LEMA: “Biblia y Catequesis

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II SENAC
SEMINARIO NACIONAL DE CATEQUESIS
Biblia y Catequesis
“Señor, ¿a quién iremos?
Tú tienes palabras de Vida Eterna…”
(Jn.6,68)
1
Introducción
Quienes hemos recibido el don de la fe, sabemos con certeza firme, que Dios ha tenido un gran gesto de
amor con nosotros. Se nos ha revelado.
La revelación como acto de comunicación auténtico, pone de manifiesto la solidaridad de Dios con el
mundo entero. Solidaridad hecha carne - persona, en el acontecimiento de la Encarnación y solidaridad
acontecida en la muerte que da vida: la Pascua.
Esta revelación se hace explícita con toda claridad en la Palabra. Ella es el “documento, el legado, la
herencia”; de lo que Dios quiso decir y hacer.
Nuestra profesión de fe, está arraigada en esa Palabra, constituyéndose en puerta de ingreso al misterio
del amor gratuito de Dios. Gesto que convoca a la reciprocidad poniendo en sintonía las dos palabras: la divina
porque procede de Dios y la humana, dicha y escrita por los hombres.
Esa misma Palabra, revela, la existencia del hombre. No hay vínculo entre personas, sin palabra, sin
gestos, sin actos, que pongan de manifiesto alguna “forma de palabra”.
Es verdad que la palabra suscita compromisos. Cuando decimos: “te doy mi palabra” o “dame tu palabra”, nos
estamos haciendo cargo de lo que expresamos, para darle cumplimiento con honestidad y como norma de
conducta eficaz.
En la revelación, la Palabra, es el decir del Padre en el Hijo, desde la unidad en el Espíritu. Es la Palabra
pensada y emitida, sin improvisaciones y con la claridad particular de la acción divina, trascendente, que es Dios
mismo diciendo, desde el amor primero. “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la
opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida…” 1 , una Persona que
nos habla al corazón y nos hace participar de su comunión amorosa. Dios en su complacencia 2se revela porque
desea ser amado; el designio divino es que nosotros entramos en comunión con Él. Nuestra alegría es la justa
respuesta entre el acontecimiento y el corazón del ser humano. 3
En tiempos donde abunda la palabra carente de contenido, la Palabra revelada, se pone de pie y grita por
la boca del hombre: “TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA…”
Jesús, la Palabra
Como Dios conoce a la humanidad y mucho; hizo de Jesús, su Palabra humanizada y con Él, por Él, y en Él,
explicitó el Mensaje.
Desde entonces la Catequesis y la Palabra; armaron el binomio indisoluble de una misma realidad, esa
que Dios quiso que aprendiéramos, imitáramos y siguiéramos.
La historia de la Salvación, no es otra cosa que la historia de la palabra de Dios, creadora, reconstructora,
educadora, liberadora, anticipo de la alianza, profética, sapiencial y pascual.
1
BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 1
Cf DV2
3
Cf PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, Vivir el año de la Fe. Subsidio pastoral, Buenos Aires, Ed. Ágape, 2012. 19-40
2
2
En toda esa trayectoria la propuesta es muy simple y sumamente ambiciosa: se acerca nada más y nada
menos que a la plenitud del hombre con Dios en el mundo, en el universo y en la comunidad que la acoge y la
celebra.
Es una palabra humanizada, como Jesús. Atraviesa todos los tiempos y todas las situaciones, ofreciéndose
como aquella que da sentido a la existencia.
Ese es Jesús-Palabra. Palabra que inspira la búsqueda del bien y de la verdad.
Palabra que interpela, desechando el egoísmo y promueve la elección de los pobres como primeros desde su
dignidad de personas y como predilectos del Padre.
Jesús Palabra. La que sana y salva, no como lo hacemos los hombres.
Su sanación, es de heridas que nacieron de la falta de justicia, de la ausencia de bien común, del regateo
para la entrega sin límites, del no-cansancio por otros…
Sana lo que se convierte, cuando los hombres abrazamos la cruz y decimos amén, para encaminarnos por
senderos de paz y de novedad evangélica.
Jesús Palabra, hace nuevas todas las cosas… Él, sin decir Palabra impone el ritmo y el rumbo…Si se pierde
o si no se puede seguir; nuestra vida, será barca anclada en el tiempo que ya fue y que viviendo de la melancolía,
se perderá lo mejor que está por venir.
Jesús Palabra, es el decir de Dios, ¡para todos sin excepciones!
Él se hace texto, que trasmite una movilidad solidaria entre los seres humanos que se desconocen, se
ignoran; dando lugar a una cohesión interna revelada en cada uno de nosotros.
Él, se hace texto y comunica lo más profundo de sí y lo más profundo del ser humano, revelando una
articulación entre el amor y la libertad.
Él habla y nosotros escuchamos por su intermedio, a aquellos que han visto, y dan testimonio de su
persona, cuando vivía en la tierra. Él habla a nuestro ser, habla a nuestro corazón e incita a la inteligencia a
escucharlo y a buscar su encuentro.
La catequesis crea comunidades desde la Palabra
En el principio existía la Palabra (cf. Jn 1,1), y fue así que antes de haberle formado en el vientre, Dios le
conocía (cf Jer 1,5), y antes de que naciese, le tenía consagrado (cf Jer1, 5), profeta le constituyó (cf Jer1, 5).
Y la Palabra de Dios se encarnó en el corazón del catequista, y Dios alargó su mano y tocó su boca (cf Jer
1,9) y puso sus palabras en su boca (cf Jer 1,9), para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y
plantar.
A partir de ese momento el pasado quedó atrás y la relación Yo/Tú del catequista con Dios se abrió a los
otros, porque fue elegido para consagrar su vida a la Palabra. Desde nuestra experiencia, podemos decir que el
catequista no está solo, porque Dios vela por su palabra (cf Jer 1,12) 4 .
La Palabra de Dios no se expresa con sonidos como cuando hablamos; tampoco indica una realidad o una
idea. En la práctica, todos nos encontramos con la palabra escrita, con el texto bíblico. Esa, la palabra viva,
“transformada” en un libro, “cobra vida” en la catequesis.5
4
BIBLIA DE JERUSALEN, ver nota al pie de página Jer 1, 12, Ed Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998
3
En el Antiguo Testamento el creyente nunca se encontró directamente con la palabra viva (la voz de Dios,
como dice Dt 5,24). Esta voz se escuchaba entre truenos y trompetas (Éx19, 16-19). Y el pueblo elegido confiado,
aceptó que la palabra divina, le llegara por medio de un texto escrito (véase Ex 24,4). Los mismos profetas sentían
la palabra viva como un encuentro de persona a persona (véase Jer 15,16), que les movió a predicar y
eventualmente a escribir (véase Jer 36,1-4). 6
Las comunidades cristianas, también en sus comienzos, se encontraron con la “palabra viva”, sabiendo
que la palabra era Cristo. Y la catequesis era “catequesis viva” transmitida de forma oral. Sabían apropiarse de los
textos, porque ellos les “hablaban” de Jesús (véase Hech 8,29-35). Con el paso de tiempo, en la Iglesia
comenzaron a redactarse los textos del Nuevo Testamento, nacidos del contacto con la palabra viva (Cristo) y la
comunidad. Así la Biblia nace en la comunidad y para la comunidad.
Y la Palabra había engendrado primero a la comunidad. 7
Que la catequesis “CREA” comunidad con la Palabra, es un acto de dinamismo cargado de misericordia,
por eso tendremos que dejarnos arrastrar por esa Palabra, porque somos los primeros dispersos y solitarios, los
primeros necesitados de compasión y de perdón.
Y esto no es lo mismo que decir, que la comunidad, reza la Palabra, oye la Palabra, lee la Palabra…
La catequesis es vehículo de la Palabra, la lleva, la porta, la deja, la acerca, la regala, la ofrece… Sigue los
pasos de las formas de decir de los seres humanos: se acercan, tienen encuentros, se da el diálogo, se inicia la
convivencia y nace la comunidad.
Todo el recorrido está sembrado de hitos que señalan el itinerario que hay que seguir hasta el final de los
tiempos. Los textos que proclama, tienen dos mil años y sin embargo ponen luz en lo más profundo de nosotros,
causan un efecto de verdad en quienes las leen, son un torrente de plenitud y contemplación del misterio.
Y la catequesis, se propone respetar el itinerario de cada uno; todo lo que podamos decir de nuestra
existencia en Dios; para que lleguemos a comprenderlo y a hacerlo nuestro, encontrando en ellos nuestras
imaginaciones, nuestras experiencias, dejando pasar; dejando caer, aquello que oscurece lo que reflexionamos,
experimentamos y vivimos.
Una catequesis que crea comunidades desde la Palabra, no cesará nunca de cuestionarnos, más allá de las
respuestas encontradas; no cesará de provocarnos la alegría espiritual y el deseo de conocer el reino de Dios.
La Escritura es el lugar en el que Dios ha fijado su Palabra y es el lugar desde el que Él nos sigue hablando.
La catequesis extrae de esta fuente 8de agua viva su contenido. El catequista, tanto en su formación, como en su
vida, beberá de esta agua; hará la experiencia de encuentro vivo y personal con la Palabra y siendo discípulo,
dejará la vida, transmitiéndola. Así podrá decir como el salmista:
Tú Palabra es una lámpara para mis pasos y una luz en mi camino (…) (Sal 119,105).9
La catequesis que crea comunidades desde la Palabra, pone el acento en el deseo del encuentro con
Jesús, más que en una moral.
Es necesario identificar el impulso de la comunidad, “el colectivo” que se construye en el corazón de la
misma y darnos cuenta que contemplando nuestro modo de vivir y de pensar cristianamente, tendremos la fuerza
5
CENACAT [en línea]
http://www.cenacat.org/uploads/4_-catequesis_eco_de_la_palabra_luz_en_el_camino.pdf [consulta: abril 2013]
6
Ibid
7
Ibid
8
Cf. CT 27; DGC 94 – 95
9
Ibid
4
para restablecer la verdad interior y poder decir: “Señor, ¿a quién iremos?, Tú tienes palabras de vida eterna…”
(Jn. 6, 68).
Mirta Jáuregui
María Luisa Landgrebe
5
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