anafinan_31oct09 - Rodriguez Silvero y Asociados

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ASUNTOS TRIBUTARIOS, LEGALES,
ECONÓMICO-FINANCIEROS
CONTABLES Y ADMINISTRATIVOS
ANÁLISIS FINANCIERO
Publicado el 31 de octubre de 2009 en el Diario Ultima Hora
Terrorismo vs. mano dura vs. solidaridad social
Por Ricardo Rodríguez Silvero (*)
La experiencia acumulada de la humanidad contra el terrorismo es tan antigua como la
misma humanidad. Es un monstruo de múltiples cabezas (en la mitología griega una
hidra horrorosa y sanguinaria que se autoreproduce interminablemente) e innumerables
manifestaciones que puede ser combatido solamente con mano dura y con un sólido
consenso popular sobre las medidas a ser aplicadas en su contra.
Combate implacable al terrorismo y sus derivaciones. Ni apertura política ni
democracia, en el sentido occidental del término, impiden la aplicación de una
implacable mano férrea contra los terroristas. En las más tradicionales como longevas
democracias de Europa y de los Estados Unidos de Norteamérica se puede hasta los
extremos ser democrático en la redacción y en la aprobación de las normas de la
convivencia pacífica, pero son tan incólumes como inexpugnables y feroces en
cumplirlas y hacerlas cumplir de forma tal que no queden resquicios para la filtración de
elementos subversivos de ninguna índole.
En las frágiles democracias de raquíticas economías y de lacerante injusticia social,
como en algunas sudamericanas y específicamente en la paraguaya, los macro-marcos
de referencia como Democracia y Estado de Derecho así como sus postulados en la
visión/misión y los ejes prácticos de acción y reacción en la realidad práctica deben
tener vigencia también. No se debe claudicar ante ninguna manifestación de terrorismo,
por más leves que sus síntomas aparenten. Menos aún cuando los mismos han llegado a
adquirir brotes y metástasis virulentas, como es el caso de nuestro país en los últimos
años.
Sobre terroristas y sus simpatizantes debe caer todo el peso del Estado de Derecho y de
las normas que lo rigen. Para eso están los Poderes del Estado. Si estos no lo están
ejerciendo debidamente o si muestran dubitación o debilidad en su observación, esto
puede convertirse en un siniestro flanco débil que puede alentarlos a atacar,
subvirtiendo el orden constituido y echando a perder las libertades públicas.
El "orden constituido" en Paraguay no es el mejor de todos, ni en comparación con la
misma historia de nuestro país ni con la de nuestros vecinos. Está plagado de terroristas,
de mafias, de evasores, de corruptos y de una impunidad atroz, caldo de cultivo propicio
para toda laya de gérmenes antidemocráticos y antisociales.
Pero aparte de esos terribles condicionantes, poco propicios para el ejercicio del Estado
de Derecho, nuestra sociedad está azotada por injusticias de toda clase también: las
desigualdades en patrimonio inmobiliario, mobiliario e ingresos se hallan entre las más
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grandes del mundo y la miseria, definida como no tener lo suficiente ni para comer
diariamente, que aqueja ya a un 20% de la población, sigue aumentando incluso en
épocas de prosperidad y, ni qué decir, en las de crisis múltiple, como la actual, que ya
lleva un año de duración.
Vigencia del estado de derecho. Por eso mismo, porque la formación social está plagada
de anti-Cristos y Judas, en su versión moderna, y porque ella se halla en un profundo
proceso de pauperización, tremendamente injusto por cierto, la ciudadanía toda,
consciente de lo negativo de los extremos, debería erigirse cuanto antes, articulando
consenso en torno a propuestas de fortalecimiento del Estado de Derecho y
simultáneamente de solidaridad social, de aplicación inmediata, para evitar que la hidra
del terrorismo, de la mafia, de los evasores y de los corruptos termine devorando nuestra
frágil democracia, volviendo obsoleta nuestra raquítica economía y multiplicando los
miserables, en el sentido sociológico del término, en progresión geométrica.
Fortalecimiento del Estado de Derecho en este contexto debe entenderse por el ejercicio
de soberanía dentro de nuestro territorio, implantando la vigencia de las leyes y
poniendo en práctica mano dura en la lucha contra el terrorismo, la mafia y sus
adláteres. No hay que bajar la guardia en esto.
Política social pública y privada. Solidaridad social no debe reducirse al mero pago de
impuestos, disminuyendo la evasión. Esta es una condición necesaria, pero no
suficiente. Hay que desarrollar como empresario también mejor política laboral con sus
propios empleados y una política de buena vecindad hacia el entorno inmediato. Existen
positivos ejemplos de casos exitosamente experimentados tanto en la región Oriental
como en la Occidental, de organizaciones solidarias, como las cooperativas y otras
manifestaciones menos formales de "minga". Los vecinos, mediatos e inmediatos,
desempleados y subempleados, son incorporados en la demanda de trabajo de las
mismas o auxiliados en forma directa en casos de pobreza extrema. ¡Tomemos ya
mismo ejemplo de ellas!
(*) [email protected]
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