1. La expresión de la consecuencia en español. Es bien sabido que

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1. La expresión de la consecuencia en español.
La cause est une composante essentielle de notre
représentation du monde et constitue le fondement de la
plupart de nos actions. Elle n’est pas seulement à l’oeuvre
dans la connaissance progressive que nous avons de l’univers
grâce à la constitution au fil des siècles de la pensée
rationnelle mais elle sous-tend notre besoin de
compréhension des événements que jalonnent notre vie de
tous les jours (Gross 2009: 1).
Es bien sabido que las oraciones que marcan las relaciones
lógicas entre procesos (acontecimientos, estados, acciones) han
tenido mal acomodo en la sintaxis tradicional. En la oración
compuesta tradicional se habla de yuxtapuestas, coordinadas y
subordinadas. Estas están formadas por una proposición principal y
otra subordinada, que añade a la primera informaciones esenciales
(completivas) o accesorias y, por eso, facultativas (circunstanciales).
Las consecutivas no son oraciones circunstanciales en sentido
estricto, es decir, no son como las locativas, temporales y modales
que responden a una pregunta que “rellena” una función (¿dónde?,
¿cuándo? o ¿cómo? se realiza la acción verbal, respectivamente).
Excepto aquellas que tienen una estructura correlativa (con una
trabazón clara, como las comparativas y un tipo de las
consecutivas), parece que pertenecen más al ámbito del discurso que al
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José L. Herrero Ingelmo
ámbito de la oración: son las causales, las finales, las condicionales,
las concesivas y las consecutivas (no correlativas). Todas ellas
expresan las diferentes relaciones lógicas entre una causa y un efecto
(relaciones de causalidad): las finales son causales prospectivas; en las
condicionales, la causa es “supuesta” (hipotética) y en las concesivas
queda en suspenso una posible causa (excepción a la causa). Se les
ha llamado adverbiales impropias o bipolares (Galán 1999). Causales y
consecutivas expresan esa relación causa-efecto: las causales
focalizan la consecuencia; las consecutivas, la causa (Narbona
1978) 1.
Más independientes sintácticamente son las coordinadas, y
más susceptibles de ser consideradas enunciados independientes
con relaciones lógico-semánticas (que no pueden darse dentro de
una oración). En la gramática tradicional, las consecutivas con nexo
coordinante se denominan ilativas (y no siempre: como veremos más
adelante -2.2.-, durante un tiempo se consideraron las continuativas).
Creo que la clasificación de las relaciones interoracionales que
proponen Hopper y Traugott (2003: 179) puede arrojar un poco de
luz en esta maraña oscura de la clasificación tradicional.
1) Parataxis (coordinación): oraciones en alguna medida
independientes. Las dos oraciones son núcleo y tienen una
integración mínima.
2) Hipotaxis (“adverbiales impropias”): oraciones tienen una
relación de interdependencia, no son núcleo ni margen; lo
que Rojo (1978) denominó cláusulas interordinadas y Narbona
(1990) “adverbiales impropias”.
3) Subordinación (subordinadas sustantivas, adjetivas
especificativas y adverbiales propias): oraciones muy
Es verdad que se ha intentado insertar las causales (porque) y las finales (para que)
dentro del esquema de argumentos de la oración: frente a la interpretación de
porque y para como conjunciones, se pueden dividir en por que y para que, y se
convierten así en sintagmas preposicionales con una subordinada sustantiva con
que.
1
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La formación del paradigma consecutivo
dependientes; son márgenes de un núcleo (constituyentes de
la oración principal).
En el segundo grupo, podemos incluir las oraciones en las
que aparecen nuestros conectores (en general, aquellas que tenían
mal acomodo en la perspectiva tradicional). Claro que no serían,
como desde un punto de vista sintáctico, oraciones, sino enunciados,
desde un punto de vista textual y pragmático.
Es curioso que la última gramática académica, a propósito de
uno de nuestros conectores (por consiguiente), afirme que en la
gramática tradicional se analizaban como conjunciones muchos
marcadores, “lo que lleva a mezclar los elementos de un paradigma
estrictamente sintáctico con los que componen diversos grupos de
partículas establecidas con criterios discursivos y textuales”
(§30.12h).
En definitiva, lo que late en el fondo de estas incongruencias
y vacilaciones es la difusa frontera entre oración y enunciado (o discurso
o texto, como acto de comunicación). Una cuestión de enorme
calado que está hoy viva en casi todos los estudios gramaticales,
textuales y pragmáticos. Hay que recordar, en este punto, el
concepto de texturidad: un emisor elabora un texto con los siguientes
rasgos: cohesión, coherencia, intencionalidad, aceptabilidad,
informatividad, situacionalidad e intertextualidad. Una buena
definición de texto está en Bernárdez (1982: 85):
Es la unidad lingüística comunicativa fundamental producto
de la actividad verbal humana, que posee siempre carácter
social; está caracterizada por su cierre semántico y
comunicativo, así como por su coherencia profunda y
superficial, debido a la intención (comunicativa) del hablante
de crear un texto íntegro, y a su estructuración mediante dos
conjuntos de reglas. Las propias del nivel textual y las del
sistema de la lengua.
Más adelante, volveré al enunciado como concepto relacionado
con los conectores.
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José L. Herrero Ingelmo
La sintaxis tradicional diferenciaba entre consecutivas coordinadas
(después llamadas ilativas) y consecutivas subordinadas (con nexos
correlativos). Así, la Gramática académica de 1931 defendía que las
coordinadas expresan un efecto lógico y las subordinadas un efecto
físico o material (consecuencia factual; planteamiento paralelo en las
causales: las coordinadas expresan una causa lógica y las
subordinadas una causa real). La última gramática académica
(2009) 2, aunque reconoce que las oraciones ilativas pueden
introducir no solo una oración, sino “un periodo completo que
constituya un razonamiento trabado” (§46.11g), estudia muchos de
nuestros marcadores como conjunciones o locuciones conjuntivas
de las construcciones ilativas (§46.11): consecuentemente, en consecuencia,
entonces, por consiguiente, por (lo) tanto… (§46.11k); de aquí –ahí- que,
conque, así que, pues (§46.12 a y b).
Diferencia estas construcciones de las consecutivas porque la
consecuencia “se presenta en un periodo sintáctico diferente, como
derivación natural de lo que el hablante ha expuesto con
anterioridad” (§46.11a).
Para algunos autores las oraciones ilativas no se deben
agrupar con las coordinadas. Uno de los argumentos que se
han ofrecido para apoyar este análisis es el hecho de las
primeras pueden no introducir tan solo una oración, sino un
periodo completo que constituya un razonamiento trabado
(§46.11g).
Y más adelante añade, tras referirse al hecho de que los dos
segmentos que relacionan estas conjunciones pueden ser complejos:
La propiedad que se menciona coloca a las conjunciones
ilativas en un plano más elevado de la trabazón discurso que
el que corresponde a las finales o las causales… Esta propiedad
la sitúa, además, en opinión de muchos gramáticos entre las unidades
Las consecutivas “trabadas” las estudia en el capítulo 45 junto con las
comparativas y superlativas; las consecutivas “no trabadas” –ilativas- las estudia
en el capítulo 46 junto con las causales y finales.
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La formación del paradigma consecutivo
características de la gramática del discurso o del texto (§46.11h; la
cursiva es mía).
Las consecutivas subordinadas se refieren a construcciones en
las que hay una correlación que pone de manifiesto una trabazón
sintáctica dentro de la oración. Naturalmente que las ilativas son dos
oraciones con un conector (conjunción en la terminología
tradicional) que las une; lo mismo que puede unir dos o más
párrafos. Es decir que, fuera de la implicación sintáctica, lo que
funciona realmente es una relación entre procesos sin trabazón
sintáctica. Nuestros marcadores aparecen en construcciones bien
yuxtapuestas (un punto o un punto y coma como marcas de pausa),
o bien –en muchos casos- en construcciones paratácticas con la
conjunción y.
Hoy casi todos los gramáticos están de acuerdo en que las
llamadas relaciones lógico-semánticas (estructuras conceptuales)
entre dos procesos tienen un abanico amplio de medios de
expresión lingüística: no solo gramaticales, sino también léxicos y
textuales, con mayor o menor codificación (Gross 2004: 25).
Sabemos que la escasa codificación se compensa con el
enriquecimiento inferencial. En el caso que nos ocupa, la relación de
consecuencia entre dos procesos (pongamos, la lluvia y el
desbordamiento de un río; la lluvia y la decisión de quedarme en casa) puede
manifestarse sin codificación (1, 2) o con una codificación débil
(3,4). En ambos casos, el oyente debe tender el puente inferencial
entre los procesos.
(1) Ha llovido mucho. El río se ha desbordado.
(2) Ha llovido mucho. Me he quedado en casa.
(3) Ha llovido mucho y el río se ha desbordado.
(4) Ha llovido mucho y me he quedado en casa.
La yuxtaposición y la coordinación copulativa son formas de
expresión sintáctica de estructuras conceptuales en las que la
inferencia es fundamental. Pero puede aparecer una codificación
adecuada:
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José L. Herrero Ingelmo
(5) Ha llovido mucho; por lo tanto el río se ha desbordado.
(6) Ha llovido mucho; así que me he quedado en casa.
(7) Ha llovido tanto que el río se ha desbordado.
(8) Ha llovido tanto que me he quedado en casa.
Esta codificación es la función de nuestros conectores.
débil:
En ocasiones, aparece una subcodificación, una codificación
(9) Tras una semana de intensas lluvias, el río se ha desbordado.
(10) Tras dos horas de intensa lluvia, me he quedado en casa.
(11) Tras una semana de lluvias muy intensas, el río se ha
desbordado.
(12) Tras dos horas de una lluvia muy intensa, me he quedado en
casa.
En este caso, la expresión lingüística se limita a marcar la
sucesión temporal de los dos procesos; el proceso de inferencia
lleva a considerar (9) (10) (11) y (12) como una relación de causaefecto. En (11) y (12) la presencia de la partícula intensiva “ayuda” a
una codificación un poco más fuerte.
También puede haber una sobrecodificación:
(13) Ha llovido mucho; esa es la razón de que el río se haya
desbordado.
(14) Ha llovido mucho; ese es el motivo de que me haya quedado en
casa.
(15) Ha llovido tanto que, como consecuencia de ello, el río se ha
desbordado.
(16) Ha llovido tanto que, como consecuencia de ello, me he quedado en
casa.
No voy a ocuparme, como dije más arriba, de la expresión
estrictamente sintáctica de la consecuencia, que está suficientemente
estudiada. Recuerdo aquí lo más importante de esa parte de la
expresión consecutiva. En las gramáticas tradicionales, la expresión
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La formación del paradigma consecutivo
sintáctica de la consecuencia se dividía, como hemos visto, entre las
coordinadas ilativas y las subordinadas consecutivas correlativas.
Álvarez (1991, 1995 y 1999) estudia las consecutivas en
español como un conjunto heterogéneo de estructuras. Por una
parte, estructuras subordinadas (con correlaciones):
1) De INTENSIDAD. “Gritaba tanto que no podíamos oír nada.
Es tan inútil que lo despidieron” (“Lo despidieron de tan inútil como
era; lo despidieron de lo inútil que era”).
2) De MODO. “Cuenta las cosas de modo que apenas se
entienden” (manera). “Cuenta las cosas de tal modo que apenas se
entienden” (intensidad).
3) CONSECUTIVAS-COMPARATIVAS. “No grita tanto como para
que no oigáis nada”.
4) CAUSALES INTENSIVAS. “No podíamos oír nada de tanto
como gritaba”.
Por otra parte, sitúa las oraciones coordinadas y yuxtapuestas.
1) COORDINANTES: luego, conque, así (es) que, de modo (manera,
forma, suerte) que.
2) ADVERBIOS O FRASES ADVERBIALES de función cohesiva:
por tanto, por consiguiente, entonces, pues, así (pues), de ahí (que).
3) YUXTAPUESTAS. “No podíamos oír nada. ¡Tanto gritaba!”.
Obviamente los grupos 1 y 2 son los que funcionan como
conectores: los primeros con alguna relación sintáctica más estrecha
(formalmente con comas…); los segundos, más claramente
textuales (formalmente, con punto y coma o punto y seguido).
Por otra parte, se distingue entre las consecutivas de re (de
realidad) en las que la secuencia lógica se establece entre un causa
real y un efecto real y que son poco informativas y las consecutivas de
dicto en las que la consecuencia lógica se da en la mente del hablante
y son mucho más informativas (cfr. las anteriores consideraciones
de Hybertie).
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José L. Herrero Ingelmo
Fuentes (1987: 148) añade otra distinción “que surge de la raíz
lógica que esta expresión lingüística comporta” y establece tres tipos
de consecutivas:
En las primeras (relaciones “de re”), A es una condición
necesaria de B. “Era amnésico. Había olvidado, pues, todo”:
Es una conexión que toda la comunidad de hablantes
reconoce como obligada, por lo que solo se usa en niveles
técnicos, en argumentaciones científicas, debido a su escaso
valor informativo.
En las segundas, B es consecuencia necesaria de A. “No
tengo su dirección, por lo tanto, no puedo escribirte”.
No poder escribirle es el resultado necesario de no tener su
dirección. Esta condición lleva siempre a esa consecuencia.
Pero también puede haberse debido a otros motivos, por
ejemplo, no tener tiempo (no son demasiado informativas).
En las terceras A es condición suficiente de B y B es
consecuencia posible de A. “Estamos muy cansados. No iremos,
entonces, al cine”.
La negativa de ir al cine puede estar motivadas, aparte de por
otras cosas, por el cansancio” (mucho más informativas).
En cuanto al estudio histórico de las consecutivas, hay un
magnífico resumen en Espinosa (2010: 364-368).
Desde la gramática textual y desde la gramática cognitiva, ha
habido intentos de sistematizar las distintas posibilidades de
configuración lingüística de las relaciones lógico-semánticas propias
de la argumentación (ámbito fundamental de nuestros conectores).
Así, Hybertie (1996: 2) propone dos tipos de conectores -usa el
término en sentido amplio- consecutivos en francés. Los de
consecución factual y los de razonamiento (inferencia).
En el primer caso, explicitan una relación causa-efecto entre
dos hechos experimentados por el hablante. Esos hechos están
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La formación del paradigma consecutivo
representados en sendas proposiciones (causa factual constatada
-ausencia- y consecuencia factual constatada –el abandono del jardín-).
(17) Se marchó hace mucho tiempo y, por lo tanto, el jardín está lleno
de maleza.
(18) Hace tanto tiempo que se marchó que el jardín está lleno de
maleza.
En este grupo, incluye los marcadores de sistemas correlativos
de intensidad y consecución (tan–tanto- …) o de sistemas
correlativos de manera y consecución (de tal manera… que) que solo
pueden expresar la consecución factual (no expresan inferencia).
En el segundo caso, se manifiesta una relación entre un hecho
experimentado (objeto de la enunciación de la primera proposición)
y otro no experimentado por el hablante (del cual el primero es
indicio; y su conocimiento del mundo le permite reconstruir la
relación).
(19) El jardín está lleno de maleza; por lo tanto, se marchó hace
mucho tiempo.
(consecuencia factual constatada –el abandono del jardín-;
enunciación de la causa factual no constatada –ausencia-)
(20) Se marchó hace mucho tiempo; por lo tanto, el jardín estará
(está, debe estar) lleno de maleza.
(causa factual constatada –ausencia- y enunciación de la
consecuencia factual no constatada –el abandono del jardín-)
En la primera oración, la consecuencia factual constatada
actúa como causa de la enunciación de la consecuencia, que es la
enunciación de la causa factual (no experimentada). En la segunda,
la causa factual constatada conlleva la enunciación de la
consecuencia factual.
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José L. Herrero Ingelmo
Charaudeau, por otra parte, en su interesante Grammaire du
sens et de l’expression (1992: 493-550) 3, estudia las marcas lingüísticas
explícitas (nuestros conectores), pero también las palabras léxicas,
ciertas construcciones sintácticas y signos de puntuación que
mantienen esas relaciones de modo implícito.
Charaudeau define el concepto de operación lógica como la
ligazón entre dos aserciones sobre el mundo: “c’est une opération
qui consiste à relier entre elles deux assertions sur le monde, de telle
sorte que l’existence de l’une dépend de l’existence de l’autre, et
inversement” (p. 495). Es un lazo no formal, sino conceptual entre
seres, propiedades, acciones. Los arquetipos lógicos (nivel
cognitivo) son expresados por marcas formales (nivel lingüístico) en
un contexto y situación de comunicación (nivel discursivo) que
integran ese lazo en un dispositivo argumentativo.
Esas marcas formales pueden ser (p. 496):
a) palabras
gramaticales
(conjunciones,
conectores,
operadores, relatores) no monosémicas. Un mismo conector
puede expresar relaciones lógicas diferentes (aunque hay
conectores prototípicos). Una misma relación lógica puede
ser expresada por distintos conectores.
b) palabras léxicas: “La consommation excessive d’alcool rend
déficient” (“Si on consomme trop d’alcool, alors on devient
déficient”).
c) ciertas construcciones (gerundio,
s’entraînant, on a des chances de gagner”.
participio);
“En
d) simple puntuación: “Qu’on vienne me parler, je serai
compréhensif”.
Establece cinco categorías lógico-lingüísticas (p. 497):
conjunción, disyunción, restricción, oposición y causalidad. Para el lingüista
francés, la operación de causalidad (pp. 525 y ss.) establece una
3
En la segunda parte, Las categorías de la lengua: la argumentación y las relaciones lógicas.
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La formación del paradigma consecutivo
relación lógica entre dos aserciones (A1 y A2), de tal manera que
plantear una (A1) conlleva la existencia de la otra (A2).
Las categorías de la causalidad dependen de la condición lógica (o
tipo de relación) que une las dos aserciones (la posible, la necesaria, la
inevitable y la exclusiva) 4 y del valor de verdad (generalizante,
particularizante, hipotético) 5:
- IMPLICACIÓN: El movimiento del pensamiento capta de una
forma global la aserción de base A1 y la dependiente A2
(generalizante).
- EXPLICACIÓN. En este caso, el movimiento del pensamiento
privilegia A1 o A2 (particularizante).
- HIPÓTESIS (hipotético).
Aquí nos interesa la EXPLICACIÓN, en la cual se focaliza una
de las dos aserciones (pp. 538 y ss.). Según la condición lógica con
que se vincula, tenemos la explicación condicional (la existencia de A1
determina la existencia de A2), explicación causal (parte de la
existencia de la aserción A2 para remontarse hasta su origen, o sea,
la aserción 1; reposa sobre una condición inevitable), EXPLICACIÓN
CONSECUTIVA (parte de la existencia de la aserción A1 para llegar a
la existencia de la A2 que depende de aquella: la relación A1 y A2
corresponde a una condición al menos inevitable que es presentada
como si fuera exclusiva), explicación final (existencia de la aserción A1
para llegar a la aserción A2 que depende de ella; frente a la
consecuencia que llega al final de la relación, aquí solo se planifica).
La explicación consecutiva se define así (541):
Le mouvement de pensée part de l’assertion A1 pour aboutir
à l’existence de l’assertion A2 qui dépend de celle-ci. La
“Hace bueno, puedes ir a pasear” (posible); “Si quieres ver la película, tienes que
tener tres euros” (necesaria); “Todo lo que tiene valor es raro” (inevitable); “Solo
lo que tiene valor es raro” (exclusiva).
5 “Partir es un poco morir” (generalizante); “Ha salido pronto, por tanto ha
llegado pronto” (particularizante); “Si no me retiro, me aplasta” (hipotético).
4
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relation entre A1 y A2 correspond à une condition au moins
inéluctable qui est présentée comme si elle état exclusive. En
effect, dire: “Il est parti tôt de sorte qu’il est arrivé tôt”, c’est
dire que A2 (“partir tôt”) entraîne obligatoirement A2
(“arriver tôt”).
Finalmente, Bermúdez (2003) plantea un estudio de los
conectores consecutivos (interesante y original) radicalmente
diferente a los anteriores. Intenta:
mostrar que el dominio de la consecutividad no está
construido cognitivamente a partir de la noción de causalidad
sino a partir de una metáfora mucho más básica: la metáfora
del camino y que las particularidades semánticas de los
diferentes conectores son una manifestación directa de la
configuración que los diferentes conectores imponen a la
escena básica del camino (p. 241).
Creo que esta visión de la consecutividad es muy
enriquecedor (veremos en su momento, su aplicación a algunos
conectores), pero –en cualquier caso- no es incompatible con el
tradicional punto de vista de la lógica.
La lengua, en definitiva, articula una serie de mecanismos para
que podamos influir en el receptor de nuestros mensajes. La
argumentación es un modo de plantear la comunicación que, en
muchos casos, que sirve no tanto para comunicar, sino para
convencer (con información conocida o no). Los conectores
consecutivos guían las inferencias de lo que decimos para que el
receptor acepte con mayor o menor facilidad (eso depende del peso
de nuestros argumentos y de nuestra habilidad para plantearlos). Lo
que a continuación se cuenta es el maravilloso viaje del nacimiento y
del desarrollo de esos elementos que nos facilitan la ardua tarea de
“también” convencer.
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La formación del paradigma consecutivo
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