Aproximación al análisis de las Necesidades Humanas, los procesos de colectivización y las formas sociales de satisfacción. A.S. Gerardo Sarachu Trigo Bebida é agua Comida es pasto Você tem sede de que? Você tem fome de que?... (Canción “Comida” del Grupo brasilero Titãs) 1. Ubicación del tema con relación al Trabajo Social Una forma de vincular al Trabajo Social con el análisis de las necesidades humanas es a partir de lo que podría definirse como el foco de estudio y acción del Servicio Social en general, retomando la definición elaborada por Lucia Freire (1987), dicho foco, podría ser definido como: "La acción social de los participantes de determinados contextos sociales en las situaciones que implican la atención a sus necesidades humanas". El Trabajo Social como profesión, construye su trabajo, a partir de una problematización de las necesidades humanas, los procesos de colectivización y las formas sociales de satisfacción. Dicha intervención se concreta entre objetividades y subjetividades. Por un lado, supone una relación intersubjetiva en la estructuración y transformación de los procesos que buscan la colectivización de las necesidades y sus variadas formas de satisfacción. Al mismo tiempo, la intervención requiere de objetividades, materializaciones, instituciones y equipamientos sociales de diverso tipo, que habilitan los procesos de realización de las necesidades en una determinada sociedad. Los procesos de intervención desde el Trabajo Social, ponen en relación a sujetos1, que buscan comunicarse y son afectados en dicha relación. La afectividad es entendida como la capacidad de ser afectado y afectar que tiene el ser humano o individuo social, como ser que produce y se produce en relación. La intervención exige un atento estudio de las condiciones materiales y subjetivas de la existencia, comprendida como una existencia sentida y afectada por la pasión, la alegría, la tristeza, la esperanza, el dolor, el conformismo, la angustia, el esfuerzo, el arrepentimiento, el 1 De allí se desprende la importancia que para la profesión tiene la intersubjetividad en términos de una intersubjetividad en movimiento, poder pensar junto con el otro, escuchando y problematizando conjuntamente en la realidad donde se producen racionalizaciones e irracionalismos. Se trata de reflexionar sobre las condiciones reales que animan una actividad, al tiempo que analizar las posibilidades efectivas de acción política sobre la misma. miedo, el reconocimiento, etc. Es precisamente en ese espacio afectado que cobra relevancia la reflexión sobre las necesidades humanas. ¿De qué necesidades se trata?, ¿Son lo mismo las necesidades que los intereses, deseos, preferencias subjetivas que cada quién se confecciona para sí mismo?, ¿Son necesidades de la colectividad en general, comunes, universales, compartidas?. Estas interrogantes son algunas de las que se intentan abordar en este artículo. La práctica profesional puede ser comprendida como tentativas de aproximación a realidades sociales concretas, que remiten a “problemas”, interrogantes, conflictos, relaciones, que se constituyen en posibles objeto de intervención de las configuraciones organizacionales donde el trabajo de la profesión del Trabajo Social se inserta. El profesional desde su autonomía posible, desarrolla sus estrategias interventivas en procesos sociales que suponen, como se decía, el abordaje de problemas sociales, o sea, de manifestaciones concretas de necesidades sociales en determinados contextos de relaciones sociales que es preciso comprender. Las formas de atención a dichos “problemas”, exigen la movilización de diferentes recursos para el diseño y ejecución de políticas, programas y proyectos que es preciso conocer en profundidad. Se puede observar entonces, como la dimensión investigativa es constitutiva de la acción e intervención profesional y en ella se juega la autonomía profesional (Grassi, 1994). Es justamente en ese espacio de ejecución de políticas sociales, (concebidas como formas de atender a las diversas expresiones o manifestaciones de la “cuestión social” en la actualidad, con sus continuidades y rupturas históricas), que se configura un ámbito determinado para las diversas intervenciones profesionales en general y para el Trabajo Social en particular. 2. Conceptualización sobre las necesidades Una primera tensión que debe ser tenida en cuenta para la comprensión de las necesidades, es la relativa al doble carácter de las mismas, en tanto expresan una carencia y al mismo tiempo una potencialidad2. El economista chileno Manfred Max Neef (1993), realiza una interesante contribución al debate sobre las necesidades humanas, sintetizando una serie de cuestionamientos que comenzando 2 Max Neef, Manfred: Desarrollo a Escala Humana. Ed.Developement dialogue Cepaur; Chile 1986. Ver capitulo III, Págs.37-38. 2 hacia fines de los setenta, se fueron consolidando durante los años ochenta del siglo pasado, desde diversos ámbitos sociales y académicos. Se trataba de construir alternativas ante la crisis del desarrollo o más precisamente del desarrollismo y sus reducciones economicistas o politicistas. La contribución de Max Neef, no puede ser despegada de ese contexto de debates sobre lo que se dio a llamar el “Otro desarrollo”; o las tentativas de romper con las conceptualizaciones centradas en el desarrollo-subdesarrollo, fortaleciendo la idea de que no existía una única vía hacia el desarrollo y que éste no pasaba por reproducir el modelo de los países llamados “desarrollados” que basaban su idea de progreso en la dependencia y explotación de los llamados “subdesarrollados”. Es así, que el autor mencionado propone un “desarrollo a escala humana” centrado en las potencialidades de los sujetos y sus relaciones, lo que lo lleva a repensar el tema de las necesidades humanas en su complejidad, abandonando así los imperativos de una concepción de la existencia reducida al tener y que se olvidaba del ser, el estar y el hacer (se profundizará en estos aspectos en otras partes de este artículo). Dice Max Neef: “las necesidades revelan de la manera más apremiante el ser de las personas, ya que aquél se hace palpable a través de éstas en su doble condición existencial: como carencia y como potencialidad. Comprendidas en un amplio sentido, y no limitadas a la mera subsistencia, las necesidades patentizan la tensión constante entre carencia y potencia tan propia de los seres humanos”. (1993:45) Esta tensión entre carencia y potencia, puede ser remitida a tres aspectos centrales que definen nuestros modos de existencia en el mundo: el impulso de la necesidad, los imperativos de la realidad y el horizonte de posibilidades que se presentan. En definitiva, se parte de la afirmación de que somos capaces de pensar y actuar productivamente sobre el mundo, sobre las condiciones que se nos presentan y que las mismas reflejan tanto carencias, restricciones, determinando nuestras posibilidades, al tiempo que la vida no se reduce a la forma que adopta hoy en la realidad, existen posibilidades que aún no se han producido y que pueden ser producidas. Esta producción resultará en el decir de Nogueira (1998), de las síntesis históricas, entre nuevas formas sociales de organización y participación; y nuevas formas estatales de representación y decisión. En definitiva, recuperación y reinvención de la política que no se reduzca al Estado, al gobierno o a la cuestión institucional, sino que se identifique con valores, perspectivas de futuro, democracia, sociedad civil y ciudadanía. 3 Este sentido transformador y los aportes del Trabajo Social orientado a los sujetos de dicha transformación, pueden ser concebidos desde diversas posturas3, teniendo entonces diferente sentido en cuánto a sus objetivos. Adaptación, ajuste, integración social, concientización4, capacitación, movilización, participación social, organización y gestión popular, etc., son algunos de los objetivos que desde esas diferentes posturas se jerarquizan y en todos los casos suponen una conceptualización sobre las necesidades humanas, los procesos de colectivización y las formas sociales de satisfacción. 2.1. Las necesidades humanas, las Políticas sociales y los Estados de Bien (o mal) Estar. El tema de las necesidades humanas se encuentra “necesariamente” presente en los variados discursos y prácticas sobre el bienestar social en general y las políticas sociales en particular. Estudios realizados por Faleiros (1980) permiten sustentar la presencia y relación que dicho tema de las necesidades tiene en el debate sobre la política social. La satisfacción de las necesidades es tomada como una medida del “nivel de vida” de una determinada población. Según el autor mencionado, el énfasis se ha colocado en establecer sistemas que permitan hacer cuantificables esas necesidades lo que sin duda reduce la complejidad que el tema requiere. Sugerente y provocativo, resulta el título del trabajo de Ian Gough (2003): “Las necesidades del capital y las necesidades de las personas: ¿puede el Estado de Bienestar reconciliarlas?”. Este autor analiza la tensión existente entre el Capital global, las necesidades básicas y las políticas 3 Cuando se plantea el término posturas, se hace referencia a las formas peculiares en que se resuelve la tensión siempre existente entre saber y posicionamiento. Quizás resulte interesante reflexionar sobre lo que Ernesto Cardenal el poeta nicaragüense señalaba “todo punto de vista es la vista desde algún punto”, cabría preguntarse ¿desde donde estamos analizando la realidad?, ¿Cuándo afirmamos tal o cuál cosa qué intereses están en juego?, ¿Cómo juegan?. 4 Existen diversas formas de concebir a la “concientización”, estando muy presente en las formulaciones del movimiento de reconceptualización y posteriormente en el movimiento de educación popular, con profundas repercusiones hacia el Trabajo Social Profesional. Si bien constituye una línea de indagación interesante y abierta, se considera necesario explicitar que resulta imprescindible superar una concepción fuertemente arraigada en el colectivo profesional, de la concientización como una operación de arriba-abajo o de afuera-adentro, en el sentido de operaciones externas que iluminan y señalan el camino a seguir. Resulta más fermental concebir a la concientización como una búsqueda personal y colectiva, que permite identificar la conexión de sentido entre los diversos aspectos de una situación y las tendencias existentes para su transformación permanente, sus consecuencias, derivaciones, causalidades y teleologías que en el espacio-tiempo se producen o pueden producirse y aún no se han producido. 4 sociales. Especialmente atento a los imperativos del capital en un mundo crecientemente mercantilizado, donde la globalización financiera tiene consecuencias económicas, políticas y culturales de variado impacto, donde el espacio de los estados nacionales para hacer política se ve restringido, donde las corporaciones supranacionales desarrollan sus influencias en las diversas esferas de la vida social, afirma Gough: “Son variados los ejemplos del creciente poder del capital, donde el poder involucra la capacidad para precisar, e imponer, las propias definiciones de las necesidades individuales. Por otro lado, atestiguan la creciente desigualdad en la distribución de los recursos mundiales, los crecientes índices de mortalidad y disolución social en Rusia, el virtual holocausto del SIDA en el Sur de África, la mercantilización de cada vez más aspectos de la vida, incluyendo la educación, la creciente inseguridad para muchos en los países más ricos y los grandes peligros para la ecología global. Estas son amenazas reales a las necesidades humanas y al bienestar global” (p. 20) Se pueden comprender, siguiendo los planteos de este autor, las diferentes propuestas de atención a las necesidades, los sistemas de protección social y las políticas sociales como tentativas (siempre limitadas y determinadas) de intentar resolver las tensiones existentes entre las necesidades de las personas y las necesidades del capital. La evaluación de los logros de dichas tentativas, así cómo las diversas formas de entender esa tensión y sus posibilidades efectivas de reconciliación entre las necesidades de las personas y las necesidades del capital, atraviesan todo el debate teórico y político de los procesos de desarrollo, consolidación y condiciones de crisis del capitalismo en sus distintas formaciones sociales nacionales. Para analizar las necesidades del capital , el autor recurre al propio Marx, que en el conjunto de su obra ha señalado la principal “necesidad” del capital como la expansión continua de su valor, la búsqueda del beneficio para reproducirse a si mismo y al conjunto de su metabolismo social. Como dice Gough (2003): “Comparada con la complejidad de las necesidades de las personas, la meta del capital es muy simple: expandir sus ganancias (no diremos <maximizar>) administrando el riesgo. En lugar de la complejidad y la multidimensionalidad de las necesidades de las personas, existe un objetivo más importante que cualquier otro, medido en una sola dimensión: dinero” (p.32) El autor reconoce que el capital no es una entidad de la misma forma que son las personas y puede haber un riesgo de dotarlo de vida propia, al mismo tiempo se debe tener cuidado en no caer en explicaciones funcionales de las políticas, según las cuales las consecuencias de una política explican sus orígenes, cayendo en mecanicismos que evitan el estudio concreto de las realidades concretas; no se puede desconocer que el capital ejerce su poder estructural de formas diversas, tanto brutales como sutiles. 5 El propio Gough, reconoce la existencia de una variedad de expresiones del capital, que ejercen poderosas presiones sobre los gobiernos y otros políticos, a través de canales de comunicación abiertos u ocultos, piénsese por ejemplo en: negocios, instituciones financieras, organizaciones de empleadores, organizaciones de intereses comerciales, grandes industriales y conglomerados, etc. Pero en definitiva lo central para el autor respecto a las denominadas “necesidades del capital”, es pensar en su poder estructural en lo que señala como sus cinco fuentes principales: “Su control sobre la inversión, su creciente movilidad en tiempo y espacio, su poder asimétrico sobre trabajadores y sindicatos, su rol en el financiamiento de gobiernos y su poder ideológico para determinar agendas y colonizar áreas más amplias de la vida social. La internacionalización y globalización de los circuitos del capital amplían pero no crean, su poder estructural” (2003:39) Es en este marco de transformaciones que se intentará pensar las posibilidades efectivas de realizar las necesidades humanas, abiertos a las interrogantes que permitan reconocer en la realidad actual, sus causalidades (en el sentido de determinaciones, condicionamientos y relaciones sociales) y las teleologías (aquellas finalidades y orientaciones de sentido que el sujeto imprime en su accionar junto a otros). Se comparte con Heller5 (1978) que el desafío parece ser el pensar en las necesidades como aquellos aspectos que habilitan la crítica de las necesidades existentes por lo que sus preguntas adquieren sentido y puede ser un buen punto de arranque para comprender qué se quiere decir cuando se plantean las necesidades: ¿Son las existentes efectivas necesidades?, ¿De qué necesidades se trata? ¿Quiénes son los sujetos de esas necesidades?. En este sentido pensar el conjunto de las necesidades de una determinada sociedad es al mismo tiempo habilitar la crítica acerca de dicha sociedad, por lo que adquieren centralidad los movimientos sociales y sus luchas; al tiempo que la construcción de espacios democráticos de confrontación, deliberación y construcción de consensos. Aparece nuevamente la discusión que atraviesa todo el debate sobre los estados sociales y sus concreciones en términos de protección, bienestar y calidad de vida. ¿Existen posibilidades de definir universalmente que son las necesidades? ; ¿quién decide acerca de las mismas, como se resuelven las diferencias, 5 Se considera importante aclarar que esta autora ha contribuido efectivamente a la comprensión de las necesidades, en diversos aspectos de la vida cotidiana y la realidad social. Es necesario estar atento a que gran parte de su obra fue orientada en el marco de la tradición marxista y en la trayectoria posterior de su pensamiento ha planteado una ruptura explicita con dicha tradición. Ilustrativos de estos cortes y rupturas, son los textos: Teoría de las necesidades en Marx (1978) y Una revisión de la teoría de las necesidades (1996). 6 en que se legitima el proceso de resolución acerca de las necesidades que pueden y deben reconocerse en una determinada sociedad?. Estos debates se pueden organizar según Potyara Pereira (2000) en dos grandes conjuntos de argumentos. Por un lado, aquellos análisis para quienes no existe un concepto universal y objetivo de las necesidades sociales y las consideran como estados subjetivos y relativos a carencias; y por otro lado, quienes consideran que existe la posibilidad de pensar esas necesidades como fenómeno objetivo, pasible de generalización de carácter universal. Es importante señalar que ambos conjuntos de argumentos aportan a la comprensión del tema de las necesidades. Al mismo tiempo se debe estar atento a que esas diferencias de enfoques, como cualquier definición, tienen consecuencias, especialmente cuando se trata de contribuir a la efectivización de los derechos sociales. En este sentido, la autora mencionada, señala que es preciso definir las necesidades humanas básicas conceptual, política y normativamente, como la base de la concretización de los derechos fundamentales por medio de políticas sociales. Definir dichas bases exige el reconocimiento del carácter universal de las necesidades. En este marco se pueden analizar las contribuciones de Potyara Pereira (2000) en su texto “Necesidades humanas: para una crítica a los patrones mínimos de sobrevivencia”. Su preocupación central es establecer las estrechas vinculaciones existentes entre provisiones de recursos, prestaciones sociales y necesidades humanas. De esta forma la autora se basa en las contribuciones de los ingleses Doyal y Gough (1991) que en su interesante estudio sobre la “Teoría de las necesidades”, consideran importante identificar algunas “precondiciones sociales para la satisfacción de necesidades humanas”. Esas precondiciones permiten al decir de Gough (2003) atender especialmente a los contextos sociales en que las necesidades se expresan, puesto que las mismas no se desarrollan en el aire, sino en espacios y tiempos socialmente determinados, por lo que afirma: “Ya que las necesidades se satisfacen-o no-en contextos sociales, debo ahora referirme a ellos. Todas las sociedades comprenden, por definición, instituciones dirigidas a la producción, reproducción, trasmisión cultural y autoridad política. Pero para mejorar las formas en que las necesidades se satisfacen algunos métodos son mejores que otros. Es suficiente con decir que el proceso de identificación de políticas sociales apropiadas debería combinar dos aproximaciones: delinear de lo general a lo particular el conocimiento codificado de expertos y profesionales, y de lo particular a lo general el conocimiento empírico de personas comunes en su vida cotidiana. El uno sin el otro implica un riesgo de daño y desperdicio” (Gough, 2003:p.25) 7 A partir de estos planteos, se puede visualizar, como de alguna forma6, las sociedades a través de sus políticas atienden sus necesidades, cómo se conciben y definen las mismas y cuáles son los vínculos existentes entre dichas necesidades y las formas sociales de satisfacción que se construyen individual y colectivamente. Siguiendo a Gough (2003) se pueden establecer tres condiciones claves para definir las necesidades humanas: 1. 2. 3. una forma de identificar, racional y colectivamente, las necesidades, aprovechando en parte las últimas contribuciones del conocimiento científico; un medio para utilizar el conocimiento empírico de las personas en su vida cotidiana; y la resolución democrática e informada de los inevitables desacuerdos que resultarán de estas aproximaciones. Pensando en los aspectos materiales y económicos que sustentan al conjunto de las necesidades y hacen posible afirmar que las mismas son universales y objetivas, pudiendo ser clasificadas, dicho autor, agrega a las condiciones procedimentales señaladas, las siguientes condiciones materiales: 4. 5. 6. 7. producir suficientes y apropiados satisfactores de necesidades; distribuirlos de acuerdo a las necesidades de los individuos, familias y comunidades; transformar estos satisfactores en la satisfacción de las necesidades individuales-una tarea que se lleva a cabo predominantemente dentro de los hogares7; y asegurar que el proceso completo sea sustentable a lo largo del tiempo Tomando en cuenta estos aspectos, se puede replantear el tema que al inicio de este punto del presente artículo, se señaló como un lugar recurrente, con relación a los enfoques que centran el tema de las necesidades a un análisis de las posibilidades de medir el nivel de vida de una población, como podrían ser los índices de Necesidades Básicas y que reducen la atención a las necesidades, al análisis de aquellos recursos mínimos destinados a personas incapaces de proveer su subsistencia por medio de su trabajo, vinculados a las respuestas ante la pobreza absoluta. Esta es la concepción predominante en materia de política social, que la autora intenta debatir y mostrar sus límites, planteando una distinción clave entre lo que podría ser una perspectiva de mínimos sociales y una perspectiva de básicos sociales. 6 Se puede afirmar que el profesional de Trabajador Social desarrolla sus intervenciones y aportes al conocimiento, en la comprensión de esas formas que es preciso identificar en su profundidad y extensión. 7 Cabría agregar en este razonamiento del autor (que escribe desde Europa) que crecientemente estas fronteras entre los procesos al interior de los hogares y fuera de los mismos, se ven diluidas, y ámbitos públicos como escuelas, centros barriales y comunitarios, la calle, etc., constituyen los únicos espacios para la resolución parcial de las necesidades: pensemos por ejemplo en la proliferación de merenderos, comedores escolares, ollas populares, etc. 8 No se trata de un juego de palabras, pero siempre viene bien jugar un rato y realizar la siguiente lluvia antojadiza de ideas, asociación libre de palabras y sinónimos con relación a los mínimos y básicos: Mínimos Básicos • Menores • Fundamentales • Ínfimos • Principales • Limitados • Primordiales • Minúsculos • Sustanciales • Pequeños • Pilares • Exiguos • Cimientos Dice Pereira (2000), que la perspectiva de los mínimos en términos políticos remite a la aplicación de recortes, lleva a la búsqueda de sistemas de selección, desde la idea de los recursos escasos que no alcanzan para todos, por lo que hay que definir quién accede a los recursos y en función de qué características. El criterio de los básicos en cambio, en términos políticos orienta las preocupaciones a: inversiones sociales de calidad, prepara el terreno a partir del cuál se puede optimizar la atención de las necesidades humanas, se impulsa hacia el óptimo. Esta conceptualización resulta interesante puesto que permite pensar la relación existente entre las necesidades y el desarrollo humano. En este sentido la autora retoma los aportes de varios autores y organismos, que desde los noventa viene realizando en la definición del desarrollo humano definido en términos de capacidades. Define al desarrollo humano como ser capaces de disfrutar de una vida prolongada y saludable, con conocimiento, libertad política, seguridad social, participación acumulativa, derechos humanos garantizados y respeto a sí mismo. Dicha concepción introduce en el debate público la preocupación por la búsqueda de la satisfacción optimizada de las necesidades a partir de las garantías de aquellas condiciones básicas como una exigencia fundamental o autoexigencia de una determinada sociedad que se colocan en el centro, como fundamento y justificación de las políticas sociales. 9 De esta manera, no es menor para pensar las políticas, ahondar en cómo las mismas conciben a las necesidades humanas, pudiendo de alguna forma tener consecuencias hacia el futuro y hacia el pasado, tanto positivos como negativos. Desde las estrechas vinculaciones existentes entre prestaciones sociales y necesidades se pueden orientar las políticas hacia programas integrales (lo que sería positivo con una mirada ampliada de las necesidades humanas) o hacia la excesiva focalización (la búsqueda de los mínimos con sus consecuencias negativas que siempre es posible recortar o limitar aún más, estrechando así, la concepción sobre las necesidades). También desde una perspectiva socio-histórica de las políticas, una visión desde los básicos sociales permite pensar en medidas que provoquen el desarrollo de otros programas como precondición, aprovechando capacidades instaladas y acumulaciones logradas; al tiempo que desde una visión orientada por los mínimos, los programas y medidas actuales pueden debilitar otros programas ya existentes, con el consecuente desperdicio de las experiencias y las superposiciones estériles. Como se recordará, Potyara Pereira, en el texto que estamos interpretando, insiste en la posibilidad de una satisfacción optimizada de las necesidades. Esa búsqueda del óptimo, depende del código moral imperante en cada cultura y no es sinónimo del máximo, puesto que siempre es posible mejorarlo, extenderlo, etc. El óptimo aparece así, como un horizonte que en la medida que uno se acerca se va como corriendo. En definitiva para la autora, se puede definir como aquellas adquisiciones (bienes, servicios, derechos) que propician en los individuos la capacidad de elegir y decidir; conocer como hacer esas elecciones entre el conjunto de posibilidades, al tiempo que cuestionarse sobre dichos procedimientos y poder revisarlos permanentemente. El establecimiento de mínimos termina orientando a “esperar lo mejor de los pobres ofreciendo solamente lo mínimo o lo peor de la protección social”, lo que sugiere la autora es la necesidad de contraponerse a una idea muy arraigada en la denominada economía del bienestar que según Faleiros (1980), esta inspirada en una visión de la teoría económica que concibe al bienestar, basado en la agregación de las preferencias individuales, centradas en las elecciones entre bienes disponibles según el principio de utilidad. Se imagina de esa 10 forma, que es posible establecer un régimen de competencia perfecta, sin considerar al mismo tiempo la distribución de los rendimientos, lo que lleva a la confusión entre lo que podrían ser intereses, deseos, aspiraciones y preferencias individuales, y lo que constituirían efectivas necesidades. Tanto Faleiros como Pereira8, buscan contraponerse a la idea predominante en los análisis económicos respecto al bienestar que afirman que cualquier medida igualitaria (políticas sociales, prestaciones sociales garantizadas) destruye el incentivo para el trabajo, distorsiona los mecanismos mercantiles de trasmisión del bienestar y produce individuos irresponsables y dependientes. En la antípoda de esta concepción se puede ubicar el planteo de los autores y la preocupación por las necesidades humanas como base para la concreción de derechos fundamentales, siendo las políticas sociales un medio para orientar los esfuerzos colectivos y habilitar que los sujetos participen no solamente en la producción de la riqueza socialmente construida, sino en la apropiación de sus frutos y resultados. De alguna forma desde estas contribuciones se afirma que es posible combinar eficiencia y equidad con relación a las formas sociales de satisfacción de necesidades. 2.2. Algunas contribuciones para especificar las necesidades Se puede avanzar ahora, hacia una mayor especificación de las necesidades, para ello nuevamente recurrimos a Max Neef (1993) en su identificación del doble carácter de las mismas como carencia y potencialidad. Dice este autor: “Acceder al ser humano a través de las necesidades permite tender puentes entre una antropología filosófica y una opción política y de políticas; tal parecía ser la voluntad que animó los esfuerzos intelectuales tanto de Karl Marx9 como de Abraham Maslow10. Comprender las necesidades como carencia y potencia, y comprender al ser humano en función 8 Ambos autores han realizado y realizan aportes sustantivos en el área del Trabajo Social, participando de intensos debates en el colectivo profesional con fuerte compromiso por calificar a la profesión, incluso ambos autores trabajan en el área de Trabajo Social en universidades brasileras, coincidiendo en la Universidad de Brasilia. 9 Karl Marx (1818-1883) como notable pensador clásico, tiene fecundas contribuciones para pensar la cuestión de las necesidades humanas, muestra de ello es el texto mencionado de Heller sobre su obra, pero basta pensar en los conocidos manuscritos económico-filosóficos del 44 o en los Grundisse del 57-58 para encontrar extensas referencias sobre las necesidades de los individuos sociales y su crítica a las reducciones operadas por el desarrollo capitalista. 10 Abraham Maslow (1908-1970) fue un psicólogo estadounidense pionero de la psicología humanista que trabajó fundamentalmente en la subjetividad de la percepción, en las relaciones entre motivación y personalidad y constituye una referencia recurrente entre los analistas de las necesidades humanas puesto que propone una serie de necesidades fundamentales, intrínsecas a la naturaleza humana, comunes a la especie y aparentemente inmutables genética e instintivas en su origen, propone un esquema gradualista desde: necesidades fisiológicas, seguridad, amor, afecto, pertenencia, estima, autorrealización, necesidades cognitivas (saber y entender) hasta las necesidades estéticas y de crecimiento personal. 11 de ellas así entendidas, previene contra toda reducción del ser humano a la categoría de existencia cerrada. Así entendidas las necesidades -como carencia y potencia-resulta impropio hablar de necesidades que se <satisfacen> o que se <colman>. En cuanto revelan un proceso dialéctico, constituyen un movimiento incesante. De allí que sea más apropiado hablar de vivir y realizar las necesidades, y de vivirlas y realizarlas de manera continua y renovada”. (p.46) Esta extensa cita de Max Neef, permite explicitar una distinción con la que se viene trabajando en este artículo: Necesidades no son lo mismo que Satisfactores o lo que se ha venido denominando como formas sociales de satisfacción. Antes de distinguirlas se sugiere pensar en que son las mismas relaciones sociales que producen tanto a las necesidades como los satisfactores, en esta oportunidad es Héller (1978) la que investigando en la obra de Marx aporta un buen ejemplo del carácter social de las necesidades11: “Las <necesidades naturales> se refieren al mero mantenimiento de la vida humana (autoconservación) y son <naturalmente necesarias> simplemente porque sin su satisfacción el hombre no puede conservarse como ser natural. Estas necesidades no son idénticas a las propias de los animales, puesto que el hombre para su misma conservación necesita también de ciertas condiciones (calefacción, vestidos) que para el animal no representan una necesidad. Por consiguiente, las necesidades necesarias para el mantenimiento del hombre como ser natural son también sociales (es conocida la afirmación de Marx en los Grundisse que sostiene que el hambre que se satisface mediante cuchillo y tenedor es distinta de la satisfecha con carne cruda): los modos de satisfacción hacen social la necesidad misma. (p. 31). Las necesidades se pueden definir como una categoría particular de objetivos que se consideran universalizables, que hacen al conjunto de la humanidad más allá y más acá de diferencias culturales, económicas, políticas, sociales, etc. Como aportan algunos de los autores que se vienen mencionando, hay que diferenciar las necesidades de los deseos12, motivaciones o preferencias individuales y al mismo tiempo diferenciarlas de los satisfactores. Los satisfactores podrían definirse como los “modos en los que se expresan las necesidades” (Max Neef, 1993:p.47), o dicho con otras palabras, son las maneras por las cuales, las necesidades, toman forma concreta y diversificada según los contextos sociales y culturales. Las necesidades humanas comunes pueden entonces, satisfacerse de diversas formas por una infinidad de satisfactores al tiempo que estos pueden movilizar o incorporar en el proceso de satisfacción distintos componentes entre los que se pueden destacar: bienes, servicios, actividades, relaciones, prácticas, experiencias. 11 Cabe aclarar que supera las posibilidades de este artículo (y de quien escribe) realizar una valoración crítica de la obra de Héller y sus cambios de rumbo y ni que hablar de la monumental obra de Marx. Para consuelo intelectual se puede decir que constituye una tarea colectiva abierta y que continua siendo interesante asumirla aunque más no sea fragmentariamente. 12 Dice Gough (2003): “deseo un cigarrillo pero necesito dejar de fumar”. ¿Se habrá inspirado en esa afirmación el decreto presidencial que en Uruguay prohíbe fumar en varios espacios públicos y privados?... 12 Se expondrán a continuación dos tentativas de construir un sistema de necesidades que permitan hacer operativo el análisis de las mismas sin perder la densidad y profundidad de la problematización realizada. Se recorrerán respectivamente, las contribuciones de Max Neef (1993) y de Doyal y Gough (1991) en las obras ya referenciadas. Para Max Neef, es importante señalar que en su crítica a las concepciones imperantes en la economía y sociedad, le parece fundamental repensar el contexto social de las necesidades humanas, de una manera radicalmente distintas de cómo ha sido habitualmente pensado por planificadores sociales o diseñadores de políticas de desarrollo. Para este autor, ya no alcanza con relacionar necesidades con la asignación de bienes y servicios correspondientes que presuntamente podrían llegar satisfacerlas, es imprescindible ampliar las consideraciones e incorporar en el análisis, además de los bienes, servicios o materializaciones, a lo que son variadas prácticas sociales, formas de organización, modelos políticos y valores que repercuten sobre las formas sociales en que se vivencian las necesidades. Como se viene exponiendo, la persona es un ser de necesidades múltiples e interdependientes, por ese motivo para el autor que se viene considerando, las necesidades humanas deben entenderse como un sistema en el cual las mismas se relacionan e interactúan, por lo que “simultaneidades, complementariedades y compensaciones” son características de las dinámicas de los procesos de satisfacción de las necesidades. Max Neef propone combinar dos criterios de desagregación de las necesidades: según categorías existenciales y según categorías axiológicas13. Las existenciales se clasifican en necesidades de ser, tener, hacer y estar. Intentando reconstruir la argumentación del autor en distintos espacios de su obra, es posible suponer que estas categorías tiene inspiración en Aristóteles puesto que remiten al cambio y al movimiento concebidos como la actualización de la potencia. En este sentido, en el ser se sintetiza lo inmutable (esencia eterna de las cosas) con lo cambiante (lo actual y lo potencial). El tener remite a las objetividades de la existencia, el hacer podría remitir al acto, al pasaje o tránsito desde la potencialidad a la actualidad, lo que exige una transformación de la naturaleza con la que se relaciona un sujeto tanto individual como colectivo, y finalmente el estar, remite a determinados espacios y ambientes en que transcurre el devenir de la existencia. 13 Axiológicas en el sentido de que se orienta por valores y explora las posibilidades de captación de los mismos. 13 Estas necesidades existenciales para poder ser vividas y realizadas, exigen una serie diversificada de satisfactores que se pueden sintetizar en la siguiente tabla: Necesidades Existenciales Ser Tener Hacer Estar Fuente: Max Neef (1993:55) Satisfactores Atributos personales y colectivos Instituciones, normas, mecanismos, herramientas (no en sentido material), leyes, etc. Acciones personales o colectivas Espacios y ambientes La clasificación propuesta por Max Neef, propone también, a una taxonomía de necesidades según categorías axiológicas en las que distingue un conjunto de nueve necesidades: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad14. Ambos tipos de necesidades se combinan en una Matriz de necesidades y satisfactores. Dicha matriz, permite analizar las confluencias entre necesidades existenciales y axiológicas. Se recuerda que para el autor, los diversos satisfactores pueden ser definidos como “formas de ser, tener, hacer y estar, de carácter individual y colectivo conducentes a la actualización de las necesidades”. Los bienes económicos podrían definirse como “objetos y artefactos que permiten afectar la eficiencia de un satisfactor”, alterando así el nivel de actualización de una determinada necesidad tanto sea hacia su realización plena de sentido, como hacia la alienación, manipulación, deterioro y pérdida de sentido de la vida. Veamos ahora el conjunto de la clasificación propuesta, sintetizado en dicha matriz, que no es normativa sino indicativa, a modo de ejemplos, para habilitar una nueva manera de concebir a las relaciones existentes entre necesidades, satisfactores y bienes y servicios : 14 Se trata de una clasificación que recupera diversas contribuciones teóricas, y a excepción de la subsistencia no es posible establecer jerarquías entre las mismas. Esta clasificación está sujeta a modificaciones puesto que el propio autor duda si con el transcurrir del tiempo puedan ocurrir actualizaciones del listado propuesto, el ejemplo que plantea se refiere a la Trascendencia y sugiere Max Neef si la misma no se ha ido convirtiendo crecientemente en una nueva necesidad para el conjunto de la humanidad. 14 Matriz de Necesidades y satisfactores propuesta por Max Neef (1993) NECESIDADES SUBSISTENCIA PROTECCIÓN SER 1/ Salud física, salud mental, equilibrio, solidaridad, humor, adaptabilidad 5/ Cuidado, adaptabilidad, autonomía, equilibrio, solidaridad AFECTO 9/ Autoestima, solidaridad, respeto, tolerancia, generosidad, receptividad, pasión, voluntad, sensualidad, humor. ENTENDIMIENTO 13/ Conciencia crítica, receptividad, curiosidad, asombro, disciplina, intuición, racionalidad TENER 2/ Alimentación, abrigo, trabajo HACER 3/ Alimentar, procrear, descansar, trabajar ESTAR 4/ entorno vital, entorno social 6/ Sistemas de seguro, ahorro, seguridad social, sistemas de salud, legislaciones, derechos, familia, trabajo. 10/ Amistades, parejas, familia, animales domésticos, plantas, jardines. 14/ Literatura, maestros, método, políticas educacionales, políticas comunicacionales 18/ Derechos, responsabilidades, obligaciones, atribuciones, trabajo. 7/ Cooperar, prevenir, planificar, cuidar, curar, defender 8/ Entorno vital, contorno social, morada. 11/ Hacer el amor, acariciar, expresar emociones, compartir, cuidar, cultivar, apreciar. 15/ Investigar, estudiar, experimentar, educar, analizar, mediar, interpretar. 12/ Privacidad, intimidad, hogar, espacios de encuentro. 23/ Divagar, abstraerse, soñar, añorar, fantasear, evocar, relajarse, divertirse, jugar 27/ Trabajar, inventar, construir, idear, componer, diseñar, interpretar PARTICIPACIÓN 17/ Adaptabilidad, receptividad, solidaridad, disposición, convicción, entrega OCIO 21/ Curiosidad, receptividad, imaginación, despreocupación, humor, tranquilidad, sensualidad 22/ Juegos, espectáculos, fiestas, calma CREACIÓN 25/ Pasión, voluntad, intuición, imaginación, audacia, racionalidad, autonomía, inventiva, curiosidad 26/ Habilidades, destrezas, método, trabajo IDENTIDAD 29/ Pertenencia, coherencia, diferencia, autoestima, asertividadad. LIBERTAD 30/ Símbolos, lenguaje, hábitos, costumbres, grupos de referencia, sexualidad, valores, normas, roles, memoria histórica, trabajo 33/ Autonomía, autoestima, 34/ Igualdad de voluntad, pasión, derechos asertividad, apertura, determinación, audacia, rebeldía, tolerancia. 19/ Afiliarse, cooperar, proponer, compartir, discrepar, acatar, dialogar, acordar, opinar. 31/ Comprometerse, integrarse, confundirse, definirse, conocerse, reconocerse, actualizarse, crecer 16/ Ámbitos de interacción formativa: escuelas, universidades, academias, agrupaciones, comunidades, familia. 20/ Ámbitos de interacción participativa: cooperativas, asociaciones, iglesias, comunidades, vecindarios, familia. 24/ Privacidad, intimidad, espacios de encuentro, tiempo libre, ambientes, paisajes 28/ ámbitos de producción y retroalimentación, talleres, ateneos, agrupaciones, audiencia, espacios de expresión, libertad temporal. 32/ Socio-ritmos, entornos de la cotidianeidad, ámbitos de pertenencia, etapas madurativas. 35/ Discrepar, optar, 36/ Plasticidad espaciodiferenciarse, temporal arriesgar, conocerse, asumirse, desobedecer, meditar 15 Lo fermental de esta matriz está justamente en su carácter dinámico y fue concebida para habilitar procesos participativos de identificación de necesidades en diversos procesos de intervención social, tanto sea, en programas sectoriales o temáticos (infancia, salud, alimentación, vivienda, jóvenes, relaciones de género, etc.) como en espacios territoriales (Barrios, localidades, departamentos, regiones, etc). En síntesis el propio Max Neef (1993) lo plantea: “Cabe agregar que cada necesidad puede satisfacerse a niveles diferentes y con distintas intensidades. Más aún, se satisfacen en tres contextos: a) en relación con uno mismo (Eigenwelt); b) en relación con el grupo social (Mitwelt); y c) en relación con el medio ambiente (Umwelt). La calidad e intensidad tanto de los niveles como de los contextos dependerá de tiempo, lugar y circunstancia” (1993:39) ¿Cómo vivimos nuestras propias necesidades?, ¿Mis necesidades son también las nuestras?, ¿De qué forma la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas comprometen la satisfacción de las generaciones futuras?... La otra contribución que se intentará exponer es la de los ingleses Doyal y Gough (1991). Estos autores como se ha venido señalando conciben a las necesidades humanas como parámetros para la formulación de las políticas públicas, como aquellos aspectos que trascienden y ponen límites a las “fuerzas del mercado”. Esta es la preocupación central de los autores por lo que su clasificación de las necesidades intenta configurar un esquema claro y robusto para orientar los énfasis de las políticas sociales que se dirigen hacia la satisfacción de necesidades colectivas; y al mismo tiempo que identificar las necesidades básicas que deben ser concomitantemente satisfechas. Estas necesidades básicas son: salud física y autonomía. La salud física no se reduce para estos autores, a la mera sobrevivencia, implicando atender especialmente a un “doble daño” o “serios perjucios” tanto físico, como cognitivo o racional. Para estos autores estas necesidades mencionadas no son un fin en sí mismo, sino precondiciones para alcanzar los objetivos universales de participación social y liberación. El componente físico, tiene que ver con superación de las privaciones que impiden a las personas hacer uso de las condiciones favorables a su participación social. El componente racional o cognitivo, tiene que ver con las capacidades para actuar “de modo informado y con discernimiento”. Al mismo tiempo la autonomía no significa solamente <libertad negativa>, lo que se identifica con la ausencia de coacciones o tutelas externas sobre los individuos; sino también en el 16 sentido de las <libertades positivas> que requieren la movilización, inclusive el “sacarse de encima” agentes externos, remover obstáculos tanto materiales como sociales para el ejercicio pleno de la libertad. Lo importante para comprender esta conceptualización es que si por algún acontecer las necesidades básicas mencionadas no se satisfacen se produciría algún tipo objetivo (puesto que estas necesidades son universales) de daño serio. En una obra posterior Gough (2003) define este “daño serio” como: “la incapacidad fundamental en la prosecución de la propia visión del bien...un impedimento para una participación social exitosa. Sostenemos aquí que construimos una concepción propia de nuestras capacidades a través de la interacción con, y del aprendizaje de los otros... Se deduce entonces que la participación en alguna forma de vida sin limitaciones arbitrarias serias es un objetivo fundamental para toda persona” (2003:21) Ahora bien la autonomía para los autores no refiere solamente a la capacidad de ser libre para actuar, supone al mismo tiempo elegir objetivos y creencias, valorarlos respecto a sus alcances y limitaciones y sentirse responsables por dichas decisiones y consecuencias de sus actos. Es por eso que los autores hablan de “autonomía de agencia”15. Como afirma Potyara Pereira (2000), estudiosa de la obra de los autores mencionados: “Son tres las categorías claves que afectan la autonomía individual en su forma más elemental (la de la agencia): El grado de comprensión que una persona pueda tener de sí misma, de su cultura y de lo que se espera de ella como individuo dentro de esa cultura; la capacidad psicológica que la persona posee para formular opciones para sí misma; y las oportunidades objetivas que le permitan actuar en consecuencia” (2000:71-72). Como se afirma por parte de Doyal y Gough (1991) la autonomía no es solamente de “agencia” sino que es necesario desarrollar lo que ellos denominan “autonomía crítica” como un nivel más avanzado de la autonomía, o desde una perspectiva incremental relacionada con lo que se planteaba respecto al “óptimo”, siempre es posible desarrollar niveles crecientes de autonomía o lo que es lo mismo romper con las heteronomías imperantes (que nos digan de afuera lo que hacer y cómo hacerlo), para hacer uno mismo sus propias normas. No se trata solamente de saber elegir y evaluar informaciones para llevar adelante una determinada acción, sino de ser capaz de criticar y si es necesario cambiar las reglas y prácticas de la cultura a la que se pertenece. Además de estas necesidades básicas, los autores integran en su clasificación una serie de 15 Es preciso aclarar que el término agencia (angecy en lenguaje de los autores) “no tiene un equivalente exacto en castellano y aunque su uso se ha difundido en las ciencias sociales, se puede decir que el mismo refiere a la capacidad de obrar de los seres humanos, enfatizando que no son receptores pasivos de una acción sino sus creadores; esto es, los agentes de la acción bajo estudio. (En: Gough (2003:23 Nota del editor Nº 2) 17 “necesidades intermedias”, en términos de lo que se viene planteando en el artículo, sería más apropiado denominarlos satisfactores puesto que son las formas sociales que permiten realizar la salud física y la autonomía. De esta forma se completa un esquema que permite para los autores orientar la toma de decisiones en materia de políticas de atención a las necesidades sociales. Ian Gough (2003) expone los sustentos de su clasificación de las necesidades con una claridad envidiable: “ Los procedimientos para identificar las características del satisfactor universal se apoyan en dos bases: primero, el mejor conocimiento técnico disponible articulando relaciones causales entre salud física y autonomía y otros factores; y segundo, el conocimiento antropológico comparativo entre prácticas en numerosas culturas, subculturas, estados, y sistemas políticos en el mundo contemporáneo. Tanto las ciencias naturales como las sociales juegan un papel importante para determinar racionalmente las políticas de satisfacción de las necesidades. Pero en la identificación y el mejoramiento de los satisfactores específicos, el conocimiento experimental fundado en <la vida cotidiana> es esencial” (2003: 29-30) De alguna manera, siempre existen posibilidades de ampliar el alcance de algún tipo de necesidad y su ampliación dependerá de la correlación de fuerzas existentes en la sociedad, el concepto que desarrollan los autores se encuentra de esta forma abierto, a las contribuciones del conocimiento acumulado y construido, admitiendo así continuas mejoras del “progreso humano”. La base racional que sustenta esta clasificación, exige estar atentos a que en determinados momentos existe un cuerpo de mejores conocimientos a los que acudir internacionalmente16. De alguna manera la teoría presentada es relativa en el tiempo puesto que admite modificaciones, pero absoluta en el espacio, por su pretensión universal. Se expone a seguir el esquema general de los autores: 16 Para los autores ilustrativo de ésta afirmación son los actuales niveles suecos de salud y autonomía, siendo un ejemplo de lo que podría ser un “óptimo restringido” 18 19 3. Consideraciones finales El recorrido propuesto intentó construir una hoja de ruta para el análisis de las necesidades humanas en la realidad actual. Especialmente preocupados por los rumbos y derrumbes de las políticas sociales, se enfatizó la importancia de fundar las mismas en una conceptualización de las necesidades. En el inicio del ensayo, se planteó la relación y relevancia del tema de las necesidades para el Trabajo Social, reconociendo que se trata de una preocupación recurrente en los medios profesionales. Se fueron señalando algunas líneas de respuesta a las interrogantes planteadas inicialmente, aunque como cultores de la pedagogía de la pregunta, se fueron generando nuevas interrogantes. De todas maneras algunas distinciones resultaron fecundas para comprender de qué necesidades hablamos. En primer lugar, se reconoce el quiebre que en el capitalismo se agudiza entre producción y necesidad. La subordinación de la producción a los procesos de valorización del capital implican un quiebre que invierte los términos de la relación medio-fin, o sea lo que es un medio se convierte en fin, o en términos de lo trabajado en el artículo, los medios o bienes económicos que en todo caso constituirían un activador de los satisfactores aparecen como si fueran las verdaderas necesidades. En segundo lugar, es preciso estar atento a lo que son los procesos de satisfacción de necesidades y los procesos de producción y fabricación de esas necesidades. La pretensión de tener, oculta el verdadero sentido de vivir las necesidades, alterando así la relación entre cantidad-cualidad. Se confunden, de esta forma los términos, por lo que parece primar la idea de que a mayor cantidad de acumulación de bienes, fuera posible volverse indiferentes hacia cualidades concretas; no se trata de alcanzar determinados niveles de vida, sino de fundar otra calidad de vida con sentido. Finalmente, se ha intentado pensar en el sujeto de las necesidades, por lo que adquiere sentido distinguir entre necesidades de las personas y necesidades del capital y sus personificaciones. Cabría la pregunta ¿quiénes son los portadores actuales de las verdaderas necesidades 20 universales que no se encuentran prisioneros en sus propias necesidades particulares y no hacen pasar sus preferencias individuales como si fueran necesidades colectivas? Discutir las posibilidades actuales de satisfacción de las necesidades, es un ejercicio complicado. Un mundo donde la abundancia y la escasez, donde lo superfluo y lo rudimentario, coexisten y se neutralizan. Existiendo condiciones para alimentar a toda la humanidad dos tercios de la población mundial ve comprometida su existencia. Como afirma Heller (1996) Los recursos de la naturaleza pueden quedar exhaustos al igual que los seres humanos que se ven extinguidos por sobreuso y por desuso. Como sintetiza Guará (1998)17, , trabajando los aportes de Heller para la teoría de las necesidades: “Primeramente se debe buscar transformar los dotes en talentos, estimulando el desarrollo de las potencialidades humanas en todos los niveles. Luego se deben buscar y establecer vínculos significativos y profundos que favorezcan el bienestar socio-afectivo de los sujetos. Finalmente, es también importante, la realización de experiencias de satisfacción y realización completa; vivencias de intensa alegría y felicidad, que puedan tonificar la vida animando hacia la superación de las contingencias, en una actitud de permanente autodeterminación” (p.88) Adulterando a Castoriadis, digo que todo esto es posible, con otra organización de la sociedad para mi y para todos. 17 Doctora en Servicio Social de la PUC-Sao Paulo. 21 Bibliografía DOYAL, Len y GOUGH, Ian (1991): A Theory of human need. Ed. MaMillan, London. FALEIROS, Vicente de Paula (1980): A política social do estado capitalista, ed. Cortez, Sao Paulo. FREIRE, Lúcia Maria de Barros (1987): Serviço social organizacional: teoria e prática em empresa; Ed. Cortez, Sao Paulo. GOUGH, Ian (2003): Capital global, necesidades básicas y políticas sociales Ed. Miño davilaCiepp, Buenos Aires. 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