Crónica Ferran Planes pensaba titular sus memorias de guerra y exilio ‘La conya’: un relato tragicómico sobre las ilusiones perdidas ‘N'hi havia per plorar i riure’ La recuperación de El desgavell de Ferran Planes (Bagà, 1914-Barcelona, 1984) es un acontecimiento comparable a la edición de Memòries d'un cartellista català (1995) de Carles Fontserè o al rescate de De les txeques de Barcelona a l'Alemanya nazi (2003) de Otília Castellví. Se trata de un libro de una humanidad rotunda y una voz narrativa impresionante, una de las mejores crónicas de la República, la guerra y el exilio, que en algunos pasajes tiene la fuerza de una gran novela sobre las ilusiones perdidas, como Voyage au bout de la nuit de Céline o Incerta Glòria de Joan Sales. Anteanoche, cuando terminé la Meditació a mig camí que cierra el volumen, apagué la luz del despacho y enfilé el pasillo, Planes seguía allí, como un viejo conocido. “Després de la grollera imatge de l'home ideal farcit d'impostura, apareix l'home autèntic, pur i feble, desguarnit de postissos oripells, que pot bellugar-se sense unes crosses que s'han corcat i que ja no poden apuntalar-lo”. ¿Crónica? ¿Novela? En cualquier caso, literatura de altísima calidad. Por ejemplo, cuando describe la sensación de la libertad que ahoga, que es un tema recurrente de El desgavell. El final de la guerra pilla a Planes en Guadix. Tiene pensado regresar a Balsareny, pero no es seguro y decide cruzar clandestinamente la frontera francesa. Se instala en Perpiñán, pero su existencia es tan precaria que al final opta por entregarse en el campo de concentración de Saint-Cyprien. Se en- rola en una Compañía de Trabajadores Extranjeros que excava trincheras en Delle, en el Franco Condado. Cuando llegan los alemanes, entra en la Suiza romanda. El relato de los días que pasan entre Delle y Lausanne es sensacional. En un ambiente idílico (que el narrador compara a un week-end), Planes y sus amigos Amat-Piniella, Vives, Arnal y Hernández se relacionan con los campesinos que les tratan de manera benevolente. Pero son oficialmente apátridas, Suiza no puede hacerse cargo de ellos y acaban presentándose voluntariamente a la Kommandantur. Aunque escapó de los campos de exterminio, Planes fue prisionero de los nazis en Alsacia. La imagen de los cinco en sus uniformes de la Primera Guerra Mundial, como poilus resucitados que vuelven del pasado para ayudar a los soldados que van a inmolarse en la línea Maginot, recuerda el Voyage au bout de la nuit: aquella caseta de tiro que el protagonista encuentra en diferentes momentos de su vida, el gran matadero disimulado bajo la atracción galante. El desgavell se publicó por vez primera en 1969, tuvo buenas ventas y excelentes críticas. Pero explicaba cosas comprometedoras de la posguerra en Balsareny y señalaba a algunos personajes, chaqueteros y oportunistas del exilio, que se habían acomodado al nuevo régimen. Nunca se reeditó y cayó en el olvido. Club Editor ha rescatado el original de los archivos de la censura en Alcalá de Henares. En buena hora. |