfr. Criterio Técnico núm. 50/2007 de la Dirección General de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, de 28 de junio de 2007, págs. 3-4. 31 Cfr. G AMEZ O REA, M., «Actas de advertenciarequerimientos y órdenes de la Inspección de Trabajo», cit., 790. bles, por lo que resulta sorprendente que en determinadas ocasiones, como luego veremos, se impugnen las advertencias o requerimientos de la Inspección. Quizá pueda entenderse mejor si se considera las dos fases en que se desarrolla la actuación inspectora. Una primera fase comprende el conjunto de actos de naturaleza técnica que realiza el funcionario actuante (por ejemplo, investigación de un accidente, examen de documentos, etcétera), labores que tienen como objeto reunir el adecuado material probatorio y fáctico, que culminan, bien, con la propuesta de un acta o en el archivo de las actuaciones al no observarse infracción alguna o, con el cumplimiento de las advertencias o requerimientos formulados. Es una fase de aseguramiento de pruebas, similar al que se produce en el procedimiento penal, una actividad probatoria atribuida a los órganos inspectores y que no es genuinamente una fase alegatoria ni contradictoria. La segunda fase es la propia del procedimiento sancionador una vez que éste se inicia. Pues bien, la actividad de investigación e inspección previa –propia de las actuaciones de advertencia y requerimiento–, no puede someterse en todos sus pasos al rigor de la contradicción propios de la segunda fase32. 8. EL RECURSO CONTRA ADVERTENCIAS Y REQUERIMIENTOS Una vez analizada someramente la naturaleza de la advertencia y el requerimiento que formulan los funcionarios de la Inspección y teniendo presente que tales actuaciones no son actos administrativos, no parece que tenga demasiado sentido la impugnación 32 Cfr. Criterio Técnico núm. 50/2007 cit., pág. 3. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 149 ESTUDIOS de las advertencias, pues ordinariamente lo que se persigue con el recurso a un acta de infracción es la anulación o, al menos la minoración de la sanción que lleva consigo y consiguientemente de la pena pecuniaria o multa que la acompaña, y si se trata del recurso de un acta de liquidación se intenta la anulación o la variación de la cuantía o del período a liquidar en su caso. De ahí, que no se entienda lo que pretende el sujeto afectado cuando recurre una advertencia o incluso un requerimiento de los funcionarios de la Inspección de Trabajo. Tradicionalmente tanto la Administración como los Tribunales han venido considerando que estas actuaciones previas de advertencia, recomendación o requerimiento son irrecurribles por tratarse de meros actos de trámite que no decidían sobre el fondo del asunto, no impedían proseguir el procedimiento sancionador en su caso, ni causaban indefensión. Ahora bien, si se incumple la advertencia o el requerimiento, no lográndose su finalidad –evitar el procedimiento sancionador– y, como consecuencia se promueve acta de infracción, sería en este procedimiento en el que el sujeto responsable podría utilizar los medios de defensa precisos. Así pues, «tratándose la advertencia de un mero acto de trámite, una actuación administrativa –no propiamente un acto al no incidir en la esfera jurídica del interesado– carece de ejecutividad. Su incumplimiento no es tal, sino el de la norma cuya observancia se recomienda, frente a la cual la respuesta punitiva que se articula es el acta de infracción, dentro ya del procedimiento sancionador. En definitiva, el acta de advertencia, como ocurre con su equivalente italiano (diffida) es irrecurrible, en contraposición a la Orden33 (disposi- 33 Acerca de la distinción entre la «orden» que puede formular la Inspección y las actuaciones de advertencia y requerimiento, véase el epígrafe siguiente que se refiere a las figuras análogas a las citadas advertencias y los requerimientos. 150 zione) que sí lo es»34. Por tanto, son irrecurribles las advertencias y requerimientos, siempre que no excedan de sus funciones, que consisten en recordar la existencia de una infracción que debe ser corregida o en el cumplimiento de una obligación que debe ser observada35. En ese sentido, el Servicio Jurídico del Estado ya analizó la cuestión el 26-10-89, al considerar que el requerimiento no es una resolución en sentido técnico como modo normal de terminación de un procedimiento «sino una actuación incidental emergente en el curso de la actividad administrativa que tiende o coadyuva a la consecución del objetivo final de la misma (...) sin necesidad de recurrir al uso coercitivo de los poderes administrativos, así pues los requerimientos de la Inspección de Trabajo son actos de trámite, mediante los que se patentiza la constatación efectuada por aquélla de la existencia de un incumplimiento de la normativa aplicable invitándose a su satisfacción voluntaria». En el mismo sentido, la Jurisprudencia mantiene el criterio de la irrecurribilidad, en la STS de 11 de mayo de 2006, en donde después de describir el espacio de las garantías previstas en el artículo 24 de la Constitución para los procedimientos sancionadores, y, en especial el derecho de defensa, señala que el mismo no es aplicable a un requerimiento de la Administración36, por lo que podría entenderse el requerimiento, como «un acto de trámite no recurrible con independencia del recurso respecto de la sanción»37. 34 GAMEZ OREA, M., «Actas de advertencia-requerimientos y órdenes de la Inspección de Trabajo», cit., 790. 35 En el mismo sentido, SÁNCHEZ-TERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el Orden Social, ob. cit., pág. 151. 36 Véanse en este mismo sentido las SSTS de 22-111990 y 10-11-2005. 37 GAMEZ OREA, M., «La fiscalización Administrativa no sancionadora de las condiciones de seguridad y salud laborales», Actualidad Laboral, núm. 13, 1998. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO No se debe olvidar, por otro lado, que las advertencias y requerimientos pretenden una simplificación y eficacia de la actuación inspectora, por lo que sería un contrasentido la admisión de otro procedimiento simultáneo o paralelo que complicaría y retrasaría la solución definitiva. A este respecto debe tenerse en cuenta, que la interposición de un recurso contra la advertencia o requerimiento no puede tener efectos dilatorios, por lo que no es obstáculo para que el funcionario de la Inspección promueva el acta de infracción correspondiente, ya que «el acta de advertencia en cuanto acto no negocial no crea, ni extingue, ni modifica situaciones jurídicas. Carece del privilegio de ejecutividad, y cuando ulteriormente se extienda el acta de infracción no se estará garantizando la recomendación efectuada, sino la efectividad de la disposición infringida, abriéndose entonces la posibilidad de impugnar el acta de infracción, o, eventualmente, de recurrir la resolución que la confirme»38. En definitiva, en el supuesto de que los sujetos afectados por las advertencias y requerimientos consideraran éstas ilegítimas, sólo en el caso de incumplimiento y posterior acta de infracción podrían aducir un cierto perjuicio, pero atención, podría tener efectos agravatorios si la inobservancia de las advertencias previas y requerimientos fuera tenidos en cuenta como criterio de graduación de sanciones, según el artículo 39 apartados 2 y 3.f LISOS39. Para que eso sea posible, las advertencias y los requerimientos han de estar necesariamente referidos a la infracción concreta por la que se advirtió o requirió40, pues si efectivamente hubo una advertencia pero su contenido no tenía nada 38 GAMEZ OREA, M., «Actas de advertencia-requerimientos y órdenes de la Inspección de Trabajo», cit., 791. 39 Cfr. Criterio Técnico núm. 50/2007, cit., págs. 4-5. 40 Cfr. SÁNCHEZ-TERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el Orden Social, ob. cit., pág. 139. que ver con la posterior acta de infracción, falta la conexión con el ilícito que figura en el acta y por tanto, carece de trascendencia a los efectos de elevar la graduación de la sanción. Si a pesar de todo lo anterior, fuera importante el número de sujetos afectados que recurren las advertencias y requerimientos de la Inspección, ello podría inclinar en la decisión del funcionario actuante en sus futuras actuaciones, por la propuesta directa del acta de infracción, en lugar de una primera advertencia, con lo que se obtendría un resultado contrario al efectivo cumplimiento de la legislación social a través estos instrumentos específicos como son la advertencia y el requerimiento. 9. FIGURAS ANÁLOGAS A LAS ADVERTENCIAS Y REQUERIMIENTOS Existen en el transcurso de la actuación inspectora figuras que pudieran considerarse como advertencias o requerimientos de la Inspección. Se trata de actuaciones que pese a tener la misma denominación o parecida funcionalidad, en realidad su objeto o finalidad es diferente, por lo que conviene deslindar cada una de ellas, de las que son objeto del presente estudio. Esas figuras son: la «orden» del inspector, el requerimiento inicial de información (facilitar los datos de la empresa y de los trabajadores solicitados por el funcionario actuante), el requerimiento de comparecencia también llamado citación, el requerimiento previo al acta de liquidación41, el asesoramiento o asistencia técnica y el requerimiento en el marco de la prevención y las órdenes de paralización. 41 Sobre la diferencia entre estas figuras y las actuaciones de advertencia y requerimientos debe tenerse en cuenta el Criterio Técnico núm. 50/2007, cit., págs. 3, 5-6. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 151 ESTUDIOS 9. 1. La orden Se ha entendido la orden como un acto administrativo negocial, que consiste en una declaración de voluntad autónoma dirigida a producir efectos jurídicos, en contraposición al requerimiento como mero acto administrativo cuyos efectos se ocasionan por mandato legal, independientemente de la voluntad del funcionario de la Inspección42. Por lo que no es equiparable la figura del requerimiento o advertencia, con la «orden» que en determinadas ocasiones formula la Inspección. Así, una orden podría ser la paralización de una actividad concreta. La orden es un acto constitutivo de obligaciones efectivas, y el deber dimana de la misma orden, como prevé la ley, mientras que, en el requerimiento, el deber dimana de la ley directamente, siendo el inspector quien fiscaliza y vigila su cumplimiento, declara la extensión concreta del deber y concreta el grado de realización del mismo, con eventual fijación de un plazo. 9.2. El requerimiento inicial de información Tampoco tiene carácter de advertencia o requerimiento, la petición inicial de información (facultad inspectora), pese al empleo del término «requerir» «requeridos» o «requerimiento», en los artículos 5.3.1, y 11 apartados 1 y 2 de la Ley 42/1997, ya sea durante la visita de inspección o bien mediante citación. Este supuesto de incumplimiento del deber de información previamente requerido tiene su tratamiento específico, como ilícito administrativo a través de la propuesta de obstrucción a la labor inspectora, de acuerdo con los diferentes supuestos de obstrucción tipificados y calificados que se contemplan en el 42 Cfr. G AMEZ O REA, M., «Actas de advertenciarequerimientos y órdenes de la Inspección de Trabajo», cit., 788. 152 artículo 50 LISOS, mientras que la advertencia y el requerimiento constituyen una alternativa al acta de infracción. A este respecto, debe tenerse en cuenta que la definición del ilícito administrativo en que consiste la obstrucción exige la existencia de un requerimiento previo que no puede ser aplicado como criterio de graduación en la sanción por obstrucción porque su incumplimiento resulta ser precisamente el elemento definidor de ese ilícito43, puesto que como señala el artículo 39.5 LISOS, «los criterios de graduación, no pueden utilizarse para agravar o atenuar la infracción cuando estén contenidos en la descripción de la conducta infractora o formen parte del propio ilícito administrativo, como sucede con la obstrucción a la labor inspectora». No obstante, en el caso de que la empresa no atienda el primer requerimiento de información, «el funcionario podrá realizar un segundo requerimiento, que, incumplido, sí podrá tenerse en cuenta en la valoración del grado en la sanción propuesta»44. De ahí, que en la práctica se suela requerir o citar a la empresa en diversas ocasiones para que se valore la reafirmación de la conducta obstructora y además se pueda tener en cuenta a los efectos de su graduación. 9.3. El requerimiento de comparecencia o citación Las actuaciones más comunes de la Inspección de Trabajo suele tener su inicio a través de la visita de inspección en los centros de trabajo. Ocurre que al no encontrarse en los mismos la documentación que debe ser exa- 43 Cfr. SÁNCHEZ-TERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el Orden Social, ob. cit., pág. 138. 44 Criterio Técnico núm. 45/2006, por el que se establecen orientaciones interpretativas sobre las circunstancias de graduación en las actas de obstrucción a la labor inspectora, Orientación 5.4. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO minada la mayoría de las veces, se entrega al empresario una citación para que comparezca en las oficinas de la Inspección y puedan aportar la documentación requerida. Lo que constituye un requerimiento de comparecencia o citación, muy semejante al anterior supuesto examinado el requerimiento de información. Lo mismo sucede cuando sin necesidad de efectuar la visita de inspección en el centro de trabajo, se remite al empresario o sujeto responsable una carta de citación. En definitiva, se trata de un acto de requerimiento, que no responde al significado de las advertencias y requerimientos objeto del presente análisis. Este tipo de requerimiento es el que figura, como una de las facultades de Inspectores y Subinspectores, cuando se prevé que tales funcionarios tienen la facultad de «exigir la comparecencia del empresario o de sus representantes y encargados, de los trabajadores, de los preceptores o solicitantes de prestaciones sociales y de cualquiera sujetos incluidos en su ámbito de actuación, en el centro inspeccionado o en las oficinas públicas designadas por el inspector actuante» (artículos 5.3.2 y 8.3 Ley 42/1997). Incluso, se faculta a los Funcionarios, no sólo para examinar la documentación en el centro de trabajo45, sino incluso habiéndola examinado en el mismo, «para requerir la presentación de dicha documentación en las oficinas públicas correspondientes» (artículos 5.3.3 y 8.3 Ley 42/1997). 45 Concretamente son objeto de examen, «la documentación y los libros de la empresa con trascendencia en la verificación del cumplimiento de la legislación del orden social, tales como: libros registros, incluidos en los programas informáticos y archivos en soporte magnético, declaraciones oficiales y contabilidad; documentos de inscripción, afiliación, alta, baja, justificantes del abono de cuotas o prestaciones de Seguridad Social; documentos justificativos de retribuciones; documentos exigidos en la normativa de prevención de riesgos laborales y cualquiera otros relacionados con las materias sujetas a inspección» (artículo 3.3 Ley 42/1997). La citación o requerimiento de comparecencia, implica la obligación del destinatario de comparecer ante el funcionario actuante o, al menos justificar su falta de asistencia, pues en caso contrario puede verse sancionado mediante acta de obstrucción al obstaculizar la labor inspectora. Luego, también tiene consecuencias sancionadoras caso de incumplimiento. Si bien esas consecuencias pueden considerarse en una doble vertiente46: • Como una infracción autónoma, en que se sanciona por obstrucción a la labor inspectora. • Como un elemento constitutivo del criterio de graduación, en el caso de incumplimiento de la comparecencia, en el caso (por ejemplo) de que ese requerimiento de comparecencia estuviera motivado para la identificación de un trabajador que no se identificó en el centro de trabajo, en cuyo caso, no estamos ante dos infracciones diferentes de obstrucción, una por la no comparecencia de la empresa, y otra por no identificar al trabajador, sino que se considera una sola infracción de obstrucción muy grave (la de mayor calificación en la sanción, artículo 50.4.a) LISOS), a la que se le deberá aplicar el criterio de graduación correspondiente. 9.4. El requerimiento con sanción Otra clase de requerimiento (más bien se trataría de una subespecie dentro de los requerimientos que venimos estudiando), es el que figura en el artículo 7.2 de la Ley 42/1997, en donde se prevé que entre las medidas que puede adoptar la Inspección de Trabajo, se encuentra la de «requerir al sujeto responsable para que, en el plazo que se señale, adopte, las medidas en orden al cum- 46 En el mismo sentido, SÁNCHEZ-TERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el Orden Social, ob. cit., págs. 145-146. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 153 ESTUDIOS plimiento de la normativa de orden social, incluso con su justificación ante el funcionario actuante». La diferencia esencial, respecto de la advertencia y el requerimiento que analizo, y que tiene su origen en el apartado 1 del citado artículo se basa en que en éste, se contempla la posibilidad de optar por requerir o advertir al sujeto responsable, en lugar de promover el acta de infracción, mientras que en este segundo apartado, no se descartan las dos actuaciones, es decir, que se proponga la sanción por la infracción cometida, y al mismo tiempo requerir al sujeto responsable para que corrija las deficiencias que se han comprobado, de modo que coexisten el acta de infracción y el requerimiento. Tal posibilidad resulta razonable en determinados casos en que dada la gravedad de las irregularidades de la empresa o la urgencia de corregirlas resulta imprescindible que se lleven a cabo en el plazo que se le imponga, sin perjuicio de que se promueva, al mismo tiempo, un acta de infracción. Así las cosas, se observa, que la Inspección de Trabajo cumple una triple función: preventiva, sancionadora y también correctora47. En estos casos, conviene tener presente, que el hecho de que se haya promovido la sanción no implica que el incumplimiento del requerimiento y de su justificación ante el Funcionario actuante, en el plazo que éste señale, no tenga consecuencias. Al contrario, puede ser motivo suficiente para la propuesta de una nueva acta de infracción o de liquidación en su caso. 9.5. El requerimiento previo al acta de liquidación El requerimiento del que venimos hablando es distinto también del requeri- 47 En el mismo sentido, DÍAZ RODRÍGUEZ, J. M., Actas, informes, y requerimientos de la Inspección de Trabajo, ob. cit., pág. 183. 154 miento para el pago de una deuda por cuotas con la Seguridad Social. En efecto, cuando el funcionario de la Inspección comprueba la existencia de deudas por cuotas a la Seguridad Social (concretamente en los supuestos de falta de alta, diferencias de cotización que no puedan ser detectadas del propio documento, y derivación de responsabilidad), en lugar de extender acta de liquidación puede requerir al sujeto responsable, previo reconocimiento de la deuda ante el funcionario actuante, para que proceda a su ingreso efectivo, absteniéndose entonces, de iniciar expediente sancionador y liquidatorio en caso de cumplimiento del requerimiento (artículos 31.1 LGSS48 y 35.1 RD 928/1998). Dos aspectos merecen ser destacados: el primero, se refiere a la exigencia del previo «reconocimiento de la deuda» por los sujetos obligados al pago para que el Funcionario actuante pueda efectuar el requerimiento. El segundo se refiere a las consecuencias del incumplimiento del requerimiento del pago de la deuda. En ese caso, dice taxativamente el artículo 31.1 LGSS, «se procederá a extender acta de liquidación y de infracción por impago de cuotas». Debe hacerse constar, por tanto, que no se sanciona por el incumplimiento del requerimiento sino por el impago de cuotas, como subraya la norma, y tampoco parece que podría considerarse ese incumplimiento como criterio de graduación de la sanción49, ya que ese «requerimiento previo del artículo 31 del mencionado Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social, no es equiparable a las advertencias previas del artículo 49 en relación con el artículo 39.2 del RD leg. 5/2000, sino un trámite procedimental abreviado cuyo incumplimiento no tiene 48 Real Decreto Legislativo 1/1994, de 20 de junio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social. 49 Cfr. SÁNCHEZ-TERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el Orden Social, ob. cit., págs. 142-143. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO expresamente prevista ninguna agravación»50. El requerimiento previo al pago de cuotas de cotización –al igual sucede en el requerimiento objeto del presente estudio–, no se especifica cuáles son los elementos con base en lo cuales el funcionario de la Inspección debe decidir entre la extensión de un acta de liquidación o darle la oportunidad al sujeto responsable de regularizar su situación ingresando la deuda pendiente. Naturalmente, en su decisión podrían tenerse circunstancias tales como la protección del empleo de los trabajadores si se extiende en algunos casos las correspondientes actas de forma rigurosa, que pudieran provocar situaciones graves incluso de cierre de la propia empresa51. Este requerimiento, se realiza del siguiente modo (artículo 35.2 RD 928/1998): • Puede formularse mediante diligencia del Libro de Visitas (el procedimiento más común) o bien mediante notificación de escrito ordinario, pero deberá tenerse en cuenta las siguientes cuestiones: o Se debe determinar los elementos sustanciales de la deuda para su regularización, es decir, los conceptos de la deuda, así como los períodos de descubierto. o El plazo o plazos para su ingreso efectivo en la Seguridad Social, que en caso de reconocimiento por el sujeto obligado, será hecho efectivo en el plazo que determine la Inspección de 50 Argumentación de la Resolución de la Dirección General de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social en el Expediente RAEL 21/2004, citada por SÁNCHEZTERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el Orden Social, ob. cit., pág. 143. 51 Cfr. DÍAZ RODRÍGUEZ, J. M., Actas, informes, y requerimientos de la Inspección de Trabajo, ob. cit., pág. 201. Trabajo y Seguridad Social, que no será inferior a un mes ni superior a cuatro meses» (artículo 31.1 LGSS). o Finalmente, debe hacerse constar la obligación de justificación documental ante la Inspección de cada uno de los ingresos efectuados en los plazos establecidos al efecto en el requerimiento. o En el caso de que el sujeto responsable del pago de la deuda por cuotas a la Seguridad Social no cumpla con el requerimiento, se procederá a extender acta de liquidación y de infracción por impago de cuotas. Sobre esta cuestión es interesante señalar que se trata de un procedimiento abreviado sin perjuicio de un procedimiento sancionador y liquidatorio ulterior. Además, la posibilidad de recurso no está prevista legalmente, como ocurre con las actas de conformidad levantadas por la Inspección tributaria. El reconocimiento de la deuda no es recurrible, no obstante, si después de efectuar el ingreso el sujeto responsable, se observara error en el cálculo de la deuda o cualquier otra circunstancia relevante, se podría reclamar la devolución de las cuotas indebidamente ingresadas. Debe tenerse en cuenta, en fin, que el incumplimiento del requerimiento de deuda no se debe tener en consideración respecto a la graduación de las sanciones, pese a su denominación, entendiéndose que no encaja en los relativos al incumplimiento de las advertencias previas y requerimientos del artículo 39.2 de la LISOS. 9.6. El asesoramiento o asistencia técnica El requerimiento, a que me refiero en estas páginas, pese a tener connotaciones de asesoramiento, al indicarse al sujeto inspec- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 155 ESTUDIOS cionado las correcciones que debe realizar para no ser sancionado, no se refiere al puro asesoramiento que prevé la norma. De hecho, como se le concede un plazo para subsanar las deficiencias, se podría entender como ha dicho algún autor que se trata más bien de un « asesoramiento coercitivo»52. Y es que, si el objetivo de la Inspección de Trabajo es el de velar por el respeto a la ley, deberían conjugarse tanto el control de su cumplimiento como el del asesoramiento, sin que ambos tengan por qué ser excluyentes53. Si bien, desde la Ley 42/1997, se observa una mayor restricción en esta vertiente de los funcionarios de la Inspección54, pues, de acuerdo con la misma, se establece como uno de los cometidos de los Inspectores, la de «facilitar información técnica a empresas y trabajadores, con ocasión del ejercicio de la función inspectora» (artículo 3.2.1 Ley 42/1997)55. En el mismo sentido, respecto a los Subinspectores, el artículo 8.2.5 de la citada Ley, les confiere funciones de «asesoramiento a empresarios y trabajadores en orden al cumplimiento de sus obligaciones, con ocasión de su actuación en los centros de trabajo». Así pues, si antes de la citada Ley era posible acudir a las dependencias de la Inspección para realizar alguna consulta al Inspector de guardia, en el momento presente, ese «asesoramiento» o «información técnica», sobre cuestiones generales se restringe, encauzando tales consultas de información a la correspondiente oficina de información periférica del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. A efectos prácticos, la diferencia entre el requerimiento y el asesoramiento reside fundamentalmente en que mientras en el primero prima el apercibimiento sobre la información, en el asesoramiento o asistencia técnica el elemento intimidatorio aparece debilitado56. 9.7. El requerimiento en el marco de la prevención y las órdenes de paralización Tratándose de una clara especialización, la de los requerimientos y las órdenes de paralización en el ámbito de la prevención de riesgos laborales, tan sólo quiero dejar constancia de su existencia y diferencia con el requerimiento y advertencias que venimos analizando. 52 Cfr. DÍAZ RODRÍGUEZ, J. M., Actas, informes, y requerimientos de la Inspección de Trabajo, ob. cit., pág. 175. 53 Cfr. WOLFGANG VON RICHTHOFEN, La Inspección de Trabajo. Guía de la profesión. ob. cit., págs. 158-159. 54 En este sentido, SÁNCHEZ-TERÁN HERNÁNDEZ, J. M., Los criterios de graduación de las sanciones administrativas en el orden social. ob. cit., pág.128. 55 Un curioso precedente de esta misión de informar de la Inspección, lo encontramos en el artículo 7 de las Instrucciones a los Inspectores del Trabajo para el Régimen y Unidad del Servicio, de fecha 1 de enero de 1909, dictadas por el entonces Director de la Inspección Central, Don José Marvá. En ese artículo 7, se decía: «Siendo el Inspector del Trabajo un órgano activo de difusión y propaganda de las Leyes tutelares, siempre que realice un servicio de visita, llevará consigo,, además de las papeletas (modelo núm. 13) de las industrias que se proponga visitar, el número de Leyes y Reglamentos impresos que considere necesario, dejando en cada centro, mediante recibo, los ejemplares que juzgue conveniente». 156 9.7.1. El requerimiento de subsanación de deficiencias En esencia, consiste en que el Inspector de Trabajo está obligado a formular el requerimiento de subsanación de deficiencias, cuando comprueba la existencia de infracciones administrativas en materia de prevención de riesgos laborales. La diferencia fundamental, con el requerimiento (genérico) objeto de análisis, es que 56 Cfr. GAMEZ OREA, M. «La fiscalización administrativa no sancionadora de las condiciones de seguridad y salud laborales», cit., pág. 243. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO mientras en éste el Inspector debe valorar si debe promover un acta de infracción o en su lugar debe realizar un requerimiento (artículo 7.1 LISOS), o, ambas cosas a la vez (artículo 7.2 LISOS), en el requerimiento de subsanación de deficiencias, el inspector tiene la obligación de requerir al empresario para que subsane, en el plazo que se le señale, las anomalías y deficiencias observadas en la actuación inspectora, tal y como prevén el artículo 43.1 de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales (Ley 31/1995), y el artículo 11.2 LISOS. El requerimiento «se hará saber por escrito al empresario presuntamente responsable señalando las anomalías apreciadas con indicación del plazo para su subsanación» (artículo 43.2 Ley 31/1995). Así pues debe requerirse en todo caso por escrito, por medio del Libro de Visitas (artículo 11.2 LISOS) y debe además fijar un plazo para su subsanación. En cualquier, caso tal requerimiento puede ir acompañado de la propuesta de una acta de infracción. Si bien, caso de no proponerse y sobre todo, si no se cumple el requerimiento a cargo del sujeto responsable y persistieran las irregularidades objeto de infracción, el Inspector «levantará la correspondiente acta de infracción por tales hechos» (artículo 43.2.2º párrafo Ley 31/1995). Esta última actuación, cuando sea posible resulta más interesante, pues, si el inspector formula un requerimiento y un acta de infracción, el empresario se limitará a pagar la sanción sin hacer demasiado caso al requerimiento, pues, al fin y al cabo ya le han sancionado, pese a lo cual puede volver a ser sancionado por incumplir el requerimiento, en cambio, si sólo formula el requerimiento con el apercibimiento de la sanción caso de incumplirlo, le queda el estímulo de intentar evitar la sanción mediante su cumplimiento57. 57 En el mismo sentido, véase GARCÍA RUBIO, M. A., La Inspección de Trabajo y Seguridad Social (doctrina y jurisprudencia). Tirant Lo Blanch. Valencia. 1999, págs. 386-388. No obstante –como se desprende del artículo 43.1 Ley 31/1995–, si los riesgos fueran suficientemente graves e inminentes, en lugar del requerimiento, el Inspector procederá a acordar la paralización de trabajos, sin perjuicio de la propuesta de sanción que corresponda. 9.7.2. Orden de paralización de trabajos La orden de paralización de trabajos, sería el siguiente escalón que constituye algo más que un mero requerimiento. Esta facultad se contempla en el artículo 7.10 Ley 42/1997, cuando prevé «ordenar la paralización inmediata de trabajos o tareas por inobservancia de la normativa sobre prevención de riesgos laborales, de concurrir riesgo grave e inminente para la seguridad o salud de los trabajadores». Parece que la clave para tomar tan drástica decisión es la de que objetivamente el Inspector aprecie la existencia de un riesgo, no sólo grave sino inminente, en el sentido de que «amenaza o está para suceder prontamente»58. El artículo 4.4º Ley 31/1995, considera el «riesgo laboral grave e inminente», como «aquél que resulte probable racionalmente que se materialice en un futuro inmediato y pueda suponer un daño grave para la salud de los trabajadores». En realidad, se trata de una mera descripción sin que aporte nada nuevo a lo que de por sí ya se desprende de la expresión: «riesgo laboral grave e inminente». En consecuencia, en la vertiente de los requerimientos de la prevención de riesgos laborales, si el Inspector comprueba la existencia de irregularidades, deberá requerir obligatoriamente al sujeto responsable para que corrija las deficiencias, con independen- 58 Significado de la palabra «inminente» según figura en el Diccionario de la Lengua Española de la REA (2001). REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 157 ESTUDIOS cia de que realice una propuesta de sanción. Si además concurre la existencia de un riesgo de peligro, grave e inminente para la seguridad o salud de los trabajadores, deberá ordenar la paralización de los trabajos. 10. BREVE REFLEXIÓN Analizadas con profundidad las figuras de la «advertencia» y el «requerimiento» entendidas como instrumentos muy eficaces de la misión de la Inspección de Trabajo que se traduce en la vigilancia del cumplimiento de la normativa social, la primera conclusión a la que se debe llegar es, como decía al principio, que no sólo es la sanción el mecanismo que se emplea para alcanzar aquél objetivo. En muchas ocasiones, será más eficaz la advertencia o el requerimiento que la sanción, pues ésta no impide que la conducta irregular que se produjo se corrija, si bien es verdad que podría entenderse como un «escarmiento» para que no suceda en el futuro. Sin embargo, también es verdad, que si en lugar de eso se le advierte al sujeto responsable que su conducta es contraria a lo dispuesto por el ordenamiento jurídico y se le conmina para que la corrija o caso de no ser posible simplemente se le advierte, podría tener unos efectos más duraderos que la sanción «a secas» que deja en el administrado un regusto de amargor que no garantiza ni mucho menos que en el futuro vaya a respetar la normativa. En el argot del refranero sería contraponer el conocido «la letra con sangre entra» con el no menos famoso, «se consigue más con miel que con hiel». Quizá, sobre todo después de estos escasos argumentos jurídicos, puede dar la sensación respecto a los criterios que debe emplear el Funcionario de la Inspección, que se encuentran difuminados, pues, si bien se dan unas mínimas instrucciones –«cuando las circunstancias del caso a sí lo aconsejen», «que no se deriven perjuicios directos a los trabajadores»–, sin embargo, no se concreta 158 cuáles son esas «circunstancias» ni lo que se entiende por perjuicios «directos», quedando sujeta la aplicación del caso concreto, al criterio discrecional del Inspector o Subinspector. Estas dos instrucciones o guías de actuación, son como las dos vías por donde circula un tren sobre las que transita el Funcionario actuante, que pese a su inconcreción (dejada a su buen criterio) no pueden separarse para que el requerimiento o la advertencia constituya un correcto acto discrecional, a no ser que se busque provocar el descarrilamiento de la función inspectora con el empleo de la arbitrariedad. Creo, en fin, que merece la pena defender la permanencia del espíritu inicial de la Inspección de Trabajo cuya misión pudiera haberse enfocado únicamente desde la perspectiva represora, sin considerar que esa sería una visión parcial y deformada. A este respecto sigue de plena actualidad el vetusto artículo 21 de del Reglamento para el servicio de inspección del trabajo, aprobado por el Ministerio de la Gobernación el primero de marzo de 1906, cuando prevé que la misión de los Inspectores debe tener un carácter preventivo, tanto como represivo. La legislación se dirige a proteger al obrero, pero sin causar vejaciones a la industria, y los Inspectores habrán de inspirarse en este concepto, sin desposeerse de la autoridad que es aneja e indispensable al cumplimiento de sus deberes. En sus visitas escucharán las quejas y reclamaciones que por todos se les hagan, haciéndoles comprender el espíritu de las leyes y reglamentos. Sin duda, el contenido de este artículo del primer Reglamento de la Inspección de Trabajo, que refleja con enorme sencillez el precedente de las actuales advertencias y requerimientos, son fruto del pensamiento del creador del Cuerpo de Inspección de Trabajo, el REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ORRICO alicantino Don José Marvá y Mayer, cuando decía: «la inspección de trabajo está diseñada para combinar conjuntamente ideas de tolerancia y firmeza, equilibrio y moderación, de tal manera que la acción inspectora es como la acción de un tornillo que penetra de una manera lenta y continua en el trozo de madera que ha de sujetar». REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 78 159 ESTUDIOS RESUMEN 160 Entre las facultades de los Inspectores de Trabajo y Seguridad Social así como de los Subinspectores de Empleo y Seguridad Social cuando desempeñan su labor inspectora se encuentra la de advertir a las empresas o de requerirlas para que corrijan las deficiencias observadas, en lugar de proponer sanciones por tales irregularidades. El origen del presente comentario se encuentra en la inquietud de su autor –funcionario de la Inspección de Trabajo–, por conocer más a fondo estas figuras, persuadido y la experiencia lo corrobora, que se consigue más (cuando el ordenamiento jurídico lo permite y las circunstancias lo aconsejan) con el método persuasivo de advertir o de requerir a los sujetos responsables, que proponiendo sanciones por las infracciones detectadas. Son diversas las cuestiones que se analizan, como son, el concepto de advertencia y de requerimiento, naturaleza, recursos, otras figuras análogas, etcétera. Pero de todas ellas, hay un aspecto que continuamente me ronda la cabeza. Se trata de determinar cuáles son las concretas circunstancias que deben concurrir para advertir o para requerir a los sujetos responsables, en lugar de promover una sanción, pues no se alude a tales circunstancias en las normas de aplicación sobre procedimiento de Inspección. Ello, junto a la aplicación correcta de las advertencias y requerimientos, como actos discrecionales que son de la Administración, entiendo que constituyen la base argumental de la razón de ser de estas dos figuras eminentemente persuasivas de las que dispone la Inspección en sus actuaciones. Sirvan las ideas vertidas como una humilde orientación a quienes son o han sido protagonistas, ya sea como emisores o como receptores de advertencias o de requerimientos. 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