MÁS BIENAVENTURADO ES DAR QUE RECIBIR Más bienaventurado es dar que recibir Introducción A. El texto: “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hech. 20:35). B. El Espíritu Santo mostró esta verdad afirmada por Cristo durante su ministerio (cf. Jn. 16:13; Mat. 28:20). C. Al trabajar duro el cristiano recibe de Dios las bendiciones para subsistir y para ayudar a otros que no pueden trabajar: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (cf. Ef. 4:28). D. El egoísmo es veneno que destruye la felicidad (cf. 1 Cor. 13:5). Pero, siempre habrá gozo en el corazón de los generosos, porque “Más bienaventurado es dar que recibir”. Por lo tanto, “no mirando cada uno de vosotros por lo que es suyo propio, sino cada uno también por lo que es de los demás” (Fil. 2:4, VM). E. Hoy veremos dos puntos en ésta máxima de la doctrina de Cristo: 1. Las dos clases de personas: Dadores y Recibidores. 2. La más grande bienaventuranza. I. LAS DOS CLASES DE PERSONAS: DADORES Y RECIBIDORES A. Los dadores 1. Han aprendido a vivir: “11No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (cf. Fil. 4:11-13). 2. Han aprendido la dicha de dar: “41Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 42Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. 43Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; 44porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento” (cf. Mar. 12:41-44). 3. Se han dado a sí mismos al Señor: “Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios” (cf. 2 Cor. 8:5). 4. Disfrutan la verdadera felicidad: “1Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera... 9Reparte, da a los pobres; su justicia permanece para siempre; su poder será exaltado en gloria” (Sal. 112:1,9). 5. Disfrutan las buenas consecuencias: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Luc. 6:38). B. Los recibidores 1. No han aprendido a vivir. 2. No se han dado a sí mismos al Señor. 3. No son verdaderamente felices. 4. Sufren las consecuencias: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gal. 6:7). II. LA MÁS GRANDE BIENAVENTURANZA CONSISTE EN DAR. A. También hay bienaventuranza en recibir 1. Pero, siempre “más bienaventurado es dar”. *** Por Josué I. Hernández www.JosueEvangelista.com 1 MÁS BIENAVENTURADO ES DAR QUE RECIBIR 2. Sin embargo, debemos aprender a recibir (1 Cron. 29:14; Sal. 24:1). 3. Los egoístas no han aprendido a recibir la administración de Dios. B. Todos tenemos cosas que dar 1. Dinero: “1Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; 2que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. 3Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, 4pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. 5Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios” (2 Cor. 8:1-5). 2. Tiempo, energía, talento: a. El ejemplo de Timoteo: “19Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; 20 pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. 21Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. 22Pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio. 23Así que a éste espero enviaros, luego que yo vea cómo van mis asuntos” (Fil. 2:19-23). b. El ejemplo de Epafrodito: “25Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades; 26porque él tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado. 27 Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. 28Así que le envío con mayor solicitud, para que al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza” (2:25-28). c. Nosotros: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Ped. 4:10). C. El ejemplo de Dios: 1. Dio a su Hijo al mundo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). 2. El Hijo se dio a sí mismo: “13aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 14quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:13,14). Conclusión A. Dios bendice a los que siembran generosamente: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Cor. 9:6-8). B. Pero, el egoísmo es veneno que destruye la felicidad por la falta de amor. 1. “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Ef. 5:2). 2. La generosidad y la benevolencia individual es una responsabilidad que no podemos traspasar a las instituciones (Gal. 6:9-10). 3. La benevolencia ha de ser manifestada aún con los enemigos: “Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda” (Mat. 5:42, LBLA). *** Por Josué I. Hernández www.JosueEvangelista.com 2