La economía del miedo

Anuncio
Jueves, 20 de diciembre de 2001
CRISIS FINANCIERA | JOAQUíN ESTEFANíA
La economía del miedo
Se abre la televisión y contemplamos horrorizados la destrucción de las Torres Gemelas y del
Pentágono: hay miles de muertos. Ha comenzado un nuevo mundo. Asistimos no sólo a la
globalización de la economía, sino a la aparición del terrorismo global. Los atentados son el
detonante de una coyuntura que, en parte, había arrancado bastante antes. Lo hemos conocido
empíricamente con posterioridad, pero antes del 11 de septiembre ya estaban plantadas las semillas
de la primera recesión global del planeta, de la que sólo se salva China, una de las zonas menos
globalizadas y, por lo tanto, con menor capacidad de contagio.
Estados Unidos pasaba en pocos meses de crecer por encima del 5% a entrar en recesión (dos
trimestres seguidos de reducción de su economía). El último año antes de ceder la presidencia a
George W. Bush, Bill Clinton declaraba ante el Congreso de su país: 'Tenemos la suerte de estar
vivos en este momento de la historia. Es la primera vez que nuestra nación disfruta al mismo tiempo
de tanta prosperidad y progreso social con tan pocas crisis internas y tan pocas amenazas exteriores.
Nunca hemos tenido una oportunidad tan buena -y, por tanto, una obligación tan fuerte- de construir
la Unión más perfecta que soñaron nuestros fundadores'.
La ensoñación del líder demócrata se quebraba primero con la economía, y luego bajo el fuego del
terrorismo. Japón iniciaba su cuarta recesión en una década y la Unión Europea, que aspiraba a ser
la locomotora en el momento en que EE UU cambiase de ciclo, entraba en una fase de enfriamiento
y de encefalograma económico plano. El efecto contagio de las crisis es tan grande en una
economía globalizada que afecta casi de manera inmediata a los países emergentes, carentes de las
entradas de los capitales que en situaciones comprometidas se refugian en las monedas más fuertes;
y no digamos a los países menos avanzados, que jamás disfrutan de las ventajas de la globalización
porque están ausentes de la misma. Desde entonces, todos los organismos internacionales públicos
y privados han rebajado de manera constante las previsiones de crecimiento para este año que acaba
y para 2002.
Es decir, la principal tendencia de la coyuntura estaba marcada antes del 11 de septiembre. Lo que
sostenía hasta entonces la economía mundial era el consumo privado de los ciudadanos, ya que la
inversión empresarial hacía varios trimestres que estaba parada. Los atentados terroristas afectan
directamente al consumo por la incertidumbre que incuban.
El terrorismo es una enfermedad del alma que genera miedo en los ciudadanos, que,
psicológicamente, interrumpen sus hábitos normales de vida: gastan y viajan menos. La crisis
política profundiza la recesión. En ese momento estamos.
Se reducirá el grado de mundialización y la libertad de movimientos para las personas
Mientras tanto, ya se pueden establecer algunas ideas fuerza que marcan la evolución de los
acontecimientos económicos:
1. Reaparición del Estado como asignador de los recursos escasos. La idea de que los mercados son
el único mecanismo de regulación de la economía se quiebra en las crisis económicas, mucho más
si éstas van acompañadas de complicaciones políticas. Vuelve la política. Emerge así una especie de
keynesianismo contemporáneo compuesto de una mezcla de aumentos del gasto público y
reducción de los impuestos. Esto ha sido mucho más manifiesto en EE UU, donde la pragmática
Administración republicana ha aplicado más de un 1% de su PIB en gastos de reconstrucción y
ayuda a las empresas en crisis, que en la ideologizada UE, constreñida por la existencia de un Pacto
de Estabilidad y Crecimiento que defiende el equilibrio de las cuentas públicas como línea Maginot
de su política económica.
Impedida la UE de aplicar una política presupuestaria expansiva para salir de la recesión, son los
principales Gobiernos nacionales los que se saltan los límites del déficit cero. Tanto en EE UU
como en Europa, la política monetaria ha acompañado, mediante reducciones de los tipos de interés,
a la política presupuestaria.
2. Reducción del ritmo de la globalización. Cuando se padecen recesiones económicas, los agentes
se hacen más conservadores y nacionalistas. Disminuye el comercio, los movimientos de capitales y
las fusiones transfronterizas. Esto ha estado ocurriendo desde el pasado mes de septiembre. La
historia demuestra (las dos guerras mundiales, la gran depresión, las crisis del petróleo) que, cuando
se unen las tragedias políticas y las crisis económicas, las naciones tienden a aislarse y se reduce el
grado de mundialización. En este sentido, la compra de USA Networks por parte de la
multinacional francesa Vivendi es una buena noticia. Además, hay un intento de regulación de los
paraísos fiscales como método de lucha contra la financiación de las actividades terroristas. Estados
Unidos ha tenido que rectificar su tradicional laissez faire hacia las zonas opacas relacionadas con
el blanqueo del dinero.
3. Disminución de los movimientos de personas. No solamente se viaja menos y las industrias del
transporte aéreo y del turismo se tambalean, sino que el conflicto contra el terrorismo global hace
que los viejos límites de los territorios nacionales recobren sus derechos. Aumentan los controles
fronterizos y las medidas de seguridad contra los emigrantes. Si la globalización ya estaba
desequilibrada -libre movimiento de capitales, creciente libertad de movimientos de mercancías y
fuertes limitaciones a los movimientos de personas-, esta coyuntura puede aumentar ese
desequilibrio. Los movimientos antiglobalización, que adquirieron un fuerte protagonismo antes del
11 de septiembre pasado, tienen delante tres labores centrales para recuperarlo.
En primer lugar, condenar la violencia y hacer suyas las palabras del sociólogo alemán Ulrich Beck:
'Ninguna causa, ningún dios, ninguna idea abstracta puede justificar los atentados terroristas';
segundo, hacer propuestas concretas para esa globalización alternativa que proponen a la luz de los
nuevos acontecimientos; por último, no dar excusas para convertirse en el chivo expiatorio de ese
nuevo macarthysmo que tiende a identificar al terrorista con todo aquel que intenta contextualizar
las causas del terrorismo.
Léanse estas declaraciones del intelectual francés Jean François Revel: 'Los primates vociferadores
y rompedores de los antiglobalización, desheredados del maoísmo, se echan en realidad contra EE
UU, sinónimo de capitalismo, y esta obsesión conduce a una verdadera desresponsabilización del
mundo'. Verdaderamente didáctico.
Descargar