1.-Distintas instituciones, los mismos problemas, la misma lucha El movimiento por la educación se ha propuesto hacer transitar la educación desde un sistema de mercado hacia uno que la garantice como derecho para todas y todos. Es a esta idea a la que nos sumanos, sin importar el régimen de propiedad, sea estatal o privada, de las instituciones en las que estudiamos. Esto no nace antojadizamente, proviene de la acumulación histórica que ha generado nuestro movimiento a lo largo de años de movilizaciones en los que hemos sabido identificar al mercado, a la idea de que los intereses del bolsillo de unos pocos definan sin regulación alguna el destino de nuestra educación, como la raíz de las distintas problemáticas que aquejan a académicos, trabajadores no docentes, estudiantes y sus familias. Desde las reglas de acceso al costo de los títulos, desde el endeudamiento hasta la baja empleabilidad luego de egresados, desde las restricciones de organización a los estudiantes hasta la censura a profesores, todo cabe y tiene sentido bajo las lógicas de un educación de mercado y quienes se benefician de ella, pero a nosotros, a la mayoría de Chile, nos agobia hasta el punto de decir basta. No debemos armar falsas divisiones, esta problemática nos afecta a todos por igual, la expresión de intereses de una elite se puede observar tanto en el proyecto de los dueños de una universidad no tradicional como en el Estado, controlador de sus propias universidades. Sin embargo hay elementos particulares que la CONFECh debe tener en cuenta para incorporar de manera efectiva y convocante a las y los estudiantes de las universidades privadas a la lucha por nuestros derechos. Las instituciones que no forman parte del grupo de las “tradicionales” han sido las más abandonadas a las manos del mercado, con mucha menos regulación en su crecimiento, con menos oportunidades de financiamiento que abrieron la puerta a una banca feroz, con trabas para una organización que permitiera resistir la profundización de la universidad-empresa, estas universidades se han transformado en el mejor ejemplo del modelo neoliberal en educación y sus efectos, lo que representa un problema para el movimiento social, pero también para gobiernos que buscan recuperar la legitimidad frente a la ciudadanía y cumplir con los índices mundiales del país desarrollado que nos dicen ser. En este esfuerzo, los gobiernos sólo han presentado medidas que intentan resolver el problema dentro de los marcos del sistema existente, es decir, parchando el mercado, subsidiandolo, rescatándolo, lo cual no goza con aceptación popular, nadie está dispuesto a rescatar instituciones para que sigan lucrando con los sueños de estudiantes y sus familias. Presenciamos durante el gobierno de Piñera como el sistema tal cual está no fue capaz de hacerse cargo de manera clara ni sería del cierre de la Universidad del Mar, dejando estudiantes a la deriva, sin una solución real. No se ve un camino distinto en las reformas propuestas en el gobierno actual, la voluntad sigue siendo hacia la mantención del sistema y sus principios, agregando sólo algunos elementos de regulación. Pero hoy el escenario nos encuentra en unidad con otros actores de la educación, con estudiantes organizados dentro de instituciones donde estaba o sigue estando prohibido organizarse, nos encuentra dispuestos a proponer los cambios que consideramos necesarios y a defenderlos en la calle. 2.-La transformación de una universidad orientada por los intereses de pocos hacia una orientada por los intereses de todos Una verdadera reforma debería contener una visión global de lo que debe ser la educación para Chile, una visión global de la sociedad que queremos ir construyendo a través de nuestra educación en todos sus niveles. Eso es lo que ha estado ausente en lo prometido por el gobierno de la Nueva Mayoría, sólo hemos visto un desfile de proyectos que se encuentran emparentados únicamente por su afán de ajustar un sistema que se cae a pedazos, no hay un cambio de paradigma de lo que debe ser la educación. Reflejo de esto es la exclusión del 80% de los estudiantes de la propuesta de gratuidad presentada el 21 de mayo por la Presidenta Bachelet, dejando fuera principalmente a los estudiantes de universidades privadas para hacerle el quite a la pregunta por la regulación de estas instituciones. Sin embargo nuestro ánimo no es pisar el palito de la defensa corporativa a las universidades o caer en explotar un carácter economicista de la demanda por gratuidad, sino que reinstalar la discusión por construir un sistema educacional al servicio de la sociedad donde tenga total sentido financiar a las instituciones alineadas con un proyecto nacional. La CONFECh a lo largo de años de luchas ha ido logrando construir un programa de la educación que queremos, con una importante discusión de fondo sobre los para qué de la educación, lo que se ha visto plasmado en el último documento “Principios fundamentales para una Nueva Educación Pública”. Estos principios deben permear en las distintas luchas que encabezamos, ya que permite ir dando una orientación estratégica, de largo aliento a nuestros esfuerzos, lo que significa una invitación a socializarlos pero también de continuar la elaboración para la acción. Es en esto que queremos aportar profundizando una idea, la de la nacionalización de las universidades, es decir, ponerlas al servicio de los intereses de la mayoría de la sociedad. Esto significa una transformación profunda en su carácter según como son comprendidas hoy y una alternativa al cierre de las instituciones y abandono de sus estudiantes y trabajadores cuando estas entran en crisis producto de las propias reglas que el sistema actual contempla. Esta idea cobra sentido en la medida que somos capaces de ir avanzando en las condiciones para su existencia, donde a nuestro juicio la principal es la existencia de una democracia que vaya más allá de la habilitación de espacios para la representación y participación, aún necesarios y escasos, llegando a cuestionar la soberanía de unos pocos sobre la universidad como propiedad privada. La democracia entendida de esta manera permite poner de manera efectiva el proyecto educativo al servicio de las necesidades sociales, y es esta misma democracia la que puede determinar de la manera más legítima cuales son estas necesidades. 3.-Control de las comunidades universitarias Una democracia profunda, que signifique una igualitaria distribución del poder no sólo dentro de nuestras universidades sino que en la sociedad, no se logra por decreto, se construye en la medida de que quienes participan de ella van reconociéndose como parte de una misma colectividad con interés en ejercer soberanía sobre algo en común, en este caso, sobre el proyecto educativo de la institución. En este sentido, pensamos que las primeras preguntas a responder son sobre quienes somos los invitados a participar de la conformación de comunidades universitarias ¿somos sólo los clásicos estamentos universitarios? ¿qué pasa con los actores sociales que se relacionan con la actividad universitaria? ¿juegan un rol quienes habitan los territorios donde están insertas las universidades? , en definitiva ¿quienes tenemos interés sobre el producto intelectual y el destino de las universidades y como lo expresamos y ejercemos? La constitución de estas comunidades debe ser preocupación del Movimiento por la Educación, con una intencionalidad y dirección claras, aspirar a que asuman el control, a través de mecanismos efectivos, sobre el destino de las instituciones universitarias, encargándose de establecer sus objetivos y fiscalizar su funcionamiento. La apertura de espacios de participación al interior de las universidades, para profesores, trabajadores no docentes y estudiantes es un primer paso necesario, pero debe transformarse en la puerta de entrada para expresión de la sociedad en su conjunto en la determinación del rumbo de las políticas de educación. Si bien este llamado y estos cuestionamientos los planteamos para todo el Movimiento, para las y los estudiantes de las universidades privadas esto será una difícil tarea, tendremos que construir en espacios donde todo se ha diseñado para que tenga cabida una democracia estrecha relegada a elementos decorativos o de gestión de conflictos, y donde a lo que aspiramos es a cuestionar el derecho sobre la propiedad privada de los dueños de las instituciones. Sin embargo es el único camino que vemos para lograr una transformación efectiva de los espacios donde nos estamos formando, nadie está más interesado en el buen funcionamiento de las universidades que nosotras y nosotros, nadie sabe mejor lo que nuestro país necesita que sus propias ciudadanas y ciudadanos, hoy más que nunca cobra sentido que defender nuestras universidades es transformarlas.